Historia de la lengua y literatura castellana - Tomo I

By Julio Cejador y Fraucas

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Title: Historia de la lengua y literatura castellana - Tomo I

Author: Julio Cejador y Fraucas

Release date: March 24, 2024 [eBook #73255]

Language: Spanish

Original publication: Madrid: Tip. de la "Rev. de arch., bibl. y museos", 1915

Credits: Andrés V. Galia, Olive, Santiago, Sanly Bowitts and the Online Distributed Proofreading Team at https://www.pgdp.net (This file was produced from images generously made available by The Internet Archive)


*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK HISTORIA DE LA LENGUA Y LITERATURA CASTELLANA - TOMO I ***



                        NOTAS DEL TRANSCRIPTOR

En la versión de texto sin formatear las palabras en itálicas están
indicadas con _guiones bajos_; las palabras en Versalitas se han
escrito en MAYÚSCULAS y las palabras en negrita se indican =así=.
Además, una letra precedida por el signo “^” indica que esa letra es
un superíndice. Por ejemplo ^e representa la letra “e” en tamaño más
pequeño que la escritura del resto del texto, y se encuentra ligeramente
por encima de la línea de escritura. En la obra original aparecen
letras o conjunto de letras con un signo diacrítico que muestra una
línea horizontal (macrón) en la parte superior de esas letras. Algunos
de esos signos no pueden representarse en la versión sin formatear y
en consecuencia están representados con la marca [=texto]; es decir
que ese signo representa la palabra “texto” con una línea horizontal
superior sobre dicha palabra.

En el texto original en algunas partes se emplea el signo del
antiguo et latino. Para esta transcripción se ha utilizado el 2
invertido (ᘔ) para su representación.

Para el texto escrito por Cejador y Frauca, el criterio utilizado para
llevar a cabo esta transcripción ha sido el de respetar las reglas de
la Real Academia Española, vigentes cuando la presente edición de la
obra fue publicada. El lector interesado puede consultar el Mapa de
Diccionarios Académicos de la Real Academia Española.

Para el texto citado de otros autores, el criterio fue privilegiar
que coincidiese con el texto que figura en la imagen utilizada para
llevar a cabo la transcripción. No se han modificado evidentes
errores tipográficos ni de ortografía en esos textos, estimando que
la intención de Cejador y Frauca fue de preservar la grafía original.
Es por eso que se encontrarán inconsistencias en la forma que están
escritos varios vocablos. Se ha incorporado también la Fe de Erratas
incluida al final en la obra impresa original, pero los errores
indicados en la misma no se han corregido.

El transcriptor ha imcluido un Índice y ha movido la lista de láminas
presentadas en la edición impresa al principio de la obra.

El transcriptor ha modificado la imagen de la cubierta original y la
ha puesto en el dominio público.


                   *       *       *       *       *




                         HISTORIA DE LA LENGUA
                                   Y
                         LITERATURA CASTELLANA

                  (DESDE LOS ORÍGENES HASTA CARLOS V)

                                  POR

                       D. JULIO CEJADOR Y FRAUCA

             CATEDRÁTICO DE LA LENGUA Y LITERATURA LATINAS
                       DE LA UNIVERSIDAD CENTRAL

                            [Ilustración]

                                MADRID
              TIP. DE LA "REV. DE ARCH., BIBL. Y MUSEOS"
                    _Olózaga, 1.--Teléfono 3.185._
                                 1915




                                ÍNDICE

                                                                    Pág.

  CARTA A GUISA DE PRÓLOGO                                           v


  NACIMIENTO DEL ROMANCE Y DE LA LITERATURA POPULAR                  1

  ÉPOCA ROMANA (SIGLOS I-IV)                                        67

  ÉPOCA VISIGÓTICA (SIGLOS V-VII)                                   95

  ÉPOCA ARÁBIGA (SIGLOS VIII-XI)                                   109

  ÉPOCA DEL NACIMIENTO DEL IDIOMA LITERARIO Y
    DE LA LITERATURA ERUDITA (SIGLO XII)                           120

  ÉPOCA DE ALFONSO "EL SABIO" (SIGLO XIII)                         177

  ÉPOCA DIDÁCTICA (SIGLO XIV)                                      216

  ÉPOCA DE DON JUAN EL II
    LA POESÍA LÍRICA CORTESANA Y LOS ALBORES DEL RENACIMIENTO
    (PRIMERA MITAD DEL SIGLO XV HASTA 1454)                        267

  ÉPOCA DE LOS REYES CATÓLICOS

  EL ARTE POPULAR. EL RENACIMIENTO Y LOS HUMANISTAS
  (SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XV, 1454 HASTA 1516)                    335

  AUTORES Y OBRAS ANÓNIMAS                                         495

  ERRATAS                                                          506


                     COLOCACIÓN DE LAS LÁMINAS

                                                                   Pág.

Lucio Anneo Séneca (Berlín, Altes Museum)                           76

San Beato, _Comentario del Apocalipsis_ (Catedral de Gerona)       112

Cofre del Cid (Catedral de Burgos).--Sepulcro del Cid (San Pedro
de Cardeña)                                                        166

Momia de D. Rodrigo Ximénez de Rada. (Discurso de D. Enrique
de Aguilera y Gamboa, Marqués de Cerralbo, en su recepción de
la Real Academia de la Historia, Madrid, 1908)                     188

Alfonso X (Ms. de la _Crónica general_ de la época,
Biblioteca Real)                                                   194

_Crónica de Don Jaime el Conquistador_ (siglo XIV,
Códice de Poblet, Biblioteca de San Juan)                          224

Sepulcro de D. Juan II (Cartuja de Miraflores, Burgos)             266

Don Enrique de Villena (Del _Arte Cisoria_,
edición Felipe Benicio Navarro)                                    276

Don Íñigo López de Mendoza, primer Marqués de Santillana           286

Don Enrique IV (Códice de 1467, en Stuttgart)                      334

Don Gómez Manrique (Monasterio de Fres-del Val)                    340

Los Reyes Católicos (Capilla de los Reyes, Granada)                350

Nebrija en su escuela (_Elegancias romanzadas_,
imprenta de su hijo, Granada)                                      380

_Comedia de Calisto y Melibea_ (Burgos, 1499)                      424




                       CARTA Á GUISA DE PRÓLOGO
                   Á DON ADOLFO BONILLA Y SAN MARTÍN
                     Y Á QUIEN MÁS QUISIERE LEERLA


La _Historia de la Literatura castellana_ debióla escribir, como
usted sabe muy bien, querido amigo mío, y nos prometíamos todos que
la escribiese, el maestro don Marcelino Menéndez y Pelayo. Íbala
escribiendo de hecho, á retazos, con el vasto saber y galano decir
que en sus libros admiramos. La _Historia de las ideas estéticas_,
la _Antología de poetas líricos_, los _Orígenes de la novela_, La
_Bibliografía hispano-latina_, los _Prólogos_ á las comedias de Lope,
tantos otros prólogos, bibliografías, estudios y libros, sillares son
y aparejo, piezas artísticamente talladas, con las cuales pensaría
sin duda labrar y levantar el edificio, que su misma inagotable é
insaciable erudición, la demasiada grandeza de sus propósitos y la
súbita y no esperada muerte le impidieron llevar á colmo.

Lo que no pudo hacer el maestro debiera hacer usted, mi querido y
sabio amigo, tan impuesto y enterado como está en todo cuanto atañe
á Literatura española, á Filosofía española, á cultura española y á
bibliografía española, amén del continuo conversar con los antiguos
clásicos, italianos y latinos, en que usted á diario se emplea,
entrando y saliendo por aquellas literaturas tan familiarmente, que no
sé quién, en esta parte, no le reconozca ventaja.

Bien sé yo, por el contrario, que el son de alabanza de estas mis
palabras le habrán de apesadumbrar; pero ¿cómo hemos de sufrir los que
su valer reconocemos que su nombre no suene por ahí dentro de España
tanto como debiera sonar y suena entre los hispanófilos de fuera, por
hallarse modestamente alejado de los acostumbrados conventículos de
donde salen los bombos desaforados que algunos mozos pretenciosos,
hinchados de huera necedad y forrados de grotesca ignorancia, suelen
repartirse entre sí, sin mentar jamás á los que cabalmente por sabios
macizos no meten allí el pie, contentos con trabajar en su retiro?
¿Cómo hemos de sufrir que, con todo el matalotaje de conocimientos
y saber que usted tiene allegado, se nos venga usted, al cabo y
á la postre, con una sencilla traducción de la _Historia de la
Literatura española_, como la que ha hecho del eminente hispanófilo
Fitzmaurice-Kelly, dejando á los que menos valemos la recia tarea de
hacer medianamente lo que con su erudición y saber haría usted por
manera acabada?

Bien conoce usted que no peco de exagerado ni en ensalzarle ni en
abatirme, pues se conoce á sí y me conoce y es en tanta manera verdad,
que se me caía la cara de vergüenza cada vez que pensaba en poner en
sus manos las cuartillas de este mi libro y que le oía decir asombrado
y medio turulato: "Por cierto que el atrevimiento de Cejador sobrepuja
á cuanto yo imaginara y corre parejas con su diligencia y laboriosidad".

Y estará usted en lo cierto. Porque á laboriosidad y diligencia se me
figura que me igualarán pocos, y en atrevimiento ya bien ve usted y
toca con las manos si yo me quedo corto.

Ahora echará usted bien de ver cómo este libro, tan hijo de mi mucho
atrevimiento en escribirlo yo, como de su demasiada modestia en no
haberlo escrito usted, á usted y á nadie más que á usted podía y
tenía que dirigírselo, como se lo dirijo por estos renglones. Porque
de esta manera mi atrevimiento y su modestia podremos decir que se
balancean y el libro queda justificado y en el fiel. Y ya que para
los demás que hayan de leer esta carta he levantado y puesto en su
punto sus merecimientos, quiero apocar y poner en el punto debido los
míos, para que, dando razón de su justo asombro, disculpe con todo eso
mi atrevimiento. He intentado juntar en este libro, á la historia de
nuestra literatura, la historia de nuestro idioma, cifrando en breve
suma cuanto tengo más largamente probado en el _Tesoro de la lengua
castellana_ y en los _Diálogos sobre el nacimiento del castellano_.
De Filología creo entender algo, por lo menos para lo que en España
se usa, y como los españoles tenemos por estilo y costumbre, harto
vieja, menospreciar lo nuestro y á la discreta modestia no se opone
el reconocer el propio valer, me permitirá, mi querido amigo, que
para que alguien no tome el rábano por las hojas, añada que aunque
mis opiniones acerca de los orígenes del castellano sean algún tanto
nuevas y no suenen del todo agradablemente en los oídos de ciertos
filólogos, van fundadas en el conocimiento que tengo de los idiomas
todos que pueden haber contribuido á la formación del castellano.
De este asunto han tratado varones entendidos en uno ó más de estos
idiomas, romanistas, arabistas y vascófilos, por ejemplo. Yo he gastado
toda mi vida en estudiar griego y latín, árabe y hebreo, lenguas
románicas y lenguas germánicas, y muy particularmente el vascuence.
He trabajado en otros muchos y peregrinos idiomas, que no es del caso
mencionar, y he escrito acerca del origen y unidad de las lenguas con
argumentos que todavía nadie ha deshecho ni rebatido. Consecuencia
de todos estos estudios y preparación de mi vida toda son las nuevas
opiniones que sustento acerca del nacimiento de nuestro romance.
Creo, mi querido amigo, tener algún derecho á no dar oídos á calladas
hablillas, que por detrás y sin dar la cara y menos sin redactarlas
honradamente en públicos escritos, se dejan caer por ahí de solapa
ciertos filólogos, cuyos méritos reconozco, pero enteramente ayunos
de la mayor parte de los conocimientos lingüísticos que este asunto
requiere, que podrán estar bien enterados de la Filología románica,
pero que ni entienden dos renglones de cualquier libro griego, árabe,
hebreo y vascongado, y gracias que lean tropezando algunos renglones de
buen latín. He de añadir algo más. Estos filólogos españoles y otros
extranjeros, que tratan cosas de nuestro romance castellano, desconocen
lo que es nuestro idioma. Usted, que ha leído el _Tesoro de la lengua
castellana_, sabe muy bien que del habla vulgar y verdadero castellano
de hogaño y de antaño no conoce el _Diccionario_ de la Academia las
tres cuartas partes, que más que otro tanto de voces, digo mal, más
que tres veces otro tanto de voces corren por ahí y andan en libros
viejos, de las cuales la Academia no tiene noticia, ni de ellas tienen
noticia los romanistas extranjeros. Los cuales, con ceñirse á los
vocablos latinos de nuestro romance ya creen conocerlo enteramente y
fallar sobre su naturaleza y nacimiento. Pero hay otros tantos y más
que no son latinos y ni siquiera los mientan por la mayor parte los
romanistas, porque no los conocen, y de los que conocen suelen dar
etimologías tan chistosas como opuestas á las leyes fonéticas que ellos
admiten en teoría y tienen después que dejar á un lado en la práctica
al quererlos explicar por el latín. Todo esto he tenido que decirlo
por cuanto atañe al castellano, cuya historia resumo en este mi libro.
Ahora, cuanto á literatura castellana, confieso que tiene usted motivos
para asombrarse de mi atrevimiento. Porque ¿qué se me alcanza á mí
de este menester si me comparo con usted y con Rodríguez Marín, el
que más sabe de literatura y folklore andaluz, y aun con otros menos
claros en nombre, más peritísimos en letras españolas, á quienes no
he de nombrar por ser harto conocidos, así como ni á los hispanófilos
extranjeros, que si menos al tanto de ciertas quisicosas del romance,
me dan, en cambio, quince y raya en erudición y verdadero saber? "¿Por
qué, pues, me dirá usted, se ha atrevido á poner sus manos pecadoras en
una _Historia de la literatura castellana_, cuando de sólo pensarlo me
tiemblan á mí las carnes?".

Á ese por qué deseaba responder en esta carta á guisa de prólogo.
Cuando leí el ejemplar, que usted me regaló, de la nueva edición de la
_Historia de la Literatura española_, compuesta por Fitzmaurice-Kelly
y por usted traducida, Madrid, 1913, se me subió la sangre al rostro,
considerando lo desairado del papel que representamos los literatos
españoles al dejar que nos ganen por la mano y se nos adelanten los
hispanófilos extranjeros en cosa tan nuestra, que, por muy conocedores
que sean de nuestras cosas, nunca pueden penetrar en el espíritu de la
raza, que en ellas late y bulle, y mucho menos en cosas tan castizas y
hondas como el idioma y la literatura. Y esta es la disculpa que tiene,
y yo le reconozco, la dicha _Historia_ del eruditísimo hispanófilo
inglés, en no haber acertado, según á mí me lo parece, en bastantes
puntos cuanto á la crítica, siendo, en cambio, tan rica en noticias
bien aseguradas y tan puntual en todo y tan al cabo de los últimos
descubrimientos de la erudición, que hoy camina á más andar, como podía
esperarse de su autor y de muy contados españoles podría esperarse
le llegaran á igualar. Esta mengua en la crítica de algunos libros y
escritores, juntamente con la brevedad sucinta á que el autor quiso
ceñir su obra, están pidiendo se escriba otra, si no tan prolija,
retórica y rebutida de ajenas historias como la de Amador de los Ríos,
obra por otro cabo meritísima, de donde muchos sacaron no poco de lo
que dieron por propio, una _Historia de la literatura castellana_ del
tamaño de la de Ticknor, poco más ó menos, más moderna y más española,
que desenvuelva algún tanto más lo que en la por usted traducida se
halla demasiadamente condensado y ajuste más el criterio estético en el
todo y en las partes.

Eso lo hubiera podido hacer, á lograr más larga vida, el Maestro; eso
lo pudiera hacer usted, si no llevase de calle tantas empresas á la
vez, abrumado de las cuales me persuado que no lo llegará usted á hacer
nunca; eso lo pudiera hacer Rodríguez Marín, si su cargo y ocupaciones
se lo permitieran. Pero ello es que ustedes los que pueden... no
pueden, y así tenemos que hacer un poder los que no podemos. Alguna
disculpa tiene, pues, mi atrevimiento, y si con él lograse echar
no sea más que las zanjas y asentar anchos cimientos, y si no
descontentándoles la traza, ustedes los que saben ú otros que después
vinieren quisieran levantar sobre ellos más gallardo y macizo edificio,
daríame por bien pagado.

Qué traza y criterio sea el mío héselo de apuntar aquí en dos palabras
á los demás que me leyeren, ya que adelante lo han de echar de ver al
leer mi libro; usted ya lo tiene leído, puesto que tan cariñosa como
desinteresadamente se me ofreció á revisar las pruebas y las revisó,
por lo que jamás le quedaré bastantemente agradecido.

Dificultoso es atinar, cuando el público, que desea leer una historia
de la literatura, es tan vario, que unos sólo quieren conocer
ceñidamente los resultados, autores, obras, juicios del historiador y
el cuadro general del desenvolvimiento literario en nuestra patria,
y otros buscan la razón de los hechos, mayores pormenores, la
bibliografía que les encamine para estudios particulares que pudieran
emprender, los fundamentos en que los resultados estriban. Á los
primeros puede satisfacer la obra de Fitzmaurice-Kelly ó la que á su
imitación publicó el benemérito hispanista Ernest Merimée, ó esta mía,
ateniéndose á lo que, mirando á este intento, he hecho imprimir en
letra más gruesa. Para los segundos es lo que va en letra más menuda,
donde he procurado resumir lo más importante que me ha parecido hallar
en tantísimos libros como se han escrito y cuya bibliografía anoto
con particular esmero, valiéndome, sobre todo, de la que usted con
tanta puntualidad ha sabido añadir á la traducción de la obra de
Fitzmaurice-Kelly. Usted mismo, Menéndez y Pelayo, Foulché-Delbosc,
Rodríguez Marín, Fitzmaurice-Kelly, Merimée, Farinelli y otros
hispanófilos extranjeros han escrito páginas admirables sobre puntos
sueltos y sin las cuales este libro no hubiera podido escribirse.
Mayormente la _Revue Hispanique_, dirigida por Foulché-Delbosc,
como usted sabe, el más cumplido de los hispanófilos, es un minero
inagotable de hechos y apreciaciones, indispensable para cualquiera que
desee ahondar un asunto cualquiera. Las _Bibliotecas y Bibliografías_
de Nicolás Antonio, Gallardo, Salvá, Heredia, Brunet, Juan M.
Sánchez, etcétera, etc., son canteras harto conocidas. De todas me he
aprovechado, no para enseñarles á ustedes los que saben más que yo,
pues ustedes pocas cosas han de aprender en este libro y muchas tendrán
que enmendar, y se lo agradezco de antemano, sino para encaminar á los
jóvenes que deseen trabajar en algunos puntos particulares.

Cada vez estoy más persuadido, primero, de que al orden cronológico no
ha de anteponerse el de géneros ni escuelas, y segundo, de que para
comprender el cuadro literario es indispensable hallar junto á él y en
su propio lugar de fecha los demás escritos no literarios, pero que
completan el conocimiento de las letras españolas. "Hasta hoy no se
ha entendido bien la historia de nuestra literatura, dice M. Pelayo
(_Cienc. Esp._, II, 10), por no haberse estudiado á nuestros teólogos
y filósofos". Orden riguroso de años en los cuales se imprimió la
primera obra de cada autor, desde que hubo imprenta, ó en los cuales
se compusieron, antes de haberla, esto es, del tiempo en que cada uno
comenzó á darse públicamente á conocer por sus escritos: tal ha sido mi
pauta. Las obras no literarias van en caracteres menores, como lo demás
que toca á ilustrar el asunto principal. De tales obras de _cultura_
general he escogido las de mayor momento, sin tratar de agotar la
inagotable bibliografía.

Estas dos innovaciones son las que me han movido á emprender este
trabajo, ya que ustedes los que pudieran mejor que yo no lo hacen;
pero queda otro motivo, y es el principal. No me contenta el criterio
de los que hasta hoy han tratado este asunto de la literatura y menos
los que han hablado acerca del castellano. En literatura yo pongo
muy por cima de cualquier obra erudita la menor obra del pueblo, la
comúnmente no escrita, la sancionada en cambio por el consentimiento
de la raza española, como aprecio el habla popular, la única natural,
mucho más que cualquier otra modificación que en ella introduzcan los
eruditos. La razón es clara para los modernos filólogos: lo que los
eruditos añaden al idioma nacional es sencillamente una falsificación
del idioma, bien así como las flores de celuloide ó de papel son falsas
flores para el botánico. Ahora bien, esto corre igualmente respecto
de la literatura. Distinguir bien el elemento popular del erudito en
las obras literarias: tal es mi criterio. Cuanto á la historia del
castellano, que es otra de mis innovaciones, también me aparto de los
romanistas, que son los que acerca de él han tratado, y naturalmente
por ser romanistas no han visto en nuestro idioma otra cosa que lengua
romana, latín y solo latín. Bien sé que disgustaré ya desde aquí á
muchos lectores; pero que contente á la verdad y á los que la buscan es
lo que importa. En casi todas mis obras vengo probando que el éuscaro
ó vascongado ó ibero ha contribuido enormemente á la formación del
castellano. Todavía no se han rebatido mis pruebas; ahí siguen, pues,
en pie, grita que te gritarás. Y éste es mi criterio cuanto al idioma.

Creo que son suficientes motivos para haberme puesto, con atrevimiento
disculpable, á escribir la historia de la lengua y literatura
castellana. El que tenga otros criterios escríbala según ellos, los
míos presentan sus derechos como los de otro cualquiera.

Soy tan devoto y aun apasionado de la literatura helénica como quien
se pasó su vida leyendo y saboreando sus obras maestras; no soy, con
todo eso, ciego por el clasicismo, al modo de los humanistas del
Renacimiento, y aun por lo mismo que he gustado el único verdadero
clasicismo, que es el helénico, distinguiéndolo bien del postizo y de
imitación, salvo raras excepciones, de los romanos y renacentistas.
No quisiera ser un Angelo Policiano, quien por locamente ciceroniano
no alcanzó jamás á escribir como Cicerón. El clasicismo helénico
contenía dos elementos: el uno la naturalidad virginal, nacida de la
nacionalidad en asuntos y modo de decir; el otro de idealismo que
llevaba el arte helénico á ser un eco de la serena Sofrosine del
Olimpo de los dioses. Ni uno ni otro imitaron comúnmente romanos ni
renacentistas, contentos con tomarles los asuntos, la mitología, las
frases y palabras y poco más, lo que jamás debieron tomar, por ser para
los griegos nacional y para los demás extraño y postizo. Imitar el arte
griego consiste en cultivar lo nacional y según las cualidades del
sentir de cada nación. En España cultivar el realismo es imitar á los
griegos cuanto á su idealismo; ahondar en nuestra historia, leyendas y
espíritu es imitarles cuanto á su mitología.

Lo nacional es lo único natural y grande en cada pueblo. Tal es la
razón de mi criterio, que pudiéramos llamar democrático y que no es
mío, sino de la ciencia y de la estética moderna, para la cual vale
más un cantar enteramente popular que el mejor poema erudito, si no
es popular á la vez. Hoy, tanto en pintura como en literatura, se
busca lo primitivo, porque es lo más popular y nacional; se quiere,
por lo mismo, gozar de lo fuerte, recio, natural y realista. Ninguna
nación europea atesora más obras de esta laya que España. "Cuanto á
nacionalidad, ocupa la literatura española el primer puesto", dijo
Federico Schlegel en su _Historia de la literatura antigua y moderna_
(t. I, c. 11). "El romancero es, no solamente _la verdadera Ilíada_
de España, conforme al dicho de Víctor Hugo, sino el monumento más
variado y duradero y la manifestación literaria más curiosa de su vida
pública y privada", dijo E. Merimée en su _Précis d'histoire de la
Littérature Espagnole_ (pág. 165). Ahora bien, el romancero es la obra
más popular de nuestra literatura. Todo ello lo sabe usted de sobra y
no es pequeño regalo para mí el conocer que éste mi criterio lo sea
también suyo, por más que no lo haya sido de la mayoría de nuestros
historiadores literarios, chapados á la antigua, demasiadamente
eruditos, renacentistas y librescos.

Acepte, pues, mi querido amigo, lo que de sano y bueno hubiere dado mi
atrevimiento en este libro, y eche lo malo, que no dejará de hallar
bastante en él, á mi poco saber, que para eso se lo he confesado
honradamente.

                                         JULIO CEJADOR.




                         BIBLIOGRAFÍA GENERAL
                         OBRAS BIBLIOGRÁFICAS

    ALENDA Y MIRA (Jenaro). _Relaciones de solemnidades y fiestas
    públicas de España_, t. I. Madrid, 1903.

    ALLENDE SALAZAR (Ángel). _Laurac-Bat. Biblioteca del Bascófilo.
    Ensayo de un Catálogo general sistemático y crítico de las
    obras referentes á las provincias de Vizcaya, Guipúzcoa, Álava
    y Navarra_, Madrid, 1887.

    ANTONIO (Nicolás). _Bibliotheca Hispana vetus_ y _Bibliotheca
    Hispana nova_ (ed. F. Pérez Bayer, Τ. A. Sánchez, J. A.
    Pellicer y R. Casalbon). Matriti, 1788. 4 vol.

    BARRANTES (Vicente). _Catálogo razonado y crítico de los
    libros, memorias, papeles importantes y manuscritos que tratan
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    COLECCIONES DE TEXTOS

    _Biblioteca de autores españoles, desde la formación del
    lenguaje hasta nuestros días._ Madrid, Rivadeneyra, 1846-1880.
    71 vol.

    _Bibliotheca Hispanica_, ed. R. Foulché-Delbosc.
    Barcelona-Madrid, 1900-1913, 19 vol. (En publicación).

    _Biblioteca Renacimiento. Obras maestras de la Literatura
    universal._ Madrid, desde 1913. 8 vol. (En publicación).

    _Bibliotheca Romanica. Biblioteca española._ Strasburgo, s. f.
    8 vol. (En publicación).

    _Clásicos castellanos._ Madrid, 1910-1914. 28 vol. (En
    publicación).

    _Colección de autores españoles._ Leipzig, Brockhaus,
    1863-1887. 48 vol.

    _Colección de escritores castellanos._ Madrid, 1880-1912. 144
    vol. (En publicación).

    _Colección de libros españoles raros ó curiosos._ Madrid,
    1871-1896. 24 vol.

    _Colección de los mejores autores españoles._ París, Baudry,
    1845-1872. 60 vol.

    _Colección de poetas españoles_, ed. Ramón Fernández [seudónimo
    de Pedro Estala]. Madrid, 1789-1820. 20 vol.

    _Libros de antaño._ Madrid, 1872-1898. 15 vol.

    _Nueva Biblioteca de autores españoles_, dirigida por M.
    Menéndez y Pelayo. Madrid, Bailly-Baillière. 20 vol. (En
    publicación).

    _Sociedad de bibliófilos andaluces_ (Textos publicados por la).
    Sevilla, 1868-1907. 44 vol.

    _Sociedad de bibliófilos españoles_ (Textos publicados por la).
    Madrid, 1866-1913. 42 vol.

    _Sociedad de bibliófilos madrileños_ (Textos publicados por
    la). Madrid. 1909-1913. 10 vol. (En publicación).


    CRESTOMATÍAS Y ANTOLOGÍAS

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    BÖHL DE FABER (Juan Nicolás). _Floresta de rimas antiguas
    castellanas._ Hamburg, 1821-1823-1825. 3 vol.

    _Corte de los Poetas_ (_La_). Florilegio de rimas modernas.
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    FORD (J. D. M.). _A Spanish Anthology. A collection of lyrics
    from the thirteenth century down to the present time._
    New-York, 1901.

    FORD (J. D. M.). _Old Spanish Readings._ Boston, 1911.

    GORRA (Egidio). _Lingua e letteratura spagnuola delle origini._
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    GRÜNBAUM (Max). _Jüdisch-spanische Crestomathie_. Frankfurt a.
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    LANG (Henry R.). _Cancioneiro gallego-castelhano. The Extant
    Galician Poems of the Gallego-Castilian Lyric School
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    LEMCKE (Ludwig). _Handbuch der spanischen Literatur._ Leipzig,
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    LÓPEZ DE SEDANO (Juan Josef). _Parnaso español: colección de
    poesías escogidas de los más celebres poetas castellanos._
    Madrid, 1768-1778. 9 vol.

    MENÉNDEZ Y PELAYO (Marcelino). _Antología de poetas líricos
    castellanos desde la formación del idioma hasta nuestros días._
    Madrid, 1890-1908. 13 vol. [sin terminar].

    NOVO Y COLSON (Pedro de). _Autores dramáticos contemporáneos
    y joyas del teatro español del siglo XIX_ [con prefacio de A.
    Cánovas del Castillo]. Madrid, 1881. 2 vol.

    QUINTANA (Manuel Josef). _Poesías selectas castellanas desde
    el tiempo de Juan de Mena hasta nuestros días_ [Nueva edición
    corregida y aumentada]. Madrid, 1830-1833. 2 vol.

    VALERA (Juan). _Florilegio de poesías castellanas del siglo
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                        NACIMIENTO DEL ROMANCE
                      Y DE LA LITERATURA POPULAR

=1.= Los sabios que tratan de prehistoria nos dicen que hubo en España
gentes de la fuerte raza que llaman de Cro-Magnon; los teósofos añaden
que aquellas gentes fueron atlantes, desgajados de la Atlántida, que
se hundió en el mar entre Europa y América; los hechos y la historia
sólo nos aseguran que las tierras de España conservan todavía, como
los más antiguos nombres que los hombres les pusieron, vocablos
claramente vascongados y que, por consiguiente, la raza vascongada
ó, por su propio nombre, euscalduna, es la más antigua conocida en
España; de haberlo sido otra, no dejarían de haber quedado huellas
en la toponimia. _Iberos_ llamaron los griegos á los euscaldunas
ribereños del _Iber_ ó _Ebro_, nombre éuscaro, extendiendo después
la denominación al resto de los españoles. La de _España_ es voz
vascongada que indica extremo, el _non plus ultra_, que después la
simbolizó traduciendo este nombre, por ser el límite de Europa. Por
acá vinieron y traficaron por el Sur y Levante fenicios y griegos, y
algunas corrientes de celtas por el Noroeste, que corriéndose por la
cuenca del Tajo á la meseta central hacia el Nordeste, formaron con los
íberos los llamados en aquella región celtíberos. Rarísimos rastros
quedan de aquellas gentes en la toponimia é inscripciones. Trajéronnos
los romanos su civilización y dieron su estructura al habla de los
españoles. Bandas de godos, suevos y vándalos, ya romanizados, llegaron
acá, dejándonos algunos vocablos y apellidos, y más de asiento,
dejándonos otras veces algunos árabes de Siria y muchos más africanos,
medio arabizados. El iberismo, que se toca y palpa en las provincias
vascas y Navarra, está en el fondo de todos los españoles, á pesar de
las diferencias que los distinguen, merced á las cualidades de tierras
y climas y á los tintes con que pueblos extraños los colorearon.
Siglos y siglos vivieron apartadas varias regiones, sin que la unidad,
emprendida por los Austrias y continuada por los Borbones, haya pasado
de la política, siendo de hecho más nominal que real.

Galicia, en inmediato trato con Portugal y con la influencia francesa
durante la Edad Media; Andalucía, respirando aire africano y moruno
hasta el siglo XVII, ¿cómo iban á formar un todo verdadero por la
unidad absolutista de algunos reyes? Menos lo habían de formar con
Castilla las regiones de Cataluña y Valencia, apartadas por el idioma y
por la historia durante tanto tiempo. Los elementos que más ayudaron á
la unidad de España fueron la conformación geográfica de la Península,
la cultura romana y la religión católica. Pero el verdadero lazo fué el
idioma, que traba á Castilla con Andalucía y Aragón más apretadamente
que á las regiones donde el habla se desvía del troquel castellano. Con
todo eso, las cualidades, buenas y malas, que tan á la clara se hallan
en los vascongados, se traslucen y aun campean en el común de los
habitantes todos de España, incluyendo á Portugal; distinguiéndose de
los demás, si algunos, los catalanes. En el español el espíritu vence
á la materia, tiene más cerebro que cuerpo, mejores cualidades morales
que físicas. La elevación de sentimientos le lleva á reventar de
hidalgo por no abatirse al trabajo manual, que tiene por servil, dando
en la picaresca y busconería, cegándose así en no ver en ella bajeza
alguna, antes cierta grandeza de guapo dominador y no menor maestría
en el ingenio: tal es la causa de su odio al trabajo, su afición á la
vida apicarada y aventurera y el gusto por la bizarría en el porte,
la majencia en el trato y el matonismo con los demás. El ingenio del
español es brillante, pronto y despierto, más de intuición y fantasía
que de abstractiva inteligencia, más de poeta y soñador que de sabio y
erudito: de aquí su valer como artista y su poca afición á sistematizar
científicamente los hechos, lo plástico y realista de sus creaciones
instintivas y el desvío de lo simbólico, ideal y abstracto. El claro
conocimiento de la justicia hace vivir continuamente al español en
el mundo moral, juzgándolo todo éticamente, más que según el interés
y la conveniencia, moralizando siempre en literatura y fiscalizando
los actos de los demás, sobre todo de los suyos y aun de sí mismo; de
aquí la gravedad en todo su proceder, hasta hacerse pesado y tardo,
perdiendo la oportunidad con la indecisión.

El español es de una voluntad de hierro, tenaz hasta la testarudez,
constante y apegado á sus tradiciones hasta el atraso en la
civilización, religioso por tradición, amante de la independencia como
nadie. No es guerreador por naturaleza, prefiriendo la paz; pero por
la independencia, por cualquier grande ideal de justicia, se echa al
campo y es constante, sufrido y bravo guerrero, sin importarle nada el
perder la vida. Gracias á su claro ingenio y fuerza de voluntad, es el
español extraordinariamente franco y sincero y nada supersticioso ni
dado á ocultismos, ama la luz y aborrece las medias tintas. En suma,
de gran sentido común en las cosas espirituales y de muy escaso en las
materiales, es pensador recio, original y elevado, artista realista y
sincero, de gran corazón, compasivo y valiente y denodado defensor de
la justicia y de toda noble causa; pero no quiere trabajar, odia el
ahorro, menosprecia el propio interés, no se muere por las comodidades
materiales y sólo fué grande cuando los ideales espirituales señoreaban
la opinión pública en los pueblos, quedando aniquilado y por tierra,
sin saberse qué hacer, cuando los materiales del trabajo y del oro
sobrepujaron á todos los demás. El catalán, más europeo y francés, es
trabajador y ahorrador, comúnmente por interés; lo es, no menos, el
vasco, por honradez y hombría de bien. El español lo será, y con ello
será grande, el día que haga lo que el vasco, y lo hará algún día,
porque lleva en su alma los mismos ideales, dormidos hoy por el golpe
que dió al caer de su ahidalgado estado, al volcarse los ideales de la
sociedad; cuando se persuada de que el trabajo, si puede ser cosa vil
y de esclavos, también puede ser una cosa virtuosa y noble, propia de
toda persona honrada é independiente.

El clima en España es extremo: africano unos meses en valles y
mesetas, siberiano otros en mesetas y alturas montañosas. Los ardores
del estío siéntense en toda la Península, los fríos del invierno llegan
á todas partes. Algún tanto se templan estos rigores en las costas, y
en todo el territorio la primavera, y más el otoño, son paradisíacos.
Los tonos más violentos colorean la literatura y el habla de los
españoles. No son literatura y habla de chimenea rusa, de nieblas
londinesas, de gris parisién, ni lo son de arenoso y sofocado Egipto,
de tropical y malsano Ganges. Son de un ambiente atemperado; pero con
los mayores rigores que en un ambiente atemperado pueden darse. Hay más
violencia y rigor en el tránsito de los climas en España que en Italia
y Grecia: el habla y la literatura lo dicen más claro que las líneas
isotérmicas é isobáricas.

=2.= La lengua castellana, como obra de arte popular, vale
infinitamente más que toda su literatura. Hay en los modismos, en las
metáforas, en las frases hechas, en los refranes, mucho más hondura
de pensamiento, mayor sutileza de ingenio, más brillante colorido,
chiste más delicado, que en todas nuestras obras literarias juntas.
Nuestro idioma vulgar, descostrado de la mitad ó más de las voces que
traen los diccionarios y empleamos los cultos, que sólo sirven de
emporcarla, aguarla y empañar su vivo colorido, es la obra maestra del
arte popular nacional, inconsciente si se quiere, pero de hecho hijo
de la reflexión. Alguien fué el primero que dió en el chiste de una
expresión, que pintó el dicho con singular gracejo ó lo vistió con no
esperada metáfora; el pueblo vió al punto que tal era la expresión
propia conforme al genio de la raza, y en la cual los demás no habían
dado, y la abrazó como suya, se la apropió y, olvidado al día siguiente
su autor, corrió ya como cosa corriente, como inconsciente brote del
habla de todos.

Ni el idioma castellano ni los romances ó poesía vulgar castellana
nacieron en el punto y hora en que les ocurrió trasladarlos al papel
ó á los pergaminos á algunos escritores más amantes de lo nacional
y menos pagados de la muerta lengua latina y de la extranjeriza
literatura, que el común de los escritores suponían como únicamente
dignas de escribirse. Efectivamente, un idioma y un género poético
no nacen en un día ni brotan en un pueblo al amanecer de un hoy tras
un ayer de muchos siglos, durante los cuales ese pueblo viviera sin
literatura y sin idioma. Al finalizar el siglo IV, todo latín había
desaparecido de los labios de las gentes, habíase trocado de latín
vulgar en otras hablas vulgares, que ya no se podían llamar latín.
Para llegar á aquel acontecimiento largos años habían pasado que se
hablaban ya esas otras hablas populares, pues los truecos de idiomas,
la evolución de uno en otro, como de padre á hijo, no son acaecimientos
que pidan menos de varios siglos. Cuando Cristo vino al mundo se
hablaba, por consiguiente, en España, latín y castellano á la vez:
latín por los colonos romanos y por las personas cultas y aun acaso,
más ó menos estropeado y entendido, por los vecinos, originariamente
españoles, de los Conventos jurídicos, Colonias romanas y poblaciones á
medio latinizar; castellano por las gentes del campo y de las aldeas,
que eran los más. Creer que los aldeanos llegaron jamás en España á
hablar latín, olvidando enteramente el idioma nacional prerromano, es
un sueño, del cual puede suavemente despertar quienquiera que repare
en que más de la mitad del caudal léxico castellano, inexplicable
para los romanistas, no es latino, sino de origen ibérico; en que
la pronunciación castellana es ibérica y no latina; en que no pocos
sufijos derivativos y algunas construcciones pertenecen al habla
prerromana de los españoles. De haberse hablado en toda España latín,
olvidada enteramente aquella habla nacional, evolucionando después
el latín hasta convertirse en romance, no estaría éste empapado de
elementos ibéricos tan sustanciales como son la pronunciación, la
mitad del caudal léxico y no pocos sufijos y construcciones, porque no
hay idioma vulgar que vaya á tomar voces, sufijos y fonetismo de otra
lengua ya muerta, mayormente de lengua no erudita ni escrita, cual era
el habla prerromana de los españoles.

Que el castellano naciera del latín no era para puesto en duda;
que naciera del latín vulgar, no del literario, tocaba averiguarlo á
la moderna filología; pero cuándo y cómo naciera ya son puntos más
espinosos, de pocos sabios conocidos, y aun esos pocos traen contienda
sobre ello. ¿Qué latín vulgar era aquél del cual nació nuestro romance?
Para deslindarlo hay que cifrar en pocas palabras la historia de la
lengua latina. Hay que distinguir la lengua hablada de la escrita ó
literaria: la primera la hubo desde que hubo romanos en el mundo; la
segunda nació más tarde, puede decirse que con Livio Andrónico (514
de Roma), el primer autor en fecha de la literatura latina. Sabemos
con toda certeza que, además del latín literario de los libros,
hubo un lenguaje que los autores latinos llaman _sermo vulgaris_,
_plebeius_, _usualis_, _cottidianus_, _inconditus_, _proletarius_,
_prisca latinitas_, ó acaso varios lenguajes de la gente patricia y de
la gente plebeya, y esto según los diversos tiempos, pero con alguna
distinción entre las dos clases sociales, pues le contraponen el _sermo
urbanus_, _eruditus_, _perpolitus_ de los patricios, el cual siempre
se ha diferenciado en todas partes del habla puramente literaria. Lo
primero que echa de ver el que conoce comparativamente las lenguas
indo-europeas, es que el antiguo latín vulgar, la _prisca latinitas_,
tal cual se transparenta en las inscripciones más añejas, en los versos
saturnios ó nacionales y hasta en los mismos autores clásicos que
afectan arcaísmos, se allega más en el fonetismo á las demás lenguas
de la familia y á las otras itálicas en particular, que no al latín
literario clásico de la época de Cicerón y de Augusto. Baste recordar
el que _e_, _o_, del antiguo latín, de varios dialectos itálicos y de
las demás indo-europeas, toman en latín literario el timbre más estable
de _i_, _u_; que los antiguos diptongos, debidos al esfuerzo ó guna,
por el cual _deico_ se asemeja á _deic-numi_, etc., etc., se contraen
en _i_, _u_ al llegar al latín literario. No menos manifiesto es que
las tendencias del literario van poco á poco obrando con mayor fuerza,
dando sello particular á esta lengua semioficial conforme adelantan
los tiempos, pues se les ve apuntar en los más viejos escritores
y generalizarse en la época clásica. De modo que en sus comienzos
el literario apenas difiere del vulgar; pero poco á poco estas dos
lenguas, evolucionando conforme á sus particulares tendencias, que son,
comúnmente hablando, la vulgar hacia el dialecto úmbrio y la literaria
hacia el osco, van apartándose entre sí cada vez más. En un principio,
la pequeña diferencia es de creer naciera de la diferente pronunciación
y gusto entre la plebe y la clase patricia, más latina ésta, aquélla
más montañesa y que se iba acrecentando con los sabinos y otros que
se les iban allegando. La misma gente patricia, cuando se comenzó á
escribir, de creer es que escribieron en su propia habla, no en la de
la plebe: por manera que siempre, en la época clásica, antes y después,
el lenguaje hablado por las personas de cuenta en Roma se parecía
más al literario que no al _plebeius_, _vulgaris_, _proletarius_.
De estas tres variedades, el vulgar hablado, el hablado urbano y el
literario, sólo el primero fué el que pasó á las provincias, después de
colorearse con los matices de los dialectos itálicos en sus correrías
por toda Italia, y el que dió nacimiento á los romances. Tenemos,
pues, una _prisca rusticitas_, más conforme al indo-europeísmo y al
dialecto úmbrio y que encerraba en germen las tendencias que después se
desenvolvieron, dando su carácter analítico y fonético á las lenguas
románicas, y junto á ella un latín más culto y parecido al osco, que
llevado á la literatura, da otra variedad, la del lenguaje literario,
el cual, tomando otro sendero opuesto al vulgar, y acompañado siempre
de cerca por el hablado de las personas más granadas, se desarrolla y,
apoyado en la fuerza de la política y de la cultura y caracterizado,
ó digamos mejor, extranjerizado no poco con la lengua y literatura
helénica, de la cual abraza vocablos y construcciones, se aparta cada
vez más del pueblo para vivir en los libros. En la época clásica
apenas suena para nada el habla vulgar, que corre por lo más hondo sin
meter ruido y evolucionando por todo el imperio. El literario es el
único que aparece y domina, crece en poder por ser el habla oficial,
se impone por la Administración central, por el establecimiento de
escuelas, por el mismo esplendor de la literatura. Desde Augusto á los
Antoninos lucha con el habla vulgar y aun parece arrollarla en todas
partes; pero declinando el poder imperial, mejor digamos, perdiéndose
el arte literario verdadero con mayor velocidad de lo que tardó
en desenvolverse, puede decirse que al fin del siglo II fenece la
literatura clásica y su lenguaje, el habla urbana de Roma. Renace la
literatura en el siglo IV, pero ya es otra: la literatura cristiana.
Los autores desde aquel tiempo los más son cristianos y escriben en
una lengua muerta, especie de jerga que ni es latín literario clásico
ni latín vulgar hablado, sino mezcla hechiza de entrambos; los pocos
escritores gentiles que aún quedan no escriben mejor, antes Lactancio y
otros cristianos sobrepujan á todos. Con la venida de los bárbaros en
el siglo V todo latín hablado desaparece, pues el mismo vulgar tiempo
había que, no sólo en las provincias habíase convertido en verdadero
romance en labios de los indígenas, pero aun en las ciudades más cultas
de ellas y en la misma Roma, se confundían los casos, se perdían las
terminaciones, sustituyéndolas por las preposiciones, se usaban los
participios con los auxiliares, etcétera, etc. El lenguaje literario
cristiano, lengua muerta de hecho y puramente erudita, apenas lo
malsaben algunas personas instruidas, por más que se siga enseñando en
las escuelas que quedan en pie y aun se emplee en el púlpito, siendo
entendido de la selecta sociedad. Los pocos que lo escriben lo malean
más y más latinizando los vocablos extraños que los bárbaros traen ó
que las naciones diversas del mismo imperio emplean en sus romances y
que corren con las legiones en continuo trasiego de una parte á otra.
Tal es el llamado bajo latín, latinización erudita de todo el léxico
vulgar, de cualquier procedencia que fuesen las palabras, en manos de
los escritores.

    =3.= Cualquiera que conozca el espíritu de los antiguos sabe
    de sobra que para las personas cultas de aquellos tiempos
    no había más latín que el literario. Á nadie se le ocurrió
    jamás escribir en aquella jerga vulgar, que se consideraba
    como una degeneración del latín culto, torpemente desfigurado
    y estropeado en labios de la gente plebeya. Tal es la causa
    de que las únicas noticias que tenemos del latín vulgar
    las debamos á la investigación científica, que por medios
    indirectos ha llegado á rastrear algunos datos: de ahí la
    dificultad del problema. Y aquí ocurre una observación crítica
    de la mayor importancia. Ese menosprecio y extravagante
    manera de considerar el habla vulgar se mantuvo aun después
    de fenecido el Imperio. Hasta bien adelantada la Edad Media,
    las personas instruidas no se pusieron á escribir en romance
    por creerlo indigno instrumento para la literatura; mas, antes
    del siglo XII todos creían que su habla era el latín, bien que
    estropeado. Sólo así se explica que los autores modificaran el
    romance vulgar, acercándolo en su ortografía al latín cuanto
    podían, y que emplearan todos los términos latinos que les
    venían á la cabeza con sólo darles un ligero tinte castellano.
    De aquí esa dualidad lingüística en un mismo autor, que emplea,
    no sólo términos desconocidos del vulgo, sino aun los vulgares,
    con una ortografía semilatina ó etimológica y semifonética. Es
    imposible que en tiempo de Berceo sonara de tres maneras el
    mismo verbo: _dannar_, _danpnar_, _damnar_. Estas variantes
    ortográficas respondían á _dañar_, que era como únicamente
    se decía entonces, lo mismo que ahora. Pero hubieran creído
    estropear el latín, si lo escribían tal como lo pronunciaban.
    Tenían un lenguaje para escribir y creían echarlo á perder al
    hablar su _roman paladino_. Y aquí han tropezado no pocos,
    aduciendo esas variantes ortográficas como formas que realmente
    sonaron tal como están escritas y que, por consiguiente, eran
    las formas comprobantes intermedias de la evolución, en las
    cuales vemos convertirse el latín en castellano, vemos nacer á
    nuestro romance.

    Esta observación crítica se aplica lo mismo á los escritos
    latinos que á los castellanos de aquellos tiempos, y es de tal
    importancia para la investigación de la etimología y origen del
    castellano, que voy á descender á casos particulares.

    Está tan lejos de ser cierto que en los escritos medievales
    se vea nacer el castellano, que, por el contrario, lo que se ve
    nacer en ellos es el latín. El castellano aparece, la primera
    vez que se le halla escrito, como una lengua robusta y acabada,
    y los vocablos sueltos que aparecen en los documentos latinos
    más antiguos son tan castellanos como hoy día. Antes bien, las
    formas que aparecen antes son las más castellanas y poco á
    poco se van acercando más á las latinas. Es que los escritores
    iban sabiendo mejor el latín conforme adelantaban los tiempos.
    Por ej., _linde_ se encuentra en el Fuero de Évora el año 1166
    (_M. P. Leges_, p. 392): "Qui _linde_ alieno crebantaverit,
    pectet quinque solidos, et septem ad Palacio". En la segunda
    recensión, Fuero de Abrantes en 1179, y de Corucha en 1182
    (ibid., págs. 419 y 427): "Qui _limde_ alienum quebrantaverit".
    En la tercera, F. de Palmella en 1185 (ibid., pág. 430): "Qui
    _limede_ (al. _limide_) alieno crebantar...". En la cuarta,
    F. de Covilhan del 1186 y de Centocellas del 1194 (ibid.,
    páginas 457 y 487): "Qui _limitem_ alienum fregerit...". En
    la quinta, F. de San Vicente de Beira en 1195 (ibid., pág.
    495): "Qui _limidem_ alienum fregerit". Á la verdad, aquí no
    se ve nacer el castellano, sino diríase que el latín: _linde_,
    _limde_, _limede_, _limitem_, _limidem_. Otro tanto sucede
    con el término _azor_ y el _azorera_, que aparecen antes que
    _acetore_ y _aceptore_. De las formas _arroyo_, _arroio_ y
    _arrogio_, la primera es la más antigua, del año 841, en la
    donación de Alfonso _el Casto_ á la catedral de Lugo. En la
    era 916 hallamos _quoto_: "factum est in supradicto quoto
    8 idibus junias"; y después, en las eras 937, 940 y 983,
    _cautum_; y en la de 984, _cautamus_. No parece sino que el
    castellano va á convertirse otra vez en latín; y es que la
    cultura adelantaba, y lo único que pretendían era escribir en
    latín, haciéndolo cada vez mejor. Siendo para ellos el habla
    vulgar un latín corrompido, lo saqueaban latinizándolo en sus
    escritos: abatire de abatir, abadagium, acampanare, acannizare,
    alcanzare, advescit == consuevit (_Glos. gót. Card._) de
    avezar, "dña Thereysia mea _ama_", del ama castellano, attondus
    (era 1100, _Arch. Arlam._) ó atuendo en ablativo (ch. Ferdin.
    I, SOTA), del vascuence atondo, "terras cultas vel _barbatas_"
    de vervactum == barbecho (ch. Adeph. imper., era 1117. _Arch.
    Naj._), campidator de campeador, campear (ch. Adeph., 1111,
    SOTA), cargas de feno, carnerus, cavalcator, cerrus de cerro,
    collacius de collazo, collata, ganare, ganatus, autero de
    otero, heretarius de heredero, ingamno de engaño, quadrare,
    quitare, sacare, spolas. Sería insensatez figurarse que
    tales formas latinas hayan pertenecido jamás al habla: son
    vocablos castellanos, sin origen latino muchos de ellos, pero
    latinizados por los pendolistas de aquellos tiempos. El que sin
    criterio quiera amontonar los términos intermedios entre los
    castellanos y los latinos, los hallará todos en los documentos;
    pero no son términos medios de la evolución natural del latín
    hasta hacerse castellano, sino muchas veces, al revés, es
    la latinización cada vez más perfecta del habla vulgar. Por
    ejemplo. En Berceo hallamos miraculo (_Mil._, 46), miraclo
    (íd., 869) y miraglo (_S. Dom._, 315). "Berceo nos conserva
    tres de las cinco formas por que ha pasado miraculum para
    fijarse en milagro", dice Lanchetas. Si esto fuera verdad,
    en tiempo de Berceo aún no habría nacido el castellano, ni
    aun siquiera el latín vulgar, pues el miraclo del vulgar
    latino es posterior al miraculo de Berceo. Lo que hay es que,
    menospreciándose entonces el romance vulgar, los escritores
    creían que debían escribirlo lo más parecido al latín, única
    lengua literaria para ellos; de modo que en vez de escribir
    siempre miraglo, que es como se decía en el pueblo, escribían
    á veces miraclo por acercarse al latín, y aun miraculo, tomado
    del latín clásico, del cual no había salido miraglo, sino del
    vulgar miraclo. Siempre la reacción literaria corrigiendo el
    habla vulgar.

    No se pueden tomar sin discernimiento todas las formas que
    hallamos escritas en los autores: la más vulgar es la única
    fehaciente; las otras son préstamos eruditos del latín y no
    reflejan el castellano hablado. Mixtura por mezcla en Berceo
    (_Duel._, 40) es de origen muy posterior respecto de mesturar
    por mezclar y de mesta por cosa mezclada, así como lo es
    misto. La x de mixtura denuncia un préstamo del latín; hoy ya
    ha pasado misto al pueblo, pero ha perdido la x, que ni los
    romanos pronunciaban, cuanto menos los riojanos del tiempo de
    su poeta Berceo. Modrar (_S. Mill._, 27, 1), aunque erudito de
    origen, ya ha perdido la e; la reacción posterior originó el
    moderar, calcándolo sobre moderare. Como modrar no se usaba
    entre el pueblo, desapareció ante moderar. Aquí se ve cómo
    la lengua erudita vive en parte enteramente divorciada del
    habla vulgar, puesto que en cada época ha tomado los vocablos
    latinos, modificándolos, no según el fonetismo castellano,
    sino conforme al uso que los eruditos tenían en la adaptación,
    mayor ó menor, según las épocas, á ese mismo fonetismo. Hoy la
    reacción latina es mayor y lo ha sido cada vez más desde el
    renacimiento. Hoy no nos parece bien se quite la e á moderare
    y decimos moderar, con sólo quitarle la e final para que quepa
    dentro de la turquesa de los infinitivos. No se atrevían á
    tanto los clérigos del siglo XIII, y decían modrar; pero
    ambas formas han flotado y flotado sobre el habla vulgar,
    sin penetrar en ella, como escoria erudita que va y viene y
    se cambia conforme al capricho de los que la emplean en sus
    escritos y aun en la conversación. El mismo Berceo emplea ya
    modulado: "Odi sonos de aves dulces e _modulados_" (_Mil._,
    7); pero ese préstamo es posterior al que convirtió modulus
    en molde, que también es erudito, pero de época anterior, de
    mod(u)lus, perdida la u, que nunca sonó en el latín vulgar, y
    con la metátesis común que afectaron los eruditos más antiguos
    al transcribir vocablos parecidos, como tilde, si viene de
    titulus, espalda de spat(u)la. Hoy no nos atreveríamos á
    derivar con tales metátesis, porque nos picamos de mejores
    latinistas y tenemos menos cariño al fonetismo nacional. ¿Quién
    se atrevería hoy á decir motral junto á mortal, como se atreve
    Berceo? Muebda por movida es de formación erudita de aquel
    tiempo (_S. Dom._, 119), como debda de debita; mover, movido, á
    ser vulgares, huberan perdido la v. También hay mueda = causa
    motiva (_S. Mill._, 387), ya más castellanizado, como muedo
    por modo (_Mil._, 29), que nadie se atrevería hoy á decir,
    aunque es conforme al cambio sin excepción de ŏ acentuada en
    ue, lo mismo que muesso por mordisco (_Loor._, 77) de morsus,
    perdida la r según ley. En cambio multo (_Mil._, 259) es una
    condescendencia por multum, que hoy nadie la tendría, como
    no diría nadie nodicia, que dice Berceo (_S. Mill._, 164),
    suavizando legítimamente la t de notitia, ni nudrir ó nodrir
    por nutrire (_S. Dom._, 59, 528). No creo que odir ni udir
    se dijeran en tiempo de Berceo juntamente con oir, aunque
    él escriba de estas tres maneras (_Sacr._, 56, _S. Dom._,
    312, _Duel._, 209); la d es por reacción erudita, como en
    odiendo por oyendo. Tampoco creo sonara palomba como escribe
    junto á paloma (_S. Or._, 40, 46), sino que la b era otra
    condescendencia de escritor hecha al latín. Toda cautela es
    poca cuando de los escritos queremos deducir lo que realmente
    debemos atribuir al romance hablado, separándolo de lo que
    los escritores añadían de su cosecha, por la creencia de que
    sólo el latín era un lenguaje digno de escribirse y de que el
    romance, no siendo más que un mal latín, debía purificarse lo
    más posible para hacerlo digno de emplearse en los escritos, y
    que se podía y aun debía echarse mano de todo el vocabulario
    latino, por ser latín lo que se escribía y no ser más que
    una misma lengua la hablada y la escrita. Otro tanto sucedía
    en Italia. Dante pensaba que el italiano y el latín eran una
    misma cosa; llamaba al italiano habla vulgar y gramática al
    latín, como quien dice: el italiano es un mal latín y el
    latín sólo merece estudiarse; ó de otra manera, el latín
    es la lengua literaria (gramática no significa otra cosa),
    y el italiano es latín mal pronunciado. Petrarca juzgaba
    lo mismo y menospreciaba el toscano, que en sus escritos
    levantaba á idioma literario. Tal es el poder de una lengua
    literaria cuando ha pertenecido á un gran imperio y á una gran
    civilización. Esas mismas creencias indican que el romance no
    nació de un golpe, sino que fué, sin solución de continuidad,
    el mismo latín que, hablado, mejor ó peor, en España en tiempo
    de los romanos, había ido evolucionando insensiblemente hasta
    el punto de no cambiar de nombre.

    =4.= En los últimos tiempos del Imperio, verificada ya la
    fusión de razas, cuando las provincias, adquiridos todos los
    derechos de los antiguos ciudadanos de Roma por el edicto de
    Caracalla (212), se tuvieron por tan romanas como la misma
    ciudad de Rómulo, despertando el espíritu patriótico de la
    nacionalidad romana ante los pueblos bárbaros ó extranjeros que
    por todas partes rondaban las fronteras, el adjetivo _romanus_,
    aplicado antes á solos los habitantes y cosas de Roma, hubo de
    generalizarse á todo el Imperio, en oposición al de _barbarus_.
    Orosio llamó _Romania_ á todo el conjunto de razas y países
    comprendidos dentro del Imperio, como se llamaban Hispania,
    Britannia, Graecia, Gallia cada uno de ellos. Lo más propio de
    la Romanía, su idioma, llamóse, por lo mismo, _lengua romana_,
    hablar en _roman_, _romanice_, _en romance_, era hablar el
    lenguaje de la Romanía, del Imperio romano, era lo mismo que
    hablar en _latín_. El tipo de esa habla era, naturalmente,
    el latín literario oficial de la administración, que era el
    que más se acercaba al literario; pero el habla vulgar de las
    provincias no se creía ser más que ese mismo latín, bien que
    algo estropeado. Ese mismo latín siguió hablándose por varios
    siglos; pero ¡qué diferencias no había causado la evolución
    incesante! Virgilio Cordobés, citado por Sarmiento[1], escribía
    en el siglo IX: "Ille est vituperandus qui loquitur _latinum
    circa romancium_, maxime coram laicis, ita quod ipsimet
    intelligunt totum... Et ita debent omnes clerici loqui _latinum
    suum obscure_ in quantum possunt et non _circa romancium_". En
    este notable pasaje se traslucen algunos hechos históricos de
    la mayor importancia. En aquel mismo siglo (842) se redactó
    el convenio entre Carlos _el Calvo_ y Luis de Alemania en
    francés ó romance del Norte de la Galia, el primer monumento
    que poseemos en lengua vulgar[2], del cual dice Sarmiento que
    lo podrían entender los gallegos sin necesidad de versión.
    Los clérigos hablaban _su latín_--dice el autor cordobés--,
    es decir, un latín de cocina, que distaba bastante, por una
    parte, del latín clásico y por otra del habla vulgar, puesto
    que les aconseja que lo empleen entre sí delante de la gente
    lega, cuando conviene que ésta no les entienda. Por donde se
    verá el craso error de Martínez Marina al sostener que sólo á
    principios del siglo XII pudo hablarse de tal manera que se
    tuviese el romance por distinto de la lengua latina.

    Por lo mismo, cuando se querellaba[3] Álvaro Cordobés de que
    el _latín_, habla de los cristianos, lo hubiesen olvidado los
    españoles que andaban entre los moros, teniendo en mayor estima
    la lengua arábiga, puesto que se refiere al pueblo español,
    trata del romance vulgar español llamado por él latín por
    las razones antes apuntadas, no trata del latín clásico que
    sin género de duda hacía siglos sólo habían conocido algunos
    privilegiados eruditos, ni siquiera del latín vulgar que para
    el siglo IX ya había desaparecido. Les dice, pues, Virgilio que
    hablen su mal latín, _latinum suum_, lo menos parecidamente
    al habla vulgar, _obscure et non circa romancium_. Ese _circa
    romancium_ ó _romance_ ya no era el _romano_ ó habla romana
    y latina de la Romanía, y con todo conserva el nombre. ¿Qué
    habla fué la de la Romanía, es decir, qué fué el llamado latín
    vulgar? Por las dichas creencias, nadie escribió en ese latín;
    no tenemos ni el menor documento redactado verdaderamente
    en esta lengua: de ahí la dificultad del problema. Se trata
    de reconstruirla por el estudio comparativo de las lenguas
    románicas, sus sucesoras; por el estudio del latín vulgar
    antiguo, sólo conocido en los arcaísmos y vulgarismos de
    Plauto y otros autores y en las escasas inscripciones latinas
    de la época republicana; por el estudio de los dialectos
    itálicos, el úmbrio, el osco, el falisco, el volsco, etc.,
    que sin duda modificaron el latín de los conquistadores antes
    de llevarlo éstos á las demás provincias; por los defectos
    que á los lapidarios se les escapaban en las inscripciones de
    la época imperial, á causa de las diferencias entre el habla
    vulgar y el latín oficial en que las redactaban; por las
    correcciones de los gramáticos latinos, en las que enmiendan
    defectos de pronunciación y ortografía debidos al habla común
    y popular; por los glosarios vulgares coleccionados algo
    posteriormente, sobre todo por autores africanos y españoles,
    en los que hicieron notar las diferencias dialectales de estas
    provincias[4]. Pero todas estas fuentes de información ó no
    bastan ó no se han estudiado á la vez con el único empeño de
    sacar á luz el latín vulgar. Los romanistas, que son los que
    más interesados están en hacer ese estudio, ocupados en el
    de las mismas románicas, tienen que formarse para su propio
    uso un sistema é idea particular de esa lengua problemática,
    encomendando su investigación exprofeso á los indo-europeístas.
    Estos, en cambio, la dejan para los romanistas, por verse
    atareados con las antiguas lenguas de nuestra familia.
    Resultado: que sólo tenemos hechos sueltos, algunos jalones
    cronológicos y geográficos; pero que nos falta conocer, no
    sólo esa lengua, pero hasta su cronología y su geografía, los
    dos ojos que nos la permitirían ver. Estoy, pues, muy lejos de
    pretender hacer yo la historia del latín vulgar; sólo propondré
    algunas ideas, algunos hechos indispensables para conocer el
    fonetismo latino-castellano.

    Sabemos con toda certeza que además del latín escrito, que
    conocemos por las obras literarias, hubo el habla de los
    romanos, algo diferente de ese latín literario y diferente
    en las diversas épocas. Á esa habla se refieren los mismos
    autores latinos, cuando mientan los términos vagos de _sermo
    vulgaris_, _plebeius_, _usualis_, _cottidianus_, _inconditus_,
    _proletarius_, _prisca latinitas_, etc., etc., en oposición á
    los de _sermo urbanus_, _eruditus_, _perpolitus_, etc. Unas
    y otras desaparecieron de hecho con la caída del Imperio,
    ahogadas y puestas en olvido por las lenguas románicas, que
    habían ido formándose insensiblemente en las provincias al
    evolucionar el habla vulgar romana entre razas tan diferentes,
    que habían hablado antes sus idiomas indígenas y tenían sus
    particulares tendencias fonéticas y semánticas, efecto de
    la idiosincrasia fisiológica y psicológica de cada raza. Lo
    primero que echa de ver el que ha estudiado comparativamente
    las lenguas indo-europeas es que el latín antiguo vulgar,
    tal cual se transparenta en las inscripciones, en los mismos
    autores clásicos que afectan arcaísmos y en los más viejos
    documentos, se allega más en el fonetismo á las demás lenguas
    de la familia y á las otras lenguas itálicas en particular,
    que no el latín clásico de la época de Cicerón y de Augusto.
    Luego veremos algunos casos prácticos que lo demuestran
    palpablemente: baste decir en general que e, o del antiguo
    latín, de muchos dialectos itálicos y de las demás I E, toman
    en el latín literario un timbre más estable, i, u; que los
    antiguos diptongos debidos al refuerzo ó guna, por el que
    deico es paralelo á δείκ-νυμι, etc., etc., se contraen en
    latín literario en i, u, etc. No menos manifiesto es que las
    tendencias del literario van formando y dando carácter cada vez
    más idiomático á esta lengua semioficial conforme adelantan los
    tiempos, pues se les ve apuntar en los más antiguos escritores
    y ya generalizarse en la época clásica. De modo que en sus
    principios el literario no se diferencia apenas del vulgar;
    pero poco á poco cada una de estas lenguas, evolucionando
    conforme á sus particulares tendencias, va diferenciándose más
    y más. Con todo, al paso que crece la potencia del literario,
    por ser habla oficial é imponerse por la administración
    central, por el establecimiento de escuelas, por el mismo
    influjo del esplendor de la literatura, la reacción, por
    decirlo así, oficial y erudita, entabla lucha mortal con el
    habla ordinaria del Imperio y llega en la época del mayor
    esplendor literario político, desde Augusto á los Antoninos, á
    influir poderosamente en esa habla ordinaria. Pero declinando
    el poder imperial, enflaquecida esa fuerza impuesta, el latín
    vulgar prosigue su camino, arrolla al literario y lo vence,
    haciéndole desaparecer de la escena. Tenemos, pues, una _prisca
    rusticitas_, más conforme al indo-europeísmo y que encerraba
    en germen las tendencias que después se desenvolvieron, dando
    su carácter analítico y aun su fonetismo á las románicas; y
    junto á ella un latín _literario_, que, tomando otra dirección,
    se desarrolla, y apoyado en la fuerza de la política y de la
    literatura, trata de matar el habla común, sucesora de la
    _prisca rusticitas_, influye en ella, pero á su vez vencida y
    avasallada al faltarle el apoyo oficial, muere á sus manos.
    Esta victoria del elemento democrático sobre el aristocrático
    podría dar margen á largas y profundas consideraciones en el
    terreno sociológico y en el lingüístico; pero no me detendré
    más y paso adelante.

    Aquella _prisca rusticitas_, verdadero representante romano
    del habla aria en Roma, siguió su camino, desenvolviendo sus
    tendencias analíticas, como siguieron desenvolviendo las
    mismas tendencias las germánicas y el griego vulgar en Europa
    y las lenguas ario-iranias en la India, en la Persia y en la
    Armenia, pasando sobre los cadáveres de las lenguas literarias,
    que buscaron su sepultura en el efímero engalanamiento del
    artificio de un día. La naturaleza sola es duradera; lo
    artificial momentáneo. El latín literario, una variante del
    verdadero ó antiguo latín vulgar, por haberse separado de
    éste para acomodarse á las modas de unos cuantos literatos y
    al modo de ser extranjerizo del griego, atrofiado en manos
    de los mismos literatos y helenizantes, fosilizado en las
    brillantes oraciones ciceronianas, el autor más clásico y
    el ápice del latín literario, hubo de fenecer con la misma
    literatura y pinchado en la misma lengua del orador romano. La
    diferenciación había comenzado probablemente con la formación
    de la misma ciudad y pueblo de Roma[5]. Sus dos clases de puros
    latinos, que fueron luego el patriciado, y de sabelios y otras
    gentes itálicas, oriundas, sobre todo, de la montaña, y de los
    demás elementos allegados de la llanura ó Campania, llevaban
    en sus labios todos los gérmenes de idiomas algún tanto
    diversos. Esta divergencia fué agrandándose, cual se separan
    los dos lados de un ángulo, ya por la natural tendencia de la
    aristocracia á distinguirse de la plebe, ya por el prurito,
    poco después avasallador, de helenizarlo todo, mayormente desde
    que Andrónico llevó á Roma el culto artístico de los helenos.
    Verdadero dialecto del latín común y distinguiéndose apenas
    del habla popular en un principio, fué separándose cada vez
    más, quedando enteramente fijado por los autores del siglo
    de Augusto. Pero como el lenguaje no puede detenerse en su
    curso, so pena de quedar petrificado como la mujer de Loth,
    esa sanción literaria le condenó á muerte. La historia suele
    repetirse, y un mismo sol alumbró en distanciadas regiones dos
    acontecimientos gemelos. El idioma védico siguió al pasar el
    Ganjes su evolución; pero los Himnos de los antiguos Richis se
    refugiaron en los conventos, donde toda la civilización del
    Sapta-Sindhu, encerrada cual crisálida en su capullo, había de
    convertirse en la esplendente civilización brahmánica. Allí
    nació Brahma, endiosamiento del lenguaje, de los Vedas, y
    allí entre las glosas, prātiçākhyas y casuísmos gramaticales,
    políticos y religiosos de los monjes, guardadores del depósito
    sagrado, nació el habla perfecta, el sánskrit, que pudo
    consignarse después por escrito cerca ya de la Era cristiana en
    un alfabeto tan divino como le correspondía, en la escritura
    devanāgarī.

    El elemento semidemocrático alzóse contra los tiranos
    Brahmanes, valiéndose de los mismos principios sobre que
    se levantaba todo su artificioso poder, y con el nombre
    de Budismo luchó á brazo partido y se llevó de calle
    los pueblos orientales. Aquél fué el momento en que los
    adoradores de Brahma sacaron su Verbo, y el sánskrit clásico,
    desenclaustrado, comenzó su era de esplendorosa literatura,
    reaccionando contra el Budismo y contra su instrumento el Pali.
    Tan artificial como el latín clásico, obtuvo el sánskrit largos
    siglos la hegemonía; pero las hablas vulgares que, en vez de
    estacionarse entre los laureles gramaticales de los Paninis ó
    Quintilianos, siguen adelante en su natural evolución, dejaron
    fosilizada aquella habla divina, hoy sacada de su sarcófago por
    los indianistas, como de su sarcófago habían sacado al latín
    literario los del Renacimiento.

    Las lenguas románicas no mataron al latín vulgar; fueron sus
    continuadoras en la Romanía. Pero antes de salir de Italia
    y conquistar el Mediodía de la Europa occidental, aquella
    prisca latinitas hubo de recorrer toda la Península, y si
    logró imponerse y triunfar de las lenguas todas itálicas, no
    fué sino á costa propia, coloreándose de los matices de todas,
    enriqueciéndose con sus despojos, al par que perdía algo de su
    original personalidad.

    Es menester no conocer las antiguas lenguas de Italia, no
    haber hecho el cernido del latín vulgar, ya en sus elementos
    fonéticos, ya en los lexicológicos, para creer que el latín
    llevado á las provincias por los conquistadores era el latín
    puro de la antigua Roma, y mucho menos el de las familias
    aristocráticas. Conocemos por Tito Livio (XXVII, 9, 10) las
    colonias latinas que hasta Aníbal (208 antes de J. C.) se
    habían desparramado por Italia. Desde este momento para el
    habla de los Romanos hubo de empezar una nueva era. Hasta la
    guerra social, época en que se extinguen las últimas protestas
    patrióticas de los pueblos subyugados, y sobre todo hasta Sila,
    los dialectos meridionales llevan al latín nuevos elementos
    lingüísticos, y las diversas hablas de Italia se constituyen
    todas ellas cual dialectos latinos, pero seguramente matizados
    por el fonetismo local. Sin admitir la hipotética división de
    dialectos, sugerida por Mohl[6], en general su idea no puede
    rechazarse; la unidad del latín vulgar, si tal vez no llegó
    jamás á realizarse de una manera completa, á pesar del dicho de
    Quintiliano de que el latín era en toda Italia sensiblemente
    uniforme (lo cual puede entenderse del vulgar tanto como del
    literario), mucho menos se había realizado por aquella época en
    que, vivaces aún al dar el último suspiro las lenguas itálicas,
    no tenían por enemigos la mayor centralización posterior, las
    escuelas que después en las provincias se establecieron y la
    literatura, que aún no había difundido su pujante influencia.

    Aún bastante más tarde asevera Quintiliano (_Inst._, I, v.
    56) que los italiotas se distinguen en la pronunciación como
    los metales. Suetonio (_Oct._, 88) habla de un funcionario
    palatino que disgustó á Augusto por decir isse en vez de ipse:
    era vulgar, como se ve por las inscripciones de Pompeya, en
    osco essuf, en úmbrio essu, isoc, eso. En Plinio (_Ep._, IX,
    23) se pregunta: "¿Italicus es an provincialis?". La _lex
    Julia municipalis_, al fijar el latín como lengua oficial
    de toda Italia, dió el golpe mortal á todas las lenguas de
    la Península, que desde aquel momento fueron despeñándose
    más y más y acabaron por fenecer más tarde ó más temprano.
    Pero en aquella lucha, en que había de vencer, el latín hubo
    de colorearse con no pocos matices de las lenguas vencidas,
    tanto más cuanto mayor era el parecido fonético. "Neque solum
    _rusticam_ asperitatem, sed etiam _peregrinam_ insolentiam
    fugere discamus", escribía Cicerón (_De Orat._, III, XII, 44).

    La lengua que primero y más decisivamente influyó en la
    antigua rusticitas de Lacio fué el úmbrio, por el mayor
    parecido en sus tendencias con aquel latín vulgar y por las
    circunstancias históricas en las que se fusionaron. Conquistada
    y colonizada la Úmbria desde el siglo IV antes de J. C., sus
    habitantes fueron siempre amigos de los romanos y de los más
    favorecidos en todos los derechos políticos. Siguió hablándose
    el úmbrio, pero influyendo en el latín y perdiendo cada día
    terreno. Abandonóse el alfabeto nacional, que era el etrusco,
    hacia el siglo III antes de J. C., conservándose tan sólo en
    los escritos rituales. En el siglo I, por la ley Julia, todo se
    latiniza y el úmbrio sólo quedó como lengua religiosa. Así se
    escribieron las _Tablas Eugubinas_ con letras etruscas y con
    letras latinas, sirviendo el texto latino para el uso ordinario
    y el otro como documento testificativo y religioso de la
    venerable antigüedad.

    Fuera de las II y IV, todas las tablas son del reinado de
    Augusto; de modo que los documentos úmbrios que poseemos
    son del II ó I siglos antes de J. C. y del I después de J.
    C. La parte escrita con caracteres latinos no puede, por su
    epigrafía, ponerse antes del principio del siglo I después de
    J. C. El latín vulgar, influido poderosamente por el úmbrio,
    fué el núcleo del latín hablado de Italia. El osco y demás
    dialectos del Sur de la Península influyeron menos y tenían
    tendencias más parecidas á las del latín literario que no á las
    de la antigua rusticitas.

    Si el úmbrio influyó sobre el latín hablado, el osco parece
    debió influir más bien sobre el latín literario. Según Tito
    Livio (IX, 36), el etrusco era todavía la lengua literaria de
    los romanos cuando los pueblos de lengua osca recibieron los
    primeros establecimientos de los vencedores en el siglo IV,
    Capua en 342, Luceria en 320, Venusa en 290. La cultura de
    estas ciudades era muy superior á la de los entonces toscos
    romanos, merced á la influencia helénica; el osco, tras un
    glorioso pasado, llegaba á lo sumo de su apogeo literario, y
    pudo educar la naciente literatura latina. Ennius, Pacuvius,
    Lucilius eran naturales de países donde se hablaba el osco; un
    samnita hacía tragedias griegas en Catana (PLUT., _Timol._,
    31, 1); un orador lucano peroraba en Siracusa (DION CRISOST.,
    _Or._, II, pág. 113); había filósofos samnitas discípulos de
    los griegos (CIC., _Senect._, 41). El latín apenas adelantó
    un paso en la Italia meridional hasta la época de la guerra
    social, en que la fuerza venció todas las resistencias
    patrióticas. Por lo demás, las vocales, los diptongos, las
    consonantes del osco convenían casi enteramente con los
    sonidos latinos y su fonetismo fué el fonetismo que distinguió
    al latín literario del latín vulgar. El osco, refractario á
    la contracción de diptongos y á la debilitación de i en e,
    de u en o, fenómenos propios del úmbrio y del latín vulgar,
    se opuso á que éste, modificado ya por aquél, pasase al Sur
    de la Península. En el siglo I después de J. C. todavía se
    empleaba el osco en las actas oficiales, nada menos que en
    Nápoles, cuando ya el úmbrio sólo se conservaba entre literatos
    y sacerdotes, y siguió hablándose durante el Imperio en las
    ciudades y en los campos. En el latín de Cartago es donde más
    influjo tuvieron las lenguas de la Italia meridional. El osco
    tuvo que empezar á perder terreno desde la guerra social,
    sobre todo cuando, despoblado casi el Samnium y traídos
    habitantes de otras regiones además de las colonias militares
    romanas, echó Sila las bases de la latinización completa de
    Italia, abandonando la antigua política romana de dejar la
    administración y la lengua indígena en los países conquistados.

    Esta política de Sila fué la que siguieron después Augusto y
    sus sucesores en las provincias, originando así la uniformidad
    mayor ó menor del latín hablado en todo el Imperio, ayudándose
    mutuamente, como suele suceder, la unidad política y la unidad
    de idioma. El latín que las legiones romanas llevaron á sus
    primeras conquistas fué el latín vulgar, no influido todavía
    por el literario, y cargado en cambio de los arcaísmos de
    la antigua rusticitas[7] é impregnado ya con toda suerte de
    elementos itálicos. Tal es el primer fondo del latín vulgar
    de España y de Cerdeña, que contiene rasgos arcaicos y
    dialectales itálicos, no encontrados en las demás provincias.
    Conviene recordar el orden en que fué introducido en éstas
    el latín: Italia, Cerdeña (siglo III antes de J. C.), España
    (siglo II), Cisalpina, África, Iliria, Provenza (125), Galia
    septentrional, Rethia, Dacia. En lo que se refiere á España,
    Artemidoro de Éfeso, que escribía hacia la época de la guerra
    social, dice en un fragmento de su _Periplo_ que algunas tribus
    españolas de las costas hablaban, no el latín, sino la lengua
    de los italiotas: «γραμματικῇ δὲ χρῶνται τῇ τῶν Ἰταλῶν οἱ παρὰ
    θάλασσαν οἰκοῦντες τῶν Ἰβήρων» (Cfr. SCHUCHARDT, _Vok._, I,
    93). Era, sin duda, el latín cargado de umbrismos de la Italia
    central, que entonces empezaba á bajar también hacia el Sur de
    la Península italiana.

    Naturalmente, cuanto antes fué colonizada una provincia,
    tanto más arcaico hubo de ser el latín que formó la primera
    base del romance. Los autores de glosarios y compiladores de
    arcaísmos son africanos, precisamente porque allí se usaban
    tales términos: Nonio, Fulgencio, Plácido, que escribió en
    África ó tal vez en España; Charisio, de origen africano; el
    mismo Apuleyo de Madaura, en África. Estos autores hicieron
    lo que nuestro San Isidoro cuando recogía los términos
    característicos del habla vulgar de España. El comienzo de la
    colonización de nuestra patria fué á fines de la República
    por colonos italiotas, con muchos auxiliares pelignianos,
    marrucios, campanos, samnitas. El italismo aparece aquí antes
    que en ninguna parte. Sertorio quiso tal vez formar una
    nueva Italia en España, en la que todos los de nacionalidad
    italiana gozasen de los mismos derechos. Su Senado constaba
    de 300 miembros después de habérsele unido Perpenna el año
    77, tanto de italiotas como de romanos. Escipión el africano
    fundó en 204 á Itálica famosa, favoreciendo la colonización
    de los mismos italiotas. Sus habitantes, coloni italicenses,
    formaban parte de la tribu Sergia. Eran, pues, políticamente
    romanos; pero italiotas de origen, sabinos, faliscos, marsos,
    oscos; y sin duda entre los vencidos en la guerra social no
    faltarían quienes vinieran á buscar aquí una nueva patria. Tal
    es la causa de que el castellano contenga bastantes elementos
    de la antigua rusticitas del Lacio y de las lenguas itálicas,
    elementos procedentes de los siglos II y I antes de J. C. Por
    ej., cueva de cova, ñūdo por nōdus, por la ū del osco, del
    sabino, en vez de la ō latina. Varron dice del coenāculum
    falisco que se empleaba por comedor en Faleria, Lanuvio y
    _Córdoba_. Ya hemos visto que isse por ipse era dialectal, y
    que en úmbrio se decía essu y eso: es nuestro ese, eso, que
    sin duda viene del úmbrio, pues en Cerdeña es usadísimo (issu,
    su), y en España se encuentra (ipse) en las inscripciones en
    vez de los demás demostrativos. La contracción de au átono
    en o, excepto delante de sílaba con u, procede del úmbrio y
    era propia del antiguo latín vulgar; el influjo literario
    restauró después en gran parte el au. La 3.ª p. plural -unt,
    legunt, sustituyó durante el Imperio por reacción erudita á la
    itálica antigua -ent del osco-úmbrio stahint, benurent; pero
    se conservó donde ya había echado hondas raíces, en Cerdeña y
    en España: elien, fachen y piden, abren, cogen. La preposición
    per en vez de prō se encuentra en todos nuestros documentos
    más antiguos, como en el testamento de Odoar del año 747:
    "_Per_ suis terminis": es el per úmbrio empleado con ablativo,
    tota-per, nomne per, como περί, empleado por el antiguo latín,
    de donde el per italiano, el per del antiguo castellano, del
    cual derivan pero, para y por. Conocida es la i del plural
    italiano, que colorea con este timbre delgado toda aquella
    lengua. Ni en España ni en Cerdeña se halla. Ninguna lengua
    itálica formó el nominativo plural en ī, excepto el latín: aun
    en las inscripciones antiguas latino-itálicas se ven formarse
    nominativos como filios, vireis, scalas. En úmbrio la primera
    declinación lleva -as en el nom. plural, urtas, anglar por
    rotacismo, en vez del -ai latino, musai. Lo mismo en osco:
    pas exaisc-en ligis scrif_tas_ set == qu_ae_ hisce legibus
    scrip_tae sunt_. En la segunda declinación el úmbrio lleva -us,
    prinuvatus; el osco lo mismo, Abellanus; mientras que el latín
    -i, domini. Sólo, pues, por la reacción erudita del tiempo
    del Imperio se explica esa -i italiana; pero esa reacción
    nada pudo en Cerdeña ni en España. El dativo pronominal -uī,
    -eī de formación reciente, masc. illuī, fem. illeī, por el
    epiceno illī, hállase en todas las románicas y aparece en
    las inscripciones italianas desde los primeros siglos del
    Imperio. Sólo falta en castellano-portugués y en sardo; en
    España y África no aparece ni en una sola inscripción. Estos
    hechos prueban varias cosas. En primer lugar, el influjo de la
    antigua rusticitas y del úmbrio en el latín de España y en el
    castellano. En segundo lugar, que la reacción erudita no fué
    tan poderosa en España como en Italia, contra lo que asevera
    Mohl, el cual parece que con insistir en esta aseveración ya
    da satisfacciones cumplidas á los defensores de la unidad del
    latín vulgar y á los que dicen que las lenguas indígenas no
    influyeron en las románicas. Cuanto más distanciadas estaban,
    dice Mohl, estas lenguas del latín, tanto más puro se habló
    el latín, tanta mayor influencia tuvo la reacción literaria,
    y tanto mejor se olvidaron los idiomas indígenas; y por
    eso, aunque el latín, viniendo á España antes que á otras
    provincias, hubo de tener elementos arcaicos y dialectales
    itálicos y evolucionar antes que las otras románicas; pero
    la reacción literaria, mayor aquí, niveló pronto el latín de
    España con el resto del Imperio. Tal parece discurrir, ó debe
    de discurrir, de mantener el dogma de la unicidad del latín
    vulgar. Pero los hechos desmienten este razonamiento y prueban
    que los elementos arcaicos y dialectales duraron en España sin
    que la reacción erudita pudiera borrarlos, y que, por lo mismo,
    si el latín de toda la Romanía fué esencialmente el mismo, en
    concreto hubo diferencias dialectales de tanta monta como las
    que acabamos de ver y otras que irán apuntándose. Sólo añado
    por ahora la no existencia en España, demostrada por el mismo
    Mohl, del hic y del dativo reaccionario, que dió lui y leur á
    casi toda la Romanía, pero que no entró en España. La verdad
    es que no acabo de entender la última decisión de Mohl cuanto
    á la doctrina de la unicidad del latín vulgar: los hechos
    se la hacen negar unas veces, otras la opinión general le
    arrastra tras sí. La teoría generalmente admitida entre los
    romanistas es que los romances provienen de un latín vulgar,
    idéntico en todo el Imperio, entre los siglos II y IV después
    de J. C., es decir, después de la conquista de la Cisalpina
    en el siglo II, y sobre todo durante la romanización de la
    Transalpina. Esta teoría supone que sólo el celtismo pudo
    influir en ese latín vulgar, y que no influyeron ni el latín
    antiguo (antiqua rusticitas), ni las lenguas itálicas. En esta
    época fué realmente cuando el latín hablado llegó en todo el
    Imperio á ser más uniforme y á parecerse más al latín literario
    y oficial, por razón de la mayor unificación y centralización
    política y del mayor apogeo de la literatura. De aquel latín
    vulgar común provienen los caracteres comunes de todas las
    románicas y cuanto se encuentra de común en todas ellas. Es
    más: de entonces viene el trasiego de vocablos y radicales á
    todas las regiones de la Romanía, los cuales eran indígenas de
    una ó de otra exclusivamente. El léxico románico, compuesto
    de radicales latinos y no latinos se fundió entonces y se
    generalizó en toda la Romanía. En esta doctrina se apoyan
    los romanistas para inventar una forma latino-vulgar que
    explique cualquiera otra forma de cualquier romance. De tales
    formas latinas bien se puede repetir lo que dijo Sittl: "Das
    Vulgärlatein, mit welchem die Latinisten operieren, ist ein
    Phantasiegebilde" (_Jahresb. Fortsch. Klass. Altert._, t.
    LXVIII, páginas 526-540): es un latín de pura fantasía. Seduce
    la precisión matemática con que se reconstruye de esta manera
    el léxico latino y con que se deducen de tales formas forjadas
    todo un sistema de leyes fonéticas, que después se aplican
    mejor ó peor á otros vocablos. Y como para que quepan todas las
    variantes románicas no hay más que ensanchar la fórmula latina,
    el negocio es fácil: no hay más que poner fórmulas generales.
    Se trata--dice Mohl--de explicar la contradicción entre el
    it. orzo y el cast. orzuelo ante el prov. ordi y fr. orge. Se
    dice que en latín vulgar -di- en hiato después de consonante
    todavía no había consonantizado la i, que en todo el Imperio se
    pronunciaba *ordĕu ú ordĭu. Con esto, las formas más modernas
    provienen de aquella época, lo mismo que las antiguas: en la
    fórmula caben todas ellas. Es lo que hacen los indo-europeístas
    al explicar todas las formas de las lenguas indo-europeas, sin
    tener en cuenta la cronología ni la evolución particular de
    cada una de ellas. Tal es el sistema _comparativo_, cuando á
    la vez no es _histórico_: se exagera y convierte en teórico
    y ultrametafísico. Si el latín vulgar no es más que lo que
    podamos deducir de las románicas, ese latín siempre será una
    lengua típica y formularia, que explique las románicas, y nada
    más, una lengua de abstracciones. Y claro está, no teniendo
    en cuenta la investigación histórica, prescindiendo de la
    cronología de las formas, la ilusión de rigor científico que
    presenta este procedimiento teórico arrastra y satisface.
    Pero la realidad es harto más compleja. Cuando se nota la
    predilección en España por los pronombres iste, ipse, y lo
    raro de hic, y la ausencia completa de huic, huius en toda
    nuestra epigrafía, mientras se menudea tanto en otras partes,
    no puede menos de ocurrir la sospecha de que el latín de
    España en algo difería del de Francia é Italia, y que es una
    ilusión pretender poner como tipos del latín vulgar general
    hic, huic, illuī, illūius, que en España no aparecen jamás.
    Los elementos arcaicos, que no pueden menos de confesarse,
    se tratan de explicar como formas aisladas y de acarreo, con
    tal de que subsista en pie la unidad del latín vulgar. Pero
    las tesis deben desaparecer cuando los hechos claman contra
    ellas. Además, esta tesis lleva prácticamente á querer hallar
    un vocablo latino para cada vocablo románico, como si las
    románicas no tuvieran formas debidas á su propia evolución.
    Este elemento idiomático, originado dentro de la vida de los
    romances, es, precisamente, el más interesante para cada uno de
    ellos, y es el que con mayor empeño pretendo yo que resalte en
    mis estudios acerca del castellano, sin negar nada de lo que
    legítimamente ha de atribuirse á la lengua común latino-vulgar.

    Desde la guerra social, el latín oficial y literario lucha
    contra el latín hablado y contra todas las tendencias
    dialectales, que había ido recogiendo al través de Italia y en
    su marcha triunfante por las provincias. Esta reacción erudita
    va creciendo á la par que el poder y la centralización oficial
    romana hasta Augusto y sus primeros sucesores. Las escuelas, la
    administración oficial, el arte literario, son sus principales
    palancas. Desde los Antoninos, en el siglo II, la lengua
    literaria y oficial comienza á decaer, vencida en toda la
    línea, y á principios del siglo IV desaparece. Las provincias
    más tardíamente conquistadas recibieron, por consiguiente, un
    latín más parecido al literario, Portugal ó Lusitania y el
    norte de la Galia. Mientras en España _conocer_ y en Italia
    _conoscere_ provienen del antiguo y vulgar _conōscere_, en
    Portugal el erudito _cognōscere_ dió _conhecer_, en Francia
    _conoistre_ con _n_ por _gn_; pero al sur _conoscere_ junto á
    _cognātus_, prov. _conhat_, cast. _cuñado_. El latín hablado
    en todo el Imperio adquiere en esta época su mayor unidad,
    ayudando poderosamente el continuo trasiego de las legiones,
    que pasan de un punto á otro, llevando á todas partes las
    variantes dialectales de todas.

    En algunos centros españoles, el latín literario debió
    reaccionar poderosamente. Conocida es la completa latinización
    de parte de Andalucía: las escuelas de Córdoba fueron famosas,
    más todavía que las de Narbona, fundadas para romanizar la
    Provenza. Sólo en Provenza y en España hay el pluscuamperfecto,
    que era rarísimo en latín vulgar, y cuyo empleo en estas dos
    regiones parece deberse al influjo literario. Otro tanto se
    diga de los tipos del perfecto de subjuntivo, fuerim, habuerim,
    cantaverim, que no hay ni en Cerdeña: fuere, hubiere, cantare,
    en portugués fôr, houver, cantar, no vienen del vulgar latino,
    sino de la reacción literaria. Pero no es completamente
    exacto el dicho de Mohl: Sin el latín literario no se hubiera
    uniformado el latín vulgar y los romances hubieran aparecido
    cuatro siglos antes. ¿Acaso el latín se plantó en España sin
    evolucionar, aguardando á que se le llevara á las últimas
    provincias conquistadas? ¿Ó tuvo tal poder la reacción
    literaria que deshizo todo lo producido, evolucionando durante
    ese espacio de tiempo? No desaparecieron los arcaísmos y
    dialectalismos itálicos, ni se volvió atrás en su evolución
    el latín de España: por consiguiente, siempre hubo de tener
    algunos caracteres que le fueron propios.

    Hay, pues, en nuestro romance una mezcla de elementos eruditos
    con otros arcaicos, debidos á que, cuando vino por primera
    vez el latín vulgar, el literario todavía no estaba del todo
    fijado ni había influido sobre el habla vulgar, llena de
    italianismos. Este doble carácter distingue á nuestro romance
    de todos los demás; conviniendo con el sardo en el elemento
    arcaico y diferenciándose de él en el literario, que en Cerdeña
    dejó muy pronto de influir en la época imperial. Cadiello viene
    del katel úmbrio, como catellus en Reichenau, no del catulus.
    El influjo úmbrio dominó durante el Imperio extendiendo _-el_
    de nominativo á los demás casos, haciendo olvidar el _-olo-_,
    lat. _-ulus_, _-ulum_: catel, acus. catello (úmbrio katlu): de
    aquí el vulgar _-ello_, cast. _-iello_, luego _-illo_, cuchillo
    de cultellus, preferido con vitellus por Plauto á los clásicos
    catulus, vitulus. Estas huellas itálicas deben de durar más
    claras y en mayor número en los patois italianos, donde siempre
    hubo de haber dialectos rústicos del latín vulgar: al finalizar
    el Imperio se hablaba mejor el latín en algunas poblaciones
    de España y Provenza que en Italia. La lucha entre el latín
    literario y el vulgar termina en el siglo III, en el que vence
    el vulgar en los autores cristianos; en el siglo IV Claudiano
    y los puristas versifican ya en un idioma literario muerto.
    El latín de Dacia ó su descendiente el rumano merece especial
    interés, pues nos presenta el latín que hablaban las legiones
    imperiales en los siglos II y III, ya que pronto quedaron allí
    los colonizadores como separados del resto de la Romanía y
    nunca hubo especial influencia literaria.

    En Italia, el latín, en tiempo de los Gracos, se componía de
    infinidad de patois locales, que fueron unificándose hacia la
    guerra social en una lengua común bastante uniforme. En Dacia,
    el país estaba abandonado casi enteramente al invadirlo los
    romanos; el latín militar llevado por Trajano era el general
    del Imperio durante los siglos II y III de nuestra era. Los
    colonos eran "ex toto orbe romano" (Eutropio, VIII, 6), sobre
    todo eran legionarios, unos 25.000 hombres; la literatura no
    influyó allí, pues no hubo escuelas por no haber bárbaros
    que latinizar, la dominación fué efímera. El rumano presenta
    el latín vulgar común del Imperio á fines del siglo II: los
    plurales -i, -e, las segundas personas en -i, la caída de las
    consonantes finales, o, u, como representantes del au átono,
    el tratamiento de las paladiales, son fenómenos comunes al
    rumano y al italiano, y de Italia debieron de partir la mayor
    parte de los colonos de Dacia. Después del fondo italiano
    contribuyeron más al latín de Dacia el de Rethia y el de España
    por medio de los auxiliares militares de las legiones, pues
    los de la colonia trajana, según aparece por las listas de
    Goos, son casi todos españoles, retos y sirios. Los hispanismos
    del rumano actual son manifiestos. El verbo ajuná, macedonio
    adzuná = ayunar. Al finalizar de la República jā- átona se
    hace jē- en literario, Plauto no conoce más que iāiūnus,
    iānuārius quedó junto al iēnuario vulgar á causa de Iānus. De
    modo que iāiūnus es más antiguo que iēiūnus, y Thurneysen cree
    que antes fué *ēiūnos, skt. ājūna-. En Philoxeno ēiūnat, de
    donde por asimilación iaiunat, luego por reacción literaria
    ieiunat, ó tal vez de eiunus salió aiunos. La legión VII
    galbiana, compuesta de tarraconenses y llevada por Galba á
    Roma y al Lacio (TAC. _Hist._, I, 6, SUET., _Galba_, 10),
    fué la que más hispanismos llevó á Roma y á la Campania. Un
    hispanismo es la general suavización de las explosivas, sin
    excepción en España, acaso por influencia itálica anterior.
    En Italia la reacción erudita se opuso á la generalización de
    la ley. En úmbrio las explosivas tendían á suavizarse ante r,
    l: subra = lat. supra, kabru y kapru, mandraclo, podruhpei;
    en osco también: embratur = imperator; peligniano empratois,
    osco Aderl(ú) = Atella, úmbrio adro, adrer = āter, en Igubium
    -br- por -pr-. En el latín imperial de Italia las mudas ante
    r nunca llegaron á suavizarse del todo, pietra, padre, ladro;
    capra, cavriulo en Toscana. La -t final cae pronto en las
    inscripciones provinciales; en Roma y el Lacio al revés, tarda
    mucho en caer. En Pompeya (siglo I) pedikaud, liciid, ya se
    suaviza en -d, como en osco, luego las formas sin dental,
    muy generales al Norte, se generalizan. Del siglo IV al V
    sólo persiste la dental ante vocal. Después de los Antoninos,
    sobre todo desde el siglo III, el latín imperial hablado se
    descompone, perdiendo la unidad que en mayor ó menor grado
    había conseguido apoyándose en el lenguaje literario y oficial.
    Las provincias caen en la cuenta de la debilidad del poder
    central, despiértanse sus iniciativas y su autonomía política y
    administrativa, la disolución comienza en la lengua como en la
    política.

    Al retirarse en 329 Constantino á Bizancio da á entender que
    no podía ya conservar la unidad política, abandona el Occidente
    á su propia suerte, á la futura civilización que ya despuntaba.
    Teodosio, en 395, no hizo más que confirmar oficialmente esta
    escisión, dividiendo para siempre el Imperio. Las lenguas
    románicas habían sofocado, no sólo á la lengua literaria, sino
    á la latina vulgar, de la cual habían nacido. Cuando Odoacro
    destruyó el Imperio de Occidente, en 476, todo latín había
    dejado de hablarse--dice Gröeber[8]--. Francia quedó libre de
    toda relación con el Imperio romano en 538; España entre el 615
    y el 623; Italia en 650[9].

    Pero el latín literario continuó siendo la lengua oficial
    y diplomática, el habla de la ciencia y de la cultura. Se
    enseñaba exclusivamente en las escuelas, y era el único
    instrumento de comunicación para todo el que escribía. Los
    romances eran considerados como no diferentes del latín,
    eran el latín mal pronunciado, que no podía escribirse. Sin
    embargo, la cultura iba decayendo, y los escritores aprendían
    cada vez peor esta lengua oficial. Además, las instituciones y
    costumbres traían consigo sus términos propios en las lenguas
    vulgares, ya derivados del latín vulgar, ya de las lenguas
    nacionales, ya de las que trajeron los bárbaros del Norte,
    ya del griego en el culto católico, etc., etc. Parte por la
    necesidad de tener que nombrar nuevos objetos, parte por
    ignorancia del buen latín clásico, los mismos escritores de
    los tiempos medios se veían precisados á latinizar todos esos
    términos vulgares. Ese latín medieval es el llamado bajo latín,
    y es de suma importancia tener entendido que ese latín no fué
    jamás lengua vulgar que se hablara; era la lengua literaria
    antigua, bien que no bien sabida, con latinización de muchos
    vocablos vulgares; era una lengua muerta y artificial, como lo
    era en el siglo XVI entre los teólogos y filósofos y aun entre
    los autores de cualquiera materia que escribiesen, cuando lo
    hacían en latín. Es, por consiguiente, un crasísimo error el
    creer que los escritos en mal latín de los siglos VIII y IX,
    X y XI están en la lengua vulgar hablada, y deducir de aquí
    que en tales escritos se ve cómo se transforma el latín en las
    lenguas romances. Tales documentos son latinos, escritos en una
    lengua artificial y muerta ya hace siglos; aunque á veces es
    tan malo el latín que induce á creer que era el latín que se
    iba corrompiendo y transformando en romance. Si el _Fuero de
    Avilés_ estuviese redactado en lengua vulgar, se daría el caso
    de que desde él hasta las _Partidas_, la evolución lingüística
    hubiera sido cien veces más rápida y mayor que desde las
    _Partidas_ al _Quijote_. El _Fuero de Avilés_ quiso escribirse
    en latín, y resultó escrito en una mezcla de lenguas, parte
    reales, parte imaginarias: es el documento más polilingüe que
    hay, el arlequín de los documentos.

    =5.= _Bibliografía._--Sobre el latín vulgar: Edélestand Du
    Méril, _Poessies populaires latines_, París, 1843; Emil Hübner,
    _Inscriptiones Hispaniae christianae_, Berolini, 1871, con
    suplemento en las _Inscriptiones Britanniae christianae_,
    Berolini, 1876; Mardquardt, _Römische Staatsverwaltung_, I,
    1873; Budinszky, _Die Ausbreitung der lateinischen Sprache_,
    1881; J. Jung, _Die romanischen Landschaften des römischen
    Reichs_, 1881; F. Mohl, _Introduction à la chronologie du
    latin vulgaire_, 1899; O. Densusianu, _Histoire de la langue
    Roumaine_, 1902; C. Jireczck, _Die Romanen in den Städten
    Dalmatiens_, Denkschr. O. Wien. Akad. Phil. Hist. Kl., t. 48;
    A. Carnoy, _Le latin_ _d'Espagne d'après les inscriptions_, 2.ª
    ed. París, 1906; Schuchardt, _Vokalismus der Vulgärlateins_;
    H. Keil, _Grammatici latini_, 1857-1880; _Appendix Probi_,
    edic. Heräus, _Arch. lat. Lex._, XI, 301-331, y K. Ullmann,
    _Rom. Forsch._, VII, 145-225; G. Loewe, _Prodromus corporis
    glossariorum latinorum_, 1876; G. Götz, _Corpus glossariorum
    latinorum_, II-VII, 1888-1903; Lindsay, _Nonius Marcellus_,
    1901; G. Götz, _Liber Glossarum_, Abh. d. kgl. sächs Ges.
    d. Wiss. phil. hist. Kl., 13, 211-290 (glosas de voces
    latino-hispanas de la primera mitad del siglo VIII); _Corpus
    Inscript. latin._, en el t. II las de España, por Hübner;
    Wölfflins, _Archiv für lateinische Lexikographie_.

=6.= La lengua primitiva de los españoles, que los griegos llamaron
íberos, de los ribereños del Ebro, fué el éuscaro ó lengua vascongada,
por la cual se declaran la mayor parte de los nombres propios, de los
nombres geográficos y algunos otros citados por los autores griegos y
romanos. Esta teoría del iberismo, sustentada por Larramendi, Erro,
Astarloa y Humboldt, sigue sosteniéndose entre los sabios, fuera de
ciertos autores franceses, que con haber corregido algunas de las
etimologías vascongadas de las traídas por Humboldt en _Los primeros
habitantes de España_, se dan á entender haber derrumbado enteramente
lo que confirman muchedumbre de otras, que no han podido desechar.
Veintidós siglos de lucha del latín y de su sucesor el castellano, de
la literatura, de la cultura y de la política no han bastado para hacer
desaparecer del suelo español su primitivo lenguaje, que, acorralado,
fuése retirando poco á poco hasta reducirse á las provincias vascas.
Todo en torno de ellas, en Álava, Navarra, Huesca, hay una zona de
tierras donde los euscarismos muestran haber pasado por allí el
vascuence al retirarse, y fuera de esa zona, en el castellano de toda
España, vulgar y literario, no sólo han quedado huellas del idioma
primitivo, sino que en varios puntos vence al latín. El fonetismo del
castellano es contrario al latino y es puramente eusquérico, porque
el fonetismo y pronunciación, como dijo Hervás, es lo último que se
pierde, si llega del todo á perderse alguna vez en la raza que habló
un idioma. Sólo el castellano, entre todas las románicas, tiene las
cinco vocales puras, que ni el mismo latín tenía; pero que es carácter
distintivo del vascuence. Solos los españoles y los aquitanos, que
rodean el país vasco, convirtieron la _f_ latina en la aspiración
_h_ y confundieron la _b_ y la _v_. Solos los españoles pronuncian
tan recia la _rr_ y tan suaves las explosivas _b_, _d_, _g_, como
los vascongados, y hasta el siglo XVI no conocieron la pronunciación
moderna de la _f_, y propio de unos y de otros es el uso de las
palatizadas _ll_, _ñ_, _ch_. De los grupos de consonantes, que el
latín admitía y siguen admitiendo las demás románicas, sólo sufrió
el castellano los que permite el vascuence, desechando todos los
demás. De aquí que el fonetismo castellano sea el que más se acerca
al vascongado, y por lo mismo es el más armónico y á la vez brioso
de las lenguas de Europa. Los feos sonidos _f_, _j_, _z_, nacieron
en el siglo XVI, perdiéndose, en cambio, lo sonidos de la _j_ y _ch_
francesas, que hasta entonces el castellano tuvo y se conservan en todo
el litoral de la Península, así como la aspiración de la _h_; pero este
mismo cambio de sonidos venía preparado por el fonetismo eusquérico de
la raza. (CEJADOR, _Lengua de Cervantes_, I). Por años que vivan en
España un inglés, un francés, un catalán, siempre los distinguiréis
en la pronunciación; el vascongado, con ser su idioma tan ajeno á las
románicas é indo-europeas, en aprendiendo el castellano no se distingue
en la pronunciación del resto de los españoles, hecho que demuestra,
sin género de apelación, que el fonetismo castellano proviene del
fonetismo del éuscaro ó primitiva lengua de España.

Muchedumbre de sufijos, los más vulgares, son vascongados, así como
el matiz de las vocales en los llamados diminutivos y despectivos,
como _-aco_, _-ico_, _-uco_, _-acho_, _-ucho_, etc. Fuera de algunos
fenómenos morfológicos vascongados, queda sobre todo en castellano
el inmenso caudal léxico, que sobrepuja al caudal latino en el habla
vulgar, quiero decir prescindiendo del caudal latino traído por los
eruditos y no debido á la primitiva evolución del latín en romance.
(Véase CEJADOR, _Tesoro de la lengua castellana_).

De las demás lenguas habladas en España antes de la llegada de los
romanos, el fenicio, el griego, el celta, no se conoce en el castellano
palabra alguna que con certeza á ellas pertenezca. Cuanto griego
encierra nuestro idioma vino latinizado á España. Del celta no podía
esperarse otra cosa, puesto que son contadísimas las voces que le debe
el mismo francés, con haber sido céltico el idioma principal prerromano
de Francia. El fonetismo céltico es lo único que influyó en las hablas
del Este y Noroeste de la Península, formando el portugués, el gallego
y el llamado dialecto leonés, cuya manera más propia es el bable de
Asturias, rodeado del leonés oriental, que corre por parte de León,
Palencia y Santander, y el occidental por León, Zamora, Salamanca y
buena parte de Extremadura. Dialectos lemosines son el catalán, el
mallorquín y el valenciano. En la parte Nordeste de Huesca se nota
otra variante más desleída, por influjo, sin duda, del catalán. El
llamado aragonés, fuera de algunas salpicaduras catalanas en los
antiguos escritos, en el habla vulgar, desde que se conoce, no difiere
sustancialmente del castellano: sólo en el léxico de voces de pura cepa
castellana hay diferencia, tan antiguas las más, que se usan en León; á
Murcia pasó el habla aragonesa y allí se conserva con la misma riqueza
léxica. Algo más se distingue el dialecto andaluz, sobre todo en el
fonetismo, y se debe al influjo semítico de fenicios y árabes, que
señorearon por tantos siglos aquellas tierras.

=7.= Acerca del cuándo y cómo naciera el romance castellano, parece
que fué al primer choque entre el éuscaro ó lengua nacional de los
españoles con el latín vulgar que traían los romanos, esto es en cuanto
las gentes vulgares de España, que carecían de la instrucción romana de
algunos españoles romanizados en las Colonias y Conventos jurídicos,
quisieron darse á entender en latín, puesto que pronunciándolo según
el fonetismo éuscaro, mezclando á medio latinizar muchas voces y
radicales éuscaras, añadiendo sufijos latinos á éstos y sufijos
vascongados á radicales del latín y perdiendo más de lo que lo estaban
las desinencias flexionales, verbales y nominales, hubo de resultar en
sus labios una habla que, sin ser éuscaro ni latín, con gramática más
latina, pero con fonetismo y léxico más vascongado, era el verdadero
romance castellano. Este chapurreo y transformación hubo de verificarse
durante bastantes años, pasando de región á región, desde los centros
romanos hasta las partes más alejadas de su trato. Así se hallan
todavía huellas de vascuence en gran parte de España hasta la época de
los árabes, y hoy en día aún no ha sido del todo vencido en España,
conservándose en las provincias vascas.

    =8.= No hay que figurarse que al día siguiente de haber puesto
    el pie en España los romanos ya los españoles habían tenido
    la humorada de dejar su lengua para aprender el _Musa musae_.
    Baste decir que, si en Cartago se hablaba todavía el púnico
    en el siglo IV, como afirma S. Agustín, y si, como ha probado
    Budinszky (_Ausbreit. der latein. Spr._, pág. 115), el galo
    no desapareció de las Galias hasta el siglo VI ó más tarde
    (Cfr. DIEFENBACH, _Oríg. Europ._, pág. 158), en España, donde
    la tenacidad del patriotismo llegó hasta el extremo de ser la
    última provincia dominada, habiendo sido la primera en ser
    invadida y atacada, de haber luchado doscientos años por su
    independencia, la lengua indígena tuvo que vivir más acá del
    siglo VII. Las primeras colonias que vinieron á España no
    tuvieron trato particular con los españoles, que preferían
    la alianza con los cartagineses, sus antiguos amigos. Hasta
    que Augusto emprendió la latinización sistemática de las
    provincias, la población indígena no había hablado latín.
    Por medio de la nueva organización administrativa, por medio
    de escuelas romanas, por el traslado continuo de grandes
    muchedumbres, por la abolición ó inobservancia de las leyes
    restrictivas del _ius connubii_, por la atribución progresiva
    del derecho de ciudadanía á todas las provincias, el Imperio
    fué latinizándose desde Augusto; pero antes de Jesucristo las
    colonias romanas eran las únicas que habían hablado latín en
    España. Situadas en las costas y en los grandes ríos y demás
    vías comerciales, sólo habían tenido intento á asegurar el
    dominio político, la posesión de las minas, la percepción
    de los impuestos y á facilitar el comercio y el cultivo de
    las tierras por los colonos romanos é italiotas. Poquísimos
    hubieron de ser los españoles que supieran entonces latín; el
    número de bilingües en las provincias fué rarísimo, dice Gröber
    (_Sprachquellen und Wortg._, _Arch. Lat. Lex._, I, 43). No
    mueren ni se dejan matar así como así las lenguas indígenas.
    El griego no desapareció de Sicilia y de Italia hasta la Edad
    Media, vencido por el árabe y el italiano (BUDINSZKY, pág. 44);
    de Nápoles tenemos inscripciones griegas hasta el siglo VII
    de nuestra Era. En el siglo I se hablaba la lengua indígena
    en España. No sólo entre los vetones, en Tormes, donde cuenta
    Tácito (_Ann._, IV, 45) que un labriego, atormentado por el
    pretor L. Pisón, apostrofó á los romanos _sermone patrio_,
    "lo cual indica, dice Mohl, que el latín era generalmente
    desconocido en el país; no sólo en Galicia, donde dice Pomponio
    Mela que aún eran celtas sus habitantes, _etiam nunc celticae
    gentis_, es decir, que seguían apartados de toda influencia
    romana (MOHL, pág. 59), sino que hasta el año 74, en que
    Vespasiano concedió el _ius civitatis optimo iure_ á todas
    las ciudades de España, municipales ó federadas, no cesaron
    las ciudades españolas de batir moneda, con su escritura y su
    leyenda propias é indígenas[10].

    Si, pues, á fines del siglo I deja oficialmente de batirse
    esa moneda, ¿vamos á creer que dejó de repente de hablarse
    la lengua indígena en que se redactaba la leyenda? Por largo
    tiempo se siguió hablando aquella lengua en las mismas
    ciudades. Y si el influjo romano no fué aquí mayor que en
    Cartago y en Nápoles, aquella lengua duró todavía siglos.
    Y si tal acaecía en las ciudades, ¿qué había de suceder en
    los pequeños núcleos de población y en los campos? "Caesar
    Augustus, dice Justino (_Hist_., XLIV, 5); perdomito orbe
    victricia ad eos (Españoles) arma transtulit populumque
    barbarum ac ferum legibus ad cultiorem vitae usum traductum
    in formam provinciae redegit". Sería extraño que en el siglo
    II todavía se hablara etrusco en Italia como lengua general
    (AULO GELIO, XI, VII, 4) y se escribieran inscripciones
    griegas en Nápoles hasta en el siglo VII, y que en España se
    hubiera olvidado la lengua indígena en el siglo II. Cuando
    Justino llama bárbaros á los españoles no hay que creer que
    eran más que extranjeros para los romanos. Un país donde por
    tradición se conservaban poemas, como Estrabón afirma, y de
    venerabilísima antigüedad, y que tiene su alfabeto propio, con
    el que escriben en su lengua, y donde tantas ciudades baten
    moneda, no es un país de bárbaros. El apego á su lengua tenía
    que ser conforme á esta cultura, y, más que nada, conforme
    al carácter tenaz y conservador de sus habitantes, cuya nota
    característica ha sido siempre el apego á sus tradiciones y
    costumbres. El famoso pasaje de Estrabón (III, 3): οὐδὲ τῆς
    διαλέκτου τῆς σφετέρας ἔτι μεμνημένοι, además de no ser más
    que una exageración, como dice Mohl, no reza más que con los
    turdetanos, los primeros que se romanizaron, cuyas ciudades,
    sobre todo Itálica y Córdoba, eran más romanas que españolas;
    en fin, trata de andaluces, los más amigos de novedades y
    los primeros en extranjerizarse de todos los españoles en
    todo tiempo. Nada de extraño que los colonos romanos de la
    Turdetania y los turdetanos que vivían con ellos en los
    establecimientos romanos no hablaran más que el latín; y aun
    Mohl cree que no eran más que bilingües, como los habitantes
    de las cercanías de Marsella y Narbona (ESTRABÓN, IV, I, 12).
    Casos aislados que el geógrafo de la antigüedad cita para
    ponderar el influjo romano y que comprueban precisamente
    que la romanización de las provincias no estaba todavía muy
    adelantada. Otro tanto asegura de los samnitas, lucanos y
    brutios (VI, I, 2), para halagar al Emperador, diciendo que
    habían abandonado enteramente sus antiguas hablas; y con todo,
    la epigrafía, que es algo más verídica, prueba lo contrario,
    mostrándonos las inscripciones oscas y otros dialectos en las
    grandes ciudades, tales como Pompeya, por lo menos hasta el
    Imperio, y que, por consiguiente, esos dialectos tuvieron que
    durar muchísimos años más, sobre todo en el campo y en las
    aldeas. El mismo Estrabón, en otra ocasión, confiesa que aún se
    hablaban el tirreno, el véneto, el ligur y el insubrio en la
    Cisalpina (V, I, 6). Después de seiscientos años de dominación
    romana y de colonización activísima, las lenguas berberiscas
    todavía debieron hablarse, por lo menos en el campo, puesto
    que aún duran, á pesar del latín, que allí desapareció, y del
    árabe, que aún se habla. Señal de que si el latín era el habla
    de la gente instruida africana, el habla del pueblo era la
    lengua camítica indígena, la cual sobrevivió al latín venido
    de fuera. Cuatro siglos duró la dominación romana en la Gran
    Bretaña y no pudo implantar el latín como habla popular junto á
    la lengua céltica, dejando solamente algunas palabras latinas
    en aquellos dialectos córnicos y galos[11].

    Por más que se empeñan los defensores de la unidad del latín
    vulgar, y por más que queramos conceder á todas las fuerzas
    unificadoras de la época imperial, si el latín vulgar hubo
    de tomar algo de las lenguas itálicas al salir del Lacio,
    no pudo menos de colorearse al llegar á las provincias. Con
    razón afirma Sittl que al pasar el Rubicón el latín fué de
    alteración en alteración. Algo, ó mucho si se quiere, llegaría
    á uniformarse después; pero las modificaciones dialectales,
    una vez adquiridas, nunca llegan á desaparecer del todo. Los
    autores nos hablan del latín _squamosus_, _pingue sonans_,
    _agrestis_, _inquinatus atque barbarus_, que se hablaba y
    aun se escribía en las provincias, y los retóricos amonestan
    á los que van á viajar por España ó las Galias que tengan
    cuidado con las _verba non trita Romae_ (CIC., _Brut._, XL,
    VI, 171). "No se trata aquí, dice Mohl, más que del latín
    hablado por los colonos romanos, por la población romana ó
    italiota establecida en las ciudades y centros provinciales;
    no del lenguaje de los campesinos indígenas". Pero si estos
    defectos tenía el latín en labios de los colonos romanos, ¿qué
    defectos no tendría en labios de los colonos indígenas, que no
    eran romanos ni italiotas y que no habían aprendido el latín
    más que de esos mismos colonos? ¿Acaso los españoles hablaron
    jamás el latín mejor que los que se lo enseñaron? Yo creo que
    no. Á las modificaciones que ya traía el latín, debidas á su
    paseo por Italia y á los mismos colonos, italiotas en su mayor
    parte, hubieron de añadirse las que ese latín tomó al pasar
    á labios extraños, á labios españoles. Sería el único caso
    en la historia el que los discípulos hubieran sobrepujado á
    los maestros y hubieran evitado todos sus barbarismos, sin
    añadir otros nuevos, y sería el único caso en la historia el
    que una lengua hubiera pasado á raza extraña sin modificarse
    en lo más mínimo. Los mismos españoles é ingleses, con sólo
    apartarse de la madre patria, van modificando en América el
    español y el inglés. ¿Cómo no modificarse más en labios de
    criollos ó de otras razas extrañas? Parece increíble; pero,
    á pesar de ser cosa tan evidente, los romanistas siguen tan
    aferrados á la unidad del latín vulgar y, por consiguiente,
    suponen que el latín en nada se modificó en labios de españoles
    ó de galos. Lo que hay, en realidad de verdad, es que de tal
    modo hubo de modificarse el latín, que, al ser hablado, no
    digo por los romanos de España, ó por los primeros prosélitos
    que acudían como amigos y se romanizaban viviendo en común
    con ellos, pero sí por españoles de pura raza y algún tanto
    apartados de los focos romanos, se tuvo que convertir en
    romance; es decir, hubo de ser pronunciado á la española y
    recibir no pocos términos de la lengua indígena. Lo contrario
    no ha sucedido ni puede suceder jamás. Confiésese que no se
    conocen esas modificaciones extrañas; pero que no las hubo
    desde un principio no puede negarse sin ir contra todas las
    leyes históricas y fisiológicas. Puesto que al desenvolverse
    aquellas modificaciones, más ó menos patentes en un principio,
    dieron por resultado la diferencia del castellano, del francés
    y del italiano, hubo esas modificaciones, y las atestiguan los
    monumentos más antiguos, en los cuales siempre se notan las
    diversas tendencias fonéticas de cada uno de los romances.
    Las escuelas fueron un gran instrumento de propaganda; pero
    en ellas sólo se enseñaba el latín clásico, y á una minúscula
    parte de la población. El pueblo no aprende una lengua extraña
    en la escuela, sino en la calle y en el trato ordinario; y en
    ese trato ordinario el latín les llegaba bastante alterado,
    y ellos lo alteraban más. ¿Qué significa la escuela de Osca,
    fundada por Sertorio, ni la bola de oro de los patricios
    romanos que se daba á los premiados, con el resto de la
    población? Los labriegos de entonces no creo fuesen á que se
    les colgara del cuello esa bola, sino que irían á vender y
    comprar entre los romanos, dándose á entender de cualquier
    manera, es decir, chapurreando y destrozando el latín, no,
    ciertamente, hablándolo mejor que sus dominadores. De esas
    escuelas saldrán tan buenos escritores como de las escuelas
    romanas, y llegó una época en que los mejores literatos de Roma
    fueron españoles; pero una cosa es el estudio literario y otra
    el habla vulgar aprendida en calles y plazas. La necesidad
    y la moda, ésas llevaron el latín á todas partes. Véase lo
    que pasa hoy en las provincias vascas. Se tiene en poco el
    vascuence, porque el español es el habla de la gente granada de
    las poblaciones. Así los pueblos se degüellan á sí mismos con
    el mismo cuchillo, que, atraídos por la moda, se escogieron:
    "idque apud imperitos humanitas vocabatur, cum pars servitutis
    esset", dice Tácito al hablar del cebo con que Agrícola atraía
    á los britanos para romanizarlos. Todos quieren seguir á las
    personas de más cuenta, aprecian más sus términos extraños
    que los propios, por ser éstos usuales entre la plebe, se los
    apropian y mezclan en su habla. Poco á poco hablan castellano;
    pero con pronunciación vascongada, con no pocos términos y
    giros vascongados, y resulta una jerga como el castellano que
    hasta poco ha se hablaba en Bilbao. Estamos asistiendo á las
    últimas conquistas del latín entre las lenguas bárbaras. Pero
    ¡qué latín el que lucha hoy día contra el vascuence! Tan latín
    como el que luchó en otro tiempo en el resto de España. Latín
    es nuestro castellano actual; pero... romanceado. Y tal fué el
    latín que habló siempre la masa general del pueblo español.

    =9.= Acerca de si se habló latín por todo el pueblo español,
    así como del influjo del vascuence en el romance, he tratado
    largamente en los _Diálogos sobre el origen del castellano_,
    donde pueden verse muchas autoridades. Añado aquí la de Simonet
    (_Glosario_, pág. XXXVII): "Aunque el latín logró predominar
    y hacerse vulgar en la antigua Iberia bajo la dominación
    romana, conservando sus fueros bajo la visigoda, su uso no
    debió ser universal y exclusivo. La lengua latina llegó á
    ser el idioma oficial, religioso, culto y literario de toda
    la Península, y aun el vulgar y corriente en su mayor parte;
    pero coexistiendo muchos dialectos vulgares, y, sobre todo,
    palabras y locuciones de distintos orígenes. Pruébanlo así:
    el dicho de Cicerón de que los españoles no serían entendidos
    en el Senado sin intérpretes; los nombres de _sermo patrius y
    patria lingua_, que aplican Tácito y Silio Itálico á palabras
    y modismos usados por los españoles en aquellos tiempos, y las
    voces ó formas no latinas que cita San Isidoro como usadas
    vulgarmente en su tiempo por los mismos españoles latinizados:
    _vulgus vocat_, _Hispani vocant_, _vocamus_. Quien desee más
    sobre esta materia, consulte lo que discurre el señor Ríos en
    su mencionada _Hist. crít._, tomo II, ilustr. I.ª, núm. 1,
    corrigiendo la opinión de Martínez Marina, quien pretendió
    negar la existencia de todo lenguaje español distinto del latín
    bajo la dominación romana. Baste á nuestro propósito observar
    que la corrupción del latín y su fusión con otros dialectos se
    debieron en gran parte á la influencia unificadora del espíritu
    cristiano y de la monarquía visigótica. Y aunque este hecho no
    puede apreciarse con exactitud en los documentos públicos y
    literarios de aquellos siglos, cuyos autores habían de afectar
    en lo posible las formas y propiedad latina, nos dan motivo
    suficiente para sospechar que en el habla corriente, en la
    poesía popular, y siempre que la ignorancia ó la necesidad
    no permitía ajustarse á la pureza y rigor clásico, se usaba
    ya un lenguaje muy distinto del escrito por los Marciales y
    Lucanos y aun por San Isidoro. Finalmente, documentos latinos
    del siglo VIII, pertenecientes á la nueva Monarquía asturiana,
    acreditan con muchas palabras y frases la gran corrupción en
    que había caído el latín y la existencia de un romance hispano
    vulgar". Véanse estos documentos en la _Colección de Fueros y
    Cartas municipales_, publicada por D. Tomás Muñoz y Romero, y
    consúltese al Sr. Ríos, tomo II, pág. 390 y siguientes.

    =10.= El latín solo no se hubiera podido modificar tanto en
    el corto espacio de dos ó tres siglos para llegar á formar un
    idioma tan distinto como el castellano. Aquí hubo una lucha con
    alguna ó algunas de las lenguas indígenas. Lo está diciendo
    esa misma repentina transformación, que contrasta con el
    desenvolvimiento lento de las indo-europeas antiguas y con el
    del griego moderno respecto del griego antiguo, y del alemán
    respecto del antiguo alemán y godo. Lo está diciendo el que
    todavía viva la lengua indígena de España, con la que hubo
    de encontrarse frente á frente el latín. Lo está diciendo el
    fonetismo castellano, tan opuesto al fonetismo latino y tan
    semejante al fonetismo del éuscaro. Lo está diciendo el cúmulo
    de sufijos derivativos y gran parte del vocabulario eusquérico,
    que forman parte importantísima de nuestra lengua.

    Y esa lengua es el éuscaro: si el latín fué el padre, el
    éuscaro fué la madre del castellano.

    El influjo del éuscaro difiere enteramente del influjo del
    latín: en la formación y evolución del castellano influyó, ha
    influido y sigue influyendo el latín, puesto que, si no en el
    elemento popular, en el erudito ha seguido siempre dando nuevos
    vocablos al castellano; el éuscaro influyó solamente en su
    primitiva formación, y una vez pasada la primera niñez, durante
    la cual lo amamantó á sus pechos, murió, como quien dice, de
    sobreparto, dejándolo á su desarrollo propio bajo la tutela de
    su padre. Metáforas son éstas y nada más, pero que expresan
    de alguna manera lo que yo pretendo decir y resumen en pocas
    palabras el problema etimológico de la lengua castellana.

    Lo más íntimo del organismo de un idioma es su fonetismo,
    pues, no sólo le da todo su aspecto exterior, que pende del
    elemento sonoro, sino que él es el que más influye en todo su
    desenvolvimiento. No influyó el éuscaro en el castellano más
    que hasta el momento de darlo á luz; una vez nacido, hubo por
    el mismo hecho de morir la madre. Pero la adaptación continua
    del elemento sonoro del mismo latín tuvo que irse verificando
    en la hija después de muerta su madre, de la misma manera que
    en el período de su gestación. Dado el fonetismo eusquérico
    en nuestro romance, las leyes fonéticas que han convertido
    al latín en castellano son meras aplicaciones de ese mismo
    fonetismo. Y las leyes fonéticas castellanas, manifestaciones
    de ese fonetismo eusquérico, son las que más han contribuido al
    desenvolvimiento y á la caracterización del idioma.

    Proceden igualmente del éuscaro ciertas tendencias
    morfológicas del castellano, un gran número de sufijos
    derivativos, que lo separan enteramente de las demás
    neolatinas, y casi la mitad del vocabulario, esfinge de la
    lingüística. Hace, por lo menos, diez y seis á diez y ocho
    siglos que el castellano fué destetado de los pechos del
    éuscaro, y, sin embargo, es asombrosa la enorme cantidad
    de raíces que de él conserva nuestra lengua, y no vocablos
    comoquiera, sino raíces fecundísimas, más fecundas que las
    raíces latinas, y de un empleo el más vulgar y cuotidiano.
    Si hubiera poseído el éuscaro la literatura y la cultura
    que el latín, no sólo hubiera entrado éste á formar nuestra
    lengua como un elemento muy secundario, sino que ni siquiera
    hubiera podido llegar á ser un romance, á tener, digo, el
    corte y la estructura del latín, lo cual sucedió con el godo
    y el árabe, que traían una escasísima cultura, comparada á
    la romana viviente en España, y así sólo pudieron prestarnos
    algunos vocablos. Pero la cultura romana en la religión y la
    filosofía, en la política y en la literatura, en la ciencia
    y en las artes, era tan ingente y avasalladora que arrolló
    la precaria cultura índígena, y sus modas se impusieron y su
    lengua dió el tono, transformando el idioma indígena en su
    gramática y en la mitad de su vocabulario. La lucha de las dos
    lenguas que concurrieron á la formación del castellano está
    como estereotipada en el mismo castellano. El verbo _comer_ no
    ha vencido al indígena _yantar_ hasta el comienzo de la Edad
    Moderna. Los españoles empleaban su _yantar_, latinización
    del _ianta_ eusquérico; los romanos traían su _comedere_,
    que por ser de moda empezarían á emplear las altas clases
    sociales españolas; después el _comer_, contracción española
    de _comedere_, fué bajando hasta las últimas capas sociales y
    fué arrinconando al _yantar_, hoy ya anticuado, pero sin duda
    más antiguo en el romance que el _comer_, puesto que lo debió
    de usar el pueblo cuando el _comedere_ sólo lo empleaba la
    gente alta, y el _comer_ no derivó más que después, cuando el
    _comedere_ llegó á los labios del pueblo.

    El vocablo de origen latino _joven_ no debió de emplearlo
    el pueblo hasta muy posteriormente, puesto que poseía los
    de origen eusquérico _chico_, _pequeño_, _mozo_, _niño_,
    _muchacho_, y algo se tardaría en convertir _iuven-em_
    en _ioven-em_, _ioven_, _xoven_, _joven_. Más moderno es
    _párvulo_, de origen eclesiástico y canónico, _entierro de
    párvulo_, de donde después _escuela de párvulos_, etc., y que
    en la primera formación del castellano lo olvidaron los romanos
    españoles, prefiriendo los vocablos indígenas anteriormente
    citados. Los de _puer_ y _adolescente_ quedaron perdidos por
    completo, pues _adolescente_ es de introducción erudita muy
    posterior, como que no ha llegado aún á las últimas capas
    sociales del pueblo español.

    _Fatigarse_ debió de ser aristocrático y de moda, y nunca
    pudo destronar al _cansarse_ de cepa eusquérica, ni siquiera
    generalizarse tanto entre el pueblo. Ambos son castizos; pero
    no habrá quien no tenga por más castellano el _cansarse_ y el
    _cansar_ que el _fatigarse_ y el _fatigar_, como el _halagar_
    eusquérico que el _adular_, y los vulgarísimos _asir_,
    _agarrar_, _arrebatar_ y _atrapar_, que el _recibir_ y el
    mismo _coger_. El _satis_ y _satis esse_ hubieron de ceder
    ante _bastante_, _bastar_ y _asaz_. El _quaerere_ tuvo que
    cambiar un poco el sentido originando el _querer_, porque el
    eusquérico _buscar_ no se daba por vencido, como ni _callar_,
    que tapó la boca al _tacere_ y al _silere_. Otro tanto sucedió
    al _lucrari_, que hubo de convertirse en _lograr_, mudando de
    significación, porque el _ganar_ eusquérico no le dejaba á
    sol ni á sombra, y el _eiicere_ no pudo levantar cabeza ante
    los eusquéricos y vulgarísimos _echar_, _arrojar_, _lanzar_,
    _tirar_ y _botar_. _Soltar_ derivó posteriormente de _suelto_,
    pero para entonces ya habían dominado _echar_ y _dejar_, que no
    se le han sometido jamás.

    Bueno es el _juego_ y el _jugar_ latinos, pero la _holganza_
    y el _holgar_ no les van en zaga, y el _divertirse_, si vino
    á significar lo mismo, fué porque su primitivo valor lo
    tenía acaparado el _dis-traerse_; el _gaudere_ no pudo vivir
    entre los españoles, que tenían su eusquérico _gozar_, y aun
    _alegre_, _alegrarse_, tomaron su significación, tan distinta
    de la de _alacre-m_, porque el _gozo_ para los euscaldunas era
    un _esse alacrem_.

    =11.= La evolución del romance con casi solos elementos
    eusquéricos muestra la energía del elemento popular sobre el
    elemento de los conquistadores. Déjase el término _rostrum_
    y se conservan los indígenas _pico_, _morros_ y _hocico_ ==
    _focico_ de _buz_, con el sufijo _-ico_.

    Si el _bec_ céltico hubiera sido el origen de _pico_, no
    se hubieran formado los derivados siguientes: _picar_,
    _piqu-era_, _pico-ta_, _pico-tero_, _picote-ar_, _pic-udo_,
    _pic-aza_, _piqu-illo_, _pic-a_, _pica-cho_, _pica-do_,
    _pico-tazo_, _pica-dura_, _pica-joso_ (_picaxo-so_), _pic-aro_,
    _picar-esco_, _picar-on_, _picaronazo_, _picar-illo_,
    _pic-ardía_, _pica-dero_, _pica-dillo_, _picard-ear_,
    _pica-za_, _pi-cara-da_, _picara-za_. Todos estos sufijos son
    eusquéricos, excepto el _-ar_ verbal. Añádanse las formas
    latinizadas _pica-do_, _pica-nte_, _repicar_, _pica-miento_,
    _picante-mente_, _pícara-mente_. De un _bec_ céltico no se
    hacen tantos guisos, como no se hacen de un término arábigo ó
    gótico, cuyos vocablos, entrando en nuestra lengua, pierden la
    fecundidad de reproducirse. Ese _bec_ céltico es el _biko_ del
    éusquera pronunciado por los semi-íberos del Sur de Francia.

    Ni los nombres sueltos latinos han tenido tanta riqueza de
    derivados como los nombres sueltos eusquéricos. De un verbo
    latino derivan muchos nombres; pero vinieron ya formados en
    su mayor parte del Lacio. No así de las palabras indígenas;
    como tenían fuerte arraigo, tomaron multitud de sufijos: unos
    puramente eusquéricos, otros latinos, otros comunes á las dos
    lenguas. La comunidad de raíces y sufijos fué un gran factor en
    la evolución del nuevo romance.

    _Carrus_ es término suelto en latín, tomado á los íberos de
    la Galia, así es que no tiene equivalente en las I-E, ni
    más derivados que _carrūca_ ó silla volante, en Suetonio,
    _carrucarius_ y _carrŭlus_, diminutivo y aun la terminación
    _-ca_ es ibérica. Pero ese _carrus_ lleva la terminación
    latina _-us_; en éuscara, _e-karr-i_, llevar, _kar_, raíz de
    todo el verbo. Véanse los derivados del romance: _carr-aca_,
    embarcación de acarreo; _carra-co_, viejo tardo; _carr-al_,
    barril para llevar vino en carro; _carralero_, _carre-ar_,
    _a-carrear_, _carrejar_, dim. _carrello_ == _carrillo_,
    _carr-era_, _ca-rrer-illa_, _carrer-a_, _carr-eta_,
    _carreta-da_, _carreta-je_, _carreta-r_, _carre-te_,
    _ca-rrete-ar_, _carrete-l_, _carret-ela_, _carret-era_,
    _carreter-ía_, _carreteri-l_, _carre-ter-o_, _carret-illa_,
    _carretill-ero_, _carret-illo_, _carret-ón_, _carreton-ero_,
    _carri-car_, con _-ka_ éusc., _carri-ego_, _carri-l_,
    _carrill-ada_, _carrill-ar_, _carril-era_, _carr-illo_,
    _carrillu-do_, _carri-ño_, _carro-za_, _carroc-ero_,
    _carro-cha_, _carro-mato_, _carromat-ero_, _carru-aje_,
    _carru-co_, _a-carrear_ y todos sus derivados. Todos éstos no
    vienen de _carrus_ ó _carro_, sino que, en su mayor parte,
    derivan de la raíz _kar_, habiendo contribuido el uso del
    _carrus_ latino, sin duda alguna, á tanta fecundidad. Viene
    luego _car-ga_ con _-ga_ eusquérico, y tras él otros tantos
    derivados: _cargar_, _des-cargar_, _re-cargar_, _en-cargar_,
    cada uno de los cuales cuenta con una nueva prole, y otro
    tanto digo de _des-carri-ar_, _des-carrilar_, _en-carrilar_. Y
    nótese que ya no se trata de _carro_, sino de _llevar_, idea
    del _kar_, _ekarri_, que está aún en el _acarreóme_ muchos
    disgustos, etc.

    La infinidad de derivados aumenta si pasamos á la variante
    _garra_, mano en cuanto coge y lleva, que suena y es la
    misma en éusquero que en castellano, y es la misma raíz
    suave del _kar_ fuerte. ¡Cuántos derivados no salen de
    _garra_, _a-garrar_, _des-garrar_, _gar-za_, _engar-zar_,
    _des-engarzar_, _garro_, _garro-te_! ¡Y todavía nos vendrán
    con que de _carrus_ viene toda esa balumba de términos! Muchos
    de ellos podrían usarse también en éuscaro como en castellano,
    mientras que no podrían serlo en latín: es que los sufijos y la
    raíz son eusquéricos, mientras que sólo _carrus_ es latino por
    préstamo, y ni la raíz _car_ lo es, ni la mayor parte de los
    sufijos.

    Comparando la masa etimológica que el castellano posee
    directamente del latín y del éuscaro, se nota en seguida que
    del latín tiene muchos términos en las explosivas _c-_, _p-_,
    _t-_, y poquísimos en las suaves _g-_, _b-_, _d-_, y al revés
    del éuscaro. La razón es manifiesta: las suaves son en éuscaro
    las más numerosas, por eso lo son los términos castellanos
    tomados directamente del éuscaro. Por el contrario, como
    esas suaves eusquéricas se hicieron fuertes al pasar á las
    indo-europeas, y entre ellas el latín, los términos que el
    castellano tomó del latín llevan de ordinario esas explosivas
    fuertes. Por manera que, cuando en algunos casos el romance
    suavizó las fuertes latinas, vino á parar por un círculo
    completo á los sonidos primitivos. Por otra parte, cuando el
    mismo romance reforzó las suaves eusquéricas, no hizo más
    que lo que habían hecho las demás indo-europeas. Y esta ley
    de refuerzo, aunque no sin excepciones, se halla en el paso
    del éuscaro al castellano, lo mismo que en el del éuscaro á
    las demás indo-europeas. Es la ley de Grimm, inexplicable
    hasta hoy, pero que en nuestro caso paréceme que se vislumbra
    la razón y por qué. El pasar de las fuertes á las suaves no
    necesita otra explicación que el principio de la degeneración
    fónica, del descuido en articular. Lo difícil está en explicar
    el hecho opuesto: el paso de las suaves á las fuertes. La
    pronunciación eusquérica y castellana es notable por la
    suavidad de los sonidos suaves; relativamente, es mucho más
    suave que en las demás lenguas antiguas y modernas. Por eso,
    cuando los extranjeros aprenden estas lenguas, pronuncian las
    explosivas suaves tan fuertemente, que nos choca, y parécennos
    articular más bien las explosivas fuertes. Del _bibere_ hemos
    hecho nosotros un _beber_, que mejor se escribiría _wewer_;
    viene un francés y le oímos casi _peper_. Por la misma razón se
    originaron en castellano la _z_ y la _j_, espirantes nacidas de
    la extremada suavidad de _t_ = _d_, _k_ = _g_. Así óyese decir
    _Madriz_, _Valladoliz_, y la _j_ casi siempre viene de _x_,
    ó sea antiguamente _ch_ francesa y eusquérica. Ahora bien: á
    los romanos les pasó, sin duda alguna, lo mismo que les pasa á
    los franceses al articular éstos el castellano ó el éuscaro,
    aquéllos el éuscaro ó ibero y el naciente romance: hicieron
    fuertes las suaves eusquéricas. Esta tendencia se hacía más
    necesaria por el deseo de pronunciar claro unos sonidos que
    á los oídos poco acostumbrados siempre parecen obscuros,
    sobre todo si son suaves. Así acontece que el extranjero,
    instintivamente, hace hincapié en cada sonido de la lengua que
    le es extraña, por lo mismo que deletrea y recalca cada una de
    las sílabas por no poseer todavía la rapidez propia del que,
    sin reflexionar, pronuncia en su lengua propia.

    =12.= Sobre el éuscaro: W. v. Humboldt, _Prüfung der
    Untersuchungen über die Urbewohner Spaniens, vermittelst der
    Vaskischen Sprache_, 1821; Emil Hübner, _Monumenta linguae
    ibericae_, Berolini, 1893; Edouard Philipon, _Les Ibères_,
    París, 1909, y las obras de Erro sobre el alfabeto celtibérico,
    Astarloa, Larramendi y demás vascófilos (Allende Salazar,
    _Biblioteca del Vascófilo_, y la que después escribió Vinson).

    Sobre el celta: H. d'Arbois de Jubainville, _Cours de Litt.
    Celt._, t. XII, 1902; íd., _Les celtes en Espagne_, Rev. Celt.,
    t. XIV, 1893, página 357; t. XV, 1; t. XVI, 383; K. Müllenhoff,
    _Deutsche Altertumskunde_, II^2, pág. 237; Gröber, _Grundriss
    der Roman. Philol._, t. I, página 388.

    En general, sobre el origen del castellano: Förster,
    _Spanische Sprachlehre_, Berlín, 1880; Cejador, _Tesoro de la
    lengua castellana_, 10 vols., 1908-1914; íd., _La lengua de
    Cervantes_, 2 vols., Madrid, 1905-1906; Gröber, _Grundriss_,
    citado; F. Gorra, _Lingua e letteratura spagnuola delle
    origine_, Milano, 1898; F. D. M. Ford, _Old Spanish-text_,
    Boston, 1906; J. Cejador, _Diálogos sobre el origen del
    castellano_, Madrid, 1915.

=13.= En el castellano primitivo, formado del latín vulgar y del
éuscaro, hay que distinguir: 1.º, el elemento éuscaro de voces las
más corrientes y que expresaban los conceptos más tradicionales; 2.º,
el elemento vulgar latino, de voces también comunes y de otras que el
buen tono de la sociedad romana ponía de moda y de las que la cultura
latina trajo como ideas nuevas para los indígenas; 3.º, finalmente,
el elemento de evolución, que fué formando nuevas voces y acepciones,
barajando los radicales y sufijos de entrambas lenguas. Por cima de
esta habla vulgar, los eruditos, romanos y españoles, fueron añadiendo
el elemento _erudito_, que no llegando al pueblo, no entraba de lleno
en la turquesa fonética castellana, y cuando á medias entraba, formaba
voces que decimos _semieruditas_. Unas y otras comenzaron á usarse
desde el principio y han seguido tomándose del latín literario, como
son las eclesiásticas, que el cristianismo trajo á poco; las forenses,
las gramaticales, literarias y artísticas, etc. Como espuma que flota,
han sido usadas unas un tiempo, olvidadas otras. Desde el renacimiento
el prurito por estos vocablos ha ido creciendo, sobre todo en la época
del gongorismo, y hoy más á imitación del francés (idioma que fué
perdiendo la herencia evolutiva popular, sustituyéndola por otro léxico
latino muerto y erudito, sacado del diccionario) lleva nuestro idioma
el mismo camino, de arte que en nuestro diccionario sobrepuja el número
de estas voces á las evolutivo-vulgares, menospreciándose éstas en
cambio, que no hallan en él cabida, aunque entre la gente popular sigan
vivas y lozanas. Así se divorcia el habla erudita de la nacional cada
vez más.

El elemento griego ha llegado siempre al castellano pasando primero
por el latín, esto es, latinizado, lo mismo las palabras que desde
el principio vinieron, que se atienen á las leyes fonéticas de la
evolución latino-castellana, como las que después fué trayendo la
erudición, ya sean puramente eruditas, ya semieruditas. Hoy se traen
infinitas técnicas, pronunciándolas á la latina para que pasen por la
hilera tradicional.

Una vez formado el romance al choque del latín vulgar con el éuscaro,
resultando un latín vulgar pronunciado á la española, perdidas las
terminaciones casuales, con la mitad del léxico éuscaro, los idiomas
que después influyeron en él tan sólo le tocaron en la superficie,
prestándole algunas palabras sueltas, sin modificar en nada la
gramática, la estructura ni apenas la derivación.

    =14.= "La lengua, ha escrito Novicow[12], caracteriza por
    excelencia las facultades mentales de los pueblos: el
    vocabulario de una lengua es como una enciclopedia popular,
    porque no se da nombre más que á las cosas de que se tiene
    noción; la gramática y la sintaxis son la quintaesencia de
    la lógica de un pueblo; la lengua es la trama más íntima de
    las facultades mentales". Cada pueblo se mueve dentro de un
    círculo de ideas propias y á ellas corresponden los vocablos
    de su idioma: diferentes son las ideas de un francés moderno
    de las de un esquimal y de las de un griego de la antigüedad.
    El pueblo español prelatino se movía en un círculo de ideas
    bastante diferente del romano. Por muy adelantados que
    supongamos á los españoles de entonces, hay que convenir en
    que la cultura latina era mucho más extensa. Aun descartando
    los elementos esotéricos de cultura, propios de un número poco
    considerable de romanos, en la religión, en la filosofía, en
    la política, en las ciencias y en las artes, los cuales no
    pudieron generalizarse en España sino muy poco á poco, todavía
    quedan bastantes otros más exotéricos y populares que, en mayor
    ó menor grado, todo romano poseía. Estos elementos populares de
    cultura, que no tenían los españoles, los trajeron los primeros
    colonizadores romanos á España, y desde el primer momento en
    que al choque del latín con la lengua indígena quedaron como
    esbozadas las primeras líneas del nuevo romance, éste tuvo que
    apropiarse los vocablos latinos correspondientes á las ideas
    de esos nuevos elementos de cultura, que acá no tenían propia
    expresión.

    Tal es el _estrato de cultura_, cuyos vocablos, ciertamente,
    formaron parte del habla que entonces nacía entre los españoles
    que se latinizaban y los romanos que se españolizaban; pero no
    respondiendo á ideas genuinamente españolas, hay que colocarlos
    en una capa superior, menos primitiva, menos general, menos
    castiza en una palabra, que los de las capas de que voy á
    hablar en seguida: son el terreno terciario del romance.

    Vengamos al _estrato de aristocracia_. Al nacer el romance por
    el choque del latín con la lengua indígena de España, sucedió
    lo que siempre sucede: que ni los españoles (hablo de la masa
    popular) hablaban latín, ni los romanos podían hablar latín
    con los españoles, ni la lengua indígena, que no conocían;
    los españoles latinizaban sus vocablos propios y los romanos
    españolizaban los suyos. Pero en esta lucha y entrechoque de
    elementos lingüísticos ya se podía conjeturar cuál sería el
    vencedor: el más fuerte. No el más fuerte por las armas, pues
    godos y árabes no pudieron con ellas vencer y matar la lengua
    nacional, ni el más fuerte por el número, pues los árabes
    conquistadores impusieron su lengua en Persia y Egipto, y los
    romanos en España, á pesar de ser menos en número que los
    pueblos vencidos; sino el más fuerte por la civilización, que
    es lo que, al fin y al cabo, se impone siempre, como se impuso
    la civilización indígena española á la gótica y arábiga, y como
    á la española se impuso la romana. Ya no trato aquí de los
    elementos de cultura, sino del poder debido á la civilización y
    á esa misma cultura. Veamos lo que pasa hoy día. Las naciones
    más civilizadas imperan moralmente: Francia impone sus modas
    en todos los países latinos: en Italia, España, Portugal y
    América, y aun, en parte, puede decirse que en toda Europa; en
    el siglo XVI las imponía España. Si el trato de los franceses
    con los españoles fuera más íntimo y doméstico, si vivieran con
    nosotros, en nuestros mismos hogares, sucedería respecto de los
    vocablos lo que hoy sucede respecto de las modas en el vestir,
    de la quincallería y juguetes de la industria parisiense, de
    la literatura y de otras muchas cosas. Quiero decir que, así
    como en todas éstas la moda francesa se impone, por una especie
    de poderío como _aristocrático_ que ejerce, haciendo que en la
    opinión pública pase como de buen tono lo que viene de Francia,
    así en los españoles de aquellos tiempos influía ese poder
    mágico como aristocrático y de buen tono de cuanto llevase el
    sello romano, y mucho más de los vocablos y modos de decir. Los
    términos indígenas se menospreciarían y se irían arrinconando
    poco á poco, prefiriéndose los términos latinos de moda, quizá
    menos expresivos, pero de mejor tono. Las clases sociales
    superiores, que estaban más en contacto con los romanos,
    serían las primeras en aceptar, en procurar distinguirse por
    el empleo de dichos términos, y, como hoy sucede, las clases
    inferiores seguirían más ó menos gustosamente á las clases como
    aristocráticas. Es lo que vemos suceder en el país vascongado,
    que teniendo vocablos eusquéricos prefieren, los que viven en
    contacto con los castellanos, emplear los vocablos castellanos,
    y esto aun cuando hablen en vascuence, y, por el contrario,
    castellanizan no pocos vocablos vascongados, resultando, por
    ejemplo, el _patois_ bilbaíno que se habló hasta hace poco en
    Bilbao, ó la mezcolanza que se nota en todas las poblaciones
    vascongadas. Hasta los predicadores piensan en castellano y,
    por consiguiente, sus discursos vascongados están empedrados
    de términos castellanos con las terminaciones eusquéricas,
    y mucho más el pueblo, al hablar su lengua, la rellena de
    castellanismos, y al revés, cuando hablan castellano emplean
    muchos vocablos, terminaciones y giros vascongados. Pero el
    castellano va ganando terreno por estar de moda y ser de
    buen tono: y lo mismo en otros tiempos iba ganando terreno
    el latín, aun en el empleo de vocablos comunes á las dos
    lenguas que luchaban por su independencia. Tal es el _estrato
    aristocrático_, ó de moda, si se quiere, el cual está formado
    por términos latinos, pero más castizos que los del estrato de
    cultura, en cuanto que responden á ideas no traídas de fuera,
    sino propias del pueblo indígena, como que tenían sus términos
    propios en el país, sino que fueron cediendo ante la moda y el
    poder cuasi aristocrático de los términos latinos.

    Y á este estrato, que podemos comparar al terreno secundario,
    creo yo que corresponde el influjo del latín en nuestro
    romance, cuanto á los elementos gramaticales: por ese influjo,
    el habla indígena de los españoles entró en la gramática latina
    tan de lleno, que el nuevo idioma vino á ser un _romance_.
    Y si no, véase lo que pasa en las poblaciones vascongadas,
    que han abandonado ó están abandonando y olvidando su propia
    lengua en nuestros días. La gramática castellana es la que
    impera: muchas terminaciones, muchos vocablos y, sobre todo,
    el fonetismo, son eusquéricos: ni más ni menos que en nuestro
    castellano respecto del latín, ó sea el latín que hablamos en
    España respecto del éuscaro. El castellano es un latín por la
    gramática y por la mitad ó más de sus vocablos; pero contiene
    muchísimos eusquéricos, casi la mitad de su vocabulario
    doméstico y popular; contiene muchas terminaciones derivativas
    eusquéricas, y el fonetismo, la pronunciación, es del éuscaro
    casi exclusivamente.

    El estrato de _formación_, el terreno primitivo, como quien
    dice, de nuestro romance, está formado por un corto caudal de
    verbos sobre todo, demostrativos y nombres latinos, que son del
    uso más vulgar y necesario para la vida ordinaria. Los verbos
    _decir_, _hablar_, _haber_, _tener_, _ser_, _estar_, _ir_,
    _llevar_, _traer_, _coger_, _dar_, _recibir_, _ver_, _oir_;
    los nombres de los miembros corporales, de los utensilios más
    comunes en el ajuar doméstico, pertenecen á este estrato, el
    más castizo y primitivo, el que concurrió desde el principio á
    la formación del romance.

    Por estos tres estratos, el terciario, el secundario, el
    primario, es por lo que el latín puede decirse que es padre
    del castellano, sobre todo por el primario y secundario, por
    los cuales le infundió su gramática y la parte esencial de su
    vocabulario.

    =15.= Respecto del elemento _semierudito_ del castellano,
    las leyes fonéticas más esenciales se guardan en parte también
    en todos sus vocablos; pero aun esas mismas y las que obraron
    después de la primera formación del castellano dejan de
    guardarse, haciendo que las tendencias fonológicas del idioma
    los modifiquen á medias. Los escritores en las diversas épocas
    los allegan al latín cuanto pueden; el pueblo los castellaniza:
    resultado, que viven en continuo vaivén, sin acabar de entrar
    enteramente en el molde castellano. La reacción erudita
    comenzó á oponerse al curso evolutivo natural de las lenguas
    románicas desde su mismo nacimiento. ¿Cómo explicar la unidad
    del latín vulgar y de las románicas sin ese poderoso freno que
    las contenía? ¿Cómo pudo aguardar el latín en España cuatro
    siglos, hasta aparearse con las demás y presentar idénticos
    fenómenos? Durante todo ese tiempo en España no pudo quedarse
    estacionario el latín; evolucionaba. Pero la lengua oficial lo
    tenía á raya y lo iba atrayendo hacia sí, y cuando ya el latín
    se había extendido por todo el Imperio, la reacción del habla
    oficial y la mutua comunicación entre las provincias igualó
    el habla de todas ellas, por lo menos superficialmente, como
    por medio de un rasero. No hay dialecto románico alguno que no
    posea términos abstractos: todos ellos son de origen erudito,
    como ha notado Mohl. Esos abstractos, dejados á merced de la
    evolución popular, se hubieran modificado; pero la reacción
    erudita estaba siempre allí para no permitir se alejasen de
    la latinidad. Los verdaderos abstractos nacionales son los
    posverbales, abstracto-concretos propiamente. Artificialmente
    ha ido renovando á la continua esa misma reacción erudita
    todos los términos de menor empleo entre el vulgo y de uso
    cotidiano entre las personas instruidas, que siempre tendían
    hacia el latín. La palanca principal de esta reacción fué
    siempre la Iglesia, conservadora en sus ritos y entre su clero
    del latín más ó menos clásico. De la Iglesia eran los que algo
    sabían y escribían, eran clérigos, ellos mismos se llamaban
    del mester de clerecía: en sus escritos tenían que mezclar
    el latín, y por la preocupación de que el romance no era más
    que latín estropeado, se creían obligados á reformarlo, á
    volverlo siempre hacia el tipo latino, único para ellos castizo
    y perfecto. Cierto es que el latín de la Iglesia, nacido
    precisamente como ella, de entre el pueblo, distaba bastante
    del clasicismo ciceroniano. Pero una vez que la jerarquía
    eclesiástica subió al poder, gobernó el mundo europeo y quedó
    dueña exclusiva de la enseñanza y de la cultura, tendió hacia
    el clasicismo cuanto se lo permitieron los tiempos. Si no
    llegó del todo á él, sino en contado número de escritores,
    fué porque siempre se resentía su latín de su vulgar origen,
    porque el pueblo, á quien se dirigía, llevaba la dirección
    opuesta, porque la literatura clásica era una literatura
    muerta, que sólo admitía imitación más ó menos lejana. Pero
    todos los términos eclesiásticos son eruditos en su origen, y,
    cuando llegados al pueblo, empiezan á evolucionar, arrastrados
    por el cauce común, la erudición eclesiástica los renueva
    otra y otra vez. Así se explican las mil variantes de tales
    términos: cabildo, capitol y capítulo, deán y decano. Pero en
    los primeros tiempos el agente principal de la restauración
    fué la administración romana, oficial y letrada por oficio. La
    sintaxis apenas pudo modificarse; pero sí los términos sueltos,
    el fonetismo particular. El ejército es un gran instrumento
    nivelador, y no lo fué menos durante el Imperio. Las escuelas,
    donde sólo el latín clásico se aprendía, eran focos de
    reacción contra las tendencias vulgares. La literatura, con su
    autoridad, presentaba la forma típica, á la que trataban de
    amoldarse en lo posible en su manera de hablar las personas
    cultas y los funcionarios todos imperiales. Todos estos
    elementos dieron cierta unidad al latín vulgar de aquella época
    y reaccionaron sobre muchas tendencias que llevaba consigo
    desde la época de la antigua rusticitas y desde la época
    republicana, en la que había tomado tantos elementos itálicos.

    Una vez muerta la lengua literaria, su poder fué menor; pero
    nunca cesó de reaccionar, más ó menos, según la mayor ó
    menor cultura de los tiempos. En los siglos más decadentes,
    los romances, dejados libremente, fueron subdividiéndose y
    multiplicándose, á la par que políticamente se subdividían y
    multiplicaban los pequeños Estados. La tendencia que después
    llevó á éstos á unirse en grandes nacionalidades, llevó
    también á las hablas populares á unirse, predominando unos
    dialectos sobre otros. El castellano ha ido oscureciendo
    los antiguos dialectos y provincialismos, borrando casi las
    pequeñas variantes navarras, aragonesas, leonesas, salmantinas,
    extremeñas, andaluzas, murcianas. La lengua va adonde la
    llevan la unidad ó la multiplicidad de la política. Pero en
    todos tiempos todas las hablas románicas hallaron un freno y
    un elemento reaccionario que las volvía hacia el latín, en los
    eruditos, escritores y eclesiásticos.

    Como elemento erudito que influye en el lenguaje hay que poner
    la escritura, que en otros tiempos apenas podía reaccionar por
    el corto número de personas que sabían escribir y leer; pero
    que en el presente, merced á la vulgarización de la cultura,
    pone en grave peligro el lenguaje. Á pesar de lo natural que
    parece el principio de que la escritura debe acomodarse á la
    pronunciación, puesto que no es más que un instrumento para
    perpetuarla, no han faltado quienes hayan proclamado que la
    pronunciación debe acomodarse á la escritura, por la especiosa
    razón de que ésta se halla menos expuesta á corromperse que
    no aquélla. Es el triunfo de lo artificial sobre lo natural,
    que se verifica en todos los órdenes y asuntos de la sociedad
    humana, que de suyo parece tender al convencionalismo, á la
    falsedad y á la rutina. Todas las instituciones sociales, todas
    las obras humanas, degeneran en convencionalismos: _omnis
    homo mendax_. Hoy se aprenden las lenguas por los ojos, más
    bien que por los oídos; no sólo las lenguas extrañas, sino
    hasta, en parte, la lengua materna. La mitad del vocabulario
    castellano lo hemos aprendido por la lectura, puesto que
    entre el pueblo no se usa, fuera de alguno que otro de esos
    infinitos términos latino-eruditos, que la generalización de la
    cultura va sedimentando y haciendo penetrar hasta en las más
    hondas capas sociales. Naturalmente todos esos vocablos los
    aprendemos y pronunciamos como los hallamos escritos, es decir,
    como quisieron propinárnoslos los eruditos que los trajeron,
    no del latín hablado, sino del latín escrito. Tomaron esos
    cadáveres seculares, que son las palabras latinas escritas, y
    medio vistiéndolos á la española, nos los dieron como seres
    vivos; pero no son más que monigotes, maniquíes que se mueven
    mecánicamente por el resorte de la escritura.

    Llegará un día en que pronunciemos _septiembre_, _obscuro_
    y _substancia_, porque así han querido los eruditos que
    escribamos estos términos, que todo el mundo pronuncia
    _setiembre_, _oscuro_, _sustancia_. La psíquica, en el
    lenguaje, tiene poder para todo eso y mucho más. Porque mucho
    más es lo que ha conseguido: es una máquina que tritura y
    modifica cuanto se le eche en la tolva. El castellano rechazó
    la _f_ latina, la cual en antiguo castellano sólo servía como
    signo de otra articulación muy diferente, de cierta aspiración.
    Pero vinieron los ignorantes eruditos y, viendo escrita la
    _f_, dieron en pronunciarla á la latina, y hoy no sólo decimos
    _fatuo_, sino _fuego_, y hasta en _Folgaba el rey Rodrigo_
    pronunciaremos la _f_, que nunca sonó, porque era mera variante
    ortográfica de _h_, letra añadida á _olg-aba_, de _olga_,
    _olgueta_ en éusquera. En _halagar_, por el contrario, no
    suena _f_, por haberse sustituido _h-_ por _f-_, _falagar_, y
    esa sustitución ortográfica ha cambiado la forma hablada. Los
    castellanos pronuncian tan suave la _b_, que pudo escribirse
    _falagar_ el _balaka-tu_ vascongado; pero en su variante
    _empalagar_ tenían la etimología bien clara. En _fecha_ la _f_
    es puramente ortográfica; pero ha servido para distinguir de sí
    mismo al vocablo, que sin ella es _hecha_, _hecho_.

    Por centenares se cuentan en Madrid los rótulos en los que
    se lee _carnecería_: pronto diremos todos _carnecería_ en vez
    de _carnicería_. Debió ocurrir á algún mentecato, si no fué
    á algún erudito consultado, que debía decirse _carnecería_,
    puesto que de _carne_ se trata y no de _carni_; mandó ponerlo
    así en su rótulo, y los demás lo han seguido. Ó tal vez fué
    algún aragonés el que lo puso de moda, trayéndolo de Aragón,
    donde por etimología popular se dice _carnecería_. Pero esta
    palabra no viene de carne directamente, sino de _carnic-ero_,
    y nadie dice _carnecero_, como que _carnicero_ deriva de
    _carn-iza_, ó sea el despojo de las carnes, las carnes,
    como quien dice, despojadas, partidas, de las que trata el
    _carnicero_ ó cortador. Con haber puesto la Academia en su
    Diccionario _vagabundo_, quitando el _vagamundo_ castizo, los
    escritores escribirán _vagabundo_ y _vagabundear_, verbo no
    castellano, pero derivado de ese esqueleto _vagabundo_. La
    etimología de _vagamundo_ es popular, por creerse que encerraba
    los vocablos _vagar_ por el _mundo_, ya que _-bundo_ nada dice
    á los oídos castellanos, como no sea á los eruditos, que nos
    han traído _treme-bundo_, _nausea-bundo_, _lacrima-bundo_,
    _furi-bundo_, etc. Nuestros padres decían _dino_, y así lo
    escribían; pero los latinizantes y etimólogos escribieron
    después _digno_ para vestirlo á la latina, siendo así que en
    castellano _gn_ da _ñ_, y _dino_ es de préstamo posterior: hoy,
    á fuerza de leer _digno_, lo pronunciamos como lo leemos. Es
    tan antipático al castellano el núcleo _gn_, que por evolución
    natural dió _ñ_, _cuñado_ de _cognatus_, _empeño_ de _pignus_;
    y tomado después _digno_ por los eruditos, por la misma
    tendencia tuvieron que reducirlo á _dino_. Otra vez vienen
    los eruditos y nos escriben _digno_: esta vez la escritura ha
    vencido, y _digno_ decimos todos los que sabemos leer y aun
    los que no saben y no quieren pasar por rústicos. De _electus_
    la evolución fónica hubiera hecho _elecho_, como _pecho_ de
    _pectus_; pero yo estoy seguro que se dirá siempre _electo_; y
    que el pueblo no erudito dirá _eleto_. ¿La razón? La escritura,
    que se impone á la evolución. ¡Bonita lengua vamos á trasmitir
    á nuestros nietos! Como dijo á este propósito Darmesteter: "La
    lengua escrita deforma la lengua hablada", es la gran palanca
    en manos de los eruditos y de las Academias, con la cual antes
    no contaban.

    Los términos eruditos pueden ya dividirse en dos clases: los
    antiguos, que mejor se llamaran semieruditos, puesto que se
    acomodan en parte al fonetismo castellano, y los modernos,
    eruditos enteramente, que, merced á la generalización de la
    escritura, vienen al castellano sin modificación alguna. De
    éstos, muchos no son ni latinos, pues no suenan como en latín;
    son ultralatinos, pues se pronuncian como los encontramos
    escritos y como no se pronunciaban en latín. _Implicar_ se
    dice, sin tomarnos la molestia de darle la modificación del
    semierudito _plegar_, cuya variante vulgar es _llegar_. Hoy
    suenan _ce_, _ci_ como dentolinguales; en latín sonaban _ke_,
    _ki_. Encontramos escrito _exceptum_, y escribimos excepto, y
    pronunciamos con la dentolingual: somos ultralatinos. Ellos
    dirían tal vez _eskeptum_; nosotros pronunciamos la _x_, sonido
    que nunca fué castellano: es que hemos _aprendido_ que _x_
    era _sc_ en latín. El núcleo _xt_ sonaba en latín _st_; pero
    nosotros, que encontramos escrito _extendere_, escribimos
    extender y pronunciamos _xt_: somos, repito, más latinos
    que los romanos. Pero eso no es limpiar ni dar esplendor al
    castellano: es matar á la hija ¿para resucitar á la madre?--No;
    á la abuela, con todos sus carcamales á cuestas. Pero de
    resucitarla, había que resucitarla del todo, y no á medias. ¿No
    dicen, aunque no es verdad, que _tino_ viene de _dignus_? Pues
    escribamos y digamos: tiene usted mucho _tigno_, ha _atignado_
    usted. ¿No dicen que _acontecer_ viene de _adcontingescere_?
    Pues digamos: _adcontingesció quod illos hispaniolos stabant
    laxiatos de illa manu de Deus_. Tal es el ideal de los
    latinizantes. Eso ¿es purificar el castellano, ó volver al
    modo de escribir de los tiempos medios y á un modo de hablar
    que nunca fué? Ciertas pronunciaciones actuales se deben á
    una falsa lección: dícese _danza macabra_ de _danse macabre_;
    pero la variante verdadera es _danse Macabré_, y _Macabré_
    era un nombre propio de persona, que, por errada lectura,
    ha parado en adjetivo, por no llevar acento la _-e_ en las
    ediciones antiguas de "la Dance Macabre". Un necio me corrigió
    _compaña_, diciéndome que era errata ortográfica por _compañía_
    en el dicho "en buena paz y _compaña_". Pero _compañ-ía_ y
    _compañ-ero_ ¿de dónde viene, sino del castizo _compañ-a_,
    como _montañ-és_ de _montañ-a_ y _fontan-ero_ de _fontan-a_?
    Si resucita el antiguo _maguer_, se dirá _magüer_, porque así
    han dado en escribirlo con diéresis y pronunciarlo los que no
    sabían que se pronunciaba _maguer_, y que la _u_ se puso para
    que la _g_ no tuviera la antigua pronunciación, para que no se
    dijera _majer_, ó antiguamente _madjer_. Tal es el poder de la
    escritura. Y esto ha sucedido, más ó menos, en todos tiempos.
    Hemos convenido en que Berceo escribió, con mayor ó menor dosis
    poética, en lengua castellana. Yo estoy convencido de que
    más de la mitad del Diccionario de Berceo no es castellano,
    y que, por tanto, escribió en una lengua convencional de la
    gente leída y para la gente leída. Escribía con palabras
    de los libros, no con palabras vivas de lengua alguna. Ni
    las pronunciaban así los españoles ni las pronunciaron los
    romanos. Pero escribir entonces era calcar el latín con un mal
    transparente castellano. Entonces, ahora y siempre el arte de
    escribir tiene mucho de artificial y reniega del lenguaje que
    emplean los que no escriben. El castellano rancio que oye uno
    en las aldeas no forma parte del léxico berceano, como ni de
    otros muchos escritores. Buscando sus ideas en los libros,
    más que en el mundo real, es natural que también dejen las
    palabras del habla real por copiar las muertas de los libros.
    Hay que repetir, pues, que "la lengua escrita deforma la lengua
    hablada".

    =16.= Como los eruditos han continuado sacando del latín
    nuevos términos en todas las épocas, después de separado el
    castellano de la lengua madre, desfigurado un vocablo latino
    y á veces modificado en el sentido, se ha puesto en uso otro
    derivado del mismo original latino. _Antojo_, por ejemplo, de
    _ante-oculum_ == delante del ojo, es de formación antigua;
    pero _ante-ojo_ es posterior, de formación erudita, sacado
    del mismo _ante-oculum_. Tales son los _multiformes_ que
    han enriquecido el idioma. Desde luego, se echa en ellos
    de ver su mayor ó menor antigüedad y su origen popular ó
    erudito. En nuestra lengua hay unos 1.800 temas ó estirpes
    latinas que, por este medio, han dado origen á más de 4.000
    palabras diferentes; en francés, unas 3.000 de 1.400 temas; en
    portugués, 1.000, de unos 300 temas; en italiano hay muchas
    menos. Pueden clasificarse las voces multiformes con arreglo
    á la modificación fónica que las distingue. 1.º. Por simple
    cambio de género: _el cura_, _la cura_; _el canal_, _la canal_;
    _el vista_, _la vista_. 2.º. Por simple mutación de vocal
    final, cambie ó no el género: _fruto_ y _fruta_, de _fructum_;
    _madero_ y _madera_, de _materies_ (y _materia_); _ramo_ y
    _rama_, de _ramus_; _base_ y _basa_, de _basis_; _mangla_ y
    _mangle_; _tinto_, _tinte_ y _tinta_, de _tinctus_, _-a_,
    _-un_; _tardo_ y _tarde_, de _tardus_; _huerto_ y _huerta_, de
    _hortus_; _grado_ y _grada_, de _gradus_; _talle_ y _tallo_,
    de _thallus_; _alegre_ y _alegro_, de _alacer_. 3.º. Por
    alteración de consonante: _hervor_ y _fervor_, de _fervor_;
    _hondo_ y _fondo_, de _fundus_, aunque _hondo_ puede ser el
    _ondo_ eusquérico; _aliñar_ y _alinear_, aunque _aliño_ parece
    ser el _lein_; _allanar_ y _aplanar_, de _planus_; _domeñar_ y
    _dominar_, de _dominari_; _hilo_ y _filo_, de _filum_; _hosco_
    y _fosco_, de _fuscus_; _jalma_ y _salma_, _horma_ y _forma_,
    aunque el primero parece venir de _orma_, éuscaro, y el segundo
    de _forma_, latín; _tajar_ y _tallar_ y _talar_, _cambio_ y
    _cange_, _balurdo_ y _palurdo_. 4.º. Por modificación de vocal
    interior: _braña_ y _breña_, _torta_ y _tarta_, _calvario_
    y _calavera_, _campaña_ y _campiña_, _cerco_ y _circo_,
    _antojo_ y _anteojo_, _vedija_, _vedeja_ y _guedeja_. 5.º. Por
    alteración de vocal y consonante: _cáliz_, _caz_ y _cauce_, de
    _calix_; _lucha_ y _luto_, de _lucta_; _alnado_ y _entenado_,
    _payo_ y _Pelayo_, _diz_ y _dice_, _trueno_ y _es-truendo_,
    _zarcillo_ y _cerquillo_. 6.º. Por aféresis, síncopa, apócope,
    epéntesis, etc. Son voces de diferente forma y significación,
    aunque de común origen. La una es obra del pueblo, la otra del
    literato; una es más antigua, otra más moderna.

    Entre las mismas populares hay formas que sólo difieren por
    el sufijo, empleándose en sentido algo diferente; otras veces
    se diferencian por la suavización de las explosivas, ley
    antigua de nuestro romance, que la formación erudita no tiene
    en cuenta. De modo que nuestra lengua obedece á dos series
    de principios muy encontrados, porque casi es lengua doble.
    Las formaciones antiguas populares constituyen el castellano
    verdadero; las eruditas son un emplasto de puro latín ó griego,
    con ligeras modificaciones en las desinencias, jerga parecida
    al latín macarrónico que se quisiera añadir al habla del Lacio,
    y que consiste en dar terminaciones latinas á las palabras
    castellanas.

    Según el genio del castellano se formaron los sufijos _-ado,
    -ago, -blo_, etc.; los eruditos han introducido formas en
    _-ato, -aco, -plo_, etcétera, _verdolaga_, de _portulaca_;
    _clérigo_, de _clericus_; _amigo_, de _amicus_; _higo_, de
    _ficus_; _lego_, de _laicus_; _cantiga_, de _cantica_; _fuego_,
    de _focus_. Van contra esta ley: _bellaco, cántico, público,
    apostólico, cívico, cáustico, cómico, famélico, lumínico,
    músico, laico, físico_, etc. Decir _famélico_, de _fames_,
    teniendo _hambriento_, es como decir _hambrienticus_ en latín
    macarrónico. El sufijo _-za_ es más antiguo que _-cia, -tia_,
    _pereza_ y _pigricia_, _pigritia_, _dureza_ y _duricies_;
    _avaricia, codicia, justicia, planicie, franquicia_, son
    eruditos; _franqueza, llaneza_, son populares en su origen.
    _Terneza_ y _ternura_, _pureza_ y _puridad_, tienen diverso
    sufijo y diverso valor. _Llano_ y _plano_, _tilde_ y _título_,
    _cabildo_ y _capítulo_, _frío_ y _frígido_, _tizón_ y _tizne_,
    _velar_ y _vigilar_, _venganza_ y _vindicta_, tienen el mismo
    origen, algunos con sentido diverso; pero otros ni aun en esto
    difieren, y sólo se deben al capricho de los autores, que han
    querido ostentar originalidad necia y vana palabrería. No
    tienen razón de ser _frígido_, _vigilar_, _vindicta_, como
    la tienen _huebra_, _obra_ y _ópera_, _sueldo_ y _sólido_,
    _fragua_ y _fábrica_, habiendo demás el francés _forja_.
    Á veces la ignorancia, ó el quererse atener á la letra,
    han originado ciertas voces, como, por ejemplo, algunas
    eclesiásticas: _monaco_, _monago_ y _monje_, de _monacus_;
    _deán_ y _decano_, _episcopado_ y _obispado_, _decanato_,
    _pináculo_, _cenáculo_ y _cenador_, _dominica_ y _domingo_,
    todas litúrgicas.

    La pronunciación varía á veces, otras la sola ortografía,
    fundada acaso en una etimología falsa: _holgar_ y _folgar_,
    _faca_, _haca_ y _jaca_, _hatajo_ y _atajo_, _hasta_ y _asta_,
    _buhardilla_ y _guardilla_, _hosco_ y _fosco_, _agur_ y
    _abur_, _halda_ y _falda_, _hanega_ y _fanega_, _arpado_ y
    _harpado_, _holgorio_, _folgorio_ y _jolgorio_, _atiborrar_ y
    _atiforrar_, _crear_ y _criar_, _hierba_ y _yerba_, _fleco_ y
    _flueco_, _frey_ y _fray_, _menjuí_ y _benjuí_, _albóndiga_ y
    _almóndiga_, _aspaviento_ y _espaviento_, _moñiga_ y _boñiga_,
    _bodrio_ y _brodio_, _bolondro_ y _molondro_, _cuáquero_ y
    _cuácaro_, _cogulla_ y _cugulla_, _entremeter_ y _entrometer_.
    No poco influye en esta variedad el uso de los diversos
    dialectos, que no se han fundido todavía. Por lo mismo, esta
    variedad fué mucho mayor antiguamente, y en sus principios
    debió de haber una espantosa confusión. No habiendo las
    comunicaciones de hoy ni la literatura, elementos que fijan las
    formas en cada provincia y en cada población, era natural se
    formasen los vocablos con cierta variedad y libertad: dentro
    del genio del castellano caben muchas particularidades, puesto
    que las leyes fonéticas se fundan en principios generales cuya
    aplicación permite cierta amplitud, y los sufijos y raíces, no
    teniendo otro valor que el convencional del uso, fácilmente se
    modifican en los labios del pueblo. Los sufijos latinos, por su
    mayor parte, tienen una significación muy vaga, no responden á
    una idea fija: de aquí que se aplicaran con mucha libertad y
    poca precisión al derivarse nuevas formas. Esto no sucede con
    los sufijos de origen eusquérico, cuyo valor es exactísimo y
    determinado, y así lo conservan y se conservan ellos mismos más
    intactos en castellano.

    El genio del castellano tiende á formar diptongo de cualquier
    combinación de vocales; los eruditos tienden á conservar
    el reflejo etimológico de las voces. De aquí la varia
    pronunciación: los eruditos dicen _amoníaco_, _zodíaco_,
    _Calíope_, _miríada_, _saúco_, _Esaú_; pero el pueblo quita ese
    acento y forma los diptongos _zodiáco_, _Caliópe_, _miriáda_,
    _sáuco_, _Esáu_, y tiene el derecho de hacerlo, pues una cosa
    es hablar griego ó latín y otra hablar castellano y como lo
    pide el genio del castellano.

    =17.= Los radicales helénicos del castellano pueden dividirse
    en cuatro clases:

    1.ª. Los que han dado palabras y derivados vulgares en
    castellano. Todos han venido por el latín vulgar y se atienen
    á la fonética de los radicales vulgares latinos. Tales son los
    radicales vulgares latino-helénicos.

    2.ª. Los que vinieron desde el tiempo del Imperio como vocablos
    de erudición y de cultura, con la religión, las artes,
    las letras, las ciencias. Han penetrado más ó menos en el
    castellano vulgar, según que las ideas que consigo llevan han
    llegado á ser patrimonio del pueblo. Pero en la fonética se
    atienen á los radicales latino-eruditos, no transformándose
    enteramente y mudando de pronunciación según los tiempos, como
    herencia exclusiva del clero, de los sabios, de los artistas,
    etcétera, en la cual sólo indirectamente el vulgo tiene parte.
    Son los radicales semieruditos.

    Es de advertir que aun en Occidente la lengua de la Iglesia en
    los primeros siglos, fué el griego, y que en los dos primeros
    se empleaba el griego en la liturgia, en la predicación, en
    las cartas de los Pontífices, en los escritos de los Padres y
    autores eclesiásticos, y en las inscripciones sepulcrales, como
    puede verse en la Roma subterránea.

    3.ª. Los que han llegado al castellano pasando por el árabe
    ó por el italiano y el francés entran en el caudal común
    de radicales románicos, ateniéndose á su fonética. Son los
    radicales que podemos denominar helénico-extraños.

    4.ª. Los que se han traído ó ídose formando artificialmente
    por los eruditos con el transcurso del tiempo, conforme á los
    nuevos inventos y doctrinas, necesitando de un tecnicismo
    apropiado: han acudido los eruditos como á conocido arsenal
    al Diccionario helénico. Son los términos eruditos técnicos,
    que, con la gran expansión de la cultura moderna, se han
    multiplicado, sobre todo desde la época del Renacimiento, y más
    desde la Revolución francesa. Este caudal, que, con algunos
    términos latinos, otros híbridos de latín y griego y otros de
    las lenguas modernas, forma un diccionario particular de cada
    ciencia, arte y oficio, por ejemplo, el tecnicismo de medicina,
    de las ciencias físicas, de las matemáticas, de la filosofía,
    de la gramática y literatura, etcétera, contiene algunos
    vocablos que van llegando hasta las últimas capas sociales,
    en razón de lo generales que son las ideas y objetos que
    designan. Son términos cosmopolitas, como son cosmopolitas esas
    ideas y objetos, por manera que se han introducido en todas
    las lenguas cultas, no sólo de Europa, sino del mundo entero.
    Si el individualismo de las naciones y pueblos no opusiera
    constantemente sus tendencias diferenciadoras, llegaría un día
    que el mundo entero se hallaría, sin saberlo, dueño de una
    lengua realmente universal. Esta lengua, que ya es universal
    para la ciencia, la industria, las artes y el comercio, iría
    arrinconando multitud de vocablos particulares de cada idioma,
    reemplazándolos con otros cosmopolitas grecolatinos. Porque
    no se limita al tecnicismo, sino que esta lengua universal
    va infiltrándose hasta en el léxico general y vulgar,
    introduciendo vocablos para designar ideas y objetos de uso
    antiguo, haciendo que la moda y el buen tono les hagan lugar
    y se les prefiera á los antiguos vocablos. Es que la cultura
    transforma poco á poco todas las instituciones, todas las
    ideas, todos los artefactos, el modo de ser de las ciencias, de
    las artes, de los oficios, y las nuevas modificaciones traen
    consigo nuevos términos, que se sacan, generalmente, del léxico
    griego, fuente de la cultura europea y arsenal de nuestra
    civilización.

    Los que pretenden generalizar esas lenguas artificiales,
    tan desastrosamente fabricadas por gentes que poco ó nada
    entienden de lingüística, bautizándolas con el pomposo nombre
    de _lenguas universales_, aunque sólo tengan la efímera vida
    de dos ó tres años entre algunos aficionados á este género de
    deporte, que lo es tanto como el del boxeo, de la esgrima, del
    automovilismo, de la filatelia, llegará un día en que se darán
    de bruces con la verdadera lengua universal, que, sin manos de
    hombre, como todas las cosas naturales y necesarias, se había
    ido formando por sí sola y sin sentir, como efecto consiguiente
    de la comunidad de ideas y de la expansión mundial de la
    civilización, que llena ya el mundo, se arraiga y afianza hasta
    en las regiones más salvajes, y allega todas las razas en una
    sola comunidad humana.

    La lucha entre estas tendencias niveladoras de la
    civilización, con su instrumento propio, que se está formando,
    quiero decir con esta lengua helénica universal, y entre las
    tendencias separatistas de los pueblos con sus correspondientes
    idiomas, está entablada tiempo ha, y ha venido á heredar la de
    los antiguos imperios conquistadores, con sus propios idiomas,
    contra los pueblos inferiores con los suyos. Como el Imperio
    griego con su lengua griega dominó el oriente, como el Imperio
    romano con su lengua romana dominó el occidente, porque no
    fueron imperios apoyados puramente por la fuerza bruta, cual el
    de los bárbaros del Norte ó el de los árabes, sino fundados en
    la cultura, y que lo que llevaban á los pueblos vencidos era
    la cultura, eso mismo pasará, y está ya pasando con la cultura
    europea y su lengua propia, que es la helénico-científica.

    No puede desconocerse el resultado de la lucha: la cultura será
    vencedora, tarde ó temprano, como siempre lo fué, y lo que el
    griego y el latín antiguamente, será para el mundo entero esta
    nueva lengua, que á nuestros ojos vemos formarse en nuestros
    días y crecer y recorrer el universo. Tal es el porvenir del
    tecnicismo helénico.

    Cosa de risa es oir á los que creen tachar de pobres algunos
    idiomas, pongo por caso el vascuence, con echarle en cara
    su falta de términos científicos, artísticos, industriales.
    ¿Acaso los tiene el castellano ó el francés? Ese lenguaje de
    las artes, de la industria, de la ciencia, tan vascongado es
    como francés ó castellano. Es griego científico, ó, digamos
    mejor, griego artificial, á veces muy mal fraguado por manos
    inexpertas, ajenas á todo conocimiento lingüístico, y que se
    contentaron con hojear un léxico helénico y pegotear malamente
    raíces y sufijos.

    Ese lenguaje es del mundo de la civilización. Cada pueblo lo
    modifica algún tanto al pasar por sus labios, y algo menos al
    escribirlo; pero ninguno puede alabarse de ser suyo propio, ni
    aun los mismos griegos, cuyo idioma difiere de aquel antiguo
    del cual se ha formado.

    Los alemanes tienen en gran parte formado un tecnicismo con
    radicales y sufijos alemanes, y otro tanto pudieran hacer los
    vascongados, si, constituyendo una nación tan numerosa como
    la germánica, hubiera alguna utilidad en ello. No han dejado
    de intentarlo, para la gramática sobre todo, algunos autores
    vascongados, y no es menos ridículo el que se hayan algunos
    burlado de tal intento, diciendo que ese era un lenguaje
    artificial. Tan artificial es, ciertamente, como el del
    tecnicismo alemán y como el del tecnicismo griego. El griego,
    el alemán, el vascuence, dan de sí para formar ese lenguaje, y
    claro está que siempre será artificial, digo parto de algunos
    particulares eruditos, puesto que las ideas que expresa nunca
    pueden ser propiedad común de la multitud.

    Pero ni el individualismo germánico, ni el empeño de algunos
    euscarófilos lograrán hacer viables y duraderos esos lenguajes
    artificiales. El único que tendrá porvenir será el helénico,
    porque es hijo de toda una civilización que conquista el mundo
    y que en sus tendencias transformadoras lleva camino de volver
    de arriba abajo todas las ideas, artefactos é instituciones,
    por manera que, á pesar de ser artificial en su punto de
    arranque, es un lenguaje que se irá haciendo natural por ser
    indispensable vehículo de la cultura, que penetra cada vez más
    hasta las más hondas capas sociales.

    Ni hay que temer que, en llegando al pueblo ese lenguaje,
    habrá de mudar fonéticamente en cada nación, desmembrándose
    en infinidad de idiomas, conforme al color fonético de los
    idiomas peculiares de cada una de ellas, que es lo que sucedió
    con el latín en las diversas regiones de la Romanía, y lo que
    sucedería con cualquier lengua universal de esas artificiales,
    que hoy se fabrican cinco ó seis al año. Las comunicaciones
    han de ser cada vez mayores. Los pueblos tienden á unificarse
    en sus costumbres é ideas y á unirse políticamente en grandes
    nacionalidades, que el día de mañana tal vez sean tres ó
    cuatro en toda Europa, y se hayan de llamar la nación latina,
    la nación germánica, la nación eslava. La ciencia, el arte,
    la industria, el comercio, estarán todavía más unidos, y
    siendo precisamente propiedad de ellos ese lenguaje, es
    más difícil que se disuelva, desmembrándose, con lo que se
    perdería el propósito final de la unidad lingüística. Estas
    mismas instituciones, fundamento de tal lenguaje, tienen
    por instrumento indispensable la escritura, que contiene la
    evolución del habla.

    La civilización, en una palabra, será única para todos los
    pueblos, y la escritura y las comunicaciones servirán de
    archivo perenne conservador del instrumento de esa única
    civilización, que será el lenguaje helénico-científico.

    Ni es necesario, ni siquiera conveniente, el que de todo punto
    desaparezcan las hablas populares y con ellas las literaturas
    de las razas. Con ellas puede convivir hermanadamente una
    lengua científica, artística, comercial y, hasta cierto punto,
    popular y literaria, que sea patrimonio común de todos los
    pueblos. Pero del porvenir sólo puede hablarse por conjeturas,
    y adivinando por las señales que deja traslucir el estudio de
    las tendencias históricas de la sociedad y de la civilización.

=18.= _Nacimiento de la literatura popular._--No menos que en el
lenguaje, entre el popular y erudito, hay que asentar esta distinción
capital en la literatura. Son dos corrientes que corren paralelas:
todo idioma que no se escribe tiene su literatura popular, que es tan
necesaria consecuencia de la fantasía y del entendimiento de un pueblo
como lo es el uso del adorno y de la música, que en ningún pueblo
faltan, por salvaje que sea. Hablárase la lengua que se hablara en
España, siempre el pueblo tuvo su propia literatura no escrita, que
llamamos popular. Desde que se habló romance hubo, pues, literatura
popular castellana, que constaba, como siempre ha constado, de
refranes, que pertenecen más bien al género didáctico y son frases
particulares que envuelven algún principio doctrinal; de cantares ó
coplas, que más bien pertenecen al género lírico, y de narraciones
algo más largas, al modo de los romances, que pertenecen al género
narrativo, épico y más ó menos dramático. Estos géneros cultiva hoy
el pueblo de por sí y los cultivó siempre en España. Aventajan en
universalidad y profundidad á las obras literarias eruditas, cuanto
al habla erudita aventaja el habla popular, por ser lo popular más
nacional, mejor dicho, lo único nacional y digamos personal de la
nación, y valer tanto más cualquiera obra de arte cuanto más de
personal tiene. La raíz de ello está en lo natural é inconsciente y
como nacido de lo más hondo del alma de toda la sociedad, y esto en la
literatura no menos que en el idioma. En cambio, las obras eruditas
son más reflexivas y más individuales y en gran parte producto de la
imitación de las obras extrañas de otros pueblos, por consiguiente,
menos personales y menos nacionales. Por eso, el criterio estético
moderno se gobierna por el principio del ser las obras más ó menos
nacionales, populares y personales. Lo más popular es lo más nacional;
pero lo más personal en un autor dado es lo más nacional y popular
igualmente, porque la raíz más honda de la personalidad de un individuo
es la que arranca del alma común del pueblo y nación donde nació. Así,
el _Quijote_ es obra personalísima de Cervantes, y lo es mucho más que
el _Persiles_, porque es, á la vez, más española en el pensamiento y en
el lenguaje. La personalidad, en vez de desviarse de la nacionalidad,
tira á ella, como á su propio centro, y lo más personal es lo que con
la nacionalidad se confunde.

La nota característica de la literatura popular española es el
_realismo_, quiero decir, el aferrarse á la realidad de la vida y de
los hechos, huyendo de todo ensueño, quimera, símbolo y abstracción
metafísica. Lo cual no empece para que el empleo de la metáfora no sea
tan propio de la literatura como lo es del idioma castellano; antes
bien, llega al derroche y adonde no llegó lengua ni literatura alguna.
Pero esto mismo confirma lo dicho, en vez de debilitarlo, porque la
metáfora hace que los pensamientos más abstractos se aferren á la
realidad, pintándolos, no con otro color que la pura materia real,
con hechos reales, que se ven, se tocan, se huelen y suenan. Por ser
_realista_ es, además, _ética_, _moral_, esto es, mira siempre á la
_práctica_ del vivir, como nuestra filosofía, realista y ética, que
no se desvaha en metafísicas y sistemas idealistas á la griega ó á la
alemana.

    =19.= El cotejo del saber popular, encerrado en refranes,
    cantares, romances y gestas, comparado con el de los eruditos
    y sabios particulares, lo ha hecho como nadie Joaquín Costa
    en la _Poesía popular española_ (Madrid, 1888). El saber,
    especificado por los artistas del pueblo, es más objetivo,
    porque también es más impersonal, y, como consecuencia, más
    homogéneo, más uno y, en el fondo, más verdadero; el saber de
    los científicos (hablamos de la ciencia de las escuelas) sufre
    más la presión y el influjo de la individualidad; revela, por
    punto general, menos discreción y prudencia; es más propenso
    á declinar en quimérico y abstracto y á tomar por imágenes
    verdaderas de los objetos cognoscibles engañosos espejismos
    de la fantasía; se muestra más perplejo é inseguro en las
    conclusiones y más fecundo en fórmulas doctrinales sobre un
    mismo problema, por lo mismo que difiere más de la realidad.
    Que si, ciertamente, la verdad es una sola, los aspectos
    relativos, falsos ó parciales de la verdad son infinitos. Así,
    en el saber del sentido común, no se conciben los sistemas, al
    paso que sería difícil concebir sin ellos el desenvolvimiento
    histórico de la ciencia.

    En segundo lugar, el saber popular, si es más uno en el
    fondo, es más inorgánico en la forma, y su oposición al de
    los científicos nace de ser éste en la forma uno, y vario
    é inorgánico en la esencia. La unidad visible es dote de
    la teoría; la invisible, del sentido común. En aquélla la
    aparente unidad no tiene otra existencia que la puramente
    exterior, no es eco ni reflejo de la interior real, porque en
    el interior no hay sino variedad y oposición insoluble; en
    el sentido común, al contrario, la unidad es sólo de cosa,
    vive replegada en la substancia, no se revela al exterior, es
    unidad amorfa. Podría compararse el saber de los teóricos á
    aquellas armonías fantásticas y puramente subjetivas que creen
    escuchar los enfermos de ciertas dolencias, y que son efecto
    de una perturbación de sus facultades psíquicas. Mientras que
    el Refranero, por ejemplo, semeja tumultuoso clamor de voces
    discordantes, siendo en realidad acordada sinfonía de infinitos
    armoniosos acentos y ecos en que toma parte toda la humanidad;
    mas para percibirla es menester apoderarse antes de la clave,
    replegarse en lo íntimo de la conciencia y abstraerse de
    algunos ruidos extraños que no alcanzan á turbar aquel divino
    concierto: es preciso saber escuchar.

    En tercer lugar, el individuo falla en su saber por sobra de
    teoría y falta de práctica, y así, el varón más sabio es de
    hecho el más experimentado. Pero ¿qué es para la experiencia la
    cortedad de la vida de un hombre, si la comparamos con la suma
    de las vidas de cuantos constituyen el pueblo, y esto durante
    una y otra generación? El saber popular es como el sedimento
    de la experiencia de los siglos, es lo más aquilatado que pudo
    pasar por la criba de millones de hombres, de suerte que sólo
    lo que todos aceptaron como bueno y verdadero, lo más apurado,
    el epifonema de todos los desengaños de las gentes, es lo que
    entra á formar parte del tesoro del saber común. El saber
    individual no puede menos de llevar mucha liga, que sólo la
    experiencia, á la larga, iría desechando.

    Finalmente, la sabiduría del saber popular en refranes,
    canciones, romances, se expresa en lenguaje figurado, mientras
    que en la ciencia teórica la expresión es directa, lógica;
    explica lo invisible por lo visible, habla á la imaginación,
    no conoce el lenguaje abstracto ni el análisis en que se
    declara la ciencia de los sabios; sus silogismos son vivientes
    encarnaciones estéticas, sus verdades no se encasillan en
    conceptos abstractos, sino que se vierten en hechos vivos, en
    figuras sensibles. El refrán es obra de poesía, de intuición;
    la ciencia es obra de abstracción, de razonamiento. El refrán
    dice las verdades pintando los hechos; la ciencia, abstrayendo
    fórmulas.

    Parecidas cualidades encierra el conocimiento histórico
    popular, cotejado con la historia erudita. Toda la literatura
    sabia puede reducirse á lo de Horacio: _res gestae regumque
    ducumque et tristia bella_. La Historia de España es la
    historia de sus reyes, no la de la nación española de su vida,
    de su cultura, de sus instituciones. Las narraciones populares,
    del Romancero y de las gestas, diríanse una protesta contra
    esas Crónicas reales, personificando al pueblo en Bernardo
    del Carpio, Fernán González, el Cid, contra la monarquía. No
    que contra ella vaya el espíritu popular castellano, antes se
    muestra amantísimo de sus reyes; sino que se complace en salir
    por los fueros del común y goza con sus triunfos y pena con sus
    desastres, personificándolo en caudillos que son otros que sus
    reyes, retratando así la lucha natural entre el egoísmo de uno
    y la sumisión de la muchedumbre. No suelen ser los reyes los
    más cantados por la musa popular, sino los personajes, á veces
    obscuros, que simbolizan los ideales del pueblo ó sus penas
    y sentimientos. Lo que es esencial al cantor é historiador
    erudito es secundario á la musa popular, y, al revés, le es á
    ella esencial lo que deja en la sombra el escritor erudito.

    La verdad histórica en las narraciones populares, tamizadas por
    los siglos, es mayor en el fondo, siquiera lo sea menos en los
    accesorios: el espíritu es más independiente, la palabra más
    ingenua, los juicios más desinteresados é imparciales, porque
    el pueblo, al través de los tiempos, por ser impersonal, ni
    adula ni teme, ni se inclina á una ú otra bandería más que á
    la parte donde le lleva el peso del saber popular encerrado
    en sus refranes, de la moral eterna encerrada en el sentido
    común. Si fuera parcial, una parte del pueblo no aceptaría la
    narración, y así ha de quedar apurada por el parecer de todos
    antes de llegar á ser popular. Además, la narración del erudito
    queda á veces sacrificada al arte, á un buen dicho, á un rasgo
    elegante, á una frase, al afeite exterior, al golpe y efecto
    que desea producir en el público; la popular carece de toda
    afectación y propósito técnico, es natural, y su arte consiste
    en no tenerlo sino inconscientemente.

    La musa popular castellana se distingue, además, de la de
    otros pueblos por no hacer intervenir lo maravilloso más que
    en una justa medida. Cree en apariciones de Santiago y de
    otros bienaventurados y en milagros, pero mucho menos que los
    autores del mester de clerezia, y todo ello puede reducirse
    al providencialismo, que el pueblo español reconoce; pero
    no adolece del carácter quimérico y fantástico que saca de
    la realidad á la épica arábiga, francesa ó germánica, donde
    hormiguean tantos entes de razón, filtros, talismanes,
    varillas encantadoras, hadas, jayanes, enanos, nigrománticos,
    magas, encantamientos. Solos algunos agüeros, restos latinos,
    quedan en la poesía popular castellana como en el pueblo,
    y aun en esto, los demás pueblos europeos, y hoy mismo las
    clases elevadas de fuera de España, son infinitamente más
    supersticiosas. El simbolismo que personifica vicios, virtudes,
    doctrinas, no es del genio popular castellano, sino sólo de
    los eruditos, que lo mamaron en Italia. Lo más propio de la
    narración popular es el predominio de lo concreto sobre lo
    abstracto, el pormenor ahoga á la idea del hecho, lo individual
    á lo general. El árido cronicón escueto es el comienzo de
    la narración erudita; la escena pintoresca, el germen de la
    narración popular; las vastas síntesis descuellan en aquélla,
    en ésta los hechos particulares. El pueblo no es generalizador,
    porque es más poeta; no ama los abstractos conceptos, sino los
    cuadros vivos; no labra sus obras con el seco razonamiento que
    abstrae fórmulas científicas, sino con la jugosa visión y la
    fantasía pintadora de rasgos particulares. Y con todo, en lo
    hondo de esas visiones particulares hállase con mayor brío y
    con toda la fuerza de la realidad la doctrina abstracta y el
    conjunto de hilos que traman la doctrina científica, la cual,
    por presentarnos el erudito de un golpe, sacada de los quicios
    vivos de la realidad, pierde su fuerza, no se imprime tanto
    en el lector y se olvida fácilmente; es una doctrina ahilada
    y enclenque, menos fecunda, por lo mismo, en hechos y en la
    práctica de la vida, mientras que la doctrina desleída en
    hechos de la narración popular, clavándose más hondo, acicatea
    continuamente á las grandes y virtuosas acciones. Así resulta
    que el arte erudito, al parecer más filosófico, es de hecho
    menos filosófico que el arte popular.

    =20.= En punto á gustos y criterios estéticos, sabido es
    que necedad es escribir. Hombres hay nacidos para todo lo
    artificial, convencional, afectado, en suma, para gustar de
    la mentira; otros aborrecen cuanto empañe la naturalidad.
    Los primeros jamás sabrán apreciar el arte popular. Y el
    mejor encomio que del arte popular puede hacerse es que jamás
    traspasa las lindes de la naturalidad; la afectación es su
    mayor contraria. En cambio, el arte erudito, de letrados, de
    cultos, está tan á dos pasos de la afectación, que en ella
    bastardea siempre en las épocas de decadencia, y aun en las de
    mayor esplendor son contadas las obras eruditas que por alguna
    afectación no se vean mancilladas. Ahora bien, la naturalidad
    es la primera virtud del arte, y el peor vicio la afectación.

    La lucha entre el gusto popular ó natural y el afectado
    ó erudito, que, por lo dicho, bien pueden aparearse ambas
    tendencias con la virtud y vicio más comunes, se da hasta en
    los grandes ingenios, arrastrados por su elevado criterio á
    buscar lo popular, y refrenados por la vanidad, que les hace
    temer no sean contados entre la gente no leída. La hallamos en
    Lope de Vega, mayormente en su _Arte nuevo de hacer comedias_.
    "En Lope hay dos hombres, escribe M. Pelayo (_Ideas estét._, t.
    II, vol. II, pág. 446), el gran poeta _español_ y _popular_, y
    el poeta artístico, educado, como todos sus contemporáneos, con
    _la tradición_ latina é italiana. Estas dos mitades de su ser
    se armonizan cuando pueden, pero generalmente andan discordes,
    y, según las ocasiones, triunfa la una ó triunfa la otra. Con
    su alma de poeta nacional, Lope tiene conciencia más ó menos
    clara de la grandeza de su obra... Pero al mismo tiempo se
    acuerda de que le enseñaron, cuando muchacho, ciertos libros
    llamados Poéticas, en los cuales, con autoridades mejor ó peor
    entendidas del Estagirita y del Venusino, se reprobaban la
    mezcla de lo trágico y lo cómico y el abandono de las unidades.
    De aquí contradicción y aflicción en su espíritu... Sobre el
    mismo que en la práctica audazmente rompe las cadenas de la
    antigua estética, suelen pesar enormemente el prestigio y la
    reverencia de mil trivialidades de gramáticos y retóricos...:
    unas veces hacía gala de menospreciar su teatro, declarando
    que "las comedias eran flores del campo de su vega que sin
    cultura nacían"; pero que "él tenía ingenio y letras para más,
    como lo mostraban los libros suyos, que corrían por Italia
    y Francia", es decir, sus obras líricas y épicas, lo que la
    posteridad estima menos". Como si el arte del pueblo y el de
    los sobresalientes ingenios necesitase esa _cultura_ erudita,
    y como si el _ingenio_ hiciese falta para la erudición á quien
    basta el trabajo y un mediano talento. "Otras veces, por el
    contrario, anunciaba el advenimiento de una _poética invisible,
    que se ha de sacar ahora de los libros vulgares_. Pero llegado
    á formular esta Poética, avergonzábase de aparecer como un
    ignorante y un bárbaro ante los italianos ó ante los cultísimos
    ingenios que componían la Academia Matritense..., y llama
    _bárbaro_ de mil modos al pueblo que, teniendo razón contra él,
    se obstinaba en aplaudirle, y se llama bárbaro á sí mismo, y
    hace como que se ruboriza de sus triunfos por contemplación á
    los doctos "refinados y discretos", y se disculpa con la dura
    ley de la necesidad, como si hubiese prostituido el arte á los
    caprichos del vulgo; y hace alardes pedantescos de tener en la
    uña la poética de Aristóteles y sus comentadores".

    Del mezclar lo trágico con lo cómico dice que "aunque resulte
    un minotauro",

      "Buen ejemplo nos da Naturaleza,
    Que por tal variedad tiene belleza".

    Lo que es belleza en el universo es, pues, monstruoso para
    los eruditos. Es la eterna antinomia entre la naturaleza,
    inconscientemente sabia, y la docta y presuntuosa reflexión
    humana.

    Algunos piensan que en España no hubo Renacimiento, porque
    así se desviaron nuestros ingenios de la pauta italiana y
    aun latina, como Lope en el teatro y Velázquez en la pintura
    al romper con Pacheco y la escuela clásica. Si á imitar lo
    extraño se hubiesen ceñido, ¿qué linaje de renacimiento fuera?
    Renacimiento de aprendices. Los españoles se apropiaron las
    ideas del Renacimiento, y, conforme á su verdadero espíritu, se
    lanzaron por sí á no esperadas aventuras, poniendo su propio y
    nacional sello al Renacimiento español.

      "Con los versos extranjeros,
    En que Laso y Boscán fueron primeros,
    Perdimos la agudeza, gracia y gala,
    Tan propia de españoles...
    Y así ninguno lo que imita iguala,
    Y son en sus escritos inferiores,
    Pues ninguno en el método extranjero
    Puso su ingenio en el lugar primero".

    Así Lope, en _La Filomena_ (parte segunda). Y no le dejemos
    sin que nos diga lo que sentía del popular romance (pról. á
    las _Rimas_): "Algunos quieren que los romances sean cartilla
    de los poetas; yo no lo siento así; antes bien los hallo
    capaces, no sólo de exprimir y declarar cualquier concepto con
    fácil dulzura, pero de proseguir toda grave acción de numeroso
    poema. Y _soy tan de veras español_ en esto, que por ser en
    nuestro idioma natural este género, no me puedo persuadir que
    no sea digno de toda mi estimación". Y al escribir _La Dorotea_
    recomienda la prosa para el drama realista, "porque siendo la
    _Dorotea tan cierta imitación de la verdad_, le pareció que
    no lo sería hablando las personas en verso, como las demás
    que ha escrito... Si algún defecto hubiese en el arte..., sea
    la disculpa _la verdad_, que más quiso el Poeta seguirla que
    estrecharse á las _impertinentes_ reglas de la fábula".

    =21.= No se distingue lo popular de lo erudito en que lo
    popular sea producto inmediato de todo el pueblo y lo erudito
    de un solo individuo, puesto que siempre es un individuo el
    autor inmediato de cualquier obra popular. "La distinción
    nace de que la recíproca no es verdadera, diremos con Costa
    (pág. 136): el artista no siempre especifica ni declara en sus
    creaciones el sentimiento artístico de la colectividad de que
    forma parte: no es siempre intérprete fiel de su pueblo; sus
    obras no encuentran eco siempre en el alma de éste ni hablan
    el lenguaje de la universalidad": tal es el artista erudito.
    Por el contrario, lo popular es obra de un individuo, pero como
    ministro é intérprete del pueblo todo y su obra á veces la va
    perfeccionando ó amoldando el pueblo, limando lo que no es
    enteramente conforme á su espíritu, lo que el individuo le pudo
    poner de subjetivo y _no popular_.

    Entre lo enteramente popular y lo enteramente erudito
    caben muchos grados: obras hay populares que tienen dejos
    eruditos, y el pueblo, con el tiempo, se los va quitando;
    obras eruditas que tienen mucho ó poco de populares, y el
    pueblo gusta, más ó menos, en consecuencia, de ellas; obras
    eruditas puramente, que para el pueblo son letra muerta.
    Así se comprende que haya obras hechas por eruditos, que
    el pueblo se apropia tarde ó temprano, por ser populares
    en lo principal y costarle más ó menos tiempo al pueblo el
    quitarle lo que no le es á él acomodado. Artistas populares
    son los que Carlyle llamó _héroes_, los intérpretes que con su
    levantado ingenio individual fueron voz de las aspiraciones
    más ó menos conscientes del pueblo, hombres que, sintiendo
    lo que todos, vieron y supieron expresar lo que ninguno otro
    pudo. Otras veces son varias las voces, todas débiles, pero
    una entre ellas, la más popular y expresiva de las populares
    necesidades vence, y otros intérpretes populares van después
    robusteciéndola, como acaece con las costumbres que se van
    convirtiendo en leyes; el código es popular; pero en cuanto
    salió, por mano de un individuo, de las costumbres populares,
    que ya de hecho eran leyes por el uso recibido. Un individuo es
    el que supo expresar en forma lapidaria lo que todo el mundo
    sentía y no acertaba con su propia expresión. Así nace el
    refrán, el cantar, el romance, el poema popular. El pueblo lo
    desbasta de lo que no dice con su manera de sentir, de lo que
    el individuo puso en él de subjetivo y no común ni popular; el
    nombre mismo del autor se olvida al hacerse en cierta manera
    obra de todos la que comenzó siendo obra de uno: "Ea quoque
    quae vulgo recepta sunt, hoc ipso quod incertum auctorem
    habent, velut omnium fiunt". (Quintil., _Inst._, 5, 11). El
    autor individual sacrifica su fama por el mismo hecho de ser
    enteramente popular; y si no queriendo sacrificarla pone en su
    obra más elementos subjetivos, antipopulares, correrá su nombre
    entre los eruditos, pero su obra no será apreciada más que por
    el escaso número de ellos. Así nacieron las llamadas rapsodias
    griegas ó retazos, en las que, como Wolf dijo, "la Grecia se
    cantó á sí misma", hasta que en tiempo de los Pisistrátidas,
    juntos todos los pedazos por algunos eruditos de Atenas,
    salieron en su forma corriente la _Ilíada_ y la _Odisea_. No
    hubo, acaso, tal Homero ó autor único; los homeros fueron los
    ciegos rapsodas, que cantaban los trozos y los iban aumentando
    ó mejorando y añadiendo otros nuevos á los ya conocidos. Muchos
    de aquellos retazos desaparecían; los mejores, aprobados por el
    pueblo y hechos así populares, duraron y fueron merecedores de
    formar la epopeya griega ú homérica. "Toda obra literaria, dice
    Costa (pág. 155), es de creación individual: _erudita_, cuando,
    por razón de su contenido, es subjetiva ó extemporánea, hija de
    la pura individualidad del artista, cuando no reconoce por base
    los materiales fragmentarios ofrecidos por la tradición ni ha
    bebido su inspiración en el arsenal de los recuerdos vivos y
    de las creencias y aspiraciones ideales de la sociedad, cuando
    la sociedad no ha sido consultada ni atendida; _popular_,
    en el caso contrario, cuando el poeta se ha hecho nación,
    raza, humanidad, desprendiéndose de todo elemento egoísta y
    particular, empapándose del sentido universal histórico é
    informándolo en un cuerpo esplendoroso, cuando el pueblo se
    reconoce objetivado en la obra, la acoge y la sanciona con
    la aprobación y se la transubstancia, haciéndola carne de su
    carne y hueso de sus huesos. En lo cual no difiere un ápice
    el refrán ó el romance del poema cíclico ó de la epopeya: la
    diferencia es meramente cuantitativa". La colaboración popular
    va perfeccionando la obra. El primer romance ó gesta cuenta
    el hecho escueto, prosaico; pero en alas de la musa popular,
    al pasar de boca en boca, de generación en generación, va
    tomando por una parte más color y brío en los pormenores,
    como lo toman las noticias, y como ellas, va, por otra parte,
    idealizándose y agrandándose y agigantándose, haciéndose hasta
    maravilloso y sobrehumano el personaje. Así nacieron, por
    evolución, los héroes, y tan héroes son el Cid y Bernardo del
    Carpio en España, como Aquiles y Ulises en Grecia. Alrededor de
    esos héroes va creando cada región los suyos, de donde nacen
    los poemas cíclicos y los ciclos de gestas y romances, todos
    eslabonados en torno de una empresa como Troya ó la Reconquista
    ó de algunos héroes más sobresalientes. "Quem conta hum conto,
    sempre lhe accrescenta hum ponto", dice el refrán portugués.
    Ni las leyendas anteislámicas de Antara salieron desgajadas de
    un poema único, ni las rapsodias helénicas, ni los romances
    castellanos de una gesta; antes los retazos fueron cosiéndose
    hasta formar poemas, gestas y leyendas, y la síntesis siempre
    fué posterior al análisis. Así es anterior el refrán al cantar,
    el cantar al romance, el romance al poema, sin que al nacer
    cada uno de estos géneros perezca el anterior, sino que convive
    con él y le da siempre nueva savia y acrecentamiento.

    Un cantar, copla, quintilla, seguidilla, no es más que el mismo
    dicho apodíctico en que consiste el refrán; pero parafraseado,
    ensanchado, dispuesto para el canto, y así en todo cantar se
    encierra, tácita ó expresamente, un refrán, y todo refrán
    puede desdoblarse en un cantar. Refranes se han llamado á
    los estribillos de las canciones, que lo glosan y nada más:
    "Fecieronle (á D. Jaime I) un cantar, de que non me acuerdo
    sinon del refrán: Rey bello que Deos confonda, | tres son esta
    con a de Malonda", escribe D. Juan Manuel. Los _Proverbios_
    de Santillana son refranes glosados. "Mi madre me lo predica
    | y yo la digo: | _Predicar en desierto_ | _sermón perdido._"
    "En la isla de León | se pesca con hilo y caña: | _por la boca
    muere el pez_; | cuenta con lo que se habla".

    Un romance no es más que una canción desarrollada en sus
    pormenores, ó varias canciones zurcidas, explicativas del mismo
    hecho. Por eso se llamaron _Cantares_ las gestas ó narraciones
    largas, y _Coplas_ las composiciones largas, como las de
    _¡Ay, panadera!_, ó las del _Provincial_. Cantares glosados,
    ampliados, los hay á montones. El cantarcillo "Sí, ¡ganada es
    Antequera! | ¡Ojalá Granada fuera!", dió nacimiento al romance:
    "¡Sí! me levantara un día...". Otras veces sale de un golpe el
    romance entero, y es lo ordinario; pero no es más que un cantar
    que necesita muchos versos para exponerse todo el hecho.

    La gesta ó poema sale de los retazos ó rapsodias cuando un
    poeta junta en un todo lo que se cantaba esparcido acerca de
    un mismo asunto. Tal dice hoy la filología que pasó con los
    poemas homéricos, y tal debemos concluir que sucedió con muchas
    gestas. ¿Quién duda si no, que antes de componerse el _Mio
    Cid_ se cantaron trozos sueltos sobre cada uno de los hechos
    que esta gesta abarca? Los trozos poéticos que entraron en las
    _Crónicas_ creyeron Menéndez Pidal y Menéndez Pelayo que lo son
    de gestas largas; ¿y por qué no de retazos, de pedazos, que
    aún no llegaron á coserse ó á fundirse en una gesta ó poema?
    Nadie ha probado hubiese tales poemas. Sólo se sabe por las
    _Crónicas_ que hubo retazos, pues retazos y no poemas entraron
    en ellas. Hubo, pues, rapsodias, romances, digamos, y nada más;
    y de ellos sólo llegaron á cuajar algunos poemas ó gestas: el
    de Fernán González y los dos del Cid. Los romances viejos de
    los siglos XV y XVI son tan rapsodias como las que entraron
    en las _Crónicas_. En qué se diferenciaran de las rapsodias ó
    romances más antiguos de las _Crónicas_ y de las que cuajaron
    en poemas ó gestas largas es otra cuestión; pero los romances
    viejos son sucesores de los más antiguos que debemos de suponer
    y que sin suposición hallamos diluidos en la prosa de las
    _Crónicas_: quiero decir que, en sustancia, es el mismo género,
    aunque pudieran diferenciarse accidentalmente, á la manera
    que de los romances viejos se diferenciaron los posteriores
    eruditos y los mismos populares, que el pueblo sigue cantando.

    Todos los días asistimos á la creación de romances: los vemos
    componer á propósito de un crimen, de una desgracia privada ó
    pública, de un acontecimiento glorioso. No eran los hombres
    antaño diferentes de los de hogaño: así hacían romances en el
    siglo XV y los hacían en el siglo XII y los hicieron antes.
    Cuando el acontecimiento ó el héroe daban de sí por la variedad
    de hechos, se hacían otros tantos, contándolos. Llegaba un
    ingenio sobresaliente, y, juntando los asuntos de todos los
    pertenecientes á un acaecimiento ó héroe, y aun recosiendo
    los romances sueltos, fraguaba una gesta ó un poema. Eso se
    ha hecho siempre y en todas partes, y no vamos á creer que en
    España solamente se hiciera lo contrario, que primero hubo
    gestas ó poemas y luego trozos ó romances de ellos descosidos.
    Los romances del siglo XV aguardaban un ingenio que con ellos
    forjase un poema, ó varios ingenios que recogiesen en un poema
    los romances de cada ciclo. No nacieron tales ingenios épicos,
    porque los tiempos mejores de la épica habían pasado. Pero hubo
    ingenios dramáticos que con ellos hicieron dramas, que no es
    otro el drama que la épica de tiempos más cultos, como se ve
    en Grecia y en todas partes. ¿Qué otra cosa hicieron Juan de
    la Cueva, Matos Fragoso y Lope de Vega con los romances de los
    _Infantes de Lara_, al componer sus dramas? La mitad del teatro
    de Lope, ¿no está formada sobre leyendas más ó menos cantadas
    antes de él? Por eso fué Lope popular, como lo fué Esquilo
    y lo fueron sus sucesores, por poner en escena las antiguas
    rapsodias y leyendas griegas. _Las mocedades del Cid_, de
    Guillén de Castro, son los romances dramatizados. Y esto mismo
    puede decirse de todo el teatro español popular, á diferencia
    del erudito, que se entretenía en repetir asuntos mitológicos ó
    extranjeros, que desconocía el pueblo.

    Entender que la primera manifestación artística de Grecia
    fueron los poemas homéricos, y la primera española fueron
    las gestas de _Mio Cid_ y las que sueñan algunos diluidas en
    las _Crónicas_, equivaldría á proclamar las _Doce Tablas_ ó
    el _Digesto_ como primera manifestación en Roma del derecho.
    Sostener, como Damas-Hinard, que los primeros monumentos de la
    poesía popular española fueron poemas hechos y derechos, y que,
    efecto de su descomposición posterior, nacieron los romances,
    es desconocer el proceso de las obras sociales é individuales,
    que es enteramente el inverso. Y eso han sostenido M. Pidal y
    M. Pelayo. Todo cantar es breve por tener que acompañarle la
    música: el poema ó la gesta es refundición de muchos cantares:
    "Arma virunque _cano_", "_Canto_ l'arme pietose", "Eu _canto_ o
    peito ilustre Lusitano".

    Ahora bien, la primitiva poesía es siempre cantada, y á ello
    alude todo el tecnicismo poético. Luego los cantares cortos
    fueron antes que los largos ó poemas. "Los primeros principios
    de los versos menores en España, dijo el P. Sarmiento
    (_Memor. p. hist. poes._, § 404-405) habrán sido los adagios
    ó proverbios, y los versos mayores se compondrán de los
    menores... No se podrá oponer que el refrán, que se comprende
    en un metro, tuvo origen en el metro de los poetas, antes bien
    se podría decir que los poetas hicieron ó formaron tal y tal
    metro, á imitación de los adagios". "El proverbio se trasformó
    en canto" (Wolf, citado por Milá, _Poesía heroico-pop._, pág.
    49). Los refranes son tan viejos como los idiomas, aunque su
    expresión vaya modernizándose al mismo paso que éstos. Los
    himnos ó cantos cortos, esto es, las canciones, son las más
    primitivas manifestaciones literarias en todos los pueblos;
    pocos son los que llegan á tener poemas y dramas, y siempre
    son posterior perfeccionamiento y síntesis de las canciones,
    después de desarrolladas en rapsodias ó, digamos, romances.
    Como ejemplo práctico de esta evolución de la poesía trae
    acertadamente Costa (pág. 213) el refrán: "Entrarásle por la
    manga, saldrá por el cabezón", y la leyenda en romances y
    en drama y en poema, que lo es el _Moro expósito_, y el de
    los Infantes de Lara. Su gesta, que M. Pidal ha visto en las
    _Crónicas_, yo no la percibo; sólo veo trozos, rapsodias,
    romances, en suma. La gesta, ó poema, ó drama, salió mucho
    después bajo la pluma de Lope y de Saavedra.

    =22.= La primera y más sencilla manifestación del arte
    popular es el refrán, que pudiera clasificarse como poesía
    épico-didáctica; pero que abraza todos los géneros y es como el
    germen de todos ellos. Ni el único fin de los refranes es la
    enseñanza, ni es hacer una obra bella; en los refranes, como
    en toda obra popular, se barajan tan hondamente el fondo y la
    forma, que hacen un todo, inconscientemente nacido del pueblo:
    así pertenecen tanto á la filosofía como á la literatura,
    mezclando _utile dulce_. Si en su forma no hubiera brotado
    bello el modo de expresar el pensamiento, no hubiera corrido
    como refrán, pues cabalmente se repite y corre como tal el
    pensamiento que ha hallado su bien entallada expresión; y una
    expresión, por bella que parezca, no corre como refrán si no
    entraña un pensamiento digno de retenerse por su provecho
    común. Como los pensamientos de esta laya abarcan todas las
    disciplinas y la vida entera, así el campo de las ideas donde
    brotan refranes es inmenso y abarca todo linaje de doctrinas.
    Igualmente en la forma artística, ya cuanto al estilo y
    figura retórica de la expresión, ya cuanto al metro y ritmo,
    la variedad es infinita, y no nace cada refrán vaciado en
    determinada encella, aunque siempre suena á manera de verso, de
    un metro ú otro, no pensado de antemano, y con una expresión,
    metáfora ó comparación, que parece venirle como nacida. Sólo
    cuando fondo, forma y sonido se ajustan entre sí acabadamente
    y que, andando de boca en boca, nadie da en lo que pudiera
    mejorarlo, es tenido como refrán y cunde bien asegurada su
    inmortalidad. Tan sólo de tiempo en tiempo y muy á la larga,
    suele remozarse alguna palabra de él, cuando ya la vieja es tan
    desusada y oscura que ha menester nuevo ropaje para lucir entre
    las gentes.

    Al hablar de los refranes no pueden pasarse por alto las
    palabras de Mal Lara en el _Preámbulo_ de _La Philosophia
    vulgar_, donde se declara lo espontáneo y natural del saber
    vulgar y su infalible certeza. "En los primeros hombres..., al
    fresco se pintaban las imágenes de aquella divina sabiduría
    heredada de aquel retrato de Dios en el hombre, no sin gran
    merced dibuxado... Se puede llamar esta sciencia, no libro
    esculpido, ni trasladado, sino natural y estampado en memorias
    y en ingenios humanos; y, según dize Aristóteles, parescen
    los Proverbios ó Refranes ciertas Reliquias de la antigua
    Philosophia, que se perdió por las diversas suertes de los
    hombres, y quedaron aquéllas como antiguallas... No hay refrán
    que no sea verdadero, porque lo que dize todo el pueblo no es
    de burla, como dize Hesiodo...". _Libro natural_ llama á los
    refranes, y añade: "Antes que hubiese filósofos en Grecia,
    tenía España fundada la Antigüedad de sus refranes... ¿Qué
    más probable razón habrá que la que todos dizen y aprueban?
    ¿Qué más verisímil argumento que el que por tan largos años
    han aprobado tantas naciones, tantos pueblos, tantas ciudades
    y villas, y lo que todos en común, hasta los que en los
    campos apacientan ovejas, saben y dan por bueno...? Es grande
    maravilla que se acaben los superbos edificios, las populares
    ciudades, las bárbaras Pirámides, los más poderosos reynos, y
    que la Philosophia Vulgar siempre tenga su reyno, divido en
    todas las provincias del mundo... En fin, el refrán corre por
    todo el mundo de boca en boca, según moneda que va de mano en
    mano gran distancia de leguas, y de allá vuelve con la misma
    ligereza por la circunferencia del mundo, dejando impresa la
    señal de su doctrina... Son como piedras preciosas salteadas
    por ropas de gran precio, que arrebatan los ojos con sus
    lumbres".

    La riqueza de formas que revisten los refranes castellanos
    es maravillosa en lo ingenioso y profundo, en lo socarrón y
    grave, en lo sentido y sentencioso, en lo chistoso y severo,
    en lo cortado y dramático. Cuanto á la métrica, tienen parte
    el paralelismo, la aliteración, la acentuación, el número
    de sílabas y la rima. La rima la busca el pueblo en los
    refranes; pero el metro nace como exigido por la expresión
    misma espontáneamente. De aquí la grandísima variedad: 4 + 6,
    4 + 7, 4 + 8, 5 + 6, 6 + 5, 6 + 7, 7 + 4, 7 + 6, 7 + 9, 8 +
    6, 8 + 10, 9 + 4, 9 + 8, 4 + 6 + 4, 5 + 5 + 7, 8 + 8 + 8 + 9,
    etcétera, etc. Abundan los pareados de 4 + 4, 5 + 5, 6 + 6, 7
    + 7, 8 + 8, que pueden considerarse como hemistiquios rimados
    de octosílabo, de decasílabo, arte mayor, pentámetro y pie de
    romance. Cuanto al acento, no siempre se sujetan los refranes
    á las leyes prosódicas, como en el verso de once sílabas, el
    acento en la sexta ó en la cuarta y octava; en el de diez
    sílabas, el acento en la tercera y sexta; en el de nueve, en
    la octava; en el de ocho, en la séptima y en la primera y
    tercera ó en la segunda, quinta y octava, etc. Cuanto á la
    rima, hay versificación libre, semi-rima ó concordancia de
    vocales finales ó rima imperfecta ó asonante, tanto llana como
    aguda, rima perfecta ó consonante, aguda ó llana, aliteración ó
    congruencia de sonidos en la sílaba radical de las dos palabras
    principales que se componen ó contraponen, aliteración y á la
    vez asonante ó consonante, consonancia completa ó de todas las
    sílabas, ó sea repetición de una misma palabra al final de los
    versos y, finalmente, rima interior. Las combinaciones rítmicas
    son variadísimas.

    =23.= Tras los refranes vienen las canciones ó cantares,
    expresión del lirismo popular, del dolor, de la alegría, del
    amor con todas sus consecuencias. Las formas más populares de
    la canción son la copla ó redondilla y la seguidilla, entrambas
    de cuatro versos, aunque posteriormente la seguidilla tomó los
    otros tres versos del estribillo. La música requiere cinco ó
    seis versos, pero se repite el primero una vez al principio,
    ó dos veces: una al principio, y otra al fin. Los cantares
    son unas veces circunstanciales, ya por un acontecimiento
    social, ya por lo que al que canta le sucede particularmente;
    otras veces encierran un pensamiento ó un sentimiento común
    y trascendental. En el primer caso, el cantar vive poco, aun
    los de acontecimientos sociales suelen olvidarse á las pocas
    generaciones; en el segundo, pueden llegar á tener vida tan
    larga como los refranes, y así corren siglos y siglos, más ó
    menos modificados. Si los refraneros tardaron en escribirse,
    mucho más tardaron los cancioneros populares, los cuales
    puede decirse que comienzan á compilarse en nuestra edad. Los
    eruditos apreciaban más las canciones cortesanas y artísticas,
    y así, ni un cancionero popular se imprimió en el siglo XVI
    entre los muchos eruditos que vieron la luz pública. Todo lo
    más, hállanse en ellos, y glosados aparte, cantares sueltos,
    verdaderamente tradicionales y tan proverbiales como los mismos
    refranes. Nuestro pueblo los hace con facilidad asombrosa é
    ingenio estupendo. Los improvisan los mozos en sus serenatas
    y rondallas tan chispeantes, tan hondos y sentimentales, que
    es un duelo no se recogieran en los tiempos pasados, como
    hoy se va haciendo en colecciones de las varias provincias,
    sobresaliendo en esta parte los cantares baturros ó cantas de
    Aragón, y los cantares y cantes andaluces y flamencos. Toda
    admiración queda aquí sobrepujada por la realidad. Esta vena
    fecundísima del pueblo español es de todo punto imposible que
    no haya corrido en todo tiempo en esta tierra de cantares sin
    fin ni cabo, tan en todo tiempo como las tonadas regionales,
    que son antiquísimas, de variadísimas tonalidades en cada
    tierra: en Galicia, en Asturias, en la Euscalerría, en Navarra,
    en Aragón, en Andalucía, etc., etc. Aires vascongados hay
    que se salen de las medidas y compases conocidos, y deben
    proceder de los íberos. Podemos, pues, asegurar que desde que
    se habló castellano hubo cantares populares en España, y á
    ellos se alude en los escritos de todos tiempos. Un pueblo
    que verdaderamente nada en un mar de sentidísimos cantares
    que chorrean ingenio y delicadeza tiene que ser poeta. Grima
    da pasar los ojos por los farragosos cancioneros eruditos sin
    hallar una sola flor, una flor que huela, que robe las miradas,
    cuando, al revolver de la esquina, se oyen, al caer de la
    noche, por esas calles, á montones, sin que nadie se bajara
    durante tantos siglos á recogerlas. El metro más común en las
    coplas es el octosílabo, rara vez adulteradas con algún verso
    de siete ó nueve sílabas, porque tal es el verso más propio
    del castellano, como veremos al hablar del pie de romance,
    cuyo hemistiquio es igualmente octosílabo. En cantarcillos ó
    coplillas se usa el verso de seis, á veces el de cinco; en
    las seguidillas, de siete y cinco alternados. Los eruditos
    prefirieron en lo antiguo los metros franceses ó yámbicos, de
    siete y nueve sílabas; pero presto desaparecieron, quedando
    vencedores los metros trocaicos españoles, hoy los únicos que
    se cantan, pues si alguna vez se hacen de siete ó nueve, el
    cantor los acomoda á la música de los octosílabos por medio de
    la sinalefa, sinéresis, apócopes y paragoges: tan contrarios
    son á la métrica castellana. La rima de los cantares es de
    dos, tres, cuatro y hasta ocho versos, todas las combinaciones
    de los refranes, pareados, monorrimos, rimas alternas,
    encadenadas, etc. En los de cuatro versos, la más frecuente
    combinación es _abcb_, asonante ó consonante: rara es _abba_, y
    más todavía _aabb_; las seguidillas, _abcbede_.

    =24.= De los pueblos europeos sólo el pueblo griego tuvo un
    arte y una literatura enteramente nacional, popular, castiza,
    por eso fué grande y sin par el arte y la literatura de la
    Grecia. El arte y la literatura son como las plantas, que
    no pueden vivir sino arraigando en la tierra, y no medran
    y se desenvuelven bien sino en la tierra suya propia; en
    trasplantándose á otras tierras de diferente calidad,
    condiciones, clima, bastardean. Verdad es que se dan plantas
    lozanísimas en otras tierras de las que fueron originarias,
    pero es porque en el mundo hay lugares y tierras de condiciones
    muy parecidas y apropiadas para cada planta. La nación es la
    tierra del arte y de la literatura, y no hay dos naciones
    iguales ni casi parecidas, como hay parecidas tierras cuanto á
    la aclimatación de las plantas. Por eso, toda arte ó literatura
    trasplantada á otra nación bastardea y vive como en terreno
    impropio. Tal es el gran principio del arte y de la literatura.

    Robusteceráse y quedará aclarado con otra comparación. Toda
    obra de arte es tanto mejor cuanto más personal sea, cuanto más
    individual y propia de su autor y más distinta de las obras de
    los demás. Porque la obra de arte es la expresión del autor que
    la fragua. Y tanto más expresiva será de su autor, cuanto más
    propia suya é individual y más distinta de los demás autores.
    El sello de la personalidad de su autor engrandece las obras
    del arte. Si todos los hombres supieran expresar su alma,
    serían todos los hombres artistas; sonlo los pocos que pueden
    hacerlo, y sonlo en tanto que lo pueden hacer: así la obra de
    arte es más levantada, más sobresaliente, cuanto el autor pudo
    poner en ella más de su alma individual, de su propia persona.
    Ahora bien, cada nación, respecto de las demás, es lo que
    respecto de los demás es cada individuo: cada nación tiene su
    alma propia y su personalidad, tanto más sobresaliente cuanto,
    ¡oh, paradoja!, cuanto sobresale de las demás, cuanto menos
    adocenada y común. El arte, pues, cuanto más nacional será más
    expresiva del alma de una nación, y se distinguirá más del arte
    de las demás naciones. Tal es la doctrina del casticismo en el
    arte, en la literatura y en el idioma, que es la obra artística
    por excelencia de cada nación.

    Contra ella no valen ni pesan todos los reparos que los
    innovadores oponen á los defensores de lo castizo en el habla.
    Los extranjerismos, bien se ve, por este principio, que no
    enriquecen el idioma, antes lo empobrecen. Porque lo que en
    el árbol no salga de su propio tronco y savia, no sólo no
    le adorna, sino que lo afea y le daña. Colgad de sus ramas
    púrpuras y joyas: hasta el más rústico patán os gritará
    que quitéis de él esas ricas preseas. Los extranjerismos
    cuelgan, como ellas, del idioma; no sirven más que para
    quitarle el calor vivificante del sol, para embarazar la
    respiración pulmonar de sus hojas, para secarlo y encanijarlo,
    empobreciéndole la savia y acabándole la vida. Por cada
    palabra ó construcción extraña que se mezcle en el idioma, se
    olviden, no una, sino muchedumbre de palabras, construcciones
    y frases equivalentes, pero idiomáticas y propias. Las voces
    así perdidas eran expresivas del alma nacional, llevaban el
    calor y el color, el pensar y el sentir de la nación; por ellas
    se usan las extrañas que saben, suenan, huelen á extraño, no
    dicen nada á los oídos nacionales, porque extraña es su raíz
    y procedencia, no arraigan en el suelo nacional y no pueden
    llevar su savia ni su alma.

    Lo que en el idioma, pasa en la literatura y en el arte en
    general. No respondiendo al alma nacional, si se traen de
    allende, la necesidad obliga á desfigurarlas. La expresión de
    la personalidad nacional, que forzosamente ha de manifestarse
    en sus obras artísticas y literarias, se ve mezclada con la
    expresión propia y diferente de la nacionalidad que ellas traen
    de fuera consigo, y el forzoso resultado es una mezcla, que ni
    es cosa propia ni extraña, sino común. Y expresión común ó arte
    común no puede ser arte ni expresión sobresaliente, artística.
    Trasplántese á España la arquitectura del Norte, y la necesidad
    la transformará en breve plazo. Tráigase la pintura francesa,
    elegante y de salón, pero por lo mismo demasiado idealizada, y
    el artista español, todo realismo y verdad, hará un pisto ni
    francés ni español, pero menos español que francés. ¿Y habrá
    necio que se atreva á luchar con otro en expresar el alma del
    otro, contraria á la suya propia? El pintor español que quiera
    vencer á los franceses en pintar á la francesa es un loco,
    porque tendrá que inventar lo que los franceses, llevándolo
    dentro, no tienen más que manifestarse para conseguirlo. Loco
    será el francés que pretenda escribir una historia de pícaros á
    la española, porque, no llevando esa española picardía en las
    venas, tendrá que ceñirse á imitar las historias picarescas
    hechas por españoles, y toda imitación queda por debajo del
    modelo.

    Ahora se verá claramente por qué la literatura latina clásica,
    imitación de la griega, trasplante de Grecia, tuvo que ser
    flor de un día, entretenimiento de unos cuantos poderosos,
    que no pudo gozar el pueblo romano, porque no arraigaba en el
    alma nacional, ni pudo quedar sino por debajo de su modelo.
    ¿Fué expresión del alma romana aquella literatura, griega en
    las creencias y en los dioses, en el estilo, en gran parte de
    las voces? Ni lo fué, ni, por lo mismo, fué literatura romana,
    más que á medias, ni más que á medias literatura griega. Los
    dioses, que en Grecia lo eran de veras, fueron monigotes ó
    nombres de monigotes en Roma, con los cuales jugueteaban
    los literatos rebutiendo de ellos sus versos como de borra
    helénica, elegante, pero borra al cabo. Las tragedias de
    Terencio agradaban á los cultos, porque oían en latín lo que
    en griego admiraban; el pueblo dejaba á Terencio y se iba tras
    Plauto, no por lo griego, que también tenía, sino por sus
    gordas sales romanas y sus romanas sentencias. La filosofía,
    que en Grecia había desmenuzado los seres todos, que había
    escudriñado el alma humana, perdió los vuelos de sus levantadas
    elucubraciones, que se las cortó el romano, práctico hombre
    de mundo y nada amigo de soñar científicamente: así patulló
    por el suelo en Roma, rotas las alas, la filosofía helénica.
    La tragedia, expresión ritualista de la religión griega,
    vióse convertida, al llegar á Roma, en ejercicios retóricos,
    lírico-prosopopeicos, para recitación de los palacios y
    palmoteo interesado de algunos señorones. Y en la misma
    Roma, la elocuencia, fruta verdaderamente tan romana como la
    jurisprudencia, una vez quitada la libertad, terreno propio
    que la hizo nacer, vióse convertida en retórica de escuela, y
    retórica de escuela ha seguido siendo en las naciones nacidas
    del Imperio, hasta que volvió á ellas la libertad política.

    Las literaturas europeas nacieron nacionales, naturalmente;
    pero sólo cuanto á las obras del pueblo; las obras eruditas,
    que se sobrepusieron á las populares y las obscurecieron, la
    que se llama _literatura_, rebrotó como retoño de la literatura
    decaída, retórica y de imitación helénica, que vivía muriendo
    en los últimos tiempos del Imperio romano. Sólo en algunos
    momentos históricos, en que las nuevas naciones europeas se
    sintieron fuertes y poderosas, capaces de romper las cadenas
    extrañas y tradicionales, en que se fundieron en una recia
    personalidad nacional las clases popular y erudita, se dieron
    frutos literarios propios, nacionales, sinceros y de verdadero
    valer estético, ó cuando algún ingenio sobresaliente se sintió
    tan de su pueblo que, dejándose de erudiciones peregrinas, se
    levantó como eco de los sentimientos de su raza. Tal en Italia
    Dante, que supo interpretar el alma cristiana medieval; tal en
    España el cantor de _Mio Cid_; tal el Arcipreste de Hita; tal
    Cervantes en la novela caballeresca; tal Lope en el teatro.
    Tal España entera en el siglo XVI, cuando el Renacimiento para
    los mejores ingenios sólo sirvió de acicate, que les movió á
    buscar dentro de la tradición misma española, en las entrañas
    mismas del pueblo, asuntos y lenguaje, el arte entero, que
    los adocenados no sabían hallar más que entre las piltrafas
    desenterradas de la cultura greco-latina.

    =25.= El realismo y la moral práctica en nuestro idioma,
    en nuestra literatura popular y aun en la erudita cuando
    es verdaderamente nacional, son notas tan manifiestas como
    en nuestra filosofía. De ésta lo ha proclamado claramente
    Bonilla (_Hist. de la Filosofía española_, Madrid, 1908-1911,
    2 vols.). Séneca es el dechado de nuestra filosofía y lo es
    de la _filosofía práctica, física y moral_; parece ignorar
    la metafísica griega y hasta las elucubraciones abstractas
    acerca de la teodicea y de la física. Cierto que esta nota es
    propia de los romanos todos y en ella convenimos con ellos
    los españoles; pero el realismo es acá harto más pujante y
    dominador. Acaso la falta de cabeza idealizadora hizo que
    Lucano no diese unidad á su obra y le tacharan de haber sido
    más historiador que poeta épico, mientras que Virgilio fué más
    épico y de historiador no tiene nada; que poeta, fuélo Lucano,
    no á la manera de Virgilio ú Homero, sino á la española,
    pintando lo real de la manera más viva y realista posible.
    Lo maravilloso que en su obra hay se le pegó de la educación
    helénica; en la literatura popular castellana no hay nada de
    maravilloso. Hadas, silfos, enanos, ondinas, dríadas, gnomos,
    gigantes, todo eso se queda para griegos y germanos. Las
    exageraciones, como las del _Roland_ francés y de los libros
    caballerescos, las deificaciones de la mujer á lo caballeresco
    y provenzal, no son cosas españolas. Hasta lo caballeresco y lo
    heroico tratado en los romances muda de tono y pierde todo el
    extraño idealismo que trajeron de fuera. Don Quijote y Sancho
    entierran con su realidad viva todos esos sueños. Acaso no
    haya obra más simbólica é ideal que el _Criticón_, de Gracián,
    una de las más extraordinarias obras del mundo; con todo, es
    un simbolismo tan cuajado en seres concretos y vivos, que la
    Virtud, la Verdad y todas las demás personificaciones obran y
    hablan como personas de carne y hueso, hechos y palabras de
    eterna verdad, que vive en los hechos y palabras de todos los
    mortales. No hay allí metafisiquerías, maravillas ni músicas
    celestiales de ninguna especie: son las ideas platónicas, como
    si las hubiera hecho bajar á la tierra y vivir en el mundo.
    Nuestra mística no sabe desprenderse de la ascética en sus más
    levantados arrobos. Nuestra novela es la realísima picaresca.
    Nuestra épica, el Romancero y _Mio Cid_. Nuestra lírica, la
    copla popular.


                                NOTAS:

[1] _Memor. para la Hist. de la poesía cast._, I, pár. 252.

[2] Puede verse en el núm. 36 del Prólogo al Glosario de Du Cange.

[3] _Esp. Sagr._, XI, 274.

[4] Merece especial mención el _Appendix Probi_, donde se corrigen
formas del latín de Cartago del siglo III (_G. Paris_).

[5] Hasta el 450 antes de Jesucristo, poco más ó menos, el etrusco, con
su propio alfabeto, fué en Roma la única lengua literaria. (LEPSIUS,
_De Tabul. Eugub._, pág. 23).

[6] _Introd. à la Chronologie du latin vulgaire._

[7] Hay que hacer hincapié en esta idea por lo mismo que muchos hoy
parecen prescindir de ella. El elemento arcaico del latín vulgar es más
considerable de lo que creen los que se empeñan en convertirlo casi en
latín literario en la época imperial: "was wir als spätlateinisch zu
betrachten gewohnt sind, oft viele Jahrhunderte früher schon in der
alten Volkssprache gelebt hat". (VÖLFFLIN, _Arch. Lat. Lex._, I, 100).

[8] _Arch. Lat. Lex._, I, 44.

[9] Meyer-Lübke dice que las naciones romanas comienzan el año 600.

[10] HÜBNER, _Monum. ling. iber._, Berlín, 1894.

[11] LOTH, _Les mots latins dans les langues britanniques_, _Annales de
Brétagne_, VI, 561.

[12] _El porvenir de la raza blanca_, pág. 87.




                             ÉPOCA ROMANA
                             (SIGLOS I-IV)


=26.= La más añeja noticia que de las letras españolas nos ha llegado
es la que nos dejó escrita Estrabón, autor grave de la época de
Augusto, el cual nos dice que los ribereños del Betis, llamados
turdetanos, de raza española, tenían literatura y conservaban escritas
sus antiguas historias, poesías y leyes, en verso, había seis mil años,
según ellos contaban, siendo los más sabios de los españoles, y que
todos los demás indígenas también entendían de literatura y no sólo de
la del propio idioma, sino aun de las demás lenguas que en España se
hablaban. Alude, sin duda, á las literaturas romana, griega y fenicia,
que sabemos tenían los extranjeros de estas naciones avecindados en
España y con cuya comunicación muchos españoles eran bilingües y
conocían varias lenguas.

Cicerón, en su oración _Pro Archia poeta_, menciona los vates llevados
de España á Roma, el año 682, por Metelo Pío, muerto ya Sertorio,
fundador de los estudios romanos en Huesca. Nacidos aquellos poetas en
Córdoba, y discípulos, quizá, de Asclepiades, sonábale á Cicerón algo
toscamente su habla, ó ya que se resintiera del origen úmbrio de los
colonos italiotas de las orillas del Guadalquivir, ó que le chocase al
orador romano el tonillo provincial que de Córdoba traían. Pero por
los autores consta que los puros españoles tenían sus cantos y danzas
nacionales, que son, sin duda, los precedentes de lo que todavía se usa
en toda España.

Todo ello se confirma con las inscripciones y monedas españolas, que
las había, y se conservan en fenicio, griego, latín y en los caracteres
propios de estos idiomas; pero sobre todo, con las inscripciones y
monedas batidas por las ciudades puramente españolas, en caracteres
nacionales, llamados celtibéricos ó de letras desconocidas, y en el
idioma nacional.

    =27.= Strab., III, i: σοφώτατοι δ' ἐξετάζονται τῶν Ἰβήρων
    οὗτοι, καὶ γραμματικῇ χρῶνται, χαὶ τῆς παλαιᾶς μνήμης ἔχουσι τὰ
    συγγράμματα, καὶ ποιήματα, καὶ νόμους ἐμμέτρους ἑξακισχιλίων
    ἐτῶν, ὥς φασι· καὶ οἱ ἄλλοι δ' Ἴβηρες χρῶνται γραμματικῇ,
    οὐ μιᾷ ἰδίᾳ· oὐδὲ γὰρ γλώττῃ ἰδίᾳ. Sarmiento, siguiendo á
    Palmerio, espantado con la cifra de _seis mil años_, cree que
    por ἐτῶν deba leerse ἐπῶν, _seis mil versos_. (_Memorias para
    la hist. de la poesía y poét. esp._, párrafo II, n. 46). El
    ἰδίᾳ alude á la lengua _propia_, además de la cual los doctos
    entre los íberos sabían griego y fenicio, lenguas extrañas de
    los colonos, que se les habían venido al olor de las minas
    y habían asentado, en las costas sobre todo. "Asclepiades
    Mirleano, que enseñó gramática (griega) en la Turdetania y
    dió á luz una descripción de las naciones que habitaban la
    tierra". (Strab., III, IV): καὶ Ἀσκληπιάδης ὁ Μυρλεανός, ἀνὴρ
    ἐν τῇ Τουρδιτανιᾷ παιδεύσας τὰ γραμματικὰ καὶ περιήγησιν τινα
    τῶν ἐθνῶν ἐκδεδωκὼς τῶν ταύτῃ. Bueno será recordar que en los
    dos textos la voz _gramática_ significaba literatura. Cic.,
    _De orat._: "In grammaticis poetarum pertractacio, historiarum
    cognitio, verborum interpretatio, pronuntiandi quidam sonus".

    Famoso es el texto de Silio por donde sabemos que los españoles
    cantaban versos en su lengua y bailaban repiqueteando los
    broqueles: "Barbara nunc patriis ululantem carmina linguis,
    nunc pedis alterno percussa verbere terra, ad numerum resonans
    gaudentem plaudere caetras" (III, 353). Otro tanto dice Diodoro
    (V, 34). No pueden ser estos corros y danzas más que las danzas
    corales de toda España, desde la _danza prima asturiana_
    hasta el _aurresku_ y _espatadantza_ vascongada. Y Silio, en
    otra parte: "Ritu iam moris Iberi | carmina pulsata fundentem
    barbara caetra". Y á la muerte de Viriato, dice Apiano (VI, 75)
    que "armados, le entonaron un himno en su lengua", βαρβαρικῶς;
    y Estrabón añade que insultaban los cántabros en verso á los
    crucificados (III, IV, 18). Véase, además, Amiano Marcelino
    (XVI, § 8), Estrabón (III, I, § 6, χορεύοντες) y Diodoro (V,
    34, ὄρχησις κούφη danza ligera, el _arinarin_ vasco). San
    Eugenio nos dice que "Cantica vulgus habet" (_Bibl. Patr.
    tolet._, t. I, pág. 66) y los "turpes cantus" fueron condenados
    en los Concilios toledanos (XVI, 23).

    =28.= Las inscripciones y monedas celtibéricas puede decirse
    que todavía están por descifrar. Después de leer todos
    los trabajos de Hübner, en su _Monumenta Iberica_, queda
    uno persuadido de que no se ha sacado nada en limpio. Se
    menospreció, harto á la ligera, cuanto halló Erro, y con todo,
    fué el único que descifró buen golpe de inscripciones y puso en
    claro el valor de las principales letras. El desconocimiento
    del vascuence, entre los que le han juzgado, tiene la culpa de
    todo. Las inscripciones son ibéricas; esto es, vascongadas por
    la mayor parte. Los caracteres son, en substancia, los mismos
    de los antiguos alfabetos; pero ofrecen formas más primitivas,
    que pintan los objetos y las articulaciones de la boca.
    Pueden verse algunos explicados en el _Tesoro de la lengua
    castellana_. Hoy se cree que los alfabetos todos del antiguo
    mundo vienen de los jeroglíficos egipcios, según pruebas de
    Rougé y Lenormant; pero hay que distinguir en los jeroglíficos
    las pinturas ideológicas y los caracteres realmente alfabéticos
    que con ellas andan mezclados, los cuales son los mismos que
    los más primitivos y sencillos caracteres celtibéricos. Los
    mismos se hallan en la más vieja forma de las inscripciones
    cuneiformes de Nínive y Babilonia, en los llamados caracteres
    hieráticos, antes de convertirse en caracteres cuneiformes por
    el empleo del clavo ó cuña al estamparla en los ladrillos.
    Los pocos caracteres alfabéticos que hay en los jeroglíficos
    egipcios y los pocos hieráticos asirios, de los cuales salieron
    después los cuneiformes, convienen con los más sencillos
    caracteres celtibéricos. Dificultades tipográficas y, ¿por
    qué no decirlo?, la ignorancia y el menosprecio que aquí hay
    de este linaje de estudios, me han retraído de publicar una
    obra, cuyos materiales tengo preparados. Ahí está vivo el
    vascuence, sin que nadie lo estudie para ver qué pueda deberle
    el castellano, y ahí está el _Tesoro de la lengua castellana_,
    nueve volúmenes, donde cabalmente se estudia esta cuestión
    importantísima para conocer los orígenes del castellano y de
    nuestra historia. Ni siquiera se dignó citar la obra Menéndez
    Pelayo, menospreciando juntamente la teoría de Humboldt,
    aún hoy mantenida por todos los sabios, menos por algunos
    caballeros antivascófilos y antiespañoles. Y eso que dedicó á
    las cuestiones ibéricas un tomo entero, el de la refundición
    del primero de los _Heterodoxos_.

=29.= La literatura latina de la época de Augusto y aun la de la época
de Cicerón puede decirse que más estuvo en manos de italianos que
de ciudadanos romanos; pero luego que las demás provincias tuvieron
abiertas las puertas de la Ciudad, cuando de enmollecida y por demás
helenizada se caía á pedazos la literatura romana y había muerto con
la pérdida de la libertad la elocuencia, nervio verdaderamente romano
de todo aquel arte literario, vinieron los ingenios españoles, no
á corromper lo que harto corrompido, caído y carcomido estaba, por
extranjerizo y poco nacional, sino á robustecerlo, si menos delicada
y elegante que la helénica, con la sangre bravía y severa de nuestra
raza. Toda la edad de plata pertenece á los españoles. La verdad de
Porcio Latron y Séneca el viejo, la reciura ética de Séneca el joven,
el chillón colorido de Lucano, el realismo de Marcial, no hubieran sido
menor parte para levantar de su postración á la literatura latina que
los empeños que por volverla á los tiempos de Cicerón y Virgilio puso
el gran Quintiliano, si humano medio hubiera podido darse para hacer
revivir lo que se moría por momentos por no tener arraigo en el pueblo
romano, y menos cuando al pueblo romano, diezmado por las guerras
civiles, habían sustituido gentes venidas de los más lejanos rincones
del mundo, convirtiéndose Roma en una ciudad de todos los pueblos.

    =30.= No puede prescindirse de los autores hispanolatinos en la
    historia de la literatura castellana, ya porque el castellano
    es el mismo latín evolucionado, ya, sobre todo, por la unidad
    de espíritu que alienta á unos y otros autores, salvo la
    diferencia de religión y política. Lucano es tan cordobés
    como Góngora; Marcial, tan aragonés como los Argensolas y tan
    español como Baltasar del Alcázar; la gravedad y el sentido
    común de Quintiliano es la de nuestra raza, y la de nuestra
    raza es la ética y el acerado decir de Séneca. Bonilla,
    _Hist. filos. esp._, I, pág. 92: "No puede ponerse en duda
    que los escritores y pensadores de nuestra Patria, aun dentro
    de la época romana, tienen cierto _aire de familia_". Las
    inscripciones latinas de España pueden verse recogidas por
    Hübner en el tomo II del _Corpus inscriptionum latinarum_;
    las poéticas son delicadísimas, muy sentidas y elegantes, en
    Bücheler.

    En ellas, lo mismo que en los autores hispanolatinos, no parece
    para nada el pueblo puramente español; todo es romano. ¿Quiere
    esto decir que España entera se había romanizado, no quedando
    ni huella del iberismo primitivo? Suponerlo es una verdadera
    necedad. Sólo escriben los romanos que habitaban en España y,
    por excepción, los nombres de algunos españoles romanizados
    se hallan en los epitafios; de la población indígena no se
    acuerdan los romanos para nada, y, cierto, los romanos ni el
    pie habían puesto en algunas regiones españolas. En este engaño
    han caído, sin embargo, muchos, que han pretendido hablar
    de los puros españoles tomando sus noticias de los escritos
    romanos, que sólo á los romanos atañen. ¿Cuándo nos importará
    lo enteramente nuestro y prerromano?

=31.= El primer escritor español conocido es TURRANIUS GRACILIS,
natural de Mellaria, en Andalucía, que trató de historia natural,
según Plinio, y suelen ponerle en la primera mitad del siglo VII de
Roma, bastante antes de Cicerón. Ya en tiempo de este orador hallamos
á BALBO, el primer bárbaro que logró el Consulado, y su sobrino del
mismo nombre, el primer bárbaro que alcanzó el triunfo, así como más
tarde fué el español Trajano el primer bárbaro que llegó á Emperador
romano. Consérvanse entre las _Cartas_ de Cicerón algunas de Balbo
(_Ad Attic._, 8, 15; 9, 8), y fué de los íntimos de Pompeyo, César y
Cicerón. En la época de Augusto floreció SEXTILIUS ENA, épico cordobés.

    =32.= Plinio, _Histor. nat._, III, pág. 3: "A vico Mellaria
    Hispaniae ad promontorium Africae album, auctore Turriano
    Gracile iuxta genito". Se le cita en primer lugar entre las
    fuentes consultadas para los libros III, IX y XVIII (_Naturae
    frugum_). Véase IX, 5, 11: "Turranius prodidit expulsam
    beluam in Gaditano litore". Qué Mellaria sea ésta, si Béjar
    de Melena, ó, como quiere Ambrosio de Morales, _Béjar de la
    miel_, no se sabe. Menos probable es sea _Fuente Ovejuna_,
    llamada así por _Abejuna_, la Mellaria del convento de Córdoba,
    que también cita Plinio. _Turr-anius_ parece latinización del
    éuscaro _Iturria_, ó fuente, apellido común, perdida la _i-_
    como en _Turiasso_ ó Tarazona, por _Iturriaso_, _Turduli_,
    _Turdetani_, de la misma raíz. Lo cual indica que era de origen
    español romanizado. L. Cornelius Balbus fué gaditano; dióle la
    ciudadanía, por sus servicios militares, Pompeyo _el Grande_,
    según la ley _Gellia Cornelia_. Defendiósela Cicerón el año 698
    de Roma, ó 56 antes de J. C. Fué de familia distinguida, no
    sólo por su nobleza, sino también por los servicios que había
    prestado á la República en tiempo de la guerra de Sertorio. Fué
    honrado y enriquecido por Pompeyo y César, de quien era capitán
    de la Artillería é intendente de su Ejército, cuando Cicerón le
    defendió; después alcanzó el Consulado. Su sobrino triunfó de
    los Garamantas (Cicer., _Pro Balbo_). Plinio es el que afirma
    haber sido españoles los primeros forasteros que lograron estas
    honras.

    Séneca, _Suas._, 6, 27: "Sextilius Ena fuit homo ingeniosus
    magis quam eruditus, inaequalis poeta et plane quibusdam locis
    talis quales esse Cicero (_Pro Arch._, 10, 26) Cordubenses
    poetas ait, pingue quiddam sonantes atque peregrinum. Is hanc
    ipsam proscriptionem (de Cicerón) recitaturus in domo Messalae
    Corvini... in principio hunc versum... recitavit: defiendus
    Cicero est, etc."

=33.= CAYO JULIO HIGINO (hacia el 690-770 de Roma?), liberto de
Augusto y bibliotecario suyo en la Biblioteca Palatina (726, Roma, 28
a. J. C.), juntó los estudios de Varron con los de Nigidio Fígulo,
procurando imitarles. Escribió _De sito urbium italicarum_, otra obra
_De viris inlustribus_ y _Genealogiae_. Además, sobre un poema de Cina
y sobre las obras de Virgilio y otras originales de agricultura y
apicultura. Á ejemplo de Nigidio, compuso libros acerca de la religión
ó de astrología, más conformes á razón que los de su modelo. Las 277
fábulas de la _Mitología_, que corren como suyas, no son más que un
extracto de la obra original; igualmente se conservan abreviados cuatro
libros _De Astronomía_, sacados de fuentes alejandrinas.

    =34.= Suetonio, _Gramm._, 20: "C. Iulius Hyginus Augusti
    libertus, natione Hispanus--nonnulli Alexandrinum putant
    et a Caesare puerum Romam adductum Alexandria capta (en
    707 de R., 47 a. J. C.)--studiose et audit et imitatus
    est Cornelium Alexandrum (de aquí el creerle alejandrino)
    grammaticum graecum, quem propter antiquitatis notitiam
    polyhistorem multi... vocabant, praefuit palatinae bybliothecae
    (fundada en 726==28), nec eo secius plurimos docuit; fuitque
    familiarissimus Ovidio poetae (que le dirigió la carta III,
    14, _Tristium_) et Clodio Licino... qui eum admodum pauperem
    decessisse tradit... huius libertus fuit Iulius Modestus, in
    studiis atque doctrina vestigia patroni secutus". Había muerto
    en tiempo en que escribía Columela (I, 1, 13...). Luis Vives
    hace á Higino natural de Valencia. _Praef. Georg. Virgil._,
    Basilea, 1555: "C. Iulius Hyginus conterranus meus commentaria
    in eum scripsit qui fuit eius pene aequalis".

    Consúltese Β. Bunte, _De C. Iulii Hygini... vita et scriptis_,
    Pars. prior, Marburg, 1846, 63 p.; y delante de la edición de
    las fábulas, págs. 1-16, Lipsiae, 1857 y 1875. PP. Mohedanos,
    _Historia literaria de España_ (1777), t. V. Edic. además
    Moritz Schmidt, Iena, 1872.

=35.= _Siglo I._ Los más famosos retóricos del siglo de Augusto fueron
Marco Porcio Latron, Arellio Fusco, Lucio Junio Gallion y Séneca, que
es el que nos ha conservado cuanto de ellos sabemos. Menos Fusco, los
otros tres fueron españoles.

LATRON, hombre férreo, robusto en el cuerpo y en el ánimo, grave y
suave, ingenioso y sutil, vehemente, nunca pudo deshacerse de su
carácter español. Molestado de cuartanas y no pudiendo sufrirse, se
quitó la vida (751 == 3 a. J. C.).

GALLION, amigo de Séneca ("Gallio noster") y de Ovidio, que le consoló
al morir su mujer (_Pont._, IV, II), fué de la edad de éste, más bien
que de la de Séneca (_Controv._, VII, praef. 5), y autor de una obra
de retórica (Quintil., III, 1, 21) y de declamaciones (IX, 2, 91).
Adoptó al hijo mayor de su amigo Séneca el retórico, que de Marco Aneo
Novato vino así á llamarse Lucio Junio Gallion (Dion., LX, 35). Este
hijo de Séneca el retórico fué Cónsul en tiempo de Claudio y Gobernador
de Acaya el año 52, después de J. C., en cuyo tribunal presentaron á
San Pablo. Dedicóle Séneca el filósofo, su hermano, con el nombre de
Novato, su tratado _De ira_, y con el de Gallion, el _De vita beata_,
y sobrevivió al mismo Séneca († 65), pero presto se quitó la vida. Era
Gallion, el padre adoptivo de Novato, moderado en el decir, con cierta
suavidad, caída y afeminada. De otros retóricos ú oradores españoles
hace mención Séneca, llamados CORNELIUS HISPANUS y VÍCTOR ESTATORIO, de
Córdoba.

    =36.= Séneca, _Controv._, I, praef., 13-18, 20-24: "Latronis
    Porcii, carissimi mihi sodalis, memoriam... et a prima pueritia
    usque ad ultimatum eius diem perductam familiarem amicitiam...
    nihil illo viro gravius, nihil suavius... nemo plus ingenio
    suo imperavit, nemo plus indulsit. In utraque parte venementi
    viro modus deerat". Id. 16: "Corpus illi erat et natura solidum
    et multa exercitatione duratum... vox robusta, sed sordida,
    lucubrationibus et neglegentia... infuscata... nulla unquam
    illi cura vocis exercendae fuit: illum fortem et agrestem et
    hispanae consuetudinis morem non poterat dediscere". Id., IX,
    praef. 3: "Latronem Porcium, declamatoriae virtutis unicum
    exemplum, cum pro reo in Hispania Rustico Porcio propinquo suo
    diceret, etc.". Id. I, praef. 17: "Memoria ei natura quidem
    felix, plurimum tamen arte adiuta". Id. 20: "Cum in illo,
    si qua alia virtus fuit et subtilitas fuerit". S. Jerónimo.
    _Chron._: "Taedio duplicis quartanae semet ipsum interficit".
    Quint., X, 5, 18: "P. L., qui primus clari nominis professor
    fuit". Le querían tanto sus discípulos (Sén., _Controv._, IX,
    pág. 409, 18 etc.), que bebían el _Cuminum silvestre_ por
    imitarle en la palidez del semblante (Plin., Η. Ν. XX, 160).
    Entre ellos se cuentan Ovidio, Floro, Fulvio Sparso, etc. Véase
    G. Lindner, _De M. Porcio Latrone commentatio_, Breslau, 1855,
    52, p. Edic. Schotto y mejor Kiessling. Trataron de él ó le
    comentaron los Padres Mohedanos, _Hist. lit._, t. V, Hernán
    Núñez, Antonio Covarrubias y Antonio Agustín.

    Sobre Gallion, Quintil., IX, 2, 91: "Remissus et pro suo
    ingenio pater Gallio". _Dial._, 26. "Tinnitus Gallionis". Sus
    declamaciones las conoció San Jerónimo (_Comm. in Esaiam_,
    praef.) y Séneca el retórico nos ha conservado bastantes
    trozos. Véase B. Schmidt, _De L. Iunio Gallione rhetore_,
    Marburg, 1866, 33 p.; F. G. Lindner, _De I. G. comm._, Progr.
    de Hirschberg, 1868, 14 p.

=37.= ANEO SÉNECA el retórico (54 a. J. C.-38 d. J. C.?), padre de
Novato, del filósofo Séneca y de Mela, padre de Lucano, fué de familia
equestre, nació en Córdoba, tuvo por mujer á Helvia, á quien, y á sus
hijos, educó en la más severa tradición romana. Rudo y riguroso, de
claro entendimiento, huyó de las ligerezas griegas, admiró á Cicerón
y mantuvo el habla varonil de Roma y de España, su patria. Abarcó su
vida casi todo el siglo octavo de Roma, conoció los mejores oradores
y retóricos, y á instancias de sus hijos, en su vejez, con el gran
memorión que siempre tuvo y conservaba, compiló de ellos diez libros
de _Controversias_ y uno de _Suasorias_, con el título de _Oratorum
et rhetorum sententiae, divisiones, colores_, brava mina para el
conocimiento de la oratoria en la época de Augusto y Tiberio, á pesar
de habernos llegado la obra bastante mutilada. En los prefacios, lo
único propio suyo, escritos con pureza de lenguaje y nervio de estilo,
se muestra riguroso censor de los vicios que la oratoria iba tomando,
por haberse convertido en retórica de salón con la pérdida de la
libertad, y de la exagerada delicadeza de dicción y falta de fuerza,
con que la imitación greco-alejandrina había bastardeado el fiero y
robusto decir de los romanos, avergonzándose de que le hagan recordar
autores y discursos de entre paredes, que nada tienen que ver con
la verdadera y recia elocuencia, que ya no sonaba en el foro. "¿Qué
cosa hay que no sea inútil, dice, en este ejercicio escolástico, si
la misma escolástica es inútil? Cuando hablo en el foro, tengo algún
propósito; cuando declamo, me parece trabajar en sueños. Si conducís á
esos declamadores al Senado, al foro, apenas se encontrará uno que sepa
sufrir el sol ni la lluvia. Es imposible que salga un orador de tan
pueril ejercicio. Es como si quisiéramos juzgar de las condiciones de
un piloto haciéndole navegar en un estanque". (_Excerpta._)

También escribió una _Historia_ de las guerras civiles, pero la
franqueza de su autor debió de causar su pérdida, como las que
escribieron Asinio Polion, Cremucio Cordo y Aufidio Baso, en tiempos en
que ya no podían escribirse verdades que amargasen al amo de la cosa
pública.

    =38.= El prenombre Lucius de algunos manuscritos viene de
    confundir sus obras con las de su hijo, como en la edición de
    Erasmo; se arbitró el llamarle Marco para distinguirle mejor.
    Sobre su familia, Sén., _Ad Helv._, 14, 3, y Tác., _An._, XIV,
    53. Marcial, I, 61, 7: "Duosque Senecas... facunda loquitur
    Corduba". Su carácter en Sén., _Ad Helv. matr._, 17, 3: "Patris
    mei antiquus rigor... utinam... pater meus, minus maiorum
    consuetudini deditus, voluisset te praeceptis sapientiae
    erudiri potius quam imbui... propter istas quae litteris non
    ad sapientiam utuntur, sed ad luxuriam instruuntur, minus te
    indulgere studiis passus est". Lo cual concuerda con lo que
    dice el padre, _Controv._, I, praef. 6: "Insolens Graecia",
    y 8: "Cantandi saltandique obscena studia". Biografía, Sén.,
    _Controv._, I, praef. 11: "Omnes magni in eloquentia nominis
    excepto Cicerone videor audisse; ne Ciceronem quidem aetas
    mihi eripuerat, sed bellorum civilium furor, qui tunc orbem
    totum pervagabatur, intra coloniam meam me continuit: alioqui
    in illo atriolo in quo duos grandes praetextatos ait secum
    declamasse, potui adesse illudque ingenium... cognoscere et...
    potui vivam vocem audire". Debió nacer el 700 de Roma, 54 antes
    de J. C., lo más tarde, y murió hacia el 792, no sobreviviendo
    al destierro de su hijo del año 796. Dos veces fué á Roma:
    _Controv._, IV, praef., 3: "Audivi illum (Asinio Polion,
    679-758 de Roma) et viridem et postea iam senem". Se casó ya de
    edad con Helvia, "bene in antiqua et severa institutam domo".
    Sén., _Ad Helv._, 16, 3; ibid., 2, 4: "Carissimum virum, ex
    quo mater trium liberorum eras, extulisti". _Sententiae_ eran
    las opiniones de los oradores sobre la aplicación de la ley en
    cada caso; _divisiones_, las particiones del asunto en varias
    cuestiones; _colores_, las maneras de atenuar la culpabilidad
    del reo. Su intento, _Controv._, I, praef.: "Iubetis enim quid
    de his declamatoribus sentiam qui in aetatem meam inciderunt,
    indicare, et si qua memoriae meae nondum elapsa sunt, _ab
    illis dicta colligere_". Su criterio, Id., IV, praef.: "Velut
    ex umbroso et obscuro prodeuntes loco, clarae lucis fulgor
    obcoecat: sic istos (retóricos) a scholis in forum transeuntes,
    omnia tanquam nova et inusitata perturbant, nec ante in
    oratorem corroborantur, quam multis perdomiti contumelias,
    puerilem animum scholasticis deliciis languidum vero labore
    durarunt". Id., X, praef.: "Sinite me ab istis iuvenilibus
    studiis ad senectutem meam reverti. Fatebor vobis, iam res
    taedio est... iam me pudet, tanquam diu non seriam rem agam".
    Id., I, praef.: "Nunquam par fit imitator auctori. Haec natura
    est rei; semper citra veritatem est similitudo. Deinde, ut
    possitis aestimare quantum quotidie ingenia decrescant, et
    nescio qua iniquitate naturae, eloquentia se retro tulerit:
    quidquid romana facundia habet quod insolenti Graeciae aut
    apponat aut praeferat, circa Ciceronem effloruit... In
    deterius deinde quotidie data res est, sive luxu temporum:
    nihil est enim tam mortiferum ingeniis quam luxuria, sive cum
    praemium pulcherrimae rei cecidisset, translatum est omne
    certamen ad turpia, multo honore quaestuque vigentia, sive
    fato quodam, cuius maligna perpetuaque in omnibus rebus lex
    est, ut ad summum perducta, rursus ad infimum velocius quidem
    quam ascenderant, relabantur. Torpent ecce ingenia desidiosae
    iuventutis nec in ullius honestae rei labore vigilatur...
    Quis aequalium vestrorum, quid dicam satis ingeniosus, satis
    studiosus, immo quis satis vir est?... Ite nunc, et in istis,
    nisi in libidine, viris, quaerite oratoren". Comentaron entre
    los nuestros á Séneca Juan Pérez (Petreius), en los _Scholia_,
    al fin de sus _Progymnasmata_; H. Núñez, _Castigationes_,
    Venecia, 1536; París, 1603; en la edición de Erasmo, 1537-1557;
    Antonio Covarrubias y Antonio Agustín, de cuyos _Excerpta_
    se valió Scotto en su edición de 1604; Francisco de Quevedo
    tradujo y continuó dos de las _Suasorias_; Luis Vives imitó
    las _Controversias_. Véanse, además, Nic. Antonio y Rodríguez
    de Castro, en sus Bibliotecas, y los PP. Mohedanos. La mejor
    edición A. Kiessling, Teubner, 1872; íd., _Neue Beiträge
    zur Kritik des Rhetor Seneca_, Hamburgo, 1871; Max. Sander,
    _Der Sprachgebrauch des Rhetors Ann. Seneca_, Waren, 1877;
    Buschmann, _Characteristik der Griechischen Rhetoren beim
    Rhetor Seneca_, Parchim, 1878; L. Friedlander, _De Senecae
    controversiis in Gestis Romanorum adhibitis_, Regimonti, 1871;
    Koerber, _Ueber den Rhetor Seneca und die römische Rhetorik
    seiner Zeit_, Cassel, 1864; O. Gruppe, _Quaestiones Annaeanae_,
    Stettin, 1873; O. Rebling, _Observat. crit. in Sen. patrem_,
    Götting., 1868.

=39.= LUCIO JUNIO MODERATO COLUMELA, gaditano, contemporáneo de Séneca,
escribió en el imperio de Claudio 12 libros _De re rustica_, dirigidos
á P. Silvino. El libro décimo acerca de la horticultura lo compuso en
verso para completar lo que no tocó Virgilio en sus _Geórgicas_ (l. IV,
148). Muéstrase el autor muy aficionado á los menesteres del campo; el
estilo, llano, y el lenguaje, castizo, casi sin el mal gusto, grecismos
y voces poéticas de sus contemporáneos.

POMPONIO MELA, de la bahía de Algeciras, escribió en tiempo de Claudio
_De chorographia_ en tres libros, la primera y mejor descripción del
mundo antiguo que se escribió en latín y se ha conservado. Las fuentes
consultadas, excelentes, y de él tomaron los demás el plan bien
ordenado y substancioso, acaso demasiado conciso, con noticias de las
costumbres de las varias naciones. El estilo, algo retórico y apretado
en demasía, con la construcción y frases quebradas de la época de
Séneca.

MODERATO DE GADES, filósofo pitagórico del siglo I, declaró en 11
libros la doctrina pitagórica.

    =40.= Colum., X, 185: "Mea quam generant Tartessi littore
    Gades". Pertenecía á la tribu Galeria y á la legión VI ferrata,
    que estaba en Siria, donde vivió muchos años. Su _patruus_ fué
    "M. Columella, doctissimus et diligentissimus agricola" (II,
    16, 4), "vir illustribus disciplinis eruditus ac diligentissimus
    agricola Baeticae provinciae" (V, 5, 15), "acris vir ingenii
    atque illustris agricola in municipium Gaditanum" (VII, 2, 4).
    Ediciones en los _Scriptores rei rusticae_, Gesner y Schneider.
    Véase Meyer, _Gesch. der Botanik_, II, págs. 58-67. Tradújole
    Álvarez de Sotomayor.

    Mela, II, 96: "Carteia... atque unde nos sumus _Tingentera_",
    otros el "_Transducta_", de Tolomeo, sin duda Algeciras.
    Cítanse en su obra más de 1.500 nombres geográficos. Edic. C.
    H. Tzschucke, Lips., 1806, con comentario crítico y exegético;
    G. Parthey, _Ad librorum mss. fidem edidit notisque criticis
    instruxit_, Berlín, 1867. Comentáronle ó tradujéronle Tribaldo,
    González de Salas, _el Brocense_ y Chacón. Acerca de Moderato
    de Gades, véase Bonilla, _Hist. filos. esp._, t. I, pág. 172.

[Ilustración: LUCIO ANNEO SÉNECA (Berlín, Altes Museum).]

=41.= LUCIO ANEO SÉNECA (4 a. J. C.-65 d. J. C.), hijo de Séneca el
retórico, nació en Córdoba, estudió en Roma con los filósofos Atalo,
Sotion y Papirio Fabiano; fué hecho senador en tiempo de Calígula,
desterrado á Córcega (41) á poco de tomar Claudio las riendas del
Imperio; á instancias de Mesalina, volvió, ocho años después, á Roma
(49), llamado por Agripina, que le confió, con Burro, la educación
de su hijo Nerón, y le hizo nombrar pretor; más tarde, hecho cónsul
por Nerón (57), gobernó algún tiempo el Imperio; pero acusado (65),
aunque falsamente, de haber participado en la conjuración de Pisón,
fué forzado por Nerón á quitarse la vida, lo que hizo abriéndose las
venas en el baño. Fué Séneca el hombre de más valer de su época, el
más poderoso por algún tiempo, el mayor filósofo y uno de los más
sobresalientes escritores de Roma. Los de la conjuración contra Nerón
pretendían, sin saberlo Séneca, hacerle Emperador, lo cual, junto con
el ningún abuso que hizo de su poder y la serenidad y fortaleza con que
murió, prueban la virtud natural de aquel grande hombre.

    =42.= Fué envuelto Séneca en la acusación contra Julia
    Livilla, la menor de las hijas de Germánico y de las hermanas
    de Calígula, el año 41, y como ella, fué desterrado (Tác.,
    _Anal._, XIII, 42; Dion., LXI, 10). Tác., _Anal._, XII, 8:
    "Agrippina... veniam exilii pro Annaeo Seneca, simul praeturam
    impetrat... ut Domitii pueritia tali magistro adolesceret et
    consiliis eiusdem ad spem dominationis uterentur, quia Seneca
    fidus in Agrippinam memoria beneficii et infensus Claudio
    dolore iniuriae credebatur". Sobre la conducta de Séneca, _De
    Otio_, 3, 3: "Si resp. corruptior est quam ut adiuvari possit,
    si occupata est malis, non nitetur sapiens in supervacuum nec
    se nihil profuturus impendet"; y es lo que hizo, retirándose
    á su quinta, cuando, tras los buenos años de Nerón, debidos
    á sus consejos, se despeñó aquel monstruo en los desórdenes,
    lujurias, crueldades, que sabemos por Tácito y Suetonio. Tác.,
    _Anal._, XIII, 2: "Ibatur in caedes, nisi Afranius Burrus
    et Annaeus Seneca obviam issent. Hi rectores imperatoriae
    iuventae et... concordes diversa arte ex aequo pollebant...
    Seneca praeceptis eloquentiae et comitate honesta, iuvantes
    invicem, quo facilius lubricam principis aetatem, si virtutem
    asperneretur, voluptatibus concessis retinerent"; pero contra
    esta aserción, véase Dion., LXI, 4. Que se aprovechó con
    usuras, según la costumbre ya añeja de la República, lo dice
    Tácito, _Anales_, XIII, 42; y Dion., LXII, 2; LXI, 10; aunque
    éste le achaca cuantas hablillas recogía del vulgo, como hizo
    con Cicerón. Pero supo bien emplear sus riquezas, siendo
    generoso hasta con los esclavos, á quienes tiene por hombres,
    único ejemplo entre gentiles, y viviendo él con moderación, y á
    tiempos hasta con aspereza, por amor á la filosofía.

    Pudo, al morir, echar una ojeada tranquila sobre el curso
    de su vida, mayormente si la comparaba con los más de su
    tiempo: "imaginem vitae suae relinquere" (Tác., _Anal._, XV,
    62), "contemplatione vitae por virtutem actae" (íd., 63).
    Volquardsen, _Ehrenrettung des Seneca_, Hadelrsleben, 1839;
    E. F. Gelpke, _De Senecae vita et moribus_, Bern, 1848; A.
    Martens, _De Senecae vita et de tempore quo scripta eius
    philosophica... composita sunt_, Altona, 1871.

=43.= Las obras de Séneca conservadas son varios libros de asuntos
morales, cartas á Lucilio, cuestiones naturales y ocho tragedias. No
es filósofo especulativo ni menos metafísico; como todos los romanos,
rehuye las abstracciones y hondas concepciones y toma de la filosofía
la parte práctica, la moral, y aun ésta sin sistema fijo y bien
redondeado. En las mismas cuestiones naturales se ve al moralista.
En el fondo es estoico; pero, quitadas las sutilezas especulativas y
suavizada la aspereza y severo rigor de la escuela, todo él, rebosando
hambre de virtud y justicia, se derrama en alabanzas del bien moral
y comunica á sus lectores esas mismas ansias de la justicia y de la
virtud. Ni él mismo sabe acaso á qué atenerse acerca de la naturaleza
de Dios, del alma, del universo, del origen y fin de las cosas, de la
inmortalidad, de la providencia; pero es el más caluroso predicador de
la bondad y el más elocuente encomiador de la virtud y del bien. Le
falta plan, orden, unidad, repítese en mil partes; pero siempre hay
honda sinceridad, grandeza de miras, nobleza de pensamientos, nervio
y calor. Séneca es, en suma, un varón fuerte, todo voluntad y nervio,
que esfuerza y alienta á sus lectores para emprender cosas grandes,
confiando en la virtud. Es un gran reactivo contra la afeminación de su
tiempo, y en ello se muestra fino español, no menos que en la gravedad
y en el sentido común de atenerse á la práctica de la vida, sin
evaporarse en metafísicas soñadoras. Educar y robustecer la voluntad,
llevando por norma la razón como único imperativo categórico; tal es la
filosofía de Séneca. De ahí la vaguedad hasta en definir lo que es _la
naturaleza_, cuando siempre repite que hay que obrar conforme á ella.
_La naturaleza_ para él es la razón, que dicta certeramente el bien y
se da leyes á sí misma, como después ha dicho Kant.

El estilo es el que corresponde á este espíritu apostólico, en una
época en que la serenidad grandiosa, hija de la libertad, que brotaba
de labios de Cicerón en suelta y musical ondulación, hubo de plegar
sus alas, reconcentrada por los fríos vientos de tiranía y espionaje
que soplaban por doquier y convertirse en cejijunta reflexión y
escudriñamiento solapado de los repliegues del alma. Este color del
estilo en los escritores del Imperio, cuya más perfecta manifestación
se halla para la prosa en Tácito y Séneca, para la poesía en Juvenal y
Persio, es la causa del estilo cortado, sentencioso, á llamaradas, que
entre la obscuridad brilla por momentos como centellas súbitas que se
encienden y se apagan. Á ello contribuía no menos el tono de predicador
de la moral y de perseguidor del vicio en que consisten los escritos
de Séneca, y en ello se muestra tan español como en lo demás, pues tal
es el corte del castellano en sus refranes, ceñido y hondo, sutil y
brillante. Con su valentía y personalidad propia y con la fogosidad
y reciura, que le venía de casta, como verdadero español, creó un
estilo maravilloso para su intento y para su tiempo, contrarrestando
el afeminamiento con que el arte griego había reblandecido los aceros
del primitivo decir romano. Peligroso era imitar lo inimitable, por
lo cual Quintiliano refrenaba sus alabanzas al ver que la mocedad
toda se iba tras él, abandonando la pureza sin tacha de Cicerón. Pero
eran otros los tiempos, y el esfuerzo de los escritores españoles
no podía contrarrestar la rauda del mal gusto de otra manera que
devolviendo al habla literaria la vehemencia, que le dieron Séneca á
la prosa, Lucano al verso y la sinceridad que refrescase y remozase el
artificioso y huero estilo, propio de toda literatura que se despeña
por el bastardeamiento de lo natural. Esta sinceridad es manifiesta
en Marcial, tan fuerte como en Catulo, es visible en Quintiliano, que
remoza el habla de Cicerón y se echa de ver hasta en el brío de Séneca
y Lucano. "Puso tan menudas y juntas las reglas de la virtud, en estilo
elocuente, como si bordara una ropa de argentería, bien obrada de
ciencia, en el muy lindo paño de la elocuencia". (Alonso de Cartagena).

El ἀποκολοκύντωσις ó satírica apoteosis de Claudio es una satura en la
mezcla de prosa y verso y en el tono mordaz. Las tragedias de Séneca
no se hicieron para representarse, ni siquiera como obras puramente
dramáticas. Tenía suficiente talento su autor para ver que ni había en
ellas enredo, ni desarrollo psicológico, ni nudo, ni caracteres fijos
de los personajes. Eran temas para desenvolver cuadros líricos, y así
consideradas no puede negarse que en sus versos, si hay menos aticismo,
mesura y sobriedad que en los de Horacio, hay, en cambio, más calor,
más vida, más honda filosofía y tanta ó mayor fuerza de imaginación,
con parecida maestría en el metrificar. Su imitación dañó á los que
desde el Renacimiento escribieron tragedias, por no comprender todo
esto y por no acudir á los trágicos griegos, de los cuales Séneca quiso
pasar al latín la expresión lírica y nada más, sobre todo, de Eurípides.

    =44.= Tác., _Anal._, XII, 3: "Fuit illi viro (Séneca) ingenium
    amoenum et temporis eius auribus accommodatum". Quint., Χ,
    I, 125: "Ex industria Senecam in omni genere eloquentiae
    distuli, propter vulgatam falso opinionem qua damnare eum et
    invisum quoque habere sum creditus. Quod accidit mihi dum
    corruptum et omnibus vitiis fractum dicendi genus revocare
    ad severiora iudicia contendo". Id., 126: "Tum autem solus
    hic fere in manibus adolescentium fuit. Quem... potioribus
    (sobre todo á Cicerón) praeferri non sinebam, quos ille non
    destiterat incessere...". Id., 127: "Placebat propter sola
    vitia...". Id., 128: "Cuius et multae alioqui et magnae
    virtutes fuerunt, ingenium facile et copiosum, plurimum studii,
    multa rerum cognitio...". Id., 129: "In philosophia parum
    diligens, egregius tamen vitiorum insectator fuit. Multae in
    eo claraeque sententiae, multa etiam morum gratia egenda; sed
    in eloquendo corrupta pleraque atque eo perniciosissima quod
    abundat dulcibus vitiis", respecto de su modelo, Cicerón;
    pero hay muchas maneras de elocuencia, si bien la de Cicerón
    es más grandiosa y de mejor gusto. Id., 131: "multa probanda
    in eo, multa etiam admiranda sunt: eligere modo curae sit".
    Fronton, que decía no haber en Tulio ninguna voz exquisita
    ni rebuscada, y por ello le tachaba de perezoso (!), como si
    la elocuencia consistiese en palabrillas raras y desusadas,
    dice de Séneca, pág. 155: "Eloquentiam... Senecae mollibus
    et febriculosis prunuleis insitam subvertendam censeo
    radicitus"; sino que tal elocuencia no es la de Séneca, sino
    la suya. M. Pelayo, _Cienc. esp._, I, 252, 3.ª ed.: "Grande
    debió de ser el elemento español en Séneca, cuando á éste
    siguieron é imitaron con preferencia nuestros moralistas de
    todos tiempos y cuando aun hoy es en España su nombre el
    más popular de los nombres de filósofos y una especie de
    sinónimo de la sabiduría, lo cual indica que sus doctrinas y
    hasta su estilo tienen alguna esencial y oculta conformidad
    con el sentido práctico de nuestra raza y con la tendencia
    aforística y sentenciosa de nuestra lengua, manifiesta en
    sus proverbios y morales advertencias, de expresión concisa
    y recogida, como los apotegmas de Séneca, que pugnan con el
    genio de la lengua latina y la cortan seca y abruptamente".
    Edic. de las obras completas: Fr. Haase, Lips. Teubner, 1852,
    3 vols. y _Adnotationes criticae ad Sen._, Breslau, 1852,
    1859. Consúltense: Boissier, _El cristianismo y la moral de
    Séneca_; Martha, _Los moralistas bajo el imperio_. Entre los
    nuestros, Η. Núñez editó y anotó á Séneca en 1536; Pablo Mártir
    Rizo publicó _Historia de la vida de Lucio Anneo Séneca_,
    Madrid, 1625; Fernando Álvaro Díaz, _Séneca y Nerón_, Madrid,
    1641; Alonso Núñez de Castro, _Séneca impugnado de Séneca
    en cuestiones políticas y morales_, 1651; Diego Ramírez de
    Albelda, _Por Séneca sin contradezirse, en dificultades
    políticas, resoluciones morales_, Zaragoza, 1653; Juan Baños
    de Velasco, _L. Anneo Séneca ilustrado en blasones políticos
    y morales y su impugnador impugnado de sí mismo_, 1670; íd.,
    _Comentarios estoicos á Séneca_, 1671. Traducción de los
    libros: Alonso de Cartajena, Navarrete, 1627; Martín Godoy de
    Loaisa (Ms. 17, 731. Bibl. Nac.); _De beneficiis_, además,
    Gaspar Ruiz Montiano elegantísimamente; las Cartas por mandado
    de Fernán Pérez de Guzmán; González de Salas, las _Troyanas_;
    Quevedo 90 epístolas, de las que tenemos 11. Otras traducciones
    manuscritas en Bonilla, _Hist. filos. esp._, t. I, pág. 394, y
    t. II, apénd. III, pág. 473.

    No he tocado la cuestión de las Cartas cruzadas, según
    creía hasta el mismo San Agustín ó no lo contradecía por no
    escandalizar á la gente menuda, entre Séneca y San Pablo,
    porque basta leerlas sin más para ver que son falsas, y que
    Séneca no conoció la doctrina evangélica, como ni más tarde
    Tácito. El corro de eruditos y magnates de Roma no sabía ni
    quería saber nada del pueblo, en el cual iba germinando la
    doctrina evangélica.

=45.= MARCO ANEO LUCANO (39-65 d. J. C.), sobrino de Séneca el filósofo
e hijo de Aneo Mela, el hermano del mismo Séneca, nació en Córdoba y
de ocho meses fué llevado á Roma, donde, educado por Cornuto y otros
grandes maestros, dió presto clara muestra de su ingenio y elocuencia,
tanto en prosa como en verso. Partióse á Atenas, y llamado á Roma por
Nerón, le admitió en el corro de sus amigos; pero sus triunfos poéticos
despertaron la envidia en el emperador. Prohibióle la lectura de sus
versos, con lo que, irritado el poeta, tomó parte en la conjuración de
Pisón, la cual descubierta, fué condenado á muerte, dándole á elegir
el modo y él dió el brazo á su médico para que le abriese las venas.
Suetonio dice que se rebajó demasiado demandando perdón al Emperador;
de todos modos, acabó con fortaleza varonil.

De sus obras sólo nos queda la _Farsalia_, en diez libros, epopeya
sin acabar de la guerra civil entre Pompeyo y César, en la cual se
pone del bando de Pompeyo y de la República. Al principio adula á
Nerón; pero después habla con libertad y grandeza de ánimo. El estilo
es grandilocuente hasta dejarlo de sobra, rebuscado, cuajado de
descripciones, discursos y sentencias. Muestra, con todo, cualidades
envidiables en la fuerza trágica, en la riqueza de fantasía, en la
oratoria y en la facilidad del versificar sonoro y magnífico. La falta
de naturalidad, lo campanudo y algo de la obscuridad consiguiente,
débense en parte al gusto de su tiempo, en parte á la falta de madurez
del joven autor.

    =46.= De las dos biografías que tenemos de Lucano, la una,
    que parece ser de Suetonio, le es desfavorable y concuerda
    con la _Crónica_ de San Jerónimo; la otra, más completa, le
    admira y defiende, y puede ser del gramático Vacca, que vivió
    en el siglo VI. F. Weber, _Vitae M. An. Lucani collectae_,
    part. I. Marburg, 1856; Reifferscheid, I, I, páginas 392-394;
    C. F. Weber, _Lucani vita per annos digesta_, I, I. Part.
    II, Marb., 1857; _vitae poster._ (extracto de manuscritos),
    ib., 1858 (Part. III). Suet., _Vita_: "detecta coniuratione
    nequaquam parem animi constantiam praestitit... impetrato
    autem mortis arbitrio libero... brachia ad secandas venas
    praebuit medico". Vacca: "Sua sponte coactus vita excedere
    venas sibi praecidit". Vacca: "Quo interdictum est ei poetica";
    Tácit., _Anal._, XV, 49: "Famam carminum eius premebat Nero
    prohibueratque ostendere, vanus adsimulatione". Quint., X, 1,
    90: "Lucanus ardens et concitatus et sententiis clarissimus et,
    ut dicam quod sentio, magis oratoribus quam poetis imitandus".
    La acusación de Servio (_Ad Aeneid._, I, 382), "Lucanus ideo
    in numero poetarum esse non meruit, quia videtur historiam
    composuisse, non poema", parece venir de Suetonio; repítenla
    Petronio y San Isidoro, y nació del creer que no puede haber
    poema si no se sigue el plan de los homéricos. La causa de
    Pompeyo es para él la del derecho y de la libertad; la de
    César la llama _scelus_, y así es héroe negativo del poema;
    sólo Catón sobrepuja á Pompeyo. M. Pelayo, _Ideas estéticas_,
    I, pág. 409: "¿Quién no ve claro en el ingenio hirviente y
    tumultuoso, á la vez que pesimista y sombrío, de Lucano;
    en aquella epopeya tan rica de color y al mismo tiempo tan
    abstracta y tan triste; en aquel poema sin dioses ni ciudad
    romana, pero henchido de moralidades y presentimientos y
    alumbrado de vez en cuando por la misteriosa luz de las
    supersticiones druídicas y orientales; en aquella entonación
    solemne y enfática, una especie de eco del imperativo
    categórico de Séneca, que Lucano aplica á la poesía, para
    levantarla con empuje extraordinario y darle la única vitalidad
    que entonces podía tener, si bien luchando con los resabios
    de escuela, que obligan á ser falso al poeta hasta en la
    expresión de lo verdadero?". Algo de vago y lucanesco hallo en
    esta parrafada del insigne M. Pelayo, aunque su pincel diera
    en ella toques tan coloristas como en su poema el sobrino de
    Séneca. Edic. Usener, _Lucani pugnae Pharsaliae narratio ex
    H. Gr. rec. ed. cum comm. critico_, Greifswald, 1863; C. F.
    Weber _cum notis variorum_, Lips., 1821-1831, tres vols.; en
    el último, los escolios. Consúltense: Genthe, _De Lucani vita
    et scriptis_, Berlín, 1859. Traduc. Laso de Oropesa, Juan de
    Jáuregui, Aguilar, Jerónimo de Porres.

=47.= CAYO VALERIO FLACO BALBO SETINO, probablemente nacido en Setia,
de España, floreció en tiempo de Vespasiano y murió hacia el 86 ú 87 de
Cristo. Sus ocho libros del poema _Los Argonautas_ es traducción libre
y mejorada del de Apolonio de Rodas, habiendo cercenado lo erudito y
ensanchado las escenas patéticas, ceñido y pintado mejor los personajes
y ahondado más adentro en las almas. Es algo retórico, é imitando
á Virgilio le añade demasiadas figuras y expresiones atrevidas y
rebuscadas. No parece quedó acabado el poema de este único poeta, cuyas
obras conocemos, del imperio de Vespasiano.

    =48.= Quint., X, 1, 90: "Multum nuper in Valerio Flacco
    amisimus". Fué _quindecemvir sacr. fac._ (I, 5). Cotejo
    del poema _Argonautica_ con el de Apolonio en A. Weichert,
    _Ueber Leben und Gedicht des Apol._, Meirsen, 1821, y G.
    Thilo, _Proleg._ Consúltense Schenkl, _Studien_, págs.
    103-110; G. Meyncke, _Quaestiones Valer._, Bonn, 1865; Reuss,
    _Observationes Valerianae_, Marburg, 1871. Edic. _Cur._ P.
    Burmann, Utrecht, 1702; _Cum comm. perp._, ed. J. A. Wagner,
    Götting., 1805; _Recensuit_ Georg. Thilo, Halle, 1863; A.
    Bährens, Leipzig, Teubner. Hay una traducción del siglo XVI y
    otra de León Bendicho.

=49.= CAYO SILIO ITÁLICO (25-101) nació probablemente en Itálica,
fué Cónsul (68) y Procónsul en Asia, venerado y querido de todos,
mayormente de Plinio el joven y de Marcial. Devotísimo de Cicerón
y de Virgilio, poseyó algunas de sus quintas, y retirado á la de
Nápoles, escribió en diez y siete libros la epopeya sobre la segunda
guerra púnica, tomando la materia de Tito Livio é imitando bastante
servilmente á Homero y Virgilio.

Explicando los hechos históricos por la intervención de los dioses,
convirtió la historia en mitología. La exposición, rica en episodios,
declamatoria y prolija; la versificación, de puro esmerada, cansa por
lo monótona. De refinado gusto, pero de corta vena poética, versificaba
con más cuidado que ingenio.

    =50.= Los que niegan fuese de Itálica se fundan en que Marcial
    nunca le llama compatriota, y aun en que los de Itálica habían
    de llamarse italicenses. ¿Por qué se llamó, pues, Italicus?
    ¿Por ser de Italia? Cuanto al argumento negativo de no
    llamarle tal ó cual un autor tampoco es de grave peso. Plinio,
    _Epist._, III, 7: "Causa mortis (de Silio) valetudo. Erat illi
    natus insanabilis clavus (apostema), cuius taedio ad mortem
    irrevocabili constantia decucurrit, usque ad extremum diem
    beatus et felix... Laeserat famam suam sub Nerone: credebatur
    sponte accusasse. Sed in Vitelli amicitia (Tác., _Hist._, III,
    65) sapienter se et comiter gesserat, ex proconsulatu Asiae
    gloriam reportaverat, maculam veteris industriae laudabili
    otio abluerat... Fuit inter principes civitatis sine potentia,
    sine invidia: salutabatur, colebatur, multumque in lectulo
    iacens cubiculo semper non ex fortuna frequenti doctissimis
    sermonibus dies transigebat, cum a scribendo vacaret...
    Scribebat carmina maiore cura quam ingenio, nonnumquam
    iudicia hominum recitationibus experiebatur... Novissime ita
    suadentibus annis ab urbe secessit seque in Campania tenuit ac
    ne adventu quidem novi principis (Trajano el 99) inde commotus
    est... Erat φιλόκαλος usque ad emacitatis reprehensionem.
    Plures isdem in locis villas possidebat" (una de Cicerón, acaso
    el _Cumanum_; Marcial, XI, 48: "Silius haec magni celebrat
    monimenta Maronis, iugera facundi qui Ciceronis habet. Heredem
    dominumque sui tumulive larisve non alium mallet nec Maro
    nec Cicero.") adamastique novis priores neglegebat. Multium
    ubique librorum, multum statuarum, multum imaginum, quas non
    habebat modo, verum etiam venerabatur, Vergilii ante omnes,
    cuius natalem diem religiosius quam suum celebrabat, Neapoli
    maxime, ubi monimentum eius adire ut templum solebat". Tiene
    el poema de Silio, como Homero, su Ὄνειρος (III, 163), su
    Κατάλογος (III, 222), su partida de Héctor (Hannibal, III, 62),
    su descripción del escudo (II, 395), sus ἆθλα (X, 227), su μάχη
    παραπoτάμιoς (IV, 667), su Proteo (VII, 415), su νεκυíα (XIII,
    395). Escipión se halla dudoso entre la Virtus y la Voluptas,
    como Hércules (XV, 20); Juno favorece á Hannibal; Venus y
    Vulcano trabajan por su parte. Edic., _Comm. perp. illustr._,
    J. C. Th. Ernesti, Lips., 1791, 2 vols.; _Perpet. annot. ill._,
    G. A. Ruperti, Götting., 1795, 2 vols. Consúltense C. Thilo,
    _Quaestiones Silianae_, Halle, 1858. Traduc. Miguel Cortés,
    _Diccionario geográfico-histórico de la España antigua_.

=51.= MARCO VALERIO MARCIAL (42-102 d. J. C.), nació en Bilbilis,
junto á la actual Calatayud; de familia equestre; el padre Valerius
Fronto, la madre Flaccilla. Fué á estudiar leyes á Roma, pero se
entregó á la poesía, viviendo allí treinta y cuatro años con harto
mediano pasar, no obstante lo bajamente que aduló al Emperador
Domiciano, de quien recibió una mediana quinta en Nomentum y una
casilla en Roma (II, 38, I, 55), el cargo de tribuno (III, 95, 9) y
el _ius trium liberorum_ (II, 92). Vuelto á su tierra, casóse con la
rica Marcella, que admiraba sus versos, muriendo poco después. Como
poeta fué uno de los mayores de Roma, y en el género epigramático, ya
en el estilo griego y primitivo de delicada y hierática inscripción
(el libro XIII, _Xenia_, y el XIV, _Apophoreta_), ya en el satírico
(casi todos los demás), el primero de todos. Fué en su manera de vivir
lo que hoy llamaríamos un bohemio sin casa ni hogar de ordinario, mal
trajeado, sin un cuarto; pero con su ingenio sutil, abierto á toda
novedad, curioso y comunicativo, con su gusto ático refinadísimo y, más
que nada, con la franqueza y sinceridad de los de su tierra aragonesa,
con su delicada socarronería, baturra y ateniense á la vez, nos dejó
la pintura de las costumbres del imperio de Domiciano día por día,
como en un semanario satírico. Picante y mordaz, tanto como Lucilio y
Catulo, elegante á fuer de otro Horacio, lascivo y bullicioso á par
de Ovidio, sobrepuja á todos los poetas romanos en la fuerza de la
sinceridad y á ninguno da ventajas en la delicadeza del gusto y estilo
ático. Las costumbres que pinta son á las veces soeces, pero no se
refocila en lo obsceno como Ovidio. Nunca es prolijo, como Lucilio,
sino siempre mesurado, ceñido y justo; está muy lejos del muelle
abandono y casi afeminada risilla de Horacio; antes, con más sutil
humorismo que él, muéstrase siempre varón de más recia urdimbre y de
más decidido empuje. Hubiera hecho mal en seguir los consejos de los
que le animaban á poetizar en géneros de más estruendo; no era hombre
para trompetear campanudamente á lo Estacio ó para zurcir sobre ajena
tela descoloridos mosaicos á lo Silio Itálico. No está en los asuntos
ni en los géneros poéticos la substancia de la poesía; ni Marcial, todo
verdad, todo nervio y á la vez todo galanura y mesura, podía sufrir el
fragoroso rimbombeo de poemas hueros ó hinchados ni aun siquiera la
sátira retórica y discurseadora á lo Juvenal. Se ejercitó en el género
que cuadraba á su ingenio y que respondía mejor á la sociedad aquélla,
y vale más un perfecto epigrama que un mediano poema. Y tanto más de
maravillar aquel poeta provinciano, cuanto remozaba la verdadera y más
fina poesía en una época de ampulosidad y de bastardeado gusto.

    =52.= Todos los hombres de su tiempo se hallan nombrados en
    sus obras, salvo Tácito y Estacio, con quienes no debía de
    congeniar. Favoreciéronle los más allegados de Domiciano, de
    quienes mendigaba cenas y vestidos, con la misma bajeza con
    que al Emperador cortejaba, encomiando á aquel monstruo más
    que ningún otro escritor de su tiempo, y eso que los más lo
    hicieron grotescamente. Véase, sobre todo, el libro VIII. Como
    los otros, se desdijo al subir Nerva al trono (X, 72; XII,
    6, 11 y 15, 9). Marcial no era mejor ni peor que los demás
    romanos; pero supo pintar los vicios como ninguno de su tiempo,
    y no hay razón para achacarle el encenagamiento de los que pone
    en la picota. Achaque común de historiadores, atribuir al poeta
    los vicios que escarnece en otros: "Lasciva est nobis pagina,
    vita probast" (I, 4, 8). Era mirado en no señalar personas
    (I, praef., y VII, 12, 3): "Mea nec iuste quos odit pagina
    laesit"; X, 33, 10: "Parcere personis, dicere de vitiis; véanse
    además II, 23; III, 11; IX, 95; P. Giese, _De personis a Mart.
    commemoratis_, Greifswald, 1872. Juicio en Plinio, _Epist._,
    III, 21, 1: "Audio Valerium Martialem decessisse et moleste
    fero. Erat homo ingeniosus, acutus, acer, et qui plurimum in
    scribendo et salis haberet et fellis (cfr. Mart., VII, 25, 3)
    nec candoris minus". El juicio que da de Marcial M. Pelayo,
    _Ideas estéticas_, I, pág. 412, etc., cabría mejor en labios
    de un fraile predicador de misiones: "No hay bestialidad de la
    carne que el poeta bilbilitano no haya convertido en materia
    de chistes, sin intención de justificarlas, es verdad (¿Quién
    es capaz de calar esas intenciones?), sin hermosearlas tampoco
    (¡Va en gustos!, y extraño se lo quitara aquí al Maestro
    el fervor de misionero); pero con la malsana curiosidad de
    quien reúne piezas raras para un museo secreto" (!). Edic.
    Ramírez de Prado, París, 1607; _Cum animadv. J. Fr. Grenovii_,
    ed. C. Schrevelius, Amsterd., 1661, 1670; _Edidit_ F. Guil.
    Scheneidewin, Grimma, 1842, y _Ex rec. sua denuo recognita_,
    Lips. Teubner, 1853. Consúltese A. Brandt, _De Martialis poetae
    vita_, Berlín, 1853; G. E. Lessing, _Werke_, I, pág. 190 seqq.
    _Mart. als Mensch und Dichter_, Berl., 1843. Traduc.: González
    de Salas, Tomás Tamayo de Vargas, Manuel Sarmiento de Mendoza,
    Baltasar Céspedes y varios en la Biblioteca clásica. De un
    _Deciano_, poeta y filósofo español, natural de Mérida, escribe
    Marcial (l. 1, ep. 9, 40, 62; l. 2, pref. y ep. 5).

=53.= MARCO FABIO QUINTILIANO (35?-95? d. J. C.), nació en Calahorra y
fué llevado á Roma por Galba, donde tuvo por maestro á Palemón (68),
y abrió el primero allí escuela pagado por el fisco (88). Domiciano
le encomendó la educación de los hijos de Flavio Clemente, á quienes
pensaba dejar el Imperio y le nombró Cónsul. Abogó con gran loa, entre
otros muchos, por la Reina Berenice en el imperio de Vespasiano, y ya
entrado en edad y retirado de la enseñanza escribió la _Institución
oratoria_ en doce libros, tomando al alumno desde sus tiernos años y
educándole para orador perfecto.

En el libro X, tratando de la imitación de los mejores autores griegos
y romanos, va dando el juicio acerca de ellos respecto del arte
oratoria, presentando como modelos más acabados á Demóstenes y Cicerón.
Antes había compuesto una obra acerca de la decadencia de la oratoria,
que parece ser el _Diálogo de los oradores_, que otros atribuyen á
Tácito, Plinio el mozo y á Suetonio. Quintiliano fué varón grave y
serio, de natural dulce y humano, poco amigo de tildar ni criticar á
los demás y de los que menos adularon á Domiciano. Propúsose remozar
la antigua elocuencia y el habla ciceroniana y es el que más trabajó
por contrastar la decadencia del mal gusto, siendo además su estilo y
lenguaje el más parecido de todos los escritores romanos al de Cicerón,
sobre todo en el _Diálogo de los oradores_, donde, libre de las trabas
didácticas, podía mejor de él hacer gala. Como preceptista tiene
un criterio sano, sin nada de dómine, sin triquiñuelas de pequeños
gramáticos y retoricuelos. Su fundamento moral es el dicho de Catón y
suyo, _vir bonus dicendi peritus_; la discreción, el eclecticismo y
la libertad de opinar, sus normas. Como buen romano, no pensó en las
especulaciones científicas de su arte, como Aristóteles; atúvose á la
práctica formación del acabado orador y tal como Cicerón mismo lo había
soñado. Las declamaciones que algunos le atribuyen no son suyas.

    =54.= San Jerónimo: "M. Fabius Quintilianus Romam a Galba
    perducitur... primus Romae publicam scholam et salarium e fisco
    accepit et claruit". Ausonio, _Prof. Burdig._, I, 7: "Asserat
    usque licet Fabium Calagurris alumnum". Quint., IV, 1, 19:
    "Ego pro regina Berenice apud ipsam causam dixi". Marcial, II,
    90, 1: "Quintiliane, vagae moderator summe iuventae, gloriae
    romanae, Quintiliane, togae". Plinio, _Epist._, II, 14, 10:
    "Ita certe ex Quintiliano, praeceptore meo, audisse memini".
    Quint., I, proem.: "Post impetratam studiis meis quietem,
    quae per viginti annos erudiendis iuvenibus impenderam". Id.,
    IV, proem.: "Cum mihi Domitianus Aug. sororis suae nepotum
    delegaverit curam". Juven., VII, 197: "Si fortuna volet, fies
    de rhetore consul". Quint., VI, proem.: "Ita forte accidit ut
    eum quoque librum quem de causis corruptae eloquentiae emisi".
    Los que atribuyen el _Diálogo de los oradores_ á Tácito, se
    fundan en estos argumentos: 1.º. La frase "inter nemora et
    lucos", que Plinio (Ep. IX, 10, 2) atribuye al mismo Tácito
    y se lee en el _Diálogo_ (9, 12); pero era frase hecha, "ut
    ipsi (los poetas) dicunt", como en el mismo _Diálogo_ se
    dice, y en las _Instituciones_ se halla con el mismo sentido
    "nemora et sylvas". 2.º. Que no hay otro autor de talento y
    carácter capaz que pudiera escribirlo; pero mejor puede esto
    decirse de Quintiliano que de Tácito. 3.º. Que fuera de las
    imitaciones de Cicerón, el estilo del _Diálogo_ se parece al de
    Tácito; pero es el caso que todo el _Diálogo_ es imitación de
    Cicerón, y que jamás Tácito le imita en sus obras. Los que lo
    atribuyen á Plinio, como Hesse, dicen que Iustus Fabius es á
    quien el _Diálogo_ se dirige y á quien Plinio escribió cartas;
    pero pudieran ser dos personas, y aunque fuera la misma, la
    consecuencia no es necesaria. Pero, además de la diferencia
    de estilos, Plinio nació el 62 y tenía diez y ocho años el 79
    de J. C., como dice él mismo, de modo que cuando se supone
    habido el _Diálogo_, año 76, tenía catorce ó quince años,
    edad en que no era capaz de reparar en estas cosas. Contra
    Quintiliano se dice: 1.º. Que el autor del _Diálogo_ dice era
    _iuvenis admodum_, cuando lo oyó entre los literatos famosos
    del tiempo de Vespasiano, Curiatius Maternus el trágico,
    Vipstanus Messala el historiador, y los oradores M. Aper y
    Julius Secundus, el año 120 después de la muerte de Cicerón,
    ó sea el 76 de J. C., y que entonces tendría Quintiliano,
    á lo más, veintiocho ó treinta años, si al llegar á España
    con Galba, el año 68, tenía unos veinte, como es de suponer:
    ahora bien, de veintiocho ó treinta no podía llamarse _iuvenis
    admodum_. Pero, según Varron, en Censorino, la _iuventus_
    llega hasta los cuarenta y cinco años, y, según San Isidoro,
    hasta los cincuenta, pues es la virilidad, _a iuvando_. 2.º.
    Que Quintiliano dice en las _Instituciones_ haber hablado de
    la hipérbole en su obra _De causis corruptae eloquentiae_,
    y no hay tal en el diálogo; pero hay una laguna, además que
    harto hiperbólicamente se habla en él. 3.º. Que el estilo del
    _Diálogo_ es superior al de las _Instituciones_; pero no es
    superior, sino el mismo, aunque por la materia sea más amplio
    y oratorio que en su obra didáctica. 4.º. Que hay opiniones
    opuestas en estas dos obras acerca de Cicerón, por ejemplo;
    pero es M. Aper el que, como orador, alaba la oratoria de
    su tiempo, rebajando algo la de Cicerón; no es el autor del
    _Diálogo_ el que la rebaja, antes es admirador de ella, como
    Quintiliano. Véanse: Eckstein, _Proleg._; J. W. Steiner,
    _Ueber den dial. de or. des Tacitus_, Kreuznach, 1863; H.
    Gutmann, _Diss. qua Tacitum dialogui de or. scriptorem non esse
    demonstratur_, en la ed. Orelli. Por más argumentos que se
    traigan en favor de Tácito, nadie me persuadirá de que fuera
    capaz de escribir el _Diálogo de los oradores_ con el estilo
    ciceroniano en que lo admiramos, como el trozo que en toda
    la literatura latina hay de mayor parecido á los escritos de
    Cicerón. Siempre Tácito presenta otro estilo más duro, severo,
    cortado y á brincos, como imitador de Salustio; no tiene ni un
    período sonoro en el ritmo ciceroniano, á quien jamás imita.
    Ahora bien, él descartado, no conocemos otro autor que se
    parezca á Cicerón, si no es Quintiliano, pues Plinio queda ya
    muy por bajo de entrambos. Y sabiendo que había escrito sobre
    el mismo asunto del _Diálogo_, el _Diálogo_, forzosamente, es
    ese escrito suyo. Quint., Pref., _Instit._: "Efflagitasti...
    ut libros quos ad Marcellum meum de _institutione oratoria_
    scripseram iam emittere inciperem. Nam ipse eos nondum opinabar
    satis maturuisse, quibus componendis... paulo plus quam
    biennum tot alioqui negotiis districtus impendi", tiempo que
    gastó por la mayor parte en allegar los materiales. Id., I,
    proem.: "Ego... non aliter quam si mihi tradatur educandus
    orator studia eius formare ab infantia incipiam". Id., XII,
    77: "Non convenit oratori iniusta tueri scientem". Id., X, 7,
    15: "Pectus est quod disertos facit et vis mentis". Id., X,
    1, 112: "Hunc spectemus (á Cicerón), hoc propositum nobis sit
    exemplum, ille se profecisse sciat cui Cicero valde placebit".
    Id., III, 1, 5: "Hic liber... pleraque non inventa per me, sed
    ab aliis tradita continebit". Id., 22: "Neque me cuiusquam
    sectae velut quadam superstitione imbutus addixi". Id., 4, 11:
    "Nobis et tutissimum est auctores plurimos sequi et ita videtur
    ratio dictare". Id., II, 8, 6: "Libera vel contra receptas
    persuasiones rationem sequenti sententia est". Las fuentes de
    su obra son, en gramática, su maestro R. Palemón; en retórica,
    Aristóteles, el _Ad Herenium_ de Cornificio, Cicerón, Rutilio
    Lupo, Cornuto y Dionisio de Halicarnaso en el _De Compositione
    verborum_; para el libro X, el περὶ μιμήσεως del mismo autor.
    Edic.: C. Halm., Lips., Teubner, 1862, 1869. Consúltense: J.
    D. D. Clausen, _Quaestiones Quintilianeae_, Lips, 1873; F.
    Ozann, _Adnot. crit. 6 particulae_ (sobre el l. X), Giessen,
    1841, 1842, 1845, 1850, 1857, 1858; J. Staender, _Quaestiones
    Quintilianeae_ (sobre la gramática), Bonn, 1865; C. Morawski,
    _Quaest. Quint._, Posnaniae, 1874; P. Teichert, _De fontibus
    Quint. Rhetor._, Brunsbergae, 1884; Ε. Bonnell, _Lexicon Quint.
    et indices_ en la edic. de G. L. Spalding, Lips., 1798-1816,
    6 vols.; E. Hummel, _Quintiliani vita_, Götting., 1843; C.
    Pilz, _Quintilianus, ein Lehrerleben aus der röm. Kaisserzeit_,
    Leipzig, 1863. Trad. de los PP. Escolapios. Véase Μ. Pelayo,
    _Ideas est._, I.

=55.= _Siglo II._--ANIO FLORO, retórico historiador y poeta, vivió en
los tiempos de Trajano, Adriano y Antonino Pío, y nació, probablemente,
en la España Tarraconense. Fué amigo de Adriano, con quien jugueteó en
verso, escribió probablemente un _Dialogus, Virgilius orator an poeta_,
el _Pervigilium Veneris_ y otras composiciones ligeras en versos
trocaicos sobre todo, y una breve, sucinta, florida y retórica historia
romana hasta Augusto, llamada _Bellorum omnium annorum DCC libri duo_,
con tendencias de panegírico.

No debe pasarse en silencio ANTONIUS JULIANUS, de la escuela de
Fronton, retórico español de los más famosos en tiempo de Adriano
y Antonino, maestro de Aulo Gelio, muy elocuente y entendido en
literatura antigua y que enseñaba públicamente en Roma.

    =56.= La introducción del diálogo de F. Annius Florus sobre
    _Virgilius orator an poeta_, descubierta por Th. Oehler en
    un manuscrito de Bruselas, publicado por F. Ritschl, _Rhein
    Mus._, I, 1842, págs. 302-314, y luego en las ediciones de
    Julius Florus de Jahn y de Halm, nos dice que su autor había
    concurrido de mozo (puer) á los juegos capitolinos, donde,
    por parcialidad, no alcanzó la corona, y, despechado, se dió
    á viajar, quedándose al cabo en Tarragona, entregado á la
    "Professio litterarum". "Quid tu tam diu in hac provincia (le
    dice el _interlocutor_), nec... urbem illam revisis ubi versus
    tui a lectoribus concinuntur et in foro omni clarissimus ille
    de _Dacia triumphus_ (de Trajano, el 102 ó 106) exultat?". Esto
    concuerda con la tradición española que hace de nuestra tierra
    al Floro historiador, que hoy creen los autores ser este mismo
    Floro poeta y retórico. Volvémosle á ver en Roma, en tiempo de
    Adriano, pues todos creen ser el "Florus poeta" que jugueteaba
    poetizando con aquel emperador español y tan bien recibido en
    Tarragona. Spartianus, _Hadr._ 16: "Floro poetae scribenti
    ad se: _Ego nolo Caesar esse,_ | _ambulare per Britannos,_ |
    _Scythicas pati pruinas_, rescripsit. _Ego nolo Florus esse,_ |
    _ambulare per tabernas,_ | _latitare per popinas,_ | _culices
    pati rotundos_". Véase Charisius, I, páginas 53, 14 y 140, 6.
    Keil: "Annius Florus ad divum Hadrianum: poematis delector".
    Es, probablemente, autor de los 26 hermosos tetrámetros
    trocaicos sobre costumbres, que llevan por título en el _codex
    Salmasianus_ y en el _Thuaneus_: _Flori de qualitate vitium_
    (núms. 245-252 en A. Riese, _Anthol. lat._, págs. 168-170) y de
    los cinco hexámetros sobre las rosas (ib., núm. 87, pág. 191).
    El lindísimo poema _Pervigilium Veneris_, que hoy se pone en
    la época de Antonino, me sospecho sea también suyo. Véase O.
    Müller, _De P. Annio Floro poeta et carmine quod Pervigilium
    Veneris inscriptum est_, Berlín, 1855.

    Es un poema en estrofas, de 93 versos septenarios trocaicos,
    que celebra la vuelta de la primavera y el poder de _Venus
    Genitrix_, cuyo culto había restaurado Adriano. El estilo vivo,
    coloreado, sentimental y melancólico, á la vez que regocijado,
    con no sé qué de helénico, gracioso y galano. El estribillo:
    "Cras amet, qui numquam amavit, quique amavit cras amet". El
    tono y metro son muy de Floro. Edic. Fr. Bücheler, Lips.,
    Teubner, 1859; A. Riese, _Anthol. lat._, págs. 144-148; y en
    Wernsdorf, _Poet. lat. min._; y en la edición de Petronio por
    Hadrianide. El título de la obra histórica de Floro es en el
    _Codice Bamberg._: "Iuli Flori _epitomae de T. Livio bellorum
    omnium annorum DCC libri duo_". El parecido del nombre _Florus_
    y el convenir la época, no menos que el tono declamador y
    el empleo de los mismos giros y frases, hacen creer que el
    autor de la historia es el mismo retórico y poeta P. Annius
    Florus del _Dialogus_: así lo creen Mommsen, Halm, Spengel
    y Reber. El _Iuli_ sería corrupción de _Publi_ y _Annei_ de
    los manuscritos de segundo orden, una mala lección por _Anni_
    (Halm, _Fleckeisens Iahrb._, 69, pág. 192). Floro quiso "non
    tam narrare bella romana, quam romanum imperium laudare" (San
    Agustín, _Civ. Dei_, III, 19). Así recoge cuanto halla escrito
    en favor de los romanos. Su afición por España salta á la
    vista. Edic. O. Jahn, _Juli Flori epit... rec. et emendavit_,
    Lips., 1852; C. Halm, Lips., Teubner, 1854. Consúltense F. E.
    Köhler, _Observ. criticae in Jul. Fl._, Götting., 1865; J. P.
    Binsfeld, _Quaest. Florianae crit._, Düsseldorf, 1867; Sauppe,
    _De arte critica in Flori Bellis recte facienda_, Götting.,
    1870. Traduc.: Eloy Díaz Jiménez.

    Aulo Gelio, I, 4, 1: "Antonius Iulianus rhetor perquam fuit
    honesti atque amoeni ingenii. Doctrina quoque ista utiliore ac
    delectabili veterumque elegantiarum cura et memoria multa fuit.
    Ad hoc scripta omnia antiquiora tam curiose spectabat et aut
    virtutes pensitabat aut vitia rimabatur ut iudicium esse factum
    ad amussim diceres". Ib., 8: "Ad hunc modum Iulianus enodabat
    diiudicabatque veterum scriptorum sententias, quae apud eum
    adulescentes delectitabant". Id., XIX, 9, 2: "Venerat nobiscum
    ad eamdem cenam Antonius Iulianus rhetor, docendis publice
    iuvenibus magister, hispano ore florentisque homo facundiae et
    rerum litterarumque veterum peritus".

=57.= _Siglo IV. Año 325._ OSIO (256-357), nació en Córdoba, electo
allí por obispo en 294, mártir en tiempo de Diocleciano, é influyó
mucho en el ánimo de Constantino, con quien se hallaba en Milán el 313;
presidió el Concilio de Nicea (325), cuyo _Simbolo de Fe_ redactó,
y murió en Sirmio. Escribió además una célebre carta á Constancio,
Cánones del Concilio de Sardis, una epístola _De laude virginitatis_ y
_De interpretatione vestium sacerdotalium_.

    =58.= Parece fué Osio, cordobés, el que hizo que Calcidio
    tradujese y comentase parte del _Timeo_, única obra en que se
    conoció á Platón, hasta que en el siglo XIII se tradujo el
    _Fedón_. Á un Osio dirige su obra Calcidio. Sobre Osio, véase
    M. Pelayo, _Hist. heterod._, I, 65-77; Flórez, _Esp. Sagr._, t.
    X y V; Bern. Alderete, _Antigüed. de España_, Madrid, 1614, l.
    1, cap. 3.

=59.= _Año 330._ CAYO VECIO AQUILIO JUVENCO, presbítero español, que
floreció en tiempo de Constantino Magno, escribió hacia el año 330 su
_Historia evangélica_, siguiendo, sobre todo, á San Mateo, y valiéndose
de la Itala y á veces del original griego, y acaso la _Historia del
viejo testamento_. Ambas están en hexámetros, con poco esmero en
guardar la cantidad silábica; no le falta con todo cierta sencillez
y aun elegancia, y salpica sus versos de frases virgilianas, aunque
desechando, y con razón, la mezcolanza de la mitología en los asuntos
cristianos. Puede llamársele el más antiguo poeta cristiano, ya que el
obispo de Gaza, Comodiano, de la primera mitad del siglo III, es un mal
versificador, que no se cuida para nada de la cantidad ni de la poesía.

    =60.= San Jerón., _Crón._: "Juvencus presbyter, natione
    Hispanus, evangelia heroicis versibus explicat". Id., _Vir.
    ill._, 84: "Juvencus, nobilissimi generis Hispanus presbyter,
    quattuor evangelia hexametris versibus paene ad verbum
    transferens quattuor libros composuit et nonnulla codem metro
    ad sacramentorum ordinem pertinentia. Floruit sub Constantino
    principe". Del antiguo testamento no habla San Jerónimo.
    Edic. _Ad vaticanos cod. rec._ F. Arévalo, Roma, 1792; Migne,
    _Patr._, XIX. Consult.: A. R. Gebser, _De C. Vett. Aq. Juv.
    vita et scriptis_, Iena, 1827.

=61.= _Año 355._ SAN POTAMIO, obispo de Lisboa, floreció en tiempo
de San Hilario, en la segunda mitad del siglo IV, antes de Teodosio;
nos ha dejado una _Epístola ad Athanasium episcopum Alexandriae de
consubstantialitate filii Dei_, escrita el año 355.

PRISCILIANO, discípulo del egipcio Marco, llegado en 350 á España,
hasta poco ha tenido por hereje, hoy en balanzas de si fué más bien un
reformador del alto clero, perseguido é infamado, después que Schepss
descubrió hasta once opúsculos suyos, no conociéndose antes nada de él,
parece fué lusitano y que nació del 340 al 345, y murió hacia el 380 ó
381.

    =62.= La _Epístola_ de San Potamio se publicó por primera vez
    en 1657, véase Galland, _Bibil. patr._, V; Migne, _Patrol._,
    VIII; Gams, _Spanische Kirchengeschichte_, II. Consúltense:
    Bonilla, _Hist. filos. esp._, t. I, página 196, y t. II, apénd.
    III; M. Pelayo, _Heterod. esp._; Georg. Schepss, _Priscilian_,
    Würtzburg, 1886; íd., _Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum
    Latinorum_, vol. XVIII; _Priscilliani quae supersunt_,
    Vindobonae, 1889; Babut, _Priscillien et le Priscillianisme_,
    París, 1909; F. Paret, _Priscillianus_, Würtzburg, 1891.
    Paisano y contemporáneo suyo fué el monje BAQUIARIO, á quien se
    atribuyen dos opúsculos, _De reparatione lapsi_ y _De Fide_, en
    Flórez, _Esp. Sagr._, t. XV.

    San Jerón., _Vir. ill._, 422: "LATRONIANUS, provinciae
    Hispaniae, valde eruditus et in metrico opere veteribus
    comparandus, caesus est Treveris cum Priscilliano (385; cfr.
    Sulpic. Sever., _Chron._, II, 513...) extant eius ingenii opera
    diversis metris edita". Fué de los corifeos principales del
    priscilianismo.

=63.= _Año 366._ SAN DÁMASO (305-384), papa desde el año 366, fué
español de nación y murió en tiempo de Teodosio (384). Escribió cartas
y elegantes versos, aunque ya con alguna rima de que gustaba el pueblo,
sobre todo epitafios (_tituli_) para los sepulcros de los mártires.

SAN PACIANO, obispo barcelonés, escribió contra los novacianos y
murió en 391. Fué padre de Dextro y se distinguió por su elocuencia
y santidad. AQUILIO SEVERO, español, compuso en prosa y verso una
obra titulada Kαταστρoφὴν ó Πεῖραν y murió en tiempo de Valentiniano.
También fué escritor de aquel tiempo el andaluz TIBERIANO, que escribió
una _Apología_ en estilo rebuscado. DEXTRO, hijo de Paciano, escribió
una historia, que se ha perdido.

    =64.= San Jerónimo, _De vir ill._, 103: "Damasus, romanae urbis
    episcopus, elegans in versibus componendis ingenium habuit
    multaque et brevia metra edidit et prope octogenarius sub
    Theodosio principe mortuus est". Suidas, Δάμασος. San Jerón.,
    _Ep._, 22, 22: "Legas... de virginitate papae Damasi... versu
    prosaque composita" (volumina), y 48, 18, etc. Los epitafios
    en Rossi (_Roma sotterranea_ y en _Inscript. christ._, I, 329,
    pág. 146, II): "Dam. cultor atque amator, Furius Dionysius
    Philocalus" grabó hermosamente las inscripciones (Rossi, I,
    pág. LVI). La mayor parte de sus poesías, en hexámetros;
    algunas en elegíacos; otras en dímetros yámbicos, etc. Tiene
    37 composiciones, sobre los apóstoles, los mártires, los
    Papas, los cristianos difuntos. Edic. F. Ubaldin, _Damasi
    papae opera... cum notis Martii Milesii Sarazanii_, Roma,
    1638; París, 1672; Maittaire, _Opera veterum poet. lat._, 2
    vols., London, 1713; Migne, _Patrol._, XIII, págs. 347-375
    (_Epistolae_), 375-417; _Opera apocrypha_, págs. 423-441.

    San Jerón., _Vir. ill._, 106: "Pacianus, in Pyrenaei iugis
    Barcilonae episcopus castitate et eloquentiae et tam vita
    quam sermone clarus, scripsit varia opuscula, de quibus est
    Cervus (?) et contra Novatianos Sub. Theodosio principe iam
    ultima senectute mortuus est". _Paciani opera_ studios Jo.
    Tilii, París, 1538, y en la _Bibl. patr. max._, IV, página
    305; en Galland, _Bibl. patr._, VII, pág. 257, y en Migne,
    Patrol., XIII. San Jerón., _Vir. ill._, 111: "Aquilius Severus
    in Hispania, de genere illius Severi ad quem Lactantii duo
    epistolarum inscribuntur libri, composuit volumen quasi
    ὁδοιπορικὸν totius suae vitae statum continens tam prosa
    quam versibus, quod vocavit Καταστροφὴν sive πεῑραν, et
    sub Valentiniano principe obiit". San Jerón., _Vir. ill._,
    123: "Tiberianus Baeticus scripsit pro suspicione qua cum
    Priscilliano accusabatur haereseos apologeticum tumenti
    compositoque sermone". San Jerón., _Vir. ill._, 132: "Dexter
    Paciani filius, clarus apud saeculum et Christi fidei deditus,
    fertur ad me omnimodam historiam texuisse, quam necdum legi".
    El _Chronicon Dextri_ (de 752 á 1183 de Roma), que el P.
    Jerónimo Román de la Higuera, jesuita, pretendió haber hallado
    (Zaragoza, 1694, Migne, _Patrol._, XXXI) es obra indigna de
    falsificador. Türk, _Geschichtl. Studien_, I, págs. 34-45;
    Gams, _Kirchengesch. Spaniens_, II, pág. 335.

=65.= El poeta más célebre del imperio de Teodosio es AURELIO
PRUDENCIO CLEMENTE (348-410), natural de Calahorra (_Perist._, IV,
31, cf., I, 116), más bien que de Zaragoza (ib., IV, I, 97). Ejerció
la abogacía, fué Gobernador de una provincia, tuvo elevado cargo
en la milicia y publicó sus poesías á los cincuenta y siete de su
edad (Praef. I), compuestas en metros variados: _Cathemerinon_,
_Hamartigenia_, _Apotheosis_, _Psychomachia_, _Contra Symmachum libri
II_, _Peristephanon_, _Dittochaeon_.

    =66.= Prud. praef., 7: "Docuit toga (virilis) infetum vitiis
    falsa loqui" (de los retóricos), 13: "Exin iurgia turbidos
    armarunt animos" (abogado); 16: "Bis legum moderamine frenos
    nobilium reximus urbium, ius civile bonis reddidimus, terruimus
    reos. Tandem militiae gradu evectum pietas principis (Teodosio)
    extulit, adsumptum propius stare iubens ordine proximo" (primer
    lugar). El orden de sus obras en el prefacio (34): Καθημερινῶν
    _liber_, del empleo de las horas del día y de la vida, como
    hymnus ad galli cantum, ante cibum, post cibum, ad incensum
    lucernae, etc. Ἀμαρτιγένεια, del origen del pecado, según
    Tertuliano, contra el dualismo de los gnósticos y Marción.
    Ἀποθέωσις del dogma de la Trinidad, contra los arrianos,
    sabelianos, ebionitas, maniqueos, según Tertuliano. Ψυχομαχία,
    las pasiones en lucha con las virtudes, tradújola Francisco
    Palomino. _Contra Symmachum libri II_, acerca de la restitución
    del altar de la Victoria en el Senado, que solicitaba aquel
    famoso orador. Περὶ οτεφάνων _liber_, himnos á los mártires,
    sobre todo españoles é italianos. _Dittochaeon_, 49 epigramas
    sobre la Biblia (Διττοχαίον, Gennadius, _Vir. ill._, 13). Edic.
    Faustino Arévalo, Roma, 1788, 2 vols.; Th. Obbarius, Tubing.,
    1845; Migne, _Patrol._, LIX y LX; Alb. Dressel, Lips., 1860;
    A. Puech, _Prudence, Étude sur la poésie latine chrétienne au
    IV siècle_, París, 1888; Conde de la Viñaza, _Aur. Prudenc.
    Clemente_, Madrid, 1888; Risco, _Esp. Sagr._, t. XXX. Los
    himnos de Prudencio, tradújolos Luis Díaz de Aux. Comentóle A.
    Nebrija.




                           ÉPOCA VISIGÓTICA
                            (SIGLOS V-VII)


=67.= _El germanismo en el romance._--Qué deba el romance á las
lenguas germánicas, aunque es problema que todavía ofrezca algunos
puntos dificultosos, la moderna filología ha llegado á determinarlo
claramente en los más substanciales. Está averiguado que no nacieron
los romances del choque entre ellas y el latín vulgar, ni mucho menos
del latín literario corrompido por los godos, que se decía antes lo
echaron á perder por no comprender la flexión latina de los casos y del
verbo. Las lenguas germánicas tenían flexión verbal y casos lo mismo
que el latín, y tan parecidas eran las gramáticas, que de la mezcla del
latín y de las germánicas probablemente sólo hubiera resultado otra
lengua tan flexional como uno y otras. Además, los godos, que fueron
los que convivieron con la raza española, donde nació el castellano,
eran, respecto de la población que aquí hallaron, un río de pequeño
caudal respecto del mar donde desagua. Y sobre todo, cuando á España
llegaron venían ya harto romanizados, con su idioma gótico tan aguado
que acaso fuera más bien romance provenzal que gótico puro. Cuando las
naciones germánicas se pusieron en comunicación con las gentes del
Imperio iban ya diferenciándose las hablas románicas, de suerte que no
podían llamarse latín vulgar, que de tiempos atrás se había en ellas
transformado. Así que el influjo germánico no caló muy adentro de los
romances, no les dió elemento ninguno gramatical, ni mucho menos tocó
al fonetismo, reduciéndose á verbos, nombres y adjetivos sueltos, que
vinieron á añadirse al caudal léxico que ellos tenían. Mayor dificultad
ofrece averiguar la lengua germánica de la cual procede cada vez en
particular, de las así añadidas, por ser tantas las que los germanos
hablaban y la época en que se les pegaron á las románicas semejantes
voces. Al castellano, por ejemplo, no fué el godo el que le dió cuantas
voces germánicas tiene, sino que provienen de otras lenguas de los
bárbaros por la mayor parte, de modo que no es tan hacedero deslindar
cuándo, cómo y de qué dialecto germánico llegó cada una de ellas á
nuestro romance.

Desde que los godos fundan el reino de Tolosa, el año de 418, y entran
en España con su rey Ataulfo, la continua comunicación de los godos y
de los provenzales con los españoles trae á nuestra lengua las pocas
voces góticas que encierra nuestro romance y las más antiguas que de
las germánicas se derramaron por toda la Romanía. Estas últimas suenan
en castellano como en provenzal, y así, es de creer que por la Provenza
vinieran.

    =68.= Más bien es, dice Kluge (_Romanen und Germanen in ihren
    Wechselbeziehungen_), problema histórico éste, que puramente
    lingüístico. Los germanos, ya en el primer siglo de Jesucristo,
    tenían cierta cultura é influyeron en los romanos, así como
    éstos en ellos. Palabras sobre la guerra, la caza, sobre armas
    y vestidos, pasaron hasta al latín literario. La Germania más
    antigua la conocemos por la obra de Tácito, así intitulada,
    ya que los veinte libros de Plinio sobre sus guerras con los
    romanos se han perdido. No pocas voces eran comunes á romanos
    y germanos, hasta el punto de no poderse decir quién las tomó
    prestadas á quién. Así son voces germano-latinas de dudoso
    origen _stuba_, vapor, de donde _estufa_; _tunna_, que dió
    tonel; _flaska_ ó frasco; _taska_, faltriquera; _ratto_, que
    dió _rato_ y _ratón_, _falkon_ ó falcón, _karpon_ ó carpa,
    _kattu_ ó gato, que es tan germánico y latino como vascongado,
    aunque sólo en vascuence tiene claro origen. Otras voces
    comunes parecen más manifiestamente venir de las germánicas
    ó de las románicas, como _kuppo_ ó copa, _flokko_ ó flueco,
    _bakkīno_ ó bacía, _pīpa_ ó pipa y pepa, _krukkia_, muleta;
    _bulgia_, alforjas. El parecido entre palabras como el latino
    _salicem_ y el germánico _salha_, _miscere_ y _mischen_, se
    complica todavía más cuando se trata de voces románicas que
    pudieran proceder del latín, del germano y del vasco, ó de
    voces románicas que pueden declararse por el vasco y por
    el germano á la vez. Aquí es donde los lexicógrafos dan de
    bruces, y dan á cada paso, porque son muchísimas las palabras
    que vienen del éuscaro, y el éuscaro es idioma enteramente
    desconocido para los lexicógrafos. ¿Hay romanista más
    entendido y discreto que Meyer-Lübke? Ábrase su _Romanisches
    Etymologisches Wörterbuch_ por cualquier página. _Broche_ lo
    trae de un _broccus_, que no dice de dónde proviene, y que,
    cierto, no es voz latina. _Bresca_, de un _*brisca_, "Ursprung
    unbekannt, wohl gallisch, doch bieten die neukeltischen
    Sprachen nichts". _Bíro_, de "_*brivos_, galo". _Bosque_, de
    "_bosca_, griego". _Bocha_, de "_*bottia_, Beule. Woher?".
    _Bornear_, de *bornius, emängig. Woher?". _Brisa_, de *brīsa,
    Weintrester", y "sanfter Wind, Woher?". _Broma_, de "bromus,
    griego". _Bufar_, de "buff, Schallwort". _Buñuelo_, de
    "_*buña_. Ursprung unbekannt". _Buces_, de "_bus_, arábigo".
    _Borrico_, de "*burricus". _Bota_, de "buttis, griego". Con
    todo respeto debo decir que eso no es estudio etimológico.

    El tema _*patta_, que no lo es, sino _pata_, de donde
    _patear_, _patán_ é infinitos derivados, dice que es de origen
    oscuro, "ist dunkel". El de _parra_, "germ.?", esto es, ¿será
    germánico? El de _pardo_, oscuro, "dunkel". El de _morro_,
    onomatopeico, "Schallwort". El de _mofar_, no lo sabe, "Woher?"
    el de _momo_, onomatopeico, "Schallwort". El de niño, otro que
    tal, "Lallwort". El de _pita_, "Schallwort" ú onomatopeico.
    El de _pequeño_, desconocido, "unbekannt". El de _picar_,
    "unbekannt", desconocido. Del de _pipa_ no dice nada. El de
    _brillar_, _birlar_, _perinola_, "Schallwort", onomatopeico. El
    de... (aquí un sinfín de voces) no debe ser muy claro cuando ni
    aun las voces conoce el autor y no las pone en su Diccionario,
    que está en publicación, flamante y caliente todavía.

    Por eso creo yo que hay que ahondar en las raíces germánicas,
    indo-europeas y vascongadas á la vez, deslindando los
    entronques de cada voz, juntando todas las voces emparentadas
    en todas estas lenguas para ver de dónde salió la voz dudosa.
    Tal he procurado hacer en el _Tesoro de la lengua castellana_,
    donde el lector podrá ver lo que atañe á las voces citadas
    y las demás. Más de la mitad del Diccionario románico está
    en este caso. No basta inventar la forma latina ó poner la
    correspondiente del bajo latín, pues de ella no nacieron las
    románicas, sino al revés. ¿Qué sacamos con poner por fórmula
    _brīsa_, _bosca_, _brocus_? Esas voces no se han dicho jamás;
    son fórmulas latinizadas de otras voces vivas. Lo que se
    busca no son fórmulas, sino el origen de esas voces. Como,
    por otra parte, hay radicales latinos, germánicos y éuscaros
    parecidos, ya que tienen un mismo origen, según los gustos y
    preferencias, así señalan como origen de las voces románicas,
    éste la raíz latina, aquél la germánica, nadie la éuscara,
    porque el éuscaro lo desconocen. El estudio comparado de
    los tres radicales, latino, germánico y éuscaro, y de los
    derivados, esto es, de todo el parentesco, sería el único medio
    de averiguar la verdad, como hago yo en el _Tesoro_. Después
    de haberse estudiado á fondo la lexicografía latina y germana,
    todavía queda á oscuras la mitad del Diccionario románico.
    Luego, además del latín y del germano, alguna otra fuente del
    romanismo queda por descubrir. No es la arábiga ni la céltica:
    todos convienen en ello. ¿Cuál será? ¿De dónde vendrá la luz
    á la lexicografía románica, tan oscura aun después de bien
    conocidas las lenguas que pudieran haber originado el caudal
    de sus voces? Extraño parece que quedando un idioma ahí, en
    medio de las románicas, como un antiquísimo islote, nadie se
    ponga á estudiarlo, y cuando alguien lo hace, es con tan mala
    mano ó dañada intención, que por no conocer la cepa éuscara
    entera, córtale un sarmiento, diciendo ser de la cepa latina
    que tiene al lado. Hay, en efecto, quien se entretiene en
    probar que ésta y la otra voz vascongada es latina de origen, y
    va desmochando de manera el idioma vasco, que, á este paso, se
    queda sin diccionario, con tener la gramática más complicada y
    maravillosa del mundo: tal hace Schuchardt. Razones aparentes
    no le faltan al dar por latinas las voces realmente éuscaras,
    porque, teniendo un mismo origen los radicales éuscaros y los
    latinos, el parecido no puede faltar. Y claro está, todo le
    parece hablar en favor del latín, pues se habló en España,
    donde halla esas voces explicables por el latín. Como si en
    España no se hubiera hablado más generalmente el éuscaro
    y por más siglos y mucho antes de llegar á ella el latín.
    El estudio de la lexicografía vasca, desde sus raíces y en
    todos sus derivados, y en cotejo con la lexicografía latina,
    es indispensable para decidir si tal ó cual voz es latina
    ó vasca en su origen. Ese estudio no lo ha hecho el citado
    desmochador, ese estudio es el que he llevado al cabo en el
    _Tesoro de la lengua castellana_, que vuelvo á mentar, porque
    los romanistas, por falta de conocimiento del éuscaro, todavía
    no lo han tenido en cuenta, y creo hay que tenerlo, aunque
    me esté á mí mal el decirlo. Volvamos al germanismo. Las
    terminaciones nominales, iguales en las germánicas y en latín,
    aumentan la dificultad de distinguir los vocablos que vienen de
    aquellas lenguas ó de ésta. Tan románicas como germánicas son
    las terminaciones _-o_, masc., y _-a_, fem., como en _kuppo_,
    _kampo_, _brando_, _elmo_, _blanco_, _mariscalco_, _bruno_,
    _falbo_, y en _duna_, _falta_, _marca_. Igualmente es germánica
    y latina la terminación _-ón_, como en _espolón_, _campeón_,
    _escorpión_. Los verbos germánicos en _i_ (de _-ian_) responden
    á los latinos en _-i_ (de _-ire_), como _furbire_, ital.,
    y _furbian_, germ.; _guarnir_ y _warnian_, _tarir_, fr., y
    _tharrian_, _honnir_ y _hōnian = haunian_. Con todo, pueden
    servir de notas distintivas algunas particularidades, pero
    aun con ellas no se aclaran del todo las dificultades. Las
    románicas ponen _gu_ donde las germánicas llevaban _w_:
    _guarir_ y _warian_, _guarnir_ y _warnian_. La _h_ germánica
    se conserva en francés, y la _h_ latina se pierde en todas las
    románicas, it. _elmo_, cast., _yelmo_; pero fr. _heaume_ del
    germ. _helm_. Los grupos _hr_ y _hn_ se hacen _har_, _han_:
    fr. _hanap_, de _hnapp_; _harangue_ y _arenque_, de _hring_.
    El acento germánico, que va en la sílaba radical, no pasa á
    las románicas, y así se atienen ellas, por analogía, á la
    acentuación latina que éstas conservan.

    Durante los siglos III y IV hubo casi continuas guerras entre
    los godos y los romanos, en las riberas del Danubio, hasta que
    el 402 entró en Italia, con sus visigodos, el rey Alarico, del
    antiguo linaje de los _Balthos_. El 406 entran los ostrogodos
    con Radagaso. Vuelve Alarico á Italia el 408 y se apodera el
    410 de Roma. Muerto á poco, siguen los godos en Italia, con su
    cuñado Ataulfo, hasta el _412_, que pasa con ellos al Sur de
    Francia, conquista la Aquitania y funda el reino de Tolosa el
    año 418, entrando en España, por donde extiende sus dominios.
    Ataulfo es para nosotros el primer rey godo.

    Los ostrogodos sonaron con Teodorico, su rey (475-526),
    entraron en Italia el 489, apoderándose de ella, y su imperio
    duró allí hasta el 555 (Wrede, _Sprache der Ostgoten in
    Italien_, Strassburg, 1891). De los godos parece que pasaron
    pocos nombres apelativos á las románicas, según Kluge, y hay
    que tener en cuenta que el gótico era muy parecido al norso.
    _Tregua_ viene del gótico _triggwa_, it. y prov., _tregua_;
    en ostrogodo, _trewwa_; del gót. _manwjan_ parecen venir el
    prov. _amanavir_ y el ant. fr. _amanovir_; de _raus_, el prov.
    _raus_, ostrogod., _raur_. El _guante_, it. _guanto_, sólo se
    halla en el norso, aunque debió de haber un gótico _wantus_. El
    it. _lesto_, cast. _listo_, parece venir del gótico _*lista_.
    No hay en godo un _wīsa_ de donde pudiera venir _guisa_. No es
    fácil decir á qué dialecto germánico se deben _lesna_, _yelmo_,
    etc.

    En el siglo V entraron en España varios pueblos bárbaros. En
    el primer cuarto de siglo asentaron en Galicia y Andalucía
    los vándalos, hasta que el 429 pasaron al África con su rey
    Genserico, donde acabaron destruidos mediado el siglo VI. Tras
    los alanos siguieron los suevos, cuyo poderío deshizo en 456
    Teodorico II, rey de los visigodos, y que habían tomado asiento
    en Galicia, hasta que, á fines del siglo VI, entraron á formar
    parte del reino visigodo. Sabemos de ellos por la _Crónica_ de
    Idacio, que comprende desde el año 379 al 469. Los visigodos
    entraron en España luego de fundar su reino en Tolosa el año
    418; señoreáronla toda, puede decirse, desde la mitad del mismo
    siglo V, y fueron deshechos por los árabes el año 711. No queda
    monumento alguno escrito en suevo ni en visigodo, fuera de los
    nombres propios, conservados por la historia, la leyenda de
    las monedas y el Fuero Juzgo, en latín, mandado traducir por
    San Fernando en castellano. Del gótico _*fata_ (norso, _fot_,
    vestido) parece venir _hato_; _sitio_, de _sitjō_; _lua_, de
    _lōfa_; _aliso_, de _*alisō_; _brico_, banco de arena (norso,
    _breke_) y acaso _tascar_, de _taskōn_ (ant. alem., _zascōn_):
    voces que no se hallan en el resto de la Romanía. Lo que
    pudiera venir del suevo y vándalo al castellano ó portugués es
    muy incierto (Baist, _Roman. Forsch._, I, 106; Wrede, _Sprache
    der Vandalen_, Strassburg, 1886). Nombres propios suevos ó
    visigodos ha recogido Förstemann 430 (_Kuhns Zeitsch._, XX, y
    Kremer PBbeitr., VIII, 452), sacados, sobre todo, de Idacio,
    Gregorio Turonense y de las inscripciones (Hübner); los más
    famosos que pasaron al castellano son Alfonso, Hernando ó
    Fernando, Rodrigo, Arnaldos, Regnaldos. La mayor parte de las
    voces germánicas llegaron á España por el provenzal, el francés
    y el italiano, como puede verse al tratar del influjo de estas
    lenguas. Véase Goldsmidt, _Zur Kritik der altgermanischen
    Elemente im Spanischen_, Diss., Bonn, 1887.

    Á principios del siglo XIX publicó Raynouard una serie de
    obras, cuya reseña puede verse en la _Poesie der Troubadours_,
    de Diez (1827), compuso la Gramática y el Diccionario de la
    lengua de los Trovadores provenzales, y tomó el empeño de
    probar que todas las lenguas románicas procedían de esa lengua,
    la única derivada inmediatamente del latín. Admitieron esta
    teoría Perticari, Champollion-Figéac, Sismondi, Niccolini,
    Lampredi, Ugo Fóscolo, Balbi y Bernhardy; la desecharon Daunou,
    Galvani y Schlegel sobre todo (_Observations sur la Langue
    et la Littérature Provençales_, París, 1818). La tesis hizo
    mucho ruido entre los literatos y fué impugnada por George
    Cornewal Lewis, en su _Essay on the origin and formation of the
    Romance Languages_, Oxford, 1835. La _Grammatik der Romanischen
    Sprachen_, de Diez, publicada en Bonn, de 1836 á 1844, y luego
    su _Etymologisches Wörterbuch der Rom. Sprachen_ (Bonn, 1853),
    pusieron en olvido tan extravagante teoría, sin atacarla
    directamente, con la sola exposición amplia y científica de
    las lenguas románicas, que en estas obras hizo el fundador del
    romanismo.

    =69.= Radicales tomadas del provenzal: albergue (del germ.),
    alodio (del germ.), brial, brida, bruno (del germ.), calzada
    (del lat.), cota (del germ.), dalle, deleitar, empeine,
    escarnir (del germ.), esgrimir (del germ.), espiar (del germ.),
    espuela (del germ.), forro (del germ.), fragua (del lat.),
    granja (del lat.), grava (del celt.), grima (del germ.),
    guardar (del germ.), guarir (del germ.), guarnir (del germ.),
    guerra (del germ.), guía (del germ.), homenaje, jayán (del
    lat.), jornada (del lat.), joya (del lat.), lista (del germ.),
    mala, manjar (del lat.), menestral (del lat.), moflete (del
    germ.), monje (del lat., gr.), niel (del lat.), nivel (del
    lat.), novio (del lat. y galo), palenque, pauta (del lat.),
    pincel (del cat.), pote, preste (del lat., gr.), randa, receta
    (del lat.), revellín (del lat.), rico (del germ.), rima (del
    germ.), robar (del germ.), rodela (del lat.), ropa (del germ.),
    sala (del germ.), salvaje (del lat.), senescal (del germ.),
    serventesio (del lat.), toalla (del germ.), tralla (del lat.),
    triscar (del germ.), tropa (del germ.), trovador, vendaval (del
    lat.).

=70.= _Literatura latino-hispana._ Arrancada hasta sus raíces por
los desbocados caballos de los bárbaros invasores la cultura, que en
todo el suelo del Imperio romano había tan gloriosamente florecido,
no parece sino que á España cupo la suerte de salvar los últimos
restos durante los siglos VI y VII. San Isidoro y los demás Padres de
la Iglesia visigótica y los Concilios toledanos dieron los últimos
destellos, y bien brillantes por cierto, entre las espesas sombras
que habían ya caído sobre la Europa occidental y central, y el _Fuero
Juzgo_ fué monumento imperecedero de aquellos dos gloriosos siglos de
la historia de España. Véase Gams, _Span. Kirchengeschichte_.

_Siglo V, año 417._ PAULO OROSIO, natural de Tarragona (Oros., VII,
22) y presbítero en Braga, de Portugal, escribió la mayor parte de
sus _Historiarum libri VII adversus paganos_ en Hipona (417-418),
valiéndose de la biblioteca de San Agustín, que escribía entonces su
obra de la _Ciudad de Dios_, y á instancias suyas. Es apologética
para demostrar que las calamidades sobrevenidas al Imperio romano no
se debían á la religión cristiana, como decían los gentiles. Llega
hasta la toma de Roma por Alarico, el 410, y se vale de Livio y de la
_Crónica de Eusebio_, refundida por San Jerónimo. También escribió
un tratado sobre el libre albedrío, contra los pelagianos. Es Orosio
el primero que introdujo la providencia en la historia y la hizo
verdaderamente universal; consideró al hombre como ciudadano de todo
el mundo, ensanchando el concepto de patria, según el espíritu del
Evangelio. Siguióle por este camino Bossuet.

    =71.= _Gennadius, Vir. ill._, 39: "Orosius presbyter, Hispanus
    genere, vir eloquens et historiarum cognitor scripsit adversum
    querulos et infamatores christiani nominis, qui dicunt defectum
    romanae reip. Christi doctrina invectum, libros VII... Hic
    est Orosius qui ab Augustino pro discenda animae ratione ad
    Hieronymum (á Belén) missus rediens reliquias b. Stephani
    primi martyris tunc nuper inventas primus intulit occidenti (á
    Menorca). Claruit extremo paene Honorii imperatoris tempore".
    San Agust., _Epist.,_ 166, 2 (á San Jerónimo): "Venit ad
    me (413 ó 414) religiosus iuvenis, catholica pace frater,
    aetate filius, honore compresbyter noster Orosius, vigil
    ingenio, promptus eloquio, flagrans studio... ad refellendas
    falsas perniciosasque doctrinas, quae animas Hispanorum multo
    infelicius quam corpora barbaricus gladius trucidarunt". Véase
    su intento en el prefacio. El _ormesta_ de algunos manuscritos
    alude á _Orosii moesta mundi_. "Primum, dice Orosio, quia si
    divina providentia, quae sicut bona et iusta est, agitur mundus
    et homo". "Iure ab initio hominis per bona malaque alternantia
    exerceri hunc mundum sentit quisquis per se atque in se humanum
    genus videt". Con razón dice Ebert que es "prodigioso este
    primer ensayo de una historia universal cristiana, que es al
    mismo tiempo el primer ensayo de una historia universal en el
    sentido más amplio de la palabra".

    Edic. S. Havercamp, Lugd. Bat., 1738 y 1767; Migne, _Patr._,
    XXXI, 1846, págs. 636-1212 y 1212-1216; _Ad fid. rec.
    Havercampi_, Thorn, 1857; Zangemeister, t. V del _Corpus
    Scriptor. Ecclesiast. latin._, Vindobonae, 1882. Consúltese
    Mörner, _De Orosii vita eiusque hist. lib. VII adv. paganos_,
    Berlín, 1844; Gams, _Span. Kirchengesch._, II, pág. 398.
    Tradujeron á Orosio, Alfonso Gómez de Zamora (1439) y Domingo
    de García Martín (códice del siglo XV, Bibl. Nac., 10200).

=72.= _Año 435._ FLAVIO MEROBAUDES, español y cristiano, tan excelente
soldado como poeta, mereció, en tiempo de Teodosio el mozo (siglo
V), una estatua de bronce y una inscripción en el foro de Trajano;
llegó á ser Cónsul. Conocíasele por el poemita en treinta hexámetros
_Merobaudis Hispani scholastici carmen de Christo_; pero Niebuhr
descubrió en 1827 fragmentos de otras poesías profanas, de la misma
elegancia y pureza de lenguaje de Claudiano, aunque no de su facilidad
y flexibilidad.

SANTO TORIBIO, Obispo de Astorga desde 447, escribió una carta á los
obispos Idacio y Ceponio contra los Apócrifos y los Priscilianistas.

El obispo IDACIO, natural de Lamego, en Galicia (395-470), compuso
su _Crónica_, que abarca del 379 al 469, de gran importancia para la
historia española. No parecen ser suyos los _Fasti consulares_ hasta el
año 468, sacados de Tito Livio.

En el mismo siglo V florecieron ORIENCIO y SEDULIO, que se han tenido
por españoles y hoy se creen ser galo el primero y escocés el segundo.
También se tiene por africano de Cartago al poeta BLOSIO EMILIO
DRACONCIO, autor del poema didáctico cristiano _De Deo_ ó _Hexaemeron_,
en tres libros; pero por San Eugenio, Obispo toledano, parece fué
español. El santo Obispo, por lo menos corrigió, mejoró y acabó el
poema. También compuso Draconcio epopeyas mitológicas: _Hylas_, _Raptus
Helende_, _Medea_ y otros temas retóricos: _Deliberativa Achillis_,
_Controversia de statua viri fortis_; dos epitalamios y una elegía,
_Satisfactio_, en la que ruega al Rey de los Vándalos, Gundamond
(484-496), le dispense por no haberle celebrado en sus versos, habiendo
loado á uno de sus enemigos. Resiéntese el poeta de la retórica de
escuela: pero es erudito en la Biblia y literatura romana.

    =73.= Inscripción de Roma (Orelli, 1183, del año 435): "Fl.
    Merobaudi v. s. com. SC.", después: "Fl. Merobaudi aeque
    forti et docto viro, tam facere laudanda quam aliorum facta
    laudare praecipuo, castrensi experientia claro, facundia vel
    otiosorum studia supergresso, cui a crepundiis par virtutis
    et eloquentiae cura ingenium ita fortitudini ut doctrinae
    natum stilo et gladio pariter exercuit, nec in umbra vel
    latebris mentis vigorem scholari tantum otio torpere passus
    inter arma litteris militabat et in Alpibus acuebat eloquium.
    Ideo illi cessit in praemium... imago aere formata... Quod
    huic quoque cum Augustissimis Roma principibus Theodosio et
    Placido Valentiniano rerum dominis in foro Ulpio detulerunt.
    Remunerantes in viro antiquae nobilitatis novae gloriae vel
    industriam militarem vel carmen, cuius praeconio gloria
    triunphali crevit imperio". Sidonio, _Carm._, IX, 293: "Sed
    nunc tertius ille non legetur Baetin qui, patrium solum
    relinquens, undosae petiit sitim Ravennae, plosores cui
    fulgidam Quirites et carus popularitate princeps Traiano
    statuam foro locarunt". Edic. del poema cristiano en Migne,
    _Patr._, LXI, pág. 972, y en las obras de Claudiano. Las
    poesías profanas publicólas Niebuhr, Saint-Gall, 1823. Bonn,
    1824; Weber, _Corp. poet. lat._, págs. 1367, 1370. Hay
    dísticos, endecasílabos y hexámetros, sobre todo en alabanza de
    Aecio y de Valentiniano III. Hansen, _De vita Aetii_, Dorpat,
    1840; G. Wurm, _De rebus gestis Aetii_, Bonn, 1844.

    La carta de Santo Toribio se publicó después de la _Epístola_
    15 del papa León I, Migne, LIV, págs. 693-695.

    Sobre la vida de Idacio, véase el prefacio de su obra. Procura
    ser veraz y es digno de crédito. H. Hertzberg, _D. Hist. des
    Isid._ (1874), pág. 52; F. Papencordt, _Gesch. d. Vandal.
    Herrschaft_ (1839), páginas 352-355; Flórez, _Esp. Sagr._, IV,
    pág. 345; Migne, _Patr._, LI; J. M. Garzón, _Idatii chronicon_;
    ed. F. X. de Ram, Bruselas, 1845.

    Edic. del _De Deo_ y de la _Satisfactio_: Faust. Arévalo,
    Roma, 1791, reproducidos en Migne, _Patr._, LX, págs.
    595-932. _Dracontii carmina minora plurima inedita ex codice
    neapolitano_, ed. Frid. de Duhn, Lips., 1873, Teubner.

=74.= _Siglo VI._ SAN MARTÍN DUMIENSE (561-580), nació en Panonia,
estuvo en los Santos Lugares, vino á Galicia (550), convirtió á los
suevos, fundó el monasterio de Dume y fué desde 561 Obispo de Braga,
firmó el primero en el segundo Concilio de aquella ciudad (572), y
murió en 580. Escribió _Formula vitae honestae_, ó como dice San
Isidoro, _Differentiae quatuor virtutum_ (570-580?), cristianización
de la doctrina de Séneca, tanto que por de Séneca aparece en algunos
códices: _Epístolas_, _Cánones_, _De ira_, _Pro repellenda iactantia_,
_De Superbia_, _Exhortatio humilitatis_, _De Pascha_, _De moribus_, _De
correctione rusticorum_ y poesías.

En este mismo siglo escribió su _Cronicón_ JUAN BICLARENSE, godo de
nación, Obispo de Gerona desde 591 y fundador del monasterio de Biclaro
ó Valclara, en Cataluña (586). Alcanza la historia desde el 565 al 590.

    =75.= Greg. Tur., _Hist. Franc._, V. 38: "Nulli in litteris
    secundus suis temporibus habitus... versiculos qui super
    ostium sunt in basilica S. Martini ipse composuit". Isid.,
    _Vir. ill._, 22: "Floruit regnante Teudummiro rege Suevorum,
    temporibus illis quibus Justinianus in rep. et Atanagildus
    Hispanus imperium tenuere". Sus obras en Migne, _Patrol._,
    LXXII. Consúltense: A. Weidner, _Martini Dum. Formula rec._,
    Magdeburg, 1872; Gams, _Kirchengeschichte Spaniens_, 1864, II,
    1, páginas 471-475.

    La _Formula vitae_ en Flórez, _Esp. Sagr._, t. XV, págs.
    383-393; en el códice de la Bibl. Nac. 10190 está traducida
    al castellano. Hay otros manuscritos que cita Bonilla, _Hist.
    filos. esp._, t. I, pág. 219.

    Isidor., _Vir. ill._, 31: "Joannes, Gerundensis ecclesiae
    episcopus, natione Gothus provinciae Lusitanae Scallabitanus".
    Estudió en Constantinopla latín y griego y "septimo demum anno
    in Hispanias reversus est". Fué perseguido por el rey arriano
    Leovigildo, "postea condidit monasterium quod nunc Biclaro
    dicitur... Addit et in libro chronicorum ab anno primo Justini
    iunioris principatus usque ad annum octavum Mauritii principis
    Rom. et quartum Recaredi regis annum, historico compositoque
    sermone". Edic.: Flórez, _Esp. Sagr._, VI, y Migne, _Patr._,
    LXXII. Véase H. Hertzberg, _D. Hist. des Isid._, 1874, pág. 61.

    Isid., _Vir. ill._, 17: "APINGIUS, ecclesiae Pacensis
    Hispaniarum episcopus, disertus lingua et scientia eruditus,
    interpretatus est Apocalypsim, etc. Scripsit et nonnulla
    alia... Claruit temporibus Theodi principis Gothorum". Id.,
    20: "JUSTINIANUS, ecclesiae Valentinae Episcopus... scripsit
    librum Responsionum ad quemdam Rusticum de interrogatis
    quaestionibus... Floruit in Hispaniis temporibus Theudi
    principis Gothorum". Id., 21: "JUSTUS, Orgellinatae ecclesiae
    episcopus et frater praedicti Justiniani", escribió una
    declaración alegórica del _Cantar de los Cantares_ (Migne,
    LXVII). "Huius quoque fratres (obispos como él) NEBRIDIUS et
    ELPIDIUS quaedam scripsisse feruntur". Id., 29: "LICINIANUS,
    Carthaginis Spartariae episcopus (hacia el 584) in scripturis
    doctus", escribió cartas dogmáticas (Migne, LXXII). "Claurit
    temporibus Mauricii Aug. (582-602). Occubuit Constantinopoli".
    Véase Bonilla, _Hist. filos. esp._, t. I, pág. 220. Isid.,
    _Vir. ill._, 30: "SEVERUS, Malacitanae sedis antistes (hacia
    580) collega et socius Liciniani... edidit unum adversus
    Vicentium Caesaraugustanae urbis episcopum (arriano)... Est et
    alius eiusdem de virginitate ad sororem libellus, qui dicitur
    Anulus... Claruit temporibus praedicti imp". (Mauricio). Id.,
    32: "EUTROPIUS, ecclesiae Valentinae episcopus... scripsit
    ad episcopum Lucianum... epistolam... Scripsit et ad Petrum
    episcopum Ircabicensem de districtione monachorum epistolam"
    (Migne, LXXX).

=76.= SAN LEANDRO, obispo de Sevilla (576-596), convirtió á los
principales señores godos á la fe católica, juntamente con su rey
Recaredo, en el tercer Concilio toledano (589). Escribió contra los
arrianos y un libro _De institutione virginum et contemptu mundi_,
dirigido á su hermana monja, Santa Florentina, y además no pocas cartas
al papa San Gregorio I y á otros obispos.

    =77.= San Leandro nació, probablemente, en Cartagena (Flórez,
    _Esp. Sagr._, V, 74 y 78), así como sus hermanos San Isidoro,
    San Fulgencio y Santa Florentina. Isid., _Vir. ill._, 28:
    "Leander, genitus patre Severiano, Carthaginensis provinciae
    Hispaniae..., ex monacho Hispalensis ecclesiae provinciae
    Baeticae constitutus episcopus". "Praeterea edidit unum ad
    Florentinam sororem de institutione virginum et contemptu mundi
    libellum... Scripsit et epistolas multas ad papam Gregorium
    et... ad ceteros quoque episcopos. Floruit sub Recaredo, viro
    religioso ac principe glorioso". Edic. Migne, _Patr._, LXXII.

=78.= _Siglo VII._ SAN ISIDORO (570-636), obispo de Sevilla, fué el
escritor más eminente de su tiempo y el último notable del Imperio
romano. Trabajador incansable, imitó á Casiodoro en recoger la ciencia
antigua, tomando mucho de él y de otros autores, aunque no de Varron,
cuyas obras, por consiguiente, se habían ya perdido por aquel entonces.
Son famosos los _Etymologiarum (Originum) libri XX_, y _De natura
rerum_, obra muy leída y aprovechada en la Edad Media.

También escribió sobre la Escritura SAN FULGENCIO, su hermano, Obispo
que fué de Cartagena y de Écija (desde 591).

    =79.= San Isidoro fué hijo de Severiano, duque de Cartagena,
    y sucedió á San Leandro en la Sede hispalense; presidió el
    Concilio IV toledano, que uniformó la liturgia, y el hispalense
    II, que condenó la herejía de los Acéfalos, sostenida por un
    obispo sirio.

    _Praenotatio librorum d. Isidori a Braulione edita_:
    "Isidorus... Hispalensis ecclesiae episcopus, Leandri episcopi
    successor et germanus. Floruit a tempore Mauritii imp.
    (582-602) et Recaredi regis... Vir in omni locutionis genere
    formatus... Edidit libros differentiarum II... proemiorum
    librum unum (lista de los libros del Nuevo Testamento)... de
    ortu et obitu patrum librum unum... ad germanum suum Fulgentium
    episcopum astigitanum officiorum libros II (litúrgicos)...
    synonymorum libros II... de natura rerum ad Sisebutum regem
    librum unum, in quo tam de ecelesiasticorum doctorum quam etiam
    philosophorum indagine obscura quaedam de elementis absolvit;
    de numeris librum I... de nominibus legis et evangeliorum
    librum I... De haeresibus librum I... sententiarum libros III,
    quos floribus ex libris papae Gregorii moralibus decoravit,
    chronicorum a principio mundi usque ad tempus suum librum
    I... contra Iudaeos, postulante Florentina germana sua...
    libros II... de viris illustribus librum unum, cui nos ista
    subiunximus, monasticae regulae liber I... de origine Gothorum
    et regno Suevorum et Wandalorum historia librum I, quaestionum
    libros II... etymologiarum codicem nimia magnitudine, distictum
    ab eo titulis, non libris, quem quia rogatu meo fecit,
    quamvis imperfectum ipse reliquerit, ego in XX libros divisi.
    Ibi redundans diversarum artium elegantia, ubi quaecunque
    fere sciri debentur restricta collegit. Sunt et alia huius
    viri multa opuscula et in ecclesia Dei multo cum ornamento
    inscripta. Quem Deus post tot defectus Hispaniae novissimis
    temporibus suscitans, credo ad restauranda antiquorum
    monumenta, ne usquequaque rusticitate veterasceremus, quasi
    quandam opposuit destinam... Quo vero flumine eloquentiae...
    Acephalitarum haeresim confoderit synodalia gesta coram eo
    Hispali acta declarant... Obiit temporibus Heraclii imperatoris
    (610-641) et christianissimi Chintilani regis" (636-640).
    Ildef. _Vir. ill._, 9: "Floruit temporibus Recaredi, Liwanis,
    Witterici, Gundemari, Sisebuthi, Suinthilani et Sisenandi
    regum annis fere XL tenens pontificatus honorem". Véase Ebert,
    _Lit. d. Mittelalters_, I, página 555. La lista de las obras
    de San Isidoro, escrita por San Braulio, parece seguir el
    orden cronológico. La _Chronica_ sigue, según se lee en el
    prefacio, á "Julianus Africanus, Eusebius-Hieronymus et Victor
    Tunn". Los _Viri illustres_, continuación de los de Gennadius;
    y á San Isidoro continuó San Ildefonso († 667). La obra _De
    natura rerum_ es un manual de ciencias naturales, sacado de
    Suetonio en los _Prata_, de Solino y acaso de Higino, además
    de San Ambrosio, San Clemente y San Agustín. Los _Origines_ ó
    _Etimologías_, están sacados de los _Prata_, de Suetonio, de
    Plinio, Casiodoro, Boecio. Edición completa: Faustino Arévalo,
    Roma, 1797-1803, 7 vols., reproducida por Migne, _Patr._, LXXXI
    y LXXXIV.

    Consúltese H. Hertzberg, _D. Hist. des Isid._, 1874; Carlos
    Cañal, _San Isidoro, Exposición de sus obras é indicaciones
    acerca de la influencia que han ejercido en la civilización
    española_, en _La Andalucía moderna_, 1897; Flórez, _Esp.
    Sagrada_, t. IX y XXII; Bonilla, _Hist. filos. esp._, t.
    I, pág. 224, y en la pág. 437 los códices, traducciones y
    ediciones españolas de San Isidoro. Alfonso X hizo traducir
    las _Etimologías_ al castellano, y hay un códice (i-6-13) en
    El Escorial del siglo XIV; otros en latín de los siglos X y XI
    allí mismo (j-&-3; Q-H-24).

    Sobre San Fulgencio, P. Martín de Roa, _Écija, sus santos y su
    antigüedad_, Écija, 1890.

=80.= Poetas y músicos himnógrafos en tiempo de los visigodos fueron
el obispo palentino CONANCIO (609-639), ordenador de la música
eclesiástica y autor de muchas y nuevas melodías, y JUAN CESARAUGUSTANO
(S. Ildef., _Vir. ill._, c. II y 6).

Distinguiéronse en aquel siglo, VII de la época visigótica, los Obispos
de Zaragoza MÁXIMO y BRAULIO. El primero escribió en verso y en prosa,
sobre todo la continuación de Dextro, cuanto á lo sucedido entre los
años 431 y 644. San Braulio, discípulo de San Isidoro, escribió la
_Vita Aemiliani_, de San Aemiliano ó San Millán, monje de la Cogolla,
las Actas de los mártires de Zaragoza y Cartas; murió hacia el 648.

TAJON (TAIUS), de Zaragoza, discípulo y sucesor en aquella ciudad de
San Braulio, escribió sus famosos libros _Sententiarum_, en que trató
de reducir á sistema la teologia, mucho antes que Pedro Lombardo. Debió
de escribir entre 649 y 672.

SAN EUGENIO se educó en la iglesia de Zaragoza, como discípulo de San
Braulio; fué Obispo de Toledo (646-657) y escribió en metros variados
poesías y, sobre todo, mejoró y acabó el _Hexaemeron_ de Draconcio.

SAN ILDEFONSO, obispo de Toledo (657-667), escribió _De virginitate
perpetua S. Mariae_, _De cognitione baptismi_, _De viris illustribus_
(continuación de San Isidoro); murió en 667.

SAN JULIÁN, obispo de Toledo (680-690), discípulo de San Eugenio, nació
en Cuenca y escribió: _Prognosticon futuri saeculi ad Idalium_ (Obispo
de Barcelona) _sive de praescientia futuri saeculi libri III_, una
_Demonstratio sextae aetatis seu de Christi adventu adversus Iudaeos
libri III_, dirigida en 686 al rey Ervigio (680-687); una _Historia
de Wambae regis Gothorum Toletani expeditione_ (674) ó _Historia
rebellionis Pauli adversus Wambam_, la _Vita Ildefonsi Toletani_,
_Memorialis sanctorum_, _Ars grammatica, poetica et rhetorica_ (Roma,
1797; Keil, _Gram. lat._, V, 317-326).

Del 693 al 700 fué Obispo de Toledo FÉLIX, que escribió la vida de San
Julián y compuso himnos.

    =81.= San Isid., _Vir. ill._, 33: "Maximus Caesaraugustanae
    civitatis episcopus multa versu prosaque componere dicitur.
    Scripsit brevi stilo historiolam de his quae temporibus
    Gothorum in Hispaniis acta sunt historico et composito sermone.
    Sed et multa alia scribere dicitur, quae necdum legi". Edic.
    en Migne, _Patr._, LXXX, pág. 618; pero todo ello es obra de
    falsario, como lo de Dextro. Véase H. Hertzberg, págs. 65-73.

    San Ildef., _Vir. ill._, 12: "Braulio frater Joannis in
    Caesaraugusta decedentis adeptus est locum... Clarus est iste
    habitus... quibusdam opusculis. Scripsit vitam Aemiliani
    cuiusdam monachi... Habuit sacerdotium ferme XX annis...
    Duravit in regimine temporibus Sisenandi, Chintilae, Tulganis
    et Chindasuinthi regum". Las 44 cartas que se conservan, la
    _Vita Aemiliani_ y las _Acta de martyribus Caesaraugustanis_,
    hállanse en Migne, _Patr._, LXXX, págs. 649-720; Flórez, _Esp.
    Sagr._, t. XXX; códices de la Nacional en Bonilla, _Hist.
    filos. esp._, t. I, pág. 255.

    Las obras de Tajón en la _Esp. Sagr._, t. XXXI; Bonilla,
    _Hist. filos. esp._, t. I, pág. 257, y Z. García Villada,
    _Fragmentos inéditos de Tajón_ (_Revista de Archivos_,
    enero-febrero de 1914). Las obras de San Julián en Migne,
    _Patr._, XCVI. Pero juntos los Padres toledanos, en la edición
    de Lorenzana: _SS. Patrum Toletanorum Opera_; Madrid, 1782.
    Véase, además, el P. Tailhan, _Les bibliothèques espagnoles du
    Haut Μoyen Age_; París, 1877.

=82.= El _Forum Iudicum_, ó acaso mejor _Liber Iudiciorum_, acabó de
refundirse y completarse en el tiempo que medió entre la asociación
de Witiza á la corona por Egica hasta la muerte de éste, insertándose
leyes de Witiza en compañía de Egica á la colección que éste mandó,
en el Concilio toledano XVI, se hiciese (ley 6 de Egica) de las leyes
hispano-visigodas. La _Lex Wisigothorum_ es la ordenada y compilada por
Eurico (466-484), el primero que puso por escrito las leyes, antes no
escritas, ó usos y costumbres legales de los visigodos; la _Lex Romana
Wisigothorum_ ó _Breviarium Alarici_ ó _Aniani_ (su referendarius),
dada por Alarico en 506, era para los romanos de su reino y
están tomadas de las viejas leyes romanas, sobre todo del _Codex
Theodosianus_ (438). En el _Forum Iudicum_ hay leyes tomadas de una
y otra ley _wisigothorum_, que están entre las que llevan por título
_Antiqua_, y las hay dadas por los Reyes visigodos, cuando ya reinaban
en España, según lo dicen sus títulos: _Recesvinctus_, _Chintasvintus_,
_Vbamba_, _Ervigius_, _Egica_.

    =83.= Véase Rafael de Ureña, _La legislación gótico-hispana_,
    Madrid, 1905, y resumen en la _Revue hisp._, t. XV, pág. 868.
    Es un estudio completo del _Fuero Juzgo_, de sus fuentes,
    evolución de sus leyes desde la antigüedad, de sus ediciones
    y trabajos hechos sobre él desde la edición de la Academia en
    1815. Complemento necesario es el _Discurso_ del mismo Ureña en
    la Academia de la Historia, Madrid, 1909.




                             ÉPOCA ARÁBIGA
                           (SIGLOS VIII-XI)


    =84.= _Resumen político_: Monarquía asturiana (718-914).
    Monarquía leonesa (910-1037). Condado independiente de Castilla
    desde 930, se une al reino de León en 1037, apártase de 1157 á
    1230. Reino de Navarra (905); de Aragón (1035); juntos, de 1076
    á 1134. Reyes de Castilla y de León: Fernando I (1037-1065).
    Sancho II (1065-1072). Alfonso VI (1073-1109). Toma de
    Toledo en 1085. Los árabes: Ommiadas (756-1031). Almoravides
    (1086-1156). _Mozárabes_ eran los cristianos voluntariamente
    sometidos á los árabes y vivían entre ellos; _muladíes_, los
    cristianos renegados; _mudéjares_, los musulmanes que siguieron
    viviendo entre los cristianos en las tierras reconquistadas;
    los judíos vivían entre moros y cristianos.

=85.= _El arabismo en el romance._--Conocida es la fecha del 711, en
que, entrando en España los moros, deshicieron el poder visigótico y
la señorearon en poco tiempo. Pasaron á Francia; pero, vencidos en
732 por Carlos Martell en Tours-Poitiers, fueron echados á esta parte
de los Pirineos en 759 por el rey Pipino. En 778 pasó á España Carlo
Magno, señalando la Marca hispánica. Por su parte, los españoles de
Asturias y Aragón emprendieron la reconquista, y á principios del
siglo IX el Duero era la frontera, de manera que quedaban libres de
enemigos Galicia, Asturias, León, Castilla (tierra de Castillos,
con Burgos á la cabeza), las provincias Vascas, Navarra, Aragón y
Cataluña, con Barcelona. Tras los gloriosos reinados de Abderramán I
(756-788) y Abderramán III (913-961) acabó el califato cordobés (1031),
desmembrándose en los emiratos (Reyes de Taifas). Vinieron después los
almoravides (1086-1156), los almohades (1156-1228), rotos en las Navas
de Tolosa (1212) y, tomada Córdoba (1236), quedaron reducidos al reino
de Granada, hasta que en aquella ciudad entraron los Reyes Católicos
(1492). Los moriscos fueron echados por Felipe III en 1609.

El castellano debe al árabe solamente voces sueltas de cosas
materiales, los verbos _acicalar_ y _tamar_, la interjección _ojalá_
(_in sha Allah_) y la preposición _hasta_ (_hatta_); pero la mitad
de esas voces son latinas, griegas y españolas arabizadas en la
pronunciación. Los árabes tomaron del castellano no menor número
de vocablos. La mayor parte de los que pasaron al castellano y los
emplearon los antiguos autores han desaparecido ya; otros científicos
han pasado á la ciencia europea, como _álgebra_, _cifra_, _cero_,
_aldebaran_, _alhidada_.

En el comercio continuo de árabes y españoles, multitud de términos
sueltos pasaron de una á otra lengua, ya que la índole de entrambas y
las circunstancias políticas no llegaron á permitir un préstamo más
íntimo, fonético ó morfológico. El árabe tomó del castellano tantos
ó más términos que el castellano del árabe. De los primeros no pocos
nos los volvió á regalar vestidos á la arábiga. De los segundos, unos
procedían de pura cepa arábiga; otros del persa, del griego, del latín,
arabizados en diversas épocas; pero ya por haber sido unos empleados
por solos los mudéjares ó en poblaciones mudéjares, ya porque, aunque
generalizados otros en toda España, tenían sus equivalentes indígenas,
andando los tiempos han ido desapareciendo del habla ó de la literatura
en su mayor parte, quedando otros confinados en Andalucía, Murcia,
Aragón; por manera que son muy reducidos los que han podido sobrevivir
en el castellano general. Aun de éstos, no pocos son propios de las
costumbres arábigas, como emir, sultán, alcoran; de los apelativos
enteramente castellanos, que designan objetos españoles, casi la mitad
son arábigos por su forma, pero proceden de otras lenguas. Puede
asegurarse que los términos apelativos que expresan objetos españoles
y que tienen su raíz en el árabe no llegan á 250. Sola la preposición
_hasta_ y algunos verbos derivados de nombres ó adjetivos, pueden
señalarse como huellas morfológicas; ningún sufijo, ningún influjo
fonético debemos al árabe. La mayor parte de los términos que le hemos
tomado pertenecen á la agricultura y á las industrias moriscas, y
proceden de los últimos tiempos de la reconquista.

Hay que tener en cuenta que el árabe llegó á España influido por los
caracteres dialectales del Magreb y de la Siria, puesto que de estos
países procedían los conquistadores. Además, es sospechosa en extremo
toda forma arábiga que se aduzca para explicar otra castellana, si esa
forma no se encuentra en P. de Alcalá ó R. Martín. Los diccionarios
arábigos, el de Freytag, el de Kazimirski, etc., dan de sí raíces y
términos para sacar todas las palabras de todas las lenguas conocidas,
con tal de ir á buscar las etimologías con un poco de buena voluntad.
Muchas palabras que se han querido traer del árabe por hallarse en
Alcalá, Martín, en escritores árabes españoles, y aun en Freytag, son
de origen español, tomadas por los árabes de España. Conviene, por lo
mismo, señalar la raíz arábiga ó la forma persa, griega, latina, etc.,
de donde proceden los términos arábigos de los cuales se pretenden
derivar los castellanos. Alboroto y alborozo se encuentran en el árabe
español Aben Cuzman; pero no teniendo raíz arábiga, con razón los da
por sospechosos Eguílaz: otro tanto debiera haber hecho con otros
varios vocablos. No basta tampoco que se usen en Marruecos, puesto
que á Marruecos y á Túnez han ido multitud de palabras españolas, ya
durante la reconquista, con el continuo trasiego de los moros, ya
después llevadas por los moriscos, ya por los mismos españoles. Hay
también que tener en cuenta que algunos de los términos orientales han
venido á España por mediación de otras románicas, aunque lo ordinario
es que, nacidas en España, pasaran al resto de la Romanía. Sólo así se
explica el fonetismo de los términos arábigos del francés, puesto que,
antes de ser franceses, fueron castellanos.

El préstamo de los vocablos arábigos por el castellano fué durante los
ocho siglos de su permanencia en España, ni es fácil señalar cuándo se
tomó cada uno de ellos. Es de notar que los moriscos, en el siglo XVI,
influyeron con su pronunciación para que en algunas voces castellanas
la _s_ sonase como nuestra antigua _x_ y quedase _j_, como _jabón_ de
_sapón_, _tijeras_ de _tiseras_, etc.

    =86.= El habla de los mozárabes se llamaba entre los árabes
    لسان العجم _lisān al-ghadjam_ (Almaccarí, _Analectas_, t. I,
    págs. 86 y 170, texto arab.) ó العجميه _al-ghadjamīa_ (Aben
    Cuzman, Aben Aldjazzar, Aben Buclarish, Aben Alauam), ó sea el
    _Aajamia_, de P. Alcalá ó _aljamía_. _Crón. Alf. XI_: "Vos,
    escudero, | sabedes bien la Arabia, | seredes bien verdadero
    | de tornarla en aliamia, | departierdes el lenguaje | por
    Castellano muy bien". También _adjamiat-al-Andalus_ (Aben
    Buclarish, Aben Albaitar). Significa lengua bárbara ó extraña,
    esto es, el romance castellano, y distinguían el _aljamia
    de Aragón_ (Aben Buclarish, "baina de sirvo" ó vaina de
    ciervo); el _aljamía de Zaragoza_ (íd.); _aljamía balensia_ ó
    de Valencia (íd.); el _aljamía del levante de España_ (Aben
    Albaithar).

    También llamaban al romance _al-latīnīa_ y _al-latīnī-alghāmī_
    ó latín, _latín vulgar_. Así Aben-Albaitar, que asimila
    frecuentemente el nombre _al-latīnīat_ con el _al-adjamīa_, y
    que alude al romance es manifiesto por ser vocablos castellanos
    y por la época en que vivió, del siglo XIII; al revés,
    _aljamía_ llamaban los mozárabes toledanos, después de la toma
    de aquella ciudad, al puro latín (Simonet, pág. XXVI). Y es
    que el romance lo consideraban como un latín malo, pero latín
    al cabo. De este romance nos ha hecho el Diccionario Francisco
    Javier Simonet, el cual es de parecer que era el mismo romance
    de la España libre del Norte (pág. XXXVI). Consérvanse dichos,
    motes y voces en romance de los siglos IX y X (Simonet, pág.
    XXI), y sobre todo en los tratadistas arábigos de agricultura,
    que mencionan los nombres castellanos de muchas plantas.

    El arabismo en castellano fué tratado por el P. Francisco
    López Tamarid de Granada (_Diccionario de los vocablos que
    tomó de los árabes la lengua española_, NIC. ANT., _Bibl.
    Hisp._, I, 334), por el P. Francisco Guadix (ibid., I, 329);
    por Covarrubias (_Tesoro de la lengua castellana_, 1611); por
    Martínez Marina (_Memor. de la Acad. de la Hist._, IV); por
    M. Hammer (_Bull. des Séances de l'Acad. de Vienne_, 1854);
    por M. Mahn (_Etimologische Untersuchungen auf dem Gebiete der
    Romanischen Sprachen_, 1854-1864); por Díez (_Gram. de las
    leng. rom._); por M. Engelmann (_Glossaire des mots espagnols
    et port. dérivés de l'arabe_, 1861); por su continuador Dozy
    (el mismo título, seg. edic., 1869); por D. Leopoldo Eguílaz
    y Yanguas (_Glosario etim. de las pal. españ. de origen
    oriental_, 1886). Como obras indispensablemente auxiliares
    hay que citar: la de Sousa (_Vestigios da lingoa Arabica em
    Portugal_, 1789); la de Fr. Joaquím de Santa Rosa de Viterbo
    (_Elucidario das palavras, termos, e frases, que em Portugal
    antiguamente se usarão_, 1798), y, sobre todo, las de Pedro
    de Alcalá (_Vocabulista aravigo en letra castellana_, 1505) y
    Fr. Raimundo Martín (_Vocabulista in Arabico_): SCHIAPARELLI
    lo editó en 1871. Y la del P. Lammens (_Remarques sur les
    mots français dérivés de l'arabe_). Don Leopoldo Eguilaz
    ha abarcado los términos todos orientales, procedentes del
    árabe, hebreo, persa, turco, malayo. Pedro de Alcalá nos dió
    en su _Vocabulista_ (Granada, 1505) el dialecto granadino de
    su tiempo en letras latinas, lo que nos permite conocer la
    pronunciación puntual de los moriscos.

    La literatura castellana no debe nada á la arábiga. A. F. v.
    Schack, _Poesie und Kunst der Araber in Spanien und Sizilien_,
    1877, obra que tradujo Juan Valera al castellano. Añadamos la
    obra de Francisco Javier Simonet, _Glosario de voces ibéricas
    y latinas usadas entre los mozárabes_, Madrid, 1888, con
    eruditísimo estudio sobre la civilización arábiga en España y
    su influencia sobre la cultura española, probando cómo todo se
    debió á los cristianos, fuera de las magníficas circunstancias
    de la grandeza á que llegó el Califato cordobés. Véase además
    Reinhart Dozy, _Recherches sur l'histoire politique et
    littéraire de l'Espagne pendant le moyen âge_, Leyde, 1849; 3.ª
    ed. París, 1881, 2 vols.


               [Ilustración: Banquete de Nabucodonosor.
    SAN ΒEATO. _Comentario del Apocalipsis_ (Catedral de Gerona).]


=87.= _Literatura latina y semítica en España._--Algunos secos
cronicones y los escritos eclesiásticos de los mozárabes cordobeses,
que conservan la tradición isidoriana, tal es la única literatura
latino-hispana durante los siglos VIII y IX; los siglos X y XI
pertenecen á los árabes y judíos españoles en medio de la ignorancia
universal europea. Esta literatura semítica sólo llega á influir en la
latino-hispana y en la castellana de los siglos XII y XIII, avivando
más la filosofía escolástica, comunicándole las obras griegas, tomadas
de la escuela alejandrina, despertando la ciencia en Europa, las
matemáticas, la medicina, la astrología y la alquimia, y trayendo á la
naciente literatura castellana el apólogo y otros libros sentenciosos y
morales de la India. Florecen desde el siglo XI la epopeya francesa en
la lengua d'oil de la Francia septentrional, y en la d'oc del Mediodía
la lírica provenzal, que adelantarán en el siglo XII el nacimiento de
la lengua literaria castellana y originarán el mester de clerezía, la
epopeya francesa en Castilla y la escuela galaico-portuguesa la lírica
provenzal en las partes occidentales y orientales de la Península.

    =88.= _Siglo VIII._ El año 754, según Dozy, se escribió la
    _Crónica de Córdoba_, atribuida falsamente al PACENSIS ó
    Isidoro de Beja de Portugal ó Badajoz, y que abraza del 611 al
    754. Hay, del mismo autor, otro _Epitome Imperatorum vel Arabum
    Ephemerides atque Hispaniae Geographia, uno volumine collecta_.
    Véase Flórez, _Esp. Sagr._, t. VIII, apénd. II. Editólo
    Sandoval, Pamplona, 1615.

    =89.= El año 783, S. BEATO DE LIÉBANA Y ETHERIO escribieron
    una Apología ó refutación de los errores de Elipando, obispo
    de Toledo (hacia el 782, † 808), del cual véase Flórez,
    _Esp. Sagr._, t. V, apénd. X. Expusieron en ella doctrinas
    filosóficas curiosas sobre el compuesto humano, el alma y sus
    potencias, sobre las relaciones entre Dios y el alma, sobre
    la naturaleza y origen del mal. Imprimióse en 1677 (_Maxima
    Bibliotheca Veterum Patrum_, t. XIII, pág. 353). Además, S.
    Beato escribió, desde el 784 en adelante, un insigne comentario
    al _Apocalipsis_, del cual hay un códice en la Academia de la
    Historia, otro en la Biblioteca Nacional y otros dos menciona
    Jaime Villanueva (_Viaje literario_) como haber visto en las
    catedrales de Urgel y de Gerona.

    =90.= _Año 798._ Casi el único poeta de la corte de Carlo Magno
    fué el español TEODULFO, discípulo de San Isidoro, obispo de
    Orleáns y aficionadísimo á la antigüedad clásica. Fué nombrado
    _Missus dominicus_ en 798 y consejero del Emperador; pero
    en 818 fué encerrado en un convento por falsa acusación, al
    parecer, donde murió, en 821. Edic. Sirmond, _Opera varia_,
    t. II, 1696; reproducida en Migne, _Patr._, CV. Consúltense:
    B. Hauréau, _Singularités Historiques et Littéraires_, págs.
    37-99; Ebert, _Histoire gén. de la littérat. au Moyen Âge_,
    t. II, págs. 81-97; Baunard, _Théodulphe, évêque d'Orléans_,
    París, 1860; Lierch, _Die Gedichte Theodulf_, Halle, 1880.

    =91.= _Siglo IX, año 823._ CLAUDIO, obispo de Turín (823),
    discípulo de Félix de Urgel, hereje, escribió _Cathena Patrum_,
    comentario sobre San Mateo, allegando y concordando las
    sentencias de los Santos Padres, y un libro explicando por qué
    había quitado las imágenes y cruces de sus diócesis. Fué, luego
    de muerto, condenada su doctrina en el concilio de París. Vivía
    todavía el año 839.

    =92.= _Año 827._ El abad ESPERAINDEO, mozárabe de Córdoba,
    tuvo escuela, donde estudiaron San Eulogio y Álvaro. Escribió
    el _Apologético contra Mahoma_, del cual nos ha conservado
    un trozo San Eulogio, en el _Memoriale Sanctorum_. Además la
    _Historia del martirio de Adulfo y Juan_ (827), según dice el
    mismo santo, á ruegos de Álvaro; pero se ha perdido, así como
    un tratado contra ciertos herejes.

    =93.= _Año 839._ Probablemente el que suscribió el _Concilio
    de Córdoba_ (839) fué el JUAN, arzobispo de Sevilla, que los
    árabes llamaban _Caeit Almatran_, y es diferente del retórico
    Juan Hispalense; comentó en árabe los Evangelios.

    =94.= _Año 849._ PRUDENCIO GALINDO, obispo de Troyes, tenido
    por santo en aquella tierra, escribió un tratado sobre
    la predestinación, siguiendo la doctrina de San Agustín,
    presentándolo en el Sínodo de París el año 849. Intervino
    Juan Escoto Eriugena (¿800-873?) con su tratado panteísta y
    racionalista _De divisione naturae_. Refutóle Galindo con la
    extensa obra _De divina Praedestinatione liber_ (851). Escribió
    también _Anales de Francia_ y poesías, de las que se conservan
    algunas, publicadas por Nicolás Camuzat, _Sacrar. antiquit.
    Tricassianae dioecesis_; Barthio, _Advers._, l. XVIII, c. 2; y
    Le Boeuf, _Crit. de los anales Bertinianos_, t. I. Consúltese
    Bonilla, _Hist. filos. esp._, t. I, pág. 281.

    =95.= _Año 851._ SAN EULOGIO, cordobés, martirizado el 859,
    escribió _Memoriale Sanctorum_ (hacia 851 y 853), _Documentum
    Martyriale_ (851), _Apologeticus Sanctorum_ (857), _Epistolae._
    Edic. Alcalá (acabada en 1574, con Notas de A. Morales);
    Francfort, 1608; después en la _Bibliotheca Patrum_. Consúltese
    Flórez, _Esp. Sagr._, t. X.

    =96.= _Año 854._ PAULO ÁLVARO ó ÁLVARO CORDOBÉS, de raza
    hebrea, vivió hasta después del 859, pues escribió el martirio
    de San Eulogio de aquel año, de modo que debió morir el 861.
    Compuso versos hexámetros y pentámetros (después del 851).
    _Confessio Alvari_ (860, lo más tarde). _Liber Epistolarum.
    Luminosus Indiculus_ (854). _Liber Scintillarum. Vida de San
    Eulogio._ Ed. Flórez, _Esp. Sagr._, t. XI. Ms. en la Nacional,
    véase Bonilla, _Hist. filos. esp._, t. I, pág. 297.

    =97.= _Año 864._ El ABAD SAMSON, cordobés, fué elegido abad del
    monasterio Pinamelariense, cerca de Córdoba, el año 858, cura
    de San Zoil de Córdoba el 862, defendió la Iglesia contra la
    mala doctrina del obispo malagueño Hostegesis y otros herejes
    antropomorfitas, siendo por ello muy perseguido, desterrándose
    en 864 á Tucci, desde donde escribió un _Apologeticus_ y murió
    en 890. Edic. Flórez, _Esp. Sagr._, t. XI; Bonilla, _Hist.
    filos. esp._, t. I, pág. 299.

    =98.= Hacia el 871 floreció ROMANO, prior del monasterio de San
    Millán, que escribió poesías.

    SEBASTIÁN, obispo de Salamanca, parece ser el autor del
    _Chronicon_, de escaso valor histórico, que reseña los hechos
    de Wamba á Orduño I (672-866), que otros atribuyen á Alfonso
    _el Magno_. Escrito en Asturias, comprende desde el año 672 al
    866. Consúltese Flórez, _Esp. Sagr._, t. IV, pág. 200, y t.
    XIII, apénd. VII, pág. 477, donde está editado. El _Chronicon
    Albeldense_ tiene dos partes: la primera se acabó del 881 al
    883, por autor desconocido; la segunda, en 976, la escribió
    VIGILA, monje de Albelda. Flórez, _Esp. Sagr._, t. XIII.

    Á fines del siglo IX, SAN VALERIO, abad del Vierzo: _De Vana
    saeculi sapientia, Dicta Beati Valeri ad Beatum Donadeum. De
    Bonello monacho. De revelatione Baldarii._

    =99.= Con razón dice Bonilla que, exceptuando los nombres de
    Isaac Israeli († 940), del karaíta David ben Meruan y, sobre
    todo, el de su contemporáneo Sadia Gaon (892-942), no hay
    ningún otro en el Oriente hebraico que pueda competir con los
    de la patria de Aben Gabirol y de Maimónides. El neoplatonismo
    místico y el racionalismo aristotélico son las dos corrientes
    de los autores hispano-judíos. Pero, además, los principales
    escritores arábigo-españoles de la escuela histórica cordobesa
    (Aben Alcutia, Aben Hayan, Aben Hazem, Aben Pascual), fueron
    de raza española y descendientes de mozárabes ó de muladíes
    (renegados).

    =100.= _Siglo X._ RABÍ-MOISÉS-BEN-HANOCH († 965) fundó en
    Córdoba una célebre escuela talmúdica, fuente de cultura
    para los hebreos españoles, superior en la Edad Media á la
    de sus demás correligionarios de Europa y Asia. El cordobés
    MOHAMED-BEN-ABDALAH-BEN-MESARRA trajo de Oriente los libros del
    seudo Empedocles, propagando en España su doctrina filosófica.

    MENAHEM-BEN-SARUK, de Tortosa y DUNASJ-BEN-LABRAT inauguraron
    entre los judíos de España, siguiendo las huellas de Saadia
    (892-942) y de los karaítas, los estudios gramaticales. El
    primero fué autor del más viejo léxico hebreo, que ha sido
    impreso en Londres, en 1855; distinguió antes que nadie las
    raíces, ordenando por ellas su Diccionario. Los discípulos de
    estos dos maestros trajeron larga contienda. IUDA-BEN-DAVID
    fué el primero que dió base científica al estudio del hebreo
    sobre las raíces trilíteras, y escribió en árabe tres libros de
    gramática.

    =101.= Del mismo siglo x fueron: ABUL CASSEN
    MOSLEMA-BEN-AHMED-EL-MAGHERITY, "el primer gran nombre de la
    España sabia", según Leclerc, que comentó el _Almagesto_, de
    Tolomeo; compuso un _Sumario de las Tablas de Albategui_;
    comentó las de Mohamed-ben-Muza, reduciendo los años persas á
    los arábigos; dejó un _Tratado sobre el Astrolabio_; otro de
    _Alquimia_ (Ms. Bibil. Escorial); otro _de piedras preciosas_
    (Ms. en la Bodleyana) y otro _De la generación de los animales_
    (Ms. Bibl. Escorial). ARIB-BEN-SAÏD-EL-KATEB escribió el
    _Calendario de Córdoba_, y en árabe el _Kitab el Anua_. El
    obispo de Ilíberis RABÍ-BEN-ZAID ó RECEMUNDO, cordobés,
    compuso en árabe obras de _Astronomía_ (Almaccarí, II, 125) y
    el _Santoral Hispano-Mozárabe_, escrito en 961 (Simonet, _La
    ciudad de Dios_, 1871).

    =102.= En Medicina fueron famosos: ΗIAYA-BEN-ISAAC, médico, de
    origen judío ó cristiano, que compuso un tratado de _Medicina_
    en cinco volúmenes. SAID-BEN-ABD-RABIHI, inventor de un
    tratamiento de las fiebres, escribió un poema de _Medicina_.
    ABDERRAHMAN-BEN-ISHAG-BEN-EL-HEITHAM escribió _Iktifa_ ó _El
    libro suficiente_. ABEN-GOLGOL, _Explicación de los nombres
    de los medicamentos simples de Dioscórides_, _Tratado de la
    Triaca_, _Historia de los médicos del reinado de Al-haken_,
    etc. ARIB-BEN-SAÏD-EL-KATEB, _Tratado de la generación del
    feto y arte de los partos_ (Ms. Bibl. Escorial). ABULCASSIS
    (Abul-Cassem-Kalef-ben-Abas), el más famoso cirujano de la Edad
    Media, compuso _Tesrif_, en 30 libros.

    =103.= _Autores latinos en el siglo X._ SAMPIRO, notario real
    de León; después obispo de Astorga (1020 á 1041); escribió su
    _Chronicon_ del 924 al 982, y abrazaba en él desde Alfonso _el
    Magno_ á Ramiro III (866 á 982). Ed. Flórez, _Esp. Sagr._, t.
    XIV.

    Del mismo siglo X fué JOSEF EL ESPAÑOL (Josephus Hispanus),
    que escribió _De multiplicatione et divisione numerorum_. Á
    fines del siglo X, SALVO, abad de Albelda, compuso himnos
    latinos elegantes (_Esp. Sagr._, t. III). Véase Aguirre
    en el t. III de los Concilios, y Mireo, _De Scriptoribus
    ecclesiasticis_, pág. 102.

    =104.= _Siglo XI._ En el siglo XI el gramático
    RABÍ-JONÁS-BEN-GANAJ sienta en su libro _De la Crítica ó de la
    Guía y Dirección_ luminosos principios exegéticos. AVEMPACE
    (BEN-PADJA _ó_ BADJA) († 1138) fué el gran filósofo arábigo
    de aquel siglo: _Régimen del Solitario_; su _Teoría del
    entendimiento adquirido_ originó la de Averroes. El filósofo y
    poeta judío SALOMÓN-BEN-GABIROL (AVICEBRÓN) (1025?-1070?), de
    quien Duns Jacobo (1265?-1308) se llama á sí mismo discípulo,
    escribió _La Fuente de la Vida_ (_Makor Hayim_), la _Corona
    real_ (_Keter Malkuth_) y el _Collar de perlas_, donde enseñó
    su doctrina moral. BACHYA-BEN-IOSEPH fué moralista judío en el
    _Libro de los deberes de los corazones_; escrito entre 1040 y
    1060.

    =105.= Filólogos fueron SAMUEL NAGUID, que escribió _El Libro
    de la Riqueza_; ABUL-GUALID-MERUAN-BEN-GANAH, cordobés,
    autor de "una obra maestra de lexicografía y gramática",
    según Renan; "creador de la sintaxis hebrea", según Graetz;
    combatióle Samuel-ben-Negrela, entre otros. Avicebrón compuso
    una Gramática hebraica en 400 versos acrósticos monorrimos.
    ABU-IBRAHIM-ISAAC-ADEN-KASTAR _ó_ SAKTAR-YITZAQUI (982-1057),
    filósofo y médico, escribió una gramática llamada _Compilación_
    y comentó la Biblia en su _Sefer ha-zerufim_.

    =106.= Entre los sabios del siglo XI se cuentan los
    siguientes: ABEN-ESSAMEJ, que comentó á Euclides y escribió
    _De la naturaleza de los números_, _De los cálculos del
    comercio_, un _Tratado de matemáticas_, _Tablas astronómicas_
    y el _Tratado del astrolabio_. ABEN-ESSOFAR, _Tratado del
    astrolabio_ y _Tablas astronómicas_. ARZAQUEL ó AZARQUEL,
    cordobés, vecino de Toledo, 402 observaciones para determinar
    el apogeo del sol, determinó el valor real del movimiento
    de precesión de los equinoccios en 49 grados y medio á 50;
    nuestras tablas lo ponen en 50. Inventó instrumentos como
    el astrolabio _Zarcallicum_, y escribió no pocos tratados
    de Astronomía, puestos después algunos en latín por Gerardo
    de Cremona, y la _Asafeha_, en castellano, por orden de
    Alfonso X. ABDERRAMAN-BEN-ABDALLAT-ABU-ZAID, valenciano,
    _Tratado de Aritmética y Álgebra_. ABRAHAM-BEN-R.-CHIJA, judío
    _barcelonés_, _Libro de Astronomía_, que publicó Sebastián
    Munster con el título de _Sphera Mundi_ (1546), _Libro de
    Geometría_.

    =107.= Médicos famosos de aquel siglo fueron ABEN-GUEFITH, _De
    los medicamentos simples_, _Experiencias médicas_, _Tratado
    de las enfermedades de los ojos_, _Manual de Terapéutica_
    (Bibl. Escor.), _Sobre los baños_, _Tratado del sueño_.
    MOHAMED-ΕTTEMINY, del que hay en El Escorial un manuscrito de
    consultas de médico. ABU-ABDALLAH-BEN-ABDEL-AZIZ, EL-BEKRY, de
    Murcia, escribió sobre las plantas andaluzas y una descripción
    del Mogreb. MOHAMED-BEN-ALI-BEN-FARAK, EL-CHAFRA estableció en
    Guadix un jardín botánico.

    El presbítero VINCENCIO escribió en 1049 una _Colección
    Canónica_ en árabe (Bibl. Nac.); varios muzárabs compusieron
    poesías arábigas (Simonet, _Glosario_, pág. XV).

=108.= Fecha memorable, tanto para la política[13] como para la
cultura española, fué la del año 1085, en que Alfonso VI tomó á Toledo
y nombró por primer arzobispo de aquella ciudad á D. Bernardo, abad del
Monasterio de Benedictinos de Sahagún, enviado por los cluniacenses
de Francia á ruegos del mismo Rey, que había deseado introducir en
España la reforma, comenzando por aquel Monasterio. Don Bernardo llevó
á Toledo monjes de Sahagún y llamó á otros de Francia. En el Concilio
de León, año de 1091, se decretó la reforma de los eclesiásticos y
el uso de la letra francesa, y poco antes, á fuerza de mañas que se
dieron el Arzobispo, el Legado del Papa y la Reina, se mudó el rito
muzárabe, tradicional en España, por el romano que hoy tenemos. La
influencia de los cluniacenses señoreaba en los consejos del Rey y
en toda España. "Allá van leyes do quieren reyes", dijo el pueblo,
que tenazmente se opuso á la mudanza de rito, y pasó la frase en
proverbio. La cultura francesa despertó, pues, la española, amortecida
por tantos años de sujeción musulmana; hizo nacer en España la
literatura escrita y erudita de los clérigos y frailes y el castellano
literario; pero, por lo mismo, la nueva literatura castellana nació,
como veremos, afrancesada y pretenciosa. Fué un movimiento aquél nada
grato al pueblo, porque no se contó con él para nada y se hizo harto
á su pesar. En Toledo, entre cluniacenses franceses, apoyados por los
Reyes, y el Arzobispo, nació la literatura castellana y el lenguaje
literario juntamente con ella. Primero se escribió sólo en latín; más
tarde en castellano; pero siempre menospreciando las cosas del pueblo
y verdaderamente nacionales. Y con todo, el pueblo se solazaba oyendo
cantar á sus juglares gestas y romances, y tenía sus coplas y cantares
y menudeaba sus refranes y proverbios, y esta popular literatura
valía infinitamente más que la que, á imitación de la francesa y en
metro francés, comenzaron á escribir los clérigos y siguieron después
escribiendo clérigos y magnates durante siglos, hasta fines del XV,
en que abrieron los ojos, conocieron lo que valía el arte popular y
olvidaron sus afrancesados y aprovenzalados versos.

    =109.= Para conocer el influjo cluniacense y su carácter
    opuesto al castellano, óigase á Vignau, en el _Índice de los
    documentos del Monasterio de Sahagún_, Madrid, 1874, introd.,
    pág. V: "El rito mozárabe es sustituido por el romano; la letra
    llamada visigótica cede su lugar á la galicana; se reforma la
    administración de los Monasterios de la Orden, subdividiéndola
    en varias dependencias ú obediencias, dirigidas por otros
    tantos monjes, con los nombres de _armarius_, _apothecarius_,
    _cellerarius_, _camerarius_, _sacrista_, _elemosinarius_,
    _ostalarius_, _infirmarius_, etcétera; sustráense aquéllos á
    la jurisdicción episcopal, con sujeción inmediata á la Santa
    Sede, que, por su parte, les concede exenciones y privilegios;
    se trata de implantar en nuestro suelo el feudalismo exagerado,
    que noblemente rechazan los pechos castellanos; y las mitras y
    los capelos, las prelacías y dignidades pasan á manos de los
    reformadores de Cluni. Sahagún ve en tanto acrecer sus rentas
    y aumentar sus propiedades; en su recinto se labra moneda;
    consejeros áulicos son sus abades; sagrados é inviolables
    sus bienes; tumba de reyes sus bóvedas, y el que fué humilde
    Monasterio, conviértese en almenado castillo, que más parece
    regio alcázar que abadía de cogullados".

    =110.= _Autores latinos en el siglo XI._ El monje OLIVA
    compuso en latín el _Poema de la Música_, prólogo al tratado
    de _Música_, de Boecio. En 1038 y 1095 acabó el presbítero
    JULIANO, en Alcalá, las colecciones latinas de Concilios
    (Morales, _Opúscula histórica_, t. III, págs. 63-66; Burriel,
    _Índice de la Librería de Toledo_, núms. 199-200).

    Á fines del siglo XI escribió el monje de Silos GRIMALDO (†
    1090) la _Vida de Santo Domingo de Silos_, en latín, publicada
    en 1736 por Fr. Sebastián de Vergara, y versos latinos que
    en ella inserta, por la mayor parte trocaicos octosílabos,
    conforme á la métrica popular española.

    Ni es de pasar por alto que en los Sínodos de León (1012), de
    Santiago (1031 y 1056) y de Oviedo (1050), se prohiben los
    agüeros y encantamientos y demás obras de magia, mientras por
    la misma época en las escuelas arábigas de Córdoba "duo erant
    magistri astrologiae qui legebant quotidie de astrologia...
    tres magistri legebant de Nigromantia et de Pyromantia et de
    Geomantia. Et unus magister legebat de arte notoria" (_Virgilii
    Cordub. Philosophia_, Bibl. Tolet., plut. XVII, n. IV).


                                NOTAS:

[13] De Cortes tenemos como las más antiguas las de León, 1020, o
Fuero de León, y las de Coyanza, 1050, cuyas traducciones castellanas
son del siglo XIII.




 ÉPOCA DEL NACIMIENTO DEL IDIOMA LITERARIO Y DE LA LITERATURA ERUDITA
                              (SIGLO XII)


    =111.= _Resumen político_: Sepáranse Castilla de León de 1157
    á 1230. Júntanse el Reino de Aragón y el Condado de Barcelona
    en 1137. Fundación del Reino de Portugal en 1139. Únense
    definitivamente Castilla y León con San Fernando en 1230.
    Reyes de Castilla y León: Alfonso VI (1073-1109). Doña Urraca
    (1109-1126). Alfonso VII (1126-1157). Reyes de Castilla: Sancho
    III (1157-1158). Alfonso VIII (1158-1214).

    _Literatura francesa_: la vida de _Saint Brendan_ (1121), las
    epopeyas de _Roland_, _Chanson d'Antioche_ (de mediado el
    siglo XI y primer tercio del XII); canciones caballerescas (de
    Francia, Bretaña y Roma) en los siglos XII y XIII; la _Geste
    Royale_ (_Roland_, _Pélerinage de Charlemagne_, _Huon de
    Bordeaux_, _Berte aux grands pieds_); la _Geste de Guillaume_,
    la _féodale_ (de _Doon_, _d'Ogier_, _de Renaud_), el ciclo del
    _Saint-Graal_ (_d'Artus_, _de Lancelot_, _de Tristán_); los
    _Romans_ (_de Thèbes_, _de Troie_, _d'Enée_, _d'Alexandre_),
    que dan asunto á las demás literaturas de Europa. Desde mediado
    el siglo XII la lírica de la lengua _d'oil_ ó francés, toma sus
    formas á la limosina _d'oc_, _pastourelle_, _débat_, _aube_,
    _chanson_ ó _son d'amour_, y de fines del siglo XII son los
    primeros _fabliaux_ y dramas (_Vierges folles_, _Adam_, _Jeu de
    Saint Nicolas_).

    _Literatura provenzal_: desde fines del siglo XI hasta los
    Albigenses, á principios del siglo XIII. En el siglo XII
    Guillaume de Poitou, Bertrán de Ventadour, Marcabru, Jaufré
    Rudel, Rambaud d'Orange, Peire d'Auvergne, Peire Rogier, Giraut
    de Borneil, Guilhem de Cabestang, Arnaud Daniel, Bertrán de
    Born, Peire Vidal.

    =112.= _Literatura hispano-semítica._--_Autores judíos,
    teólogos y filósofos._--JUDÁ LEVÍ, el castellano (1085?-1143?),
    el más famoso poeta de los musulmanes españoles, escribió
    el _Cuzarí_, tentativa de filosofía religiosa ó reacción,
    más bien, del espíritu tradicional judío contra la filosofía
    peripatética, tratando de reducir á sistema la filosofía de
    la Biblia. ABRAHAM-BEN-DAVID buscó en _La Fe Sublime_ otra
    manera de conciliar el dogma con la filosofía, tirando al
    racionalismo, mientras que Judá Leví tira al tradicionalismo
    místico. ABRAHAM-BEN-EZRA (1070?-1138?), en su _Jesod Mora_,
    muestra tendencias neoplatónicas; comentó la Biblia y fundó
    la exégesis racionalista entre los judíos; llevó á Roma
    los estudios gramaticales y abrió el camino á la exégesis
    gramatical; defendió las opiniones de Saadía contra las de
    ben-Labrat, y su última obra fué el _Safah Berurah_, de
    gramática hebrea. En la exégesis racionalista siguiéronle
    JOSEPH KIMJI y sus hijos DAVID y MOISÉS, oriundos de España y
    nacidos en Narbona. Los trabajos gramaticales de estos tres
    son bien conocidos, y aunque Renan y Graetz los tienen por
    inferiores á los judíos del todo españoles, ellos son los
    que influyeron entre los cristianos. El cordobés MAIMÓNIDES,
    MOISÉS-BEN-MAIMÓN (1135-1204), después gran rabino en el Cairo
    y médico de Saladino, el Aristóteles judaico, compuso _More
    Nebujim_ ó _Guía de los que dudan_, suma teológico-filosófica,
    que concilia la Biblia con el peripato, aplicando á la
    interpretación bíblica la filosofía aristotélica con criterio
    racionalista, como precursor de Espinosa en el _Tratado
    teológico-político_. Es audaz en teodicea, y con esta famosa
    suma despertó gran lucha en las sinagogas del Mediodía de
    Francia é influyó en la escolástica. Tradújose al castellano
    en el siglo XV, y del árabe al hebreo la vertió Aben-Tibón.
    Comentó además la _Mishna_. Los judíos españoles, por ejemplo,
    Moisés de León, contribuyeron al segundo y más famoso de los
    libros cabalísticos, el _Zohar_ (1300?). ZADIK-BEN-ZADIK,
    cordobés, escribió un _Tratado de Lógica_ y el _Microcosmos_,
    _Olam Qatom_, en que emplea el procedimiento psicológico, al
    modo de Sabunde.

    =113.= _Filósofos árabes del siglo XII._
    ABU-BEKER-BEN-ABD-EL-MELEK-BEN-THOFAIL (1116-1185) compuso
    la novela filosófica, traducida al latín con el título de
    _Philosophus Autodidactus_, de misticismo alejandrino y
    doctrina armónica. AVERROES, MOHAMED-BEN-AHMED-BEN-ROSHD
    (1126-1198), que además de sus _Comentos mayores y menores_ y
    de sus _Paráfrasis_ de Aristóteles, escribió muchos tratados,
    de los que se conservan la refutación del _Tehafot_, de Algazel
    (enemigo de la filosofía y partidario de cierto escepticismo
    místico), el _De Substantia Orbis_, la _Epístola sobre la
    conexión del intelecto agente ó abstracto con el hombre_, el
    _Del curso de la filosofía y la teología_. Fué el fundador de
    la teoría del intelecto _uno_ ó _de la razón impersonal_ y el
    que más influyó en la escolástica y fué por los escolásticos
    refutado.

    =114.= _En filología_, además de Abraham-ben-Ezra y de los
    Kimjis, florecieron ABU-SULEIMAN-DAVID-ABEN-MOHADJAR, que
    escribió el _Sepher ha Melachim_; ALTABEN, de Zaragoza, una
    gramática hebraica en árabe; ABUL-HASSAN-EZRA-BEN-ELEAZAR, la
    obra gramatical _El Complemento_; MOISÉS-BEN-EZRA, la Poética
    _Diálogos y recuerdos_.

    =115.= _En ciencias_ fueron notables: ABU-ISAAC-AL-BITRODJI
    (_Alpetragius_), que escribió de _Astronomía_, traducido al
    latín, en 1217, por Miguel Scoto, y de _Optica y Perspectiva_.
    ABU-SALT-OMEYA, _Tratado del Astrolabio_. Averroes, _Compendio
    del Almagesto_. ALI-BEN-RACHEL, _Tratado de Astrología_, _De
    cometarum significationibus_, _De revolutionibus nativitatum_.
    GEBER-BEN-AFLA, _Liber Geberi f. Afla Hispalensis de
    Astronomia_, libri IX, traducido por Gerardo de Cremona, _Liber
    tabularum Jaferi cum regulis suis_, traducido por el mismo,
    _Tratado de los triángulos esféricos_, _Liber Radicum Geberi_,
    _Regulae Algebrae_. ABRAHAM SAVASORDA, judío de Barcelona,
    _Tratado de geometría y trigonometría_ (Ms. Bibl. Nacional de
    París). Juan de Sevilla ó de Luna tradujo al latín, juntamente
    con Domingo González ó Gundisalvo, muchos libros arábigos.
    ABEN-BAGEH comentó los libros _De las plantas_, de Aristóteles.
    ABU-ZACARIA-HIAYA-BEN-MOHAMED-BEN-ALAVAM, el mejor geopónico
    árabe, escribió el _Kitab-el-Fellaha_, traducido por Banqueri
    (1802). AVEMPACE escribió sobre el _Libro de los animales_, de
    Aristóteles, y sobre el _de las plantas_, del mismo.

    =116.= _En medicina_ sobresalieron: ABU-SALT-OMEYA,
    famoso botánico y médico, _Tratado de los medicamentos
    simples_. AVEMPACE, _Tratado de los tumores y de las
    fiebres_, _De la manera de sacudir los humores nocivos_.
    MOHAMED-BEN-QUASSUN-ERRAFEQUY, _Tratado de los ojos_ (Bibl.
    Escor.). ABU-MERUAN-ABD-EL-MALEK-BEN-ABIL-OLA-BEN-ZOHAR ó
    AVENZOAR, distinto de otros cinco médicos escritores de
    la misma familia sevillana, el médico más ilustre entre
    los árabes, sacados Avicena y Rasis, dedicó á Averroes el
    _Teissir_. AVERROES, el _Colliget_, libro de las generalidades
    de Medicina en seis libros, comentario al _Cántico_, de
    Avicena, _Tratado del temperamento_, ídem _de las fiebres
    periódicas_, ídem _de las pútridas_, ídem _de la triaca_,
    comentarios á varios libros de Galeno. MAIMÓNIDES, _Aforismos
    medicinales_, _Tratado de la conservación de la salud_,
    _Compendio de Avicena_, _Toxicología_, _Huerto de la
    Salud_, sobre materia médica, _Compendio de Galeno_ y otros
    muchos tratados. ABU-JAFAR-BEN-MOHAMED-BEN-AHMED-BEN-SEYD
    (_Errafequí_), fué uno de los botánicos más citados por
    Aben-Beithar.

    =117.= BENJAMÍN DE TUDELA, rabino, nacido en aquella ciudad
    de Navarra, cuyo nombre propio fué BENJAMÍN-BEN-ZONA, fué
    el primer explorador de Oriente en la Edad Media: partió de
    Zaragoza en 1159 ó 1165, y volvió á España en 1173, año en que
    murió. Dió cuenta de sus viajes en el libro _Massaoth shel
    Raffi Binjamin_, que se imprimió en Constantinopla, 1543, por
    primera vez, y se tradujo en muchas lenguas. Arias Montano lo
    tradujo con el título de _Itinerario_ y se imprimió en Amberes,
    1565; edición inglesa de Asher, _The itinerary of R. Benjamin
    of Tudela_, Londres y Berlín, 1840-1841.

    =118.= Consúltense sobre los semitas españoles: Miguel
    Asín, _El averroísmo de Santo Tomás_, en el _Homenaje_ al
    Sr. Codera, Zaragoza, 1904, págs. 271-331; Wilhelm Bacher,
    Marcus Brann, David Simonsen y Jacob Guttmann, _Moses ben
    Maimon, sein Leben, seine Werke und sein Einfluss_, Leipzig,
    1908, un vol. (en publicación); Adolfo Bonilla, _Histor.
    de la Filosofía española_, Madrid, 1908-1911, 2 vols. (en
    publicación); Carl Brockelmann, _Geschichte der arabischen
    Literatur_, Weimar, 1898; Berlín, 1899-1902, 2 vols.; Heinrich
    Brody, _Studien zu den Dichtungen Jehuda-ha-Levis_, Berlín,
    1895; Víctor Chauvin, _Bibliographie des ouvrages arabes ou
    relatifs aux Arabes, publiés dans l'Europe chrétienne de 1880 à
    1885_, Liège, 1892-1901, 11 vols. (en publicación); Francisco
    Codera, _Bibliotheca arabico-hispana_, Madrid, 1882-1895, 10
    vols., y en colaboración con J. Ribera en los tomos III y
    IX; Vicente de la Fuente, _Historia de las Universidades de
    España_, Madrid, 1884-1889, 4 vols.; Abraham Geiger, _Divan
    des Castiliers Abu'l Hassan Juda ha Levi_, Breslau, 1851; íd.,
    _Salomo Gabirol und seine Dichtungen_, Leipzig, 1867; Hirsch
    Grätz, _Geschichte der Juden von den ältesten Zeiten bis auf
    die Gegenwart_, Leipzig, 1865-1870, 11 vols.; Jacob Guttmann,
    _Die Philosophie des Salomon ibn Gabirol_, Göttingen, 1889;
    íd., _Das Verhältniss des Thomas von Aquino zum Judentum und
    zur jüdischen Literatur_, Göttingen, 1891; _Homenaje á D.
    Francisco Codera en su jubilación del profesorado_, Zaragoza,
    1904; M. Kayserling, _Geschichte der Juden in Spanien und
    Portugal_, Berlín, 1861; íd., _Romanische Poesien der Juden
    in Spanien_, Leipzig, 1859; L.-G. Lévy, _Maïmonide_, París,
    1911; Pierre F. Mandonnet, _Siger der Brabant et l'averroisme
    latin au XIII^e siècle, Collectanea Friburgensia_, fasc. 8,
    Fribourg, 1899; Men. Pelayo, _De las influencias semíticas
    en la literatura española_, _Estudios de crítica liter._,
    segunda serie, págs. 353-401, Madrid, 1895; Salomón Munk,
    _Mélanges de philosophie juive et arabe_, París, 1857; I.
    Münz, _Moses ben Maimon_ (_Maimónides_). _Sein Leben und seine
    Werke_, Frankfurt a. M., 1912; Pedro Alfonso, _Die Disciplina
    Clericalis des Petrus Alfonsi_ (_das älteste Novellenbuch des
    Mittelalters_), ed. A. Hilka y W. Söderhjelm, Heidelberg,
    1911, Sammlung mittellateinischer Texte, t. I; Félix Perles,
    _Die Poesie der Juden im Mittelalter_, Frankfurt, a. M.,
    1907; Hastings Rashdall, _Universities of Europe in the
    Middle Ages_, London, 1895, 2 vols.; Ernest Renan, _Averroès
    et l'averroisme_, 4.^e ed., París, 1882; Amador de los Ríos,
    _Historia social, política y religiosa de los judíos en
    España y Portugal_, Madrid, 1875, 3 vols.; José Rodríguez
    de Castro, _Biblioteca española de los escritores rabinos y
    gentiles españoles y la de los cristianos_, Madrid, 1781-1786,
    2 vols.; Michael Sachs, _Die religiöse Poesie der Juden in
    Spanien_, Berlín, 1845; Adolf Friedrich von Schack, _Poesie
    und Kunst der Araber in Spanien und Sicilien_, segunda ed.
    Stuttgart, 1877, 2 vols., traducción española de Juan Valera,
    3.ª ed., Sevilla, 1881, 3 vols.; Jules Tailhan, _Appendice sur
    les bibliothèques espagnoles du haut moyen âge_, en Charles
    Cahier et Arthur Martin, _Nouveaux Mélanges d'archéologie,
    d'histoire et de littérature sur le moyen âge_, París, 1877,
    t. IV, págs. 126-346; Leopold Zunz, _Die synagogale Poesie des
    Mittelalters_, Berlín, 1855-1859; íd., _Literaturgeschichte der
    synagogalen Poesie_, Berlín, 1865.

=119.= _Literatura hispano-latina._--El movimiento literario comenzado
desde la conquista de Toledo por Alfonso VI (1073-1109), en el año
1085, el primer arzobispo D. Bernardo y los cluniacenses, se acrecienta
en tiempo de Alfonso VII (1126-1157) con el establecimiento del Colegio
de traductores, amparado por el Rey y por su canciller y arzobispo de
Toledo D. Raimundo (1125-1151). La persecución almohade lo favoreció,
refugiándose en aquella ciudad muchos sabios musulmanes y hebreos, que
trabajaron en el Colegio de traductores. Primero se tradujeron obras
de Medicina, Matemáticas y Astronomía, después obras de Filosofía. De
todas partes de Europa se juntaron en Toledo, ganosos de aprender,
cuantos querían ser sabios, y de Toledo destelló á Europa entera
el saber semítico-hispano y el saber oriental, y por su medio, el
antiguo saber helénico. Tras la ciencia y la Filosofía vino á tomarse
en cuenta la Literatura, y como ésta se viste y arrea siempre del
lenguaje hablado, tenía que nacer la literatura escrita y el castellano
literario. Y efectivamente, en los reinados de San Fernando (1230-1252)
y de D. Jaime el Conquistador, comienza á emplearse el castellano en la
especulación científico-literaria, tanto en Castilla como en Cataluña,
y esto antes que en ninguna otra lengua románica, traduciéndose é
imitándose los libros morales de Oriente, obras didácticas literarias,
que son el paso á la pura literatura: la _Disciplina Clericalis_,
de Pedro Alfonso; el _Llibre de la Saviesa_, el _Libro de los doce
Sabios_, las _Flores de Philosophia_, el _Libro de los buenos_
proverbios, la _Poridat de Poridades_, el _Calila e Dina_ y el
_Sendebar_, que por otros nombres se intituló el _Dolopathos_ ó la
_Historia de los Siete Sabios_ ó la _Historia del Príncipe Erasto_ ó
_Libro del Cendubete_, traducido del arábigo por D. Fadrique, hermano
de Alfonso X, el año de 1253. Este _Sendebar_, el _Barlaam_ y el
_Calila e Dina_, que por orden de Alfonso X se tradujo del árabe en
1261, son los tres libros principales, según Menéndez y Pelayo, en que
la literatura novelesca de Oriente pasó al Occidente en la Edad Media.

    =120.= Los judíos y mozárabes eran los que traducían,
    naturalmente al idioma vulgar castellano, poniéndolo en latín
    los clérigos y frailes, que sabían latín. Sobre este Colegio
    ó Escuela de traductores véase Amable Jourdain, _Recherches
    critiques sur l'âge et l'origine des traductions latines
    d'Aristote_, París, 1843; F. Wüstenfeld, _Die Uebersetzungen
    arabischer Werke in das Lateinische_ (Abhandl. d. K. Ges. d.
    Wissenschaften zu Göttingen, LXXII, 1877); M. Steinschneider,
    _Die hebräischen Uebersetzungen des Mittelalters und die Juden
    als Dolmetscher_, Berlín, 1898; M. Pelayo, _Hist. heterodox.
    españ._, I, 396-407; Leclerc, _Histoire de la Médecine arabe_,
    I, 191, París, 1876. Renan, _Averroes et l'Averroisme_,
    5.ª ed., pág. 200: "La introducción de los textos arábigos
    en los estudios occidentales divide la historia científica
    y filosófica de la Edad Media en dos épocas enteramente
    diferentes. En la primera, el espíritu humano no posee, para
    satisfacer su curiosidad, más que los raquíticos despojos que
    quedaron de las escuelas romanas, acumulados por Marciano
    Capella, Beda, Isidoro, y en algunos tratados técnicos,
    cuyo valer práctico salvó del olvido. En la segunda vuelve
    también al Occidente la ciencia antigua, pero más completa,
    en los comentarios de los árabes ó en las obras originales
    de la ciencia griega, á las que los romanos habían preferido
    compendios".

    El arcediano de Segovia DOMINGO GONZÁLEZ ó GUNDISALVO tradujo,
    sobre todo, obras de filosofía de Avicena, Alfarabi, Algazali,
    _La Fuente de la vida_, de Avicebrón, y llegó á filosofar
    por cuenta propia, escribiendo obras como _De immortalitate
    animae_ y _De processione mundi_, _De Unitate_, en que resucita
    no pocas doctrinas del misticismo alejandrino, haciéndose
    precursor del panteísmo moderno. Consúltense los libros citados
    y Bonilla, _Hist. filos. esp._, t. I, pág. 316. JUAN HISPALENSE
    ó de Sevilla, judío converso, colaboró con él, dedicándose más
    á traducir obras de matemáticas y de astronomía. Dió á conocer
    á los cristianos el álgebra, tradujo el _Quadripartito_ y
    el _Centiloquio_, de Tolomeo; el _Libro de las Figuras_, de
    Tabit-ben-Cora; las obras de Alfergan y del cordobés Alcabicio.
    Desde Alfonso VII hasta Alfonso X fué Toledo el centro del
    saber y el emporio donde los cristianos españoles se hicieron
    con todo el comercio científico y filosófico de Oriente y del
    que había florecido y todavía florecía en España entre árabes
    y judíos. Así renació la filosofía española. Pero no menos la
    filosofía y la ciencia de Europa entera, que de España y Toledo
    salió y aun vinieron á aprender los extranjeros. Allí vino á
    aprender árabe el italiano Gerardo de Cremona (1114-1187) y
    allí tradujo hasta 71 obras orientales (Balt. Boncompagni,
    _Della vita e delle opere di Gherardo Cremonese_, Roma,
    1851). El inglés Daniel de Morley (1157-1199), según Pits,
    también estuvo en Toledo estudiando matemáticas. Por encargo
    de Pedro el Venerable, abad de Cluny, tradujeron el inglés y
    arcediano de Pamplona en 1143, Roberto de Retines y Hermann
    el Dálmata, por primera vez, el _Corán_ (1143), versión que
    se imprimió en 1550. Ayudáronles Pedro Toledano y el notario
    del abad de Cluny, Pedro Pictaviense (_Bibliotheca Maxima
    Veterum Patrum_, t. XXII, pág. 1030, Lugduni, 1677). Otro
    Roberto Catáneo, con Rodolfo de Brujas, tradujo en Tolosa, en
    1144, el _Planisferio_, de Tolomeo, y otro Roberto Castrense
    el _Liber de compositione Alchemiae_ (1182) y el _Calid Regi
    Aegyptiorum_. Rodolfo de Brujas y Hermann tradujeron otras
    obras, que pueden verse en Bonilla, _Hist. filos. esp._, t. I,
    pág. 367. Otro Hermann el Alemán, obispo de Astorga desde 1266,
    Adelardo de Bath y Miguel Escoto, tradujeron no pocas obras,
    siendo famoso el último por haber propagado el averroísmo desde
    Toledo. Cítanse además Esteban Arnaldo, de Barcelona, que
    tradujo el _Tractatus de sphera solida_, de Costa-ben-Luca; un
    "Magister G. filius Magistri Iohannis", que tradujo en Lérida
    el _Liber de simplici Medicina_, de Algafiki, en 1258; un
    Platón Tiburtino, que vertió en Barcelona el _Quadripartitum_,
    de Tolomeo, en 1138, y otros libros. Savasorda, que vivía en
    Barcelona en el siglo XII, tradujo dos obras más. Á fines del siglo XIII, un
    canónigo de Toledo, llamado Marcos, tradujo otra vez al latín
    el _Corán_ y varias obras de Galeno. De esta manera pasó toda
    la ciencia y toda la filosofía al latín, derramándose por
    Europa. Nótese que varios de estos extranjeros fueron hechos
    obispos en España. De Alfonso VIII (1158-1214) dice la _Estoria
    de España_, Madrid, 1906, pág. 686, que "enuio por sabios a
    Françia et a Lombardia, por auer en su tierra ensennamiento
    de sapiençia que nunqua minguasse en el su regno, ca por las
    escuelas de los saberes mucho enderesça Dios et aprouecha en el
    fecho de la caualleria del regno do ellas son; et tomo maestros
    de todas las sçiençias et ayuntolos en Palençia, logar a abte
    et plantio para estudio de los saberes, et comunal pora venir
    los clerigos de todas las Espannas, et dioles grandes soldadas,
    porque tod aquel que de los saberes aprender quisiere, que
    alli uenga, ca alli fallara ende abondo quel correra alli como
    corrie la magna en el desierto a las bocas".

    =121.= _Barlaam y Josaphat. La Estoria del rey Anemur e de
    Josaphat e de Barlaam_, ed. F. Sauchert, en _Romanische
    Forschungen_ (1893), t. VII, págs. 331-402. Consúltense:
    F. de Hann, _Barlaam and Joasaph in Spain_, en _Modern
    Language Notes_ (1895), t. X, cols. 22-34 y 137-146; E. W.
    A. Kuhn, _Barlaam und Joasaph_, etc., en _Abhandlungen der
    philosophisch-philologischen Classe: Königliche Akademie der
    Wissenschaften_ (München, 1899), t. XX, págs. 1-88.

    =122.= PERO ALFONSO nació en 1062, fué judío aragonés, de
    Huesca, llamado Mosé Sefardi ó Rabí Mosé; pero habiéndose
    convertido en 1106, tomó el nombre de _Pero_ ó _Pedro_, por
    haberse bautizado el día de San Pedro, y el de _Alfonso_ por
    haberle apadrinado Alfonso I _el Batallador_. Escribió en
    latín: _Dialogi lectu dignissimi in quibus impiae iudaeorum
    opiniones evidentissime cum naturalis, tum coelestis
    philosophiae argumentis confutantur_ (_Biblioth. Patr._,
    t. XXI, pág. 172); _De Scientia et philosophia; Disciplina
    Clericalis_, colección de apólogos ó cuentos morales
    eslabonados á la manera oriental y cuyo fundamento son los
    Proverbios de _Salomón_, instruyendo un padre á su hijo acerca
    de la vida humana. Fué uno de los libros más leídos y saqueados
    en la Edad Media. Muchas parábolas del famoso _Barlaam et
    Josaphat_ se hallan aquí, así como en el _Libro de los Estados_
    y del _Conde Lucanor_, de Don Juan Manuel, en el _Libro de
    los Castigos_, en el de los _Enxemplos por a, b, c_, en el de
    los _Gatos_ y en el _Isopete historiado_ ó Esopo en cuentos,
    obras posteriores, que tomaron de esta fuente y de otras
    orientales cuentos, asunto y manera de trabar las narraciones.
    La _Disciplina Clericalis_ tuvo duradera influencia. Logró tres
    versiones francesas, una en prosa en el siglo XV; otras dos en
    verso, publicadas, la una en 1760, por Barbazan y reimpresa en
    1808; la otra en 1824, con el original latino, por la Sociedad
    Bibliográfica francesa. Vicente de Beauvais, en la Edad Media,
    le copió pasajes en su _Speculum historiale_. Fué Pero Alonso
    el primero que comunicó á los españoles el apólogo oriental,
    que de lleno entró en la literatura castellana á principios
    del siglo XIII y por ella en las demás literaturas de Europa
    (Puibusque, discurso en su edición del _Conde Lucanor_). La
    edición de 1824 fué reproducida por Migne, _Patrología_, t.
    I, pág. 157; mejor es la de Valentín Schmidt, _Petri Alfonsi
    Disciplina clericalis_, Berlín, 1872.

    =123.= Hacia 1106 RENALLO GRAMÁTICO escribió la _Vita et Passio
    Sanctae Eulaliae_ (_Esp. Sagr._, t. XXIX, apénd. III). P. Fita:
    _El maestro Renallo_ (en el _Boletín de la Real Acad. de la
    Hist._). En el segundo tercio del mismo siglo RODULFO, monje
    de Carrión, escribió _Quaedam miracula Gloriosissimi Martyris
    Beati Zoyli_ (_Esp. Sagr._, t. X, apéndice IV), y JUAN, diácono
    de León, la _Vita Sancti Froylani, Episcopi Legionensis_ (_Esp.
    Sagr._, t. XXXIV, apénd. VIII).

    =124.= _Año_ 1119. PELAYO, obispo de Oviedo, escribió hacia
    el 1119 su _Chronicon_, que abraza desde Bernardo II al
    fallecimiento de Alfonso VI. Edic. Flórez, _Esp. Sagr._, t. IV.
    En la Biblioteca Nacional hay un _Liber Chronicorum ab exordio
    mundi usque Era MCLXX_, al parecer del siglo XIII, y contiene
    el _Prólogo de Pelayo_, atribuyendo al Pacense el _Cronicon_ de
    San Isidoro, la _Ortographia Iunioris Isidori_, la _Historia
    Iob_, _Generationes Moysi_, _De Salomonis penitencia_, etc.,
    _Ordo annorum mundi brevi collectus a Beato Iuliano Pomerio_,
    la _Chronica wandalorum regum_, la _Suevorum Chronica_, la
    _Chronica regum gothorum a Beato Isydoro_, el _Chronicon_ de
    _Sebastián_, el de _Sampiro_ y el de _Pelayo_; luego bulas de
    Urbano II, el _Chronicon turonense_, etc., etc. Véase Antonio
    Blázquez: _Pelayo de Oviedo y el Silense_ (en la _Rev. de
    Archivos_, marzo-abril, 1908).

    =125.= _Año_ 1139. La _Historia Compostelana_, escrita por
    mandato de Diego Gelmírez, fué escrita por MUNIO ALFONSO, HUGO
    y GIRALDO, canónigos de aquella iglesia, actores y testigos
    de los sucesos, criados y devotos del Obispo y por lo mismo
    tildados de parciales (Flórez, _Esp. Sagr._, t. XX); pero
    allí está retratado el pretencioso Arzobispo, malgrado sus
    servidores que, sin querer, lo pintaron tal cual fué, y acaba
    con el año 1139, poco antes de que muriese.

    =126.= _El Silense_, monje de Silos, escribió su _Chronicon_
    para historiar el reinado de Alfonso VI; no llegó á él, pero
    sirve para restaurar los de Pelayo y Sampiro, que inserta
    íntegros (n. XLVIII al LXVI, inclusive los dos). Ed. Flórez,
    _Esp. Sagr._, t. XVII.

    =127.= Otros Cronicones escritos desde el siglo XI hasta
    principios del XIII, antes de Don Rodrigo Jiménez de Rada: el
    _Compostelano_, que llega á 1126; el _Iriense_, hecho á fines
    del siglo XI; los _Anales complutenses_, hasta el 1126; el
    _Burgense_, hasta 1212; el _Lusitano_, escrito después del
    1212; los _Anales Compostelanos_, hasta la toma de Sevilla en
    1248; el _Coimbricense_, añadido hasta principios del siglo XV.
    Véanse en Flórez, _Esp. Sagra._, sobre todo, t. XXIII, y otros
    monumentos en Villanueva, _Viaje literario_, cuanto á Aragón y
    Cataluña; G. Cirot: _Les histoires générales d'Espagne_.

    =128.= La _Gesta Roderici Campidocti_, escrita probablemente
    en tiempo de Alfonso VI, cuyo manuscrito del siglo XIII posee
    la Academia de la Historia, está animada del mismo espíritu
    que advertimos en los cantares de gesta y acaso no hace más
    que poner en latín lo que ya sonaba en las gestas cantadas
    por los juglares. Milá cree se escribió en Cataluña y es
    "en parte resumen y en parte traducción de otra poesía más
    popular, probablemente castellana" (_Observaciones sobre la
    poesía popular_, 1853, pág. 62). Véase E. Du Méril, _Poésies
    populaires latines_, pág. 286; Amador de los Ríos, _Lit. Esp._,
    t. II, _Ilustr._, 1, n. XXI; Dozy, _Recherches sur l'hist. et
    la littér. de l'Esp._, 3.ª ed., t. II, París, Leyde, 1881.
    Mejores ediciones: Risco en _La Castilla y el más famoso
    castellano_, apénd. VI, Madrid, 1792; R. Foulché-Delbosc en
    _Revue hispan._, 1909, t. XXI; con estudio A. Bonilla, Madrid,
    1911, y en el _Boletín de la Real Academia de la Historia_,
    1911, t. LIX, págs. 161-257. Tuvo que escribirse antes de 1238,
    en que tomó á Valencia Jaime I de Aragón, pues hablando de
    aquella conquista poco después de la muerte del Cid, escribe el
    cronista: "et nunquam eam ulterius perdiderunt". El manuscrito
    es del siglo XIII, acerca del cual y de la polémica de Masdeu
    véanse la edición de Foulché-Delbosc y la de Bonilla.

    =129.= La _Chronica Aldephonsi_, esto es, de Alfonso VII,
    abraza desde 1126, en que falleció doña Urraca, hasta la
    conquista de Almería (1147), que el mismo autor puso en verso
    y es el llamado _Poema de Almería_. Ed. E. Du Méril, _Poésies
    pop. latines de moyen âge_, París, 1847, págs. 248-314. De
    otra canción en elogio de Ramón Berenguer IV (1139-1162)
    nos ha quedado la introducción. Estas obras en verso latino
    son como las predecesoras del _Mio Cid_ castellano: uno y
    otras reproducen las gestas vulgares, pero haciendo obra de
    erudición. Sus autores eran de los segundos citados en aquella
    frase de la Crónica de Castilla, donde, hablando de las bodas
    de las tres hijas de Alfonso VI, dice que se contaron muchas
    "maneras de yoglares assi de boca como de peñola". Los de boca
    eran los populares; los de péñola los eruditos.

    =130.=Á mediados del siglo XII, PEDRO COMPOSTELANO compuso,
    á imitación de Marciano Capella, de Boecio y de San Isidoro,
    en prosa y verso y con figuras alegóricas, el libro de
    _Consolatione Rationis_, publicado por el P. Blanco en
    los _Beitrâge_, de Baeumker (Münster), ms. del Escorial
    (R.-110-2-14). JUAN HISPANO escribió _Super Decretum et
    Decretales Summa_. SAN MARTÍN, de León, escribió _Epístolas
    apostólicas_ y _Comentario sobre el Apocalipsis_.

=131.= _Nacimiento del castellano literario y de la literatura
erudita._--¿Cuándo nació la literatura castellana? La literatura
popular sin duda alguna comenzó con el mismo romance. Los más
antiguos Concilios, San Isidoro y otros Padres visigodos nos hablan
de cantares y acaso de representaciones del pueblo. Refranes y
cantares se hicieron en castellano desde que el habla de los españoles
pudo llamarse romance, y no es de creer que jamás faltase en España
literatura popular no escrita, desde los poemas en el idioma nacional
que nos dice Estrabón tenían antiquísimos los turdetanos y los cantos
en la misma lengua de que nos habla Silio Itálico, hasta la poesía
latina de las inscripciones que pueden verse en el segundo tomo del
_Corpus inscriptionum latinarum_, todo dedicado por Hübner á España,
y las poéticas recogidas por Bücheler. Literatura escrita y, por
consiguiente, más ó menos erudita, no hubo, ni, por tanto, castellano
literario hasta que se escribió en romance. Cuándo comenzara á
escribirse eso es lo que no sabemos. Rastros de castellano literario
escrito se hallan en piezas latinas desde el año 747 (Wölfflins,
_Archiv._, I, 56) en la _Crónica de Toledo_, que acaso sea anterior
(Tailhan, _Anonyme de Toledo_, 1885)[14]. En un códice de Santo
Domingo de Silos (Museo Británico) muy antiguo, aunque no anterior al
siglo XI, se hallan al margen unas cuatrocientas palabras vulgares,
correspondientes á las latinas del texto; las _Cartas pueblas_,
escritas en latín, tienen no pocas voces puramente castellanas. Pero el
monumento más antiguo del castellano de aquella lengua vulgar de los
españoles, que mientan el edicto de Carlos el Calvo (año 844, Flórez,
_Esp._ _Sagr._, XXIX, pág. 452) y San Isidoro, es posterior á los que
hay en francés é italiano; en francés, los juramentos de Strasburgo
(842), que es lo más antiguo que se conoce de las románicas; en
italiano, la _Carta di Capua_ (960).

El uso del bable y del castellano en obras forenses llega hasta el
año 1145 y 1173, 1180 y 1193, como lo probó Merino, y el más antiguo
diploma que halló en castellano es del año 1206 (véase además Fernández
Guerra, _El fuero de Avilés_, 1865).

Pero dejando aparte estos atisbos de prosa literaria, la literatura
escrita española alborea con una claridad tan limpia y despejada, tan
natural y sincera, y á la vez con tal reciura de realismo y tan sin
nube alguna de afectación ni de erudición extraña, que bien se echa
de ver ser hija de la literatura popular, hasta entonces no escrita,
pero que llevaba ya años y años de correr en labios del pueblo y de
resonar por la llanura castellana, como gala é himno triunfador de
guerreros rudos y veraces, que se alientan con las proezas cantadas
de sus adalides á proseguir la pesada empresa de la reconquista.
El cantar de _Mio Cid_ es la primera obra literaria, escrita entre
1140 y 1157, antes de la muerte de Alfonso VII, que ha llegado hasta
nosotros en copia hecha en el siglo XIV por un cierto Per Abbat. Como
la literatura griega comenzó por la epopeya, así comienza la literatura
castellana. Como aquella epopeya estaba compuesta de rapsodias ó
retazos, que la erudición posterior atribuyó á un cantor llamado
Homero, pero que la crítica moderna descubre haber sido hechos por
muchos cantores desconocidos, populares, y haber corrido cantados por
populares rapsodas, en una palabra, que los poemas homéricos son el
canto de las proezas de la raza que Grecia entona á sí misma, no de
otra manera la epopeya del _Mio Cid_ está zurcida de tres retazos ó
más, y fáltanle otros perdidos, algunos de los cuales se transparentan
en las _Crónicas_ posteriores y se hallan, remozados y modificados
conforme á los tiempos, en cantares que después vinieron: es el poema
en que España celebra sus propias hazañas. _Mio Cid_ es un zurcido,
repito, de rapsodias. ¿Fueron las primeras rapsodias que se escribieron
ó escribiéronse antes otras, después perdidas? No lo sabemos; sólo sí,
que, se escribieran ó no, las del _Mio Cid_ no fueron las únicas de la
epopeya hispana popular no escrita, ni mucho menos las más antiguas.
El pueblo cantaba sus trozos épicos: era la literatura popular no
escrita. De ellos no se sabe si se escribieron algunos; probablemente
no llegaron á escribirse. De toda aquella masa épica han quedado
pruebas manifiestas en las _Crónicas_, cuyos redactores, al describir
los hechos más ó menos legendarios de los antepasados, retiñéndoles en
los oídos los cantares épicos populares, se valían de sus frases hasta
el punto de desleir en su prosa versos y trozos enteros de aquellos
cantares. Los únicos trozos que lograron salvarse enteramente por la
escritura son los de _Mio Cid_.

¿Por qué se escribieron, no habiéndose escrito nada hasta entonces?
Esto es lo mismo que preguntar la causa del nacimiento de la literatura
escrita castellana, de la literatura erudita, la cual, por lo dicho,
bien se ve haber tenido su origen en la literatura popular y no
escrita. Esa causa está bien á la mano: nos la está mostrando el mismo
cantar de _Mio Cid_ y las circunstancias históricas del tiempo en que
se escribió.

Cuanto al cantar, al echar por primera vez los ojos en él, queda al
punto desconcertado el lector, notando la barbarie del metro y no
pudiendo entender cómo una fuerza épica tan grande y un tan fino valor
poético como el que atesora el poema puedan casarse con tal rudeza
en el versificar. Á poco va uno notando que la mayor parte de los
versos son alejandrinos, que hay bastantes otros de los llamados de
pie de romance y que los demás hay que achacarlos á los copistas, que
condensan versos quitando palabras ó los alargan para declarar lo que
suponían estaba oscuro.

Ahora bien, el que está versado en asuntos de métrica latina, francesa
y castellana, luego se explica el misterio. Tanto el alejandrino como
el pie de romance son metros derivados de la métrica latina, con una
diferencia capital, clarísima para el lingüista, conocedor del genio
de la lengua castellana y de la lengua francesa: que el alejandrino es
el verso naturalmente francés, como nacido que es del ritmo yámbico
latino, que es el ritmo de la lengua francesa, amiga de la entonación
aguda; mientras que el pie de romance es el verso naturalmente
castellano, como nacido que es del ritmo trocaico latino, que es el
ritmo de la lengua castellana, amiga de la entonación llana y grave.
El métrico y lingüista que de esto esté bien enterado no puede menos
de descifrar el misterio de la, al parecer, barbarie métrica del _Mio
Cid_: el que lo escribió quiso cantar en versos franceses lo que oía
cantar y acaso cantaba él en versos españoles. En versos españoles,
en romance, se había siempre cantado por el pueblo; pero jamás se
había escrito la poesía. ¿Por qué no escribir la poesía, como los
franceses la escribían? Pero había que escribir en el metro de los
que hasta entonces habían escrito, era de buen tono y estaba de moda
todo lo francés; lo vulgar castellano no era para escrito. Con todo,
esos cantares populares españoles los sentía el autor, como verdadero
poeta que era; su asunto era digno de la escritura. Quiso, pues, cantar
lo popular español en el metro épico erudito, de moda, francés, y
logrólo en parte; pero como á buen novicio en este menester de métrica
francesa, se le escapaban á cada paso versos castellanos de pie de
romance, que eran los que entre el pueblo se cantaban.

La lucha entre la métrica francesa, la erudita y de buen tono, digamos,
y la métrica castellana popular, es manifiesta en _Mio Cid_. El autor
tenía fino oído y construye muy bien ambas suertes de metros; pero los
mezcla y en la consecución del asonante no guarda regla alguna, sin
duda por la misma lucha y contrariedad métrica en que se ve enzarzado.
Añádase lo que la inexperta mano de los copistas mal corrigió, dejando
versos monstruosos de cortos ó de largos, que es imposible salieran del
poeta y versificador, primer autor del cantar, y tendremos declarada la
versificación extravagante de la obra.

Cuanto á las circunstancias del momento histórico en que se escribió
el _Mio Cid_ y con él nació nuestra literatura escrita ó erudita,
es cosa todavía más comúnmente sabida. El influjo de la literatura
francesa fué consecuencia del valimiento que los franceses tuvieron en
la corte de nuestros reyes desde Alfonso VI. Sin ese influjo francés,
claro está que más ó menos tarde hubiera nacido la literatura erudita.
La toma de Toledo en 1085 por Alfonso VI fué el comienzo de una nueva
era con la comunicación de los mudéjares, de los _moros latinados_ ó
_ladinos_, con los judíos, con la ciencia arábigo-judía de la España
musulmana, que convirtió bien pronto aquella ciudad en puente entre
la cultura oriental y la europea. La ciencia semítica española iba
á derramarse de allí como de su fuente á toda Europa. Comenzóse por
traducir en latín; pero presto se hubiera traducido en romance. Los
mismos judíos escribieron en castellano con caracteres arábigos, que es
la que llaman _literatura aljamiada_. Pero no hay duda que la cultura
francesa, su célebre épica, su escritura, el poder de los cluniacenses,
la muchedumbre de romeros que venían á Santiago, adelantaron el
acontecimiento y encaminaron la primera poesía escrita castellana
por las vías clericales del _mester de clerezia_. Influencia erudita
fué, como siempre, la francesa, que puso en olvido la del _mester de
juglaria_ ó poesía popular, retrasando, en cambio de ese adelanto,
el ensalzamiento de la épica nacional de los romances por más de dos
siglos.

El asunto de algunos textos aljamiados está tomado de fuentes
occidentales. Como el _Recontamiento del Rey Alixandre_, que procede
del griego; la _Historia de los amores de Paris e Viana_, viene del
provenzal; _la Doncella Arcayona_ nació del _Libro de Apollonio_, poema
castellano. El _Poema de Yuçuf_, del siglo XIV, está en el metro del
_mester de clerezia_, así como los primeros versos de _La Alabanza de
Μahoma_, obra muy posterior.

Pero la prosa, de hecho, no nace en España hasta el siglo XIII. Lo
primero que tenemos es el tratado didáctico de un fraile navarro,
_Los diez mandamientos_; después vienen los _Anales Toledanos_
(1220 y 1250), la versión en romance del _Fuero Juzgo_ (1241) y las
acabadísimas y maravillosas obras de Alfonso X (1220-1284).

    =132.= Hasta poco ha los escritores españoles, y aun algunos
    extranjeros, confundían el origen de los romances con el de
    su literatura: el castellano nació, según ellos, en el siglo
    XI, puesto que hasta el XII no aparece literatura castellana.
    Es como si se dijera que el vascuence nació el siglo XVII, en
    que aparecen escritos vascongados. Hay una razón particular
    en el desenvolvimiento de las literaturas modernas europeas,
    y es que los romances siempre se consideraron como latín
    corrompido, indigno de escribirse. Los pocos letrados, para
    quienes y entre quienes se escribía, conocían el latín, de
    suerte que sólo en latín se escribió hasta que se tuvo alguna
    cuenta con las personas iletradas, que no sabían latín. Esto
    explica el orden de la aparición de las literaturas modernas.
    La más antigua es la inglesa. Con la conversión al cristianismo
    de los anglo-sajones en 597, que partieron de Roma San Agustín
    y sus compañeros, el latín volvió á la Gran Bretaña; pero
    fué el latín muerto de los escritores eclesiásticos y de los
    monasterios. Nadie hablaba ya latín en Europa, y en Inglaterra,
    como en el continente, hubo escritores latinos: baste recordar
    al gran Ealhwine, de York, ó Alcuino, que Carlomagno llamó á
    su corte; á Aldhelm († 709); á Aeddi, autores, el primero,
    de poemas piadosos y de una prosodia latina, el segundo, de
    la vida de San Wilfrith; á Winfrith ó San Bonifacio, apóstol
    de los sajones del continente; á Beda, nacido en Nortumbria
    hacia el 673, que entre otras obras escribió la _Historia
    Ecclesiastica Gentis Anglorum_. Pero el pueblo no entendía el
    latín, así es que continuó la literatura antigua anglosajona,
    acrecentándose con obras de utilidad actual sobre religión,
    historia, leyes, medicina, mientras que todo esto se redactaba
    en latín en Francia, Italia y España. La literatura en lengua
    indígena fué, pues, en Inglaterra mucho más antigua que en
    Francia. En esta nación comienza á escribirse para el común
    de las gentes en francés el siglo XI, antes que en Italia
    y España, porque el francés difería más del latín que el
    italiano y el castellano, de modo que el pueblo necesitó antes
    se le escribiese en su propio idioma vulgar. Viene después
    la literatura castellana, y en poesía, como en prosa, en el
    _Mio Cid_ y en las _Partidas_, el idioma presenta todos los
    caracteres, no de un habla en mantillas, sino de una lengua
    muy acabada y de varios siglos de vida. En Italia es donde
    aparece más tardíamente la literatura, porque el italiano es
    el romance más allegado al latín, y porque el escribir en
    latín era allí tan natural, mayormente dominando el elemento
    eclesiástico, que _latín_ llamaban al habla vulgar, y al latín
    decían _gramática_, por ser para ellos un solo idioma, sólo que
    se escribía con gramática y corrección, y se hablaba, según
    ellos mismos, sin corrección ni gramática, se hablaba el latín
    estropeado y corrompido. Nació en Italia la literatura cuando
    decaía ya en la Provenza, de donde, con los Emperadores, pasó á
    Italia, sobre todo con Federico Barbarroja, á quien acompañaban
    no pocos trovadores. Después de la cruzada albigense, la lírica
    provenzal pasó los Pirineos y los Alpes. Los mismos italianos
    trovaban en provenzal, como Sordello de Mantua (DANTE, _Purg._,
    c. 6, 7 y 8). Los primeros versos en lengua vulgar de Italia
    sonaron en Sicilia, con Ciullo de Alcamo, en los últimos
    veinte años del siglo XII, y el padrino de la lengua literaria
    italiana fué Federico II, políglota y poeta, aunque mediano; su
    secretario Pier delle Vigne y su hijo Enzo, rey de Cerdeña, lo
    fueron bastante mejores.

    Podemos, pues, decir, que cuando se escribía de todo en el
    habla vulgar de la Gran Bretaña sólo se escribía en latín en el
    continente; que cuando ya decaía la gran poesía épica francesa
    aparece escrita la epopeya castellana; que cuando termina la
    lírica provenzal nace la italiana. Inglaterra, Francia, España,
    Italia: tal es el orden en la aparición de la literatura,
    precisamente el mismo en que difieren las lenguas de estos
    países del latín.

    El mejor prosista anglo-sajón fué un rey, Alfredo _el Grande_,
    que tradujo del latín la _Historia universal_, de Orosio; la
    _Historia eclesiástica_, de Beda; la _Consolación_, de Boecio;
    la _Regla pastoral_, de San Gregorio, cuyos _Diálogos_ tradujo
    á imitación suya Werferth, obispo de Worcester. En España
    la traducción del _Fuero Juzgo_ y las _Partidas_, con otras
    preciosas joyas de la literatura castellana primitiva, se deben
    á otros dos reyes: á Fernando III y á su hijo Alfonso X. Pero
    la prosa siempre fué posterior á la poesía, y más á la poesía
    épica, por ser ésta la obra propia de la literatura popular y
    nacer siempre de la popular la literatura escrita ó erudita.
    La primera manifestación de la literatura escrita ó erudita en
    España es la epopeya del _Mio Cid_, por haber sobresalido el
    canto épico en la literatura popular. Porque el _Mio Cid_ es la
    epopeya popular llevada á los papeles, escrita por primera vez,
    dando nacimiento á la literatura escrita ó erudita.

    El niño, cuando comienza á despertársele la razón, despepítase
    por saber las cosas que ve. Todo es para él nuevo, y siempre
    tiene en la boca el "¿qué es eso?". Poco después, ahondando
    más en las relaciones de las cosas, pregunta el porqué de
    ellas. De aquí que tanto guste de cuentos, al principio, cuanto
    más inverosímiles, mejor; después han de ser bien razonados
    y trabados con la realidad que ya conoce. Las sociedades
    primitivas son como los niños ya despiertos, que gustan se les
    entretenga con cuentos. Los cuentos de la primitiva sociedad
    griega son los poemas llamados de Homero, la _Ilíada_, que
    trata de guerras, y la _Odisea_, que narra aventuras pacíficas.
    En una y otra los personajes son los hombres más célebres de
    las tradiciones populares, los héroes ú hombres semidioses,
    hijos de un dios y de una mujer. Por eso la epopeya griega fué
    religiosa, y habiendo de elevarse sobre los simples mortales,
    la epopeya idealizó sus personajes y sus hazañas. La épica
    griega fué mítica, religiosa, sobrehumana, ideal. Al despertar
    la sociedad española en los siglos XI y XII de la barbarie en
    que se hundió con el Imperio romano, como niña que era pedía
    cuentos.

    Época de peleas contra los moros, los personajes más
    célebres habían de ser los adalides de aquellas guerras: el
    Cid, Fernán González, los Infantes de Lara, Bernardo. Las
    hazañas de estos guerreros contadas en verso formaron la épica
    castellana, que llamaban _gestas_, esto es, hechos, hazañas,
    empresas. No fueron héroes, sino puros hombres: las gestas no
    podían ser religiosas, míticas, sino humanas. No había para
    qué el arte sobrehumanase aquellos personajes y sus hazañas,
    como en Grecia sucedió. De aquí que si la epopeya griega había
    sido idealista, las gestas castellanas fueran realistas. El
    pueblo griego veía en sus héroes hombres sobrehumanos y con
    sus hazañas se mezclaban los mismos dioses, padres de los
    héroes: tenía que concebir héroes y dioses como algo de más
    levantado que los mortales, que viven en casas de barro.
    Tenían las pasiones de los hombres, pero más engrandecidas;
    habitaban los dioses en un monte, pero el más alto de todos, el
    monte Olimpo; alimentábanse, pero del néctar que les daba la
    inmortalidad. Los personajes de la epopeya helénica hubieron,
    por consiguiente, de despertar en los rapsodas que los cantaban
    aquel elemento idealista que les añadiese al ser humano algo
    de divino, una cierta serenidad sublime, algo de eterno é
    inconmovible aun en la misma mortalidad y mudanza propia de lo
    humano, que consideraban en los héroes. El arte helénico hubo
    de ser, pues, ideal desde su nacimiento. La gesta castellana
    sólo canta puros hombres, grandes y valerosos, pero dentro
    de lo humano, no saliéndose jamás de la realidad. Tal es el
    origen del realismo, nota de la literatura castellana en todos
    tiempos. En los mismos asuntos religiosos, los santos al ser
    cantados, sus acciones al ser narradas, son tan hombres como
    los demás, los milagros no los mudan á ellos en seres míticos
    ni sobrehumanos. Santiago, cabalgando en su caballo blanco,
    alienta á los guerreros cristianos; pero es uno de tantos,
    solamente rodeado de la aureola del seguro triunfo que le
    comunica el ser un enviado de Dios para protegerles y darles
    la victoria. El mismo Cristo y María, cuando intervienen
    en los cuentos ó leyendas populares, obran como obraron en
    vida, como verdaderos hombres. El mito y el idealismo no
    tenían cabida en las gestas ni en las leyendas castellanas.
    La épica caballeresca de los pueblos célticos lleva consigo
    un elemento maravilloso que le permite pasar la raya del
    realismo; sus héroes son más que humanos en sus empresas y
    pasiones; vencen enemigos estupendos, allanan dificultades
    extraordinarias, como lo sabemos todos por las quimeras que
    poblaban el cerebro de Don Quijote; pero es porque en aquella
    épica habían entrado elementos míticos, restos de las antiguas
    religiones paganas, más ó menos cristianizados, llamados
    supersticiones: los gigantes, que eran los antiguos héroes,
    desnudados del espíritu divino y heroico; los endriagos, los
    dragones y otros monstruos, los enanos, las hadas, las brujas.
    Nada de esto había en España, de modo que el realismo fué
    aquí puro y limpio de todo elemento maravilloso, de toda la
    exageración de acaecimientos estupendos, que hierven en la
    epopeya caballeresca, céltica de origen y nada española. No
    menor exageración, nacida de idénticas fuentes, se halla en
    la epopeya francesa medieval, por ejemplo en el _Rolland_, de
    donde más tarde, y en época ya de decadencia épica, pasó á la
    épica erudita española, transformando el Cid y el Bernardo
    españoles en personajes afrancesados por lo maravilloso y
    extravagante de sus hazañas y aventuras. Esta diferencia
    explica la que se nota en seguida entre el _Cantar de Mio
    Cid_ y el _Rolland_, los libros de caballerías, la _Ilíada_
    y la _Odisea_, que no es otra que el llamado realismo de la
    literatura castellana. No consiste el realismo en copiar lo
    real tal cual es, pues toda arte coge de la realidad solamente
    lo típico, lo característico, dejando lo común; condensa la
    flor y nata de la realidad, escogiendo lo más expresivo.
    El Cid del _Cantar_ es dechado de guerreros castellanos,
    la flor y nata de ellos. En el _Cid_ están condensadas las
    cualidades del guerrero castellano, que se hallaban en todos
    los castellanos reales de entonces, pero desleídamente, unas
    más sobresalientes en unos, otras en otros. Además, el _Cantar
    de Mio Cid_ no se entretiene en narrar lo común y cotidiano que
    al Cid le pasaba hora tras hora, que era lo que á todos nos
    pasa: el comer y dormir, el andar y el sentarse, el charlar
    por pasar el rato. Todo esto común nada tiene de típico, de
    expresivo, para pintar un guerrero esforzado, noble y justo,
    que es lo que trató de pintar el rapsoda castellano. Si á este
    elegir y condensar se llama idealismo, semejante idealismo es
    tarea de todo artista y no se opone al realismo. El realismo
    está en que lo así escogido y condensado, lo característico y
    típico, responda á la realidad; en que el Cid sea hombre de
    carne y hueso como los demás; que su valentía, su honradez,
    su generosidad sean humanas; que sus hechos pasaran realmente
    ó pudieran, á lo menos, pasar de hecho y de verdad, conforme
    á lo que realmente suele ó puede acontecer á los humanos. Que
    un caballero parta de un golpe á su contrario, que desbarate
    él solo un ejército, que sea invulnerable, que haya hadas que
    le salven con toda seguridad de trances en los que humanamente
    no pudiera salir sano y salvo; que haya gigantazos y jayanes,
    endriagos y vestiglos de la casta y talle que cuentan los
    libros de caballerías: todo ello es quimérico, que jamás
    sucede ni puede suceder en la realidad, sino en la fantasía
    del poeta, no menos que la intervención de los dioses en la
    epopeya griega y el poder de Hércules, de Circe, de Ulises y
    todas las demás patrañas míticas de que ella está tejida. Con
    mitos griegos y con quimeras caballerescas pueden fraguarse
    epopeyas soberanamente artísticas, lo mismo que con hombres
    de carne y hueso y con sus humanas empresas; pero aquellas
    obras artísticas las llamamos idealistas, imaginarias, si se
    quiere; éstas, por el contrario, realistas. Acaso el ideal del
    arte griego sea un linaje de belleza más levantada y sublime,
    ya que diviniza á sus personajes, proyectando sobre ellos una
    luz sobrehumana, olímpica, con algo de eterno, que por lo
    mismo suena á sublime; pero el arte realista castellano, por
    ser humano y tocarnos más de cerca á los humanos, es posible
    que se nos hinque más adentro en el alma, nos impresione más
    y nos mueva más reciamente, y el alma así conmovida siente
    el estremecimiento estético tanto como el alma arrobada por
    lo maravilloso y sobrehumano del vivir del olimpo. El arte
    griego es más apolíneo, el castellano más dionisíaco; aquél
    más objetivo y sereno, éste más subjetivo y conmovedor; aquél
    responde á la civilización pagana, empapada de la visión
    religiosa de la naturaleza, de un politeísmo que endiosaba
    los fenómenos naturales, en cuyo fondo yacía un verdadero
    panteísmo; éste responde á la civilización cristiana, empapada
    de la introspección del alma humana, donde se desenvuelve la
    eterna lucha entre el bien y el mal; aquél miraba á fuera,
    éste hacia dentro; aquél admiraba, éste se estremece; aquél se
    derramaba en la serena contemplación de lo extraño á sí; éste
    se concentra en la lucha de sí mismo. Muchos caminos llevan
    al sentimiento estético, fin del arte: los griegos escogieron
    el de la fantasía; los cristianos el del corazón. Esquilo es
    puramente helénico, épico, religioso; tras él viene Sófocles
    que, serenamente, muestra por de fuera los efectos de la lucha
    que dentro padece el alma de Edipo y acaba endiosándolo en
    Colonia, como un héroe verdadero que es; pero Eurípides se mete
    en el corazón, lo abre chorreando pasiones ante el espectador,
    muestra la lucha interna del alma, que sólo en sus lejanos
    efectos del ananke, del karma, digamos, mostró Esquilo y en sus
    manifestaciones externas en el hombre descubrió Sófocles, y con
    Eurípides despunta en el teatro la alborada del sentimiento,
    de la psicología, de lo puramente humano, que el cristianismo
    ha de traer poco después, como verdadero día del arte moderno.
    El arte helénico es divino y heroico; el arte cristiano, el
    español, en particular, es humano; por eso aquél hubo de
    ser idealista, éste realista. El arte caballeresco es una
    mezcla del arte realista cristiano y del fantástico pagano,
    empequeñecida la heroicidad y divinidad de sus personajes, por
    quedar convertidos los dioses y héroes en viejas hadas, feos
    enanos, horribles monstruos, salvajes jayanes, y por exagerarse
    lo humano de los caballeros, saliéndose de la raya de hombres,
    sin llegar á ser dioses ni hijos de dioses. Sólo el espíritu de
    aventuras que encierra hizo que aquella literatura caballeresca
    cuajase en la España aventurera del siglo XVI, hasta que el
    realismo de Cervantes acabó con ella, mostrándose lo ridículo
    de Don Quijote en cuanto caballero andante á la luz del
    realismo humano de Sancho, venteros y Maritornes, yangüeses y
    prosaicos duques y del mismo Don Quijote, cuando obra y piensa
    como cuerdo.

    =133.= Sabido es que la voz _romance_, de _romanice_, significó
    el habla vulgar como opuesta al latín; pero como las primeras
    obras literarias, enteramente populares, se compusieron en
    verso, como en todas partes ha sucedido, se empleó pronto la
    voz _romance_ para significar la poesía popular, y de aquí el
    género de versos más común de los romances viejos. Vese claro
    por Berceo, que en la _Vida de San Millán_ (362) contrapone
    la poesía popular á la erudita: "Sennores, la facienda del
    confesor onrado | no la podríe contar nin romanz nin dictado".
    _Dictado_ era poesía erudita; _romanz_, poesía popular. Como
    igualmente se ve en el _Libro de Apollonio_, donde la juglaresa
    Tarsiana, que era poetisa popular "Quando con su viola hovo
    bien solazado, | a savor de los pueblos hovo asaz cantado, |
    tornoles á rezar _un romançe_ bien rimado". Entiendo que á la
    misma poesía popular alude la ley 20, tít. 5 de la _Partida_
    2.ª, cuando, hablando de "las alegrías que debe usar el rey
    en las vegadas", pone la lectura "de los romances et de los
    otros libros que fablan de aquellas cosas de que los omes
    reciben alegría et placer". Porque si _romances_ valiese aquí
    lengua vulgar, los otros libros serían los latinos, cosa no
    muy hacedera para aquellos reyes; además que hubiera dicho _en
    romance_ y no _romances_, que sólo puede significar versos de
    los juglares, entonces en uso.

    De los romances más antiguos son los de Carvajal, poeta de
    la corte napolitana de Alfonso V de Aragón, insertos en el
    _Cancionero de Stúñiga_, uno de ellos con fecha de 1442. Más
    antiguos acaso son tres atribuidos á Juan Rodríguez del Padrón,
    en su manuscrito del Museo Británico: "¡Qién tuvise tal ventura
    | con sus amores folgar, | como el infante Arnaldos | la
    mañana de San Juan!" (_Zeitschrift für Romanische Philologie_,
    t. XVII, 544-558). Igualmente los de _Rosaflorida_ y de la
    _Infantina_. En el reinado de los Reyes Católicos el arte
    popular entra de lleno en la literatura escrita y entonces
    aparecen como por ensalmo los romances en los _Cancioneros de
    Constantina y de Castillo_, y en el siglo XVI la imprenta los
    recoge á montones de labios del vulgo. No pudieron nacer de
    repente en el siglo XV cuando levantan de repente la cabeza;
    si antes se hubieran bajado los poetas eruditos á oirlos
    entre el pueblo, antes hubieran llegado á la literatura. Pero
    Santillana, en el _Prohemio_ (1445 á 1448), muestra bien el
    desprecio en que tenían los eruditos á los "ínfimos poetas,
    que son aquéllos que, sin ningún orden, regla ni cuento,
    facen estos cantares e _romances_ de que la gente baja, e de
    servil condicion se alegran". En el siglo XV se tenían ya por
    viejos algunos romances, pues Álvarez Gato habla de los de D.
    Bueso como de una antigualla y los contrapone á las "lindas
    canciones nuevas". Ya hemos visto que en _Berceo_ romance
    significa poesía popular: si, pues, como poesía popular
    aparece de repente el romance en el siglo XV como cosa vieja,
    ¿quién no sospecha que la poesía popular en tiempo de Berceo
    estaba en romances? Contrapónense, como hemos visto, en las
    _Partidas_ las dos clases de poesía, la popular y la erudita.
    Las _gestas_, influidas por la epopeya francesa, no podían
    ser más que semieruditas, y así hace igual distinción la ley
    20, tít. 21, de la 2.ª _Partida_: "Et por eso acostumbraban
    los caballeros, cuando comien, que les leyesen las _hestorias
    de los grandes fechos de armas..._ que los juglares non
    dixiessen ante ellos otros _cantares_ sinon _de gesta_ ó que
    fablasen _de fecho darmas_". Había, pues, otros cantares
    que no eran de gesta, sin duda los enteramente populares.
    Comentario á este texto es el del opúsculo latino _De Castri
    Stabilimento_, de la misma época: Item sint ibi _romancia et
    libri gestorum_, videlicet Alexandri, Karoli et Rotlandi et
    Oliverii et Verdinio... et libri magnorum et nobilium bellorum
    et praeliorum quae facta sunt in Hispania. "Los _Cantares_
    del rey Sabio son aquí _romancia_, contrapuestos á los _libri
    gestorum_ ó _de gesta_. Luego, en aquel tiempo el cantar
    popular llamábase romance, como en el siglo XV, y en tiempo de
    Berceo, esto es, á fines del siglo XII y principios del XIII.
    Por aquel tiempo se distinguían claramente los _juglares_ ó
    cantores populares de los poetas cultos ó clérigos. Así en
    _Alexandre_: "Mester trago fermoso, non es de _ioglaria_,
    | _mester_ es sen peccado, ca es de _clerezia_". Y en la
    _Partida_ 7.ª, l. 4, t. 6, entre los infamados: "Otrosi son
    enfamados los _juglares_ et los remedadores et los facedores de
    los zaparrones, que públicamente antel pueblo cantan o baylan
    o facen juegos por precio que les den". Puede verse en escena
    en la plaza la juglaresa Tarsiana, en el _Libro de Apolonio_
    (426-429). Populares son no menos los _juglares_ del Poema de
    Alfonso XI (406-413) y de Hita (1095, 1234) del siglo XIV.
    Parece, pues, harto probable, después de todo lo dicho, que los
    romances del siglo XV no nacieron entonces, sino que algunos,
    quitada acaso la modernización del lenguaje, ó por lo menos
    otros, se cantaron por los juglares en los siglos anteriores, y
    aun se llamaban romances en tiempo de Alfonso X y de Berceo.

    =134.= Romance es una serie de versos asonantados de diez y
    seis sílabas, partidas en dos hemistiquios de á ocho sílabas.
    El ritmo es binario: consta cada verso de dos hemistiquios,
    cada hemistiquio de cuatro sílabas ó dos pies, cada uno de
    dos sílabas. Es ritmo trocaico, esto es, con el tiempo fuerte
    delante del débil en cada pie; aunque la variedad penda
    cabalmente de no atenerse, dentro del ritmo trocaico, á este
    principio. El uso de escribir aparte cada hemistiquio como
    si fuera un verso se debe á los trovadores; pero en nuestras
    lenguas, donde la rima es principio métrico, la rima los
    forma y separa. Además los tratadistas antiguos de poética
    y música concuerdan en ello. "El tetrámetro que llaman los
    latinos octonario en nuestros poetas _pie de romance_, tiene
    regularmente diez e seis sílabas, e llamáronlo tetrámetro
    porque tiene cuatro asientos, octonario porque tiene ocho pies"
    (Nebrija, _Arte de la leng. cast._, l, II, c. 8), y escribe
    los versos en líneas largas, no menos que Luis de Narváez en
    _Los seys libros del Delphin de Musica_ (1538) y Francisco
    de Salinas (_De Música_, 1577, pág. 384): "Ut apparet in his
    Hispanicis _Los brazos traigo cansados de los muertos rodear_,
    ubi posterius membrum aequivalet priori, quoniam unum tempus,
    quod nunc siletur in fine, ab antiquis voce canebatur in hunc
    modum: _Los brazos traigo cansados de los muertos rodeare_".
    Donde muestra que el final agudo equivale á dos sílabas.

    Véase el romance fronterizo: "Alora, la bien cercada"
    (_Antol._, M. Pelayo, VIII, 155):

                             [Ilustración]

    Lo esencial es que los tiempos séptimo y décimoquinto sean
    fuertes, esto es, que los pies finales de los hemistiquios sean
    siempre trocaicos.

      "Alora, la bien cercada,--tú que estás en par del río,
    cercóte el adelantado--una mañana en domingo,
    de peones y hombres de armas--el campo bien guarnecido;
    con la gran artillería--hecho te había un portillo".

    En las gestas de _Mio Cid_, de _Rodrigo_, de los _Infantes_ y
    las prosificaciones de las _Crónicas_ predomina el mismo metro
    de 8 + 8. Tan popular era el metro, que se aplicaba á los
    epitafios, como el de Santa Oria, publicado por Sánchez al fin
    de las poesías de Berceo:

      "So esta piedra que vedes,--yace el cuerpo de Santa Oria,
    Ε el de su madre Amunna,--fembra de buena memoria:

    Fueron de grant abstinencia--en esta vida transitoria,
    Porque son con los ángeles--las sus ánimas en gloria".

    Y el del alguacil de Toledo Fernán Gudiel, publicado en
    facsímile en la _Paleografía_, de Terreros (lám. 6). Berceo
    pasa por dechado de perfección silábica por no mezclar en
    sus versos de 14 sílabas ninguno de 16 del romance; pero "es
    muy probable, dice M. Pelayo, que la continua audición de la
    poesía juglaresca por los ingenios de clerecía (que á veces
    tomaron argumentos de ella, como el de Fernán González) fuese
    acostumbrando su oído á la cadencia octosilábica en los de
    catorce". El Arcipreste de Hita y el canciller Ayala construyen
    intencionalmente estancias enteras en versos octonarios
    monorrimos, dando con ellas muy precioso testimonio de que el
    tal verso era indiviso, tan indiviso como el alejandrino, cuyos
    dominios invade. Así en el Arcipreste:

      "Fablar con muger en plaça es cosa muy descobierta:
    A bezes mal atado el perro tras la puerta
    Bueno es jugar fermoso, echar alguna cobierta:
    A do es lugar seguro, es bien fablar cosa cierta".

    (c. 656).

      "¡Ay! ¡quan fermosa vyene doñ' Endrina por la plaça!
    ¡Qué talle, qué donayre, qué alto cuello de garça!
    ¡Qué cabellos, qué boquilla, qué color, qué buenandança!
    Con saetas d'amor fyere, quando los sus ojos alça".

    (c. 653).

    El Canciller, en el _Rimado_:

      "Si quieres parar mientes como pecan los doctores,
    Maguer han mucha sciencia, todos caen en errores,
    Ca en el dinero tienen todos sus finos amores".

    Tenemos, por consiguiente, que en todos los más antiguos
    monumentos en verso castellano se trasmina el uso del metro del
    romance popular, aun en los eruditos.

    El _abecedario_ de San Agustín contra los Donatistas está
    escrito, como él dice, para que lo cantasen los imperitos
    y los idiotas: "volens etiam causam Donatistarum ad ipsius
    humillimi vulgi et omnino imperitorum atque idiotarum
    pervenire, notitiam, et corum quantum fieri posset per nos,
    inhaerere memoriae, Psalmum, qui eis cantaretur, per latinas
    litteras feci" (_Retract._, I, 30). Este cantar del pueblo
    africano está en romance, aunque en lengua latina, esto es, en
    trocaicos octonarios, sin cuidarse de la cantidad clásica, y
    con asonantes:

      "Omnes qui gaudetis de pace--modo verum iudic_a_t_e_.
    Abundantia peccatorum--solet fratres conturb_a_r_e_:
    Propter hoc Dominus noster--voluit nos praemov_e_r_e_.
    Comparans regnum coelorum--reticulo misso in m_a_r_e_,
    Congreganti multos pisces--omne genus hinc et inde
    Quos quun traxissent ad litus--tunc coepedunt separare,
    Bonos in vasa miserunt--reliquos malos in mare...".

    ¿De dónde nació este metro, que es lo mismo que preguntar
    de dónde nació el romance castellano? Dos son sus notas
    características: el ritmo tetrámetro trocaico acataléctico
    y la rima. El ritmo dicho es bien conocido en la literatura
    latina, sobre todo en los cómicos, y en el siglo II estaban los
    tetrámetros trocaicos bien de moda. En ellos juguetearon el
    emperador Adriano y el poeta é historiador Anio Floro, ambos
    españoles por contera. Recuérdense los versos que trae de ellos
    Esparciano:

    Floro:

    "Ego nolo Caesar esse,--volitare per Sicambros,
    ambulare per Britannos,--Scythicas pati pruinas".

    Adriano:

    "Ego nolo Florus esse,--ambulare per tabernas,
    latinare per popinas,--culices pati rotundos".

    (Sidonio Apolinar l. IX, ep. 13):

    "Age, convocata pubes,--locus, hora, mensa, causa,
    iubet ut volumen istud,--quod et aure et ore discis,
    studiis in astra tollas:--Petrus est tibi legendus
    in utraque disciplina,--satis institutus auctor.
    Celebremus, ergo, fratres,--pia festa litterarum".

    Lo probable es que nuestro romance naciera de este metro, tan
    común en la decadencia de la literatura latina. Á lo cual hay
    que añadir el genio trocaico de la lengua castellana, bien
    así como en francés, por su genio yámbico, tuvo más cabida el
    septenario yámbico: "rerúm creátor ómniúm".

    Cuanto á la rima, ante todo la asonancia hoy sólo se usa en
    España por la particular sonoridad de las cinco vocales de
    nuestro idioma; en el mismo italiano es demasiado rápido
    el paso de vocal á vocal para que el asonante resalte
    suficientemente. Pero antiguamente la hubo en la primitiva
    lengua francesa, más clara y musical que la moderna, no menos
    que en la poesía latina medieval. Ya lo advirtió Bello en
    la _Vida de la Condesa Matilde_, escrita en el siglo XII,
    respecto del latín, y del francés en el _Viaje de Carlomagno á
    Jerusalén_, del mismo siglo. La primera está en hexámetros, con
    asonancia en los hemistiquios:

      "Auxilio PETRI iam carmina plurima fEcI,
    Paule, doce mEntEm nostram nunc plura refErrE,
    Quae doceant poEnAs mente tolerare serEnAs.
    Pascere pastor OvEs Domini paschalis amOrE
    Assidue cUrAns comitissam maxime sUprA,
    Saepe recordAtAm Christi memorabat ad ArAm".

    "Otro escritor que usó mucho del asonante, añade Bello,
    bien que no con la constante regularidad del historiador de
    _Matilde_, fué Gofredo de Viterbo en su _Panteon_, especie de
    crónica universal, sembrada de pasajes en verso". Igualmente en
    la prosa de San Pedro Damiano, del siglo XI:

      "Ad perennis vitae fontem mens sitivit ARIDA,
    Claustra carnis praesto frangi clausa quaerit ANIMA,
    Gliscit, ambit, eluctatur, exsul frui PATRIA.
    Dum pressuris ac aerumnis se gemit obnoXIAM,
    Quam amissit, cum deliquit, contemplatur gloRIAM;
    Praesens malum auget boni perditi memoRIAM".

    Del siglo X es la canción de los defensores de Módena contra
    los húngaros (año 924):

      "O tu, qui servas armis ista mOENIA.
    Noli dormire, moneo, sed vigila.
    Dum Hector vigil extitit in Troia,
    Non eam cepit fraudulenta GRAECIA.
    Prima quiete, dormiente Troia
    Laxavit Sinon fallax claustra pERFIDA,
    Per funem lapsa ocultata agmina
    Invadunt urbem et incendunt PERGAMA".

    Y nótese que sólo hay asonante cada dos versos, quedando sin él
    los intermedios, como si fuesen hemistiquios. Á fines del siglo
    VI ó principios del VII en el ritmo de San Columbano:

      "Totum humanum genus ortu utitur pARI,
    Et de simili vita fine cadit aequALI
    Quotidie decrescit vita praesens quam AMANT,
    Indeficienter manet sibi poena quam pARANT...
    Cogitare convenit te haec cuncta, amICE,
    Absit tibi amare huius formulam VITAE".

    Ya vimos los _romances latinos_ de San Agustín del siglo IV ó
    V. Comodiano, el primer poeta cristiano del siglo III, deja
    la cantidad y termina en _o_ todos los versos del octavo de
    los acrósticos de las _Instrucciones ad Paganos_. Pero no sólo
    la poesía popular latina, sino la erudita es sabido que aun
    antes de llegar á Roma la inspiración helénica, cuando sólo se
    cantaba en _carmen Saturnium_ ó _italum_, usaba ya de la rima.
    En la literatura greco-latina se rezuma de cuando en cuando
    desde el pueblo hasta en los autores más helenizantes, y en
    apareciendo los poetas cristianos, por seguir al pueblo, la
    emplean ya sin escrúpulo.

    "Dicit in aeTERNOS aspera verba DEOS". (Tibulo).
    "Volvitur et plANI raptim petit aequora CAMPI". (Lucrecio).
    "Trahuntque SICCAS machinae carINAS".
    "Hunc si mobILIUM turba quirITIUM". (Horacio).

    En las inscripciones españolas hallamos ejemplos dignos de
    recordarse. En el epitafio del auriga Fusco, en Tarragona (C.
    I. L., vol. II 3001 Esp. Cit.):

      "Integra fama tibi, laudem cursus meruISTI,
    certasti multis, nullum pauper timuISTI,
    invidiam passus, semper fortis tacuISTI,
    pulchre vixisti, fato mortalis obISTI".

    En francés la cantinela de _Santa Eulalia_, la _Vida de San
    Léger_, la _Canción de San Alejo_, la de _Rolando_, los
    más antiguos documentos de la poesía francesa y todas les
    gestas primitivas están asonantadas, cargando la asonancia
    en la última vocal acentuada. Sólo en el siglo XII venció el
    consonante al asonante, en el _Aliscans_, el _Fierabrás_, el
    _Guidon_, el _Macaire_. Y cabalmente fué cuando empezaron á
    escribirse los poemas, confiados antes á la pura recitación:
    bien se ve el influjo erudito de los eclesiásticos y el deseo
    de satisfacer á los ojos, más bien que á los oídos, para
    quienes la versificación se hizo. (Véanse _Obras_, de Bello;
    Santiago, 1883, t. 6).

    =135.= ¿De dónde procede la métrica europea, que no tiene
    cuenta con la cantidad, sino con las sílabas acentuadas? La
    literatura griega llevó á la latina la métrica cuantitativa;
    pero la primitiva métrica romana, así como la germánica,
    no se fundaban en la cantidad, sino primero en las sílabas
    acentuadas, como la métrica europea moderna, después en la
    aliteración y en la rima. (Véase Westphal, _Allgemeine Metrik
    der indogermanischen und semitischen Völker_). Catón nos ha
    conservado un cantar de vendimia, que consta de dos versos
    iguales á los de nuestros romances:

      "Novum vetus--vinun bIBO,
    novo veteri--morbo mEDEOR".

    Y puesto que _bibo_ sonaba vulgarmente como nuestro _bebo_,
    tenemos hasta la asonancia.

    El mismo metro, el tetrámetro trocaico, era el preferido por
    el pueblo durante el imperio, y en él está el epitafio del
    soldado T. Cissonius (Orelli-Henzen, 6674): "Dum vixi bibí
    libenter:--bíbite vos qui vívitis", y un pasquín en Suetonio
    (_Caes._, 80; _Schol. Juv._, V, 3). Sobre la poesía popular
    latina, véase Du Méril, _Poésies populaires latines antérieures
    au douzième siècle_, París, 1843; L. Müller, _De re métr. poét.
    lat._, Lips., 1861; Westphal, _Allg. griech. Metrik_, Leipzig,
    1865, pág. 270.

    La literatura romana clásica helenizada dejó oscurecida la
    métrica antigua, que el pueblo siguió empleando, bien así
    como el habla erudita oscureció al habla popular. Pero todo
    lo ficticio, como forzado, perece, mientras que lo natural es
    fecundo y sigue viviendo. La lengua latina literaria ó culta
    y la culta ó helenizada literatura eran cosas hechizas de la
    alta sociedad romana, y así apenas vivieron un par de siglos,
    pereciendo de hecho desde el siglo III, mientras que la lengua
    popular, evolucionando, se convirtió en las lenguas románicas,
    y la métrica popular, que seguía siendo la nacional romana
    entre el pueblo, como para todos lo había sido antes de la
    época clásica, sobrevivió y sobrepujó á la métrica griega,
    apenas llegó el cristianismo, la religión entonces popular, á
    levantar cabeza y afrontar y luego vencer al politeísmo. Los
    mismos poetas cristianos clásicos fueron empleando la rima
    juntamente con la cantidad, hasta que la cantidad desapareció,
    señoreándolo todo la rima y la acentuación silábica. Como estos
    mismos elementos formaban la métrica germánica, nada tiene de
    extraño que todos los pueblos europeos los reconociesen como
    única métrica triunfante. Los soldados de Aureliano, en el
    siglo III, contaban ya, sin cantidad, pero con la acentuación
    silábica:

      "Mílle mílle mílle
    décollávimús
    únus hómo mílle
    décollávimús.
    mílle vivát, qui mílle occídit,
    tántum víni hábet némo,
    quántum fúdit sánguinís.
    Mílle Sármatas, mílle Fráncos
    sémel et sémel occídimús,
    mílle Pérsas quaérimús".

    (Vopisc., _Div. Aurelianus_).

    "Plerumque tamen--dice Beda (_Metrica_, pág. 258 K.)--casu
    quodam invenies etiam rationem in rhythmo non artificii
    moderatione servatam, sed sono et ipsa modulatione ducente,
    quem vulgares poetae necesse est rustice, docti faciant
    docte. Quomodo ad instar iambici metri factus est hymnus ille
    praeclarus:

      Réx aetérne dóminé,
    rerúm creátor ómniúm,
    qui éras ánte saéculá
    sempér cum pátre fíliús.

    Et alii Ambrosiani non pauci. Item ad formam metri trochaici
    canunt hymnum de die iudicii per alphabetum:

      Ápparébit répentína
    díes mágna dóminí
    fúr obscúra vélut nócte
    ímprovísos óccupáns".

    La acentuación silábica y la rima vinieron, pues, al
    castellano de la métrica popular latina y de la popular llegó
    el tetrámetro trocaico acataléctico, convertida la cantidad
    clásica en acentuación popular. En África, el pueblo cantaba
    verdaderos romances en latín. Cuando, en el siglo XIV y XV, el
    pueblo español cantaba romances, ¿tomólos del latín clásico,
    que no los tuvo, del latín medieval de los clérigos, que eran
    los eruditos, los cuales al versificar preferían los metros
    franceses y menospreciaban el _romance_ popular? Cuando aparece
    en España _escrito_ el romance no pudo tomarlo el pueblo
    del latín, pues ni los mismos clérigos lo querían para sus
    versos. Hay, pues, que confesar que, aunque no se escribiesen
    los romances en los siglos anteriores, porque los que sabían
    escribir ignoraban acaso como San Eugenio ó despreciaban como
    Berceo el metro popular, se cantaban romances, y romances
    se cantaron en España desde el siglo IV ó V, en que los
    cantaban en latín los africanos. ¿Desde cuándo se cantaron
    romances castellanos, dejados los romances latinos, pues los
    unos hubieron de salir de los otros sin intervalo alguno?
    Naturalmente, desde que el pueblo dejó de hablar latín y sólo
    habló castellano. En el siglo V había muerto el latín en todas
    partes como lengua hablada: desde entonces, por consiguiente,
    hubo romances castellanos. La prueba es evidente. El romance,
    repito, es popular; los clérigos y eruditos lo menosprecian.
    Hubo, pues, de hacerlo el pueblo en castellano cuando todavía
    entendía el latín y le reteñía en el oído el romance latino,
    que tan bien encajaba en la lengua castellana. Creer que varios
    siglos después de haber muerto el latín, cuando ninguno del
    pueblo sabía de tetrámetros trocaicos acatalécticos ni sabía
    cosa que á latín oliese, cuando los clérigos, los únicos que
    manejaban su mal latín, ni siquiera cantaban en tal metro
    latino, pues no lo hay en los himnarios, sino cabalmente el
    cataléctico, opuesto al metro castellano popular, cuando
    nadie podía, por tanto, sacar del latín el metro del romance;
    creer que entonces ó lo sacara el pueblo ó lo inventara tan
    enteramente igual, por chiripa, al que cantaba en latín el
    pueblo africano muchos siglos antes, es una verdadera sinrazón.
    Según M. Pelayo, el metro de los romances remedó en algo al
    dicho metro latino (_Antol. lit. cast._, t. XI, pág. 127);
    pero salió inmediatamente del metro de los cantares de gesta
    (_ibid._, 83): "Bastará indicar rápidamente cuáles son los
    elementos de la versificación en los cantares de gesta y en
    los romances. El sistema en unos y otros es substancialmente
    el mismo; pero como representan períodos distintos de nuestra
    poesía épica, los romances ofrecen ya en estado relativamente
    fijo y normal lo que es incierto y caótico en las gestas".
    Entre los versos caóticos de las gestas no sabemos lo que
    se deba á los copistas y á los autores. Lo que sí se saca
    en limpio es que, por ejemplo, el de _Mio Cid_ pretende
    emplear el metro de la cuaderna vía, sino que á veces se le
    escapan algunos versos de pie de romance, esto es, que quiere
    versificar como los eruditos, como después versificaron los del
    _mester de clerezia_:

      "Contra la mar salada conpeço de guerrear;
    Aorient exe el sol, e tornos aessa part.
    Myo Çid gano a Xerica e a Onda e Almenar,
    Tierras de Borriana todas conquistas las ha.
      Aiudol el Criador, el señor que es en çielo.
    El con todo esto priso a Muruiedro.

    Ya vie myo Çid que Dios le yua valiendo.
    Dentro en Valençia non es poco el miedo (c. 1090...)".

    Pie de romance entre versos caóticos:

    "Meçio suyo Çid los ombros e en grameo la tiesta" (c. 13).
    "E aquel que gela diesse sopiesse uera palabra" (c. 26).

    La mayor parte de los versos que suenan bien son del _mester
    de clerezia_; por excepción hay alguno que otro del pie de
    romance, ni más ni menos que en el Arcipreste de Hita. No puedo
    yo creer que si el autor de _Mio Cid_ se hubiera propuesto
    versificar en romance tuviera tan toscas orejas que no lo
    pudiera hacer. Ni de este metro caótico del _Mio Cid_ pudo
    salir el romance. Primero, porque los más de los versos son
    del metro del _mester de clerezia_, y de este metro no salió
    ni pudo salir el pie de romance, por ser ritmo enteramente
    diferente. Segundo, porque de los versos que no suenan y
    son verdaderamente caóticos, ni el pie de romance ni metro
    alguno pudo nacer. Lo que aquí hay es que M. Pelayo, por
    seguir la teoría de Milá, aceptada también por M. Pidal, de
    que los romances son fragmentos desprendidos de las gestas,
    por consecuencia tuvo que afirmar que el metro del romance
    salió del metro de las gestas, y ya que se veía bien claro no
    serlo, no halló otra solución que la de atenerse á que "como
    representan períodos distintos de nuestra poesía épica, los
    romances ofrecen ya en estado relativamente fijo y normal lo
    que es incierto y caótico en las gestas". Pero ni los romances
    se desprendieron de las gestas, ni "el sistema en unos y otros
    es sustancialmente el mismo", como no lo es el metro del
    _mester de clerezia_, que es el de _Mio Cid_, y el metro de
    los romances. Son metros sustancialmente diferentes. El pie
    de romance es el octosílabo trocaico español, y el metro del
    _mester de clerezia_ y de _Mio Cid_ es el septenario yámbico
    francés; aquél es el metro del pueblo, éste de los eruditos;
    aquél el que evolucionó desde el latín, éste el que los
    eruditos trajeron de Francia; aquél el nacional y, por serlo,
    el despreciado por los eruditos; éste el extraño y, por serlo,
    por los eruditos llevado en palmas.

    Esta doctrina la vió ya Argote de Molina, que en la edición
    de _El Conde Lucanor_ (Sevilla, 1575) dijo que el pie de
    romance es el metro castellano, y el del _mester de clerezia_
    francés de origen. Y trae una copla de Don Juan Manuel, hecha
    en el dicho metro castellano, aunque consonantando ya los
    hemistiquios, que fué la manera de nacer la redondilla del pie
    de romance y sirvió siempre para la lírica popular, como éste
    para la épica:

      "Si por el vicio et folgura
    la buena fama perdemos,
    la vida muy poco dura,
    denostados fincaremos".

    Y añade: "Deste lugar se puede averiguar quan antiguo es el
    uso de las coplas redondillas castellanas, cuyos pies parescen
    conformes al _verso Trocayco_ que usan los poetas líricos,
    griegos y latinos... Leemos algunas coplillas italianas
    antiguas en este verso; pero es el _propio_ y _natural_ de
    España, en cuya lengua se halla más antiguo que en alguna
    otra de las vulgares, y assi en ella solamente tiene toda la
    gracia, lindeza y agudez, que más propia del ingenio español
    que de otro alguno. En el qual género de verso al principio se
    celebraban en Castilla las hazañas y proezas antiguas de los
    reyes y los trances y sucesos assi de la paz como de la guerra,
    y los hechos notables de los condes, cavalleros é infanzones,
    como son testimonio los romances antiguos castellanos, assi
    como el del rey Ramiro, cuyo principio es:

      "Ya se assienta el rey Ramiro,
    ya se assienta á sus yantares,
    los tres de sus adalides
    se le pararon delante...".

    ...compostura, cierto, graciosa, dulce y de agradable facilidad
    y capaz de todo el ornato que cualquier verso muy grande puede
    tener, si se les persuadiese esto á los poetas deste tiempo,
    que cada día la van olvidando, por la gravedad y artificio
    de las rimas italianas, á pesar del bueno de Castillejo, que
    desto graciosamente se quexa en sus coplas, el qual tiene en su
    favor y de su parte el exemplo deste principe don Juan Manuel
    y de otros muchos cavalleros muy principales castellanos, que
    se pagaron mucho de esta composición, como fueron el rey don
    Alonso _el Sabio_, el rey don Juan el segundo...". Y del verso
    del _mester de clerezia_ dice: "Usávase en los tiempos deste
    príncipe en España este género de verso largo, que es de doze
    ó de treze y aun de catorze sillavas, porque hasta esto se
    extiende su licencia. _Creo lo tomaron nuestros poetas de la
    poesía francesa_, donde ha sido de antiguo muy usado y oy día
    los Franceses lo usan". Y trae ejemplo del poema de Fernán
    González:

      "Entonces era Castiella un pequeño rincón,
    era de Castellanos Montedoca mojón,
    y de la otra parte Fitero Fondón,
    Moros tenien Carrazo en aquella sazón".

    =136.= El metro del _mester de clerezia_ ó poesía erudita de
    aquellos tiempos es el _alejandrino_, llamado _tetrástrofo
    monorrimo_ ó _cuaderna vía_, esto es, la estrofa de cuatro
    versos de catorce sílabas, consonantados:

      "En el nomne del Padre, que fizo toda cosa
    Et de don Jesu Christo, Fijo de la Gloriosa,
    Et del Spiritu Santo, que igual dellos posa,
    De un confessor Sancto quiero fer una prosa".

    Este metro vino de Francia y de los franceses lo tomaron
    los primeros poetas eruditos. Salió del septenario yámbico
    latino. No es metro que fuera jamás popular en España, sino
    erudito, esto es, de uso de los clérigos, fué el instrumento
    del _mester de clerezia_, que menospreciaba la poesía popular
    y alardeaba de versificar artísticamente, lo cual ya muestra
    que lo habían tomado del francés y los franceses del latín
    eclesiástico, el único latín que ellos conocían. "No hay más
    que abrir las colecciones de Du-Méril", dice M. Pelayo, "para
    encontrar innumerables ejemplos de este metro latino en el uso
    eclesiástico":

      "Vehementi nimium commotus dolore
    Sermonem aggredior furibundo more,
    Et quosdam redarguens in meo furore,
    Nullum mordens odio vel palpans amore".

    Pero los himnos que los clérigos cantaban todos los días son
    los que remedaron en el alejandrino y cuaderna vía. Fueron
    sus autores San Gregorio, Prudencio, San Ambrosio y Sedulio,
    y recogiólos un tal Hylarius. Casi todos son yámbicos.
    "Das Metrum der altfranzösischen Epen--dice Westphall--ist
    ebenfalls acht und siebensylbig, hat aber nicht in dem
    trochäischen, sondern in dem iambischen Dimetrum (rerum
    creator omnium) seinen Ursprung, denn es beginnt nicht mit dem
    schweren Takttheile, sondern mit der Anakrusis". Los himnos
    eclesiásticos eran casi todos yámbicos, ritmo que cuadra de
    lleno á la lengua francesa, la cual tiene agudas las palabras,
    al revés del castellano, que teniéndolas de ordinario graves ó
    llanas, se avenía mejor con el ritmo trocaico. Por lo mismo,
    el septenario ó impar concordaba con el francés, y con el
    castellano el octonario ó par. Pudieron, pues, los clérigos
    españoles emplear en su versificación castellana el metro
    yámbico, que cantaban cotidianamente en latín; pero el hecho
    de que en la época en que aparecen los primeros monumentos
    poéticos eruditos en España, que son los escritos en este metro
    de catorce sílabas, con los de siete y de nueve, es cabalmente
    cuando se deja sentir tan poderosamente la influencia de los
    cluniacenses en la corte y en la iglesia española, hace creer
    que á ese influjo eclesiástico francés se deba su empleo.
    Con los benedictinos de Cluny vinieron á España las piezas
    litúrgicas franco-latinas, por ejemplo, el _Auto de los Reyes
    Magos_, tomado del oficio latinizado de alguna ciudad francesa.
    La _Vida de Santa María Egipciaqua_, en versos de nueve
    sílabas, por lo ordinario, está tomada de otra obra francesa;
    el _Libro de Apollonio_ está en la cuaderna vía ó versos de
    siete sílabas, y en el mismo metro se escribió el _Mio Cid_,
    que tiene semejanzas con la _Chanson de Roland_, que no pueden
    ser casuales: el obispo francés don Jerónimo, fogoso como el
    arzobispo Turpin en el poema francés, Álvar Fáñez, "diestro
    brazo" del Cid, como Roland era el "destre braz" de Carlomagno.

    Sobre la métrica de _Mio Cid_ oigamos á M. Pelayo (_Antol.
    poet. lir. cast._, t. XI, pág. 89): "Hay en el _Poema_ algunos
    versos, comenzando por el primero: "De los sus oios | tan
    fuerte mientre lorando", que parecen semejantes al decasílabo
    ó endecasílabo francés; es decir, que pueden partirse en dos
    mitades: la primera de cinco sílabas, y la segunda, de siete.
    Pero estos versos son excepcionales, aunque los hemistiquios
    de cinco sílabas abundan y también los de nueve". Tómese nota
    de esto, que pudiera ser de influencia francesa. Continúa:
    "No hablaremos de ciertas monstruosidades métricas, como una
    línea de diez y ocho sílabas, porque no sabemos hasta qué
    punto será responsable de ellas el poeta; ni tampoco del caso
    bastante frecuente de versos cortos, á los cuales parece faltar
    el primer hemistiquio. Todos estos son accidentes que no dan
    carácter á la gesta. El verso más común oscila entre los dos
    tipos de 7 + 7 y 8 + 8, pero con manifiesto predominio del
    primero: _Tornaba la cabeza_ | _e estábalos catando..._ |
    _Alcandaras vacías_ | _sin pieles e sin mantos..._ Atendiendo
    á la impresión general que el poema deja en el oído, se
    inclina uno á creer (y es la opinión más corriente) que
    nuestro rapsoda épico se propuso hacer alejandrinos, aunque
    no siempre resultasen tales, por culpa suya ó de los juglares
    que repitieron su canción ó la del escriba que la trasladó".
    De alejandrinos de catorce sílabas y de versos de diez y once
    sílabas, todos metros franceses, no pudo salir el pie del
    romance castellano de diez y seis: son dos ritmos tan opuestos
    como el yámbico, del que salieron los versos franceses, y el
    trocaico, del que salió el verso castellano. No pudo, pues,
    salir el romance castellano de este caos de metros franceses
    con algunos versos de romance. El poeta quiso imitar en
    castellano los yámbicos eclesiásticos y los metros franceses y
    se le escaparon algunos versos de romance, que, sin duda, oía
    en la poesía popular.

    El autor del _Alixandre_, obra tomada de una latina y otra
    francesa, y el de las otras obras de Berceo[15], como poesías
    que se hicieron algo después, tienen los alejandrinos y la
    cuaderna vía en toda su perfección. El _Mio Cid_ es uno de los
    primeros ensayos, si no el primero, de la versificación del
    _mester de clerezia_. En cambio, el Arcipreste de Hita tiene
    entre los versos alejandrinos no pocos de pie de romance,
    por ser juglar y poeta popular no menos que poeta erudito.
    Hallamos, pues, el pie de romance en el primer monumento
    poético del castellano, en el _Mio Cid_, y como metro
    popular, que se le rezuma al poeta erudito al querer emplear
    el alejandrino, de origen latino-eclesiástico y francés. No
    aparece, pues, el romance por primera vez en el siglo XV.

    "Los versos de diez y seis sílabas dominan con gran
    exceso--dice M. Pelayo hablando del _Poema de Rodrigo_--, y aun
    en versos de otra medida se hallan á cada momento hemistiquios
    de ocho sílabas diversamente combinados (8 + 7, 9 + 8, etc.).
    Así como la métrica del _Poema del Cid_ hace el efecto de un
    _mester de clerezia_ incipiente, la del _Rodrigo_ deja la
    impresión de una serie de romances informes y tosquísimos".
    Esta última manifestación de M. Pelayo es la pura verdad, y
    de ella se deduce que el autor del _Poema del Cid_ se daba
    más maña para la nueva versificación á la francesa que no el
    del _Rodrigo_, que no acierta á dejar el romance popular;
    pero que entrambos luchaban entre el metro vulgar del romance
    y el nuevo del alejandrino, que todavía no habían domeñado.
    Prosigue M. Pelayo: "De otros cantares de gesta no tenemos más
    que las _prosificaciones_ de las _Crónicas_ y ésta es base muy
    insegura, aun contando con el apoyo de las asonancias. Pero
    no hay duda que ya en la primitiva _Crónica general_ abundan
    los octosílabos y son ley general en las refundiciones del
    siglo XIV". Pero, sobre todo, hablando "de las dos direcciones
    que hemos reconocido en el verso épico castellano" (métrica
    alejandrina y métrica de pie de romance), "la segunda--dice
    (t. II, pág. XX)--, la que no tiene relación con los metros
    de las gestas francesas, se sobrepuso inmediatamente á la
    primera, dejando relegado el alejandrino á los poetas monacales
    y escolásticos y desterrándole enteramente del arte popular. Es
    curioso advertir este fenómeno en los libros historiales que
    aprovecharon fragmentos épicos, desliéndolos en prosa. Así como
    en la _Crónica general_ aparecen por dondequiera vestigios de
    versificación alejandrina, así en las refundiciones posteriores
    de dicha _Crónica_, v. gr. en la llamada de _Castilla_ (de
    donde vino á ser extractada luego la famosa _Crónica del Cid_),
    se siente, _hasta en esos mismos pasajes_, la influencia del
    ritmo octosilábico, como si el oído de los compiladores de la
    historia fuese siguiendo dócilmente las evoluciones del canto
    popular". Lo que aquí había es que el pueblo seguía cantando
    romances, mientras que los clérigos escribían alejandrinos,
    según la nueva moda.

    ¿Por qué, pues, se niega que hubiese romances antes del siglo
    XV? ¿Por qué se añade que los romances conocidos del XV son
    trozos desprendidos de gestas versificadas en alejandrinos
    como el _Mio Cid_? Lo que de aquí se saca es que el pueblo
    tenía sus gestas, largas ó cortas, en romances, que de ellas
    pasaron trozos á las _Crónicas_ y que las gestas que conocemos
    de _Mio Cid_ y _Rodrigo_ y _Alixandre_ son imitaciones que
    los clérigos hicieron de las populares, trayendo del canto
    eclesiástico y de Francia un nuevo metro erudito, que, poco á
    poco, se perfecciona; pero que raras veces deja la liga del pie
    de romance que á los clérigos poetas les reteñía por oirlos
    en el pueblo, por más que lo menospreciasen. La tan decantada
    gesta de los _Infantes de Lara_, que tenemos prosificada en
    una de las _Crónicas_, son trozos de romances, parecidísimos
    á los romances conservados como tales del mismo asunto. No
    salieron estos romances de aquellos otros, llamados gesta: son
    hermanos gemelos, acaso unos más antiguos que otros, pero nada
    más. Pueden verse cotejados romances y gestas en M. Pelayo
    (_Antol. poet. lír., cast._, t. XI, pág. 276). Pero hay más:
    algunos trozos parécense á _Mio Cid_: ¡como que ésta es la
    única gesta en que acaso se fundieron varios romances, aunque
    versificándola el poeta por el nuevo _mester de clerezia_.
    Cuando conserva el pie de romance resulta un romance verdadero.
    Y luego dirán que no hubo romances hasta el siglo XV. Véase
    este trozo de la llamada gesta de los de Lara:

         "Esora dixo a los suyos--el infante don Mudarra:
       Señores (pensat de) andar,--faremos tal cavalgada
       Que si yo bivo e no muero--el albricia vos sera dada.
       ¡Armas, armas, cavalleros,--el traydor no se nos vaya!
       Hy veredes cavalleros--atan apriesa descir
         Ε conpañas a conpañas--todos (se van a) guarnir;
       Los que eran ya guarnidos--a las señas piensan de yr.
       Desque esto vio Velazquez--començo de apercibir,
       Acabdillando sus hazes--(bien) oyredes lo que diz:
       Amigos, los que viniestes--cavalleros para mí,
       De todo lo que gané--(bien) convusco lo partí.

   ----------------------------------------------------------------

         Alli dix Gonzalo Gustios:--fijo por amor de caridad,
       Fuerte cavallero es el traydor--non ha en España su pan:
       Yo que le conozco (bien)--con él me dexad lidiar,
       Ε vengaré los mis fijos--e quem' fizo cativar.
         Estonz dixo don Mudarra:--Señor, non mandedes tal,
       Que pleito le tengo fecho--non lo puedo quebrantar".

    Óiganse versos del _Mio Cid_, picando en cualquier parte:

         "Si Dios me legare al Çid--e lo vea con mi alma,
       Desto que auedes fecho--uos non perderedes nada:
       Dixo Auengaluon:--plazme desta presentaia,
       Antes deste teçer dia--vos la dare doblada". (c. 1529).
       "Que guardassen el alcaçar--e las otras torres altas". (1571).
       "E aduxiessen le a Bauieca;--poco auie quel ganara". (1573).
       "Oyd, Minaya Albarfanez,--por aquel que está en alto," (1297).
       "Quando Dios prestar nos quiere,--nos bien ge lo gradescamos.
       Ferid los, caualleros,--por amor de caridad! (720)
       Yo so Ruy Diaz el Çid,--Campeador de Biuar".

    "Por amor de caridat" es frase del Cid y de Gonzalo Gustios.
    Creo que esto es romance, aunque del siglo XII.

    Resumiendo, el romance fué siempre el metro propio de la poesía
    popular castellana; en él cantaba sus gestas el pueblo antes
    del siglo XII, y desde mucho antes, aunque por no haberse
    escrito sólo se hayan conservado versos en las _Crónicas_ y en
    las más antiguas gestas escritas, como el _Mio Cid_, á pesar
    de haber pretendido sus autores emplear el metro francés; la
    literatura erudita comienza componiendo en metro francés lo que
    el pueblo había hasta entonces cantado en metro castellano; la
    influencia francesa en el metro de las primeras obras escritas
    prueba haber sido causa principal del nacimiento de nuestra
    literatura escrita ó erudita, comenzando con epopeyas en metro
    francés. Á qué se deba esa influencia francesa, cosa es bien
    sabida.

    =137.= En tres épocas, sobre todo, ha influido en España
    la nación vecina: en los siglos XII, XVIII y XIX. La primera
    coincidió con el despertar de nuestra literatura, en la que,
    por consiguiente, hubo de dejar honda huella, rindiendo parias
    la nuestra á la francesa hasta la época del Renacimiento, en
    que se cambiaron las tornas. Época malhadada aquélla del siglo
    XII, en la que, al despertar á la reflexión nuestro pueblo,
    cuando las instituciones populares, fraguadas en el continuo
    pelear de tantos años, iban á dar sus frutos, cuando el
    espíritu nacional vió que la lengua vulgar podía ser escrita
    tan bien como la latina, cuando aunadas dos de las principales
    coronas de la Península en una sola sien, cuando la morisma,
    perdidas sus más fuertes plazas, sólo pensaba en asegurar la
    retirada, en vez de una reconstrucción castizamente nacional,
    preparada por el filo de la espada, por las cartas-pueblas,
    por las instituciones populares, á vueltas de las menguadas
    ventajas que la reforma monacal y las menos lucidas aún que
    los cruzados extranjeros nos aportaron, distraídos por acá
    en saquear á los judíos y acaparar honra y provecho, nos
    vinieron de allende el Pirineo una turbamulta de aventureros
    so color de ayudarnos en las conquistas de Toledo y Lisboa y
    en las batallas de Alarcos y de las Navas, y un enjambre de
    monjes cluniacenses, que empezando por reformar los claustros
    acabaron por llevarse las mitras, abadías y demás dignidades
    eclesiásticas, y hasta el venerando rito muzárabe. En cambio,
    con unos y con otros vino un soplo de feudalismo franco, con
    todas sus consiguientes tiranías, distinciones sociales, y
    demás levadura, que había de fermentar, dando largos siglos
    de rebeliones y rivalidades entre los magnates hasta los
    reyes absolutos, término final en que tenía que parar el
    feudalismo. Dudosas son las ventajas de la introducción de la
    letra francesa, desechándose la gótica tradicional; lo que
    no puede ponerse en duda es el afrancesamiento de la Corte
    de Alfonso VI y el afrancesamiento de la instrucción, de la
    literatura y hasta de la lengua. Yo no veo que nuestra épica,
    la única manifestación poética genuinamente española de la Edad
    Media, ganara nada con el influjo francés, no por falta de los
    franceses, á quienes debemos el haber comenzado á escribir
    en castellano, sino por la mala mano que nuestros clérigos
    tuvieron en abrazar la métrica francesa, dejando la nacional,
    que es el pie de romance, sobre todo. Cuanto á elementos
    poéticos, bien pocos y de escaso valor debemos á Francia. Si
    hemos de juzgar por las dos únicas gestas que se han salvado
    de entre las muchas que hubo antes del siglo XIII, desleídas
    unas en la _Crónica general_, olvidadas otras por las que les
    sucedieron, la épica castellana, si parecida á la francesa, ya
    que no en la abundancia y en el eco general que ésta tuvo en
    toda Europa, en muchas otras cosas, por derivarse ambas lenguas
    y civilizaciones de un tronco común, difiere de ella por la
    inspiración en el espíritu tradicional de independencia, de
    libertad democrática, de igualdad de clases, y por la forma
    en el realismo, tosco y hasta brutal, pero idealizado hasta
    en los primeros vagidos de aquella gente adusta y guerrera,
    bien ajena á todos los convencionalismos de civilizaciones
    refinadas y gastadas. "Es claro que algo y aun mucho--dice
    M. Pelayo (_Antol._, II, pág. 17)--había de diferir el ideal
    poético y la cultura mundana entre los caballeros y los monjes
    franceses ó afrancesados que rodeaban á Alfonso VI, al Conde
    de Portugal don Enrique, á la reina doña Urraca, al emperador
    Alfonso VII ó al arzobispo compostelano don Diego Gelmírez; y
    los rudos mesnaderos que seguían al Cid _ganando su pan_ desde
    la _glera_ del Arlanzón hasta los vergeles de Valencia, ó los
    fieros burgueses de Sahagún, que, enojados con la aristocrática
    tiranía de sus abades, entraban á saco sus paneras y
    tumultuariamente se bebían su vino. Era natural que la epopeya
    francesa fuese muy del gusto de los primeros, pero parece
    duro admitir que también la entendiesen y se deleitasen con
    ella los segundos". Los poemas castellanos no lisonjeaban los
    oídos de aquellos palaciegos y abades feudales, acostumbrados
    al servilismo, que, dada la división de clases, distinguía
    tanto á la nación vecina hacía ya más de cuatro siglos. Los
    españoles, más iguales y llanos por carácter de raza, habíanse
    hecho todavía más individualistas, más democráticos, más
    independientes desde que las hordas mahometanas, destruyéndolo
    y confundiéndolo todo, les habían obligado á mancomunarse entre
    las breñas del Norte contra el enemigo común.

    Los mismos héroes épicos parecen haberse ganado las simpatías
    populares precisamente, ó por haber abundado en estas ideas y
    haber participado de estos caracteres de raza, ó porque tal era
    el ideal y el carácter del pueblo castellano, ó, lo que es más
    cierto, por ambas cosas á la vez. Bernardo del Carpio eclipsa á
    Roldán francés, Fernán González el rebelde, Ruiz Díaz de Vivar
    el proscrito, no eran hijos ciertamente del feudalismo. No son
    héroes que la musa castellana fuera á ofrecer á franceses ó
    afrancesados para darles un rato de solaz y esparcimiento; son
    bloques arrancados á las peñas de la Bureba por la musa ruda y
    natural, realista, viviente y sincera del pueblo castellano de
    la Reconquista, siempre en rebelión contra sus adalides, que no
    llegaban á comprender sus aspiraciones democrático-liberales,
    siempre apasionado por el espíritu de independencia. La epopeya
    castellana perdió su genial inspiración cuando la literatura
    francesa influyó en los autores castellanos pertenecientes á
    la sociedad instruida, cuando al _mester de yoglaria_ sucedió
    el _mester de clerezia_. El _Mio Cid_, la más antigua gesta
    castellana que se ha conservado es, en el asunto y en la manera
    de tratarlo, una muestra de la épica popular castellana, uno
    de tantos cantares populares como creen todos que hubo, por
    los restos que nos quedan desleídos en las _Crónicas_. Pero
    también es la primera muestra de la poesía erudita que pone
    el nacimiento de nuestra literatura erudita ó escrita y el
    nacimiento del castellano literario en el siglo XII, en el
    reinado de Alfonso VII (1127-1157), entre los años de 1140
    y 1157. Su autor quiso tratar ese asunto popular en metro
    francés, alejandrino; conocía bien la _Chanson de Roland_,
    compuesta en el siglo XI, y probablemente _Garin le Loherain_,
    como se ve por semejanzas que no pueden ser hijas del acaso.
    El obispo francés don Jerónimo es tan fogoso en _Mio Cid_ como
    el arzobispo Turpin en la _Chanson de Roland_; Álva Fáñez es
    el diestro brazo del Cid, como Roland era el destre braz de
    Carlomagno; el _llorar de los ojos_ es el _plorer des oilz_.
    "De modo, dice Menéndez Pidal (edic. _La Lectura_, pág. 49),
    que la cuestión puede quedar en terreno firme, reconociéndose
    en el _Cantar_ un fondo de tradición poética indígena y una
    forma renovada por la influencia francesa". "Desde fines del
    siglo X, añade, á lo largo del camino francés que conducía
    á Santiago, había barrios enteros poblados de franceses,
    principalmente del Mediodía de Francia, en Logroño, Belorado,
    Burgos, Sahagún, y, fuera de aquella gran vía de peregrinación,
    en Silos, en Toledo y en otras muchas ciudades. Por fuerza los
    juglares peregrinos ó los franceses principales, que á veces
    traían sus juglares consigo, harían conocer á sus compatriotas
    establecidos en España los poemas franceses. "Bastaba, dice M.
    Pelayo (_Antolog. poet. lír. cast._, t. II, pág. XV), el hecho
    capitalísimo del afrancesamiento de la corte de Alfonso VI,
    con sus dos yernos borgoñeses, y la turba de monjes de Cluny
    levantados á las primeras cátedras episcopales y á las más
    pingües abadías de Castilla, de Portugal y de León: bastarían
    indicios tan elocuentes como la reforma monacal: el cambio de
    rito: el cambio de letra: la invasión del feudalismo franco,
    no sin sangrienta resistencia de los burgueses: la afluencia
    de cruzados y aventureros transpirenaicos á la conquista de
    Toledo, á la de Lisboa, á las batallas de Alarcos y de las
    Navas (si bien muchas veces se mostrasen más atentos á saquear
    á los judíos que á pelear con los mahometanos), bastaría,
    digo, el recuerdo de todos estos hechos para fijar de un
    modo bastante aproximado la época en que los cantares épicos
    franceses penetraron en las regiones centrales y occidentales
    de la Península, convirtiéndose en predilecto solaz de las
    clases aristocráticas". Lo que añade: "Pero ¿cómo llegaron á
    las clases populares que ya comenzaban á tener existencia y
    gustos propios?" parece suponer que la épica castellana, en
    el asunto y manera, no era popular y tan nacional y opuesta
    en gustos, doctrinas y carácter á la francesa, enteramente
    aristocrática, que no pudo nacer en Castilla por imitación
    de la francesa, sino que es muy anterior y autónoma. Los
    caracteres de la epopeya castellana son tan opuestos á los
    de la francesa, que se bastan para prueba de no haberse
    en ellas inspirado, antes haber nacido independientemente
    mucho antes. "Muy distante de la fecundidad prodigiosa de la
    epopeya francesa y de su universal y omnímoda influencia en
    la literatura de los tiempos medios, dice el mismo M. Pelayo
    (_Antol. poet. lír. cast._, t. II, pág. VII), tiene en desquite
    un carácter más histórico, y parece trabada por más fuertes
    raíces al espíritu nacional y á las realidades de la vida.
    Exigua sobre manera es en nuestros poemas la intervención
    del elemento sobrenatural, y éste dentro de los límites más
    severos de la creencia positiva, manifestándose en leyendas tan
    sobrias como la aparición de San Lázaro al Cid en figura de
    gafo ó leproso. El espíritu cristiano que anima á los héroes
    de nuestras _gestas_ más se induce de sus acciones que de sus
    discursos: alguna oración ruda y varonil es lo único que sienta
    bien en labios de tales hombres avezados al recio batallar,
    y no á las sutilezas de la controversia teológica. Ni de la
    milagrería posterior, ni mucho menos de lo que pudiéramos
    llamar poesía fantástica, de los prestigios de la superstición
    y de la magia, hay rastro alguno en estas obras de contextura
    tan sencilla y, en rigor, tan escasas de fuerza imaginativa
    cuanto ricas de actualidad poética. Sólo la creencia militar
    en los agüeros, herencia quizá del mundo clásico, si no ya de
    las tribus ibéricas primitivas, puede considerarse como leve
    resabio de supernaturalismo pagano. Las acciones de nuestros
    héroes se mueven siempre dentro de la esfera de lo racional,
    de lo posible y aun de lo prosaico: rara vez ó ninguna
    traspasan los límites de las fuerzas humanas. Sólo en un poema
    de evidente decadencia se advierte marcada inclinación á la
    fanfarronada y á la hipérbole del valor, que es la caricatura
    del heroísmo sano y sincero de las rapsodias más antiguas: sólo
    en ese mismo poema se atropella caprichosamente la historia,
    que en los anteriores aparece respetada, no ya sólo en cuanto
    al fondo moral, sino también en cuanto á los datos externos
    más fundamentales. La geografía, lejos de ser arbitraria y de
    pura imaginación, como lo es en la misma _Canción de Rolando_,
    tiene en el _Poema del Cid_ toda la precisión de un itinerario,
    cuyas jornadas podemos seguir sobre el terreno ó en el mapa.
    La tierra que nuestros héroes pisan no es ninguna región
    incógnita ni fantástica, sembrada de prodigios y de monstruos,
    son los mismos páramos y las mismas sierras que nosotros
    pisamos y habitamos. Esta poesía no deslumbra la imaginación,
    pero se apodera de ella con cierta majestad bárbara que nace
    de su propia sencillez y _evidencia_: de su total ausencia de
    arte. Parece que el cantor épico no inventa nada, y hasta que
    sería incapaz de toda invención: lo que añade á la historia
    resulta más historia que la historia misma. El Cid del poema ha
    triunfado del Cid de la realidad hasta en las _Crónicas_, hasta
    en los documentos eruditos: es el que se levanta eternamente
    luminoso, con su luenga barba no mesada nunca por moro ni por
    cristiano; con sus dos espadas, talismanes de victoria:

    "¡Oh, Dios, qué buen vasalo si oviesse buen señor!".

    "En torno de él se agrupan, con fisonomías todas distintas,
    aunque trazadas no más que con cuatro rasgos rudos, los
    heroicos compañeros de sus empresas, Álvar Fáñez Minaya, _lanza
    fardida_, brazo derecho del Campeador; Martín Antolínez,
    el Ulises de la epopeya, tan ingenioso y hábil como leal y
    esforzado; Pero Bermúdez, el impaciente y enérgico tartamudo;
    el obispo don Jerónimo, ardido batallador, _Caboso Coronado_.
    Y enfrente, como envueltos en sombras para el contraste, los
    tipos viles de los Infantes de Carrión y de sus deudos y
    parientes, generación de traidores insolentes y de sibaritas
    que _almuerzan antes que fagan oración_.

    "Ni en las descripciones de combates ni en el cuadro asombroso
    de las Cortes que mandó hacer en Toledo Alfonso VI para que el
    Cid lograra su justicia y desagravio, se encuentra sombra de
    arte, en el sentido retórico de la palabra; pero hay otro arte
    más sublime, aquél que se ignora á sí mismo, y, confundiéndose
    con la divina inconsciencia de las fuerzas naturales, nos da la
    visión plena de la realidad.

    "Los sentimientos que animan á los héroes de tal poesía son de
    tanta sencillez como sus mismas acciones. Obedecen, sin duda,
    al gran impulso de la Reconquista; pero en vez de semejante
    abstracción moderna, buena para síntesis históricas y discursos
    de aparato, no puede concebirse en los hombres de la primera
    Edad Media más que un instinto que sacaba toda su fuerza, no de
    la vaga aspiración á un fin remoto, sino del continuo batallar
    por la posesión de las realidades concretas. Si el Cid tuvo
    más altos pensamientos y llegó á decir que un Rodrigo había
    perdido á España y otro Rodrigo la recobraría, no es la poesía
    heroica castellana la que pone en su obra tales palabras, son
    los historiadores árabes, sus implacables enemigos, que por
    tal medio quieren ponderar el extremo de su soberbia. El Cid
    del poema lidia _por ganar su pan_, porque (como dice en otra
    parte el autor del poema) "haber mengua de él es mala cosa":
    lidia para convertir á sus peones en caballeros, se regocija
    con la quinta parte de lo que le corresponde en la repartición
    del botín; conquista á Valencia para dejar á sus hijos una
    _rica heredad_: sentimientos naturalísimos y hermosos en un
    hombre de la Edad Media, por lo mismo que tan lejanos están de
    todo énfasis romántico. Hasta la estratagema poco loable usada
    con los judíos Rachel y Vidas contribuye al efecto realista
    del conjunto, mostrando sometido al héroe á la dura ley de la
    necesidad prosaica.

    "No es menos de reparar en nuestros _Cantares de Gesta_
    la total ausencia de aquel espíritu de galantería que tan
    neciamente se ha creído característico de los tiempos medios,
    cuando á lo sumo pudo serlo de su extrema decadencia. No
    sólo se buscaría en balde en nuestra viril y austera poesía
    la aberración sacrílega ó hipócrita del culto místico de la
    mujer, ni menos la expresión de afectos ilícitos de que no
    está inmune la lírica de los provenzales, sino que jamás la
    ternura doméstica, expresada de un modo tan sobrio, pero tan
    intenso, en las breves palabras del Campeador á doña Jimena
    y á sus hijas, y en leyendas como la de libertad de Fernán
    González por su esposa, se confunde, ni remotamente, con lo
    que pudiéramos llamar el amor novelesco, que más que un afecto
    sano y profundo, suele ser una exaltación imaginativa. Tales
    estados nerviosos, tales cavilaciones y desequilibrios, son
    producto de una civilización muelle y refinada, é incompatibles
    de todo punto con el ambiente de los tiempos heroicos. Mucho
    esfuerzo necesita un lector vulgar para pasar desde la Ximena
    dramática de Guillén de Castro ó de Corneille, combatida y
    fluctuante entre el deber y la pasión, á la Ximena épica, la
    de la _Crónica Rimada_, pidiendo con toda sencillez al Rey que
    la case con Rodrigo, á modo de composición pecuniaria, porque
    éste ha matado á su padre, después que uno y otro se habían
    robado mutuamente sus ganados, secuestrando, por añadidura,
    las lavanderas que bajaban al río. Pero aunque tal aspereza de
    costumbres ofenda, todavía, para quien tenga sentido de las
    cosas bárbaras, resulta tan poética, por lo menos, como las
    logomaquias del punto de honra que el teatro moderno aplicó
    indistintamente á todas épocas y estados sociales, como si cada
    uno de ellos no tuviese su peculiar psicología".

    Los franceses, pues, que nos trajeron su letra y manera de
    escribir, fueron no pequeña parte para que la literatura, hasta
    entonces popular, se escribiese dando origen á la literatura
    erudita y al habla literaria; pero nada influyeron en la épica
    popular. Á principios del siglo XIII dicen que comienza la
    primera escuela erudita; bien se ve que comienza en el siglo
    XII con la literatura escrita. Esa escuela se llama á sí
    misma de _mester de clerezia_, en oposición á los antiguos y
    populares juglares; _cuenta las sílabas con nueva maestría
    y fabla cuento rimado por la cuaderna vía_, destinando sus
    poesías para lectura de la gente docta en vez de servir para
    la recitación ó el canto popular, como las antiguas gestas. Es
    la poesía de los monasterios, donde vivía la gente que sabía
    leer, que había recibido la educación latino-eclesiástica.
    Pero el primer ensayo, como cosa trasladada de la poesía
    popular, fué una mezcla de asunto y manera popular con el nuevo
    metro francés, que ese es la _nueva maestría_, fué una obra
    erudito-popular.

    ¿Redundó en provecho de la literatura castellana este traslado
    del pueblo á los eruditos? No hay más que comparar el _Mio
    Cid_, en lo que todavía de popular tiene, con las demás obras
    del _mester de clerezia_ que le siguieron y con los romances
    populares, que, después de cansados los mismos poetas de tan
    aguado _mester_, volvieron á sacar del pueblo dos siglos más
    tarde. La influencia francesa y lo poco que alcanza la pura
    erudición en achaque de arte literario, son cosas evidentes en
    las obras que vinieron después del _Mio Cid_: el _Auto de los
    Reyes Magos_, de fines del siglo XII, y que procede de uno de
    los oficios latinos usados en Limoges, Ruan, Nevers, Compiègne
    y Orleáns; la _Vida de Santa María Egipciaqua_, tomada de
    la _Vie de Sainte Marie l'Egyptienne_; el _Libro dels tres
    Reyes dorient_, de fuente francesa ó provenzal; el _Libro de
    Apollonio_, la _Razón de Amor_, que remeda _las pastorelas_
    francesas, provenzales ó galaico-portuguesas. Los escritores
    del _mester de clerezia_ hicieron un gran servicio á España,
    y ése se lo debemos á los franceses: el de haber puesto por
    primera vez en letra lo que con sólo cantarse acababa al fin
    perdiéndose; pero fué un error gravísimo en ellos no haber
    apreciado y tenido en lo que valía la musa popular, mudando
    de metro y aun mudando de asuntos, y perdiendo asi, ó, mejor
    dicho, dejando en manos del pueblo la fuerza épica nacional.
    Con ello retrasaron la verdadera y nacional poesía por más de
    dos siglos, pues hasta que vuelven á estimarse los romances,
    apenas se halla en la literatura castellana verdadera poesía,
    si no es en las obras del Arcipreste de Hita, soberano poeta,
    que, por serlo, volvió á amamantarse en la inspiración popular,
    llamándose á sí mismo poeta del _mester de juglaria_. Bien que
    ni error hubo; lo que hubo fué falta de grandes ingenios, que,
    como el Arcipreste y el autor del _Mio Cid_, supieran apreciar
    la poesía popular, como siempre la apreciaron los grandes
    ingenios, y de ella sacaron sus maravillosas obras, mientras el
    vulgo de los eruditos se entretiene con sus libros.

    Tengo para mí, contra lo que M. Pelayo da á entender, que á
    la poesía popular no llegó en esta época el influjo francés,
    por ser tan opuestas, como se ve comparando las dos épicas,
    la francesa y la puramente popular castellana del _Mio Cid_ y
    las doctrinas políticas de ambos pueblos. Algo tomaron también
    los franceses de España, como dice Fitzmaurice-Kelly (_Hist.
    de la lit. españ._, 1913, pág. 9): "Esto se echa de ver en
    un _Fragment de la vie de Sainte Foy d'Agen_, cuya fecha se
    refiere al siglo XI, y que claramente confiesa el empleo de un
    tema español:

      "Canczon audi q'es bella'n tresca,
    Que fo de razo espanesca".

    "La historia del caballo de madera, transmitida por los griegos
    á los árabes, acompaña también á estos últimos en la Península;
    pasa á Francia, donde se la encuentra en el _Cléomadis_, de
    Adenet de Roi, y en su derivado el _Miliacin_, de Gerardo de
    Amiens, y torna á España para reaparecer en _Don Quijote_.
    En fin, observemos que un asunto indudablemente español está
    transformado en la epopeya intitulada _Anséis de Carthage_,
    donde se cuenta cómo Carlomagno dejó en España al rey Anséis,
    que deshonró á Letisa, hija del varón Isorés, y cómo Isorés
    se vengó, desencadenando contra Anséis el ejército musulmán;
    es de la mayor evidencia que nos hallamos aquí frente á una
    refundición bastante tosca de la leyenda de Rodrigo y del
    conde Julián, sustituyendo Cartago á Cartagena. En suma:
    originariamente, España debe más á Francia que ésta á aquélla".

    Resumamos. Á Francia se debió el haber puesto por escrito la
    épica popular, enteramente nacional por los asuntos, manera,
    doctrinas y carácter, naciendo así la literatura erudita del
    _mester de clerezia_. Pero, por lo mismo, si no á ella, débese
    á la impericia de nuestros poetas eruditos de entonces el haber
    preferido el metro francés y el haber menospreciado y dejado
    tan desconocida para la posteridad como antes lo estaba aquella
    épica popular, que, por casualidad, tuvo la fortuna de ponerla
    por primera vez en escritura el autor de _Mio Cid_, porque sin
    duda era tan gran poeta que reconoció su valor artístico; pero
    que sus sucesores dejaron en olvido ó la trataron tan mal en
    los restos que nos quedan del _Fernán González_, _Los Infantes
    de Lara_, etc., que ya no se escribió más que la poesía erudita
    del _mester de clerezia_, dejada como cosa de menos valor la
    verdadera poesía nacional, la popular del _mester de juglaria_.

    =138.= _Consúltense_: Joseph Bédier, _Les Fabliaux_, 2.ª ed.,
    París, 1895; íd., _Les légendes épiques_, París, 1908-1912, 4
    vols.; Wilhelm Cloeta, _Beiträge zur Literaturgeschichte des
    Mittelalters und der Renaissance_, Halle, 1890, 2 vols.; Adolf.
    Ebert, _Allgemeine Geschichte der Literatur des Mittelalters
    im Abendlande_, Leipzig, 1874-1887, 3 vols.; Jean Barthélemy
    Hauréau, _Singularités historiques et littéraires_, París, 1861;
    Alfred Jeanroy, _Les origines de la poésie lyrique en France au
    moyen âge_, París, 1889; 2.ª ed. 1904; Manuel Milá y Fontanals,
    _De la poesía heroico-popular castellana_, Barcelona, 1874;
    íd., _Los Trovadores en España_, 2.ª ed., Barcelona, 1889;
    Turpini, _Historia Karoli Magni et Rotholandi_, edic. F.
    Castets, en el núm. 7 de las _Publications spéciales de la
    Société pour l'étude des langues romanes_, Montpellier, 1880;
    _La Chronique dite de Turpin, publiée d'après les mss. Β. N.
    1850 et 2137_. Ed. F. A. Wulff, Lund, 1881; G. Paris, _Histoire
    poétique de Charlemagne_, París, 1865; A. Bello, _Obras
    completas_, Santiago de Chile, 1882, t. VI.

    Sobre las relaciones de España y Francia en aquel tiempo:
    Marcel Robin, _Bernard de la Sauvetat abbé de Sahagun et
    premier archevêque de Tolède_, 1907 (Positions des thèses de
    l'École de Chartes); André Michel, _Histoire de l'art_, París,
    1906, t. II, ptie 1^{ere}, pág. 505.

=139.= Á la influencia francesa desde Alfonso VI (1073-1109) debe también no poco
la lengua castellana, mayormente con la comunicación continua de
romanos que iban á Santiago de Galicia por el _camino francés_. De
aquella época son la mayor parte de las palabras germánicas que tiene
nuestro idioma, pues fuera de las que en tiempo de los godos vinieron
por la Provenza, que formaba con España un mismo reino visigótico,
las demás llegaron por medio del francés en el siglo XII. Del mismo
francés pasaron entonces al castellano la mayor parte de las palabras
francesas, de origen no germánico, que tiene y se hallan en nuestros
más antiguos escritores.

    =140.= El latín llegó á la _Provincia_ (Narbonensis) ó
    _Provenza_ con la primera entrada de los romanos (122-118 antes
    de J. C.)[16], y á toda la Francia con las campañas de César
    (58-51 antes de J. C.). Tres lenguas halló el conquistador:
    la bélgica, la céltica, la aquitánica: "Hi omnes lingua,
    institutis, legibus inter se differunt". La primera pertenecía,
    por lo menos en parte, á la rama germánica; la segunda, á la
    céltica; la tercera, á la ibérica ó euscalduna. De aquí tres
    diferentes pronunciaciones y maneras de apropiarse el latín,
    de donde resultaron tres lenguas románicas: la lengua d'oui ó
    francés al Norte, la lengua d'oc ó provenzal al Sur y Sudeste,
    el gascón al Sudoeste. El límite belga era el Sena, según
    César; el Loira, según Estrabón, como hoy lo es, del francés
    y del provenzal. En el gascón el influjo ibérico ó eusquérico
    es tan señalado, que, sin haber tenido comunicación alguna con
    el castellano, presenta innegables puntos de semejanza en todo
    el fonetismo, sin contar la gran cantidad de raíces comunes,
    provenientes del éusquera, la mayor parte de las cuales se
    hallan igualmente en todo el Mediodía de Francia.


    En las _Leys d'Amors_ (II, 388) se tiene al gascón por lengua
    extraña respecto del provenzal: "apelam lengatge estranh coma
    frances, engles, espanhol, gascó, lombard". Son caracteres
    propios del gascón y comunes al éusquera el poner _a_- ante
    _r_: _arrei_ ren, _arriou_ riu; el empleo de _ll_ por _l_:
    _llebá_ levar, _llit_ leit; _ch_ por _s_ ó _ss_: _chens_ senes,
    _lachá_ laissar; conservar _ca_ y no mudarlo en _cha_: _causí_,
    no chausí; _y_ por _j_: _yutyá_ jutjar, _yoye_ joya, _saye_
    _satge_; sonar como _b_ la _v_, como en castellano: _boulé_
    volia, _serbici_ servici; perder la _f_ debilitándola en _h_,
    como en castellano: _hagot_ fagot, _ha_ far, _hemne_ femna.

    En la lengua francesa ó d'oui, descendiente del latín en
    labios de los belgas de César, hay que tener en cuenta su
    carácter germánico, no sólo por el habla de los que primero se
    expresaron en latín y lo transformaron en lengua románica, sino
    por el habla de los francos y normandos posteriores.

    Las lenguas célticas todas tienen especial conexión con las
    itálicas, por una parte, y por otra, con las germánicas. El
    galo era la lengua céltica del Sur de Francia; el gaélico es de
    Irlanda, Escocia é isla de Man; el cámbrico, del país de Gales,
    y es el que después pasó á la Bretaña francesa traído por los
    bretones insulares, en la segunda mitad del siglo V.

    Con el inmenso caudal ibérico del castellano contrasta el corto
    número de vocablos galos del francés y del provenzal, y
    aun esos pocos, que no llegarán á cincuenta, fueron primero
    latinizados por su mayor parte[17]. ¿Débese esta diferencia á
    la mayor cultura de los íberos sobre los galos?, ¿al carácter
    más tenaz de los unos y más voluble de los otros?, ¿á la mayor
    distancia entre la lengua ibérica y la latina que la gálica,
    tan indo-europea como la latina y más cercana á ésta que la
    mayor parte de las demás indo-europeas?, ¿á que la sujeción
    de España nunca fué tan general como la de las Galias, ni el
    espíritu de independencia tan grande entre los galos como entre
    los íberos? No es fácil determinar lo que haya de atribuirse á
    cada una de estas causas ó á otras por el estilo.

    El hecho es que en Francia no quedó vestigio alguno del
    galo[18], mientras que en España quedó acorralado, pero vivo,
    el éusquera en los Pirineos. Ni los árabes influyeron tanto en
    el castellano como influyeron los francos en el galo-romano. En
    la Morfología, el francés apenas conserva otro rasgo céltico
    más que el sistema vigesimal en el _quatre-vingts_; mientras
    que los sufijos eusquéricos del castellano son de los más
    importantes y vulgares. La pronunciación francesa es la que más
    conserva de celtismo; pero el elemento germánico la contaminó
    de una manera tan poderosa, como fué impotente el elemento
    arábigo para modificar la pronunciación castellana, que puede
    decirse enteramente ibérica, salvo la evolución propia, que,
    dentro del mismo fonetismo ibérico, ha ido desenvolviéndose.

    El influjo germánico es el que, sobre todo, separa las dos
    lenguas de las Galias, la de oil y la de oc, y el influjo
    céltico, el que allega el provenzal al gallego y lo aparta del
    castellano en la fonética y pronunciación. Hablábase todavía
    el galo en el Sur de Francia, juntamente con el nuevo romance,
    ó román ó latín, á principios del siglo III, conforme se
    desprende de este texto de Ulpiano: "Fidei commissa quocumque
    sermone relinqui possunt, non solum latina vel graeca, sed
    etiam punica vel gallicana". Y lo que dice San Jerónimo
    (431-420): "Galatas propriam linguam, eamdem paene habere quam
    Treviros" (_Pref. ad liber: 2, in epist. ad Gal._); y de la
    misma época es lo que dice Sulpicio Severo, aunque claramente
    no pueda deducirse de este texto la existencia del galo: "vel
    celtice aut, si mavis, gallice loquere" (_Opp. Lugd. Bat._,
    pág. 543).

    Todavía subsistía en la Auvernia en la segunda mitad del
    siglo VI, pues San Gregorio de Tours escribe: "Brachio, quod
    eorum (Auvernorum) lingua interpretatur ursi catalus". (_Vit.
    patr._, cap. 12). Esto no quita para que el romance ya se
    hablara de mucho tiempo antes en toda Francia, aunque las
    primeras noticias que de él tenemos no sean más que desde
    el siglo VII, en que de San Mummolin, sucesor de San Eloy,
    en Noyon, se lee respecto del francés ó lengua d'oil: "quia
    praevalebat non tantum in teutonica, sed etiam in romana
    lingua" (_Acta S. Belgii_, IV, 403). En el siglo VIII Girad,
    abad de Sauve-Majeure, alaba al abad de Corbie, su maestro S.
    Adalhart: "Qui si vulgari, id est, romana lingua loqueretur,
    omnium aliarum putaretur inscius... Si vero teutonica, enitebat
    perfectius; si latina, in nulla omnino absolutius" (_Acta
    Sanct. ordin. S. Benedicti_, saec., IV, pág. 335). Y en el
    Concilio de Tours del 812: "Et ut easdem homilias quisque
    aperte transferre studeat in rusticam romanam linguam aut
    theotiscam" (Labbe, _Concil._, VII, 1263).

    En el siglo V entran en las Galias los visigodos, que se
    establecen en la Aquitania; los borgoñones, que se detienen en
    la Borgoña, y los francos salios, que, viniendo de Flandes,
    ocupan las provincias del Norte; y, en fin, los francos
    ripuarios, que, venidos de la región renana, se desparraman
    por las del Este. Los francos dieron nombre á la isla de
    Francia, y después á toda la nación; cambiaron todo el
    sistema político y social y, aunque vencidos en la lengua
    por el galo-romano, influyeron profundamente en éste. Los
    francos salios, que hablaban un dialecto del _bajo alemán_,
    parecidísimo al neerlandés actual, exceptuada la evolución que
    naturalmente transformó la lengua antigua de los frisones,
    olvidaron su lengua; pero dejando en el francés buen caudal de
    palabras, cuyos equivalentes se pueden estudiar en el moderno
    neerlandés: bac (bak), canif (Knijf), cruche (kruik), échevin
    (schepen), étron (stront), hêtre (heester), houx (hulst), etc.
    Tres sufijos pasaron al francés: -_ald_, de Renaud, lourdaud,
    héraut; -_hart_, de Richard, Bernard, renard, vieiellard,
    richard; -_ing_, del cual salió -enc, después -an, -and, -eng,
    por ejemplo, en brelan, chambellan, merlan, flamand, hareng. En
    el siglo IX los Vikins ó piratas del Norte entran en Francia,
    y en 911 Carlos el _Simple_ les cede parte de la Neustria,
    que tomó el nombre de Normandía. Escandinavos de raza y de
    lengua, pronto abandonaron su "lingua dacisca", que, fuera de
    la toponimia, no dejó huellas en el francés. No pueden, pues,
    traerse términos del norso, fuera de algunos pocos que conserva
    el dialecto normando, y tres ó cuatro dudosos del francés:
    cingler, ant. fr. sigler, isl. sigla; crique, ils. kriki, ingl.
    creek; écraser, sueco krasa; tillac, isl. thilja, danés tilje.
    Cuanto al alto alemán, que se distingue del bajo alemán, y por
    consiguiente del habla de los francos salios y de los normandos
    ó daneses, en el nuevo cambio que sufrieron sus consonantes
    explosivas, nos presenta sus primeros monumentos hacia el año
    740, y divídese en antiguo alto alemán (hasta 1100), medio alto
    alemán (hasta 1500) y moderno alto alemán. Del anglo-sajón, que
    pertenece á la estirpe del bajo alemán, salió el inglés, y se
    le llama por lo mismo antiguo inglés (hasta 1150), medio inglés
    (hasta 1500), después acá inglés.

    Desde el siglo IX hallamos dividida lingüísticamente la Galia
    en dos porciones: la del Norte, en la que se hablaba la
    _langue d'oïl_, y la del Mediodía, en la que se hablaba la
    _langue d'oc_. La línea divisoria puede trazarse, cuanto á los
    dialectos literarios conocidos, desde Bordeaux á Lussac, de
    aquí á Montluçon, de aquí al Sur del departamento de l'Isère.
    Las diferencias fonéticas más notables entre estas dos lenguas
    son el diverso tratamiento de _a_ y _ē_ (ĭ) acentuadas y de
    _-c_ final: _amare_, _habere_, _amicum_ dieron en el Mediodía
    _amar_, _aver_, _amic_, y en el Norte _amer_, _aveir_, _ami_.
    Los términos de estas lenguas provienen del empleado para la
    afirmación _sí_: "Nam alii _Oc_, alii _Si_, alii vero dicunt
    _Oil_" (DANTE, _De vulgari eloquentia_, I, c. 9). Italia era
    donde se hablaba la "lingua di _si_", de _sic_, como _d'oc_ =
    _de hoc_, y _d'oïl_ = _de hoc ille_. Los dialectos de la lengua
    del Norte, todos literarios, eran: al E., el bourguignon, el
    franc-comtois, el lorrain, el champenois; al NE., el picard, el
    wallon; al NO. el normand; al O., el poitevin, el angevin y el
    saintongeais; en el centro ó Isla de Francia y sus contornos
    el français ó francien (ROGER BACON, _Opus Maius_, que viajó
    por Francia en 1260). No había lengua literaria común; pero el
    francien, merced á las circunstancias políticas, llegó á ser
    el principal, extendiéndose después como lengua literaria de
    toda la nación, desde el siglo XII hasta el siglo XV, época
    en la cual todos los demás dialectos quedan pospuestos en la
    literatura y son considerados como patois.

    El francés es el latín de la Isla de Francia evolucionado y
    con préstamos de vocablos pertenecientes á los demás patois de
    la Galia; no es una mezcolanza de todos ellos, como algunos
    han creído. El _antiguo francés_ comprende el espacio de
    tiempo entre el siglo IX y XIV. Los _Serments de Strasbourg_,
    conservados en un manuscrito de fines del siglo X, son el
    documento más antiguo de la lengua d'oïl, del año 842, en que
    Carlos el Calvo y Luis el Germánico se juntaron contra Lotario.
    De fines del siglo IX es la _Séquence de Sainte Eulalie_, en 29
    versos, probablemente en dialecto wallon, y un trozo de homilía
    en alabanza del profeta Jonás. Del siglo X son la _Vie de Saint
    Léger_, poema de 40 estrofas de seis versos octosílabos y la
    _Passion_, poema de 129 coplas de cuatro versos octosílabos en
    medio francés y medio provenzal. Del siglo XI son la _Vie de
    Saint Alexis_, el _Pèlerinage Charlemagne_ y la _Chanson de
    Roland_.

    Desde el siglo XII abundan las obras literarias. En el mismo
    siglo XII se escriben en lengua vulgar las actas públicas de
    Metz, y desde Felipe el Hermoso dejan de escribir en latín
    sus _Anales_ los historiógrafos oficiales del Reino, los monjes
    de Saint Denis.

    Véanse las siguientes noticias de M. F. BRUNOT, respecto
    del francien: "Durante el siglo XIV comienza, según Giry, á
    sustituirse en el Mediodía por el francés los demás dialectos
    en los monumentos públicos, después de haber luchado con el
    latín desde fines del siglo XI. En el Norte, las ciudades
    de Flandes, Bélgica, Artois y Lorena comienzan á emplear la
    lengua vulgar para los contratos privados desde principios del
    siglo XIII. Poco más ó menos hacia la misma época aparece en
    los confines de la lengua d'oc, en Aunis y Poitou; algo más
    tarde en Touraine, Anjou, Berry, aunque en todas partes con
    huellas dialectales. Hay que llegar hasta el siglo XIV, en que
    el francés es vulgarizado por la cancillería y administración
    reales, que ya desde entonces se emplea exclusivamente, para
    ser unificada el habla vulgar de las _chartes_ en una lengua
    común, la de París, hecha ya lengua oficial. La literatura
    dialectal desaparece casi por completo desde el siglo XIV, al
    propio tiempo que los documentos dialectales".

    El contraste que presenta el antiguo francés con el francés
    moderno, por su abundancia y libertad, que después perdió,
    lo declaró en breves párrafos _Gaston Paris_ (_Journ. des
    Savants_, 1897, pág. 612); su importancia en toda la Europa y
    su literatura son cosas conocidas. Los normandos conquistan
    la Inglaterra cantando la _chanson_ de Roland, y las clases
    elevadas de la sociedad hablan el francés, prefiriéndose el
    del continente al francés de Inglaterra ó anglo-normando y
    escribiendo en francés algunos autores. En Italia penetran
    las _chansons de geste_, y Brunetto Latini, maestro del
    Dante, escribe en francés su enciclopedia _Li Trésors_
    (1265), así como están en francés los viajes de Marco-Polo
    y las compilaciones romancescas de la Tabla Redonda. En
    Alemania había preceptores franceses. Esta influencia explica
    el préstamo que todas las lenguas de Europa hicieron de
    vocablos franceses. No sólo el inglés está cuajado de términos
    normandos, sino que las poesías alemanas _minnesänger_ abundan
    en ellos, y hasta el alemán toma el sufijo francés verbal
    -i_eren_.

    =141.= Radicales principales tomados del francés[19]: abra
    (?), aduana (del it.), ¡alto! (del germ.), amura, áncora
    (encore), _antilla_, arandela, arbotante, arenga (del germ.),
    armiño (del germ.), arnés (del bret.), artesano (del lat.),
    asamblea (del lat.), asesino (?, del arab.), avanzar, _babor_
    (del ingl.), bachiller (del prov., del lat.), _barroco_ (del
    fr., del cast.), _báscula_, baya (del lat.), belitre (del lat.
    ó germ.), bergantín, betún (del lat.), _bisturí_ (del lat.),
    blanco (del germ.), blandir (del germ.), blasón (del germ.),
    blindar (del germ.), blondo (del germ.), _bloque_ (del germ.),
    blusa, _bolina_ (del ingl.), bonete (del lat.), bramar (del
    germ.), brea (del gr.), brecha (del germ.), _brigada_, bronce,
    bucle (del lat.), _bures_, buril (del germ.), cable (del
    lat.), _cachalote_ (del lat.), cadete (del lat.), _calesa_
    (del eslavo), calonge (del lat.), camión (del cast.), canapé
    (del lat., gr.), canica (del germ.), caparrosa (del germ.),
    carpeta, _cartuja_, catre (del lat.), _caviar_ (del eslavo),
    _clarión_ (del lat.), _cobalto_ (del germ.), cofia (del
    germ. ó lat.), cofre, cohete (del lat.), comba (del galo),
    _convoy_, _copar_ (del lat., gr.), _corbata_ (del croata),
    corbeta (del lat.), _corchea_, corsé (del lat.), crisol (del
    germ.), _croqueta_, _chal_ (del ingl.), chalupa (del germ.),
    chancillería (del lat.), chantre (del lat.), chapitel (del
    lat.), _charretera_, chimenea, dama (del lat.), donques (del
    lat.), _dos_ y _endosar_ (del lat.), _draga_ (del germ.),
    _duna_ (del germ.), _edecán_ (del lat.), enclenque, endivia
    (del gr.), entremés (del lat.), equipar (del germ.), esparaván
    (del germ.), _etiqueta_ (del germ.), faisán (del lat.), faro
    (del gr.), _fase_ (del gr.), ficha, _filtro_ (del germ.?),
    _flan_ (del ingl.), flete (del germ.), flota (del germ.),
    foque (del germ.), forjar (del lat.), fornir (del germ.),
    _frac_ (del germ.), fraile (del lat.), _frambuesa_ (del germ.),
    franco (del germ.), franja (del lat.), friso (del germ.),
    frotar (del lat.), fruncir (del lat.), furriel (del germ.),
    _fusil_ (del lat.), gaje (del germ.), _garantir_ (del germ.),
    garlopa (del germ.), garnacha (del germ.), _gas_ (del germ.),
    _gelatina_ (del lat.), gerifalte (del lat.), golfo (del lat.,
    gr.), golpe (del lat., gr.), grabar (del germ.), grajea (del
    gr.), _grosella_ (del germ.), _grumete_ (del ingl.), guado
    (del germ.), _guata_ (del lat.), gueda (del germ.), haca (del
    germ.), _hache_ (del lat.), _hulla_ (del valón), imán (del
    gr.), jaca (del germ.), jalde, jalea (del lat.), _jalón_,
    jamba, jamón, jardín (del germ.), jarrete, jaula, jefe (del
    lat.), _jirafa_ (del arab.), lacayo (del germ.), _landó_,
    _levita_, lesna (del germ.), librea (del lat.), _lingote_ (del
    lat.), lona, _lote_ (del germ.), madama (del lat.), _maniquí_
    (del germ.), _manivela_, marchar, marmita, marmota (del lat.),
    marqués, mástil (del germ.), _mazurca_ (del eslavo), menaje
    (del lat.), metge y menjurje (del lat.), mensaje (del lat.),
    _merodear_, mesón (del lat.), _metralla_, _minué_ (del lat),
    mitón (del lat.), moda (del lat.), mofar (del lat.), _mosaico_
    (del it., gr.), motín (del lat.), _narval_ (del germ.), _neto_
    (del lat.), _níquel_ (del germ.), obenque (del germ.), _oboe_,
    _obús_ (del germ.), orfebrería (del lat.), orla (del lat.),
    pabellón (del lat.), paje (del gr.), país (del lat.), paladín
    (del lat.), palurdo, _pantalón_, _pantalla_ (del lat.),
    pantuflo, _paquebot_ (del ingl.), _parcela_ (del lat.), parche
    (del lat.), parlar (del lat.), parque, pasaporte, _patache_,
    _peine_ (del lat.?), peón (del lat.), percha (del lat.),
    perejil (del lat.), petardo (del lat.), _petimetre_, _pinzón_,
    _pirueta_ (del gr.?), placa (del germ.), plancha (del lat.),
    _polca_ (del eslavo), poltrón (del it.), porche (del lat.),
    presea (del lat.), pupitre (del lat.), _quepis_ (del germ.),
    _quincalla_ (del germ.), _quinqué_, _rail_ (del ingl.), rampa
    (del germ.), _recluta_ (del germ.), refrán, reproche (del
    lat.), _retreta_ (del lat.), _revólver_ (del ingl.), rubí
    (del lat.), ruibarbo (del lat.), ruta (del lat.), sage (del
    lat.), sarao (del lat.), sargento (del lat.), servilleta (del
    lat.), _silueta_, taburete (del arab.), tafetán (del persa),
    tanino (del germ.), tenería (del germ.), _tílburi_ (del
    ingl.), _timbre_ (del lat., gr.), _tisú_ (del lat.), _toisón_
    (del cast.), toldo (del germ.), _tren_, trincar (del germ.),
    _trineo_, trinquete, _tul_, _túnel_, _ujier_, _vagón_ (del
    ingl.), _vals_ (del germ.), _vampiro_ (del eslavo), _viñeta_
    (del lat.).

=142.= El _Cantar de Mio Cid_ es el más antiguo monumento que conocemos
de la lengua escrita y de la literatura castellana, y es probable que
no se escribiera otro antes de él. Parece haber sido compuesto hacia
el año 1140, y, en todo caso, antes de la muerte de Alfonso VII en
1157. Consérvase en un solo códice del siglo XIV, copiado de otro más
antiguo por Per Abbat. No hay otra unidad artística fuera del seguir el
orden de los acontecimientos, distinguiéndose tres cantares, que pudo
imitar y aun tomar el autor de los populares: 1.º. el destierro del
Cid (1-1084); 2.º, las bodas de las hijas del Cid (1085-2277); 3.º, la
injuria de Corpes y su reparación (2278). La mayor parte de los hechos
narrados en el _Cantar_ y los personajes son realmente históricos; la
topografía, las tradiciones locales, las costumbres, trajes y demás
ajuar, son puntuales. El único episodio maravilloso es la aparición del
arcángel San Gabriel; ficticios y novelescos son el de las arcas llenas
de arena y el del león, que debían de ser populares leyendas.

           [Ilustración: COFRE DEL CID (Catedral de Burgos).
               SEPULCRO DEL CID (San Pedro de Cardeña).]

    =143.= Antes de escribirse el _Mio Cid_ hubo cantares populares
    sobre el mismo Campeador, sobre el rey Rodrigo, los Infantes
    de Lara, el Infante García, Fernán González, etc., etc.; pero
    que se escribiesen ya es harto más dudoso, aunque algunos lo
    dan por averiguado por aquello de que "no es probable que este
    primer documento conservado sea el primero que se escribió".
    Los mismos asuntos épicos nacionales y después otros franceses
    y caballerescos siguiéronse cantando por el pueblo y aún siguen
    cantándose hasta nuestros días; pero los cantares populares
    siempre fueron menospreciados de los eruditos, que son los
    que escriben, y así, sólo en el siglo XV, hartos los poetas
    eruditos de sus aguados versos cortesanos á lo provenzal, se
    abajaron á oir la musa popular y á consignar sus cantares por
    escrito: tales son los romances viejos, escritos según los
    cantaba el pueblo desde hacía siglos. Alguno que otro escritor
    tomó el asunto de esos cantares plebeyos y lo trató más ó menos
    eruditamente cuanto al metro y manera, como vemos en el poema
    de _Fernán González_ y en la _Crónica rimada_ del Cid. Si estos
    malos poemas eruditos posteriores á _Mio Cid_ se conservaron,
    por haberse escrito, lo probable es que si antes se hubiesen
    escrito otros también se hubiesen conservado. Lo que de gestas
    hallamos desleído en la prosa de las _Crónicas_ había que
    probar que eran gestas escritas y para ello que estaban en
    alejandrinos; ahora bien, los versos en las _Crónicas_ más
    parecen prosificación de romances que no de alejandrinos: las
    tales gestas eran, por consiguiente, las populares que se
    cantaban, no las eruditas que se escribían, pues ya hemos visto
    que el escribir en castellano vino del influjo francés entre
    los eruditos, y éstos, al escribir, escribieron en el metro de
    los franceses, en alejandrinos, siendo siempre menospreciado
    el pie de romance, como todo lo popular, hasta fines del siglo
    XV. La fecha de _Mio Cid_ está entre 1140 y 1157, ya que parece
    aludirse á él en la _Conquista de Almería_, en 1147, ó _Crónica
    de Alfonso VII_, escrita en latín, aunque también pudiera
    aludir á las gestas cantadas y no escritas, de las cuales sacó
    su obra el autor de _Mio Cid_:

        "Ipse Rodericus, Mio Cid _saepe_ vocatus, De quo
        _cantatur_ quod ab hostibus haud superatur".

    El códice de Per Abbat, procedente de la aldea de Vivar,
    donde el Cid nació, fué propiedad de don Alejandro Pidal, de
    cuyos herederos debe de serlo ahora. Es copia hecha en la
    era 1245 ó, según otros, de 1345, según se lea _C_ (ciento)
    ó _e_ la letra raspada en la suscripción final. Per Abbat,
    el copista, remozó palabras destruyendo asonantes, trastrocó
    otras y aun hemistiquios enteros. De esta copia sacó Juan Ruiz
    de Ulíbarri la que se conserva en la Biblioteca Nacional (R.
    200), Burgos, 1596. Antonio Sánchez publicó el _Cantar_ en el
    t. I de su _Colección de poesías castellanas anteriores al
    siglo XV_, Madrid, 1799; después Janer, Madrid, 1864, en la
    Bibl. de Rivadeneyra, t. LIX; Vollmöller, _Poema del Cid nach
    der einzigen Madrider Handschrift_, Heall, 1879; Huntington,
    1898; Menéndez Pidal, _Poema del Cid_, Madrid, 1900, y _Poema
    de Mio Cid_, Madrid, 1913 (con algunas variaciones entre las
    dos ediciones). Hace falta publicar el facsímil para saber á
    qué atenernos. En la primera _Crónica general_ de Alfonso X y
    en la _Crónica de Veinte Reyes de Castilla_ se halla la mayor
    parte del asunto del _Cantar_ con otras cosas que en él faltan,
    y por cierto, con el mismo criterio: ¿es prosificación de él ó
    de otros cantares populares no escritos? Cierto que no lo es de
    la copia de Per Abbat, y las frases comunes al _Cantar_ y á las
    _Crónicas_ bien pudieran provenir de cantares populares con los
    cuales pudo tejer su obra el autor de _Mio Cid_; de ellos son,
    sin duda, otras frases, versos y trozos enteros que en _Mio
    Cid_ no se hallan. El espíritu es el mismo, el que hemos visto
    en M. Pelayo ser propio de la epopeya castellana, de suerte que
    es dificultoso deslindar lo que en _Mio Cid_ haya del autor que
    lo compuso y que lo tomó de los cantares populares. Menéndez
    Pidal suple lo que falta al principio "con algunos versos de
    una Segunda Refundición de nuestro Cantar, conservados en la
    Crónica de Castilla y en la Particular del Cid. Estos versos
    darán idea de los que inmediatamente precedían á los primeros
    conservados en la copia de Per Abbat". Están en pie de romance
    y, por consiguiente, se tomaron de cantares populares. Véanse:

        "e los que conmigo fuéredes--de Dios ayades buen grado,
        e los que acá fincáredes--quiérome ir vuestro pagado".
          Entonçes fabló Álvar Fáñez--su primo cormano:
        "convusco iremos, Cid,--por yermos e por poblados,
        ca nunca vos fallesceremos--en quanto seamos sanos,
        convusco despenderemos--las mulas e los cavallos
        ......................--e los averos e los paños,
        siempre vos serviremos--como leales vasallos".
        Entonçe otorgaron todos--quanto dixo don Álvaro;
        mucho grandesçio mio Çid--quanto allí fué razonado...
          Mio Cid movió de Bivar--pora Burgos adeliñado,
        assi dexa sus palaçios--yermos e desheredados.
                (comienza Per Abbat en alejandrinos:)
          De los sos ojos tan fuertemientre lorando,
        tornava la cabeça i estávalos catando".

    La obra tiene 3.729 versos, faltan el comienzo y dos páginas de
    á 50 versos, una después del 2.337 y otra después del 3.307,
    más algunos otros después de los versos 181, 440 y 934. El
    segundo cantar comienza:

    "Aquis conpieça la gesta de mio Cid el de Bivar".

    Y acaba:

      "Las coplas deste cantar aquis van acabando.
    El Criador vos vala con todos los sos santos".

    De estos versos parece sacarse que eran cantares separados ó
    que de otros tales enhebró el autor su obra, á la cual llama
    _gesta_ y _cantar_. El tercero comienza con la cobardía de los
    Condes y acaba:

    "en este logar se acaba esta razón".

    Si hubiera pretendido el autor dar unidad artística al _Cantar_
    pudiera haber comenzado, como se suele, por la mitad, después
    del destierro, por ejemplo. Sobre la puntualidad histórica y
    geográfica, así como sobre los ligeros episodios ficticios,
    véase M. Pidal, edición de 1913. Allí mismo está la historia
    verdadera del Cid.

=144.= Si se prescinde del metro, el _Mio Cid_ ofrece el mismo
espíritu, la misma naturalidad, la misma sencillez, la misma gravedad,
la misma alteza de sentimientos, y en cuanto cabe, según la diferencia
de los tiempos, el mismo estilo y lenguaje, el mismo predominio de la
realidad sobre la imaginación que el _Romancero_, conocido á fines
del siglo XV. Es un zurcido de largos romances. Cuanto han dicho
los autores de _Mio Cid_ puede aplicarse al _Romancero_, sacada la
extensión, el metro y el lenguaje de las diferentes épocas. Y es que
el asunto, la manera de tratarlo, el espíritu del pueblo español es
el mismo; sólo hay diferencia en el metro y la extensión. Ahora bien:
metro y extensión débense á ser obra escrita por un erudito; de lo
demás del poema el verdadero autor fué el pueblo, el mismo que lo fué
del _Romancero_. No sabemos hasta dónde pueda alcanzar lo que, fuera de
la extensión y del metro, se deba al autor que escribió el _Mio Cid_;
pero la semejanza con el _Romancero_ prueba que fué bien poca cosa. En
el poema de _Mio Cid_ el pueblo español se canta á sí mismo, poniendo
en sus sones toda su alma, como es el pueblo griego el que se canta á
sí mismo en los poemas homéricos. Nada de afectaciones, exageraciones y
adornos postizos, nada de fantasía; todo es naturalidad, realidad viva,
visión de los hechos escueta, seca y grave. Esa no es obra de erudito;
es obra popular. El erudito no hizo más que zurcir en uno varios
romances siguiendo la vida pública del Cid y ponerlos medianamente
en metro francés. De aquí que el Cid, que después conocemos en las
obras siguientes de eruditos, ya es otro Cid, caballeresco, novelesco,
exagerado, porque la levadura de la caballería, venida de fuera, había
echado á perder la natural y sencilla visión popular, la cual no vuelve
á los escritos hasta que se escribe el _Romancero_, saliendo á relucir
el mismo auténtico autor del _Mio Cid_, el pueblo.

    =145.= Juicios sobre _Mio Cid_[20]. Sánchez (1779): "la
    sencillez y venerable rusticidad", "el aire de verdad". Capmany
    (1786) lo tiene por simple crónica rimada y toma dos pasajes
    "de los menos inelegantes y bárbaros". Forner (1790): "algún
    cartapelón del siglo XIII, en loor de las bragas del Cid".
    Mendibil (1819): "nada tiene de épico y aun casi pudiera
    disputársele el título de poema". Quintana (1807): "no está
    tan falto de talento que de cuando en cuando no manifieste
    alguna intención poética". Martínez de la Rosa (1828): "embrión
    informe".

    Moratín resume todos estos juicios de nuestros afrancesados
    escritores hallándolo todo deforme: lenguaje, estilo,
    versificación y consonancia (_Orígenes del teatro español_,
    nota 3). Southey (1808): "decididamente, y sobre toda
    comparación, el más hermoso poema escrito en lengua española".
    Autor anónimo de la _Quarterly Review_, t. XII, pág. 64: "los
    españoles no conocen aún el alto valor que como poema tiene
    la historia métrica del Cid, y mientras no desechen el falso
    gusto que les impide percibirlo, jamás producirán nada grande
    en las más elevadas esferas del arte; bien puede decirse sin
    temor que de todos los poemas que se han compuesto después de
    la _Ilíada_, el del _Cid_ es el más homérico en su espíritu, si
    bien el lenguaje de la Península era en aquella época rústico
    é informe". Hallam (1818): "aventaja á todo lo que se escribió
    en Europa antes del aparecimiento de Dante". Ticknor (1849):
    "puede asegurarse que en los diez siglos transcurridos desde
    la ruina de la civilización griega y romana hasta la aparición
    de la _Divina Comedia_ ningún país ha producido un trozo de
    poesía más original en sus formas y más lleno de naturalidad,
    energía y colorido". Wolf (1831): "reproducción inconsciente
    de la realidad, por eso mismo más veraz, más sorprendente";
    "la exposición desnuda de arte", "por la íntima verdad y
    elevada naturalidad". Publicado el poema francés de Roland en
    1837, la crítica coteja entrambas obras. Damas Hinard (_Poème
    du Cid texte et traduction_, París, 1858), dice que el poeta
    de _Roland_ era más docto que el del _Cid_; conocía de la
    antigüedad clásica cuanto era conocido en su época; condujo su
    obra con muy buen juicio, y por la unidad y simplicidad de su
    composición puede ser mirado como precursor de los clásicos
    franceses del siglo XVII. Pero le faltaba la gran cualidad
    del poeta: el sentimiento de la vida humana y el poder de
    expresarlo. La geografía de la _Chanson_ es fantástica; sus
    personajes son á menudo imaginarios y monstruosos, como los
    paganos de Micenes, de cabeza enorme y cerdosos cual jabalíes.
    La acción de estos fantasmas es también imposible. El sonido de
    la trompa de Roldán se oye á treinta leguas; Turpin, con cuatro
    lanzadas en el cuerpo, ó Roldán, con la cabeza hendida y los
    sesos que le brotan por los oídos, obran y combaten como sanos.
    Los ejércitos son enormes, de 360.000 y de 450.000 caballeros.
    Cinco franceses matan á 4.000 sarracenos. Y la misma falta de
    naturalidad se observa en la exposición; baste como ejemplo el
    abuso de las repeticiones... Muy al contrario, el juglar del
    Cid no quiere ostentar su imaginación; la emplea sólo en hacer
    aparecer ante nosotros la realidad misma; no nos presenta un
    cuadro de la España del siglo XI, sino que nos transporta á
    ésta y nos hace asistir á los acontecimientos. Los personajes
    están pintados con las convenientes medias tintas. El tono
    y color de la narración se amoldan blandamente al diverso
    carácter de cada episodio; compárense entre sí el de las arcas
    de arena, el del conde de Barcelona, el del robredo de Corpes
    y el más importante de todos, el de la corte de Toledo, en el
    cual el oscuro juglar recuerda al más ilustre narrador de los
    tiempos modernos, á Walter Scott. Cuando así se contemplan uno
    frente á otro, el _Poema del Cid_ y la _Chanson de Roland_,
    no puede menos de declararse, como hacían los antiguos jueces
    de campo, que la victoria pertenece al poeta español. L. de
    Monge (_Études morales et littéraires_, Bruxelles, 1887,
    pág. 285, "Le Cid et Roland"): "En el _Roland_ nos choca la
    dureza de las costumbres, la ferocidad, la intolerancia; en
    el _Cid_, la humanidad, la caridad, la dulzura, al menos
    relativa". "En suma: el _Poema del Cid_ es menos grandioso
    acaso que la _Chanson de Roland_: pero es menos bárbaro á la
    par que más real, más viviente, más humano, de una emoción más
    directamente accesible á los hombres de todos los tiempos".
    Bello (1830): "son dignos de Homero, por el sentimiento, las
    imájenes i la noble simplicidad del estilo". A. de Puibusque
    (_Hist. comp. des littérat. espagn. et franc._, I, 1843,
    pág. 41): "dans ces divers tableaux, tout l'art du poète est
    son naturel; mais ce naturel n'a-t-il pas quelque chose du
    sentiment élevé qui inspira _l'Iliade_? n'est ce pas la même
    simplicité d'héroisme?". Volvamos á los españoles. Amador de
    los Ríos (1863): "acaso se la podría colocar entre los poemas
    épicos", "tampoco sería gran despropósito el clasificar este
    peregrino poema entre las epopeyas primitivas". Milá (1874):
    "bien puede calificarse el _Mio Cid_ de obra maestra. Legado de
    una época bárbaro-heroica, fecunda en aspectos poéticos y no
    desprovista en el fondo de nobilísimos sentimientos, aunque en
    gran manera apartada del ideal de la sociedad cristiana, es, no
    sólo fidelísimo espejo de un orden de hechos y costumbres que
    no serían bastantes á suplir los documentos históricos, sino
    también un monumento imperecedero, ya por su valor literario,
    ya como pintura del hombre." M. Pelayo: "Lo que constituye el
    mayor encanto del _Poema del Cid_ y de canciones tales es que
    parecen poesía vivida y no cantada, producto de una _misteriosa
    fuerza_, que se confunde con la naturaleza misma y cuyo secreto
    hemos perdido _los hombres cultos_..., el ardiente sentido
    nacional, que, sin estar expreso en ninguna parte, vivifica el
    conjunto... al temple moral del héroe en quien se juntan los
    más nobles atributos del alma castellana, la gravedad en los
    propósitos y en los discursos, la familiar y noble llaneza,
    la cortesía ingenua y reposada, la grandeza sin énfasis, la
    imaginación más sólida que brillante, la piedad más activa...,
    la ternura conyugal más honda que expansiva..., la lealtad al
    monarca y la entereza para querellarse de sus desafueros...".
    Si esto quiere decir algo, es que la obra, así, inconsciente y
    castiza, tiene al mismo pueblo por autor. Que es lo que viene á
    decir E. Baret (_Hist. de la littér. esp._, París, 1863, pág.
    28) al afirmar que el _Poema del Cid_ comparte la exactitud de
    Homero en lo que concierne al conocimiento de los lugares; pero
    _sólo atento á los cantos del pueblo_, no procura hacer obra
    de poeta, bien diferente del autor de _Roland_, que ha leído
    á Virgilio y se entretiene en crear una geografía fantástica,
    unos personajes y hazañas imaginarios. Fitzmaurice-Kelly
    (1904): "Le sujet et l'esprit, dans le _Poema_, sont
    essentiellement espagnols et, en tenant compte de ce fait que
    le _juglar_ se sert de la formule épique conventionnelle, son
    œuvre est grande en vertu de sa simplicité, de sa force, de sa
    rapidité et de sa fougue". De Menéndez Pidal había de copiarse
    toda su _Introducción_ á la edición de 1913; baste este
    magnífico cotejo: "El _Roland_, por su simplicidad esquemática,
    por su unidad de acción y de tiempo y por su esmero en la
    presentación, anuncia la clásica tragedia francesa. El _Mio
    Cid_, por su carácter más histórico, por buscar una superior
    verdad artística dentro de las complejidades de la vida
    entera y por el abandono de la forma, es precursor de las
    obras maestras de la comedia española. Los Nibelungos, en
    su grandioso desorden, tan preñado de aspectos, muestran su
    parentesco con las trágicas concepciones shakespearianas".

    =146.= _Cid_ (_Poema del_). Ed. R. Menéndez Pidal, _Cantar de
    Mio Cid: texto, gramática y vocabulario_, Madrid, 1908-1911
    [ed. paleográfica, t. III, págs. 907-1016; ed. t. III, págs.
    1017-1164]; ed. Archer M. Huntington, New York, 1894-1903,
    3 vols. (con trad. inglesa); ed. popular, New York, 1909, 3
    vols.; ed. V. E. Sidforss, en _Acta Universitatis Lundensis_,
    Lund, 1895-1896, t. XXXI y XXXII; ed. K. Vollmöller, Halle,
    1879; ed. J.-S.-A. Damas-Hinard [con trad. francesa], París,
    1858; ed. A. Bello, _Obras completas de Don A. B._, Santiago
    de Chile, 1881, t. II; ed. F. Janer, Bib. de Aut. Esp., t.
    LVII; edic. Men. Pidal, "La Lectura", Madrid, 1913, cuya
    ortografía está mudada sin razón alguna, y aun otras cosas más
    que la ortografía. Consúltense: R. Dozy, _Recherches_, etc.,
    Leyden, 1882, 2 vols.; J. Adam, _Uebersetzung und Glossar des
    altspanischen Poema del Cid_, Breslau, 1911; J. Cornu, _Études
    sur le Poème du Cid_, en _Romania_ (1881), t. X, páginas 75-79;
    J. Cornu, _Études sur le Poème du Cid_, en _Études romanes
    dédiées à Gaston Paris_, París, 1891, págs. 419-455; J. Cornu,
    _Revision des Études sur le Poème du Cid_, en _Romania_ (1893),
    t. XXII, páginas 531-536; J. Cornu, _Verbesserungsvorschläge_,
    etc., en _Symbolae Pragenses_, Prag., 1893, págs. 17-23; J.
    Cornu, _Beiträge zu einer künftigen Ausgabe des Poema del
    Cid_, en _Zeitschrift für romanische Philologie_ (1897), t.
    XXI, págs. 461-528; F. Koerbs, _Untersuchung der sprachlichen
    Eigentümlichkeiten des altspanischen Poema del Cid_, Bonn,
    1893; A. Restori, _Osservazioni sul metro, sulle assonanze e
    sul testo del Poema del Cid_, Bologna, 1887; A. Restori, _La
    Gesta del Cid_, Milano, 1890; F. Araujo Gómez, _Gramática
    del Poema del Cid_, Madrid, 1897; P. Roca, _Rectificación
    de algunas lecciones del "Poema del Cid"_, en _Revista de
    Archivos_, etc. (1897), t. I, págs. 262-265; R. Menéndez
    Pidal, _El Poema del Cid y las Crónicas generales_, en _Revue
    hispanique_ (1898), t. V, págs. 435-469; E. de Hinojosa,
    _El derecho en el Poema del Cid_, en _Homenaje á Menéndez
    y Pelayo_, Madrid, 1899, t. I, págs. 551-581; M. Menéndez
    y Pelayo, _Tratado de los romances viejos_, en _Antología
    de poetas líricos_, etc., t. XI, págs. 290-322; A. Coester,
    _Compression in The "Poema del Cid"_, en _Revue hispanique_
    (1906), t. XV, págs. 98-211; E. Baret, _Du poème du Cid dans
    ses analogies avec la Chanson de Roland_, París, 1863; J.
    Ormsby, _The Poem of the Cid_ [trad. inglesa incompleta, con
    prefacio importante], London, 1879; L. de Monge, _Études
    morales et littéraires_, Bruxelles-París, 1889, t. I, págs.
    202-283.

    =147.= Los rastros de más viejos cantares de gesta parecen ser
    los de la _Pérdida de España_, esto es, del rey Rodrigo, que
    alude á los acontecimientos del año 711 y los de _Bernardo del
    Carpio_ y de _Mainete_, que tocan á la venida de Carlomagno
    á España. Hállanse estos rastros en la _Primera Crónica de
    España_, reinados de Fruela I, y en la _Primera Crónica
    general_, reinados de Alfonso II el Casto y de Alfonso III el
    Magno. Sobre Carlomagno y todo á lo á él tocante, el libro
    más conocido fué la _Crónica latina del seudo Turpin_, hecha
    en gran parte en Santiago de Galicia y conocida por un códice
    dado hacia 1140 á la iglesia de Santiago de Compostela por el
    francés Aimeric Picaud (_De Pseudo-Turpino_, tesis latina de
    Gastón Paris, París, Franck, 1865; Dozy, _Le Faux Turpin_, en
    el t. II, 3.ª ed. de _Recherches_, 1887, páginas 372-431 y
    XCVIII y CVIII). No hay que atribuir esta obra al Arzobispo de
    Reims, Turpin, muerto hacia el año 800, sino á dos falsarios
    muy posteriores. Parece que fué francés y clérigo ó monje
    el autor de los primeros capítulos, de los que residían en
    Compostela; desde el capítulo VI, donde predomina la épica
    francesa, es de otro francés, y probablemente lo escribió
    también en Santiago, donde se ha conservado su libro formando
    parte del célebre _Códice Calixtino_. Este libro propaló la
    epopeya carolingia entre los clérigos españoles. La mejor
    edición es la de M. Castets. Debió de escribirse poco antes de
    1140. Más antigua es la _Chanson de Rolland_, del siglo XI, y,
    según Rajna, debió componerla algún juglar francés que, yendo
    á Santiago ó volviendo de allí, pasó por Roncesvalles. Hubo de
    conocerse en España en el mismo siglo XI. Sobre la leyenda de
    Bernardo, véase M. Pelayo (_Antol._, t. XI, pág. 176).

    Sobre el Cid hubo otros cantares, y más antiguos, como el
    _Cantar del Rey Fernando_ y su continuación el _Cantar del
    Cerco de Zamora_, que pintaba al Cid más joven que el _Mio
    Cid_. Entrambos perecieron; pero se transparentan en la
    _Primera Crónica general de España_. Otro tanto sucedió á los
    antiguos cantares sobre los _Infantes de Lara_, los siete
    hijos de Gonzalo Gustios, que murieron peleando con los moros
    en Almenar por celada que les puso su tío Ruiz Velázquez para
    vengar el insulto hecho á su mujer doña Lambra el día de sus
    bodas. Otra _Gesta de los Infantes de Lara_, posterior á
    esos cantares, fué cantada el siglo XII y pasó en parte á la
    _Primera Crónica general_; y á fines del siglo XIII otra más
    extensa, que pasó á un arreglo de otra _Crónica general_ del
    reinado de Alfonso XI, acabado en 1344, y á una refundición la
    tercera _Crónica general_ de principios del siglo XV.

    La Conquista de Almería en latín vemos que alude á otros
    cantares más antiguos sobre el Cid; de los posteriores, que el
    pueblo siguió cantando, habla la _Crónica general_: "Non lo
    sabemos por cierto sinon quanto oymos decir á los juglares en
    sus cantares de gesta", y en las _Partidas_ (2.ª part., ley
    20), ordenando á los juglares que "non dixiessen otros cantares
    sinon de gesta o que fablasen de fecho de armas". "_La Estoria
    d'Espanna_, dice M. Pelayo (_Antol. poet. lír. cast._, t. II,
    pág. XXVI) nos ha conservado, pues, no solamente el fondo,
    sino en muchos casos las mismas palabras de los cantares, y
    hay páginas enteras donde la restitución de la forma métrica
    es facilísima. En este caso se hallan gran parte de la leyenda
    de Bernardo y de la de los Infantes de Lara, no menos que la
    caballeresca de Maynete y Galiana. Pero ha de observarse que
    cuando algún asunto tradicional había ya caído en manos de
    los poetas cultos, el Rey Sabio y sus colaboradores prefieren
    el texto erudito al popular. Así la parte relativa á Fernán
    González en la _General_ es transcripción, no de los cantares
    de gesta primitivos (de los cuales sólo algún retazo ha llegado
    á nosotros en el caótico prefacio de la _Rimada_), sino del
    poema de _mester de clerezia_, compuesto por un monje de
    Arlanza. Respecto de otras fuentes de la _General_, como la
    _Estoria del romanz del Infant D. Garcia_ (el asesinado en León
    por los Velas), no es fácil decidir por su solo título y por el
    breve resumen de la _Crónica_, si se trata de una obra popular
    ó erudita, ni siquiera si estaba en verso ó en prosa".

    Unos trescientos versos del primitivo cantar de los Infantes
    de Lara ha sacado Menéndez Pidal de las _Crónicas_. Puyol y
    Alonso ha sacado de la _Crónica del Cid_ un _Cantar de Gesta
    de Don Sancho II de Castilla_, que en su forma original pudo
    componerse en el siglo XI.

    Todos estos cantares anteriores y contemporáneos de _Mio Cid_,
    ¿fueron gestas largas ó no fueron más que retazos cortos?
    Además, ¿fueron escritas y eruditas ó puramente cantadas y
    populares? Estas preguntas no suelen hacerlas los que no
    distinguen bien la poesía erudita y la popular, las gestas
    largas y los romances ó gestas cortas. La prosificación en
    las _Crónicas_ muestra más bien el pie de romance que el
    alejandrino (véase sobre Bernardo la _Antol._, de M. Pelayo,
    t. X, pág. 205); además eran cantares de _juglares_, esto es,
    populares, y lo que es más significativo, todos estos cantares
    encierran cierta lucha contra Francia y los franceses, cosa
    propia de los populares, mientras que la clerecía estaba
    afrancesada y afrancesado nació el _mester de clerezia_, la
    primera poesía castellana escrita. Otra nota es la enemiga
    que muestra contra el reino de León, por ser puramente
    castellanos, entre los cuales los franceses no influyeron como
    entre gallegos y leoneses. Si esto es así, lo más probable es
    que fueran romances y populares, no escritos, puesto que el
    alejandrino vino con la literatura erudita. Nο menos probable
    es que fueran anteriores á _Mio Cid_, del siglo XI y primera
    mitad del XII, ó acaso del siglo X algunos de ellos y que en
    ellos no influyó la epopeya francesa. Es cuanto sabemos del
    _mester de juglaria_.

    =148.= _Cantar de los Infantes de Lara._ Consúltense: R.
    Menéndez Pidal, _La Leyenda de los Infantes de Lara_, Madrid,
    1896; G. Paris, _La Légende des Infants de Lara_ (Extracto del
    _Journal des Savants_, mayo y junio, 1898); G. Paris, _Poèmes
    et légendes du moyen âge_, París, 1899, págs. 215-25.

    _Cantar de Gesta de Don Sancho II de Castilla_, ed. J. Puyol y
    Alonso, Madrid, 1912 (con estudio).

=149.= El _Auto de los Reyes Magos_ fué compuesto á fines del siglo
XII ó principios del XIII. Sacado de la liturgia latina, traída
por los benedictinos franceses de Cluny, es un paso dramático para
representarse en la fiesta de la Epifanía, en la catedral de Toledo.
Tiene 147 versos eruditos y algunos leoninos, de seis, ocho y doce
sílabas, perdido el final. La fuerza dramática, la sinceridad y
realismo, la viveza del diálogo, lo ponen muy por cima de los oficios
latinos y piezas dramático-litúrgicas que conocemos de otras partes. Se
ve que todavía le soplaba al autor la musa popular; pero ya es un poeta
erudito del _mester de clerezia_, que sigue la moda francesa.

    =150.= Halló el _Auto de los Reyes Magos_, en 1785, en un
    códice de la Biblioteca toledana, Felipe Fernández Vallejo,
    Arzobispo de Santiago (1798-1800). Según Morel-Fatio, procede
    de uno de los oficios latinos utilizados en Limoges, Ruau,
    Nevers, Compiègne y Orleáns, y los oficios franco-latinos son
    interpretaciones de piadosas tradiciones orales y en parte
    amplificaciones del apócrifo _Protevangelium Iacobi Minoris_ y
    de la _Historia de Nativitate Mariae et de Infante Salvatoris_
    (Ioannes Karl Thilo, _Codex apocryphus Novi Testamenti_,
    Lipsiae, 1833, págs. 254-261, 383-393). Carl Lange (_Die
    lateinischen Osterfeien_, München, 1887, págs. 2, 5, 24-25)
    ha examinado 224 oficios latinos pascuales, de los cuales
    159 de Alemania, 25 de Francia, siete de Italia, tres de los
    Países Bajos, dos de España, y por cierto de los más antiguos
    del siglo XI, y uno de Inglaterra. Estos oficios latinos no
    debieron tardar en traducirse á las lenguas vulgares. En el
    _Auto de los Reyes Magos_ se hallan los tres mismos versos de
    Virgilio (_Eneida_, VIII, 112-114) que en el texto del rito de
    Orleáns.

    En nuestro _Auto_ hállanse los nombres de los Reyes Magos,
    los cuales, según Hartmann, sólo les fueron atribuidos después
    del descubrimiento de sus restos en Milán, el año 1158, y
    se divulgaron después de la inserción de un pasaje apócrifo
    en la _Historia Scholastica_, de Pedro Comestor († 1179).
    El _Auto_ se halla en el códice toledano, después de un
    comentario alegórico al primer capítulo de las _Lamentaciones_
    de Jeremías, atribuido á Gilberto el Universal, canónigo de
    Auxerre († 1134). Téngase, sin embargo, en cuenta, para señalar
    la fecha del _Auto_, que los nombres de los Reyes Magos se leen
    en el _Poema del Cid_, que es anterior y algo modificados en
    una crónica latina del siglo VIII. Puede verse el texto latino
    de la catedral de Nevers en _Romania_, 1875, publicado por
    Leopoldo Delisle.

    =151.= _Auto de los Reyes Magos_, ed. R. Menéndez Pidal, en
    _Revista de Archivos_, etc. (1900), t. IV, págs. 453-462;
    ed. G. Baist, Erlangen, 1879; ed. Κ. A. M. Hartmann, _Ueber
    das altspanische Dreikönigsspiel_, Bautzen, 1879; ed. V. E.
    Lidforss, en _Jahrbuch für romanische und englische Literatur_,
    Leipzig, 1871, t. XII, págs. 44-59; ed. J. Amador de los Ríos,
    _Historia crítica de la literatura española_, Madrid, 1863, t.
    III, págs. 658-660. Consúltese: A. Graf, _Studii drammatici_,
    Torino, 1878, págs. 249-325; K. Lange, _Die lateinischen
    Osterfeiern_, München, 1887; H. Anz, _Die lateinischen
    Magierspiele_, Leipzig, 1905; A. D'Ancona, _Origini del teatro
    italiano_, segunda ed., Torino, 1891; Μ. Cañete, _Sobre el
    drama religioso antes y después de Lope de Vega_ (28 septiembre
    1862), _en Memorias de la Academia Española_ (1870), t. I,
    páginas 368-412.

=152.= Á fines del siglo XII un monje, probablemente de San Salvador de
Oña, puso en romance, y en 37 versos alejandrinos, un trozo de la _Rixa
animi et corporis_, con el título de la _Disputa del Alma y el Cuerpo_.
Es un diálogo entre el alma y el cuerpo de un difunto recién enterrado,
que se increpan mutuamente, achacándose la causa de los pecados de su
vida.

    =153.= Fué descubierto este trozo por Tomás Muñoz y Romero (†
    1867) al reverso de un pergamino del Archivo Histórico Nacional
    y publicólo Pedro José Pidal (1809-1865) en 1856. Cotéjese el
    comienzo con el _Débat du corps et de l'âme_:

      Un sabado exient, domingo amanescient
    Vi una grant vision en mio leito dormient.

    .............................................

      Un samedi par nuit endormi dans mun lit
    Et vi en mun dormant une vision grant.

    En el siglo X fué vertida al inglés la misma obra latina.

    =154.= _Disputa del alma y el cuerpo._ Ed. R. Menéndez Pidal,
    en _Revista de Archivos_, etc. (1900), t. IV, págs. 449-453;
    ed. J. Μ. Octavio de Toledo, en _Zeitschrift für romanische
    Philologie_ (1878), t. II, páginas 60-62. Consúltese: G.
    Kleinert, _Ueber den Streit zwischen Leib und Seele_, Halle,
    a. S., 1880; M. Batchioukof, _Débat de l'âme et du corps_, en
    _Romania_ (1891), t. XX, págs. 1-55 y 513-576.


                                NOTAS:

[14] _Véase Epitoma Imperatorum. Anonyme de Cordoue. Chronique
rimée des derniers rois de Tolède et de la conquête de l'Espagne
par les Arabes._ Editée et annotée par le P. Jules Tailhan, París,
1883 (con el título de _Continuatio hispana a DCCLIV_, ed. Theodor
Mommsen, _Monumenta Germaniae Historiae. Auctores antiquissime_,
t. XI, págs. 323-369). Además: _Capitulationes penitentiarum de
diversis criminibus_, ed. J. Priebsch (_Altspanische Glossen_) en el
_Zeitschrift für romanische Philologie_, 1895, t. XIX, págs. 1-40.

[15] Para mí Berceo es el autor del poema de _Alixandre_.

[16] En 122 se fundó el Castellum Aquae Sextiae, en 118 Narbo Marcius.

[17] Prescindo de los términos toponímicos, que en la generalidad son
gálicos. Los términos gálicos pueden verse en Glück, _Die bei C. J.
Caesar vorkommenden Keltischen Namen_; en el _Corp. Insc. Lat._, v. V,
XII, XIII; y en la _Revue celt._, III, VIII, XIII, XIV.

[18] El bretón fué importado después de Inglaterra.

[19] Los que ven en cursiva son con certeza de préstamo posterior.

[20] M. Pidal, edic. 1913.




                      ÉPOCA DE ALFONSO "EL SABIO"
                             (SIGLO XIII)


    =155.= _Resumen histórico_. Reyes de Castilla: Enrique I
    (1214-1217). Fernando III (1217-1230). Reyes de Castilla y
    de León: Fernando III (1230-1252). Alfonso X (1252-1284).
    Sancho IV _el Bravo_ (1284-1295). Fernando IV _el Emplazado_
    (1295-1312). Las Navas de Tolosa (1212). La conquista de
    Valencia (1238) y de las Baleares (1229-1235), por Jaime I
    _el Conquistador_, da el golpe mortal á la dominación arábiga
    en España. Los Estudios generales ó mayores y las primeras
    Universidades continúan la cultura comenzada en Toledo por los
    Alfonsos VI y VII: Universidad de Palencia (1212?), llevada á
    Valladolid (1260). La de Salamanca (1215). _Estudios generales_
    de Valencia (1245), de Sevilla (1254). _Privilegio general_ en
    Aragón (1283) y _de la Unión_ (1287).

    _Literatura francesa._ Villehardouin, _Chronique_ (1205-1213);
    Gautier de Coincy, _Miracles de Notre-Dame_ (1230); Guillaume
    de Lorris, primera parte del _Roman de la Rose_ (1237).

    _Literatura provenzal_: Vidal de Besalu, _Razos de trobar_
    (primera mitad del siglo XIII); Jaufré de Foxa, _Regles de
    trobar_ (hacia 1290).

    _Literatura italiana_: _Tesoretto_, de Brunetto Latini
    (1220-1295), embajador de Florencia en la corte de Alfonso X;
    las poesías de _Guido Cavalcanti_ (hacia 1259-1300), de Cino de
    Pistoia (1270-1337), y llega á la cumbre con Dante (1265-1321:
    _Vita Nuova_, _Divina Comedia_, _Convivio_) y Petrarca y
    Boccaccio del siglo siguiente.

=156.= Pudiéramos llamar siglo del apólogo y cuento oriental ó del
_mester de clerezia_ ó de las leyes al siglo XIII, por ser los tres
géneros que más se cultivaron; pero Alfonso _el Sabio_ lo señorea
literaria y culturalmente, aun antes de su advenimiento y aún después
de fallecido, de tal manera, que el orientalismo y la legislación, la
prosa y la lírica, se lo deben todo á él. El influjo francés, que hizo
nacer la literatura erudita, todavía se deja notar; pero el semítico
tiene mayor fuerza, no ciñéndose á la ciencia y filosofía, vertidas en
latín con las traducciones de la escuela toledana, sino que llega á la
literatura, y ya que la poesía semítica no podía pasar al castellano,
por consistir casi toda la arábiga en juegos gimnásticos de lenguaje,
y la hebraica en misticismos religiosos, el apólogo y cuento moral
oriental halló entre los españoles terreno apropiado, por cuadrar tan
al justo con el genio moralizador de nuestra raza, expresado bien
claramente en los refranes y más tarde en la sátira moral. Géneros
utilitarios y semicientíficos son la jurisprudencia y la crónica:
ambas abarcó Alfonso X, juntamente con la lírica galaico-portuguesa,
puesto que la lírica popular ó cantares para nada habían de tenerse en
cuenta por escritores eruditos. El cuento moral lleva como en germen la
novela posterior, la crónica pasará á ser historia en el siglo XV; el
_mester de clerezia_ desaparecerá primero al son de la lírica cortesana
galaico-portuguesa, después al de la heroico-popular del _Romancero_.
El Arcipreste de Hita, en el siglo XIV, se sale del cuadro, se yergue
sobre todos, con la pujanza que le presta el arte popular, tanto lírico
como épico, satírico como dramático: es el único poeta de cuerpo
entero de la Edad Media. Y el único prosista popular á ratos, y, por
consiguiente, el único verdadero prosista nacional que se levanta
igualmente en toda la Edad Media es el Arcipreste de Talavera. Son las
dos cumbres de la literatura castellana antes de llegar al _Romancero_
y á la _Celestina_. El orden de aparición es primero la poesía épica
popular con _Mio Cid_, pero ya medio erudita, y lo es enteramente en
las demás obras del puro _mester de clerezia_. Luego viene la prosa:
primero el cuento y apólogo oriental, luego la prosa científica de la
jurisprudencia y de la crónica. De la misma manera antes llega el gran
poeta de Hita, en el siglo XIV, que el gran prosista, el de Talavera,
en el XV.

=157.= Antes de hablar de la obra propia de este siglo, que es la
prosa, conviene continuar la poesía del _mester de clerezia_, que
de hecho comienza con la única poesía épica que conocemos, con el
Cantar de _Mio Cid_, y continúa entre el siglo XII y XIII con los
pequeños poemas que hemos mencionado y los que ahora hallaremos. Á
esta escuela, que dura hasta fines del siglo XIV, pertenecen todos
los poetas que escribían sus versos y que comúnmente eran _clérigos_,
por ser casi la única gente letrada de aquellos tiempos. Por más que
Berceo se llame á sí mismo _juglar_ (_S. Dom._, 292, 775, 777), buen
cuidado tiene de ponderar su _arte de nueva maestría_, su _mester sin
pecado_, despreciando el arte popular, no escrito, de los juglares,
y preciándose de _contar las sílabas_ y de _fablar cuento rimado por
la cuaderna via_. Toda esta poesía erudita y eclesiástica tampoco
era para cantada por las plazas, como las populares gestas, sino
para leída por monjes y gente devota y culta que con monjes trataban
frecuentando los monasterios. Nacida de la popular, con la canción
de _Mio Cid_, apartóse todavía más de ella hasta en los asuntos,
tomándolos de la historia religiosa ó de la historia de la antigüedad,
conservadas fabulosamente en la misma erudición latino-eclesiástica.
Debajo de ella, desconocida por no escribirse, siguió viviendo la
épica popular, la verdadera épica, que alzó la cabeza en el siglo XV,
cuando la erudita ya había muerto por falta de vigor, por sola su
propia flaqueza, y no menos, por lo mismo, se caía á pedazos la nueva
poesía erudita venida de Galicia, la lírica cortesana de don Juan el
II. El metro del _mester de clerezia_ es el alejandrino, de 14 sílabas,
pero agrupados los versos en estrofas de á cuatro con la misma rima,
perfecta siempre, como no sea por descuido del poeta ó del copista, por
lo que se llama _tetrástrofo monorrimo alejandrino_. Esta agrupación
fué el fruto único de la escuela, pues parece nació en España á
imitación del tetrástrofo latino-eclesiástico de la Edad Media, aunque
el verso vimos que vino de Francia.

    =158.= Los autores del _mester de clerezia_ no conocen
    la antigüedad clásica, sino mediante la erudición
    latino-eclesiástica, continuada, y cada vez más pobre y
    fabulosa, desde Juvenco, Prudencio, Sedulio y San Eugenio hasta
    Teodulfo y los poetas de la corte carolingia, y desde éstos
    hasta los de la corte alemana de los Otones, como ha probado
    Ebert en su _Historia_. El tetrástrofo latino-eclesiástico
    puede verse en las colecciones de Du Méril:

      "Vehementi nimium commotus dolore
    Sermonem aggredior furibundo more,
    Et quosdam redarguens in meo furore,
    Nullum mordens odio vel palpans amore".

    Ni el mismo Arcipreste de Hita conoció á los clásicos: su
    Ovidio es el autor de _Vetula_; su Vergilio el hechicero
    Vergilio medieval. La Troya del poema llamado de _Alixandre_
    es la del seudo cretense Dictys y la del seudo frigio Dares,
    vistas á través de la _Crónica_ de Guido de Columna; su
    Alejandro es el de Gualtero de Châtillon ó el de los troveros
    franceses.

    Men. Pelayo, _Antol. poet. lír. cast._, t. II, pág. XXXIII:
    "Coexistió el _mester de clerezia_ con el de _juglaria_,
    pero no se confundieron nunca. Coexistió también, andando el
    tiempo, con las primeras escuelas líricas, con las escuelas
    de trovadores, pero mantuvo siempre su independencia y
    carácter propio de tal modo, que hasta en las obras poéticas
    del Arcipreste de Hita y del Canciller Ayala, en que ambos
    elementos se dan la mano, no aparecen confundidos, sino
    yuxtapuestos. En suma: el _mester de clerezia_, socialmente
    considerado, no fué nunca ni la poesía del pueblo, ni la
    poesía de la aristocracia militar, ni la poesía de las fiestas
    palaciegas, sino la poesía de los monasterios y de las
    nacientes Universidades ó _estudios generales_. Así se explica
    su especial carácter, la predilección por ciertos asuntos, el
    fondo de cultura escolástica de que hacen alarde sus poetas
    y la relativa madurez de las formas exteriores, que son,
    ciertamente, monótonas; pero nada tienen de toscas y sí mucho
    que revela artificio perseverante y sagaz industria literaria.
    Júzguese como se quiera de cada uno de estos poemas, cualquier
    cosa serán menos tentativas informes y engendros bárbaros,
    como suelen decir los que no los han saludado. El escollo
    natural del género era el pedantismo, y no diremos que de él se
    librasen estos ingenios; pero fué pedantería candorosa, alarde
    de escolar que quiere á viva fuerza dejarnos persuadidos de su
    profundo saber en mitología, geografía é historia, con toda
    la ingenuidad del primer descubrimiento. Estos patriarcas de
    las literaturas modernas eran niños hasta en la ostentación
    enciclopédica. En cambio no puede decirse de ellos que abusasen
    del latinismo de dicción en el grado y forma en que lo hizo
    la escuela del siglo XV. La lengua de los poetas del _mester
    de clerezia_ es algo prosaica y no tiene mucho color ni mucho
    brío, pero es clara, apacible, jugosa, expresiva y netamente
    castellana, sin las asperezas hiperbáticas de Juan de Mena, ni
    las extrañas contorsiones de la prosa de don Enrique de Aragón.
    El vocabulario de la lengua épica, muy reducido, aunque muy
    enérgico, se ensancha prodigiosamente en manos de Berceo, y
    mucho más en el _Poema de Alejandro_".

=159.= De comienzos del siglo XIII parece ser la _Vida de Santa María
Egipciaqua_, narración poética en 1.451 versos de 7, 8, 9, 10, 11 y
12 sílabas, los más de 9, con el ritmo libre de la poesía popular de
los refranes, consonantando dos ó tres versos y aun cuatro á veces,
bien que de ordinario se halla el pareado ó de dos solamente. De la
misma época es el _Libro dels tres Reyes dorient_, de unos 250 versos
parecidos á los de la _Vida de Santa María Egipciaqua_, en cuyos
primeros 50 se habla de los Reyes Magos, y en los demás, de la huída
á Egipto y de los ladrones que robaron la Sagrada Familia. El _Libro
de Apollonio_ tiene más de 2.600 versos, en cuartetas monorrimas de
catorce sílabas, con la _nueva maestría_, que dice en él su autor,
aplicada á 600 estrofas, llamada después _cuaderna vía_, de la cual,
por consiguiente, parece fué el inventor. El autor parece aragonés por
el lenguaje; escribe con claridad y brío y era erudito.

    =160.= Está tomada de la _Vie de Sainte Marie l'Egyptienne_,
    atribuida por algunos, bien que poco fundadamente, al obispo
    de Lincoln, Roberto Grosseteste (1175?-1253), cuyos _Carmina
    Anglo-Normannica_ comprenden el poema francés. Hállase en el
    mismo códice escurialense que el _Libro de Apollonio_ y el
    _Libro dels tres Reyes dorient_, y todas estas obrillas fueron
    publicadas en 1841 por Pedro José Pidal. Los originales los
    indicó A. Mussafia. No se conoce el original de donde se sacó
    el _Libro dels tres Reyes dorient_.

    _Vida de Santa Maria Egipciaqua_, ed. R. Foulché-Delbosc,
    Barcelona, 1907 (Textos castellanos antiguos, t. I); Bibl. Aut.
    Esp., t. LVII. Consúltense: A. Mussafia, _Ueber die Quelle
    der altspanischen Vida de S. Μ. E._, en el _Sitzungsberichte
    der Kaiserlichen Akademie der Wissenschaften_, Wien, 1863, t.
    XLIII, págs. 153-176; K. Bartsch, _Jahrbuch für romanische und
    englische Literatur_ (Leipzig, 1864), t. V, páginas 421-424; G.
    Bertoni, _Nota sulla letteratura franco-italiana a proposito
    della vita in rima di S. Maria Egipziaca_, en el _Giornale
    storico della letteratura italiana_ (1908), t. LI, págs.
    207-215.

    =161.= El _Libro de Apollonio_ proviene de una novela griega,
    traducida por Antiochus hacia el siglo VI, con el título
    de _Historia Apollonii, regis Tyri_, que pasó á la _Gesta
    Romanorum_ y de allí á las literaturas europeas de la Edad
    Media. El asunto se halla en la _Confessio amantis_, de Gower,
    contemporáneo de Chaucer, en los _novellieri_ italianos, en
    el _Patrañuelo_, de su imitador Juan de Timoneda y en el
    _Pericles_ inglés, algunos de cuyos actos son de Shakespeare.
    Pero el autor español añadió de su cosecha cosas que no se
    hallan en las demás versiones. La juglaresa Tarsiana, hija de
    Apolonio, es más española que bizantina y hay cuadros del siglo
    XIII (422-430; 490; 502), desenvoltura de estilo y momentos de
    pasión, como en el anagnórisis de Apolonio y su hija (544-547),
    que son de un verdadero poeta de casta española.

    _Libro de Apollonio_, edic. Pedro José Pidal con las otras
    dos obritas; Eugenio Ochoa, París, 1842; Bibl. de Aut. Esp.,
    t. LVII. Consúltense: E. Klebs, _Die Erzählung von Apollonius
    aus Tyrus_, Berlin, 1899, páginas 384-398; C. Carroll Marden,
    _Note on the text of the L. de Α._, en _Modern Language Notes_
    (1913), t. XVIII, col. 18-20; F. Hanssen, _Sobre la conjugación
    del L. de A._ en _Anales de la Universidad de Chile_ (1895), t.
    XCI, págs. 637-665; Gover, en _Bibl. F. Vally_.

=162.= Pero más lírico fué el poeta que compuso en los mismos comienzos
del siglo XIII la _Razón de Amor_, con los _Denuestos del agua y del
vino_, dos obrillas de suyo diferentes, bien que al parecer debidas
á una sola pluma. La primera es un diálogo de enamorados, parecido
á los _cantares d'amigo_ que gallegos y portugueses solían componer
á imitación de las baladas francesas. La segunda parece remedar la
_Disputoison du vin et de l'aue_. El autor sentía lo que decía y se
esmeraba en la manera de decirlo.

    =163.= El _Lupus me fecit de Moros_ del último verso debe de
    ser el copista, probablemente aragonés. Fueron descubiertas
    estas obras en un códice de la Biblioteca Parisiense, por
    Hauréau, y publicadas en 1887 por Morel-Fatio, en el tomo
    XVI de la _Romania_. Vese mezclado no poco gallego con el
    castellano, como en muchas composiciones del _Cancionero de
    Baena_.

    _Razón de amor_, con _Los Denuestos del agua y el vino_, ed. R.
    Menéndez Pidal, en _Revue hispanique_ (1905), t. XIII, págs.
    602-619; ed. A. Morel-Fatio, _Textes castillans inédits du
    XIII_^e _siècle_, en _Romania_ (1887), t. XVI, págs. 368-373;
    ed. E. Monaci, _Testi basso-latini e volgari della Spagna_,
    Roma, 1891, col. 39-43; ed. M. Menéndez y Pelayo, _Antología de
    poetas líricos_, etc., t. I, págs. 1-6; ed. E. Gorra, _Lingua
    e letteratura spagnuola delle origini_, Milano, 1898, págs.
    216-223; ed. G. Petraglione, en _Studj di filologia romanza_
    (1901), t. VIII, págs. 485-502; ed. señora C. Michaëlis
    de Vasconcellos, _Alguns textos lyricos da antiqua poesia
    peninsular_, en _Revista Lusitana_(1902), t. VII, págs. 1-32.

    _La Disputa de Elena y María,_ poesía leonesa del siglo XIII,
    ha sido publicada por el Sr. Menéndez Pidal en el primer número
    de la _Revista de Filología española_ (1914).

=164.= GONZALO DE BERCEO (1198?-1264?) nació en el lugar de su nombre,
donde partía términos la diócesis de Calahorra con el territorio de la
abadía de San Millán de la Cogolla, célebre monasterio de benedictinos,
donde fué educado y vivió después, no como monje, sino como clérigo
ó preste seglar adscrito al servicio de la abadía. Tenía un hermano,
asimismo clérigo, llamado Juan. Era diácono en 1220, presbítero en 1237
y todavía vivía en 1246.

    =165.= Berceo, _Vida de San Millán_, 489: "Gonzalvo fué so
    nomne, qui fizo est tractado, | en Sant Millan de Suso fué de
    ninnez criado, | natural de Berceo, ond Sant Millan fué nado:
    | Dios guarde la su alma del poder del pecado". _Vida de S.
    Domingo_, 757: "Yo Gonzalo por nomne clamado de Berceo, | de
    Sant Millan criado, en la so mercer seo". En escrituras del
    cartulario de San Millán, examinadas por Sánchez, se halla
    en 1220 la firma "don Gonzalvo diaconus de Berceo", como de
    testigo en la compra de varias heredades, hecha por Pedro de
    Olmos para el monasterio de San Millán; y en 1237 firma como
    presbítero entre los testigos de una sentencia del abad Juan.
    Suena como confirmante de otras escrituras en 1240, 1242 y
    1246 "Dopnus Gundisalvus de Berceo", y en otra castellana "don
    Gonzalvo de Berceo, prestre". Últimamente aparece su nombre en
    una escritura de 1264, que aludiendo á un testamento otorgado
    en tiempos pasados por Garci Gil, dice: "don Gonzalo de Berceo,
    so maestro de confesion e so cabezalero". Acaso pasó del 1246,
    pues en la _Vida de Santa Oria_ (copla 2), su última obra,
    escribe: "Quiero en mi vejez, maguer so ya cansado, | de esta
    Santa Virgen romanzar su dictado".

=166.= Escribió _La vida del glorioso confesor Sancto Domingo de
Silos_, sacándola de la _Vita Beati Dominici Confessoris Christi et
Abbatis_, del monje Grimaldo; _La Estoria del Sennor Sant Millan_,
traducción libre de la _Vita Aemiliani_, de San Braulio, obispo de
Zaragoza († 651?); el trozo del _Martyrio de Sant Laurenço_, tratado
por Prudencio en el _Peristephanon_; el poema _De los signos que
aparesceran ante el juicio_, sacado, según el mismo Berceo, de San
Jerónimo, á quien se atribuía entonces el _Prognosticon futuri seculi_,
de San Julián de Toledo (Lorenzana, _Patres Toletani_) ó de Julián
Pomerio († 699); _El duelo que fizo la Virgen Maria el dia de la
Pasión de su fijo Jesu Christo_, que mira al _Tractatus de planctu
beatae Mariae_, de San Bernardo; la _Vida de Sancta Oria, Virgen_,
versificación de los hechos contados por Munio, confesor de aquella
santa monja del convento de San Millán; _Del sacrificio de la Missa_ y
los _Loores de Nuestra Sennora_, lugares comunes piadosos amplificados;
los _Milagros de Nuestra Sennora_, tomados de libros corrientes, pues
de los 25 hállanse los 24 en cierto manuscrito latino de la Biblioteca
Real de Copenhague. Son de autenticidad dudosa los tres himnos al
Espíritu Santo.

    =167.= De los 25 _Milagros de Nuestra Sennora_, los 18 hállanse
    igualmente en los _Miracles de la Sainte Vierge_, del trovero
    francés Gautier de Coinci, prior de Vic-sur-Aisne (1177-1236),
    citados por Alfonso _el Sabio_ ("En Seixons, ond' un liuro
    à todo chêo | de miragres"); pero Alfonso, que vivía unos
    cuarenta años después de Berceo, tuvo las facilidades de
    comunicaciones que Berceo no es creíble tuviese desde su rincón
    de la Rioja. Ambos autores los tomaron de la fuente latina
    dicha. Berceo sobrepuja á Gautier en la elección, sobriedad,
    viveza, claridad y realismo.

=168.= Berceo no tiene invención cuanto á los asuntos, ni la quiere
tener: "Lo que non es escripto non lo afirmaremos..., non lo diz
la leyenda, non so yo sabidor". "Al non escribimos si non lo que
leemos". Y es que se da por puro divulgador en romance, para la gente
popular, de lo que ellos no podían entender en latín. Pero que tenía
inventiva poética se echa bien de ver por la abundancia de vena con
que desenvuelve sus leyendas, la riqueza de comparaciones sencillas
y tomadas de la vida real, los sentimientos delicados, la deleitosa
unción con que empapa cuanto toca. Su misma riqueza de pensamientos
y de palabras y su desconocimiento del arte antiguo, le hace ser
palabrero y difuso, borboteando prosa rimada sin cansarse, no sabiendo
escoger, cercenar, pulir ni acicalar. Es un poeta devoto, que sin
cortapisas dice cuanto se le ocurre en el fácil metro, que él conoce,
de la cuaderna vía, bien así como lujurioso campo sin cultivo, que en
asomando la primavera brota sin freno por todas partes. Es el cantor
de las costumbres monacales del pueblo, que en torno de la abadía
apacienta su alma con piadosas leyendas, sin otras miras políticas ni
menos artísticas. Toma, como la mayor parte de los poetas medievales,
de los escritos latinos los asuntos; pero como poeta de buen natío que
es, aunque sin cultura artística, ve esas leyendas y milagros como
si las tuviera delante de los ojos en la tierra y entre las gentes
que conoce, en escena pintoresca y coloreada por las costumbres de su
tiempo, y embebecido en ellas, hiérenle el alma y le salen á la boca
tan sentidas como vivas, en narración dramática, que corre abundosa
y fácil, sin tropiezo ni embarazo, que no se lo sabe poner su poco
aquilatado esmero y su menos contenida verbosidad de cura de aldea,
pero siempre devota y llena de verdad y honrada campechanería. No es
un gran poeta, pero se deja querer por su apacible sencillez y devota
unción. Es el dechado del poeta erudito del _mester de clerezia_, con
aquella barata erudición de algunos libros escritos en mal latín, que
alcanzaban los pocos y poco doctos de aquel tiempo, clérigos ó amigos
de los monasterios. El lenguaje es el vulgar, pero como aquellos
semidoctos clérigos no suponían escribir más que en el mal latín,
que corrompido por el pueblo llamaban _roman paladino_, procuraban
allegarlo al latín cuanto podían, usando las voces de las escrituras
y libros que manejaban y con la ortografía que al escribir en su mal
latín empleaban. Berceo, sin embargo, no se avergüenza, como los
más puntosos y fieros imitadores de las letras clásicas que después
vinieron en el primer Renacimiento, ni repara en echar mano de voces
enteramente vulgares, que para algunos quisquillosos pasan por groseras
y poco literarias. Berceo sabe todavía á la pega de los juglares.

Hay un cantarcillo en el _Duelo de la Virgen_ (178-190), que Berceo
pone en boca de los judíos, en octosílabos, que campea en medio de
los pesados tetrástrofos monorrimos alejandrinos, como una joya del
_folklore_ popular entre la convencional erudición del _mester de
clerezia_. Aquel estribillo "¡eya velar!", es una racha de sol entre
la neblina, que nos deja barruntar, ya que no ver de nuestros ojos, lo
que sería la verdadera poesía popular castellana, la del _mester de
juglaria_, que por despreciarla los doctos de entonces dejáronla en el
silencio del olvido y, con todo, era de tan recio y fino metal como se
trasparenta por el cantar de _Mio Cid_ y por los romances viejos del
siglo XV.

    =169.= La fama de Berceo no salió de la Rioja ni le mienta
    Santillana en la célebre carta al Condestable de Portugal á
    mediados del siglo XV; sólo en el XVII comienza á ser conocido.
    Ambrosio Gómez le toma unos versos en el _Moisen Segundo_
    (1653). Imprimióse la _Vida de Santo Domingo_ en 1736, y
    Tomás Antonio Sánchez publicó todas sus obras en 1780 con
    verdadera devoción por el poeta, añadiendo un _Loor de Gonzalo
    de Berceo_, en que imita su estilo. Desperdigados los códices
    de San Millán en la vandálica dispersión de nuestros archivos
    monásticos, sólo pudo cotejar Janer, al reimprimirlo, el texto
    de la _Vida de Santo Domingo_ en un manuscrito de la Academia
    de la Historia, y el del _Sacrificio de la Misa_ en otro de la
    Biblioteca Nacional.

    =170.= Gonzalo de Berceo, _Poesías_, Bibl. de Aut. Esp.,
    t. LVII; _La vida de Santo Domingo de Silos_, ed. J. D.
    Fitz-Gerald, París, 1904 (Bibl. de l'École des Hautes Études,
    fasc. 149). Consúltense: J. D. Fitz-Gerald, _Gonzalo de Berceo
    in Spanish Literary Criticism before 1780_, en _The Romanic
    Review_ (New York, 1910), t. I, págs. 290-301; R. Becker,
    _Gonzalo de Berceos Milagros und ihre Grundlagen_, Strassburg,
    1910; H. R. Lang, _A passage in G. de B.'s Vida de San Millan_,
    en _Modern Language Notes_ (1887), t. II, col. 118-119; R.
    Lanchetas, _Gramática y vocabulario de las obras de G. de B._,
    Madrid, 1903; N. Hergueta, _Documentos referentes á G. de B._,
    en _Revista de Archivos_, etc. (1904), t. X, págs. 178-179;
    F. Fernández y González, en _La Razón_ (Madrid, 1860), t. I,
    págs. 223-235, 306-322, 393-402; F. Hanssen, _Notas á la Vida
    de Santo Domingo de Silos_, etc., en _Anales de la Universidad
    de Chile_ (1907), t. CXX, págs. 715-763; tres artículos
    del Sr. Hanssen sobre la conjugación, etc., en Berceo, se
    encontrarán en los _Anales_ (1894 y 1895); F. D. Fitz-Gerald,
    _Versification of the Cuaderna Via as found in Berceo's Vida de
    Santo Domingo de Silos_, New York, 1905.

=171.= El _Libro de Alixandre_, poema en más de diez mil versos, en
la cuaderna vía, difiere de las demás obras de Berceo en el asunto y
en el tono y unción consiguiente, pero es muy probable sea tan obra
suya como las anteriormente citadas. La misma sencillez en el contar,
igual fecundidad en describir por menudo y á veces pintorescamente y
en versificar llana y corrientemente, tendencia parecida en aceptar
cuanto halla escrito en libros latinos, pasando por los más chistosos
anacronismos, paridad en el léxico y construcción, fuera de las
variantes debidas á la diversidad de copias. Donde más sobresale el
autor del _Alixandre_ es en las comparaciones y descripciones, al igual
que Berceo.

    =172.= Acerca del autor, Rafael Floranes, en sus _Ilustraciones
    del Fuero de Sepúlveda_, dijo que era Berceo, por hallarse este
    nombre en la copla 1386: "E dixo Gonzalo: Ve dormir que assaz
    has velado", no citándose, fuera de este lugar, en todo el
    poema. En una de las guardas del códice de Osuna, y con letra
    antigua, se lee el mismo nombre. En el nuevo códice, lleno de
    variantes, hallado en Francia, se lee: "Sy queredes saber quien
    fizo esti ditado, | Gonçalo de Berçeo es por nonbre clamado,
    | natural de Madrid, en Sant Mylian criado, | del abat Johan
    Sánchez notario por nonbrado". Sánchez imprimió el poema como
    del clérigo Juan Lorenzo Segura, de Astorga, por la copla
    final, 2510, donde se lee: "Si quisierdes saber quien escrebió
    este ditado, | Johan Lorenzo bon clerigo é ondrado, | Segura
    de Astorga, de mannas bien temprado, | del dia del juicio Dios
    sea mio pagado. Amen". Dicen muchos que éste debió de ser el
    copista, porque el nombre del autor solía ir al principio y el
    del copista al fin de las obras; pero no hay tal, pues Berceo,
    á quien en particular atribuye M. Pelayo esta costumbre, puso
    su nombre al fin de la _Vida de San Millán_ (489) y de la _Vida
    de Santo Domingo_ (757 y 775).

    Los leonesismos del poema confirmarían ser Lorenzo Segura
    el autor. Pero muchos de esos tenidos por leonesismos son
    castellanismos de entonces: el pretérito en _-oron_ y no
    _-eron_, _ixioron_, _vioron_ y su contraído _-on_, se usa
    todavía en toda Castilla la Vieja, noticia que extrañarán los
    filólogos, pero que pueden comprobarla cuando gusten. Berceo
    y Segura pudieran ser, pues, copistas y no autores, habiendo
    modificado cada uno el texto con variantes de su tierra. Pero
    es el caso que el Berceo no puede ser otro en el códice francés
    que el autor de la _Vida de Santo Domingo y San Millán_, y no
    es de creer que fuese puro copista, sino autor. Lo de "natural
    de Madrid", que pudiera embarazar á alguno, se aclara por la c.
    3 de la _Vida de San Millán_, donde hablando del pueblo en que
    el santo nació, dice: "Cerca es de Cogolla de parte de Orient,
    | dos leguas sobre Nagera al pie de Sant Lorent | el barrio
    de Berceo, Madriz la iaz present: | i nació Sant Millan".
    Ahora bien, Berceo nació donde San Millán, en ese _Madrid_.
    Porque no hay un solo Madrid en España; que yo conozco, entre
    otros, uno cerca de Oña. Oponen la diferencia de escritos,
    como si el _Libro de Alixandre_ no pudiera haberlo hecho el
    autor de tantos libros devotos, y los leonesismos y otras
    diferencias de vocablos; pero las copias debieron de variar
    mucho, acomodándolas cada cual al habla de su tierra, como se
    ve por el códice francés, además de lo que ya se sabía. Bien
    pudiera, pues, ser Berceo el autor del _Alixandre_, lo cual
    se confirmaría, no sólo con el _Gonzalo_ de la copla 1386,
    donde casi sin querer puso el autor su nombre, sino con lo
    poco probable de que en aquel tiempo hubiese dos poetas tan
    semejantes, ya que las diferencias casi desaparecen por lo
    dicho de las variantes y por la diversidad de asuntos, siendo
    en cambio igual la facilidad de versificar, la fecundidad en
    escribir y la candorosa sencillez la misma, el estilo tan uno.
    Que era clérigo el autor del _Alixandre_ se ve por la copla
    1662.

    Si el _Libro de Alixandre_ tiene algo de epopeya es tan
    solamente por el asunto; para el autor las fuentes donde bebió
    le sirvieron como las de las vidas de Santos y de los milagros
    á Berceo. Se atiene á lo leído, amplificándolo por el mismo
    estilo y con parecida credulidad, por lo que á nosotros se
    nos hace más sabrosa su lectura. "_Maestre Aristotil_ aparece
    convertido en doctor escolástico, diestro en el trivio y en el
    cuadrivio y formidable en el silogismo: Alejandro recibe la
    orden de caballería el día del Papa San Antero y ciñe la espada
    que fabricó Don Vulcano: al lado del héroe macedonio asisten
    sus doce pares: en el templo de Don Júpiter sirven gran número
    de capellanes: los clérigos de Babilonia salen en procesión á
    recibir á Alejandro: el conde Don Demóstenes alborota con sus
    discursos á los atenienses: la madre de Aquiles le esconde en
    un convento de monjas (_de sorores_)...". (M. Pelayo).

    =173.= Sobre las fuentes del poema, véase Morel-Fatio en la
    _Romania_, año 1874. Una es la epopeya latina _Alexandreis_,
    de Gautier de Châtillon, citado en el mismo poema (c. 1935);
    otra el _Roman d'Alexandre_, de Lambert le Tort y de Alejandro
    de Bernai: entrambos proceden del que se hizo en tiempo de
    Carlomagno de la obra _Epitome_, de Julius Valerius, que á
    fines del siglo III tradujo al latín la novela del seudo
    Calístenes sobre Alejandro Magno: _Alexandri Macedonis
    translatae ex Aesopo graeco_, publicada según el códice
    Ambrosiano por A. Mai, con el _Itinerarium Alexandri_ (del
    340-345), J. Zacher, _Pseudo-Kallisthenes_, Halle, 1867; del
    mismo, _Julii Valerii epitome_, Halle, 1867. De este mismo
    _Epitome_ debió de tomar el autor del _Alixandre_ cosas
    que faltan en los citados traductores y compiladores. El
    _Epitome_ de tiempos de Carlomagno fué la base de los poemas
    franceses del siglo XII (Alberico de Besanzon, imitado en
    alemán por el clérigo Lamprecht, Simón, Lamberto Li Tort y sus
    continuadores). Consúltese Pablo Meyer, _Alexandre le Grand
    dans la littérature française de moyen âge, París_, 1886. El
    _Alexandreis_, de Gualtero, es casi una paráfrasis de Quinto
    Curcio. El Arcipreste de León, en el siglo X, hizo otra
    traducción del seudo Calístenes, _Liber de praeliis_: probable
    es que la conociera Berceo y acaso mejor que el _Epitome_
    del tiempo de Carlomagno. Los 1688 versos sobre el sitio de
    Troya, que en él se insertan (311...), proceden de la _Historia
    troiana_ (1272-1287), de Guido delle Colonne, fundada en el
    _Roman de Troie_, de Benito de Sainte-More (1160), más bien
    que en las dos obras _Historia de excidio Troiae_, de los dos
    seudos Dictys cretense (segunda mitad del siglo IV) y Dares
    frigio (segunda mital del siglo V), sobre los cuales véanse
    G. Paris, _Revue critique_, 1874, y _Romania_, 1874. También
    conoció el autor la _Ilias_, de Pindarus Thebanus. Véase H.
    Dunger, _Die Sage vom troianischen Kriege in den Bearbeitungen
    des Mittelalters_, etc., Dresde, 1869; F. Meister, _Ueber Dares
    von Phrygien, de exc. Tr. hist._, Breslau, 1841; G. Körting,
    _Diktys und Dares_, Halle, 1874. El autor del _Alixandre_ es
    tan amigo de la erudición, tan curioso de las rarezas, como en
    lo sagrado lo es Berceo.

    =174.= El _Alixandre_ fué por su asunto mucho más conocido
    que las otras obras de Berceo. El autor del _Poema de Fernán
    Gonçalez_, en el siglo XIII, le tomó versos enteros; en el
    XIV el Arcipreste de Hita le imitó en la descripción de
    la tienda de Don Amor; en el XV, el _Cronista de Don Pero
    Niño_, los _amaestramientos_ morales que en el poema endereza
    Aristóteles á Alejandro. _El libro de Alixandre_, Ms. esp. 488
    de la Bibliothèque Nationale de Paris, ed. A. Morel-Fatio,
    Dresden, 1906; Ms. de Madrid, Bibl. de Aut. Esp., t. LVII.
    Consúltense: A. Morel-Fatio, _Recherches sur le texte et les
    sources du Libro de Alexandre_, en _Romania_, 1875, t. IV,
    págs. 7-90; G. Baist, _Eine neue Handschrift des spanischen
    Alexandre_, en _Romanische Forschungen_, t. VI, pág. 272;
    E. Müller, _Sprachliche und textkritische Untersuchungen
    zum altspanischen Libro de Alexandre_, Strassburg, 1910; L.
    Pistolesi Baudana-Vaccolini, _Del posto che spetta il Libro de
    Alexandre nella storia della letteratura spagnuola_, en _Revue
    des langues romanes_ (1903), t. XLVI, págs. 255-281; Marcelo
    Macías, _Juan Lorenzo Segura y el Poema de Alexandre_, Orense,
    1913.

          [Ilustración: MOMIA DE D. RODRIGO XIMÉNEZ DE RADA.]

  (Discurso de D. Enrique de Aguilera y Gamboa, Marqués de Cerralbo,
  en su recepción de la Real Academia de la Historia, Madrid, 1908).


    =175.= Las dos supuestas _Cartas_ enviadas por Alejandro á
    su madre, impresas detrás del _Libro de Alixandre_, notables
    por la prosa, salieron del _Bonium_ y de la _Poridad de
    las Poridades_. Zacher, _Pseudo Callisthenes, Die Quelle
    der Trostbriefe Alexander an Olympias in der spanischen
    Alexandreis_, Halle, 1867, págs. 177-193; Μ. Steinschneider,
    _Zur Alexandersage_, en el _Hebräische Bibliographie_, Berlín,
    1869, volumen IX, págs. 13-19, 44-53.

=176.= De las primeras muestras de la prosa erudita ó escrita es el
tratado de los _Diez Mandamientos_, compuesto á principios del siglo
XIII por un fraile navarro para uso de los confesores.

Entre 1219 y 1250 se escribieron en castellano las dos primeras partes
de los _Anales Toledanos_, que abarcan doce siglos, en estilo seco
y cortado, año por año, á manera de lista de acaecimientos; aunque
al llegar á Alfonso VIII el autor, que se muestra contemporáneo, se
extiende algo más. La tercera parte es bastante posterior. En la misma
primera mitad del siglo XIII se escribieron en castellano los _Anales
de Aragón y Navarra_, que abarcan desde Augusto hasta 1196 y son listas
escuetas de sucesos. Algo más tardíos son los _Anales de los Reyes
Godos de Asturias, León_, etc., que abrazan del 348 al 1252.

    =177.= _Los Diez Mandamientos_. Ed. A. Morel-Fatio, _Textes
    castillans inédits, en Romania_ (1887), t. XXI, págs. 379-382.
    _Anales Toledanos_. Ed. E. Flórez, en _Esp. Sagr._, Madrid,
    1799, t. XXIII, págs. 381-424.

    El códice de los _Anales de Aragón y Navarra_ está en la
    Biblioteca Nacional, juntamente con el _Fuero de Sobrarbe_ y
    otros varios anales latinos. Incluyólos Abella en el tomo VIII
    de su _Colección de Escritores coetáneos de la Historia de
    España_. En el mismo se imprimieron los _Anales de los Reyes
    Godos de Asturias_, etc., y el códice de mediados del siglo
    XIII se conserva en la Biblioteca toledana.

=178.= _Año 1243._--DON RODRIGO XIMÉNEZ DE RADA (1170?-1247) nació en
Puente la Reina, de Navarra; estudió en París y pasó á Castilla durante
el último tercio del siglo XII; fué Obispo de Osma y electo en 1208
Arzobispo de Toledo, á cuya cátedra subió en 1210, y se señaló en la
batalla de las Navas. Asistió en 1215 al Concilio Lateranense y ayudó á
Fernando III en sus empresas. Escribió un notable _Breviarium Ecclesiae
Catholicae_, que se guarda en la Biblioteca de El Escorial; pero,
sobre todo, el _Chronico Rerum Gestarum in Hispania_, ó mejor dicho,
_Historia Gothica_, que abraza hasta el año 1243. Añadió un libro de
los Ostrogodos, Hunnos, Vándalos y Suevos. Murió volviendo de Roma,
cerca del Ródano. Fué sepultado en el monasterio de Huerta, á la raya
de Aragón.

Algo después, en el mismo siglo XIII, se tradujo y se retocó la
_Historia Gothica_ con el título de _Estoria de los Godos_. La latina
se imprimió por primera vez en Granada, 1545; luego en Francfort, 1579.
La traducción castellana en Toledo, 1495.

La _Chronica de los Reys de Espanna_ debió de acabarse en 1256 y el
códice está en la Biblioteca de Toledo, escrito en la segunda mitad del
siglo XIII.

    =179.= La _Historia Gothica_, de Ximénez de Rada, en _Hispaniae
    ilustratae... scriptores varii_, ed. A. Schott, Francofurti,
    1603-1608, t. I; _PP. Toletanorum Opera_, ed. Lorenzana,
    Madrid, 1782-1793, t. III. Consúltense: Marqués de Cerralbo,
    _El Arzobispo Don Rodrigo_, discurso, Madrid, 1908; Rafael
    Ballester y Castells, _Las fuentes narrativas de la Historia
    de España durante la Edad Media_, Palma de Mallorca, 1908,
    pág. 75; _Estoria de los godos_; ed. V. E. Lidforss, _Acta
    Universitatis Lundensis_, Lund, 1871-1872, t. VII y VIII; ed.
    A. Paz y Meliá, _Colección de documentos inéditos para la
    historia de España_ (1887), t. LXXXVIII.

    =180.= Cuanto á otros escritos en latín, en la primera mitad
    del siglo XIII florecieron los hagiógrafos DON MARTÍN DE
    LEÓN, abad; DON ALFONSO RAMÍREZ, obispo de Orense, y el
    celebrado DIEGO DE CAMPOS, entre cuyas obras citemos la llamada
    _Planeta_; "trata de materia de gran claridad", cuyo códice,
    del 1218, está en la Biblioteca toledana. Véase Nicolás
    Antonio, _Bibliotheca Vetus_, l. VIII, c. 1; Rodríguez de
    Castro, _Bibl. Esp._, t. II, págs. 504, 510, 514. Entre los
    filósofos y gramáticos PEDRO HISPANO y FR. BARTOLOMÉ: véase
    Nic. Antonio. _Bibl. Vet._, l. VIII, c. 3; Rodríguez de Castro,
    t. II, págs. 598 y 616. Entre los jurisconsultos: JUAN HISPANO,
    que honró en Bolonia el nombre de su patria; Fabricio, _Bibl.
    mediae et infimae latinitatis_, l. IV.

    =181.= _Año 1263._--DON LUCAS DE TÚY ó el TUDENSE nació en
    León á mediados del siglo XII, estuvo en Roma, Constantinopla,
    Chipre, Jerusalén y, vuelto á España, escribió, de orden de
    doña Berenguela, las _Crónicas_, en latín, acabadas en 1236;
    dos años antes había escrito _Contra los albigenses_; más
    tarde acabó la _Vida de San Isidoro_, comenzada en su mocedad.
    Muestra poco juicio crítico en sus _Crónicas_, y se le tiene
    por "fabuloso". Más bien es copilación de obras con añadiduras.
    Fueron romanzadas á fines del siglo XIII, ó poco después, con
    el título de _Corónica de Spaña por don Luchas de Tui_, con
    otros sucesos desde 1236 á 1252 añadidos. Imprimióse la obra
    latina en Francfort, 1608; de la castellana hay códice en la
    Academia de la Historia.

=182.= El _Fuero Viejo de Castilla_ ó _de los fijosdalgos_ formólo
en parte el conde don Sancho, probablemente en latín; fué añadido
en las Cortes de Nájera del 1128, donde probablemente se romanceó y
quedó aumentado y corregido en 1222 (era de 1250). Don Alfonso _el
Noble_ lo convirtió de particular en Código general. Derogólo Alfonso
X, sustituyéndole el _Fuero Real_; pero hubo de declararlo vigente
en 1272 por la sublevación de los nobles; reformólo don Pedro _el
Cruel_ en 1356. Galindo cree que su lenguaje es anterior al de las
_Partidas_, salvo pocas palabras. Discútese, sin embargo, actualmente,
la autenticidad del _Fuero Viejo_, que no parece haber sido la única
colección de antiguas _fazañas_ (sentencias memorables) formada en
Castilla.

La primera versión castellana, llamada _Fuero Juzgo_, de las leyes
visigodas, se hizo en virtud de lo dispuesto en el _Fuero_ particular
que en 4 de abril de 1241 dió el rey San Fernando á la ciudad de
Córdoba, después de haberla conquistado de los moros, en el cual dice
que le da por Fuero el libro de los jueces ó Código latino visigodo,
á cuyo fin manda que se traduzca en lengua vulgar y que le tenga
perpetuamente por fuero con el nombre de _Fuero de Córdoba_.

    =183.= El Códice del _Fuero Juzgo_ impreso por la Academia es
    el que, según la tradición de Murcia, regaló á aquella ciudad
    Alfonso X, aunque ello es dudoso (León Galindo, _Progreso_ y
    _vicisitudes del id. castell._, pág. 19); de todos modos no
    ofrece la forma primitiva de la traducción cuanto al castellano
    y á la ortografía, y aun tiene variantes en el texto respecto
    del latino. Además de este códice del siglo XIII, la Academia
    gozó otros siete del mismo siglo, de los cuales dió Galindo la
    prioridad, por el lenguaje más arcaico, al de _Campomanes_, y
    al de _Villadiego_ el segundo lugar, antes del de _Murcia_.
    El lenguaje del _Fuero Juzgo_ murciano tiene muchas voces
    puramente latinas, propias de la erudición de los traductores;
    algunas arábigas, _maravedí_ (de los Almoravides, siglo XI),
    _alcalde_ ó _alcall_ por juez, _fasta_, _mezquino_, _azote_;
    las formas leonesas son muchas y mezcladas con las castellanas
    y aun las gallegas, como el artículo _el_, _la_, _lo_ y _o_,
    _a_, _os_, _as_ y _llo_, _lla_, _llos_, _llas_; además,
    variantes dialectales castellanas como _sus_ y _sos_, _su_ y
    _so_, _to_ y _tu_, _suyo_ y _sua_, _suyos_ y _suas_ y _suyas_,
    _que_ y _qui_, _o_ y _u_ y _hu_ (ubi), _sin_ y _sen_ y _sien_;
    _mas_ y _mays_ y _mes_, _ni_ y _ne_ y _nin_ y _nen_, _si_ y
    _se_.

    Los códices y ediciones del _Fuero Juzgo_ véanse en el
    _Prólogo_ de la edición latino-castellana de la Academia
    Española, 1815.

    _Fuero Juzgo._ Ed. Academia Española, Madrid, 1815.
    Consúltense: R. de Ureña y Smenjaud, _La legislación
    gótico-hispana_, Madrid, 1905; R. de Ureña y Smenjaud,
    _Historia de la literatura jurídica española_, Madrid, 1906; M.
    Rodríguez y Rodríguez, _Fuero Juzgo, su lenguaje, gramática y
    vocabulario_, Santiago, 1905.

=184.= Con la subida al trono castellano de Alfonso _el Sabio_, el
año de 1252, puede decirse que pasó á los cristianos y al castellano
la sabiduría oriental y todo linaje de sabiduría. Probablemente se
deben á sus ruegos, deseos y trabajos, las primeras obras didácticas,
que se compusieron, según se cree, durante el reinado de San Fernando
(1230-1252), de autores y fechas no averiguadas todavía: Las _Flores
de Filosofía_, en que por estilo sentencioso, á la oriental, Séneca
y treinta y siete otros filósofos discurren sobre la moral. _El
libro de los buenos Proverbios_, traducción del libro arábigo de
Honein-ben-Ishāk Al-Ibâdi (809-875). _El libro de los doce sabios_ ó
_Libro de la Nobleza ó Lealtat_, que trata el gobierno y educación de
los príncipes. Algo más tardías y con mayor probabilidad aconsejadas
del Rey Sabio, son las dos obras _Poridad de las Poridades_, de fuente
arábiga, y el _Bonium_, así llamado del supuesto nombre de su autor,
fabuloso Rey de Persia, ó por otro título, _Bocados de Oro_, obra
sacada de la de Abul Uafá Mubashir-bin-Fatik (s. XII). _El Libro de
los doze Sabios_ créese haberse traducido en tiempo de San Fernando
(1217-1252), y tomó el nombre por los doce sabios que se juntaron para
averiguar "lo que todo príncipe et regidor de regno a de fazer en ssi
et de commo deve regir et castigar et mandar et conoscer a los de su
regno". El libro de _Poridat de las Poridades_ ó _Castigos de Aristotil
a Alexandre_, es traducción del _Secreta secretorum_. En él se halla
una de las cartas atribuidas á Alejandro y otra en el _Bonium_.

    =185.= En 1502 se publicó el _Tratado de la nobleza y lealtad,
    compuesto por doce sabios, por mandado del rey Don Fernando,
    que ganó á Sevilla_, Valladolid. En 1495 se publicaron los
    _Bocados de oro que compuso Bonium, rey de Persia_, Sevilla;
    Toledo, 1502; Valladolid, 1527.

    Las _Flores de Filosofía_ son de la misma época que el _Libro
    de los doce Sabios_, y están formadas de sentencias sacadas
    de los mismos originales que los _Buenos Proverbios_ y los
    _Bocados de oro_, y así muchas les son comunes. Steinschneider
    demostró que los _Buenos Proverbios_ fueron traducción de
    las _Sentencias morales de los Filósofos_, escritas por
    Honein-ben-Ishāk (809-875) y conservadas en la Biblioteca
    de El Escorial (núm. 756) y en la de Munich (núm. 651), y
    los _Bocados de oro_ del _Libro de las Sentencias_, escrito
    por Abul Uafá Mobeshir-bin-Fatik (siglos XI y XII), cuyo
    manuscrito está en la Biblioteca de Leyden (núm. 1.487), el
    cual se tradujo al latín, francés é inglés. En la _Historia del
    Cavallero Cifar_, fuera de algunos capítulos, están las _Flores
    de Filosofía_.

    =186.= _Flores de Filosofía._ Ed. Η. Knust, en _Dos obras
    didácticas y dos leyendas_ (Soc. de biblióf. españoles), 1878,
    págs. 11-83. _El libro de los Buenos Proverbios._ Ed. H. Knust,
    en _Mittheilungen aus dem Eskurial_ (Bibl. des litt. Vereins
    in Stuttgart, t. CXLI), Tübingen, 1879, págs. 1-65, 519-537.
    _Libro de los doze Sabios._ Ed. (con el título de _Libro de
    la nobleza y lealtad_) A. M. Burriel (quizá Miguel de Manuel
    Rodríguez), en _Memorias para la vida del santo rey Fernando
    III_, Madrid, 1800, págs. 188-206; fragmentos reimpresos en
    M. Lafuente, _Historia de España_, 1851, t. V, págs. 485-494.
    _Poridat de las Poridades_; H. Knust, _Jahrbuch für romanische
    und englische Literatur_, Leipzig, 1869, t. X, págs. 153-172 y
    303-317. _Bocados de oro._ Ed. H. Knust, en _Mittheilungen aus
    dem Eskurial_ (Bibl. des litt. Vereins in Stuttgart, t. CXLI),
    Tübingen, 1879, págs. 66-489, 538-601.

=187.= Alfonso X, antes de subir al trono, hizo traducir del árabe el
_Lapidario_, el año de 1241, y _Kalila et Digna_, el 1251, en lenguaje
suelto y bien dialogado; su importancia en nuestra literatura es
muy grande, por ser el primer libro de fábulas orientales traducido
en romance y dechado de los muchos posteriores que en España se
escribieron y la primera muestra de narración recreativa en nuestro
idioma.

    =188.= En el _Lapidario de Abolays_, traducido por Rabí
    Jehudah-Mosca-ha-Qaton, se cuentan y describen las virtudes de
    360 piedras. Ayudó en la traducción al Rabino el clérigo Garci
    Pérez.

    El libro de _Kalila et Digna_ se tradujo del árabe: "romançado
    por mandado del infante don Alfonso, fijo del muy noble rey
    don Fernando, en la era de mill e dozientos e noventa e nueve
    años". Pero debe haber error en esta fecha de uno de los
    códices escurialenses, pues el 1261 ó era de 1299 ya era rey,
    y no infante, don Alfonso. Que se tradujo inmediatamente del
    árabe lo probaron Gayangos (_Escritores en prosa anter. al
    siglo XV_) y Benfey (_Orient und Occident_, I, pág. 497).
    En árabe es uno de los textos más clásicos y elegantes de
    lenguaje y había sido á este idioma traducido en el siglo VIII
    por Abdalla-ben-Almokaffa con arreglo á una versión pehleví
    hoy perdida, y hecha por Barzuya de su original sánscrito.
    También ha desaparecido este original, aunque substancialmente
    el asunto se halla posteriormente en el _Pantchatantra_,
    de un budista del siglo III. Todas las versiones conocidas
    proceden de la arábiga, y la castellana fué tan famosa, que
    Raimundo de Béziers se sirvió de ella (1323) hasta donde el
    _mur_ cuenta su historia en el capítulo quinto. (Véase el año
    1493 de este nuestro libro). Del mismo texto arábigo salió la
    traducción hebraica del italiano Rabí Joel, de la cual procede
    la latina del judío converso Juan de Capua, con el título de
    _Directorium vitae humanae_, segunda mitad del siglo XIII, y
    de ésta las demás de Europa, menos la castellana. El texto
    arábigo publicólo Sacy, París, 1816, y después los PP. Jesuitas
    de Beirut. Bidpai, que es el Esopo oriental, pasa por autor de
    estas fábulas; pero ellas son mucho más antiguas, no sólo en la
    India, sino en todas las naciones indo-europeas, y así algunas
    recogió Grimm entre las germánicas.

    =189.= _Calila et Digna._ Ed. C. G. Allen, Mâcon, 1906;
    Bibl. de Aut. Esp., t. LI. Consúltense: H. D. L. Ward,
    _Catalogue of Romances in the Department of manuscripts in
    the British Museum_, London, 1893, t. II, págs. 149-181; I.
    G. N. Keith-Falconer, _Kalilah and Dimnah_ [trad. inglesa con
    prefacio y notas], Cambridge, 1885; _The earliest Englisch
    version of the Fables of Bidpai, "The Moral Philosophy of
    Doni"_, trad. Sir T. North, ed. J. Jacobs, London, 1888; L.
    Hervieux, _Les fabulistes latins dépuis le siècle d'Auguste_,
    París, 1899, t. V; G. Paris, _Histoire littéraire de la
    France_, t. XXXVIII (1906), págs. 191-253.

=190.= Dos años después del _Kalila et Digna_, esto es, en 1253,
tradujo el infante don Fadrique, hermano de Alfonso X, el famoso libro
arábigo _Sendebar_, de origen indiano, poniéndole por título _Libro de
los engannos e los asayamientos de las mugeres_, escrito en lenguaje
elegante y grave.

    =191.= Se han perdido el primitivo texto sánscrito del
    _Sendebar_, el persa, en que éste se debió de traducir, y el
    arábigo, sacado del persa, y del cual salió el castellano.
    El arábigo citólo Masghudi en el siglo X, al hablar del
    filósofo indio llamado _Sendebad_. Del árabe se tradujo
    al siríaco, de éste al griego (siglo XI) con el título de
    _Syntipas_. Tradújose en el siglo XIII al hebreo. Otras formas
    del mismo libro son el _Sindibad-Nameh_, del persa (1375),
    el _Baktiar-Nameh ó Historia de los diez visires_, que pasó
    á las _Mil y una noches_. De la versión hebraica salió el
    _Dolophatos_ ó _Historia septem sapientium Romae_, imitación
    hecha por el monje Juan de Alta Silva en el siglo XIII (ed.
    Hermann Oesterley, Strasburgo, 1873). En el _Dolophatos_, del
    trovero Herbers (ed. Gastón, París, 1876) y en el _Erasto_
    italiano se suprimieron trozos é intercalaron otros. Otras
    versiones españolas son la catalana, publicada por Mussafia
    (Viena, 1878); la castellana de Diego de Cañizares, á mediados
    del siglo XV (edic. _Oposc. liter. de los siglos XIV á XVI_,
    Socied. Biblióf. esp.); otra de hacia 1530, que se imprime con
    el nombre de Marcos Pérez (_Libro de los siete sabios de Roma_,
    Burgos, 1530; Sevilla, 1538; Barcelona, 1583, 1593, 1621), y la
    _Historia del Príncipe Erasto, hijo del Emperador Diocleciano_,
    traducción del texto italiano por Pedro Hurtado de la Vera,
    Anvers, 1573.

_Libro de los engaños e los asayamientos de las mugeres._ Ed. y
estudio de A. Bonilla y San Martín, _Bibliotheca hispanica_, t. XIV;
ed. D. Comparetti, en _Ricerche in torno al libro di Sindibâd_, Milano,
1869; ed. D. Comparetti, _Researches respecting the book of Sindibâd_,
London, 1882 (Publications of the Folk-Lore Society, t. IX).


   [Ilustración: ALFONSO X. (Ms. de la _Crónica general_ de la época.
                          Biblioteca Real).]


    =192.= De 1524, en que Colón la compró en Medina, es la primera
    edición conocida de la _Historia de la doncella Teodor_, que
    pasó á las _Mil y una noches_ y mucho antes debió verterse
    del árabe al castellano. Atribúyenla algunas ediciones á un
    _Mosen Alfonso Aragonés_; pero no fué seguramente Pero Alfonso
    el de la _Disciplina Clericalis_. El texto, publicado por
    Knust (Tübingen, 1879, Socied. Liter. de Stuttgart), según dos
    códices de El Escorial, parece del siglo XIV ó anterior. Salvá
    cita dos ediciones, una de 1535 y otra que supone de 1520.
    Colón tenía la dicha de 1524 y otra sin fecha. Conocidas son
    las de Zaragoza, 1540; Toledo, 1543; Segovia y Sevilla, sin
    fecha; Alcalá, 1607; Sevilla, 1642; Valencia, 1676; Madrid,
    1726; Lisboa, 1735.

    Otro libro antiguo es el _Capítulo de las cosas que escribió
    por respuestas el filósofo Segundo á las cosas que le preguntó
    el emperador Adriano_, editado por Knust, y cuyo asunto
    se halla en la _Crónica de Alfonso X_ y en el _Speculum
    historiale_, de Vicente de Beauvais.

=193.= ALFONSO X "EL SABIO", rey de Castilla y de León (1221-1284),
nació en Burgos, fué hijo de Fernando III _el Santo_ y de doña Beatriz
de Suabia; peleó de mozo con los moros, tomando á Cartagena y Lorca, y
casó con doña Violante de Aragón (1248), hija de don Jaime I y de doña
Violante de Hungría; residió mucho en Toledo, donde juntó los mayores
sabios para componer, entre otras obras, las _Tablas Alfonsíes_, y fué
proclamado Rey dos días después de la muerte de su padre (1252). Luego
repudió por estéril á su esposa y envió por Cristina, hija del rey de
Dinamarca; pero habiendo dado á luz su esposa á la princesa Berenguela,
casó á Cristina con el infante don Felipe, electo arzobispo de
Sevilla. Falto de recursos, alteró el valor de la moneda, acuñando los
_burgaleses_ en vez de los _pepiones_, que eran de mayor ley. Señoreó
á Jerez y Arcos de la Frontera, Medina Sidonia y Lebrija. Nacióle el
primogénito, el infante don Fernando de la Cerda, en 1256; volvió en
1261 á guerrear con los moros de Murcia y los venció en Alcalá la Real.
En 1262 la flota castellana tomó á Cádiz. Muerto Guillermo de Holanda y
vacando el trono de Alemania, presentóse como pretendiente, apoyándole
cuatro electores y oponiéndosele los Papas durante diez años; pero las
luchas civiles le impidieron lograrlo por las armas. Confederados los
descontentos nobles con el Rey de Granada, que había hecho treguas,
consiguieron de Alfonso X cuanto le pidieron (1274), y mientras fué á
vistas á Beaucarie con Gregorio X, el nuevo Rey de Granada, apoyado de
los benimerines, entróse por tierras de Córdoba y derrotó al Gobernador
interino don Fernando de la Cerda, que murió luego en Ciudad Real,
encargándose de la regencia el infante don Sancho, cuyo ejército fué
también derrotado en 1275, pereciendo don Sancho, arzobispo de Toledo.
Vuelto Alfonso á España, firmó treguas con los moros y convocó Cortes
en Segovia, donde declararon á don Sancho, su hijo segundo, heredero
del reino, en daño de los hijos del difunto don Fernando de la Cerda,
lo cual llevando á mal doña Violante y temiendo por la vida de sus
nietos, se los llevó á Aragón, acción que el Rey calificó de crimen de
lesa majestad, mandando á don Sancho matar á los cómplices de la Reina,
y por ello fué muerto el infante don Fadrique en Treviño, lo que motivó
la intervención de Felipe III, de Francia, á ruegos de su hermana la
princesa doña Blanca, viuda de don Fernando de la Cerda, y pidió al Rey
cediese al primogénito de los infantes de la Cerda el reino de Jaén,
como vasallo de Castilla, á lo que no se avino don Sancho.

En las Cortes de Sevilla de 1271 tornó á aumentar el valor de la
moneda para poder guerrear con el de Granada, lo que le malquistó con
el pueblo, mientras que don Sancho iba apoderándose del gobierno y el
francés proseguía apoyando á los de la Cerda. Juntadas Cortes, se opuso
don Sancho á lo del reino de Jaén en forma desabrida, por lo cual su
padre le amenazó con desheredarle, respondiéndole el hijo: "Tiempo
vendrá en que esta palabra la non quisierades haber dicho". Alzóse,
en efecto, con algunas ciudades contra su padre, apoyado de Aragón y
Portugal (1282) y convocando Cortes en Valladolid, con asistencia de
doña Violante, la nobleza y procuradores de las ciudades, despojaron
á don Alfonso del título de Rey, dándoselo á don Sancho, bien que no
lo quiso aceptar. Quedó el Rey solamente con Sevilla, que le fué fiel,
como lo dice la empresa de su blasón: "No m'a dejado". Martín IV mandó
se volviese á su obediencia so pena de excomunión, y Alfonso envió su
corona al rey Jacub de Marruecos, el cual le envió 60.000 doblas de oro
y vino con un ejército, juntándosele en Zahara. Evitóse la guerra civil
por negarse don Sancho á ir contra su padre (1283); pero fué proclamado
Rey el año siguiente, en el cual murió don Alfonso.

Condescendencias con un hijo ambicioso y pequeños yerros, cometidos
con sana intención, le llevaron á todos estos desastres, añadiéndose,
sin duda, su amor á las ciencias y letras, que no suele compaginarse
con el cuidado que pide el gobierno, lo cual Mariana cifró en este
juicio que de él hizo: "Dumque coelum considerat observatque astra,
terram amisit". Si algo erró como rey, la cultura española le debió
harto más, acaso más que á ningún otro hombre de nuestra nación. Él fué
nuestro primer y más grande legislador, el primero en fecha y uno de
los mayores prosistas españoles, el fundador de la prosa castellana,
el mejor historiador y el mejor lírico de su época, y sobre todo, el
que trajo al castellano la ciencia y la cultura arábigo-judía española
y oriental y dió empuje y aun hizo nacer toda la cultura española. Por
eso se le han atribuido cuantas obras corrían anónimas, lo cual implica
el juicio que de él formó España entera no menos que coronándole con el
calificativo de _El Rey Sabio_.

La literatura castellana, sobre todo, le es deudora de haberse
comenzado con él á escribir las leyes y documentos oficiales en
romance, haciéndolo él por tan elegante y natural manera, que muchos
años y aun siglos habían de pasar hasta que hubiese quien le igualase.
Bárbara era y siguió siendo la prosa de los demás romances, cuando
Alfonso X levantó tan alto la prosa de la lengua castellana.

La obra de Alfonso X no acaba en lo que él escribió y en lo que otros
por orden suya escribieron. Su ejemplo parece bandera enhiesta en lo
alto del trono castellano, que no dejan de mirar y seguir los reyes
y cortesanos que tras él vinieron. Sin su ejemplo probablemente no
se hubiera dado á las letras su sobrino don Juan Manuel, que en su
tío se miraba, como se ve por el prólogo al _Conde Lucanor_, ni su
hijo Sancho IV, ni Alfonso XI, ni don Juan II, con toda su corte,
hubieran favorecido las letras y dádose á ellas, brillando conforme á
su talento, ni el Canciller ni Santillana y todos los demás magnates
de aquella semibárbara edad hubieran manejado la pluma á par de la
espada, si el Rey Sabio no hubiese ensalzado y entronizado las letras
castellanas.

    =194.= Don Juan Manuel, prólogo á su _Libro de la Caza_:
    "Entre muchos cumplimientos et buenas cosas que Dios puso en
    el rey Don Alfonso, fijo del sancto et bien aventurado rey Don
    Fernando, puso en él su talante de acrescentar el saber cuanto
    pudo, et fizo por ello mucho: así que non se falla que del rey
    Tolomeo acá ningún rey nin otro honme tanto ficiese por ello
    commo él. Et tanto cobdició que los de los sus regnos fuesen
    muy sabidores, que fizo trasladar en este lenguaje de Castilla
    todas las sciencias, también de teología, commo la lógica et
    todas las siete artes liberales, commo toda la arte que dicen
    mecánica. Otrosí, fizo trasladar toda la secta de los moros,
    porque paresciese por ella los errores en que Mahomad, el su
    falso Profeta, les puso, et en que ellos están hoy en día.
    Otrosí, fizo trasladar toda la ley de los judíos, et aun el su
    Talmud, et otra sciencia que han los judíos muy escondida á que
    llaman cábala. Et esto fizo porque paresce manifiestamente por
    la su ley, que toda fué figura desta ley, que los cristianos
    habemos, et que también ellos commo los moros están en grant
    error et en estado de perder las almas. Otrosí, romanzó todos
    los derechos eclisiásticos et seglares que vos diré: non
    podría decir ningún homme cuánto bien este noble rey fizo,
    sennaladamente en acrescentar et alumbrar el saber... mandó
    facer muchos libros buenos en que puso muy complidamente toda
    la arte de la caza, también del cazar commo del venar commo del
    pescar. Et puso muy complidamente la teórica et la práctica
    commo conviene á esta arte. Et tan complidamente lo fizo, que
    bien cuidan que non podría otro emendar nin enadir ninguna cosa
    más de lo que él fizo, nin aun facer tanto nin tan bien commo
    él".

    B. Calvo: "En quer cab sai chanz e solatz | pos los manté lo
    Reis N'Anfos, | mas si per lui tot sol no los | jals agron del
    tot oblidatz". En su corte, de las más brillantes de la Edad
    Media, hallaban regalo los trovadores provenzales y franceses
    Bertrán de Lamanon, Bonifacio Calvo, Aymeric de Belenoi,
    Giraud Riquier, Foulgues de Lunel, Arnaud Plaques, Bertrán
    Carbonel, N'At de Mons y otros muchos. Milá y Fontanals, _De
    los trovadores en España_, Barcelona, 1889, 2.ª ed.; P. Meyer,
    _Encyclop. Britann._, XIX, 867; C. Michaëlis de Vasconcellos,
    _Canc. de Ajuda_, t. II, c. VII.

=195.= La _Estoria d'Espanna ó Crónica general_ fué compuesta de
1260 á 1268 por orden y traza de Alfonso y continuada en tiempo de
Sancho _el Bravo_. Salvo la diferencia entre prosa y verso, diríase
ser uno mismo el autor de ella y el de _Mio Cid_: la misma sencilla
naturalidad, la misma verdad histórica, sin pizca de idealización, la
misma desnudez de adornos, la misma reciura de pensar y de describir,
de suerte que los hechos pónense de relieve por sí mismos, sin que la
fantasía parezca tener parte. Lo tocante al Cid es realmente el propio
poema puesto en prosa. La _Grande et general Estoria_, comenzada en
1270, tomaba por fundamento la Escritura y abrazaba la historia del
mundo desde la creación hasta los Apóstoles, pero quedó sin acabar.

    =196.= Según la tradición, colaboraron en la _Crónica general_
    Egidio ó Juan Gil de Zamora, franciscano y maestro de Sancho
    IV; Jofre de Loaysa, Martín de Córdoba, Garci Fernández de
    Toledo y Suero Pérez, obispo de Toledo. Alfonso X diseñó la
    traza y debió de enmendar, como solía, el lenguaje; pero la
    variedad de estilos muestra que fué obra de más de uno. Hay
    fábulas y anacronismos, como la venida de Mahoma á Córdoba, y
    se citan fuentes arábigas de lo que del Cid se cuenta, como
    en el c. 911: "Et diz Abenalfarax en su arauigo, onde esta
    estoria fué sacada". El prólogo es traducción de la _Crónica_
    de Jiménez de Rada, el cual, juntamente con Lucas de Túy, fué
    uno de los autores más consultados, y no menos los _cantares de
    gesta_, populares sin duda por aquel tiempo, de los cuales se
    hallan desleídos en prosa muchos trozos y hasta versos enteros,
    trasparentándose el asonante.

    El texto de la _Crónica general_ fué publicado por Florián
    de Ocampo, Zamora, 1541, y después varias otras veces;
    pero Menéndez Pidal lo ha devuelto á su primera extensión,
    Madrid, 1906, Nueva Bibl. de Autor. Españoles, t. V. Según
    sus investigaciones, el primer manuscrito derivado del texto
    original fué la _Crónica abreviada_, compuesta (1320-1324)
    por don Juan Manuel, sobrino de Alfonso X; el segundo es una
    refundición que encierra una versión de la crónica de Abubekr
    Ahmed-ben-Mohammed-ben-Musa (Al-Rasi), y que se acabó el 21
    de enero de 1344, de donde el práctico rótulo de _Crónica de
    1344_; después hubo otra refundición, que se ha perdido, pero
    que está representada por la _Crónica de veinte Reyes_, la
    _Crónica de los Reyes de Castilla_ y la impresa por Ocampo, que
    se llama _Tercera crónica general_.

=197.= Las _Siete Partidas_, en las que trabajaron Fernando Martínez,
Roldán, Jacobo _El de las Leyes_, es la obra de mayor importancia de
Alfonso X, documento preciosísimo histórico, social, lingüístico,
literario y, sobre todo, legal.

El _Libro de las Tablas Alphonsies_ se acabó en 1252 y
en ellas trabajaron Jehudah-bar-Moseh-ben-Mosca, y Rabí
Zag-ben-Zaqut-Metolitolah ó el Toledano. Los catorce _Libros del Saber
de Astronomía_ fueron mandados traducir ó compilar por Alfonso X, el
cual cuidó del lenguaje, pues como dice en el prefacio del _Libro de
la Esfera_ (1259): "tollió las razones que eran sobejanas e dobladas e
que non eran en castellano derecho, e puso las otras que entendió que
complian, e cuanto al lenguaje enderezóle él por sí".

Otras obras de Alfonso X son el libro de _Açedrez_ ó ajedrez, el
de las _Tablas e los Dados_, y el de _Montería_ ó _Tratado de la
Venación_, que cita don Juan Manuel, y no se ha hallado hasta hoy;
el _Septenario_ ó tratado de las siete artes liberales (trivium y
quadrivium), enciclopedia de la ciencia de entonces, como el _Tresor_,
de Brunetto Latini, que habrá de verterse poco después.

En 1255 promulgó Alfonso X el _Fuero Real_. Añadió las _Leyes de
los Adelantados mayores_, que faltaban en el _Fuero Real_ y el
_Ordenamiento de las Tafurerías_ en 1276.

Paul Groussac ha puesto en duda la atribución de las _Cantigas_ á
Alfonso X, pero aunque algunas ó muchas de ellas sean de otros autores,
todavía no se han traído pruebas ciertas contra su autenticidad.

    =198.= La edición de la Academia de las _Partidas_ es según el
    texto más lato, puesto "en otro lenguaje algo distinto del que
    se usaba un siglo antes", como todos convienen, por Alfonso
    XI, en 1348. El texto más concreto, y es el de don Alfonso X,
    se halla en los códices de la Biblioteca Real 2.º y 3.º, y en
    los escurialenses 1.º, 2.º y 4.º, y en el 1.º toledano, el
    cual, según el P. Burriel, y según su letra de albalaes, parece
    escrito en tiempo del mismo rey Alfonso X. El escurialense 4.º
    está en lemosín, traducido, según se cree, para el uso de los
    Reyes de Aragón y aun se sospecha que para don Pedro IV, que
    comenzó á reinar en 1336: este texto del códice lemosín debió,
    por consiguiente, ser el oficial.

    =199.= Los _Libros del saber de Astronomía_ son: 1.º. _Libro
    de la octava sphera et de sus XLVIII figuras_, traducido
    del arábigo por Jehudah-ha-Cohen y el clérigo Guillén, hijo
    de Remon d'Aspa. 2.º. _Libro de la sphera redonda_. 3.º.
    _Libro del Alcora ó de la Sphera_, escrito en árabe por
    Costa-ben-Luca, y vertido al castellano por los mismos antes
    citados, el primero de los cuales añadió un capítulo "sobre el
    modo de fazer las armiellas et para saber el atacyr et egualar
    las casas". 4.º. _Libro del Astrolabio redondo_ y _Libro del
    Astrolabio llano_, originales de Rabí Zag de Toledo. 5.º.
    _Libro de la Azafea de Azarquel_, traducido por Maese Fernández
    de Toledo y segunda vez por Bernaldo el Arábigo "et don
    Abrahan, su alfaquí". 6.º. _Lámina universal de Ali-ben-Halaf_,
    descrita por Rabí Zag. 7.º. _Libro de las Armiellas_, del
    mismo. 8.º. _Libro del Quadrante_. 9.º. _Libro de la Piedra de
    la Sombra_. 10.º. _Libro del Relogio del agua_. 11.º. _Libro
    del Argent vivo_. 12.º. _Libro del palacio de las horas_. 13.º.
    _Libro del Atacyr_, todos ellos de Rabí Zag, y, por último,
    el 14.º. _Libro del Relogio de la Candela_, original de Rabí
    Samuel-ha-Leví. Edic. Rico y Sinobas, Madrid, 1863-1867.

    Á su iniciativa se deben, además: la traducción de los
    _Cánones de Albategui_, con algunas tablas de Azarquel, hecha
    por Rabí Zag, que le añadió algunas pruebas de Geometría
    y Astrología; el _Libro complido de los juicios de las
    estrellas_, de Ali-Aben-Ragel, vertido por Moseh-ha-Cohen, y
    el _Libro de las Tres Cruces_, traducido por el mismo y por
    Johan d'Aspa. Estos dos últimos pertenecen á la Astrología
    judiciaria, así como el de las _Formas e imagines de los
    cielos_, apócrifo, según algunos. Atribuyéronle falsamente
    dos tratados de Alquimia: el _Libro del Tesoro_ y la _Clavis
    Sapientiae_. Ya vimos cómo antes había mandado traducir el
    _Lapidario_.

    =200.= El _Fuero Real_ de Alfonso X imprimióse en los siglos
    XV y XVI; en este último primero en Zaragoza, 1501, con el
    comentario del doctor Alfonso Díaz de Montalvo, insigne
    jurisconsulto de Cuenca (Fermín Caballero, _Elogio del Dr. Alf.
    D. de Montalvo_, Madrid, 1870; íd., _Conquenses ilustres. III.
    Dr. Montalvo_, Madrid, 1873).

    Consérvase el texto castellano de las Cortes de Valladolid,
    1258, y de Zamora, 1274, celebradas por Alfonso X.

    =201.= _Las Siete Partidas_, ed. R. Academia de la Historia,
    Madrid, 1807, 3 vols.; _Opúsculos legales_, ed. R. Academia
    de la Historia, Madrid, 1836, 2 vols.; _Libros del saber de
    Astronomía_, ed. M. Rico y Sinobas, Madrid, 1863-1867, 5
    vols.; _Lapidario_, ed. J. Fernández Montaña, Madrid, 1881;
    _Cantigas de Santa María_, ed. R. Academia Española [prefacio
    del marqués de Valmar], Madrid, 1889, 2 vols. Consúltense: F.
    Martínez Marina, _Ensayo histórico-crítico sobre la legislación
    y principales cuerpos legales de los reinos de León y Castilla,
    especialmente sobre el código de las Siete Partidas_, etc.,
    Madrid, 1834; F. Hanssen, _Estudios ortográficos sobre la
    Astronomía del rey Don Alfonso_, en _Anales de la Universidad
    de Chile_ (1895), t. ΧCΙ, págs. 281-312; O. J. Tallgren,
    _Observations sur les manuscrits de l'Astronomie d'Alphonse X_,
    etc., en _Neuphilologische Mitteilungen_ (1908), págs. 110-114;
    M. Barrington, _The Lapidario_, etc., en _The Connoisseur_
    (London, 1906), t. XIV, págs. 31-36; C. de Lollis, _Cantigas
    de amor e de maldizer di Alfonso el Sabio_, en _Studj di
    filologia romanza_ (1887), págs. 31-66; señora C. Michaëlis
    de Vasconcellos, _Grundriss der romanischen Philologie_, t.
    II, 2. Abteilung, págs. 178-186; H. Collet y L. Villalba,
    _Contribution à l'étude des "Cantigas" d'Alphonse le Savant_,
    en _Bulletin hispanique_ (1911), t. XIII, págs. 270-290; F.
    Hanssen, _Los versos de las Cantigas de Santa María_, etc., en
    _Anales de la Universidad de Chile_ (1901), t. CVIII, 337-373,
    501-546; E. Cotarelo y Mori, _Estudios de historia literaria_,
    Madrid, 1901, págs. 1-31; G. Daumet, _Les testaments d'Alphonse
    X le Savant, roi de Castille_, en _Bibliothèque de l'École des
    Chartes_ (1906), t. LXVIII, págs. 70-99; Antonio Ballesteros,
    _Sevilla en el siglo XIII_ (1913), _Libro de las Querellas._
    Consúltese: E. Cotarelo y Mori, _El supuesto libro de "Las
    Querellas" del rey don Alfonso el Sabio_, en _Estudios de
    historia literaria_, Madrid, 1901, págs. 1-41. [Cf. la crítica
    de este ensayo, por A. Morel-Fatio en _Romania_ (1898), t.
    XXVII, pág. 525.]

=202.= La poesía lírica provenzal llegó á las Cortes castellanas de
Alfonso IX (1188-1229) y Alfonso X (1252-1284), donde los trovadores
hallaron buen acogimiento, cuando ya no había Cortes en Tolosa. Pero
sobre todo vino más tarde de Portugal, donde había hallado segunda
patria en la corte de don Dionis, que comenzó á reinar el año de 1279.
Juntamente con la lírica provenzal vino de Portugal y Galicia la
poesía galaico-portuguesa, de origen popular gallego. La provenzal se
escribía en versos largos de diez sílabas ó _Arte mayor_ y el asunto
era el amor, tratado de una manera casuística y sutilmente sentimental;
la galaico-portuguesa propia en versos cortos, redondillas ó _Arte
menor_, el asunto era casi el mismo, pero tratado con más sinceridad y
frescura en las llamadas _canciones de amigo, de ledino, serranillas y
villancicos_. El dialecto en que se escribieron en España tales poesías
era el mismo galaico-portugués, que entonces no se diferenciaba el
portugués del gallego. En este dialecto escribieron, no sólo el Rey de
Portugal don Dionis y los Príncipes y señores de aquel reino, como sus
bastardos el Conde de Barcellos y Alfonso Sánchez, sino grandes reyes
de Castilla como Alfonso X y Alfonso XI, abades de Valladolid como
don Gómez García, burgueses de Santiago como Juan Ayras, juglares de
Sarria, de Cangas y de Lugo, mezclados con otros de León, de Burgos, de
Talavera y hasta de Sevilla, como el llamado Pedro Amigo, uno de los
poetas más fecundos y notables del _Cancionero de la Vaticana_, como
dice Menéndez y Pelayo (_Antol. poet. lír. cast._, t. 3, p. IX). Pero
esta lírica fué puramente erudita y de la corte castellana y no llegó
al pueblo.

    =203.= La lírica provenzal floreció todo el tiempo de las
    Cruzadas: comenzó con la primera (1095) y en la última (1268)
    llegó á su mayor perfección. Pasó á Portugal derechamente desde
    Provenza con el rey Dom Diniz, hijo de Alfonso III y nieto de
    Alfonso X, educado por un maestro provenzal, Aimeric d'Ebrard,
    de Cahors. Cabalmente cuando decaía la lírica provenzal, entre
    1250 y 1290, llegaba á colmo la lírica portuguesa. Cuantos
    estaban al servicio de Dom Diniz eran trovadores: Joâo Velho,
    Martín Peres, Dom Joâo de Alboim. Por su casamiento, entró Dom
    Diniz en relaciones con el Conde de Provenza, tío de su mujer,
    y desde que comenzó á reinar (1279) fué su corte centro de los
    trovadores de León, Castilla y Aragón. Consérvanse de aquel rey
    138 canciones, pero al punto se ve la diferencia que las divide
    en dos clases. Las unas son de corte provenzal, de sentimental
    casuística amorosa y en endecasílabos lemosinos; las otras son
    las que él llama _Cantares de amigo_ ó serranillas populares.
    Las primeras responden á la lírica provenzal; las segundas, á
    la lírica nacional, llamada gallega, porque no se diferenciaba
    entonces el portugués del gallego, y porque el pueblo gallego
    cantaba esta clase de poesías líricas, de metros cortos y aires
    de serranillas, villancicos, alboradas, baladas, etc. Hay que
    distinguir, pues, tanto en Portugal como en Castilla, estas dos
    escuelas: la lemosina ó provenzal y la gallega. De la lemosina
    dice Santillana en su _Carta al Condestable de Portugal_: "Los
    catalanes, valençianos é aun algunos del reyno de Aragon fueron
    é son grandes offiçiales desta arte. Escrivieron primeramente
    en trovas rimadas, que son pies ó bordones largos de sillabas,
    é algunos consonaron é otros no. Despues desto usaron el deçir
    en coplas de diez sillabas á la manera de los lemosis". Por eso
    se le llamaba _Arte mayor_, en contraposición á las redondillas
    ó _Arte menor_. Pues bien, esta poesía lírica provenzal y el
    arte mayor dice luego que pasó á Portugal y Galicia: "E despues
    fallaron esta arte que mayor se llama é el arte común, creo,
    en los reynos de Gallicia é Portugal, donde non es de dubdar
    que el exercicio destas sciencias más que en ningunas otras
    regiones é provincias de España se acostumbró; en tanto grado,
    que non ha mucho tiempo qualesquier decidores é trovadores
    destas partes, agora fuesen castellanos, andaluces ó de la
    Extremadura, todas sus obras componian en lengua gallega ó
    portuguesa. Ε aun destos es cierto rescevimos los nombres del
    arte, asy como _maestría mayor é menor, encadenados, lexapren
    é mansobre..._ Acuérdome... seyendo en edat non provecta,
    mas assaz pequeño mozo, en poder de mi abuela Doña Mencia de
    Cisneros, entre otros libros haber visto un grand volumen de
    cantigas, serranas é dicires portugueses é gallegos, de los
    cuales la mayor parte eran del rey Don Dionis de Portugal...
    cuyas obras aquellos que las leian, loaban de invenciones
    sotiles é de graciosas é dulces palabras".

    El rey Dom Diniz alardea de este arte lemosín:

      "Quer'en en maneyra de Provençal
    fazer agora um cantar d'amor".

    (_Canc. Vatic._, núm. 123).

    Instituyó _Côrtes de Amor_ (_Canc. Vatic., núm. 597_). De esto
    ha tratado eruditamente Teófilo Braga en varias de sus obras
    (_Curso de Historia de literatura portuguesa_, _Cancionero del
    Vaticano_, por él editado con eruditísimo estudio, etc., etc.).
    El portugués y el gallego eran entonces una misma lengua, que,
    después, sobre todo desde el siglo XV, fueron diferenciándose
    más y más. El _Cancionero de Ajuda_ tiene las canciones más
    antiguas y son de tono provenzal, hechas por eruditos. Cansados
    los poetas cortesanos portugueses de la afectación y artificio
    casuístico provenzal, pronto se volvieron á las _serranillas_
    y _cantares de amigo_, esto es, á la poesía popular del pueblo
    gallego y portugués, que era todo uno. Vese bien por el
    _Cancionero de la Vaticana_. Por ejemplo, en el número 1043:
    "Diz una cantiga de vilaão:

      "O'pee d'uma torre
    bayla, corp'e giolo,
    vedel-o cos, ay cavaleyro".


    En el número 1062 se dice al fin: "Esta cantiga fuy seguida por
    uma baylada, que diz:

      "Vos avedel-os olhos verdes,
    matar-m'edes com eles...".

    En las redondillas de Camões se halla una alusión á este añejo
    mote: "Senâo que tendes os olhos verdes". La serenata de
    Berceo (Duelo) parécese á la _Alvorada_, de Pombal:

      "Velat, aliama de los Judios,
         Eya, velar!
    Que furtan el Fijo de Dios!
         Eya, velar!".

      "Vindas sāo as alvoras,
         Eh, levad' á alva!
    Que sāo da Virgen sagrada;
         Eh, levad' á alva!".

    Dom Diniz remedó estos aires populares en los _Cantares de
    amigo_, los mejores de la poesía portuguesa. Hoy sobrevive la
    _serranilha_, después de sepultar la poesía erudita provenzal
    y la italiana petrarquesca en Portugal. El Conde de Barcellos,
    hijo natural de Dom Diniz, dejó en testamento, hecho el año
    1350, su _Livro das Cantigas_ á Alfonso XI de Castilla, y
    así pudo salir de Portugal aquel _Cancionero_, del cual nos
    da noticias el Marqués de Santillana á mediados del siglo
    XV; mientras que el _Cancionero de Dom Diniz_ quedaba en la
    librería del rey Dom Duarte. El _Cancionero_ que vió el de
    Santillana en Castilla aparece en Roma desde el siglo XVI: tal
    es el _Cancionero portugués de la Vaticana_, que ha publicado
    Theophilo Braga, Lisboa, 1878.

    De la poesía provenzal fueron protectores Alfonso IX
    (1188-1229) y, sobre todo, Alfonso X (1252-1284), que dió asilo
    á los trovadores que vinieron de Provenza, cuando ya no hubo
    Cortes en Tolosa, y no menos á los trovadores portugueses, como
    Pero Gomes Barroso, Payo Gomes Charrinho, que fué almirante
    de Castilla. (Véase Díez, _Les Troubadours_, pág. 61). Giraud
    Riquier de Narbona le dirigió, en 1275, una poesía acerca
    del título de juglar y de trovador. Hay en la _Vaticana_ una
    composición de Alfonso XI:

    "En un tiempo cogí flores del muy nobre paraíso".

    Las obras poéticas de don Juan Manuel se han perdido, y sin
    duda cultivó la poesía galaico-portuguesa, según son los metros
    que usa en el _Conde Lucanor_. La poesía provenzal entró en
    Castilla por Galicia y Portugal. Desde 1214 tuvo Castilla
    relaciones directas con los trovadores. Aimeric de Bellinoi
    estuvo en la corte de Alfonso IX; Martaquagent y Folquet de
    Lunel celebraron la elección de Alfonso X como Emperador;
    Raymundo de Tours le dirigió versos, y Bertrand de Carbonel
    le dedicó sus composiciones (Ticknor, pág. 47). Pero la
    imitación provenzalesca sólo fué en Castilla palaciega moda,
    que no llegó al pueblo, el cual tenía su poesía épica, sus
    romances, que cantaban los juglares y á veces se trasminaban
    á la literatura erudita, al _Mio Cid_, al poema de _Fernán
    González_, á las _Crónicas_. Por ese carácter palaciego se
    escribía la poesía provenzalesca en gallego ó portugués y
    nunca en castellano, hasta que la puso en olvido la imitación
    latina de Dante y Petrarca. En Portugal, donde la vida nacional
    no tenía tanto arraigo, la poesía de los trovadores, primero
    sola, luego mezclada con la popular gallega, conservóse hasta
    el siglo XVI, como se ve en los _Cancioneros_. El _Cancionero
    Colocci-Brancuti_ abraza los dos géneros: el provenzal de
    los eruditos y el popular, también compuesto por los poetas
    eruditos, pero de origen é imitación juglaresca. Esta segunda
    vena lírica es la verdaderamente nacional y de ella no hay
    rastro en el _Cancionero de Ajuda_, que es de composiciones
    más antiguas y puramente erudito-provenzales. Las _Canciones
    de amigo_ se dijeron por repetirse esta palabra con el sentido
    de amante, así como las de _ledino_, que parece un diminutivo
    de _ledo_, alegre. _Balada_ era especie de danza y su canción,
    de _balar_ ó _bailar_, así en gallego, provenzal é italiano.
    Dista tanto esta poesía lírica popular del _Cancionero de
    la Vaticana_ de la erudita que encierran los _Cancioneros_
    ordinarios, como la épica castellana erudita del _mester de
    clerezia_ dista del _Romancero_ y del _Mio Cid_. En las 66
    composiciones á la provenzal y las 53 _cantigas de amigo_ de
    Dom Diniz puede verse bien esta diferencia. Las _serranas_,
    _vaqueras_ ó pastorelas, las _villanescas_ ó _vilanas_,
    ellas mismas están diciendo ser populares. Satíricas son las
    _Cantigas de maldecir y de escarnio_, las de _joguete certeyro_
    y las de _risaelha_ (del reir), como las _obras de burlas_
    castellanas y los _cantares cazurros_, de los que el Arcipreste
    nos ha conservado un ejemplo.

    ¿Es cierto lo que M. Pelayo afirma (_Antol. poet. lír.
    cast._, t. III, pág. IX), que "la primitiva poesía lírica
    de Castilla se escribió en gallego antes de escribirse en
    castellano y coexistió por siglo y medio con el empleo del
    castellano en la poesía épica y en todas las manifestaciones
    de la prosa"? Cierto es que la hubo y se escribió; pero esta
    lírica galaico-portuguesa, naturalizada entre algunos eruditos
    castellanos, ni fué "la primitiva poesía lírica de Castilla"
    ni mucho menos, como luego añade, parece cierto que "este
    galleguismo no era meramente erudito, sino que trascendía á los
    cantares del vulgo. El mismo pueblo castellano, que entonaba en
    la lengua de Burgos sus gestas heroicas, se valía del gallego
    para las cantigas de _escarnio_ y de _maldecir_, como lo
    prueban aquellos curiosísimos versos

                   "Rey velho que Deus confonda...".

    con que los vasallos de Alfonso _el Sabio_ increpaban al
    gran rey de Aragón don Jaime I, según nos refiere don Juan
    Manuel en su _Conde Lucanor_". Tenemos aquí la eterna cuestión
    de confundir el habla con la escritura. En primer lugar, en
    todo el _Conde Lucanor_, que me he leído para buscarlo, no he
    hallado nada de los vasallos de Alfonso el _Sabio_, de don
    Jaime I ni de los "curiosísimos versos", á lo menos en la
    edición de Rivadeneyra. Sea de ellos lo que fuere, ¿eran esos
    vasallos gente del pueblo?, ¿hablaban de por sí ó repetían
    versos tradicionales gallegos? Vengan pruebas de que el vulgo
    repetía versos gallegos. Claro está que hablo, no del vulgo
    de Galicia y aun León ó regiones donde se hablaba más ó menos
    parecidamente al gallego, sino del vulgo donde sólo se hablaba
    castellano. Tales pruebas no las conozco, y, por tanto, debo de
    suponer que el pueblo castellano no era bilingüe. En segundo
    lugar, el dicho de M. Pelayo supone que en Castilla no hubo
    poesía lírica propiamente castellana, sino que la primitiva
    fué allí la gallega. Á principios del siglo XIII, mucho antes
    de Alfonso X, escribía Berceo el citado cantarcillo de los
    judíos (_Duelo_) "Velat, aliama de los Iudios", que no iba á
    traducir del gallego ni lo cantaban sino en castellano, ni era
    imitación de la poesía gallega, aunque se le parezca, sino
    uno de tantos cantarcillos españoles, que yo tengo para mí
    se cantaron siempre en España. La lírica, los cantares, son
    tan viejos como los refranes, y la variedad métrica de éstos
    responde á la de los cantares. Los padres visigodos y los
    Concilios dan bien á entender que el pueblo los cantó en todo
    tiempo. Que Galicia fuera tierra particularmente acomodada á la
    lírica es tan cierto que ahora mismo lo es y la misma lengua
    gallega, dulcísima cual ninguna de la Península, es tan propia
    de la lírica, que ella de por sí se es lirismo puro, como es
    epopeya el idioma castellano. Pero eso no empece para que en el
    resto de España no hubiese cantares de versos cortos, lírica
    popular, en una palabra. Los autores que entienden de arte
    internacional han proclamado que la poesía lírica es de toda
    la raza ibera. (Teóf. Braga, en la introducción al _Cancionero
    de la Vaticana_; Fauriel, _Hist. de la Poésie provençale_,
    etc.). En Provenza llegó antes á escribirse; pero el origen
    ibero de sus primeros habitantes creen ser la raíz del lirismo,
    popular allí de muy antiguo. El mismo vocablo de _balada_ y
    _bailada_, conocido ya por San Isidoro como poesía popular
    española, aparece en Provenza, Galicia y Portugal y es vocablo
    ibérico (CEJADOR, _Tesoro de la lengua castellana, Labiales_).
    Los pueblos germánicos eran más épicos y originaron la épica
    del francés ó lengua d'oil; los meridionales de la lengua d'oc
    fueron líricos, como los gallegos y toda España. Lástima grande
    que, como menospreciaron la épica popular nuestros eruditos
    hasta el siglo XV, que, apreciándola, la sacan del pueblo en
    los romances, así pasasen tantos siglos sin acordarse de la
    lírica popular hasta que nos la mostró el Arcipreste de Hita
    y, en parte, Santillana, y tras otro largo sueño volviéronla
    á sacar de entre el pueblo Juan del Enzina, Lucas Fernández y
    Gil Vicente en villancicos, églogas y autos. El Renacimiento
    hizo que muchos poetas la menospreciasen, aunque todavía se
    aprovecharon de ella los poetas más amantes de la tradición:
    Castillejo, Alonso de Alcaudete, Gregorio Silvestre, Góngora,
    Lope y Tirso. Hoy ha vuelto á renacer en Galicia, y algo menos
    en Castilla de lo que fuera de desear, aunque el pueblo hoy,
    como siempre, canta tan maravillosamente como jamás los mejores
    poetas eruditos cantaron.

    =204.= Cancioneros portugueses (Theophilo Braga, _Cancioneiro
    portuguez da Vaticana_, pág. XCV):

    _Libro de las Cantigas do Conde de Barcellos_, citado en
    su testamento (1350), dejándolo á Alfonso XI de Castilla,
    compilación que hizo el Conde de muchos poetas. En el
    _Cancionero da Vaticana_ hállanse canciones del Conde, de
    Alfonso XI y del de _Ajuda_ hasta 56, atribuidas á hidalgos de
    la corte de Dom Diniz.

    _Cancioneiro de Dom Diniz_ (_Livro das Trovas de El rei Dom
    Diniz_), estuvo en volumen aparte, según se sabe por el
    Catálogo de los libros del rey Dom Duarte. Fué incorporado en
    el de la Vaticana desde la canción 79.

    _Cancioneiro da Ajuda_, comienza en la hoja 41, fáltanle las
    anteriores y al final no está acabado. No entraron en él las
    canciones de Dom Diniz y parece ser parte de otra colección
    mayor desconocida.

    _Cancioneiro de Dom Mencia de Cisneros_, el que vió Santillana
    y contenía las canciones de Dom Diniz y los trovadores del
    Códice de Roma citados por Márquez.

    _Cancioneiro da Vaticana_, núm. 4.803, con 56 canciones que
    están en el de _Ajuda_ con variantes notables, lo que prueba
    que ambos códices vienen de diferentes fuentes. Tiene una parte
    relativa á los sucesos de la corte de Alfonso IV, que proviene
    de cancioneros extraños y posteriores al de _Ajuda_.

    _Cancioneiro da Ajuda_, edic. por Lord Stuart, 1824, y F. A. de
    Vernhagen, Madrid, 1849, con el título de _Trovas e Cantares
    d'um codice do seculo XIV_. Carolina Michaëlis de Vasconcellos,
    _Cancioneiro da Ajuda_, Halle, 1904, 2 vols. _Cancionero del
    Vaticano_ (códice 4803), copia de mano italiana de principios
    del siglo XVI de un cancionero perdido, edic. E. Monaci, Halle,
    1875, con el título de _Canzoniere portoghese della Biblioteca
    Vaticana_, Halle, 1875, y Theophilo Braga, _Cancioneiro
    Portuguez da Vaticana_, Lisboa, 1878, con introducción y
    glosario. _Cancionero Colocci-Brancuti_, de los nombres de
    sus poseedores Angelo Colocci en el siglo XVI y marqués
    Brancuti, en cuya biblioteca lo halló Monaci, importantísimo
    por tener mejores variantes que el de la _Vaticana_ y 470
    canciones nuevas; editáronlo Monaci y su discípulo Molteni como
    tomo segundo del _Cancionero de la Vaticana_, Halle, 1880.
    Consúltense: H. R. Lang, _Cancioneiro Gallego-Castellano_, I,
    New-York, 1902; A. Jeanroy, _Origines de la poésie lyrique en
    France_, París, 1889, pág. 334, etc.

=205.= Entre 1250 y 1271 se escribió el _Poema de Fernán Gonçalez_
por un monje del monasterio de San Pedro de Arlanza, que se cree
fundado por su héroe (895?-970). Fué el autor castellano viejo de
la montaña de Burgos y tomó el asunto de los _Cantares de gesta_
populares, conservando acaso trozos de ellos y por lo menos, además
de epítetos y frases, el brío en la narración, el lenguaje guerrero
(c. 316), el ardiente amor á la patria chica burgalesa (c. 58, 159,
174, 260). Este poema ocasionó, sustituyéndolos, la pérdida de los
cantares de juglares sobre la leyenda del primer Conde de Castilla;
por eso tiene de lo popular y no menos de lo erudito, pues remeda á
Berceo y al autor del _Alixandre_, ostenta erudición bíblica, discursea
largamente y moraliza, no desconoce la epopeya francesa (c. 350), y
escribe en la cuaderna vía del _mester de clerezia_. También tomó de la
crónica anónima (_Epitoma Imperatorum_), de la crónica de Lucas de Túy
(_Chronicon Mundi_, acabado el año 1236), de la de Turpin y acaso del
tratado _De laude Hispaniae_.

    =206.= _Poem. Fern. Gonz._, 148: "Sobre todas las tierras meior
    es la Montanna". El códice escurialense, incompleto al final,
    muy incorrecto y con otras lagunas, lo conoció Sánchez sin
    publicarlo; extractáronlo en 1829 los traductores de Bouterweck
    y se imprimió entero en 1863 por Zarco del Valle y Sancho
    Rayón, en el tomo I del _Ensayo de una biblioteca española de
    libros raros y curiosos_, col. 763-804, siguiendo la copia de
    Bartolomé José Gallardo. Volviólo á publicar F. Janer en 1864,
    Bibl. de Aut. Esp., t. LVII. Edición última, C. Carroll Marden,
    Baltimore, 1904. Consúltense: C. Carroll Marden, _An episode
    in the Poema de F. G._, en la _Revue hispanique_, 1900, t.
    VII, págs. 22-27; R. Menéndez Pidal, _Notas para el Romancero
    del Conde Fernán González_, en _Homenaje á M. y Pelayo_, t. I,
    págs. 429-507.

=207.= En tiempo de Sancho IV _el Bravo_ (1258?-1295), tradujeron por
orden del Rey el maestro Alfonso de Paredes, físico del infante
heredero don Fernando, y Pero Gómez, su escribano, la famosa
enciclopedia escrita en francés _Li Livres dou Tresor par Brunetto
Latini_ (publicada en París, 1863), con el título de _Libro del
Tesoro_. Al mismo Pero Gómez atribuyen algunos los 40 versos en la
cuaderna vía de los _Proverbios en rimo del sabio Salomón, rey de
Israel_, por lo menos así lo dice el manuscrito más antiguo, aunque no
se sabe si es el mismo Pero Gómez ú otro diferente. Otros lo atribuyen
á Pedro López de Ayala.

    =208.= Fué Brunetto florentino, tenido por maestro de Dante,
    y no hizo casi más que compilar textos latinos, sobre todo de
    San Isidoro, de Cicerón y de otras fuentes que ha estudiado
    el danés Thor Sundby, _Della vita e delle opere di Brunetto
    Latini_, traducida, Firenze, 1884. Vino Brunetto en 1260 á
    Castilla como embajador de los güelfos de Florencia á solicitar
    protección de Alfonso _el Sabio_.

    _Proverbios en rimo del sabio Salomón, Rey de Israel._ Ed. A.
    Paz y Meliá, en _Opúsculos literarios de los siglos XIV á XVI_,
    Sociedad de Biblióf. Españoles, 1892.

    =209.= JUAN GIL DE ZAMORA, colaborador de Alfonso X, escribió
    _De praeconiis Hispaniae_ (1278-1282) y _Liber illustrium
    personarum_ y otras obras (Nic. Antonio). JOSÉ DE LOAYSA,
    también colaborador del mismo Rey, y Arcediano de Toledo,
    continuó en castellano la _Historia Gothica de don Rodrigo_;
    pero se perdió, y sólo la conocemos por la traducción latina
    de Armando de Cremona; ed. Morel-Fatio, _Bibl. de l'École de
    Chartes_, t. LXIX; G. Cirot, _De operibus historicis Joannis
    Aegidii Zamorensis_, Burdeos, 1912.

=210.= En el mismo reinado de Sancho IV se escribió la compilación
llamada _Lucidario_, en 106 capítulos, sacada del _Speculum naturale_,
falsamente atribuido á Vicente de Beauvais († 1264), donde se tratan
cuestiones curiosas y algo pedantes de historia natural y física.

El _Especulo, Espeio de todos los derechos_, que antes se tenía por una
especie de esbozo de las _Partidas_, se atribuye hoy en parte á Sancho
IV y á los descontentos del Rey Sabio.

La _Gran conquista de Ultramar_ es obra de fines del siglo XIII y por
lo menos se acabó bastante después de la muerte de Sancho IV. Contiene
las leyendas del _Caballero del Cisne_, de _Berta_ y de _Mainete_. Es
la historia de las Cruzadas hasta 1271.

    =211.= La _Gran Conquista de Ultramar_ es una adaptación
    de la _Historia rerum in partibus transmarinis gestarum_,
    de Guillermo de Tyro († 1184) y, según Grousac, tiene por
    fundamento el _Roman d'Eracle_, versión francesa del libro de
    Guillermo de Tyro. Tiene trozos de la _Chanson de Jérusalem_ y
    la _Cansó d'Antiocha_, refundición de un original perdido que
    compuso Gregorio Bechada, siendo la primera obra castellana que
    tiene cosas tomadas de la literatura provenzal.

    En torno de la primera Cruzada se formó un ciclo épico cuyas
    ramas son la _Canción de Antioquía_, la de _Jerusalén_, los
    _Cautivos_, _Helias_ y la _Infancia de Godofredo de Bullón_.
    Á la última pertenece la leyenda del _Caballero del Cisne_,
    supuesto antepasado del conquistador de Jerusalén, y que ocupa
    más de cien capítulos, desde el 47, en la _Gran Conquista de
    Ultramar_, y es lo más poético de esta obra. Es el _Lohengrin_,
    que en Alemania aparece en 1200.

    =212.= _La Gran Conquista de Ultramar._ Ed. P. de Gayangos,
    Bibl. de Aut. Esp., t. XLIV. Consúltese: G. Paris, _La Chanson
    d'Antische provençale et la Gran Conquista de Ultramar_, en
    _Romania_ (1888), t. XVII, págs. 513-541; (1890), t. XIX, págs.
    562-591; (1893), t. XXII, págs. 345-363; J. F. D. Βlöte, _Mainz
    in der Sage vom Schwanritter_, en _Zeitschrift für romanische
    Philologie_ (1903), t. XXXVII, págs. 1-24; Emeterio Mazorriaga,
    _La leyenda del Cavallero del Çisne_, transcripción anotada
    del códice de la Biblioteca Nacional, 2454, Madrid, 1914; A.
    Bonilla, _Las Leyendas de Wagner en España_, Madrid, 1913.

=213.= Á fines del siglo XIII parece compuso la _Historia del Cauallero
de Dios que auia por nombre Cifar_, probablemente un eclesiástico
toledano, conocedor de las novelas bretonas, de los _lais_ de María
de Francia y de los poemas de Chrétien de Troyes. Es una novela
caballeresca con mezcla de picaresca, por sus dos personajes, pues
el _ribaldo_ es un verdadero _pícaro_ escudero, un Sancho Panza, y
_Roboan_ un caballero andante. Es, pues, el primer ensayo de entrambas
clases de novelas, tan españolas y tan divinamente cifradas en el
_Quijote_. Pudo leerlo Cervantes, por haberse impreso en Sevilla,
1512. Sin embargo, está tan cargada de cuentos, apólogos, sentencias y
moralidades, que todavía pertenece, en parte, al género didáctico hasta
entonces cultivado. Es, pues, obra de transición en la que se mezclan
lo caballeresco, lo didáctico y lo hagiográfico.

    =214.= _Historia del Cavallero Cifar._ Ed. H. Michelant,
    Tübingen, 1872 (Bibl. des litt. Vereins in Stuttgart, t. CXII).
    Consúltese: C. P. Wagner, _The sources of El Cavallero Cifar_,
    en _Revue hispanique_ (1903), t. X, págs. 4-104; M. Pelayo,
    _Oríg. de la novela_, página CLXXXVII.

    =215.= _Año 1275._--RAIMUNDO LULL ó LULIO (1235-1315) nació
    en Palma de Mallorca, pasó livianamente en amoríos y devaneos
    su mocedad, á pesar del cargo de senescal que tenía en la
    corte del Rey de Mallorca y del matrimonio que por orden de
    éste contrajo. Sólo se convirtió, según la tradición, al
    penetrar á caballo por la iglesia de Santa Eulalia, durante
    los oficios, tras la hermosa genovesa Ambrosia del Castello,
    cuando le descubrió ella su seno devorado por un cáncer.
    Abandonó casa, mujer é hijos y dióse á penitencias y estudios.
    Tuvo desde entonces tres intentos: la cruzada á Tierra Santa,
    la predicación del Evangelio á judíos y musulmanes y hallar un
    método ó ciencia nueva con que demostrar _racionalmente_ las
    verdades de la religión á sus opugnadores. Para ello aprendió
    el árabe, y en el monte _Randa_ imaginó el _Arte universal_;
    logró de don Jaime II de Mallorca, en 1275, la creación de
    un colegio de lenguas orientales en Miramar, para que los
    religiosos Menores saliesen de él dispuestos á convertir á
    los sarracenos, fundación que aprobó Juan XXI el año primero
    de su pontificado. Él mismo describe en _Blanquerna_ la vida
    de soledad y contemplación que hacía en Miramar y en Randa;
    pero luego parte para Roma para impetrar de Nicolás III la
    misión de tres franciscanos á Tartaria y el permiso de irse
    él mismo á predicar á los mahometanos, y peregrinó por Siria,
    Palestina, Egipto, Etiopía, Mauritania. Vuelto á Europa enseñó
    en Montpellier su _Arte_, y logró de Honorio IV la creación de
    otra escuela de lenguas orientales en Roma; estuvo dos años
    en la Universidad de París aprendiendo gramática y enseñando
    filosofía; instó á Nicolás IV para que predicase la cruzada;
    fué á Túnez, donde predicó, salvándose por milagro; acudió
    á Bonifacio VIII con nuevos proyectos de cruzada, y predicó
    en Chipre, Armenia, Rodas y Malta. Nuevos viajes á Italia y
    Provenza; más proyectos de cruzadas oídos con desdén por el Rey
    de Aragón y Clemente V; otra misión á África, donde vuelve por
    milagro á salvarse. En 1309 la Universidad de París le autorizó
    para enseñar su doctrina contra los averroístas, y en 1311 se
    presentó al Concilio de Viena con muchos proyectos. Fué otra
    vez á Bugia en 1314, y allí logró la palma del martirio, siendo
    apedreado.

    Filósofo famoso, poeta y novelista insigne, teólogo, místico,
    controversista y apóstol de la fe. Escribió en su lengua nativa
    y en latín, sobresaliendo literariamente por sus novelas
    filosóficas _Blanquerna_ (1283) y el _Libre apellat Felix de
    las maravelles del mon_ (1286); son también notables el _Libro
    del Gentil y de los tres sabios_, escrito primero en árabe por
    Lulio mismo, luego en su lengua, _Libre del Gentil e los tres
    Savis_; y el _Libre del Orde de Cauayleria._

    Tuvo controversias con moros y judíos sobre teodicea
    racional: _Libro del Gentil y de los tres sabios_. _Liber
    contradictionis inter Raymundum et Averroistam. Disputatio
    Raymundi Lulli et Homarii Sarraceni._ Obras ascéticas como
    _Libro de las Contemplaciones_. _Blanquerna._ _Libro del amigo
    y del amado._ _Philosophia Amoris._ _Liber Proverbiorum_,
    etc., etc., sin contar las poesías en lengua vulgar. Obras
    filosóficas: _Ars Generalis._ _Ars brevis._ _Ars inventiva
    veritatis._ _Ars Magna, Generalis et ultima._ _Tabula generalis
    ad omnes scientias applicabilis._ _Liber de ascensu et
    descensu intellectus._ _Liber de lumine._ _Ars voluntatis._
    _Ars Amativa boni._ _Logica Parva._ _Logica Nova._ _Liber
    lamentationis duodecim principiorum philosophiae contra
    Averroistas._ _Liber de principiis philosophiae._ _Liber de
    anima rationali._ _Metaphysica Nova._ _Liber de ente reali et
    rationis._ _Liber de homine._ _Liber de contemplatione._ _Arbor
    Scientiae._ _Tractatus de articulis fidei._ _De Deo ignoto
    et de mundo ignoto._ _Disputatio Raymundi et Averroistae._
    _Liber disputationis intellectus et fidei._ _Liber de
    convenientia quam habent Fides et intellectus in obiecto._
    _Ars theologiae et philosophiae mysticae contra Averroem._
    _De ente simpliciter per se, contra errores Averrois._ _Liber
    de reprobatione errorum Averrois._ _Liber quaestionum super
    quatuor libros Sententiarum._ _Quaestiones Magistri Thomae
    Attrebatensis solutae secundum artem_, etc. Las primeras
    cátedras lulianas en Barcelona y Palma se abrieron en 1478
    y 1481. Los primeros maestros oficiales del lulismo: Juan
    Llobet (_De Logica et Metaphysica_), Pedro Dagui (_Janua
    Artis._ _Tractatus formalitatum._ _Metaphysica_), Jaime
    Gener (_Januarius. Ingressus rerum intelligibilium Raymundi
    Lulli._ _Ars Metaphysica Naturalis_, etc.). De Derecho: _Ars
    Principiorum Iuris._ _Ars de Iure._ _Ars utriusque iuris._
    Sobre literatura escribió _Retórica_. De ciencias: _Tractatus
    de Astronomia._ _Ars Astrologiae._ _Liber de planetis._
    _Geometria Nova._ _Geometria Magna._ _Liber de circulis._
    _Ars Arithmetica._ _Ars navigandi_ (véase M. Pelayo, _Ciencia
    españ._, t. I, pág. 105, 3.ª ed.). Seudo lulianos son:
    _De secretis naturae seu de Quinta Essentia._ _Epistola
    accurtationis lapidis Philosophorum._ _Testamentum Novissimum._
    _Cantilena Raymundi Lulli._ _Elucidatio Testamenti R. L.
    Lux Mercuriorum R. L. Maioricensis._ _Liber Mercuriorum._
    _Experimenta R. L... in quibus verae philosophiae chymicae
    operationes clarissime traduntur._ _Liber artis compendiosae
    quem Vademecum nuncupavit._ _Compendium animae transmutationis
    artis metallorum._ _Apertorium._ _Ars intellectiva super
    lapidem philosophorum._ _Practica Ray._ _Lulli._ _Magia
    Naturalis._ _Tertia distinctio quintae essentiae._ _Lucidarium
    totius Testamenti._ _Liber naturae et Lumen nostre lapidis._
    _Investigatio secreti occulti._ Estos tratados de alquimia se
    le atribuían antes; pero son apócrifos, aunque, de todos modos,
    como de autores españoles de los siglos XIV, XV y XVI merecen
    recordarse. Raymundo Lulio no se dió nunca á la alquimia, y
    así tampoco se le atribuyen más que, falsamente, no pocas
    invenciones de esta arte. Sobre estos tratados y otros de
    alquimia, véase José Ramón de Luanco, _La Alquimia en España,
    Crónica Científica_, de Barcelona. De Medicina: _Liber de
    principiis Medicinae._ _Ars compendiaria Medicinae._ _Liber de
    regiminibus sanitatis et infirmitatis._ _El Libro Felix._

    =216.= _Año 1285._--ARNALDO DE VILANOVA (1240-1311) nació en
    uno de los pueblos llamados Vilanova, de tierras de Lérida,
    fué "de terruño ignoble y oscuro", "nada por su origen", había
    aprendido teología con los dominicos de Montpellier; hebreo,
    con Raymundo Martí. Sabía el árabe, y de sus maestros en
    Medicina cita á Juan Casamida y Pedro de Musadi, y fué acaso
    el más eminente en esta facultad de entre los cristianos de la
    Edad Media. Se dió á la alquimia, aunque más adelante quemó
    sus escritos de esta arte. Fué corto de vista, de ingenio
    vivo, agudo y pronto y no releía sus obras. Llevóle su fama á
    la corte de don Pedro III de Aragón, el cual, en 1285, "por
    los muchos servicios que había recibido y esperaba recibir de
    su amado Físico", le regaló el castillo de Ollers, cerca de
    Tarragona, y el mismo año le tomó por testigo de su último
    codicilo. Don Jaime II también le protegió, y no menos su
    hermano don Fadrique ó Federico, rey de Sicilia, y le llenaron
    de mercedes. En 1302 don Jaime cedió "á su venerable y amado
    consejero" la gabela de la sal de Burriana y plena licencia
    para donar ó legar "á iglesias y lugares religiosos" las
    casas, censos, honores y posesiones que tenía en el reino de
    Valencia. En 1299 fué de embajador á Francia, llamándole don
    Jaime "su consejero y familiar", "físico, canciller y familiar
    nuestro". Redactó para el reino de Sicilia, por encargo de
    Federico, unas Constituciones, autorizadas en 1310 por el Rey
    como leyes. Murió antes de 1312. En 1316 fueron condenadas
    algunas proposiciones teológicas suyas. Sus obras se publicaron
    en Lyon, 1504; París, 1509; Venecia, 1514; Lyon, 1520, 1532;
    Basilea, 1585. Escribió con sentido herético el Comentario del
    _Apocalipsis_, el _De adventu Antichristi_, etc. Son en la de
    Basilea: En el tomo I, de medicina: _Speculum introductionum
    medicinalium._ _Aphorismi._ _De parte operativa._ _De humido
    radicali._ _De conceptione._ _De simplicibus._ _Antidotarium._
    _De phlebotomia._ _De dotibus theriacalibus._ _Liber
    aphorismorum._ _De vinis._ _De aquis medicinalibus._ _De
    conferentibus et nocentibus principalibus membris nostri
    corporis._ _De ligaturis._ _Expositiones visionum quae fiunt
    in somnis._ _De regimine sanitatis._ _Regimen sanitatis._
    _De regimine castra sequentium._ _De conservanda iuventute
    et retardanda senectute._ _De bonitate memoriae._ _De
    coitu._ _Considerationes operis medicinae._ _Medicationis
    parabolae._ _Tabulae quae medicum informant._ _Breviarium
    practicae._ _Practica summaria._ _De cautelis medicorum._
    _De modo praeparandi cibos et potus infirmorum._ _Compendium
    regimenti acutorum._ _Regulae generales de febribus._ _Regimen
    sive consilium quartanae._ _Consilium sive curatio febris
    hecticae._ _Consilium sive regimen podagrae._ _De sterilitate._
    _De signis leprosorum._ _De amore heroico._ _Remedia contra
    maleficia._ _De venenis._ _De arte cognoscendi venena._
    _Contra calculum._ _Regimen... contra catharrum._ _De tremore
    cordis._ _De epilepsia._ _De esu carnium._ _Recepta electuari
    mirabilis._ _De ornatu mulierum._ _De decoratione._ _Commentum
    super regimen Salernitanum_, etc. En el tomo II. de química:
    _Thesaurus thesaurorum._ _Novum lumen._ _Sigilla duodecim
    pro totidem coelestibus signis._ _Magisterium et gaudium._
    _Epistola super Alchimiam._ _Capitula Astrologiae._ _Flos
    florum._ Atribúyensele otras varias obras, que pueden verse en
    Nicolás Antonio.

    =217.= En el siglo XIII SAN ANTONIO DE PADUA interpretó
    místicamente y manifestó las concordancias morales de la
    Sagrada Escritura. El neófito Fray PABLO CHRISTIÁ tuvo
    controversias con Rabí Moseh Najman, de Gerona, y otros
    doctores judíos en tiempo de don Jaime _el Conquistador_. Se
    hicieron en este siglo las primeras traducciones castellana
    y catalana de la Biblia. FRAY PONCIO CARBONELL escribió una
    inmensa _Catena_ ó colección de sentencias de expositores
    sagrados. El converso ALFONSO DE VALLADOLID (Rabí Abner de
    Burgos) empleó por primera vez en las controversias bíblicas
    el castellano, escribiendo el _Monstrador de Justicia_, el
    _Libro de las tres gracias_ y el de las _Batallas de Dios_.
    FRAY RAMÓN DE LA PUENTE, dominico, natural de Fraga, obispo de
    Valencia desde 1283, escribió _De sacramentis_. FRAY MIGUEL DE
    FRAGA, dominico, _De donationibus factis coenobio Praedicatorum
    Valentiae_. En Teología fueron célebres, además del _Pugio
    fidei_, el _Planeta_, obra enciclopédica de DIEGO DE CAMPOS.

    SAN PEDRO PASCUAL, obispo de Jaén, en los últimos días del
    siglo XIII, durante su cautiverio en Granada, escribió _Libro
    contra las fadas et ventura et horas minguadas et signos et
    planetas_. _De la historia de Mahomat... y de su secta de los
    Moros y como se prueva que no es verdadera._ _De la encarnación
    de Jesu Christo._ _De la nacencia de J. C. De cómo adoraron
    los tres Reyes Magos á N. S. Glossa al Pater noster. Libro en
    que se prueva que Dios es Trinidad. Explicación de los diez
    mandamientos. Explicación del Credo._ Ms. en dos vols., de
    Argote de Molina, hoy de El Escorial (Nic. Antonio).

    =218.= Entre los primeros escolásticos españoles hay que poner
    á PEDRO HISPANO, después Juan XXII, que compuso las _Sumulas
    logicales_, obra popular en los estudios que aun en el siglo
    XVI halló comentadores como Esbarroya, Ciruelo, Mercado y
    Alonso de Vera-Cruz, y fué autor de los bárbaros versos de los
    modos y figuras del silogismo.

    =219.= El filósofo árabe murciano ΑBEN-SABIN respondió
    á las preguntas filosóficas del emperador Federico II.
    Las persecuciones de los almohades mataron entre los
    árabes la Filosofía, la cual pasó á los judíos. El judío
    SEM-TOB-FALAGUERA tradujo á Avicebrón de arábigo en hebreo, y
    comentó á Maimónides: _Diálogo entre un teólogo y un filósofo
    sobre la concordia entre la religión y la filosofía. Guía de
    las ciencias ó principios de la Sabiduría. Tratado del Alma.
    Apología de Maimónides_, etc.

    =220.= Intérpretes del Derecho romano fueron el M. JÁCOME
    RUIZ ó JACOBO DE LAS LEYES, que escribió _Flores de las
    leyes_ ó _Suma legal_ y el _Doctrinal de los pleitos_; el M.
    FERRANDO MARTÍNEZ, MAESTRE ROLDÁN, _Las Partidas_; BERNARDO
    COMPOSTELLANO, _Apostillae in Codicem et Digestum. Scholia
    in secundam collectionem Decretalium. Collectio Decretalium_
    ó _Compilatio Romana. Lectura Aurea super primum librum
    Decretalium. Breviarium iuris canonici. Casus super Decretales
    libri V. Apparatus in Decretales. Summa quaestionum ex
    Decretalibus. Notabilia novae compilationis Decretalium._ JUAN
    DE DIOS escribió: _Cavillationes seu doctrina advocatorum
    partium et assessorum. Apparatus Decretorum. Breviarium
    Decretorum. Liber Dispensationum. Summa sub certis casibus
    Decretalium. Liber iudicum_, etc. VICENTE HISPANO: _Apparatus
    super quinque libros Decretalium Gregorii IX. Casus
    Decretalium_, etc. SAN RAIMUNDO DE PEÑAFORT, autor de la
    compilación de las _Decretales_, mandada hacer por Gregorio
    IX: _Compilationes Decretalium Gregorii IX. Summa Raymundina.
    Dubitabilia cum responsionibus. De duello et bello._ JUAN
    GARCÍA, autor del _Super Decretalibus libri quinque_, fué el
    primer profesor que tuvo sueldo fijo en Bolonia. D. VITAL DE
    CANELLAS, obispo de Huesca, autor de la compilación legal,
    hecha en tiempo de D. Jaime _el Conquistador_, del Derecho
    aragonés (1246), la ilustró con glosa: _Ad Foros Aragonum
    Regni Commentaria_. El mismo D. JAIME escribió el _Libre de
    la Saviesa_. El Maestre PEDRO GÓMEZ BARROSO: _Libro de los
    Conseios et Conseieros de los Príncipes para su buen gobierno_.

    =221.= La obra filológica de mayor importancia fué en el
    siglo XIII el _Vocabulario Arábigo-Latino_, el primero que se
    conoce, de FRAY RAMÓN MARTÍ (1230?-1286?), dominico, natural de
    Subirats, en Cataluña, gran teólogo, filósofo, escriturario y
    filólogo. El _Vocabulario_ ha sido publicado por Sciapparelli,
    1871. Fué además autor de la famosa apología contra moros y
    judíos llamada _Pugio fidei_, que se publicó en París, 1631.

    RAMÓN VIDAL DE BESALÚ escribió _Reglas ó dreita maniera de
    trobar_.

    =222.= MOHAMAD ABEN-QUICH compuso el _Lapidario_, libro que
    va unido á los _Lapidarios_, de Rabí Jehudah Mosca-ha-Qaton
    y, como ellos, fué mandado traducir por Alfonso X. Este Rabí
    tradujo del árabe desde 1241 á 1250, por orden del mismo Rey,
    con el clérigo Garci Pérez, los tres _Lapidarios_, de Abolays.
    Otro _Lapidario_ hay al fin del _Poridat de Poridades_, que
    se atribuía á Aristóteles. ABU MOHAMED ABDALLAH-BEN-AHMED ó
    ABEN-EL-BEITHAR, de Málaga, compuso la _Gran Colección de
    medicamentos y alimentos simples (Almofridat)_, la mejor obra
    de botánica y materia médica de la Edad Media.

    =223.= En Medicina fué notable ABEN ALJHATIB, que escribió
    _De la peste. Cuestiones de Medicina. De la confección de la
    triaca. Tratado de Medicina. De la generación del feto. De los
    medios de conservar la salud. Poema sobre la medicina. Poema
    sobre los alimentos._

    De un judío es el _Libro de Isaaque_, en castellano, sobre
    las fiebres, incluso las intermitentes. Un médico toledano
    anónimo, probablemente judío, escribió uno de los primeros
    tratados de _Topografía médica_, vulgarmente conocido por
    _Medicina Castellana Regia_; floreció en tiempo de Fernando IV
    de Castilla.




                            ÉPOCA DIDÁCTICA
                              (SIGLO XIV)


    =224.= _Resumen histórico._ Reyes de Castilla y de León:
    Fernando IV el _Emplazado_ (1295-1312). Alfonso XI _el del
    Salado_ (1311-1350). Pedro I _el Cruel_ (1350-1369). Casa de
    Trastamara: Enrique II _el de las Mercedes_ (1369-1379). Juan
    I (1379-1390). Enrique III _el Doliente_ (1390-1407). Los
    Benimerines vencidos en el Salado (1340). Cisma de Occidente
    (1378-1417). Fundación del Colegio de San Clemente de Bolonia
    por el cardenal don Gil de Albornoz (1364).

    _Literatura francesa._ Cronistas, Joinville (1224-1319) y
    Froissart (1337-1410); poetas, Guillaume de Lorris († 1260)
    y Jean de Meung († 1305); dramáticos y líricos, Adam de Le
    Halle († 1286), Ruteboeuf (contemporáneo de Luis y Philippe le
    Hardi), Eustache Deschamps († 1407).

    _Literatura provenzal_: G. Molinier (hacia 1350), _Flors del
    gay saber_ ó _Leys d'Amors_.

    _Literatura italiana_: Petrarca (1304-1374), _Rime_, _Trionfi_
    y obras latinas; Boccaccio (1313-1375), _Decamerón_,
    _Filocolo_, _Filostrato_, _La Fiammetta_, _Il Ninfale
    Fiesolano_, _Ameto_, _L'amorosa Visione_; Francisco de
    Barberino (1264-1348), _I documenti d'Amore_, _Del reggimento
    e costumi di donne_; Sacchetti (1335-1400); el historiador
    Villani († 1348), Santa Catalina de Sena (1347-1380), _Cartas_;
    Salutati, humanista.

=225.= Tres grandes escritores llenan el siglo XIV: don Juan Manuel,
cuentista moralizador; el Arcipreste de Hita, poeta de los grandes
del mundo; Pero López de Ayala, nuestro historiador más antiguo. El
espíritu de los tres es didáctico y de moralista, no menos que el de
Sem Tob, el único poeta de segundo orden, y el de los grandes prelados
y demás escritores eclesiásticos de este siglo. Al cual podemos llamar,
por consiguiente, _Época didáctica_, aunque el Arcipreste de Hita,
proponiéndose enseñar, además de hacerlo como nadie, narrando apólogos,
se levante como vate extraordinario y parezca y sea de hecho un lírico
y un dramático de los mayores que ha habido en España.

El lenguaje castellano erudito, el único que de esta época conocemos,
se hace más castizo y menos latino en estos autores, cobrando matices y
bríos, sobre todo en manos del Arcipreste, merced á su ingenio popular,
que le lleva á sacar del habla del vulgo otra más nueva y rica sátira,
de la que Berceo y los otros escritores del _mester de clerezia_
sacaban de los libros latino-eclesiásticos. El caudal léxico se
enriquece, hácese más doblegadiza y blanda la construcción y el engarce
de las frases, prefiérense los vocablos populares á los latino-eruditos
y el habla, en suma, toma mayor color y fuerza.

=226.= La _Vida de San Ildefonso_ debió de escribirse á poco de haberse
instituido la fiesta del santo en el Concilio de Peñafiel, en mayo de
1302. En sus 1034 alejandrinos procura el autor, beneficiado de Úbeda,
imitar la sencillez y unción de Berceo; pero no lo consigue por no
tener sentimientos ni orejas de poeta.

    =227.= Al final de la _Vida_ declara el autor haber puesto en
    metro la historia de la Magdalena, cuando era beneficiado de
    Úbeda. El manuscrito es abominable y del siglo pasado, de donde
    la publicó por primera vez Janer (1864); el códice original,
    que estaba en San Martín de Madrid en tiempo de Sánchez, no se
    sabe dónde para. Ed. Bibl. de Aut. Esp., t. LVII. Consúltense:
    A. Restori, _Alcuni appunti su la Chiesa di Toledo nel secolo
    XIII_, en _Atti della Reale Academia delle Scienze di Torino_,
    1893, t. XXVIII, págs. 54-68.

=228.= Pertenece al _mester de clerezia_ el principal de los
monumentos _aljamiados_, esto es, escritos en romance con letras
arábigas ó hebraicas, compuestos por mudéjares, moriscos y judíos, la
_Historia de Yuçuf_ ó _Poema de José_, _Hadiç de Yuçuf_, que hizo algún
mahometano, sacando el asunto, no de la Biblia, sino de la duodécima
_sura_ ó capítulo del _Corán_, con añadiduras tradicionales entre moros
y judíos. Escrita para musulmanes esta historia del hijo de Jacob, nada
tiene del arábigo más que la invocación á Allah. En ella el principal
papel lo hace la infiel esposa de Putifar, llamada aquí Zuleika ó
Zalija. Está en la cuaderna vía y se lee con gusto por su apacibilidad.

    =229.= Alfonso _el Sabio_ insertó este asunto en su _Grande e
    General Estoria_ y fué varias veces contado en prosa castellana
    por nuestros moriscos, como puede verse en un libro publicado
    recientemente por Guillén Robles. El _Yuçuf_ se conserva en
    dos manuscritos muy defectuosos, el más antiguo de los cuales
    y el menos castellanizado permite afirmar que el autor fué
    algún morisco aragonés de fines del siglo XIII ó principios
    del XIV. Transcribiólo en letra vulgar Pascual Gayangos, y
    se lo dió á Ticknor para que lo insertase en los apéndices
    al tomo III de su _History of Spanisch Literature_, de donde
    lo han copiado los demás. Se ha publicado después el texto
    en letra arábiga. _El Poema de José_, ed. H. Morf, Leipzig,
    1883; M. Schmitz, _Ueber das altspanische Poema de José_, en
    _Romanische Forschungen_, 1901, t. XI, págs. 315-411 y 623-627;
    Bibl. Aut. Esp., t. LVII (estas ediciones reproducen el Ms. de
    la Bibl. Nacional de Madrid, la primera en letra arábiga, las
    otras dos en letra latina), _Poema de Yúçuf_, ed. R. Menéndez
    Pidal, en _Revista de Archivos_, 1902, t. VII, págs. 91-129,
    276-309, 347-362 (reproducción del Ms. de la Academia de la
    Historia de Madrid, en letra arábiga y latina). Consúltense: J.
    Saraoīhandy, _Remarques sur le Poème de Yuçuf_, en _Bulletin
    hispanique_, 1904, t. VI, págs. 182-193; J. D. M. Ford, _The
    old Spanisch Sibilants_, en _Studies and Notes in Philology and
    Literature_, Harvard University, 1900, t. VII, págs. 153-159;
    Μ. Grünbaum, _Gesammelte Aufsätze sur Sprach-und Sagenkunde_,
    Berlín, 1901, páginas 548-551, 563-593.

    =230.= _Sobre los aljamiados_, etc.: Francisco Codera y
    Zaidin, _Almacén de un librero morisco descubierto en
    Almonacid de la Sierra_, en el _Boletín de la R. Academia
    de la Historia_, 1884, t. V, págs. 269-276; Pablo Gil, _Los
    manuscritos aljamiados en mi colección_, en el _Homenaje_
    á Codera, Zaragoza, 1904, págs. 537-549; Pablo Gil, Julián
    Ribera y Manuel Sánchez, _Textos aljamiados_, Zaragoza,
    1888; Francisco Guillén Robles, _Leyendas moriscas_, Madrid,
    1885-1886, 3 vols.; íd., _Leyendas de José, hijo de Jacob y
    de Alejandro Magno_, Zaragoza, 1888, Bibliot. de Escritores
    Aragoneses, t. V; Marcus Joseph Müller, _Morisco Gedichte_,
    en el _Sitzungsberichte der Königl. bayer. Akademie der
    Wissenschaften zu München_, 1860, Heft I, págs. 201-253;
    Eduardo Saavedra, _Discurso_ sobre la literatura aljamiada,
    1878, en las _Memorias de la Real Academia Española_, 1889, t.
    VI, págs. 140-192 y 237-328.

    =231.= En 1305 escribió en Monpesier BERNARDO GORDONIO el
    _Libro de medecina_. _Las tablas de los ingenios._ _El
    Regimiento de las agudas._ _El tractado de los niños con el
    regimiento del ama._ _Las pronósticas._ Imprimiéronse en
    Toledo, 1513; Madrid, 1697.

    En 1305 celebró Fernando IV Cortes en Medina del Campo, cuyo
    texto se conserva, así como el de las de Valladolid, 1307.

    Recordemos que en 1309 MOISÉS-BEN-SHEM-TOB, de León, dió á
    conocer el famoso libro llamado _Zohar_, en siro-arameo, y
    parece haberse compuesto en el siglo I.

    FRAY PEDRO PERPIÑANO DE RIU, carmelita, escribió por aquel
    tiempo _Super Sententiarum libri IV. Quaestiones Sententiarum
    libri II. In Psalmos. Sermones varios._

    DON GONZALO DE HINOJOSA († 1319) obispo de Burgos desde 1313,
    escribió _Abbreviatio historiarum Regum omnium Christianorum_.

    FRAY ARNALDO DE ROSIGNOL, valentino, mercedario, escribió hacia
    1314 un Comentario al cap. _Nunquam_ y _De consecratione_.

    Hacia 1320 floreció el Doctor DULCÍFLUO ANTONIO ANDRÉS, teólogo
    escolástico, discípulo de Escoto, franciscano aragonés,
    escribió _Commentarii in artem veterem Aristotelis. In libros
    sex principiorum Gilberti Porretani. In libros Peri-hermenias
    Aristotelis. In librum divisionum Boethii. In octo libros
    physicorum. In XII libros metaphysicae. In quatuor libros
    Sententiarum._

    Hacia 1322 floreció FRAY MIGUEL CARMELL, mercedario aragonés,
    que escribió _In Canticum Canticorum_.

    D. XIMEN PÉREZ DE SALANOVA, Justicia de Aragón, dicen escribió
    un tomo de _Observantiae_; vivió hasta 1330. JAYME HOSPITAL
    (hacia 1349), _Observantiae_. Otros comentadores de las leyes
    aragonesas: JUAN PEDRO DE PATOS, PEDRO LANAJA, MARTÍN DE
    PERTUSA, JUAN ANTICH BAGES, JUAN DEL RÍO, MARTÍN DE LARRAGA,
    etc.

    El M. PEDRO COMPOSTELANO escribió, hacia 1325, _De Consolatione
    Rationis_, parte en verso. FRAY GUILLERMO RUBIO, franciscano
    aragonés, escribió _In quatuor libros Sententiarum_.

=232.= El príncipe DON JUAN MANUEL (1282-1348) debe ponerse antes del
Arcipreste de Hita, por pertenecer más de lleno á la escuela didáctica
y del apólogo, tanto, que es el principal de ella. Nació en Escalona,
del infante don Manuel, postrer hijo de San Fernando, y de doña Beatriz
de Saboya, hija de Amedeo IV, conde soberano de dicho Estado. Perdió á
su padre á los veinte meses, quedando bajo la dirección de su madre,
que le dió por mayordomo á Juan Sánchez de Ayala, y por ayos á Gómez
Fernández de Orozco y á Alfonso García. Túvole en su casa y cuidó
de él don Sancho IV, acrecentando su herencia, con la cual labró el
Príncipe su castillo de Peñafiel, su preferida morada, fundando allí
mismo un monasterio de dominicos. En 1294, de doce años no cumplidos,
entró en tierra de Vera como Adelantado del reino de Murcia, venciendo
á los moros granadinos; peleó luego con aragoneses y navarros, que, en
paz ajustada en 1289 con los de la Cerda, tomaban villas y castillos
en Murcia y Alicante. Antes de los veinte negoció hábilmente, en
nombre de la reina doña María de Molina y de su hijo don Fernando,
con don Jaime II, logrando en premio la mano de la infanta aragonesa
doña Constanza, hija de don Jaime, para dentro de ocho años, por ser
muy niña todavía. Su mediación con los Infantes de la Cerda le valió
el señorío de Villena. Pero su ambición le lleva á asociarse con el
infante don Felipe contra don Juan _el Tuerto_ por la tutoría de don
Alfonso XI, y luego se alía con el segundo contra el primero y hasta
se declara contra el Rey, la Regente y sus cortesanos, declarándolos
reos de muerte. Gracias que el Rey le ganó para sí pidiéndole la mano
de su hija doña Constanza, á quien hizo Reina, dándole en cambio
castillos y alcázares y el título de Adelantado Mayor de la frontera
y del reino de Murcia, con lo cual, satisfecho, entró en el reino
de Granada, venciendo á Osmín á orillas del Guadalhorce. Otra vez
se levantó contra Alfonso XI, y ésta aliándose con los mismos moros
vencidos, añadiendo la "despedida, del Rey", y "desnaturamiento" del
reino, usando del "fuero de la tierra". Motivo, el haber encerrado el
Rey á su esposa, hija de don Juan Manuel, en el castillo de Toro. En
esto murió su mujer, doña Constanza de Aragón, año de 1327. Alióse
con doña Juana Núñez de Lara, viuda de don Fernando de la Cerda, y
ajustó las bodas de los dos hijos de ésta, tomando él la mano de doña
Blanca y ofreciendo á don Juan Núñez, alférez mayor del Reino, la de
doña María, hija de don Juan _el Tuerto_. Luego buscó amistades en
Portugal, ofreciendo al infante don Pedro la mano de su hija, la que
fuera Reina de Castilla, y fué aceptada. Solicitó, además, y logró el
apoyo del rey de Granada Mohammad III y, en fin, metió cizaña entre
los privados del Rey, atrayéndose algunos á su bando. Con esto pudo
luchar con su sobrino don Alfonso XI, turbando la tierra, hasta tener
que humillársele el Rey en 1328, rogándole se le juntase contra los
moros, ofreciéndole la libertad de su hija. Aceptado, vuélvese el
Príncipe contra los granadinos, venciéndolos en todas partes. Vuelto á
Castilla, arremete de nuevo contra el Rey, hace treguas con el moro,
desbaratando los planes de don Alfonso. Cansado éste, en 1331, de tío
tan tornadizo y revolvedor, dicen le convidó á comer á Villahumbrales,
con don Juan Núñez, con propósito de deshacerse de él, como lo hizo
con don Juan _el Tuerto_; pero esquiva el peligro, y más sañudo, hace
alianza con don Pedro IV de Aragón. Quiere don Alfonso arrebatarle
su hija doña Constanza para impedir la boda con el de Portugal y le
sitia en Garci-Muñoz, de donde escapa en 1336 y se "desnatura" otra
vez. Así anduvo dos años más, revolviendo en bandos á Castilla, hasta
que, mediando su suegra doña Juana Núñez, tuvo por bien allegarse al
Rey por centésima vez, ayudándole ésta contra los moros africanos y
granadinos y muriendo en paz con todos en 1349, después de asistir á
las Cortes de Alcalá mismo, y en agosto ya su hijo don Fernando se
halla en el cerco de Gibraltar como señor de Villena. Concurrió don
Juan Manuel á la batalla del Salado y á la toma de Algeciras, como uno
de los más valientes guerreros de su tiempo. Pocos como él supieron tan
gallardamente menear á la vez la pluma y la espada. Pero lo que pasma
es ver á un varón tan bullicioso y revolvedor, de tan desapoderada
ambición, de entrañas tan vengativas, de altanería tanta, que parecía
cebarse en luchas perpetuas con el Rey, con los de su propia casa,
con los que el día anterior fueron sus amigos, ponerse á escribir con
la serenidad y sosiego de un sabio, que no sabe dejar su rincón ni
desnudarse el casero brial. ¿Quién dijera, al leer sus graves escritos,
sus patriarcales consejos, sus severas sentencias, que el mismo día
de asentar tan apesadumbradamente la pluma en el pergamino le había
de volver á ver entre sus mesnadas desnudo el acero en la diestra,
encarnizados los ojos de cólera contra su real sobrino ó firmando tan
frescamente alianza con el moro enemigo de España ó desnaturalizándose
de su patria como un forajido? He aquí un caso en que la vida y
carácter de un escritor no solamente no concuerdan y aclaran sus
escritos, sino que los contradicen de todo en todo. Este guerrero, este
vengativo, este hombre de violentísimas pasiones y desgarrado proceder,
escribe con la gravedad de Séneca y la candidez de un niño inocente.

Las obras de don Juan Manuel son: 1. _Tractado que fizo don Juan
Manuel sobre las armas_... (publicado). 2. _Libro de los Castigos
et Consejos ó Infinido_ (publicado). 3. _Libro de los Estados ó del
Infante ó de las Leyes_ (publicado). 4. _Libro del Caballero et del
Escudero_ (publicado). 5. _Libro de la Caballería_ (inédito). 6.
_Crónica Abreviada_ (inédito). 7. _Crónica complida_ (inédito). 8.
_Libro de los Engennos_ (inédito). 9. _Libro de la Caza_ (publicado).
10. _Libro de las Cantigas ó Cantares_ (inédito). 11. _Reglas cómo se
debe trovar_ (inédito). 12. _Libro de los Sabios_ (inédito). 13. _Libro
del Conde ó Libro de Patronio ó Libro de los Enxiemplos_ ó _El Conde
Lucanor_ (publicado). 14. _Tractado en que se prueba por razon que
Santa Maria está en cuerpo et alma en Paraiso_ (publicado). Su mismo
autor preparó el texto de sus obras antes de 1335 y lo depositó en el
monasterio de dominicos de Peñafiel, pero el tal texto desapareció.
No poseemos el _Libro de la Caballería_, hecho hacia 1320-1322 á
imitación del _Libre del orde de Cauayleria_, de Raimundo Lulio; ni
el _Libro de los Engennos_ ó de máquinas bélicas; ni las _Reglas cómo
se debe trovar_; ni el _Libro de los Cantares_, escritos los tres
antes de 1329; ni el _Libro de los Sabios_, que poco más ó menos fué
compuesto por el mismo tiempo. El de los _Cantares_ lo tuvo Argote de
Molina (1549?-1597) y quiso imprimirlo después de editar el del _Conde
Lucanor_, donde hay cuartetas de cuatro, ocho, once, doce y catorce
sílabas y redondillas octosilábicas. La _Crónica Abreviada_ (entre
1320 y 1324) lo es de la _General_, de su tío Alfonso X. Perdióse
la _Crónica complida_ y acaso está resumida en el _Chronicon domini
Johannis Emmanuelis_. El _Libro de la Caza_ se compuso hacia 1325-1326,
y en el c. 8 se habla de dos halcones llamados _Lançarote_ y _Galván_,
lo que muestra que ya se conocían las novelas del ciclo bretón. El
_Libro del Caballero et del Escudero_ es imitación libre del _Libro
del orde de Cauayleria_ de Raimundo Lulio. La primera parte del _Libro
de los Estados_ está fechada en 22 de mayo de 1330 y es obra didáctica
alegórica en 150 capítulos. El _Libro de los castigos_ ó _Infinido_ (no
acabado) es una colección de consejos á su hijo don Fernando, hecha
hacia 1334; en el c. 26 escribe para el monje Juan Alfonso _Las maneras
de amor_, sobre la amistad. De la misma época es el _Libro de las
armas_, de los blasones y privilegios de su linaje.

El _Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor et de Patronio_, en
cuatro partes, la más importante es la primera, en 51 capítulos; la
última lleva la fecha de 12 de junio de 1335. Debió de escribirse entre
1328 y 1335, antes del _Decamerón_, de Boccaccio, que se compuso entre
1348 y 1353. Ambas obras remedaron las _Mil y una noches_, haciendo
don Juan Manuel en su libro de califa con nombre de Conde Lucanor y
Patronio de Scheherazada. Son todos ejemplos ó apólogos con su moraleja
al fin, en versos que resumen la prosa del capítulo. Es la mejor obra
de don Juan Manuel, y en ella se muestra buen cuentista y narrador,
conciso y á la vez pintoresco, en hacer resaltar pormenores, hábil en
planear y desenvolver con gracia el caso, realista en aplicarlo á las
costumbres y gente de su tiempo y muy moral y severo en fondo y forma.

    =233.= Advertencia al _Libro de Patronio_: "Et los libros que
    él ha fecho fasta aquí son éstos: la _Coronica abreviada_, el
    _Libro de los Sabios_, el _Libro de la Caballería_, el _Libro
    del Infante_, el _Libro del Caballero et del Escudero_, el
    _Libro del Conde_, el _Libro de la Caza_, el _Libro de los
    Engennos_, el _Libro de los Cantares_. Et estos libros están
    en el monasterio de los fraires predicadores que él fizo en
    Peñafiel". Equivocando las últimas palabras, Pascual Gayangos
    hizo un _Libro de los fraires predicadores_, de un capítulo
    del _Libro de los Estados_. Argote de Molina dividió en dos
    el _Libro del Caballero et del Escudero_. El mismo Gayangos
    hizo otro libro titulado _De las maneras del Amor_, del final
    del _Libro de los Castigos et Consejos_; pero no es más que
    su final, como allí dice el mismo autor: "et asi lo porné en
    este libro". En el prólogo que puso don Juan Manuel á sus
    obras: "Todos los libros que yo fasta aqui he fecho son doce:
    el primero tracta de la razon por qué fueron dadas al infante
    don Manuel, mio padre, estas armas, que son alas et leones,
    et por qué yo et mio fijo legitimo heredero et los herederos
    del mi linaje podemos facer caballeros, non lo seyendo nos,
    et de la fabla que fizo conmigo el rey don Sancho en Madrid
    ante su muerte (_Tractado que fiso don Juan Manuel sobre las
    armas que fueron dadas á su padre el infante don Manuel, et por
    qué él et sus descendientes pudiesen facer caballeros non lo
    siendo, et de cómo pasó la fabla que con el rey don Sancho ovo
    ante que finase_)[21]. Et el otro de _Castigos et Consejos_,
    que dó á mi fijo don Fernando, et son todas cosas que yo
    probé. El otro libro es de los _Estados_. Et el otro es el
    _Libro del Caballero et del Escudero_. Et el otro _Libro de la
    Caballeria_, et el otro de la _Cronica Abreviada_, et el otro
    de la _Cronica Complida_. El otro el _Libro de los Engennos_,
    et el otro el _Libro de la Caza_, et el otro el de las _Reglas
    como se debe trovar_". Aunque antes dijo que eran doce sus
    libros, no hizo relación más que de once, y aquí olvida dos de
    los allí apuntados.

    De esto resulta que son trece los libros que él nombra; el
    catorce de la lista lo publicó Gayangos, y Amador de los Ríos
    le da el título de "_Libro sobre la Fe_, intitulado _ó Fray
    Remon de Masquefa_, que tal vez sea el omitido por el copiante
    al transferir el prólogo general de todas las obras" (_Hist.
    crít. de la Liter. Esp._, 1863, t. IV, pág. 234). Argote de
    Molina publicó el _Conde Lucanor_ en Sevilla, 1575, del cual
    se han hecho otras ediciones: Madrid, 1642; Stuttgart, 1840;
    Barcelona, 1853. Pero la mejor es la de Knust, Leipzig, 1900,
    sacada del mejor códice (Bibl. Nac., 6.376, antes S-34);
    la de Krapf, Vigo, 1902, reproduce el códice del Conde de
    Puñonrostro, hoy de la Academia Española, sin las adiciones de
    los otros, aunque sólo tiene la primera parte. Los códices son,
    además de los dos citados, otro de la Nacional (4.236, antes
    M-100), el de Gayangos, hoy en la Nacional (1.190), y el de la
    Academia de la Historia (Est. 27, gr. 3, E-78). Gayangos dió á
    luz los números 4, 1, 2, 3, 13, 14. José Gutiérrez de la Vega
    publicó el _Libro de la Caza_, Bibl. Venatoria, Madrid, 1879.

=234.= Leyendo á don Juan Manuel echamos menos lo que después hallamos
en la prosa artística del Renacimiento, ese buscar de palabras, frases
y metáforas, que condensen más ceñidamente el pensamiento, hagan
resaltar un toque, varíen el estilo, ya con mayor atropello, ya con
espacioso sosiego, pinten las cosas, distingan colores y sentimientos.
Los primeros renacentistas del siglo XV, como Santillana y el de
Villena, buscan por otro camino la novedad y la redondez de las lenguas
clásicas por medio del hipérbaton, desaforado las más veces, por el uso
de latinismos que desvirtúan el lenguaje. En don Juan Manuel no hay la
menor huella ni de lo uno ni de lo otro. Escribe con una sencillez de
niño que ignora los secretos del arte, no ha caído todavía en la cuenta
de que pueda escribirse de otra manera. Estamos en la niñez de la prosa
castellana. Véase, por ejemplo, cómo en el _Libro de la Caza_ menudea
la conjunción _et_, cómo corta cada frase de por sí, sin cuidarse de
engarzarlas en un todo más armónico. En esto le ganó su abuelo Alfonso
X, el cual gasta un ropaje más rozagante para envolver sus reales
leyes, un estilo como imperial y cesáreo, y en la _Crónica_ mayor
particularidad en los pormenores y en toques de color, que ofrecen
escenas tan menudas y sentidas como las de _Mio Cid_. Don Juan Manuel
desconoce la manera de dar color y amplitud á su decir, deja correr la
pluma con una sencillez paradisíaca. Acaso se acomode más esta cualidad
á los asuntos que trata, al apólogo y á los consejos que da un tan
elevado magnate á su hijo y á sus súbditos. Porque esa sencillez y no
buscada naturalidad nada tienen de bajo y de arrastrado; antes una
señoril elevación y una dignidad ahidalgada mantienen siempre en su
punto la llaneza del estilo.


[Ilustración: _Crónica de Don Jaime el Conquistador._ (Siglo XIV, Códice
                 de Poblet, Biblioteca de San Juan).]


No alardea don Juan Manuel, que bien pudiera, de erudiciones
empalagosas, como los autores renacentistas. Su erudición está en los
consejos, sentencias y cuentos, á la manera oriental eslabonados, que
parecen se traen de la mano unos á otros, sin extremar el enchufado,
como en las _Mil y una noches_ acontece. En el lenguaje no faltan voces
propias y particulares, mayormente en el _Libro de la Caza_, aunque
no sea tan rico como el del Arcipreste de Hita, que por allegarse más
al pueblo y ser tan soberano poeta y juglar de castiza cepa, gana en
riqueza de vocabulario á todos los autores de la Edad Media. Tampoco
tiene su gracejo, su alegría, y menos su ironía socarrona el príncipe
don Juan Manuel, el cual nunca desciende de su gravedad principesca ni
se mezcla con la gente villana de plazas y encrucijadas.

    =235.= El infante Juan Manuel, _Obras_, ed. P. de Gayangos,
    Bibl. de Aut. Esp., t. LI; _Libro de las tres razones_, ed.
    A. Benavides, en _Memorias de don Fernando IV de Castilla_,
    Madrid, 1860, t. I, págs. 352-362; _Libro de los Estados, ó
    del Infante_, ed. A. Benavides, _Memorias de don Fernando IV
    de Castilla_, Madrid, 1860, t. I, págs. 444-599; _El Conde
    Lucanor_, ed. H. Knust [y A. Birch-Hirschfeld], Leipzig,
    1900; _El Conde Lucanor_, ed. E. Krapf, Vigo, 1898; _El Conde
    Lucanor_, ed. E. Krapf, Vigo, 1902; _Libro de la Caza_,
    ed. J. Gutiérrez de la Vega, en _Biblioteca venatoria_,
    Madrid, 1877, t. III; _Libro de la Caza_, ed. G. Baist,
    Halle, 1880; _El Libro del Cauallero y del Escudero_, ed.
    S. Gräfenberg, en _Romanische Forschungen_, Erlangen, 1893,
    t. VII, págs. 427-550; _La Cronica complida_, ed. G. Baist,
    en _Romanische Forschungen_, Erlangen, 1893, t. VII, págs.
    551-556. Consúltense: G. Baist, _Alter und Textüberlieferung
    der Schriften don Juan Manuels_, Halle, 1880; R. Menéndez Pidal
    [recensión de las obras publicadas por los señores Gräfenberg
    y Baist, en _Romanische Forschungen_, t. VII], en _Revista
    Crítica_, etc., Madrid, 1896, t. I, págs. 111-115; Sra. de
    Menéndez Pidal, en _Romania_ (1900), t. XXIX, págs. 600-602; F.
    Dönne, _Syntaktische Bemerkung zu don Juan Manuels Schriften_,
    Jena, 1891; F. Hanssen, _Notas á la versificación de Juan
    Manuel_, en _Anales de la Universidad de Chile_ (1901), t. CIX,
    págs. 539-563; A. Giménez Soler, _Un autógrafo de don Juan
    Manuel_, en _Revue hispanique_ (1906), t. XIV, págs. 606-607;
    A. Giménez Soler, _Don Juan Manuel_ (en publicación).

    =236.= FRAY GUIDO DE TERRENA († 1342), natural de Perpiñán,
    general de los carmelitas desde 1318, escribió _Super octo
    libros physicorum Aristotelis. In libros de anima. In XII
    libros metaphysicae. Quodlibetorum liber I. Quaestionum
    liber I. Super IV libros Sententiarum. De perfectione vitae.
    Concordia Evangeliorum. Expositio in tria cantica. De
    haeresibus. Correctio Decretorum. De vita et moribus Christi_,
    etc.

    FRAY JUAN DE CLARAVÓ, catalán, carmelita y obispo de Cerdeña
    desde 1327, escribió _Commentariorum in libros Sententiarum
    libri IV. Lecturae. Sermones._

    ÁLVARO PELAGIO (Peláez, Páez ó Payo), franciscano y escotista,
    obispo de Silves, escribió en 1330 _De planctu Ecclesiae.
    Apologia pro Ioanne XXII adversus Guillelmum Ockam. Speculum
    Regum. Collyrium fidei contra hacreses. Summa Theologiae._

    Hasta 1336 vivió el M. ALFONSO converso de VALLADOLID, antes
    Rabbi Abner, que trasladó de hebreo en romance, por mandado de
    la infanta doña Blanca, señora del monasterio de las Huelgas,
    de Burgos, el _Libro de las batallas de Dios_, que había
    escrito primero en hebreo (núm. 217).

=237.= _Año 1343._ El _Libro de buen Amor_, del Arcipreste de Hita,
acabado de escribir el año 1343, es el libro más valiente que se ha
escrito en lengua castellana. Nuestra literatura ofrece tres cimas,
que se yerguen hasta las estrellas y sobresalen entre las obras más
excelsas del ingenio humano. El _Quijote_ en el género novelesco, _La
Celestina_ en el dramático, _El Libro de Buen Amor_ en el satírico,
en el lírico, en el dramático, en todos los géneros, porque todos los
confunde la reventazón creadora de un poeta solitario, que alza su
voz poderosa en el silencio de una sociedad medio guerrera y medio
bárbara. Pero en reciura de músculos, en volubilidad de meneos, en
fuerza de rugiente vida, en desenfadada sinceridad y abertura de pecho,
el Arcipreste de Hita se adelanta á todos los artistas del mundo. Este
hombre es el gigantazo aquel, llamado Polifemo, que nos pintó Homero,
metido á escritor. Los sillares con que levanta su obra son vivos
peñascos, arrancados de la cumbre de las montañas y hacinados sin
argamasa ni trabazones convencionales, de las que no pueden prescindir
los más celebrados artistas.

"¡Qué lástima--dice benditamente Martínez de la Rosa--que un hombre de
tanto ingenio naciese en un siglo tan rudo!". ¡Acaso--digo yo--naciendo
en el que nacisteis hubiera sido de vuestra atildada escuela! Porque
¿quién sabe si vuestro ingenio académico, puesto en el siglo XIV,
hubiera volado tan sin pihuelas como el del Arcipreste?

Su boca dice todo lo que encierra su pecho, y el pecho de este poeta
primitivo es grande como el universo. ¡Una verdad tan sin tapujos que
tumba de espaldas al más arrojado! ¡Un realismo tan cimarrón, que ciega
y acobarda al más atrevido! Tan grande, tan colosal es el Arcipreste de
Hita, que sobrepujando á toda previsión y escapándose de toda medida,
se les ha ido de vuelo á los críticos más avizores y de más firme
mirar. El Greco se queda corto en pintura, para lo que en literatura es
Juan Ruiz[22]. Su obra, repito, es el libro más valiente que se halla
en esta literatura castellana de escritores valientes y desmesurados
sobre toda otra literatura.

La obra del Arcipreste es toda suya, personal, originalísima. ¿Que
glosó una comedieta latina, que engarzó en su libro fábulas orientales,
de todos conocidas entonces, que tomó de la literatura francesa algún
fabliau y el tema del combate entre don Carnal y doña Cuaresma? Ésos
son materiales en bruto, que el poeta labró, pulió, vivificó con
aliento nuevo y no soñado por los autores que tales materiales le
ofrecieron.

Levántase el Arcipreste entre dos épocas literarias sin pertenecer
á ninguna de las dos, aunque con dejos de la que le precedió: la de
los apólogos sentenciosos y últimos vagidos del _mester de clerezia_,
que fué lo que hasta entonces se había escrito, y el renacimiento de
torpe y retorcido decir de don Enrique de Villena y del Marqués de
Santillana, que vino á poco, seguido de la lírica postiza y desleída de
los cortesanos de don Juan el II.

¡Increíble parece que, resonando todavía y retiñendo en lo hondo de
los corazones aquel metal de voz de un tan verdadero vate como Juan
Ruiz, tuvieran valor de chirriar, no uno, ni una docena de afeminados
boquirrubios, sino toda aquella cáfila y enjambre de ahembrados
poetillas, cuyas ñoñeces nos conservó Baena en su _Cancionero_,
cerrando la procesión de tan almibarados donceles el por luengos años
de más estruendo y más enrevesado y menos delicado y natural poeta que
conozco, el famosísimo Juan de Mena!

Pasados los tiempos heroicos de la épica castellana con sus gestas, de
las cuales nos ha quedado el más acabado modelo en el cantar de _Mio
Cid_, nació, en los comienzos del siglo XIII, un género de poesía, ni
épica ni lírica, que los mismos poetas llamaban _mester de clerezia_.
Clérigos eran, efectivamente, por la mayor parte, porque apenas si
la cultura y las letras alcanzaban más que á los clérigos. Fruto de
la erudición latino-eclesiástica, por medio de la cual les llegaba
por una cierta manera mitológica algo de la antigua historia y de sus
héroes, eran aquellos poemas para leídos por monjes y estudiantes de
las nacientes universidades; sus voces no llegaban á las mesnadas de
guerreros, á las cortes de los reyes ni á las fiestas y regocijos
populares. Así era de prosaico y didáctico el tono de aquellas leyendas
devotas y poemas de Berceo, del _Alixandre_, del _Libro de Apolonio_
y otros, á vueltas de cierta candidez y color primitivos, que si no
enardece y levanta los pensamientos, agrada, y, sobre todo, contentaba
á sus poco leídos lectores y más á sus autores, los cuales despreciaban
la verdadera poesía del pueblo, que llamaban _mester de juglaria_.

Pero la cultura arábiga, fomentada por Alfonso _el Sabio_, trajo á
España el saber grave, diluido en apólogos y sentencias, y de él se
alimentó la prosa castellana, llevada á la legislación, á la historia
y á la ciencia por el sabio Rey. Á poco, la corriente lírica gallega
se derramó por toda la Península, escribiéndose nuestra lírica
erudita en aquella dulce lengua, y desaparece el pesado alejandrino,
sustituyéndole la riqueza métrica de aquellos cantares cantables y
ligeros de la musa, ya erudita, ya popular, venida de Galicia. La
sociedad medieval se transformaba á la par de caballeresca en burguesa,
y el empuje realista del popular pensar y sentir no pudo menos de
llegar á la literatura. Estos cambios se verificaron en el siglo XIV,
en que vivió el Arcipreste de Hita. El añejo _mester de clerezia_ se
coloreó no poco con estas novedades, y á él pertenecen en el siglo XIV
el rabí don San Tob de Carrión y el canciller Pero López de Ayala. No
menos pertenece á él nuestro Arcipreste, por la intención moralizadora
de su libro y por la doctrina y fábulas orientales de que lo entreveró;
pero no menos, antes mucho más, ha de tenerse por poeta popular del
_mester de juglaria_, como él mismo francamente lo proclama, sin
desdeñarse por ello (c. 1633):

      Señores, hevos servido con poca sabidoria:
    por vos dar solás á todos, fablévos en juglería.

Con estas palabras, y mucho más con su libro, sus cantares y "cantigas
de dança e troteras, para judios e moros e para entendederas, para
ciegos y escolares, para gente andariega" (c. 1513, 1514), alzó bandera
revolucionaria en el campo de la literatura erudita, injertándole
la savia popular, la única que suele y puede engrandecerla. Él fué
quien enterró el _mester de clerezia_, desgarrándose de la tradición
latino-eclesiástica; él quien rompió todos los moldes de erudiciones
trasnochadas, de ritmos apesadumbrados y de entorpecidos andares; él
quien supo aprovechar como nadie en sus apólogos la manera pintoresca
y sentenciosa de la literatura oriental, harto mejor que en sus prosas
don Juan Manuel, su contemporáneo; él quien dió vida á la sátira moral,
harto mejor que el Canciller y el Rabí; él quien llevó á la literatura
castellana las cantigas, las villanescas y las serranillas gallegas; él
quien zanjó para siempre el realismo de nuestra literatura; él, en una
palabra, quien dió vida de un golpe y en un solo libro á la lírica, á
la dramática, á la autobiografía picaresca, y, sobre todo, á la sátira
en todos sus matices.

El Arcipreste de Hita no puede ser encasillado, como no pueden serlo
los pocos altísimos ingenios que se levantan sobre la muchedumbre de
los poetas y escritores comunes, por sobresalientes que algunos de
ellos sean. Fuélo, sin duda, el infante don Juan Manuel, el único cuya
voz puede oirse mientras canta el de Hita; pero entre uno y otro hay
un abismo. Porque nuestro Arcipreste, no sólo es el primer poeta de su
siglo, sino de toda la Edad Media española, y fuera de España tan sólo
el Dante puede con él emparejar.

¿Quién fué este hombre tan extraordinario? Fuera de lo que nos
pueda decir su _Libro de Buen Amor_, no sabemos ni una palabra; y
este libro es tan naturalmente artístico y tan irónico y socarrón y
en castellano tan viejo y poco conocido escrito, que él y su autor
siguen siendo hasta hoy una verdadera quisicosa, un enigma, aun para
las personas más doctas. Para Menéndez Pelayo fué el Arcipreste "un
clérigo libertino y tabernario"; para Puymaigre, "un librepensador, un
enemigo de la Iglesia"; para José Amador de los Ríos, por el contrario,
fué "un severo moralista y clérigo ejemplar, que, si es cierto que
cuenta de sí propio mil picardías, lo hace para ofrecerse como víctima
expiatoria de los pecados de su tiempo, acumulándolos sobre su inocente
cabeza" (MENÉNDEZ Y PELAYO, _Antología_, III, página LXII). Si con tan
encontradas opiniones se juzga del hombre, de esperar es que con las
mismas se juzgue de su obra, que no ha faltado quien la llamase nada
menos que _Libro de alcahuetería_.

Bien es verdad que todos convienen en tenerle por extraordinario
poeta. Pero ¿puede ser poeta tan extraordinario un hombre que va
contra el sentir de toda la sociedad cristiana en que vive, como lo
supone Puymaigre? Los grandes poetas que conocemos sobresalieron entre
sus contemporáneos; pero fueron la voz de toda la sociedad en que
vivían, y eso les hizo ser grandes. ¿Puede ser extraordinario poeta un
poeta "clérigo, libertino y tabernario; un escolar nocherniego, gran
frecuentador de tabernas; un clérigo de vida inhonesta y anticanónica",
como dice de él Menéndez y Pelayo? Yo concederé que entre tales
hombres pueda darse un poeta; jamás un extraordinario poeta. Los más
encumbrados pensamientos y los sentimientos más delicados no andan por
las tabernas y lupanares. Si alguien puede creer lo contrario, respeto
su opinión; pero me guardo la mía en todo contraria. Si otros creen
que un desalmado sin conciencia y sin religión, en un siglo religioso,
sobre todo, puede ser poeta excelso, de los de gran talla, de los pocos
que se levanten á lo más alto, como yo tengo fué el Arcipreste, tampoco
me ofenderé; pero seguiré creyendo que esos altísimos ingenios jamás se
dieron sin una honda creencia religiosa en el corazón, fuente la más
pura y abundante de la sublime poesía. Pero todo esto es opinar. Lo
que en limpio de todo ello se saca es que el valer del Arcipreste y de
su libro sigue en balanzas, que el _Libro de Buen Amor_ es todavía un
enigma aun para los más doctos y discretos.

Del libro, bien estudiado, se sacan las pocas noticias siguientes,
tocantes al extraño personaje de su autor: Llamóse _Juan Ruiz_ (c. 19 y
575). Nació en Alcalá de Henares (c. 326, 1510, 1457). Fué _Arcipreste_
de _Hita_, villa en la provincia de Guadalajara. Cargo era éste de
importancia, como entonces todos los eclesiásticos, y el primero
de la villa, puesto que el Arcipreste es cabeza de todos los demás
clérigos. Era ya muerto, probablemente, á no ser que hubiera dejado el
arciprestazgo, el año 1351, pues en escritura que cita Antonio Sánchez
era Arcipreste allí y aquel año un tal Pedro Fernández; todavía parece
más probable que hubiese muerto para el año 1348, como deduzco por
cierta conjetura de la copla 326. Acabó de componer su libro el año
1343 (c. 1634), siendo ya viejo (c. 1692) y estando preso en Toledo por
mandado del Arzobispo de aquella ciudad, don Gil de Albornoz (c. 1671,
1709).

Compuso, por consiguiente, el libro en los últimos años de su vida,
preso y lleno de angustias, agraviado é injustamente puesto en
prisión, "por _causas meramente curiales_", dice Menéndez y Pelayo,
muy probablemente por falsas delaciones sobre que hablaba contra el
Arzobispo, llevadas de parte de los clérigos de Talavera, fuertemente
enojados por la sangrienta sátira que contra ellos escribió (c. 1690).

Fué persona leída y entendida en Sagrada Escritura, Derecho civil y
canónico, en la erudición latino-eclesiástica de su siglo y en los
libros de don Juan Manuel y demás obras que hasta entonces se habían
escrito en lengua vulgar.

La biblioteca del Arcipreste debió de ser harto menguada. Por su libro
se saca que conocía la _Biblia_, varias obras canónicas y jurídicas,
que menciona en la copla 1152; las _Decretales_ (c. 1148); el _Decreto_
(introducción); el _Especulo_ (c. 1152); el _Libro de las tafurerias_
(c. 556); el _Conde Lucanor_, del cual sacó el asunto de algunas
fábulas; el poema de _Alixandre_, al cual imita (c. 1266); algún
_Isopete_, del que sacó el de otros apólogos[23]; el _Pamphilus_,
que glosó; los _Aforismos de Caton_ (introducción y c. 44, 568). Á
Aristóteles cita en la copla 71; á Tolomeo, en la 124, y á Hipócrates,
en la 303; pero, sin duda, de segunda mano.

No tenía ningún clásico latino, ni menos griego, pues aunque cita á
Ovidio (429, 446, 612, 891), para él y sus contemporáneos Ovidio Nason
era principalmente el _Pamphilus_ medieval, obra de un monje imitador
del verdadero Ovidio. Tampoco trae nada su libro de la _Disciplina
clericalis_, del judío converso español Pedro Alfonso, ni del _Libro de
los engaños_ ó _Sendebar_, mandado verter al castellano por el infante
don Fadrique, obras ambas que pudiera muy bien haber aprovechado por
la comunidad de asuntos y que acaso leyó, pero que es extraño no
hayan dejado la menor huella en el _Libro de Buen Amor_. De la poesía
francesa debió conocer algo, aunque no tanto como creyó Puymaigre, pues
el cuento de _Pitas Pajas_ probablemente fué español de origen, si no
fué invento del mismo Arcipreste (473), y las serranillas tenían su
abolengo más en Galicia que en Francia. No habiendo conocido el _Roman
de la Rose_, derramado por toda Europa y de asunto tan parecido al de
su libro, ¿qué otra obra francesa iba á conocer?

Pero este maravilloso poeta, si no tenía libros, tampoco los
necesitaba. Fué un vidente de la naturaleza, de las almas, de la
sociedad en que vivía; un verdadero vate, que estaba por cima de los
libros y calaba adonde los libros no alcanzan.

Que fué personaje de cuenta y de gran confianza para el gran estadista,
no menor conocedor de hombres y severo y enterizo Arzobispo de
Toledo, gran privado del emperador Alfonso XI y del Papa (mis notas
á las coplas 1690, 1516), don Gil de Albornoz[24], se ve claramente
por la grave comisión que le encargó de llevar sus letras al clero
de Talavera, con amplios poderes (c. 1690) para retraer á aquellos
clérigos de la suelta vida que llevaban y hacerles apartar de sus
mancebas, á ellos y á los seglares de aquella población. Puesto que
don Gil fué Arzobispo de Toledo desde el año 1337 hasta el 1350, en
que se puso al servicio del Papa en Aviñón, esta comisión fué después
del año 1337, algunos años más tarde, sin duda, y el Arcipreste era ya
hombre entrado en años, pues él se llama viejo (c. 1692) y de conocido
valer, prudencia y severas costumbres. Este hecho incontrastable y
cierto de toda certeza es el que ha de tenerse bien en cuenta al juzgar
de su persona y de su obra, la cual vino á escribir por las causas y
acontecimientos que de todo esto se desprenden y son como siguen.

No debió ser grande la enmienda de los clérigos de Talavera, cuando,
á pocos años, escribió el Arcipreste la famosa sátira, que añadió más
tarde al final de su libro. Poco después se vió puesto en prisión por
causas desconocidas, y lo más probable por las dichas delaciones de
aquellos señores (c. 1709). Entonces fué cuando, tomando aquella sátira
clerical como boceto de otra mayor, compuso el _Libro de Buen Amor_,
cuyo intento es claramente satirizar á los clérigos de vida airada,
que, como aquellos de Talavera, tanto abundaban por España (c. 505). El
personaje principal de todo el libro es un arcipreste, como cabeza de
clérigos perdidos y más perdido que todos ellos.

Para dar vida dramática á la sátira, habla en primera persona el de
Hita, poniéndose así en el lugar del dicho arcipreste abstracto,
que personifica toda la perdida clerigalla. De este modo, en forma
autobiográfica, va describiendo cuanto á aquellos clérigos solía
acontecerles, que se resume en la lucha en su alma y en sus obras entre
el espíritu cristiano del amor de Dios ó buen amor, como el Arcipreste
le llama, y el espíritu carnal y mundano, que él intitula _locura_
ó _loco amor_. Llevado de la naturaleza carnal, que el protagonista
atribuye al sino, conforme á las doctrinas astrológicas de entonces,
busca una tras otra mujeres para sus amoríos, valiéndose de tercerones
y de terceronas viejas. La fe cristiana le vuelve una y otra vez á Dios
y al buen camino mediante los desengaños, de que la gracia se vale,
según la católica teología. Pero suele quedar vencedor el loco amor,
porque tal sucede á los hombres de carne y hueso, y el Arcipreste no se
espanta de pintar los hechos y la verdad como ella se es.

La idea capital del libro está, por consiguiente, en que pinta al
hombre mundano, sobre todo cristiano y clérigo, el cual conoce el mal
que hace y se arrepiente; pero que vuelve á caer en los lazos del
loco amor, que acaba señoreándole. La unidad de plan no puede ser más
clara ni el intento de satirizar á los locos clérigos, naturalmente
para aprovechamiento de ellos y de los demás. Pero así como el ingenio
poderoso de Cervantes convirtió en sátira de toda la sociedad de su
tiempo y aun de toda la humanidad la que pretendió hacer de los libros
de caballería, de la misma manera el ingenio del Arcipreste, tan grande
acaso como el de Cervantes y, si menos clásico y en todo mesurado, más
primitivo sin duda y montaraz, convirtió la sátira de los clérigos en
la sátira de la sociedad del siglo XIV y de la humanidad de todos los
tiempos. El _Libro de Buen Amor_ es, como dice Menéndez y Pelayo, la
_Comedia Humana_ del siglo XIV y la epopeya cómica de la Edad Media.

Un arcipreste erudito, canonista, grave y macizo, ya entrado en años y
que sin embargo emprende y lleva á feliz cima semejante obra, hubo de
ser de un temple capaz de hacer cara á todos los enemigos que, heridos
en lo más vivo, y poderosos por su estado clerical y asegurados en la
costumbre, que viene á ser nueva naturaleza y nueva ley y derecho, se
le echasen encima ó solapadamente jurasen su perdición y se la tramasen
por todas vías. Tal sucedió, y no podía menos de suceder; pero la
grandeza de corazón de aquel hombre queda, por lo mismo, fuera de todo
debate.

Hay otro género de enemigos todavía peores, el de los mojigatos y
escrupulosos, el de los hipócritas, que se espantan y se llevan las
manos á la cabeza al leer la realidad de lo que cada día sucede,
cuando hay quien sepa pintarla tal cual es, sin medias tintas que la
ensombrezcan y suavicen, y que acaso no se espanten de los hechos
vistos y tocados, y quién sabe si por ellos mismos cometidos. Este
linaje de gentes siguen siendo hoy mismo enemigos del Arcipreste de
Hita, aunque parezcan tan anchos de manga como Puymaigre. Mas el alma
del Arcipreste era de tan finos aceros y de tan levantados vuelos, que
se sobrepuso á todos esos espantadizos y asombradizos grajos. Su pincel
se tiñó en los hechos más sangrientos de la realidad y llevó al lienzo
el más fiero realismo, chorreando sangre y verdad á puñados.

Pero no es lienzo ni pintura este libro; es piedra berroqueña,
grabada á martillazo limpio por un cíclope. La literatura griega es
de alfeñique ante esta obra de un verdadero primitivo del arte: sólo
Esquilo puede aparearse con él en la fuerza, y sólo asentado entre los
primitivos artistas egipcios se halla como en su casa y en compañía de
quien le entienda, ó codeándose con un Ezequiel y un Isaías, almas de
la misma cantera que la de este hombre verdaderamente varonil y artista
colosal.

No es que quisiera ofrecerse como víctima expiatoria de los pecados
de su tiempo, como devotamente dijo Amador de los Ríos; es que no era
hombre para entender que alguien se espantase de que se atribuyese á sí
el papel de clérigo tabernario y libertino.

Todos hemos conocido en nuestra España curas de tan sanas costumbres
como de desenfadado buen humor, que están por cima de hablillas y
chismografías de barrio y les gusta terciar con todos y chocarrear
á sus tiempos y aun tocar la guitarra y cantar flamenco, si á mano
viene. De esta madera fué el Arcipreste. Sabía de cantares y tonadas,
de cristianos, moros y judíos, que entonces vivían harto mejor
hermanados de lo que se figuran los cuáqueros y cátaros que quieren
ahora monopolizar la fe católica, tan grande de suyo, que no cabe ni
asoma siquiera en pechos tan pequeños y apilongados. Para todos hacía
coplas y tañía instrumentos, á lo menos entendía de ellos. Sabía de
tonadillas y cantares arábigos. Conocía á entendederas ó ensalmaderas
y curanderas, á estudiantes nocherniegos y á ciegos cantadores y les
hacía á todos coplas. Calaba las tramoyas de las viejas celestinas,
llamadas entonces trotaconventos, grandes cuentas al cuello,
enlabiadoras de dueñas, terceronas de clérigos. Todo ello lo tenía muy
sabido el Arcipreste y lo pintó tal como lo sabía y no le pasó por
pensamiento desdeñarse ni correrse ni menos asombrarse de escribirlo.
Porque era un hombre, y los asombradizos de entonces y de ahora no sé
lo que serán, pero hombres están lejos de serlo.

Sólo él, grave y regocijado á la par, podía escribir aquel carnaval de
abigarrado colorido, en que van pasando todo linaje de gentes con sus
locuras y solapadas intenciones, y él les va arrancando sin compasión
la careta. Allí, como dice Dozy, los caballeros que vienen presto al
tomar de la paga, tarde al partirse á la frontera, jugadores de dados
falsos; los jueces poco escrupulosos y los abogados intrigantes y
cohechadores; los criados que se distinguen por catorce cualidades,
pobres pecadores que guardan muy bien el ayuno cuando no tienen qué
llevarse á la boca; las nobles damas vestidas de oro y seda; las
delicadas monjas de palabrillas pintadas y sabrosas golosinas, las
judías y moras, las villanas de la sierra, chatas y lujuriosas como
cabras, de anchas caderas y macizas espaldas.

"La fantasía ingeniosa, la viveza de los pensamientos, la exactitud con
que pinta las costumbres y los caracteres, la encantadora movilidad
de su ingenio, el interés que acierta á comunicar al desarrollo de su
obra, la verdad del colorido, la gracia con que cuenta los apólogos
y, sobre todo, _la incomparable y profunda ironía_, que ni á sí mismo
perdona, dice el famoso crítico alemán _Clarus_ (Guillermo Volk), le
elevan, no solamente sobre otros poetas españoles que le siguieron,
sino sobre la mayor parte de los poetas de la Edad Media en toda
Europa".

Menéndez y Pelayo señala como cualidades principales del Arcipreste:
"La primera, el intenso poder de visión de las realidades materiales:
en el Arcipreste todo habla á los ojos: todo se traduce en sensaciones;
su lengua, tan remota ya de la nuestra, posee, sin embargo, la virtud
mágica de hacernos espectadores de todas las escenas que describe".

"Es la segunda de sus dotes una especie de ironía superior y
transcendental, que es como el elemento subjetivo del poema, y que
unido al elemento objetivo de la representación, da al total de la obra
el sello especialísimo, el carácter general á un tiempo y personal, que
la distingue entre todas las producciones de la Edad Media. La obra
del Arcipreste refleja la vida entera, aunque bajo sus aspectos menos
serios y nobles; pero en medio de la nimia fidelidad del detalle, que
en cada página hace recordar las bambochadas y los bodegones flamencos,
pasa un viento de poesía entre risueña y acre, que lo transforma todo
y le da un valor estético superior al del nuevo realismo, haciéndonos
entrever una categoría superior, cual es el mundo de lo cómico
fantástico. En este género de representaciones brilla principalmente
el Arcipreste, y es lírico á su modo, con opulencia y pompa de color,
con arranque triunfal y petulante verso, sin dejar de ser fidelísimo
intérprete y notador de la realidad". (_Antol._, III, CX).

Pero no admito "la tercera y muy visible dote, la abundancia
despilfarrada y algo viciosa de su estilo, formado principalmente á
imitación del Ovidio, de cuyas buenas y malas condiciones participa en
alto grado, puesto que la riqueza degenera en prodigalidad, y la idea
se anega en un mar de palabras...". Ni se formó en Ovidio, ni leyó
siquiera un solo verso suyo, ni se le parece en nada más que en ser
Ovidio elegantísimo y social poeta, y el Arcipreste poeta insociable
y primitivo, de lo más primitivo, bronco y estupendamente salvaje que
resolló y echó á este mundo la diosa Madre de la poesía universal,
de la cual fueron hijas helénicas las elegantes Musas clásicas que
conocemos.

En cambio, añado yo que el Arcipreste no fué poeta de una sola cuerda,
como la mayoría de los poetas lo fueron. Á lo aristofanesco de alguna
serranilla y de la contienda entre don Carnal y doña Cuaresma, junta el
candor de égloga, más natural que el de Teócrito, en otras serranillas;
á la vena satírica quevedesca del poder del dinero y de las costumbres
de los clérigos talaveranos, caballeros y monjas, la delicada y suave
unción de los gozos de la Virgen, en el tono con que los ha cantado
siempre el pueblo; á lo dramático y hondamente psicológico de la
paráfrasis del _Pamphilus_, lo sublimemente trágico de la elegía á la
Muerte; á lo tristísimamente endechado en las Cantigas á María, lo
triunfalmente pindárico del epinicio cantado á Cristo como venciendo á
la muerte misma, reina del universo; á lo sentencioso de los consejos
de don Amor y á lo oriental de los apólogos, lo muy occidental y jamás
igualado cómico del rezo de los clérigos con sus amigotes golfines y
en acecho de dueñas y mujerzuelas. Por tal brusquedad de saltos baja y
sube nuestro Arcipreste de lo cómico á lo trágico, de lo lírico á lo
dramático, de lo idílico á lo satírico y todas las cuerdas pulsa y tañe
como poeta consumado, con un garbo y soltura asombrosa, sobresaliendo
siempre la fuerza, el color, el sentimiento y la veracidad.

Nada diré acerca del estilo, porque tamaño escritor no podía menos de
tenerlo, y lo tiene tan personal y propio como el más pintado de los
escritores castellanos. Ni del caudal léxico y gramatical, que es en
su tanto el más rico de los escritores de la Edad Media y en su libro,
como en ningún otro, puede estudiarse el castellano antiguo. Pero he
de añadir que el Arcipreste emplea no pocas voces con el significado
aragonés y algunas pura y exclusivamente aragonesas. ¿Bastará para dar
razón del hecho el emplearse no pocos aragonesismos en Guadalajara,
Segovia y, sobre todo, en Soria?

Dejóse decir Puymaigre (_Les vieux auteurs castillans_, II, pág. 83)
que el Arcipreste fué un discípulo de la literatura francesa y que en
nada fué poeta español: "Ruiz n'a guère d'espagnol que sa langue, et
encore y mêle-t-il grand nombre de mots d'origine étrangère". Yo, á
salida de tal calibre, sólo le respondería que hasta hoy, por lo menos,
no se ha dado en Francia escritor alguno del temple, de la fuerza y
color que el Arcipreste de Hita; que sus grandes escritores y artistas
son de otro jaez; que Juan Ruiz es el artista y escritor más español y
más de raza que conozco. Sus cualidades son las de nuestra literatura
y enteramente encontradas y opuestas á las de la literatura francesa.
Cuanto al "grand nombre de mots d'origine étrangère", el índice de
voces de mi edición prueba claramente que ni una sola fué de otra
cepa que la castiza y popular castellana. Por fortuna, nuestros tres
principales escritores, Cervantes, Rojas y Juan Ruiz, nacieron en el
centro de la meseta castellana y á pocas leguas en la misma región
toledana, donde se fraguó nuestro lenguaje literario.

La versificación ordinaria del _Libro de Buen Amor_ es el llamado
_tetrástrofo_ ó _quaderna vía_ ó _alejandrino_.

    =238.= Alude, en la copla 1088, al Sultán de África, llamado
    Aly, que sucedió en 1331 á su padre Othman, y envió á España
    á su hijo Abdel-Melek, que tomó á Granada, y por entonces se
    apoderó de Tlemecen y Túnez. Proclamó la guerra santa contra
    España y fué derrotado el 30 de octubre de 1340, á orillas del
    Salado, cerca de Tarifa. Esta fecha es, pues, anterior á la
    composición de este libro. El códice _S_ dice que se compuso
    el 1343, lo cual queda confirmado por este pasaje: teniendo
    el Arcipreste tan fresco el hecho de pocos años antes, pudo
    componer este libro el 1343.

    En la copla 326 habla de la "Era de mil é treçientos en el
    ano primero, | Rregnante nuestro señor el leon masillero, |
    Que vin' á nuestra cibdat por nonbre de monedero". Esta era
    es la de César, que comienza treinta y ocho años antes de la
    cristiana, y por ella se contaba en España, esto es, el año
    1339 de Cristo. Dentro de los trece años que van del 37 al 50
    de aquel siglo XIV, durante los cuales fué Arzobispo de Toledo
    el cardenal don Gil de Albornoz, hay que poner la prisión en
    aquella ciudad de nuestro Arcipreste. Acaso alude, pues, aquí á
    que el año 39 pudo ser su prisión por acusación de los abades y
    clérigos de Talavera, lobos reales y abogados de fuero. Según
    _S_ fué compuesto este libro el año 1343, y _G_ y _Τ_ dicen que
    el año 1330, cuando aún no era arzobispo don Gil. Pudo, pues,
    estar preso desde el 39 y comenzar á escribir el 43, estando
    preso, como dice con letra encarnada que escribió su libro, el
    códice _S_ (c. 1709). Llama al rey Alfonso XI _león masillero_,
    esto es, que hace riza y se encarniza y ensangrienta hiriendo
    á sus enemigos, como lo hizo este rey, verdadero león español,
    que "si alcanzara más larga vida, desarraigara de España las
    reliquias que en ella quedaban de los moros" (MARIANA, _H. E._,
    16, 15), pues murió mozo de treinta y ocho años. Dice que _vino
    á nuestra cibdat por nonbre de monedero_. En efecto, Alfonso
    fué á Alcalá dos veces para sacar dinero, que esto es lo que
    _monedero_ indica aquí, el que labra moneda, y en este caso el
    que se la procura. _Ordenam. Cort. Burgos_, 1315: "Que aquellos
    que son monederos naturales de padre ó de abuelo é saben labrar
    moneda, que gelo guardemos, et los otros que nunca labraron
    moneda é lo han por cartas ó previlegios, que gelo revocamos".
    La primera vez que fué el Rey á Alcalá fué el año 1342, después
    de Burgos, cuando instituyó las _Alcabalas_, de donde le llama
    _monedero_. Oigamos á Mariana: "Tenía el Rey puesto todo su
    cuidado y pensamiento en cercar á Algeciras y en allegar para
    ello dineros de cualquier manera que pudiese. Aconsejáronle que
    impusiese un nuevo tributo sobre las mercadurías. Esta traza
    que entonces pareció fácil, después el tiempo mostró que no
    carecía de graves inconvenientes. Tomado este consejo, el Rey
    se partió para Burgos... Por la grande instancia que el Rey y
    estos Señores hicieron, los de Burgos concedieron al Rey la
    veintena parte de lo que se vendiese, para que se gastase en
    la guerra de los moros... Á imitación de Burgos concedieron lo
    mismo los de León y casi todas las demás ciudades del reino...
    Llamóse á este nuevo pecho ó tributo Alcabala, nombre y ejemplo
    que se tomó de los moros". (Ídem, 16, 9). Esto pasaba el año
    1342 en Burgos; pero el mismo año, ó poco después, fué cuando
    el Rey vino á Alcalá con el mismo fin, y es á lo que alude el
    Arcipreste: _que vino á nuestra cibdat por nonbre de monedero_.
    En efecto, en las Cortes de la misma Alcalá del año 1348 se
    lee: "Que librasen los pleitos de las alcavalas los alcalles
    ordinarios..., ca así lo _otorgaramos_ otras veces en la cibdat
    de Burgos e aqui _en Alcalá de Fenares_". También fué á Alcalá
    el año 1348 á dichas Cortes. Si á esta segunda ida alude el
    Arcipreste, es claro que todavía vivía el año 1348 y habría que
    suponer que, habiendo compuesto su obra el año 1343, todavía
    anduvo retocándola el 1348 y algo después, ya que la copla
    326 toma ese año como pasado, _que vino_. De todos modos, fué
    el Rey á Alcalá el 1342 ó á principios del 1343, y en esta
    copla alude á esta ida como cosa pasada. Lo cual confirma que
    el libro lo compuso el año 1343, como dice el códice _S_ (c.
    1709). De la misma copla 326 se comprueba que el Arcipreste
    era de Alcalá, y con bastante probabilidad se saca que el año
    1339 ó era de 1301 fué cuando le pusieron en prisión en Toledo.
    En las Cortes de Alcalá de 1348 "pidióse el alcalaba. Al
    principio no se quiso conceder: las personas de más prudencia
    adevinaban los inconvenientes que después se podían seguir; mas
    al cabo fué vencida la constancia de los que la contradecían,
    principalmente que se allanó Toledo, si bien al principio se
    estrañaba de conceder nuevo tributo. El deseo que tenía que se
    renovase la guerra y la mengua del tesoro del Rey para poderla
    sustentar la hizo consentir con las demás ciudades. Concluido
    esto, de común acuerdo de todos, con increíble alegría, se
    decretó la guerra contra los moros" (MAR., _Η. E._, 16, 15).
    Fué el cerco de Gibraltar, en que murió de landre Alfonso
    XI, el año 1350. En la copla 554 se habla de que los judíos
    daban á logro "de tres por cuatro", como hasta entonces estaba
    ordenado. Pero es el caso que en las Cortes de Alcalá de 1348
    se prohibe enteramente á los judíos dar á logro: "e fasta aquí
    de luengo tiempo acá fué dado á logro sennaladamente por los
    judíos..., por ende Nos don Alfonso... mandamos e defendemos
    que de aquí adelante ningund judío nin judía nin moro nin mora
    non sea osado de dar á logro por si nin por otro". Esta orden
    significa para mí que el año 1348 estaba ya compuesta la obra
    del Arcipreste y aun que había muerto, pues no enmendó lo del
    logro de los judíos "de tres por cuatro". De hecho era muerto
    para el año 1351, de modo que no sobrevivió á su obra más de
    tres ó cuatro años.

    La era de César ó española de 1381, ó año de Cristo 1343, que
    se lee en la copla 1634 es el año en que se compuso (c. 1088).
    _Romance_ era el habla vulgar y cualquiera escrito en ella.
    Escribiólo para desengaños de muchos, que pueden ser engañados,
    como el _Sendebar_ ó _Libro de los engannos e assayamiento
    de las mugeres_, que tradujo don Fadrique, y para entretener
    y enseñar nuevas maneras de versificar á los sencillos de
    corazón que no corrían tales peligros. Esta copla es del mismo
    Arcipreste y se halla en _S_ y en _T_. Pero en _T_ se lee: "Era
    de mill e tresyentos e sesenta e ocho años | fué acabado este
    lybro por munchos males e daños...". Y aquí acaba _T_; lo que
    sigue es sólo de _S_. Esta fecha de _T_, ó sea el año 1330,
    está errada, pues escribió su libro el Arcipreste estando preso
    y siendo arzobispo de Toledo don Gil de Albornoz (c. 1709), el
    cual sólo lo fué desde el año 1337.

    El severo arzobispo de Toledo don Gil de Albornoz (c. 1516)
    encargó á nuestro Arcipreste llevase las cartas del Papa á
    Talavera y las leyese á aquellos clérigos de vida desgarrada.
    Cómo recibieron estas órdenes es lo que el Arcipreste pinta en
    la sátira de la copla 1690 y siguientes, que chorrea ironía por
    todas partes, aunque sin amargura ni ensañamiento, como escrita
    con el sano propósito de que se enmendasen. No es posible que
    aquellos clérigos se quedasen sin dar coces contra el aguijón.
    Piensan, pues, acertadamente los que suponen que ellos fueron
    los que indispusieron al Arzobispo contra nuestro Arcipreste,
    haciendo llegar sin duda hasta él chismes y cuentos, acaso que
    tampoco Su Excelencia se libraba de las críticas del que tan
    vivas sabía escribirlas. Don Gil de Albornoz, hecho á mandar y
    á ser respetado, de genio recio y hasta tiránico, daría crédito
    á las hablillas. Ello es que puso en prisión al Arcipreste,
    sin que se sepan las razones, "por causas meramente curiales",
    supone Menéndez y Pelayo; injustamente y agraviado, dice el
    Arcipreste. En la prisión escribió el _Libro de Buen Amor_,
    al fin del cual puso esta sátira, que yo tengo por un como
    boceto del libro. No que lo hiciera como preparación, sino
    que, viéndose preso, tomólo como tal para trazar el libro,
    explayándose en la sátira del clero, que es la trama de todo
    él, pintando á un arcipreste que los simbolizase á todos, y
    para que fuera, no seca abstracción, sino persona viva y real,
    púsose á sí mismo como protagonista. ¿Quién va á creer que
    todas esas aventuras le pasaron al mismo Arcipreste, cuando
    consta de lo contrario de algunas, como la de don Melón de
    la Huerta? ¿Con qué autoridad hubiera pretendido enmendar á
    los demás, si él hubiera sido uno de tantos? ¿Cómo el severo
    don Gil de Albornoz le hubiera encomendado cargo tan grave y
    delicado como el de llevar las cartas del Papa á la clerecía de
    Talavera? Juan Ruiz era, pues, un Arcipreste muy respetable,
    á pesar de su regocijado natural, de tan austeras costumbres
    como pedía la confianza que en él puso su prelado el famoso
    Albornoz, persona de entereza y gravedad bien conocidas. Hora
    es ya de no colgar el sambenito de un hombre perdido á un
    autor, sin otros motivos para juzgar de él que una obra, en que
    algunos sólo han visto los chispazos más salientes, figurándose
    salían de un volcán de pasiones mundanas desapoderadas. Para
    Menéndez y Pelayo fué el Arcipreste "un clérigo juglar, una
    especie de _goliardo_, un escolar _nocherniego_, incansable
    tañedor de todo género de instrumentos y gran frecuentador de
    tabernas" (_Antolog._, III, pág. LXIX), "un clérigo libertino y
    tabernario" (pág. LXIV); fué "su vida inhonesta y anticanónica"
    (pág. LXVII), y su obra "una autobiografía picaresca, sin
    la menor señal de arrepentimiento" (pág. LXVI). Cuanto al
    intento, "fué un cultivador del arte puro, sin más propósito
    que el de hacer reir y dar rienda suelta á la alegría que
    rebosaba en su alma aun á través de los hierros de la cárcel,
    y á la malicia picaresca, pero en el fondo muy indulgente,
    aunque contemplaba las ridiculeces y aberraciones humanas,
    como quien se reconocía cómplice de todas ellas" (pág. LXVII).
    "De esta levadura herética creemos inmune al Arcipreste, si
    bien confesaremos sinceramente que hay pasajes de sus obras
    que hacen cavilar mucho, y hasta sospechar en él segundas y
    muy diabólicas intenciones" (pág. XCIII). Para Puymaigre fué
    el Arcipreste "un precursor de Rabelais, un librepensador
    en embrión, un enemigo solapado de la misma Iglesia á quien
    servía" (MEN. PELAYO, ibid., LXV). No juzgaré yo á estos dos
    ilustres escritores: el lector formará juicio del Arcipreste
    leyendo su libro, y esto basta. Pero lea antes el boceto del
    mismo, lo que para mí fué como un incentivo para pintar el alma
    podrida de aquella desalmada clerigalla con sólo ensanchar el
    marco de este pequeño cuadro de costumbres de los de Talavera.
    El asunto mismo le llevó á meter en él á toda la sociedad de su
    tiempo, resultando la gran _Comedia Humana_ del siglo XIV, como
    el _Quijote_, sátira de la fantasmagórica caballería, resultó
    la _Comedia Humana_ del tiempo de Cervantes, ingenio gemelo del
    Arcipreste de Hita. _Si plugo á uno_, sin duda al Arcipreste,
    que veía con lágrimas en los ojos la depravación de costumbres
    que tan gallardamente satirizó.

    =239.= El verdadero título del libro es _Libro de buen amor_,
    como se ve por las coplas 13, 3; 933, 2; 1630, 1; no el que
    Janer le puso de _Libro de Cantares_, por la copla 3, pues es
    tan genérico como el de _Libro del Arcipreste de Hita_, con
    que el Marqués de Santillana le llamó en su Prohemio. Menéndez
    y Pelayo (_Líric. cast._, t. III, pág. LXX) dijo que se ha de
    tomar "este vocablo _amor_, no solamente en su sentido literal,
    sino en el muy vago que los provenzales le daban, haciéndole
    sinónimo de cortesía, de saber gentil y aun de poesía". No
    entender el título de un libro es no entender el libro, y
    el del Arcipreste es tan claro como su título. El intento
    del Arcipreste, como él dice, es traer al hombre mundano del
    _loco amor deste mundo_ _al buen amor, que es el de Dios_. El
    mismo tuvo el Arcipreste de Talavera, un siglo más tarde, en
    su _Corbacho_. ¡Cuán diferente fué el de Jean de Meun en su
    _Roman de la Rose_, aunque, según sus palabras, fuera llevar
    de la _fole amor_ al _bone amor_! Con tan parecidos vocablos
    distan tanto una de otra obra como del _amor de Dios_ dista
    la propagación de la especie, que es adonde tira el famoso
    _Roman_ francés. El cual ha probado Frederick Bliss Luquiens
    no haber influido para nada en el libro de nuestro Arcipreste,
    á pesar de tener asuntos tan comunes á cada paso (_The Roman
    de la Rose and medieval Castilian literature_, en _Romanische
    Forschungen_, vol. XX, pág. 284). Por eso llama el Arcipreste
    _locura_ al amor mundano á cada paso. Este intento suyo,
    encerrado en el título, ha de tenerlo siempre presente el
    lector si desea entender la mente del que lo escribió y no
    sacar las cosas de quicio, como lo han hecho la mayor parte de
    los que de Hita hablaron.

    La prosa del principio es un comento del título del libro, en
    la cual pone su intento de traer á todos al buen amor, que es
    el de Dios; pero, como el Arcipreste era un verdadero hombre
    de cuerpo entero, sin las niñerías de mojigatos afeminados
    ó pillastrones, que siempre los hubo, entendió que había
    que desenmascarar al hombre mundano y las trapacerías de su
    loco amor, para que, conociéndolo todo, lo bueno y lo malo,
    libremente escogiese el buen camino el que de veras y con
    conocimiento de las cosas se quisiese salvar. Tal es el sentido
    del salmo que allí glosa con otras palabras de la Escritura
    y del Derecho canónico y civil: _Intellectum tibi dabo, et
    instruam te in via hac, qua gradieris_, te daré conocimiento
    y te enseñaré el camino que has de recorrer, que es el del
    mundo, lleno de engaños y con la natural inclinación al loco
    amor en el cuerpo, pues con él nacemos: así, obrando el bien
    á sabiendas y peleando contra el mundo y contra la propia
    naturaleza, _firmabo super te oculos meos_, pondré complacido
    mis ojos en ti, que, como bueno, luchaste. La alteza de pensar
    de este varón fuerte, y que no sabía de embustes, se ve en
    aquellas palabras que han escandalizado á los que no pican tan
    alto como él: "en pero, porque es umanal cosa el pecar, si
    algunos (lo que non los conssejo) quisieren usar del loco amor,
    aquí fallaran algunas maneras para ello". No intenta llevar á
    nadie al mal, como se ve por la cortapisa del paréntesis, sino
    que es una manera de enseñar el cebo á los mismos mundanos para
    que lean el libro, porque está persuadido de que la verdad no
    daña jamás á nadie y es don de Dios: _intellectum tibi dabo_.
    Nadie como Dios respeta la libertad de todas sus criaturas, y
    no quiere llevar al cielo á tontos y gente para poco, sino que
    todos entiendan las cosas y escojan el buen amor, conociendo
    y despreciando el loco del mundo. Esto dice el salmo y esto
    intenta nuestro autor, y suponer doblez en él va contra todo
    derecho y justicia: "las palabras sirven á la intençion e non
    la intençion á las palabras".

    Desde la copla 181 saca al Amor todos sus trapillos sucios,
    descubriendo los vicios y males, la podre toda que suele
    colorearse con tan bonita palabra como es la del amor, cuando
    es malo y vicioso, se entiende. El alegato llega hasta la
    copla 423, recorriéndose los pecados capitales, cuya raíz es
    ese amor ó apetito lascivo, _cobdicia_, que él llama conforme
    á su valor etimológico de _cupiditia_, de _cupidus_, esto
    es, la concupiscencia ó pecado, hablando en términos de la
    católica Teología. Está este trozo lleno de sentencias, tan
    hieráticamente expresadas por el Arcipreste como las mejor
    cinceladas de Séneca y Salomón. Desmenuza los afectos y
    sentimientos del alma de los enamorados con bisturí de oro,
    hasta descubrirnos sus más delicadas fibras. Y todo lo aclara
    con ejemplos ó fábulas, con comparaciones, que á granel
    le ocurren, pintorescas y brillantes y de una propiedad
    maravillosa. Comienza con una pintura del Amor, de sus ardides,
    mañas y obras.

    Dicen que el enxiemplo de la copla 474, etc., viene de un
    fabliau francés, pero no hay fabliau semejante en la edición
    Méon ni en otros libros, ni mienta este nombre Gaston Paris,
    tan puntual en todo. El único lugar donde se cita este cérvido
    es en el _Cancionero de Baena_ (362), noticia que debo al
    eruditísimo señor Bonilla: "Señor Juan Alfonso, pintor de
    taurique, | qual fué _Pitas Payas_, el de la fablilla". No sé
    si aquí se aludirá al libro del Arcipreste ó al cuento que
    sería tradicional. El cuento es graciosísimo y el chapurreado
    medio gabacho, para darle color, es invención del guasón del
    Arcipreste, y no porque lo tomara del soñado fabliau francés.

    =240.= En _Fuyme á doña Venus_ (c. 583) comienza la admirable
    glosa de la comedia latina _Pamphilus_, desde el final de la
    primera escena: "Ergo loquar Veneri, Venus est mors vitaque
    nostra". Puede verse impresa en el t. II de la edición de
    _La Celestina_, de KRAPF, Vigo, 1900, con una sustanciosa
    _Advertencia_, de MENÉNDEZ Y PELAYO, en la cual habla de su
    bibliografía y del autor desconocido, pues _Pamphilus_ es
    el nombre del protagonista. El _Maurillianus_, á quien la
    atribuyó GOLDASTO en su edición de 1610, se debe á la falsa
    lectura de _M. Aurilliaci_, esto es, _manuscriptum Aurilliaci_,
    manuscrito de Aurillac. Ni se ha de confundir esta comedia con
    el estrafalario poema _De Vetula_, que, como ella, se atribuyó
    á Ovidio en la Edad Media, como en la copla 891, donde acaba la
    glosa de ella, se la atribuyó el Arcipreste. Hizo la comedia
    algún monje del siglo XII al XIII, recogiendo conceptos del
    _Ars Amandi_, de Ovidio, é imitándole en sus hexámetros y en no
    pocas frases, aunque dándole forma dramática. Es un esbozo seco
    y desnudo, elemental, del cual el Arcipreste sacó tal partido,
    que convirtió en español el asunto y creó la trotaconventos,
    dando carne y huesos á la _anus_ abstracta del _Pamphilus_.
    FERNANDO DE ROJAS acabó de redondear la vieja y el drama
    todo, creando _La Celestina_. "Las figuras antes rígidas,
    dice M. PELAYO (_Advert._, pág. 36), adquieren movimiento;
    las fisonomías, antes estúpidas, nos miran con el gesto de la
    pasión; lo que antes era un apólogo insípido, á pesar de su
    cinismo, es ya una acción humana". De esta obrilla _Pamphilus_
    sacó el Arcipreste cuanto él dice y otros creen que sacó de
    Ovidio Nason, pues por de Ovidio la tenía; pero al verdadero
    Nason no leyó el Arcipreste. Nótese que toma en esta paráfrasis
    la vez del protagonista Pamphilus y hace su papel, como si todo
    ello hubiera pasado por él; ni más ni menos que se atribuyó
    hasta aquí cuanto ha dicho de los mundanos, á quienes trata
    de corregir, y se lo atribuirá hasta el fin del libro. Ésta
    es la traza artística é ingeniosa con que quiso dar fuerza
    autobiográfica al libro, acrecentándole así el brío, color y
    verdad: ésta es la _falsedat_ que él dijo _había en las coplas
    puntadas_ (c. 69), y por no tener esto en cuenta juzgaron
    erradamente el libro y la persona del Arcipreste M. Pelayo,
    Puymaigre y Puyol, á pesar de entreverlo este último.

    =241.= Las serranillas se parecen, como nota Puymaigre, á las
    _pastourelles_ de los _trouvères_ franceses:

      "En une vallée
        Près de mon sentier
    Pastore ai trouvée
        Qui fet a proisier...".

    Pero Puymaigre rebaja harto las serranillas del Arcipreste,
    teniéndolas por parodias bufonescas de las _pastourelles_.
    Lo que hay es que aquellos señores de allende escribieron
    con guantes y para caballeros y damas de castillos feudales,
    mientras nuestro Arcipreste, poco avenido con idilios, hechizos
    y églogas fantaseadas, se arrimó más á la naturaleza, sintió
    ateridas sus manos con los hielos de la sierra, comió el queso
    y el conejo de soto, dió con serranas chatas y hombrunas
    á veces, retozonas cual cabras monteses siempre, y no les
    quiso quitar la chatez, lo cabrío y lo montaraz. Siempre
    fué más remilgado y de salón el arte francés; más bronco
    por más natural, harto más rugiente y pizmiento, más real y
    menos amanerado, en una palabra, el español. Tienen estas
    serranillas el candor que les basta, huelen á mejorana, á
    orégano y tomillo; pero también llevan pinceladas vivas, hasta
    chirriadoras y como buriladas con punta de acero, que á las
    _pastourelles_ no les sobran. De donde verdaderamente viene,
    sin salir de España, la vena de esta lírica villanesca es de
    Galicia, como se ha visto bien claramente por el _Cancionero
    del Vaticano_; de allí corre al Arcipreste, que á nadie imita,
    pero remansa éste, como los demás raudales poéticos, en
    inmenso lago; después sigue la corriente hasta el Marqués de
    Santillana, Bocanegra y Carvajal en el siglo XV, y en el XVI
    se explaya en Gil Vicente, Juan del Enzina y Lucas Fernández,
    hasta perderse casi en el teatro del siglo XVII, donde asoma
    de cuando en cuando en las obras de Lope y Tirso, y en estos
    nuestros tiempos ha vuelto á flor de tierra con el renacimiento
    de la poesía gallega en la misma Galicia, donde estaba la
    fuente. Enrique de Mesa escribe hoy serranillas lindísimas los
    veranos que pasa en el Guadarrama.

    En la _Pelea de Don Carnal con la Quaresma_ (c. 1067) tuvo por
    modelo el Arcipreste el _fabliau de la Bataille de Karesme et
    de Charnage_, que se halla en el tomo IV de la colección de
    Méon (pág. 80); pero sólo tomó la trama general, como suele,
    dejándose llevar de su brillante fantasía y sobrepujando al
    modelo, mal que le pese á Puymaigre. Véanse otras parecidas en
    _Rabelesiana_, págs. 615-636.

    "¿Qué pensar de esta apoteosis, no ya humorística, sino
    irreverente y sacrílega?". Así pregunta Menéndez y Pelayo sobre
    la copla 1225 y siguientes, y cree excusarle con responder:
    "En el Arcipreste no es más que una _facecia_ brutal, en que
    el poeta, dando rienda suelta á los instintos pecadores de su
    naturaleza exuberante y lozana, se alegra y regocija ferozmente
    con la perspectiva de _bodas y yantares y juglarias_ con que
    le convidaban las ferias de primavera" (_Antolog._, III,
    pág. XCII). Tan irreverente y sacrílega apoteosis del Amor
    la hallaba el Arcipreste en los clérigos, frailes, monjas,
    caballeros y dueñas de su tiempo, sino que él supo darle forma
    poética, sacándola de los repliegues de las almas donde se
    solapaba, á la luz pública del arte. Su penetrante mirada la
    vió y su ingenio le dió plasticidad poética. ¿Y por eso se ha
    de atribuir á la persona del Arcipreste como _facecia brutal_
    de su alegría y regocijo feroz á la vista de bodas y yantares
    que le aguardan? Lo que supo ver y pintar en la sociedad que
    critica ¿hásele de atribuir á él mismo? Viejo é injustamente
    agraviado y preso escribía todo esto el Arcipreste (c. 1671,
    1674, 1677, 1683): ¡bueno estaba él para tales facecias
    brutales, yantares y bodas!

    =242.= Los versos del tetrástrofo del Arcipreste son de catorce
    sílabas los más y algunos de diez y seis, divididos en dos
    hemistiquios. Se ha dicho que en aquel tiempo no se admitía
    la sinalefa, de modo que han de contarse las sílabas con sus
    vocales. Es cierto; y en vez de la sinalefa suprimían una
    vocal, lo cual indico yo con el apóstrofo:

    "Diz' al leon el lobo qu' el asno tal nasçiera" (c. 903).

    Léase, pues sin sinalefa, con sus diez y seis sílabas:

    "Vy una apuesta dueña seer en el su estrado" (910).

    Sin embargo, no hallo medio de evitar la sinalefa en la c. 911,
    á no ser que cada hemistiquio forme verso aparte y el primero
    sea de ocho y el segundo de siete sílabas:

    "Nunca vy tal como ésta, ¡sy Dios me dé salud!".

    Si se admite lo primero, sería preferible escribir á lo romance
    la cuaderna vía.

    Lo mismo la 912, donde la sinalefa no ha lugar:

    "Poco salya de casa: era como salvaje".

    Al revés, el primero de siete y el segundo de ocho, si no se
    omite la _e_ final de _guárdeme_:

    "De mensajero malo ¡guárdeme Santa María!" (913).

    Pero no cabe omisión alguna en:

    _"Que nunca mal rretrayas á furto nin en conçejo" (923). "Ayna
    yerra ome, que non es apercebudo" (922)._

    Hay que decir, por consiguiente, que en el tetrástrofo de Hita
    cabe igualmente el hemistiquio de siete y el de ocho sílabas en
    sus cuatro combinaciones:

    7 + 7, 8 + 8, 7 + 8, 8 + 7.

    Fuera de estos casos, la copia está errada por los copistas
    y admite corrección. Aun algunos hemistiquios de ocho creo yo
    serían de siete en el original, pues pronunciando el Arcipreste
    como el pueblo, haría más contracciones, por ejemplo: _d'_ por
    _de_, _qu'_ por _que_, _'l_ por _el_, etc. No me he atrevido
    á llevar al extremo este principio, aunque lo practicó á
    veces. Alguna que otra hállanse segundos hemistiquios agudos
    de ocho sílabas; pero sabido es que la sílaba última en todas
    las métricas se enseña que suena menos fuerte, de manera que
    pudiera tomarse como por grave esa sílaba aguda final:

      "Que fecha la conclusion _en criminal acusaçion_
    Non podía dar lyçençia _para aver conpusiçion_" (370).

    Y aun en el primer hemistiquio:

    "_Qu' el avie poder del rrey_, en la su comisión" (371).

    Las combinaciones de hemistiquios en cada tetrástrofo son muy
    variadas.

    Ejemplos: 8 + 7, 7 + 8, 8 + 7, 8 + 8 en la copla 931; 7 + 7, 7
    + 8, 7 + 7, 7 + 8 en la 930; 7 + 7, 8 + 8, 7 + 8, 8 + 7 en la
    933.

    No pocas composiciones del Arcipreste se han analizado mal
    métricamente por no haberse separado bien los versos (véase por
    ejemplo en _Puyol_); yo los he dividido como lo están pidiendo
    ellos mismos.

    Conviene particularizar aquí las demás clases de versos y
    estrofas del Arcipreste, aunque no sea más que para admirar la
    riqueza que introdujo en esta parte este poeta revolucionario,
    quiero decir extraordinario, que supo campar por sí é inventar
    lo que nadie había soñado.

    Además del tetrástrofo, han variado como hemos visto en versos
    de diez y seis y de catorce sílabas en dos hemistiquios, quiso
    el Arcipreste "dar algunos leçion e muestra de metrificar e
    rrimar e de trobar; ca trobas e notas e rrimas e ditados e
    versos que fiz conplidamente, segund que esta çiencia requiere"
    (_Introd._). De hecho nos dió en su libro versos de todas
    clases y estrofas variadísimas (22 clases de estrofas además
    del tetrástrofo), como antes de él no se conocían y pocos
    después de él abarcaron.

    Versos dodecasílabos y endecasílabos ha creído hallar Puyol en
    las coplas 1049-1058 y 1678-1683, respectivamente; pero véanse
    en su lugar cómo naturalmente han de dividirse. Además, pues,
    de los versos de catorce y diez y seis sílabas del tetrástrofo,
    hay los versos siguientes:

    Octosílabos en las coplas 1710-1719, 1720-1728, 1650-1660,
    987-992, 1668-1672, 1059, 1060-1066, 959-971, 997-1005, 33-43.

    Heptasílabos en las coplas 1635-1641, 1678-1683, 1661-1667,
    1673-1677, 1684, 1685-1689, 21-32.

    Hexasílabos en las coplas 1049-1058, 1642, 1649, 1022,
    1023-1042.

    Pentasílabos en las coplas 1678-1683.

    Tetrasílabos en las coplas 1661-1667, 20-43, 1678-1683.

    Mayor es la riqueza de combinaciones de los versos en estrofas
    y de las estrofas entre sí en toda la composición.

    1. Estrofas de diez versos: heptasílabos, menos los 2.º, 5.º,
    10.º, y consonantados los 1.º, 4.º, los 2.º, 5.º, los 3.º,
    6.º, 7.º, los 8.º, 9.º, y el último con el último de todas las
    estrofas y con el de la primera, que es de cuatro versos, los
    tres primeros consonantados (c. 1661-1667).

    2. Estrofas de nueve versos octosílabos, consonantando los 1.º,
    3.º, 5.º, 7.º y los 2.º, 4.º, 6.º, 8.º, y el último de todas
    las estrofas entre sí y con el 3.º de la primera estrofa, que
    es de tres versos, los dos primeros pareados (c. 987-992).

    3. Estrofas de ocho versos heptasílabos, consonantando los
    1.º, 3.º, los 2.º, 4.º, 5.º, 8.º, y los 6.º, 7.º. Además,
    el consonante del primer verso de cada estrofa es el mismo
    del último de la anterior, y la primera estrofa es de cuatro
    versos, consonantando los 1.º, 4.º y los 2.º, 3.º, (c.
    1673-1677).

    4. Estrofas de ocho versos octosílabos, consonantando los 1.º,
    3.º, 5.º y los 2.º, 4.º, 6.º; luego los 7.º, 8.º, de todas las
    estrofas entre sí y con la estrofilla primera de cuatro versos
    (c. 1060-1066).

    5. Estrofas de siete versos hexasílabos en combinación de
    a, b, a, b, a, b, y el final de catorce sílabas agudo, como
    estrambote, concertando el de todas las estrofas (c. 1049-1058).

    6. Estrofas de siete versos: 1.º, 3.º, 5.º y 6.º tetrasílabos
    agudos consonantados, y 2.º, 4.º y 7.º heptasílabos
    consonantados (c. 1678-1683).

    7. Estrofas de siete versos, consonantando los 1.º, 3.º, 5.º y
    los 2.º, 4.º, 6.º, 7.º, todos hexasílabos, menos el tetrasílabo
    último (c. 1642-1649).

    8. Estrofas de siete versos octosílabos, consonantando los 1.º,
    3.º, los 2.º, 4.º, 7.º y los 5.º, 6.º (c. 959-971).

    9. Estrofas de siete versos octosílabos, consonantando los 1.º,
    3.º, 5.º, los 2.º, 4.º, 6.º, 7.º (c. 997-1005).

    10. Estrofas de siete versos heptasílabos, consonantando los
    1.º, 3.º, los 2.º, 4.º, 7.º, los 5.º, 6.º (c. 1635-1641).

    11. Estrofas de seis versos heptasílabos, consonantando los
    1.º, 2.º, los 3.º, 4.º, y los 5.º, 6.º (c. 1721-1728).

    12. Estrofas de seis versos heptasílabos, consonantando los
    1.º, 2.º, 4.º, 5.º y los 3.º, 6.º (c. 1685-1689).

    13. Estrofas de seis versos, los dos primeros de diez y seis ó
    catorce sílabas, y los otros cuatro octosílabos, consonantando
    los 1.º, 2.º, 3.º, 6.º y los 4.º, 5.º (c. 1668-1672).

    14. Estrofas de seis versos octosílabos, consonantando los 1.º,
    3.º, 5.º y los 2.º, 4.º, 6.º (c. 1710-1719).

    15. Estrofas de seis versos, consonantando los octosílabos 1.º,
    2.º, 4.º, 5.º y los tetrasílabos 3.º, 6.º (c. 33-43).

    16. Estrofas de cinco versos hexasílabos, consonantando los
    1.º, 2.º y los 3.º, 4.º, y el 5.º con los cuatro de la primera
    estrofa (c. 1023-1042).

    17. Estrofa de cuatro versos octosílabos, consonantando los
    tres primeros entre sí, y el cuarto de todas las estrofas con
    el pareado del principio de la composición (c. 1651-1660).

    18. Estrofas de cuatro versos octosílabos, consonantando los
    tres primeros entre sí y el cuarto de todas las estrofas con la
    estrofa primera (c. 21-32; 116-120).

    19. Estrofa de cuatro versos tetrasílabos, todos consonantados
    (c. 20).

    20. Estrofa de cuatro versos hexasílabos, dos consonantados (c.
    1022).

    21. Estrofa de cuatro versos de siete sílabas, consonantados
    1.º con 3.º y 2.º con 4.º (c. 1059).

    22. Estrofa de dos versos octosílabos, consonantados (c. 1650 y
    115).

    =243.= Don Tomás Antonio Sánchez, en el tomo IV de su
    _Colección de poesías castellanas anteriores al siglo XV_
    (año 1790, Madrid), formó un texto arbitrario de los tres
    códices, _escardó_ lo que le pareció ir contra la moral,
    confundió la ortografía y dejó sin explicar la mayor parte
    del glosario. Janer (t. LVII, _Bibliot. Rivadeneyra_, 1864)
    enmendó yerros de lectura y entremetió los trozos suprimidos;
    pero sólo tuvo en sus manos el códice de Gayoso y fué menos
    sincero que su predecesor. Ducamin tuvo intención de hacer la
    edición crítica, pero se entró en el claustro sin hacerla.
    Le debemos, sin embargo, el mayor servicio que pudo hacer al
    libro del Arcipreste: hizo la edición paleográfica (Toulouse,
    1901), recogiendo en su obra las variantes de los códices _G_
    y _Τ_ al pie del texto íntegro del códice _S_, que tuvo por el
    mejor. Con este trabajo, que pocas veces habrá que recurrir
    á los códices, la edición estaba preparada. Adviértase que
    los códices _G_ y _Τ_ carecen de títulos y divisiones, que se
    hallan en _S_, de manera que no son los del Arcipreste.

    Los manuscritos principales del _Libro de Buen Amor_ son:

    El manuscrito _G_ ó de don Benito Martínez _Gayoso_, que hoy es
    propiedad de la Academia Española, y fué escrito el año 1389,
    esto es, cuarenta años después de escribir el autor su libro.
    Es, sin duda, el mejor, aunque Ducamin prefiera el manuscrito
    _S_ por razones secundarias, pues _G_ tiene ortografía más
    popular y más antigua y sus versos constan mejor que los de
    _S_, que se ve ha añadido y cambiado no poco por dar claridad
    al texto. Yo le sigo siempre que las variantes de los trozos no
    prueben estar errado.

    El manuscrito _Τ_ ó de la catedral de _Toledo_, que hoy está
    en la Biblioteca Nacional, concuerda más en todo con _G_ que
    con _S_ y es de la misma época que _G_, lo cual comprueba la
    preferencia que doy á _G_, pero tiene más erratas.

    El manuscrito _S_ ó del Colegio Mayor de San Bartolomé, de
    _Salamanca_, que hoy para en la Biblioteca Real, es el más
    moderno de los tres, de principios del siglo XV, su ortografía
    más complicada y conserva más trozos que los otros dos. Estas
    dos razones movieron á Ducamin á darle la preferencia; yo
    prefiero atenerme al texto más antiguo.

    Los tres fueron impresos por _Ducamin_: _S_ íntegramente, y
    los otros dos al pie en las variantes. Mi edición se atiene,
    en cuanto es posible, al texto más antiguo, que es _G_,
    corrigiendo por los demás y siempre con la ortografía del texto
    de donde las palabras se toman. Pero en todos los códices
    hay muchos versos de deslavazada expresión y en el cuento de
    sílabas echados á perder, por comezón de aclarar el texto.

    =244.= Juan Ruiz. _Libro de buen amor_ [ed. paleográfica
    Ducamin], Toulouse, 1901 (Bibliothèque méridionale, t. VII);
    [Libro de cantares], ed. F. Janer, Bibl. de Aut. Esp., t.
    LXII; _Libro de buen amor_, ed. y notas de J. Cejador, Madrid,
    1913, dos tomos (de la colección de _Clásicos Castellanos_).
    Consúltense: M. Menéndez y Pelayo, _Antología de poetas
    líricos_, etc., t. III, págs. LIII-CXIII; R. Foulché-Delbosc,
    recensión de la ed. Ducamin, en _Revue Hispanique_ (1901),
    t. VIII, págs. 553-557; J. Puyol y Alonso, _El Arcipreste de
    Hita: estudio crítico_, Madrid, 1906; O. Tacke, _Die Fabeln
    des Erzpriesters von Hita im Rahmen der mittelalterlichen
    Fabelliteratur_, Breslau, 1911, señora Humphrey Ward, _A
    Mediaeval Spanish Writer_, en _Fortnightly Review_ (1876), t.
    XV (núm. 1), págs. 809-832.

=245.= El año 1344 se escribió la _Crónica general de 1344_,
refundición que incluye una versión de la crónica de Abubekr Ahmed ben
Mohammed ben Musa (Ar-Rasi, del s. X), y que por haberse acabado el
21 de enero de 1344, se puede llamar como hemos dicho. La _Crónica de
Veinte Reyes_ (desde Fruela II hasta la muerte de San Fernando) se hizo
á mediados del siglo XIV, teniendo en cuenta la de Alfonso X y la de
1344; prosificó no pocas gestas ó cantares, sobre todo del Cid.

    =246.= La _Crónica_ de Ahmed-Ar-Razi ó moro Rasis es la más
    notable de las historias escritas en árabe del siglo X.
    Los suyos le llaman _Attaridji_, esto es, el cronista por
    excelencia. Del texto arábigo sólo hay referencias en otros
    historiadores más modernos y la traducción castellana del siglo
    XIV, fundada en otra portuguesa hecha por el maestre Mohamad
    y el clérigo Gil Pérez, y es la llamada _Crónica del moro
    Rasis_. Su autenticidad probóla Gayangos (_Memoria sobre la
    autenticidad de la Crónica denominada del moro Rasis_, t. VIII
    de las _Memorias de la Real Academia de la Historia_, 1850) y
    Saavedra. Nos ha llegado en códices muy estragados y pasando
    por dos intérpretes, y parece algo interpolada; pero es la
    mejor fuente para las leyendas de don Rodrigo y la principal
    de la _Crónica_ de Pedro de Corral, del siglo XV. Una de las
    lagunas que tiene ha sido rellenada por la narración que R. M.
    Pidal halló en una de las redacciones de la _Segunda Crónica
    general_, esto es, la de 1344 (_Catálogo de la Real Biblioteca.
    Manuscritos. Crónicas generales de España descritas por R.
    Menéndez Pidal_, Madrid, =1898.= El texto de Rasis, desde la
    pág. 26 á la 49).

=247.= _Año 1348._ DON ALFONSO XI, EL JUSTICIERO, ó EL DEL SALADO
(1311-1350) comenzó á reinar en 1312, bajo la tutela de su abuela
doña María de Molina que mostró su gran prudencia y valor contra las
pretensiones de los infantes don Pedro, tío del Rey; don Juan, tío de
don Fernando, y don Juan Manuel. Se encargó del gobierno á los catorce
años, juntando Cortes en Valladolid y, deshaciéndose de los tutores, se
hizo famoso por sus leyes y por las guerras con los moros en Algeciras,
El Salado y Gibraltar, en cuyo sitio murió. Publicó el _Ordenamiento
de Alcalá_, á 28 de febrero de 1348 (era de 1386), y lo mandó usar
y guardar su hijo don Pedro. Puso en vigor las Siete Partidas.
Atribúyesele el _Libro de la Montería_. Fué, después de Alfonso X, el
legislador á quien más debe la jurisprudencia española.

    =248.= El _Libro de la Montería_ publicólo Argote de Molina
    en 1582 y reprodújolo J. Gutiérrez de la Vega, _Bibliot.
    venatoria_, Madrid, 1877, t. I y II. Consúltese: B. Martín
    Mínguez, _Alfonso XI y el Libro de la Montería_, en _La
    Ilustración Española y Americana_, 1906, t. LXXXI, págs.
    190-191. Consérvase el texto de las Cortes celebradas por
    Alfonso XI en Burgos, 1315; en Valladolid, 1325; en Medina del
    Campo, 1328; en Madrid, 1329; en Alcalá, 1348, con su famoso
    _Ordenamiento_, y en León, 1349.

=249.= Á la primera mitad del siglo XIV pertenece el _Poema de Alfonso
Onceno_ (1312-1350), traducción probablemente del gallego, hecha por
Rodrigo Yáñez. El autor debió asistir á muchos de los hechos que canta
como soldado y juglar, no como poeta erudito. Hay brío y calor, como en
ningún otro poema anterior, fuera del _Cantar de mio Cid_. Consta de
2.455 estrofas de á cuatro versos octosílabos, consonantados el primero
con el tercero y el segundo con el cuarto, aunque le falta el principio
y el fin y tiene algunas otras lagunas. Es la última muestra de la
epopeya castellana del _mester de juglaria_.

    =250.= Descubrió el _Poema de Alfonso XI_ en Granada, por los
    años de 1573, Diego Hurtado de Mendoza, y publicó un extracto
    de él Argote de Molina en la _Nobleza de Andalucía_ (1588).
    Mendoza lo tuvo por una de las antiguas _gestas_ (en su carta
    de 1.º de diciembre de 1573 á Zurita) y de hecho es la última
    del _mester de juglaria_. Nicolás Antonio creyó que su autor
    era Alfonso XI. El manuscrito, que fué de Mendoza, pasó con su
    librería á la Biblioteca de El Escorial, donde estuvo hasta
    1864, en que Florencio Janer lo publicó, reduciendo á la forma
    versificada el texto, que está como si fuera prosa. Hállase
    plagado de faltas en la versificación, debidas acaso al que
    se supone lo transcribió al castellano, como insinuó Julio
    Cornu, pues leídos en gallego ó en portugués los versos cojos
    resultan enteros. Parece, pues, que el Rodrigo ó Ruy Yáñez,
    que se nombra en la copla 1841 ("Yo Rodrigo Yannes la note |
    en lenguage castellano") fué un traductor desmañado, natural
    de Galicia, que castellanizó su nombre de Rodrigo Eannes.
    Hay otros que suponen fué un portugués el que se esforzó por
    escribir el _Poema_ en castellano; pero el sonar bien los
    versos en gallego hace más probable la primera conjetura.
    Las alusiones á las profecías de Merlín (242-246, 1808...)
    la corroboran, pues éstas entraron en Galicia con los _lays_
    bretones, y no menos lo de "la farpa de don Tristán" (409). El
    autor de la _Crónica de Alfonso XI_ parece tuvo presente el
    _Poema_.

    =251.= _Poema de Alfonso Onceno._ Ed. F. Janer, Madrid, 1863;
    Bibl. de Aut. Esp., t. LVII. Consúltense: señora C. Michaëlis
    de Vasconcellos, en _Grundriss der romanischen Philologie_,
    t. II, 2. Ableitung, páginas 204-205; señora C. Michaëlis de
    Vasconcellos, _Estudos sobre o romanceiro peninsular: Romances
    velhos em Portugal_, Madrid, 1909, pág. 330.

=252.= _La Crónica rimada de las cosas de España desde la muerte del
rey don Pelayo hasta don Fernando_ "_el Magno_", y _más particularmente
de las aventuras del Cid_, que otros intitulan _Cantar de Rodrigo_ ó
también _Las mocedades de Rodrigo_, es una composición de unos 1.225
versos, los más de diez y seis sílabas, esto es, en romance, con
huellas de la cuaderna vía y algunos versos que no son más que prosa
cortada (ej. 235-248; 312-313). El autor semierudito tomó del pueblo el
metro del romance, el asunto histórico y hasta la manera novelesca que
habían traído á Castilla las nuevas leyendas caballerescas, venidas de
Galicia y Francia. Es, pues, un largo romance con inspiración popular,
hecho por persona algún tanto letrada.

    =253.= _La Crónica rimada_ se halla en un manuscrito del siglo
    XV. La refundición de la _Crónica general_ de 1344 contiene
    ya en prosa la historia de las mocedades del Cid, tal como la
    ofrece la _Crónica rimada_, de manera que parece hubo gestas,
    mejor diremos romances, que las cantaban, de los cuales salió
    ó á los cuales alude esta prosa de la _Crónica_ de 1344 y la
    descuidada _Crónica rimada_. El autor, que parece debía de
    ser palentino, tiene del juglar y del erudito. La manera de
    tratar al Cid en una y otra _Crónica_ muestra que el espíritu
    caballeroso y aventurero corría ya por España y que ya se
    debían de cantar romances de este nuevo género novelesco, de
    los que tantos hay entre los romances viejos del siglo XV.
    El Cid, mozo de doce años, se combate con el Conde Gómez de
    Gormaz por haber maltratado éste á los pastores de su padre y
    robádole su ganado. Mátale, y la más joven de las hijas del
    muerto, llamada Ximena Gómez, demanda en matrimonio al matador,
    hecho caballeresco hasta dejarlo de sobra. Cásase Rodrigo
    contra su voluntad cediendo á los ruegos del rey don Fernando,
    á quien insulta y jura no besarle la mano á él ni ver á Ximena
    hasta tanto que no haya salido vencedor en cinco lides: otro
    rasgo caballeresco. Vencedor en una, se aviene con el Rey;
    peregrina á Santiago y, al volver, acoge á San Lázaro en figura
    de leproso, el cual se le aparece en sueños; sóplale en las
    espaldas y prométele victoria siempre que sienta estremecerse
    (_calentura_). En Palencia está aún en pie la iglesia de San
    Lázaro, mandada labrar por el Cid, y junto á ella hubo el
    primer hospital de leprosos de España, según allí se dice.
    Emprende, pues, sus aventuras, vence al Conde de Saboya, coge
    presa á su hija y aconseja al rey don Fernando que la tome para
    sí; pártese para París, golpea las puertas, encuentra al Papa,
    desafía al Rey de Francia y á los doce Pares; asiste á las
    vistas de los Reyes de Castilla y de Francia, del Papa y del
    Emperador de Alemania, portándose con altanera fanfarronería;
    la hija del Conde de Saboya da á luz un hijo, cuyo padre es "el
    buen rey don Fernando", y para celebrarlo, el Papa solicita
    treguas de un año, apoyándole el Rey de Francia y el Emperador
    de Alemania, padrinos del niño. El romántico Cid de la _Crónica
    rimada_ bien se ve cuánto dista del histórico _Mio Cid_: el
    soplo de la novela caballeresca había soplado regañonamente
    de Galicia. Tal aparece después en no pocos romances y en el
    teatro, en la _Comedia de la muerte del rey don Sancho y reto
    de Zamora por don Diego Ordóñez_, de Juan de la Cueva; en _Las
    mocedades del Cid_, de Guillén de Castro; en _Las Almenas de
    Toro_, de Lope; en _La jura en Santa Gadea_, de Hartzenbusch;
    en _Le Cid_, de Corneille; en _La Légende des Siècles_, de
    Víctor Hugo; en los _Poèmes tragiques_, de Leconte de Lisle; en
    los _Trophées_, de José María Heredia.

    La _Crónica Rimada_ se conserva en un códice de la Biblioteca
    Nacional de París; fué impresa por Francisque-Michel, Viena,
    1846; por Ferdinand Wolf, Viena, 1847; por Durán, en el
    _Romancero general_, vol. II, Madrid, 1851, Bibl. de Autor.
    Esp., t. XVI, Apénd. IV, núm. 188.

    =254.= _El Cantar de Rodrigo._ Ed. B. P. Bourland, en _Revue
    Hispanique_ (1911), t. XXIV, págs. 310-357; _Crónica rimada de
    las cosas de España desde la muerte del rey don Pelayo hasta
    don Fernando "el Magno", y más particularmente de las aventuras
    del Cid_, ed. Fr. Michel, _Anzeige-Blatt für Wissenschaft und
    Kunst_, en _Jahrbücher der Literatur_ (Wien, diciembre 1846),
    t. CXVI; reimp., en Bibl. de Aut. Esp., t. XVI, págs. 651-664;
    facsímile del manuscrito de la Bibliothèque Nationale, ed.
    Archer M. Huntington, New York, 1904. Consúltese: M. Menéndez y
    Pelayo, _Tratado de los romances viejos_, Madrid, 1903, t. I,
    págs. 337-345.

=255.= FERNANDO SÁNCHEZ DE TOVAR ó DE VALLADOLID, predecesor de López
de Ayala en la Cancillería de Castilla en tiempo de Alfonso XI, y que
acaso alcanzó hasta Enrique II, escribió por orden del mismo Alfonso
XI la _Chronica del rey D. Alonso "el Sabio"_, Valladolid, 1604; la
_Chronica del rey D. Sancho "el Bravo"_; la _Chronica del rey D.
Fernando el IV_; la _Chronica del rey D. Alfonso XI_. Todas en la Bibl.
Escor. Creyéronse antes obra de Juan Núñez de Villaizan.

Acaso en 1345, y por lo menos poco antes de 1350, FRAY JOHAN GARCÍA
DE CASTRO XEREX (Castrojeriz), de la orden de los frailes menores,
confesor de la reina de Castilla, trasladó del latín _El Regimiento de
los príncipes_, por orden de don Bernardo, obispo de Osma (1331-1335),
"por honra e enseñamiento del muy noble infante don Pedro, fijo primero
heredero del muy alto e muy noble don Alfonso, rey de Castilla, de
Toledo, de León". Este Infante fué el que reinó después, llamándose
don Pedro _el Cruel_, nacido en 1334 y que sucedió á su padre Alfonso
XI en 1350. La obra latina era _De regimine principum_, hecha por
Egidio Colonna, ó "Gil de Roma", de la orden de San Agustín, que dice
la versión, el cual murió en Aviñón en 1316, después de ser Obispo de
Bourges y maestro del futuro Felipe IV _el Hermoso_, de Francia, para
quien escribió el libro. Nacido este Rey en 1268 y habiendo sucedido
á su padre en 1281, el libro se compuso antes de esta fecha. El
trasladador añadió muchas cosas de su cosecha. Imprimióse la traslación
en Sevilla, 1494. Consúltese _Revue Hispanique_, t. XV, pág. 370.

En 1350 se tradujo la _Crónica Troyana_ del _Roman de Troie_, hecho por
Benoît de Sainte-More hacia el 1160.

    =256.= Resumamos la historia de las llamadas _Crónicas
    troyanas_ y cuanto al ciclo troyano atañe. En la segunda mitad
    del siglo IV, antes de Teodosio (379), compuso Septimius
    una historia fabulosa de la guerra de Troya, que pasa por
    traducción de un seudo cretense, Dictys, el cual la escribió
    en fenicio y fué hallada en tiempos de Nerón en su sepulcro,
    el cual mandó se vertiese al griego. Así se dice en el prólogo
    de la redacción latina; pero ésta parece haberse compuesto,
    sin ser traducción del tal Dictys. En la segunda mitad del
    siglo V otra _Historia de excidio Troiae_ se publicó, no menos
    fabulosa, como traducción del seudo frigio Dares, que estaba
    en griego: el traductor se firma Cornelio Nepote, y la dirige
    á Salustio; el autor se presenta como testigo ocular. Todo
    ello es una superchería de aquel tiempo de decadencia. Se han
    publicado entrambas fabulosas historias juntas, generalmente,
    F. Meister, Lips., Bibl. Teubner, 1873. En la Edad Media
    se tuvo por fabuloso á Homero y en cambio se creyó á pies
    juntillas cuanto decían estas dos fabulosas historias: "Todos
    aquellos que verdaderamente quisiéredes saber la estoria de
    Troya, dice la traducción castellana del _Roman de Troie_,
    non leades por un libro que Omero fiso... este libro fiso él
    después más de cient annos que la villa fué destroyda; et
    por ende non pudo saber verdaderamente la estoria en commo
    passara. Et fué después este libro quemado en Atenas. Mas
    leet el de Dytis, aquel que verdaderamente escrivió estoria
    de Troya en commo passaua por ser natural de dentro de la
    cibdad, et estudo presente a todo el destruymiento, et veya
    todas las batallas et los grandes fechos que se fasian, et
    escrivía siempre de noche por su mano en qual guisa el fecho
    pasaua". Dictys era de los griegos, Dares de los troyanos,
    según se decía. Isidoro, _Oríg._, I, 41: "Historiam primus apud
    nos Moyses... conscripsit; apud gentiles vero primus Dares
    Phrigius de Graecis et Troianis historiam edidit, quam in
    foliis palmarum ab eo conscriptam esse ferunt". Consúltense: H.
    Dunger, _Die Sage vom trojanischen Kriege in den Bearbeitungen
    des Mittelalters_, Dresde, 1869; F. Meister, _Ueber Dares von
    Phrygien_, Breslau, 1841; G. Körtin, _Dicktys und Dares; ein
    Beiträge zur Gesch. d. Trojasage in ihrem Uebergange aus d.
    antiken in die romantische Form_, Halle, 1874. También hay una
    _Historia Daretis Frigii de origine Francorum_ (que pretenden
    venir de los troyanos), interpolada en tres manuscritos de
    Fredegario y publicó G. Paris, _Romania_, 1874. La _Historia
    excidii Troiae_ es también acaso de origen franco. Un poeta de
    Turena, Benoît de Sainte-More, compuso con estos materiales,
    hacia 1160, el _Roman de Troie_, en más de 30.000 versos
    pareados de nueve sílabas, y aduló la vanidad nacional con
    el supuesto parentesco de francos y troyanos. Tradújose al
    alemán y compendióse en prosa francesa; pero sobre todo corrió
    por Europa en la traducción latina hecha por Guido delle
    Colonne, juez de Mesina, con el título de _Historia Troiana_,
    comenzada en 1272 y acabada en 1287, callando maliciosamente su
    verdadero original, refiriéndose sólo á Dictys y Dares y dando
    al libro una pedantesca apariencia histórica que contribuyó
    á su crédito entre los letrados (M. Pelayo, _Oríg. novel._,
    t. I, pág. CXLV). Todas las variantes, españolas é italianas,
    de la _Crónica Troyana_ se fundan en la _Historia de Guido de
    Columna_ ó en el _Poema de Benito de Sainte-More_. A. Mussafia
    las distinguió en _Ueber die Spanischen versionen der Historia
    Trojana_, Viena, 1817. Ya dijimos del _Poema de Alixandre_, de
    Berceo. La traducción castellana del _Roman de Troie_ de 1350
    dice: "Este libro mandó facer el muy alto e muy noble e muy
    escelent rey don Alfonso, fijo del muy noble rey don Fernando
    e de la reyna doña Costanza. Ε fué acabado de escribir e de
    estoriar en el tiempo que el muy noble rey don Pedro, su fijo,
    regnó, all cual mantenga Dios... Fecho el libro postremero
    dia de diziembre. Era de mill et trecientos et ochenta et
    ocho años. Nicolas Gonçales, escriban de los sus libros, lo
    escribí por su mandado". Tradújose esta versión castellana por
    Fernán Martis al gallego, "era de mill e quatroçentos et onze
    años", esto es, año de 1373; de ella hay dos códices: el que
    fué de Santillana y hoy para en la Bibl. Nacional, procedente
    de la de Osuna, y el bilingüe, gallego y castellano, de la
    biblioteca de M. Pelayo: de entrambos salió la edición de
    Andrés Martínez Salazar, La Coruña, 1900, dos vols. Volvió á
    traducirse el _Roman de Troie_ en castellano por autor anónimo
    á fines del siglo XIV, con algunos trozos versificados, cuyo
    códice, también de Osuna, para en la Bibl. Nac. (véase _Revue
    Hisp._, 1899), aunque parece anterior á la de 1350 por ciertos
    arcaísmos del lenguaje. De la _Crónica_, de Guido de Columna,
    procede la traducción catalana de Jaime Conesa (1367), y la
    castellana de Pedro de Chinchilla (1443), cuyo códice está en
    la bibl. de M. Pelayo. La _Crónica Troyana_, impresa en el
    siglo XVI á nombre de Pedro Núñez Delgado, Medina, 1587, toma á
    Guido por principal fuente y añade otras fábulas.

    _Crónica Troyana, códice gallego del siglo XIV_, etc., ed.
    M. R. Rodríguez, La Coruña, 1900, 2 vols. Consúltense: J.
    Cornu, _Estoria Troyãa acabada era de mill et quatroçentos et
    onze annos_ (1373), en _Miscellanea linguistica in onore di
    Graziadio Ascoli_ (Torino, 1901), págs. 95-128; A. Mussafia,
    _Ueber die spanischen Versionen der Historia Trojana_, en
    _Sitzungsberichte d. k. k. Akademie_ (Wien, 1871), t. LXIX,
    págs. 39-62.

    =257.= DON GIL ÁLVAREZ DE ALBORNOZ (1310-1367), nacido en
    Cuenca, consejero de Alfonso XI, Arzobispo de Toledo, Cardenal
    desde 1350, Legado y cabeza de las tropas de Inocencio VI, para
    quien reconquistó muchas plazas de su patrimonio. Aniquiló en
    Italia el poder de Visconti de Milán, como Legado de Inocencio
    VI por la publicación de las _Constitutiones Aegidianae_ del
    año 1362, impresas en Venecia, 1568-1571. Fundó el Colegio
    Mayor de San Clemente de los Españoles en Bolonia, que se
    inauguró en 1367. Hizo otras varias _Constitutiones_, como
    las diocesanas y provinciales de Toledo (1339), las _contra
    Clericos concubinarios_ (1342); además el _Catecismo_,
    en castellano: _Interrogationes et Scrutinia de peccatis
    publicis_ para los Visitadores de las Iglesias; en fin, las
    _Constitutiones_ de 1345: todo ello en la Biblioteca de El
    Escorial.

    FRAY BERNARDO OLIVER, valentino, agustino y obispo de Tortosa
    hacia 1345, publicó _Excitatorium mentis in Deum_, traducido
    por anónimo: _Espertamiento ó levantamiento de la voluntad en
    Dios. Tractatus contra Judaeos._

    FRAY GUILLERMO ANGLÉS, valenciano y obispo de Valencia en 1345,
    escribió _Expositio de ordine Missae_.

    El maestro general GAVER, barcelonés, escribió hacia 1345
    _Epistola Apologetica. De perfectione eiusdem Ordinis. De
    caelesti eiusdem Ordinis revelatione ac fundatione._

    RODRIGO DE MALLORCA escribió _Eximiae Chiromantiae in
    Universitate Oxoniensi circa medium saeculi XIV compilati_, ó
    _De praedictionibus_.

    FRAY NICOLÁS ROSELL († 1362), dominico mallorquín y cardenal
    desde 1356, escribió _De quadruplici iurisdictione Romanae
    Ecclesiae in regnum Siciliae. De unitate Ecclesiae et schismate
    vitando. Historia ordinis Praedicatorum_, que acabó en Roma el
    1357. Otras obras en Nic. Antonio.

    En 1356 FRAY NICOLÁS EYMERICH, dominico gerundense,
    fué nombrado inquisidor de Aragón. Publicó _Directorium
    Inquisitorum_, impreso en Roma, 1578. _De potestate Pontificis
    contra haereticos._ _De duobus Christi naturis et de tribus
    personis in Deo._ _De excellentia Christi et B. Virginis._
    _In Pauli ad Galatas et ad Hebraeos._ _Contra adoratores et
    advocatores daemonum._ _Contra calumniantes praeeminentiam
    Christi et Virginis._ _Super quatuor Evangelio._ _Conciones._
    _Contra astrologos imperitos atque contra nigromantes._

    Á principios del reinado de don Pedro I y por su mandado
    se compuso el _Becerro ó Libro famoso de las Behetrias
    de Castilla_, que se custodia en la Real Chancillería de
    Valladolid, en el cual se expresan la naturaleza y origen
    de la nobleza de España y se describe en todo su esplendor
    el feudalismo español en el último tercio de la Edad Media.
    Imprimióse en Santander, 1866, en cuyo prólogo se atribuye á
    don Pedro I. Tenemos las Cortes celebradas por don Pedro en
    Valladolid, 1351, con sus varios Ordenamientos; las celebradas
    por Enrique II en Burgos, 1367; en Toro, 1369 y 1371; en
    Burgos, 1373, 1374, 1377; las celebradas por Juan I en Burgos,
    1379; en Soria, 1380; en Valladolid, 1385; en Segovia, 1386; en
    Briviesca, 1387; en Palencia, 1388; en Guadalajara, 1390; las
    celebradas por Enrique III en Madrid, 1391 y 1393.

    Hacia 1356 GUILLERMO DESPABORDE, jurisconsulto de Pedro IV de
    Aragón, escribió _De privilegio militari_. _De pace et tregua._
    _Alphabetum iuris patrii._

    DON FRAY ALONSO DE VARGAS (1299-1365), agustino toledano,
    arzobispo de Sevilla desde 1361, escribió _Quaestiones de
    anima_, Venecia, 1565. _In librum Magistri Sententiarum_,
    ibid., 1490.

    FRAY JUAN BALLESTER († 1374), carmelita mallorquín, general de
    la Orden, escribió _Super libros Sententiarum_. _Constitutiones
    sui Ordinis._ _Sermones._ _De bello forti militantis Ecclesiae
    et Anti-christo._

    FRAY FRANCISCO DE BACHO († 1372), carmelita catalán, procurador
    general de la Orden desde 1366, luego provincial, escribió
    _Repertorium Praedicatorum_. _Super libros Sententiarum._
    _Sermones._

    FRAY BERNARDO OLLER, carmelita de Manresa, general y sucesor de
    Ballester desde 1375, escribió _De Ordinis sui origine_. _De
    immaculata Virg. conceptione._

=258.= _Los castigos y documentos_, libro atribuido al rey don Sancho
IV, se publicaron malamente en la Biblioteca de Rivadeneyra, 1857.
Gran parte está tomado de la traducción del _De regimine principum_,
de Egidio Colonna, hecha cincuenta años después de morir Sancho IV, no
sólo de lo que Colonna escribió, sino de lo añadido por el traductor
Johan García. No es obra de dicho Rey y se hizo entre los años 1350 y
1369, según Groussac, cuanto á la redacción primitiva, contrahecha y
aumentada después, acaso en tiempos de Enrique III.

    _Castigos e Documentos._ Bibl. de Aut. Esp., t. LI.
    Consúltense: P. Grousac, en _Revue Hispanique_ (1906), t.
    XV, págs. 212-339; R. Foulché-Delbosc, en _Revue Hispanique_
    (1906), t. XV, págs. 340-371.

=259.= El rabino SEM TOB ó SANTOB ó SANTO, que suena _buen nombre_,
fué el primer judío que escribió en castellano y el primero que
introdujo en Castilla la poesía gnómica ó sentenciosa, poniendo en
686 cuartetas de versos heptasílabos los _Proverbios Morales_. Era ya
canoso cuando dirigió su obra á don Pedro (1350-1369), de quien algunos
le creen médico, sin algún fundamento. Tampoco se sabe si nació en
Carrión de los Condes, aunque allí estuviese avecindado. El Teognis
castellano supo poner en verso bien rimado, con la gracia y nobleza de
este género de composición y con bien apropiadas metáforas y cierto
colorido oriental, la doctrina sentenciosa, que en aquel siglo habían
tantos tratado en prosa, sacándola de la Escritura y de los libros de
origen arábigo, corrientes á la sazón. Peca á veces de alguna oscuridad
y sequedad, debidas á su extremada concisión y á las alegorías ó
metáforas.

    =260.= _Sermón comunalmente rimado de glosas y moralmente
    sacado de filosofía_ llamó el autor á su obra. Santillana dice
    de él que fué "grand trovador", que escribió "muy buenas cosas"
    y "assaz comendables" sentencias. Según el mismo Marqués,
    escribió Sem Tob otras obras, que desconocemos. Falsamente se
    le atribuía la _Doctrina de la Discriçion_, la _Revelación de
    un ermitaño_ y la _Danza de la Muerte_. Dos son los textos que
    tenemos del libro de Sem Tob, tan diferentes, que parecen dos
    obras: el mejor y más completo es el de la Biblioteca de El
    Escorial, en 686 estrofas, y es el que editó Janer, poniendo
    al pie las variantes del otro manuscrito, 627 estrofas, que se
    guarda en la Biblioteca Nacional y que editó Ticknor. Ambos
    fueron cotejados por José Coll y Vehí. _Proverbios morales_,
    edic. Bibl. de Aut. Esp., t. LVII. Consúltese: _Untersuchungen
    über die Proverbios morales von Santob de Carrión, mit
    besonderen Hinweis auf die Quellen und Parallelen von doctor
    Leopold Stein_, Berlín, 1900; Μ. Menéndez Pelayo, _Antología de
    poet. lír. cast._, t. III, págs. CXXIV-CXXXVI.

=261.= PEDRO DE VERAGUE escribió la _Doctrina de la Discriçion_,
que falsamente atribuyen algunos á Sem Tob. Es un catecismo en 154
estrofas, de tercetos octosílabos, con el último verso de cuatro
sílabas. Es de fines del siglo XIV y fué impreso en el siglo XVI
(Gallardo).

    Foulché-Delbosc ha editado el ms. de El Escorial, IV, b. 21,
    fol. 88-108, en _Rev. Hisp._, t. XIV (1906), págs. 565-597;
    Bibl. de Autor. Esp., t. LVII.

    =262.= JUAN FERNÁNDEZ DE HEREDIA, "ilustre vástago de una de
    las más poderosas familias de Aragón", como escribe Am. de los
    Ríos (V, 240), nació en 1310, entró en la Orden de San Juan
    en 1332 y cincuenta y cinco años después fué nombrado Gran
    Maestro de la Orden; asentó en Aviñón el 1382 y se rodeó de
    letrados hasta que murió, el 1396, escribiendo durante aquel
    tiempo obras de historia. Atribúyensele, aunque no todas sean
    enteramente suyas, sino que las planearía y revisaría, las
    obras siguientes en castellano aragonés: Versión de las Vidas
    de Plutarco, ídem de Crosius, ídem de Marco Polo, ídem _De
    Secreto Secretorum_, de Aristóteles; _Flor de las Istorias
    de Orient_, _La Historia de Eutropio_, _La grant Cronica de
    Espanya_, _La grant Coronica de los Conquiridores_, de la que
    ha publicado la Sociedad de Bibliófilos Madrileños las _Gestas
    del rey don Jayme de Aragon_, Madrid, 1909. _Véase Revue
    Hispan._, 1907, t. XVI, pág. 244; Morel-Fatio, _Rom._, XVIII,
    pág. 491.

    Johan Fernández de Heredia, _Libro de los fechos et
    conquistas_, ed. [con trad. francesa] A. Morel-Fatio, Genève,
    1885 (Publications de la Société de l'Orient Latin, IV);
    _Gestas del rey don Jayme de Aragón_, ed. R. Foulché-Delbosc
    (Soc. de Biblióf. Madrileños, t. I).

    DON PEDRO GÓMEZ DE ALBORNOZ, arzobispo de Sevilla hasta 1372,
    escribió _De la justicia de la vida espiritual_ (Bibl. Real).

=263.= El CANCILLER PERO LÓPEZ DE AYALA (1332-1407) nació en Vitoria,
de padre alavés, Ferrán Pérez de Ayala, y de madre montañesa, Elvira
de Ceballos. Entró de paje de don Pedro _el Cruel_ en 1353, fuélo
después del infante don Fernando de Aragón, volviendo el año siguiente
al servicio de don Pedro, de quien fué partidario hasta 1366, en que
fué proclamado rey don Enrique en Calahorra, que, huyendo don Pedro,
se pasó con su padre al bando del bastardo. En 1359 recorre como
capitán de la flota los mares de Valencia y Cataluña, alcanzando el
alguacilazgo mayor de Toledo en premio de su extraordinario valor.
Hecho prisionero en Nájera por el Príncipe Negro (1367), se rescató, y
tras el fratricidio de don Pedro en Montiel (1369), fué enriquecido y
honrado por Enrique II y Juan I. En Aljubarrota (1385) fué preso de los
portugueses, pasando quince meses en una jaula de hierro en el castillo
de Oviedes, donde trabajó en el _Rimado de Palacio_ y en el _Libro
de la caza_, que compuso en 1386. Rescatado en 1387 volvió á España
y formó parte del Consejo de regencia en la minoría de Enrique III
(1390-1394) y fué nombrado Gran Canciller de Castilla (1398). En 1402
vió nombrados Merino mayor de Guipúzcoa á su hijo Fernando y Alcalde
mayor de Toledo al otro hijo, Pedro. Todavía vivió nueve años dado
á la política y á las letras, residiendo, ya en la corte, ya en sus
estados de Álava y la Rioja, en los monasterios de que era fundador ó
patrono, sobre todo en el de San Juan de Quijana y en el de San Miguel
del Monte, cerca de Miranda de Ebro. Murió casi de repente en Calahorra
en 1407, después de don Enrique III y cuando se hallaba escribiendo
su _Crónica_. Fué recio de complexión y de musculoso cuerpo, de valor
hasta la temeridad, salvo que con reflexión, diestro en la caballería
y en las armas, amigo de la caza de cetrería y montería, "muy dado á
las mujeres, más de lo que á tan sabio caballero como él convenía", en
frase de su sobrino Fernán Pérez de Guzmán.

    =264.= Su padre fué rico hombre de Álava, de los que ayudaron
    á Alfonso XI á apoderarse de su provincia natal. De la hermana
    del Canciller descendía Fernando _el Católico_. En su _Crónica_
    confiesa su desleal traición: "e de tal guisa iban los fechos,
    que todos los más que dél se partían habían su acuerdo de non
    volver más á él". Amontonó señoríos, alcaldías, tenencias,
    heredamientos y riquezas sin cuento, siendo además árbitro de
    cuanto se hacía en Castilla. Obtuvo al pasarse á don Enrique
    el cargo de alférez mayor de la Orden de la Banda, cuyo pendón
    llevó en la batalla de Nájera; fué de los más favorecidos en
    el reparto del botín de Montiel, adonde no asistió; en 1369
    logró la Puebla de Arciniega, la torre del valle de Orozco, la
    posesión del valle de Llodio, que traía en litigio su padre;
    en 1374, los cargos de alcalde mayor y merino de Vitoria y
    la confirmación del mayorazgo fundado por su padre, que ya
    entonces era fraile dominico; en fin, la alcaldía mayor de
    Toledo, en 1375. Como consejero de Enrique II y Juan I mostró
    su habilidad en misiones diplomáticas en las Cortes de Aragón y
    de Francia, asistiendo á Carlos VI en la batalla de Rosebeck,
    por lo que le hizo en 1382 su camarero y le dió una pensión
    anual de 1.000 francos de oro. Treinta mil doblas de oro
    pagó por su rescate á los portugueses su mujer doña Leonor
    de Guzmán, con ayuda de su pariente el Maestre de Calatrava
    y de los Reyes de Francia y de Castilla. Ajustó las paces
    entre don Juan I y la casa de Lancaster, representante de los
    derechos de los descendientes de don Pedro y peroró en las
    Cortes de Guadalajara de 1390 contra el proyecto de abdicación
    y repartición del reino que tenía pensado don Juan I. En 1392
    ajustó las treguas con Portugal por don Enrique III, que estaba
    en su minoridad, el cual después, en 1398, le nombró Canciller.
    Escribió su vida Rafael Floranes y se publicó en los tomos XIX
    y XX de los _Documentos inéditos para la Historia de España_.

=265.= El _Rimado de Palacio_ fué compuesto por la mayor parte en
la jaula de hierro de Oviedes, como el _Libro de buen Amor_ y el
_Quijote_ se compusieron en la cárcel. La desgracia abre los ojos para
reconocer las culpas propias y ajenas. Desde la estrofa 903 hubo de
escribirse más tarde, cuando ya libre el Canciller pudo poner en su
obra más tranquilidad y serenidad, que cuando preso comenzó con la
propia confesión para que su crítica de los vicios ajenos tuviese más
fuerza, bien así como lo hizo el de Hita. Al acabar su _Sermón_ dice en
la estrofa 706 que se hallaba aquejado "de muchas grandes penas e de
mucho cuydado". Así el Arcipreste pide á Dios: "Saca á mi coytado desta
mala presion". No puede negarse cierto parentesco entre la obra del
Canciller y la del Arcipreste: ambos pretenden criticar los vicios de
la sociedad, con la diferencia de unos cuarenta años.

El Canciller leyó y remedó al Arcipreste en el intento de la crítica
social, en la enérgica franqueza y aun extremada libertad de juicio,
en el mudar de metro sobre el fondo del tetrástrofo, dando lugar á
las combinaciones métricas de la tradición galaico-portuguesa, en las
canciones á la Virgen, en la unidad personal que sirve de trama, en lo
variado y al parecer descosido de las partes: "Efemérides del espíritu
de su autor", llamó Gallardo al _Rimado de Palacio_. Ya conocemos la
obra del Arcipreste; la del Canciller es un libro más del _mester de
clerezia_, sin pizca de la _juglaria_, que es el alma del _Libro de
buen Amor_. Obra didáctica como las acostumbradas hasta entonces, "que
le hizo caer en cierto prosaísmo ético y pedagógico", como dijo M.
Pelayo; nada de lo lírico, de lo dramático y de lo épico, que lo es
todo en la obra del Arcipreste. El cual era grandísimo y originalísimo
poeta; el Canciller era un puro versificador. El fino humorismo
con que el de Hita envuelve la retozona sátira, hasta el punto de
haber desconocido los críticos su verdadero intento, se convierte en
declarada causticidad en la grave sátira de Ayala. Donde mejor le imita
es en la pintura de la simonía (c. 229). Tanto va del espíritu erudito
del Canciller al espíritu popular del Arcipreste, del beber en los
muertos libros al beber en la vena bullente de la vida, del morar en
palacios al corretear por ferias y plazas, del tratar con disimulados
cortesanos al andar entre escolares, troteras, moriscas y serranas. Con
todo eso, ya que no como poesía, la obra del Canciller sirve como claro
documento de la depravación de costumbres durante la malhadada época
del cisma de occidente. Con esta obra desaparece el verso alejandrino
de la literatura castellana.

Pasaba de los setenta años cuando dió el último toque al _Rimado de
Palacio_; nada tiene de extraño que después de los metros ligeros
que en las canciones religiosas empleó, á imitación del Arcipreste,
volviese á la cuaderna vía, parafraseando al final de la obra el libro
de los Morales de San Gregorio.

    =266.= Se ha creído que el _Rimado de Palacio_ lo escribió
    durante su cautiverio en Inglaterra, fundándose en un
    manuscrito indicado por Gallardo. Pero, según esto, lo escribió
    el año 1367. Mas en la estrofa 215 (ed. Janer) se alude al
    cisma en tiempo de Urbano VI, de modo que estos versos no
    pudieron escribirse antes de 1378. En la estrofa 811 se dice
    que el cisma había durado veinticinco años, pasaje que no
    pudo escribirse antes de 1403. Lo que se dice en la estrofa
    853, "que me libre e me tire de entre estas paredes", no pudo
    escribirse hasta después de 1372, en que el padre de López
    de Ayala fundó el convento de San Juan de Quejana, á cuyas
    monjas dominicas dirige estos versos desde el castillo de
    Oviedes. Todas estas partes de la composición fueron escritas
    después de 1367, en que el autor cayó preso del Príncipe Negro.
    Ahora bien, no se sabe que estuviese otra vez en Inglaterra.
    Su pariente Santillana llama á esta obra _Las maneras del
    Palacio_; también se titula _El libro de Palacio_; pero lo
    corriente es darle el rótulo que le dió Pérez de Guzmán,
    _Rimado de Palacio_.

=267.= Así como el Arcipreste de Hita había nacido poeta y se amañaba
mal en la prosa, López de Ayala, versificador moralista sin estro
poético, era por naturaleza un gran prosista. Durante su encierro en
Oviedes (junio de 1386) escribió el _Libro de la caza de las aves et de
sus plumages et dolencias et melecinamientos_, dirigido á su pariente
Gonzalo de Mena, obispo de Burgos, tan aficionado como él á la caza
de altanería. Gran fautor de toda buena cultura, tradujo, ya en los
ocho últimos años de su vida, las _Décadas 1.ª_, _2.ª_ y _4.ª_ de Tito
Livio, de la versión francesa del benedictino Pedro Berçuire († 1362),
á instancias de Enrique III. Por sí ó por sus secretarios tradujo el
libro _De summo bono sive De sententiis_, de San Isidoro, los _Morales_
ó _Comentario de Job_, de San Gregorio _el Magno_, el _De consolatione
philosophiae_, de Boecio, el _De casibus virorum et feminarum
illustrium_, ó _Caída de principes_, de Boccaccio, traducción hecha
entre 1356 y 1364, continuada por Alonso de Cartagena y Juan Alfonso
de Zamora en 1422; la _Historia Troiana_, de Guido delle Colonne,
traducida muchas veces en los siglos XIV y XV, libro de caballerías de
asunto clásico, y acaso el _Valerio Maximo_.

    =268.= El título _Libro de la caza de las aves et de sus
    plumajes et dolencias et melecinamientos_ se halla en la
    Invocación con que el libro comienza, y en el prólogo al
    obispo de Burgos don Gonzalo de Mena dice cinco veces _Caza
    de las Aves_. Por último, escribe al fin del libro: "Aquí se
    acaba el _Libro de la Caza de las Aves_, que fizo Pero López
    de Ayala en el castillo de Oviedes, en Portogal, en el mes de
    junio, año del Señor de mill et trecientos et ochenta y seis
    años, era de César de MCCCCXXIV años". Extraño parece que en
    la edición de la Sociedad de Bibliófilos Españoles, preparada
    por Lafuente y Alcántara, y por su muerte acabada por Gayangos,
    el título sea _El Libro de las Aves de Caza_, como si fuese
    un tratado de historia natural. Acerca de las _Glosas del
    Duque de Alburquerque_, añadidas á esa edición, léase lo que
    dice Gutiérrez de la Vega en su hermosa edición, pág. XLVII.
    Sobre los códices, la _Biblioteca Venatoria Española_ y la
    _Bibliografía Venatoria Española_, del mismo Gutiérrez.

    En el libro de la _Caza_ se ve su intento siempre de gran
    moralizador de las costumbres, pues en su ejercicio halla una
    manera de "tirar á los omes de ocio et malos pensamientos et
    que puedan aver entre los sus enojos et cuidados algund plazer
    et recreamiento sin pecado". Libro curioso para la historia
    de las costumbres de la época, para el conocimiento de este
    deporte y de su vocabulario particular. Amante de toda cultura,
    emprendió sus traducciones "por avisar é ennoblecer la gente
    é nación de Castilla, fizo romanzar de latín en lenguaje
    castellano algunas crónicas y estorias que nunca antes dél
    fueron vistas ni conoscidas en Castilla" (Pedro López de
    Ayala, su nieto, en la _Relación fidelísima de su linaje_). El
    texto latino de Livio para el Canciller "estava en latín por
    bocávulos ignotos et escuros", como dice él al Rey. El intento
    de sus versiones fué "á bien et á provecho de la republica",
    entresacando de ellas "dichos de muchos buenos enxemplos et de
    buenas doctrinas para bien vivir espiritualmente et moral et
    onestamente." La _Crónica Troyana_ había dejado sus huellas en
    el _Libro de Alixandre_ y un tal _Domingo de Troya_ se decía
    haber divulgado la leyenda en España antes de Alfonso _el
    Sabio_, en cuyo reinado un eclesiástico hizo una refundición
    castellana del _Roman de Troie_, de Benoît de Sainte-More
    (hacia 1160), de la cual se conserva la copia de Nicolás
    González, fechada en 31 de diciembre de 1350. Esta versión
    castellana la tradujo al gallego en 1373 Fernán Martínez. La
    versión latina de Guido delle Colonne ó _Historia Troiana_
    (1272-1287) no es sino una reproducción de la obra de Benoît
    de Sainte-More. De esta traducción latina de Colonne sacó la
    suya Ayala en 1358, y en 1367 la suya catalana Jaime Conesa. La
    leyenda y refundiciones proceden de las latinas de los seudo
    cretense Dictys y seudo frigio Dares.

=269.= Pero la obra principal del Canciller fué convertir la informe
crónica, hasta su tiempo usada, en verdadera historia artística. Acaso
él mismo no se percató de ello; sino que aficionado y aun estimulado
por el ejemplo de su padre á leer historias, sin querer remedó á Tito
Livio, cuyas _Décadas_ había traducido, insertando breves discursos y
frases, que encierran los motivos que tenían al obrar los personajes.
Conociendo tan de cerca á los Reyes, no se dejaba encandilar por las
apariencias; su natural austero y grave no le permite rebajarse ante
nadie, no bandearse más á una que á otra parcialidad, y su amor por la
moral y la justicia le mantiene en el fiel de la equidad generalmente.
Con este criterio escribió sobre los reinados de don Pedro, don
Enrique II, don Juan I y don Enrique III, el último no acabado por
haberle tomado la muerte cuando había llegado á los acontecimientos
del año 1396, y la crónica de este reinado fué después continuada por
Álvar García de Santa María (1390-1460). López de Ayala es el primer
historiador en fecha, de España, y fuera de ella no lo hubo hasta fines
del siglo XV. Es historiador grande y severo, que con cierto instinto
ahonda y escudriña en el alma de los personajes, pintándolos además en
retratos ceñidos y recios; pónelos en acción haciéndoles declarar por
su propia boca sus intentos por medio del diálogo, cartas y arengas, y,
sobre todo, prepara los acontecimientos trágicos con maña de habilidoso
dramático, haciendo crecer el terror por momentos hasta el desenlace.
Tiénesele por sospechoso en lo que atañe al rey don Pedro, de quien
deslealmente se apartó; pero convienen con él los cronistas catalanes,
como el autor de las memorias de don Pedro IV; los portugueses, como
Fernán Lopes; los italianos, como Villani; y los franceses, como
Froissart y el biógrafo de Duguesclin. Fuera de este caso, todos
concuerdan en tenerle por historiador veraz y de imparcial fidelidad.

    =270.= Hasta él no había habido más que _Crónicas_, la _Crónica
    general_, de Alfonso _el Sabio_; el compendio que de ella
    hizo don Juan Manuel y las varias refundiciones conocidas;
    los anales de Alfonso _el Sabio_, de Sancho IV, de Fernando
    IV y de Alfonso XI, que fueron escritos por Fernán Sánchez de
    Tovar, predecesor de López de Ayala en la Gran Cancillería
    castellana, más bien que por Juan Núñez de Villaizan; _La grant
    Cronica de los Conquiridores_ (1383), ó historia del Imperio
    bizantino de 780 á 1118 y crónica de Morea de 1199 á 1377, y
    _La grant Cronica de Espanya_ (1385), ambas redactadas por
    orden del gran maestre de la Orden de San Juan de Jerusalén,
    Johan Fernández de Heredia (1310-1396). Fernán Pérez, padre de
    López de Ayala, "como era tan grand caballero et tan entendido
    et mesurado en todos sus fechos, se pagaba de decir bien et
    apuestamente et otrosi de alcanzar noticias de letras et de
    estorias de cosas grandes et nobles que en el mundo hubiesen
    pasado" y había romanceado una "antiqua escriptura", compuesta
    por "un muy grand caballero de los de Ayala, á quien decían San
    Velázquez", la cual sirvió al Canciller para escribir sobre "el
    linaje de Ayala y las generaciones de los señores que vienen de
    él". Como muestra de su pincel, recuérdese el retrato de don
    Pedro: "assaz grande de cuerpo et blanco et rubio et ceceaba
    un poco en la fabla; era muy cazador de aves; fué muy sofridor
    de trabajos; era muy temprado et bien acostumbrado en el comer
    et beber; dormía poco et amó mucho mujeres; fué muy trabajador
    en guerras; fué cobdicioso de allegar tesoros et joyas et
    aljofar et baxilla de oro et de plata et paños de oro et otros
    apostamientos". Las cartas que atribuye al "sabidor moro
    granadino" Ben Alkhatib le sirven para envolver sus máximas
    morales y políticas. Sobre su manera de preparar los grandes
    sucesos, recuérdese la profecía de Merlín, interpretada por
    Ben Alkhatib, y no menos la muerte de Garcilasso de Burgos,
    el suplicio del rey Bermejo, etc. Próspero Mérimée, con poco
    más que adobar esta _Crónica_ á la moderna, hizo una historia
    hermosísima.

    =271.= Pero López de Ayala, _Rimado de Palacio_, ed. F. Janer,
    Bibl. de Aut. Esp., t. LVII; ed. A. F. Kuersteiner (en prensa);
    _Crónicas de los Reyes de Castilla don Pedro, don Enrique II,
    don Juan I, don Enrique III_, ed. E. de Llaguno y Amírola, en
    _Crónicas españolas_, Madrid, 1799, ts. I y II; _Crónica del
    rey don Pedro_, Bibl. de Aut. Esp., t. LXVI; _El libro de las
    aves de Caça_ (Soc. de Biblióf. Españoles), ed. P. de Gayangos,
    Madrid, 1869; _Libro de la Caza_, ed. J. Gutiérrez de la Vega,
    en _Biblioteca Venatoria_, Madrid, 1879, t. III. Consúltense:
    R. Floranes Robles y Encinas, _Vida literaria de P. L. de Α._,
    en _Documentos inéditos_ (1851-52), ts. XIX y XX; J. Catalina
    García, _Castilla y León durante los reinados de Pedro I,
    Enrique II, Juan I y Enrique III_, Madrid, 1892-1901 [sin
    terminar]; M. Menéndez y Pelayo, _Antología de poetas líricos_,
    etc., t. IV, págs. IX-XXXVII; A. F. Kuersteiner, _A Textual
    Study of the First Cantica sobre el Fecho de la Iglesia in
    Ayala's Rimado_, en _Studies in honour of A. Marshall Elliott_,
    Baltimore [1911], vol. II, págs. 237-256; G. Daumet, _Étude
    sur l'alliance de la France et de la Castille aux XIV^e et
    XV^e siècles_ (Bibl. de l'École des Hautes Études, fasc. 118),
    París, 1898; A. Fernández-Guerra y Orbe, _Discursos leídos ante
    la Real Academia de la Historia en la pública recepción de
    don Francisco Javier de Salas_, Madrid, 1868, págs. 131-200;
    F. W. Schirrmacher, _Ueber die Glaubwürdigkeit der Chronik
    Ayalas_, en _Geschichte von Spanien_, Berlín, 1902, t. V,
    págs. 510-532; Ε. Fueter, _Ayala und die Cronik Peters des
    Grausamen_, en _Mitteilungen des Instituts für österreichische
    Geschichtsforschung_ (1905), t. XXXVI. págs. 225-246; A. F.
    Kuersteiner, _The use of the relative pronoun in the Rimado de
    Palacio_, en _Revue Hispanique_ (1911), t. XXIV, págs. 40-170.

=272.= La _Revelación de un ermitaño_, poema didáctico y anónimo en
octavas de arte mayor y con influencia italiana, se escribió en 1382
(verso 3); está tomado el asunto de la _Rixa Animi et Corporis_. Ed.
_Bibl. Autor. Esp._, t. LVII.

    =273.= FRAY GARCÍA DE EUGUI, elegido obispo de Bayona en 1384,
    compuso la _Crónica General de España_, publicada últimamente
    por G. Eyzaguirre Rouse: _Crónica General de España_, en
    los _Anales de la Universidad de Chile_, transcripción del
    manuscrito de El Escorial.

    FRAY GOMBALDO DE ULIGIA († 1384), dominico catalán de Cervera,
    escribió _In libros Sententiarum_. _De vitis Sanctorum._

    FRAY FELIPE RIBOT († 1391), carmelita catalán, escribió _De
    institutione et gestis Carmelitarum_. _De vivis illustribus
    Carmelitarum._ _Sermones._ _Epistolae._

    En 1487 murió PEDRO IV "EL CEREMONIOSO", que parece escribió
    en romance una _Crónica_ de su tiempo. Por orden suya se
    compusieron las _Ordinations_ y ceremonias de la Casa Real, en
    lemosín, promulgadas en 1344 (Bibl. Escor.). _También escribió
    De ordine servando in coronationibus Regum Aragonum_ (ibid.).
    (Véase Nic. Ant., l. IX, c. VII, pág. 177).

    FRAY FRANCISCO EXIMENIZ († 1409), franciscano y obispo de
    Elna, aunque escribió en catalán merece citarse por su obra
    enciclopédica _Crestiá_ (El Cristiano), y más por las otras
    que se tradujeron al romance. _De les dones_, cuyo ejemplar
    del Arcipreste de Talavera se conserva, tradújose y hay Ms.
    del siglo XV (Gallardo): _Aquí comienza el libro llamado de
    las Donas, compuesto e ordenado por el Maestro fray Francisco
    Jiménez_... En Valladolid, 1542, salió impreso el _Carro
    de las donas_, que comprende el "libro de las mujeres...".
    "Va repartido en cinco libros: los cuatro hizo este Doctor,
    aunque yo añadí mucho en ellos copilando y sacando doctrina de
    doctores muy sanctos. Copilé otro libro que trata del aparejo
    que el hombre cristiano ha de hacer para la muerte: todo junto
    se llama _Carro de las Donas_" (Pról. dedicat.). "Un religioso
    de Sant Francisco, morador en Sant Francisco de Valladolid le
    tradujo". Gallardo añade: "Véase si el traductor es el padre
    toledano Gómez García". Comprende además, como dice el título,
    el "Vita christianorum" y "Memoria eterna". Escribió Eximeniz
    además el _Vita Christi_ en catalán, traducido por don Fernando
    de Talavera; _Del Angels_, traducido al romance: _La natura
    angelica_, Burgos, 1490, 1516; _Pastoral_, Barcelona, 1495; _De
    la temor de Deu, ain_ (sic) _Virtut de justicia_, Barcelona,
    1509.

    DON GONZALO GONZÁLEZ DE BUSTAMANTE († 1392), obispo de Segovia,
    escribió _La Peregrina_ ó repertorio alfabético del Derecho
    canónico, romano y español (Bib. Escor.).

    PEDRO DE LUNA ó _Benedictus XIII_ desde 1394, escribió, entre
    otras obras (Nic. Ant.), _Libro de las Consolaciones de la Vida
    humana_. _De potestate summi Pontificis et Concilii._ _De horis
    dicendis per clericos._

    Hacia 1397 JUAN FIGUEROLA, canónigo valenciano, escribió
    _Adversas Iudaeos et Thalmudem_.

    =274.= SAN VICENTE FERRER (1352-1419) parece profesó en los
    dominicos en 1374, maravilloso varón apostólico. _De vita
    Spirituali_, Venecia, 1568. _De fine mundi._ _Suppositionum
    liber._ _De sacrificio missae._ _Tractatus consolationis in
    fidei tentationibus._ _Sermones y Cartas_, 3 vols., Lyon, 1530,
    1539, 1550; Amberes, 1569; Venecia, 1573. Obras completas,
    Valencia, 1591. Otras en la Biblioteca Nacional.

    =275.= En el siglo XIV se escribió, por el MAESTRE AUDALLÁ,
    _De caballos y sus dolencias_ (GALLARDO). De fines del siglo
    XIV es el _Vergel de Consolación_, escrito por FRAY JACOBO DE
    BENAVENTE, impreso en Sevilla, 1497.


[Ilustración: SEPULCRO DE D. JUAN II. (Cartuja de Miraflores, Burgos).]


                                NOTAS:

[21] Así lo titula Gayangos al publicar este libro.

[22] "¿Quién creerá que Domenico Greco trajera sus pinturas muchas
veces á la mano y las retocase una y otra vez para dejar los colores
distintos y desunidos, y dar aquellos crueles borrones para _afectar
valentía_?" Así juzgó el académico pintor Pacheco al Greco; y esta
_valentía_ en que lo comparo con el Arcipreste no la ha entendido
Azorín. (_Los valores literarios_, pág. 71).

[23] Véase TACKE: _Die Fabeln des Erzpriesters von Hita, in Rahmen der
mittelalterlichen Fabelliteratur nebst einer Analyse des Libro de buen
amor_. Breslau, 1911 (32 págs.).

[24] "Las Grandes virtudes y hazañas de este nuevo Prelado mejor será
pasallas en silencio, que quedar en este cuento cortos". MARIANA, _Η.
E._, 16, 5.




                        ÉPOCA DE DON JUAN EL II

  LA POESÍA LÍRICA CORTESANA Y LOS ALBORES DEL RENACIMIENTO (PRIMERA
                    MITAD DEL SIGLO XV HASTA 1454)


    =276.= _Resumen histórico_: Juan II (1407-1454), privado y
    verdadero gobernante de Castilla don Álvaro de Luna. En Aragón,
    Alfonso V _el Magnánimo_ (1416-1458), hijo de Fernando I _el
    de Antequera_, coronado en el Compromiso de Caspe, conquista
    el reino de Nápoles, corte de renacimiento para la literatura
    española.

    _Literatura francesa_: _Alain Chartier_ (1394-hacia 1439).
    Charles d'Orléans (1391-1465). Villon (1431-1483?). Gringoire
    (_Jeu du Prince des Sots_, 1512). _Roman de Troïlus_ (1400).
    Gerson (_Sermons_, 1389-1414).

=277.= Á los esforzados Reyes del siglo XIV, que gastan sus aceros
en la morisma acabando con su poder, como Alfonso XI en el Salado, ó
que tienen á raya á los magnates y luchan entre sí, como don Pedro
y su hermano _el Bastardo_, suceden en el siglo XV Reyes apocados,
como don Juan II y Enrique IV _el Impotente_, á quienes se sobreponen
los grandes y hasta los destronan, peleando ellos por la privanza y
señoríos y no escarmentando ni con ver caer en el cadalso la cabeza
del más poderoso de todos y único verdadero Rey en Castilla durante
largos años, don Álvaro de Luna. Las costumbres, de brutales que fueran
en el siglo XIV, se hacen refinadas en el XV, dominando la hipocresía
y la doblez cortesana. Mientras anda calladamente la intriga por las
antesalas entre los grandes ó revienta estruendosamente en los campos
de batalla, en manos de los grandes intrigadores y en la del mismo
Rey, hollado por sus ambiciones turbulentas, suena la lira cortesana
en el tono ficticio y apagado de la escuela galaico-portuguesa, que
da sus últimos y moribundos sones en Castilla y á la vez en el no
menos ficticio y falso de la escuela italiana comenzada á sonar con
intempestivo y descerrajado chirrido. De entrambas escuelas es la
lírica de la corte de don Juan II; pero como ecos remedados y por gente
cortesana, no contiene más que lo peor de entrambas. El nervio de la
galaico-portuguesa había sido lo popular gallego, el aire serrano,
candoroso y sentido; de ello sólo quedaba en la poesía de la corte de
don Juan II la sencillez de la cáscara, los versos cortos, ligeros y
delicados, propios de los cantares populares que aun hoy suenan en
todas partes y debieron de sonar en España mucho antes de aquella época.

El alma gallega y popular había volado: á la natural candidez había
tomado el lugar la sutileza, al candoroso sentimiento el jugueteo
de los conceptos. Más que de la escuela gallega eran aquellos los
últimos dejos de la escuela provenzal, llegada á Castilla por Portugal
y Galicia. Así acabó en España el influjo de la literatura venido
de Francia, primero de la lengua d'oil á la épica, después de la
d'oc á la lírica. La literatura italiana, la última en fecha de las
literaturas románicas, había resonado á fines del XIII y durante el
siglo XIV en las liras de Dante, Petrarca y Boccaccio, con cadencias
tan nuevamente elegantes, como viejas de abolengo, puesto que eran
las de la antigua Grecia y Roma, que despertaban al mágico poder
de aquellos renacentistas de la antigüedad clásica. Micer Imperial
y sus discípulos traen por Sevilla á la corte y resto de España,
á principios del siglo XV el culto de la _Divina Comedia_, y tras
Dante siguen Petrarca y Boccaccio, apuntando la primera aurora del
renacimiento latino. Pero es aurora todavía harto entre tinieblas, ó
mejor digamos, la gente cortesana no estaba aparejada para admirar y
gozar de tan desusados resplandores; no tenían ojos para ver entre
tanta luz y cegaron á sus rayos. La naturalidad del arte griego no
podía ser percibida y apreciada por gentes palaciegas que vivían de la
doblez y mentira, de la ficción y engaño. Aquella soberana naturalidad
llegaba además envuelta en el ropaje del simbolismo, con que Dante la
había vestido, porque así lo llevaban los tiempos y las circunstancias
políticas en que escribió. Nuestros poetas cortesanos quedáronse con
el ropaje y se les escabulló lo que dentro iba. Comenzó además á
entrar en España la erudición latina entre prosistas que no sabían
latín, y en vez de tomar lo bueno del fondo, también se quedaron con
lo de la corteza, que, acomodado al idioma castellano, le cuadraba
mal, con los desaforados latinismos y el destartalado trastrueque é
hipérbaton de palabras y frases, amén de la fría y farragosa erudición
de mitologías y leyendas, que para los españoles eran letra muerta,
y horriblemente gravosa y desquiciada por el consiguiente. En urdir
alegorías dantescas los poetas sin el alma de la poesía de Dante, y
en argamasar suciamente añejas erudiciones en estilo desvencijado,
descuartizado y empedrado de voces latinas y de latinos nombres propios
los prosistas, se fueron entreteniendo aquellos escritores cortesanos
de la corte de don Juan II, hasta que el gusto de las gentes acudió
en tiempo de los Reyes Católicos á la vena popular y castiza de los
romances y de los cantarcillos de villanos, cuando los eruditos,
ahondando en el verdadero clasicismo de Roma y Grecia, fueron echando
de ver que el alma del arte antiguo había salido del pueblo de Grecia
y que el alma del arte moderno bien podía hallarse en el pueblo de
España, que en naturalidad, brío y color no le iba en zaga. Con razón
ha podido, pues, llamar M. Pelayo al reinado de Juan II "pórtico de
nuestro Renacimiento", aunque él fuese pórtico algún tanto estrafalario
y más bien parece revoltijo de materiales, piedras, argamasa, maderos
y andamiaje, que amontonan los alarifes al echar los cimientos de ese
pórtico. Fué, pues, el reinado de Juan II una época de transición,
de poesía galaico-portuguesa harto retrasada, de poesía italiana por
demás prematura, de prosa clásica que á los dos pinos que hace da
tres trompicones. Todo ello manejado por cortesanos y eruditos, que,
tapándose todavía las orejas para no oir á los villanos, aprendían
su arte en los libros. Con todo, á la poesía de los villanos se iban
acercando, quieras que no. Los versos cortos, que á imitación de la
lírica galaico-portuguesa, se menudean tanto y no menos el pie de
romance, cortado en hemistiquios ó enteros, eran versos populares
castellanos. Poca verdadera poesía se halla en cuarenta y siete
años, á pesar de los 218 poetas que contó Amador de los Ríos; pero
la versificación es tan varia y rica, que no pocas composiciones se
leen con agrado, mayormente cuando algún buen ingenio rodea sutil y
galanamente el pensamiento ó cuando algún juglar bufonesco y satírico
se olvida del pudor cortesano y deja correr, aunque sea á medio chorro,
la vena castiza, que sin pretenderlo se apropia derivándola del pueblo.
No á medio, sino á todo chorro salta y se rebulle el habla castiza
en la prosa del Arcipreste de Talavera, sobre todo en unos cuantos
capítulos de costumbres, en que parece se le envistió en el cuerpo
el retozón espiritillo del Arcipreste de Hita. Los dos Arciprestes
pertenecen á la cepa castiza y popular, son pintores realistas de
empuje, son, sin género alguno de duda, los dos mejores escritores
de los siglos XIV y XV. Ellos se bastan, aunque más no hubiera,
para representar el verdadero arte en la historia universal de las
manifestaciones estéticas, y para eslabonar la áurea cadena cuyo primer
eslabón es el _Mio Cid_, y ha de llegar al siglo XVI engarzando los
no menos castizos y maravillosos del _Romancero_ y la _Celestina_ al
acabar el siglo XV. Éstas son las cumbres del arte nacional; lo demás
son jugueteos y remedos de artes extraños, pesadumbre de estantes,
broza de bibliotecas.

    =278.= M. Pelayo, _Antol._, t. V, pág. IX: "La antigua
    hegemonía literaria de Francia sobre los demás pueblos de la
    Edad Media estaba definitivamente perdida desde el siglo XIV.
    Dante, Petrarca y Boccaccio habían destronado completamente
    á los troveros franceses y á los trovadores provenzales, sin
    excluir aquellos que en algún modo podían considerarse como
    maestros suyos. El genio francés, que tanto creó en aquellas
    edades, no había acertado á perfeccionar nada ni á poner estilo
    ni acento personal en sus obras. La cantidad había ahogado
    monstruosamente á la calidad en aquellas selvas inextricables
    de canciones de gesta, de _fabliaux_, de leyendas devotas
    y de misterios dramáticos. En aquella masa informe estaban
    contenidos casi todos los elementos de la literatura moderna,
    pero rudos y sin desbastar, esperando el trabajo de selección
    y la obra del genio individual: Francia, que en los tiempos
    modernos se ha distinguido principalmente por el don de adaptar
    y perfeccionar las invenciones y pensamientos ajenos, y por el
    modo fácil y agradable de presentarlo y exponerlo todo, tenía
    en la Edad Media cualidades absolutamente contrarias: el don
    de la invención enorme, facilísima y atropellada, no el de la
    perfección ni el de la mesura. Por eso la primera literatura
    de carácter moderno no fué la francesa, sino la italiana, la
    más tardía en su aparición de todas las literaturas vulgares,
    la que desde el primer momento pareció reanudar la tradición
    clásica, en parte conocida, en parte adivinada por secreto
    influjo de raza... Comunicaciones cada día más frecuentes con
    Italia aceleraron este movimiento, al cual no fué extraña la
    asistencia en Roma de algunos prelados y otros doctos varones
    de nuestra Iglesia á la ida ó á la vuelta de los Concilios de
    Constanza y Basilea (1414-1431), sobresaliendo entre ellos
    don Diego Gómez de Fuensalida, obispo de Zamora; el arcediano
    de Briviesca don Gonzalo García de Santa María; don Álvaro
    de Isorna, obispo de Cuenca; y más que todos aquel memorable
    converso don Alonso de Cartagena, obispo de Burgos, cuyo nombre
    se encuentra mezclado en toda empresa de cultura durante el
    reinado de don Juan II, y de quien cuentan que dijo Eugenio
    IV: "Si el Obispo de Burgos en nuestra corte viene, con gran
    vergüenza nos asentaremos en la silla de San Pedro". Don Alonso
    de Cartagena, que en Basilea había sostenido los derechos de la
    Sede apostólica con no menos brío que la precedencia de su rey
    sobre el de Inglaterra, entró allí en trato familiar con Eneas
    Silvio, una de las más simpáticas figuras del Renacimiento
    antes y después de su Pontificado; y _ovo dulce comercio por
    epistolas_ con Leonardo Aretino, entrando en discusión con él
    sobre su nueva traducción de la _Ética_, de Aristóteles; lo
    cual da á entender que el Obispo burgense no era enteramente
    peregrino en la lengua griega.

    "De este mismo Leonardo Aretino recibía cartas filosóficas
    don Juan II, tan admirador de su doctrina y tan penetrado
    de la nobleza y excelencia del saber, que, tratando como
    á príncipe al modesto humanista de Florencia, le enviaba
    embajadores que le hablaban de rodillas. Si á este infantil y
    candoroso entusiasmo por las letras humanas se añade la antigua
    comunicación de la ciencia jurídica por medio de las escuelas
    de Bolonia y Padua, siempre muy frecuentadas de españoles,
    y más después de la fundación del Colegio Albornoziano, se
    verá hasta qué punto comenzaban á ser estrechos los lazos del
    espíritu entre España é Italia. Fueron ya no pocos los poetas
    y prosistas castellanos del siglo XV que en Italia recibieron
    su educación en todo ó en parte: Juan de Mena, Juan de Lucena y
    Alonso de Palencia descuellan sobre todos, siendo más visible
    y marcada en ellos que en otros escritores la tendencia al
    latinismo de dicción y de pensamiento... El Renacimiento
    español, rezagado en medio siglo respecto del italiano, pasó
    por un período de vulgarización y de _dilettantismo_ más
    aristocrático y cortesano que gramatical y erudito, período
    de traducciones y adaptaciones, en que se procuraba _coger el
    seso real según común estilo de intérpretes_. "Si se carece de
    las formas, poseamos al menos las materias", decía el Marqués
    de Santillana, que, no bastante noticioso de la lengua latina,
    empleaba como traductor á su propio hijo, don Pero González de
    Mendoza, el que fué después gran Cardenal de España. Crecía la
    afición á los libros, que venían en su mayor parte de Italia,
    y comenzaban á formarse suntuosas colecciones de códices,
    descollando entre los más apasionados bibliófilos don Íñigo
    López de Mendoza y el Maestre de Calatrava don Luis Núñez
    de Guzmán. Rarísimo aún el conocimiento del griego, como lo
    había sido en Italia en el siglo XIV, puesto que el Petrarca
    no lo supo, y Boccaccio sólo pudo alcanzar alguna tintura de
    él en sus postreros años; lo poco que de aquella literatura
    pasó en el siglo XV á la nuestra venía por intermedio de
    los traductores latinos, como es de ver en la _Ilíada_, de
    Juan de Mena; en el _Fedón_, y el _Axioco_, de Pedro Díaz de
    Toledo; en el _Plutarco_ y el _Josefo_, de Alonso de Palencia;
    en las homilías de San Juan de Crisóstomo y otras obras de
    padres y doctores eclesiásticos. Á los latinos se los traducía
    directamente y, por lo común, con extrema fidelidad literal,
    más que con discreción de sentido, en estilo sobremanera
    revesado y pedantesco, con afectada imitación ó, más bien,
    grosero calco del hipérbaton del original. Prototipo de tales
    versiones es la _Eneida_, de don Enrique de Villena, con las
    prolijas glosas que la acompañan, en que vierte el traductor
    toda la copia de su saber enciclopédico é indigesto. El gusto
    no estaba maduro aún para que entrasen en la literatura
    moderna Horacio y los elegíacos, cuyas bellezas requieren más
    hondo conocimiento de la lengua y civilización greco-romana y
    más refinado gusto; pero se traducían las obras de carácter
    narrativo, y así el futuro gran cardenal Mendoza ocupaba sus
    ocios de estudiante en facilitar á su padre la lectura de
    las _Metamorfosis_, de Ovidio, gran repertorio de fábulas
    mitológicas, al cual llamaban entonces la _Biblia de los
    Poetas_, porque de él principalmente se sacaban argumentos y
    comparaciones y todo género de alardes de erudición profana.
    Simultáneamente, y muy estimados en su calidad de españoles,
    pasaban á nuestra lengua Lucano y Séneca el trágico. Era la
    prosa forma única de estas versiones, sin que haya una sola
    excepción en contrario, lo cual se explica bien, considerando
    que en ellas se atendía únicamente á la materia y de ningún
    modo á los caracteres del estilo poético, que ni el traductor
    ni sus lectores entendían; y así á Lucano se le traducía, no
    en concepto de épico, sino de historiador de la guerra civil
    entre César y Pompeyo, y á Séneca, no como poeta dramático,
    sino por las máximas y sentencias morales que en sus tragedias
    se encuentran. La afición á la lectura de los moralistas era
    carácter especialísimo de este período, como lo había sido de
    nuestra primera Edad Media, salvo que entonces eran preferidos
    aquellos libros orientales que suelen revestir la enseñanza
    con las amenas formas del cuento y del apólogo, y ahora, por
    el contrario, se daba mayor estimación á la forma directa
    con que aparece la doctrina en los libros de los moralistas
    clásicos; y aun entre éstos, más que la rotundidad de los
    períodos ciceronianos (cuya plena imitación no se logró hasta
    el siglo XVI), agradaba el vivo y ardiente decir de Séneca y su
    manera cortada y vibrante. Intérprete lo mismo de Marco Tulio
    que del filósofo de Córdoba, pero mostrando predilección por
    el segundo, aparecía á la cabeza de estos moralistas el obispo
    Cartagena, seguido á corta distancia por su grande amigo el
    señor de Batres, que se decía el Lucilo de aquel Séneca, y por
    el doctor Pedro Díaz de Toledo, que dilató sus estudios hasta
    Platón, y conserva reminiscencias de sus diálogos en su propio
    _Razonamiento sobre la muerte del Marqués de Santillana_. Ni
    estaban olvidados los historiadores, cuya serie había abierto
    el canciller Ayala trasladando á Tito Livio; Vasco de Guzmán
    hacía la primera traducción de Salustio; otros vulgarizaban á
    Julio César, á Orosio y á Quinto Curcio, ya de sus originales,
    ya de versiones anteriores toscanas y catalanas. Y dándose la
    mano la antigüedad sagrada con la gentílica, no sólo se traía
    de la verdad hebraica toda la Biblia por obra de judíos y
    cristianos, con alto honor de la munificencia y alto espíritu
    del maestre Calatrava, sino que los libros más fundamentales
    de San Agustín, San Gregorio _el Magno_ y San Bernardo, los
    dos famosos tratados ascéticos de San Juan Clímaco y el monje
    Casiano, la _Leyenda Aurea_, de Jacobo de Voragine, y otras
    muchas producciones de la literatura eclesiástica de los
    diversos siglos, transportadas al habla vulgar, alternaban en
    las nacientes bibliotecas señoriales con las producciones del
    mundo clásico, sirviendo como de lazo de concordia entre unas y
    otras el saber enciclopédico de San Isidoro, perenne institutor
    de las Españas, de cuyas _Etimologías_, nunca olvidadas, se
    hacía por este tiempo curiosísima traducción, muy digna de la
    estampa. De Italia nos había venido la luz del Renacimiento, y
    no podían quedar olvidados en este movimiento de traducciones
    los poetas y humanistas italianos, ora hubiesen escrito en
    su lengua nativa, ora en la lengua clásica, ó bien en una y
    otra, como más frecuentemente acontecía. Á todos precedió,
    como era natural que sucediese, el Alighieri, el maestro de la
    nueva poesía alegórica, cuya _Divina comedia_ era trasladada
    en 1427 por don Enrique de Villena, "á preces de Íñigo López
    de Mendoza", coincidiendo casi con la traducción catalana de
    Andreu Febreu, terminada setenta días antes. No había llegado
    en Castilla la época de la dominación poética del Petrarca;
    pero en cambio el Petrarca humanista y moralista era uno de
    los autores más leídos y más frecuentemente citados; estaba
    representado por gran número de códices en la biblioteca del
    Marqués de Santillana, y corrían ya, vertidos al castellano,
    antes de terminar el siglo, los _Remedios contra próspera
    y adversa fortuna_, las _Flores é sentencias de la vida
    solitaria_, el libro _De viris illustribus_, parte de las
    _Epístolas_ y las _Reprehensiones é Denuestos contra un médico
    rudo é parlero_, obra en que entendió cuando joven el futuro
    primer Arzobispo de Granada y entonces oscuro bachiller
    Hernando de Talavera. Pero el más afortunado de los patriarcas
    de la literatura italiana, en cuanto al número y calidad de
    versiones que de sus obras se hicieron, fué Boccaccio, que
    fué traducido casi por entero, ya en las novelas y obras de
    recreación, como el _Decamerone_, la _Fiameta_, _El Corbacho_
    y el _Ninfal de Admeto_, ya en los repertorios, para su tiempo
    muy útiles, de mitología, historia y geografía, que llevan
    los títulos de _Genealogía de los Dioses_, _Libro de montes,
    ríos y selvas_, _Tratado de mujeres ilustres_ y _Libro de las
    caídas de los Príncipes_. Cada una de las principales obras
    de Boccaccio forma escuela dentro de nuestra literatura del
    siglo XV, á excepción del _Decamerone_, cuya semilla no germina
    hasta los grandes narradores de la Edad de Oro. Pero de la
    _Fiameta_ nacen inmediatamente _El Siervo libre de amor_, de
    Juan Rodríguez del Padrón, y la _Cárcel de Amor_, de Diego de
    San Pedro, primeras muestras de la novela sentimental, y los
    dos opuestos libros del escritor Certaldo en loor y vituperio
    del sexo femenino, tienen larguísima progenie, que alcanza
    desde el _Libro de las virtuosas et claras mujeres_, de don
    Álvaro de Luna, hasta el deleitoso y regocijado _Corbacho_,
    del Arcipreste de Talavera, que _fabla de los vicios de las
    malas mujeres et de las complisiones de los omes_. Al mismo
    tiempo se acrecentaba con nuevos materiales la antigua serie de
    apólogos y ejemplos, y desde 1425 las picantísimas _facecias_,
    de Poggio Bracciolini, lograron entrada en el _Libro de
    Isopete ystoriado_, junto á las fábulas de la antigüedad y
    á los cuentos de nuestro Pedro Alfonso. Al mismo tiempo que
    crece el número de traducciones del latín y del italiano, van
    haciéndose rarísimas las del francés, que tanto abundaron en
    el siglo XIV. Todavía, sin embargo, el _Mar de Historias_,
    de Fernán Pérez de Guzmán, y el _Árbol de Batallas_, nos dan
    razón de esta antigua influencia, y no son las únicas, aunque
    sí las más importantes que pueden citarse. ¿Qué más? Hasta de
    la literatura inglesa, que debía suponerse tan peregrina y
    apartada de nuestro conocimiento, vino primero al portugués
    y luego al castellano un poema de tanta curiosidad como
    la _Confesión del Amante_, de Gower, por diligencia de un
    Roberto Payno (Robert Payne), canónigo de Lisboa, dándonos
    indicio de que no había sido enteramente inútil para la
    comunicación intelectual de ingleses y españoles el cruzamiento
    de la casa de Lancaster con la sangre de nuestros reyes...
    Apareció, informe aún y embrionario, un nuevo tipo de dicción
    artificiosamente latinizada, en que, con raras dislocaciones
    de frase, se pretendía remedar la construcción hiperbática,
    y con retumbantes neologismos se aspiraba á enriquecer el
    vocabulario, so pretexto "_de non fallar equivalentes vocablos
    en la romancial texedura, en el rudo y desierto romance,
    para exprimir los angélicos concebimientos virgilianos_". La
    aspiración era generosa, pero evidentemente prematura y muy
    expuesta, por ende, á descaminos pedantescos que en la prosa
    de Juan de Mena y en la del último período de don Enrique de
    Aragón llegaron á un extremo casi risible. Las poesías de
    esta época están en el _Cancionero de Baena_, en el _general_
    del Castillo algunas pocas; las más en otros manuscritos,
    en el de _Gallardo_ ó Academia de la Historia, en dos de la
    Biblioteca Real, en el de Stúñiga, en el de Ixar, en varios de
    la Biblioteca de París y en el de _Resende_.

    =279.= DON PABLO DE SANTAMARÍA ó EL BURGENSE (1350-1435), nació
    en Burgos, judío sapientísimo que de su propia voluntad se
    convirtió (1300); fué Obispo de Cartagena y Burgos y Patriarca
    de Aquilea, ayo y consejero de Juan II; habíase antes llamado
    Rabí Selemoh Halevi. _Additiones ad Postillam Nicolai de
    Lyra super Biblias_, etc., obra hecha en 1429, impresa en
    Maguncia, 1478; Nuremberg, 1493; Leyden, 1590. En 1434 escribió
    _Scrutinium S. Scripturarum sive Dialogus Sauli et Pauli contra
    Iudaeos_, imprimióse en Mantua, 1474; París, 1520; Burgos,
    1591. Otras obras no se sabe si se imprimieron, como la _Cena
    del Señor_ y la _Generación de Jesucristo_.

    =280.= La Vida de Pablo de Santamaría escribió su paisano el
    agustino Fray Cristóbal Santotis, y en Gallardo, Bibliot., t.
    IV, col. 493, hay un escrito del siglo XVI acerca de él, de
    donde copio párrafos: "Fué (Rabí Selemoh) hombre doctísimo en
    su Ley, y con la continua lección della, ayudado principalmente
    de la gracia del Espíritu Santo, se convirtió de su propia
    voluntad el año 1390, que habrá agora 206 años... Después de su
    conversión... los Sumos Pontífices le honraron con dignidades
    eclesiásticas y obispados de Cartagena y Burgos y con título
    de Patriarca de Aquileya; y con hacerle su Legado a-latere; y
    encomendarle el negocio de la scisma que hubo en su tiempo, de
    los tres Pontífices. Y el rey don Henrique el III le hizo su
    Chanciller-mayor, y Consejero de Estado, tratando con él los
    negocios más graves del Reyno: y en su muerte le encomendó la
    educación y institución de su hijo (don Juan II), que quedaba
    de veinte meses; y lo tocante al gobierno de su persona y
    casa, hasta llegar á los catorce años; y le nombró por su
    Testamentario... Todo lo cual hizo con tanta satisfacción de
    la Reina y Reino, que fué elegido por uno de los Gobernadores
    dél por el infante don Fernando, tío del rey don Juan el II: y
    el mismo rey don Juan le honró también, y estimó grandemente,
    conservándole en las mismas honras y oficios, y comunicándole
    todas las cosas que ocurrían de importancia... Tuvo... cuatro
    hijos, todos de legítimo matrimonio, llamados don Gonzalo,
    don Alonso, Pedro de Cartagena y Álvar Sánchez de Cartagena,
    que fueron varones insignes, imitadores de las virtudes,
    excelencias y servicios de su padre...". Véase además Rodríguez
    de Castro, _Biblioteca Rabínica_.

    =281.= En 1402 el judío converso DON JACOB ÇADIQUE, de Uclés,
    filósofo y médico, que nació en 1350, tradujo del catalán el
    _Libro de dichos de sabios e philosophos e de otros enxemplos e
    dotrinas muy buenas_ (Bibl. Escor.).

    DON VICENTE ARIAS DE BALBOA, obispo de Plasencia desde 1404,
    escribió _Glossa al Fuero Real_ y _Comentario al Ordenamiento
    de Alcalá_.

=282.= PEDRO DE CORRAL escribió hacia 1403 la _Coronica Sarrazyna_ ó
_Crónica del rey don Rodrigo con la destruycion de España_, que Pérez
de Guzmán calificó de "trufa ó mentira paladina"; pero que con todo
se leyó mucho, por confundirse entonces la crónica con la novela,
gracias al espíritu novelesco y aventurero que reinaba. Tiene mucha
semejanza con esta _Crónica_ la _Chronica intitulada Atalaya de las
Corónicas_, obra hecha el mismo año de 1443 y todavía inédita, que se
atribuye á Alfonso Martínez de Toledo, y aunque no se parece en nada
al _Corbacho_, la firma del autor basta, y la diversidad de asuntos da
razón de la desemejanza de estilos.

    =283.= Atribuye Pedro de Corral su libro á Eleastras y
    Alanzuri, cronistas del rey don Rodrigo, y á un tal Carestas,
    que dice vivió en el siglo VIII, en tiempo de Alfonso _el
    Católico_; pero todo ello es tinglado fantástico, como el
    que usaron después los autores de libros de caballerías,
    atribuyéndolos á historiadores que nunca fueron, y bien se
    burla de ellos Cervantes, atribuyendo su _Quijote_ á Cide
    Hamete Benengeli. Debió valerse Corral de las Crónicas
    generales y de la del moro Rasis; pero acudió no menos á la
    fuente novelesca de la _Crónica Troyana_ y zurció de su caletre
    otras aventuras caballerescas, haciendo pasar su novela por
    crónica. Puede decirse que es una novela caballeresca, aunque
    sus contemporáneos tomáronla comúnmente por historia, el mismo
    Ausias March, por ejemplo. Antes de 1499 se cree que debió de
    imprimirse. Hay las ediciones siguientes: _Crónica del rey don
    Rodrigo con la destruycion de España_, Sevilla, 1511, 1522,
    1527; Valladolid, 1527; Toledo, 1549; Alcalá, 1587; Sevilla,
    1587. Consúltese J. Menéndez Pidal, _Leyendas del último rey
    godo_, Madrid, 1906.

    =284.= En 1404 compuso MOSÉ ÇARFATY y se apropió el Maestro
    Jacobo de las Leyes, que se las había encomendado hacer, siendo
    privado de dicho Maestro, las _Flores de Derecho copiladas por
    el Maestro Jacobo de las Leyes_ (Ms. Escor.).

=285.= _Año 1407._ Sin duda la literatura caballeresca comenzó á dar
sus frutos en el siglo XIV, despertando en los españoles el espíritu
aventurero, que les hizo rodear y rodar por el mundo entero en el siglo
XVI. De aquí nació la literatura de viajes, aventuras y maravillas, en
la cual sobresalen en el siglo XV Clavijo, Díaz de Gómez y Pero Tafur,
grandes pintores de tierras, costumbres y hechos extraños, pero de
un juicio tan sano y de un realismo tan español, como extravagantes,
ultraideales y falsas eran las novelas caballerescas. Es muy de notar
cómo supieron sacar el jugo artístico que contenían á vueltas de sus
disparates, sobreponiéndose juiciosamente el realismo español á tan
fantásticos sueños.

RUY GONZÁLEZ DE CLAVIJO († 1412), escribió la _Historia del gran
Tamorlan, e Itinerario y enarración del viaje y relación de la
embaxada_, libro curioso, escrito en suelto y ameno estilo.


[Ilustración: (Del _Arte Cisoria_, edición Felipe Benicio Navarro).]


    =286.= Había enviado Tamerlán á Enrique III dos doncellas,
    celebrada una de ellas en el _Cancionero de Baena_ (núm. 240)
    por un poeta anónimo, que, según Argote de Molina, debió de
    ser Álvarez de Villasandino. Devolvióle el Rey de Castilla la
    embajada, compuesta de González de Clavijo, Fray Alfonso Páez
    de Santa María y Gómez de Salazar, los cuales salieron del
    puerto de Santa María el 22 de marzo de 1403, y, muerto Salazar
    en el camino, año de 1404, llegaron los demás á Samarcanda el 8
    de septiembre del mismo año, y fueron presentados á Tamerlán,
    el cual, de edad de setenta años, "tan viejo era, que los
    párpados de los ojos tenía todos caídos", habiendo muerto
    en febrero del año siguiente, 1405. Antes de esta fecha, en
    noviembre del 1404, habían salido los embajadores, llegando
    á Sanlúcar el 1.º de marzo de 1406. Clavijo fué camarero de
    Enrique III. Mariana dice del _Itinerario_, "que relatan por
    menudo los particulares de su embajada y muchas otras cosas
    asaz maravillosas, si verdaderas". Probablemente el autor
    dió demasiado criterio á cosas que oyó, pero en lo demás fué
    verídico.

    Ruy González de Clavijo, _Vida y hazañas del gran Tamorlan_,
    en _Crónicas españolas_, Madrid, 1782, t. III; _Itinéraire
    de l'ambassade espagnole à Samarcand en 1403-1406_ (texto,
    trad. rusa y notas), ed. I. Sreznevski, _Academia Scientiarum
    Imperialis_ (1881), San Petersburgo, t. XXVIII.

    =287.= En 1409 FRAY JOFRE GILABERT fundó en Valencia el más
    antiguo hospital de locos del mundo; Alfonso V de Aragón, en
    1425, el de Zaragoza; Marcos Sánchez de Contreras, en 1436, el
    de Sevilla; el protonotario Francisco Ortiz, en 1483, el de
    Toledo. El primer lazareto fué el de Mallorca, en 1471; los
    estudios anatómicos se abren en Zaragoza el 1488.

    En 1410 FERNANDO ESTEBAN compuso _Reglas de canto plano é de
    contrapunto é de canto de órgano_ (Gallardo).

=288.= _Año 1415._ DON ENRIQUE DE VILLENA (1384-1434), nieto de
Enrique II, amigo de toda erudición misteriosa y desusada, retraído
entre sus libros como verdadero apasionado del saber, y por el
consiguiente poco ducho en las arterías y embustes de la vida mundana,
pasó por un ente extravagante y medio nigromántico en vida y después de
muerto por un Fausto español, cuya curiosidad científica le entrega al
diablo y á las artes mágicas, llegando á ser en la tradición popular
un símbolo más legendario que histórico. Fué un sabio desgraciado como
todos los sabios, y más si, como él, pretenden luchar con los mundanos
y cortesanos que, no siéndolo, tienen por suyo todo el tiempo, que el
sabio gasta en su rincón, y se presentan avezados á las intrigas que
el sabio no acaba de entender ni menos acierta á manejar cuando se lo
propone. Empobrecido y desdeñado de la turbamulta de cortesanos, de no
tan ilustre sangre como él y ayunos de sabiduría, desposeído de sus
cargos, acabó en el retiro de Iniesta ó de Torralba, sin otro solaz que
los libros y la buena mesa, á que fué aficionado como buen epicúreo.
Era descendiente, por parte de padre, de la casa real de Aragón, y por
la de madre, de la de Castilla; pudo ser poderoso y rico y no llegó
á ser Marqués de Villena ni Condestable de Castilla como su abuelo,
ni siquiera á disfrutar del condado de Cangas de Tineo, con habérselo
otorgado Enrique III. Casó muy mozo con María de Castilla, amante que
fué después del mismo rey Enrique III, por lo que le nombró Maestre de
Calatrava, llegando para ello hasta á divorciarse, declarando su propia
impotencia; pero el Maestrazgo fué mariposa que por más vueltas que
dió casi puede decirse que no la llegó á atrapar. En 1414, marquesado,
condado y maestrazgo se le habían huído como el humo. Bien lo pintó
Fernán Pérez de Guzmán por aquellas palabras: "Este caballero, aunque
fué tan grand letrado, supo muy poco en lo que le complía". Murió
Enrique III en 1407, y halló desde entonces protector el de Villena en
el que había de ser Fernando I de Aragón, pero también se le murió el
protector en 1416, sin haber reinado más de cuatro años. Tan sólo la
gloria literaria oreó sus sienes, y esto en una sola ocasión y, por
cierto, fué bien poca cosa: cuando en 1412, llegado al reino de Aragón
en la comitiva del Infante de Antequera, pudo ser presidente de Juegos
florales y organizador de justas y mascaradas poéticas en Zaragoza
y Barcelona. ¡Y cómo se lo saborea él mismo en el _Arte de trovar_,
contándonos las ceremonias de aquella fiesta de la Gaya Ciencia, remedo
pedantesco del ya pedantesco y degenerado Consistorio de Tolosa!
Entonces parece que compuso en Zaragoza una farsa alegoría en que
dialogaban la Justicia, la Verdad, la Paz y la Misericordia. Murió el
Rey, enmudecieron músicos y juglares y el de Villena se retiró á su
pobre señorío de Iniesta ó de Torralba, donde escribió la mayor parte
de sus obras, hasta que la gota le acabó á los cincuenta años de edad,
hallándose casualmente en Madrid.

Hasta en muerte le persiguió el mal hado, pues por orden de don Juan
II hizo el Obispo de Segovia, fray Lope Barrientos, un espurgo en sus
obras, echando á las llamas las que le pareció. Escribió el _Libro
de los Trabajos de Hércules_, en catalán, el año 1417, traducido al
castellano el mismo año é impreso en 1482, novela alegórico-mitológica,
de sabor añejo y fondo didáctico, sentencioso, vestido novelescamente
como en los libros de Raimundo Lulio y don Juan Manuel, aunque con
atisbos dantescos y aun petrarquescos; el estilo más suelto que en
las obras posteriores, por menos latino. De 1422 á 1423 compuso un
tratado de la consolación, retórico, pedantesco y archilatinizado,
sobre todo por el hipérbaton y la manía de posponer el verbo; otro
acerca de la lepra, un comentario sobre unos versículos del salmo VIII;
las tres obras están sin imprimir. En 1423 compuso el _Tratado del
arte del cortar del cuchillo_, ó como suele llamarse _Arte cisoria_,
curiosísimo documento de los yantares reales de aquel tiempo, el primer
libro de cocina que tenemos, anterior más de medio siglo al famoso
_Libro de guisados_, de Ruperto de Nola, y brava mina de voces para
el lexicógrafo. Los latinismos son menos y bien se ve que al escribir
de tan sabroso menester se chupaba los dedos de gusto. El _Libro del
Aojamiento ó Fascinología_ tiene recetas curiosas. Perdiéronse la
traducción del tratado de Cornificio _Retórica_ á Herenio, y algunas
de sus oraciones y cartas; pero se conservan dos versiones en prosa,
la de Virgilio y la del Dante. La de la _Eneida_ es la más antigua que
se hizo en ninguna lengua vulgar, hecha de prisa, pues la comenzó el
28 de septiembre de 1427 y la acabó un año y doce días después, en 10
de octubre de 1428, como dice él mismo. El estilo es estupendamente
descoyuntado y traspuesto por querer remedar la pompa sonora del
original y más por las glosas y paréntesis que añade al texto, de
las cuales él estaba enamorado. Dirigióla á Santillana, así como la
traducción de la _Divina Comedia_, y el _Arte de trovar_, escrito hacia
el 1415 y 1417 y retocado hacia el 1430, cuya doctrina se funda en la
del Consistorio de Tolosa, esto es, sobre la Gaya Ciencia. Hay, con
todo, quien duda le pertenezca esta última obra. No quedan versos suyos.

    =289.= Marqués de Villena se le ha llamado; pero habiendo
    andado toda su vida en pleitos por el dichoso Marquesado, nunca
    lo gozó. Debiera llamarse don Enrique de Aragón; mas tampoco
    se le nombra así, por no confundirlo con su contemporáneo el
    infante don Enrique de Aragón. M. Pelayo, hablando de la farsa
    hecha en Zaragoza para solemnizar la coronación de don Fernando
    _el Honesto_, dice (_Antolog._, t. V, pág. XXXI): "En el texto
    de la _Crónica_ de Álvar García de Santa María, copiado por
    Ustarroz en sus adiciones á las _Coronaciones_, de Blancas, no
    se dice que fuese don Enrique el autor de esta representación,
    como se viene repitiendo por todos sobre la fe de don Blas
    Nasarre, que quizá encontraría la noticia en alguna otra copia
    de la misma _Crónica_. Lo que allí se da á entender es que la
    representación estaba en catalán y que el mismo cronista Álvar
    García la tornó en palabras castellanas".

    L. Barrientos, _Tratado de las especies de adivinanza_: "Este
    libro (del _Ángel Raziel_) es aquel que después de la muerte
    de don Enrique de Villena, tú, como rey christianísimo,
    mandaste á mí, tu siervo et fechura, que lo quemasse á vuelta
    de otros muchos, lo cual yo puse en ejecución en presencia
    de algunos tus servidores... é puesto que aquesto fué et es
    de loar, pero por otro respecto en alguna manera es bueno de
    guardar los dichos libros, tanto que estuviessen en guarda é
    poder de buenas personas fiables, tales que no usassen dellos,
    salvo que los guardassen al fin que en algund tiempo podrían
    aprovechar á los sabios". No hay, pues, que dar crédito al
    _Centón epistolar_, obra apócrifa, como es sabido, del siglo
    XVII. En la _Crónica de don Juan II_ se dice: "Fray Lope miró
    los libros é fizo quemar algunos é los otros quedaron en su
    poder". En el mismo Barrientos y parte en M. Pelayo (_Antol._,
    t. V, pág. XXXIII), puede verse el contenido del libro del
    _Ángel Raziel_. De pura ciencia es el libro de _Astrologia_,
    que debe estar tomado de la doctrina de don Enrique y se guarda
    en la Biblioteca Nacional; pero un tan curioso sabio, amigo de
    todo lo desconocido, no podía menos de mezclar con la ciencia
    algunas supersticiones, y más en aquel tiempo, y así lo afirma
    F. Pérez de Guzmán y lo comprueba el _Tractado del aojamiento
    ó fascinología_. La leyenda sobre don Enrique comenzó en vida;
    poco después la desarrollaron los alquimistas, que le colgaron
    no pocos libros apócrifos para darles autoridad, como el _del
    Tesoro ó del Candado_, que también se atribuyó falsamente á
    Alfonso XI. Además la _Carta_, que dicen fué escrita _por los
    veinte sabios cordobeses_ á don Enrique de Villena, publicada
    por José Ramón de Luanco en _La Alquimia en España_, es otra
    patraña de los mismos embaucadores. En ella se le atribuyen
    facultades tamañas como la de _embermejecer_ el sol con la
    piedra _heliotropia_; la de adivinar lo por venir por medio
    de la _chelonites_; la de hacerse invisible con la hierba
    _andrómena_; hacer tronar y llover con el _baxillo de arambre_
    y congelar el aire en bola con la hierba _yelopia_. En la
    respuesta cuenta don Enrique á sus discípulos que se le aparece
    Hermes Trismegisto, caballero en un pavón, para entregarle
    una pluma, una tabla con figuras geométricas, la llave de su
    encantado palacio y la arqueta de las cuatro llaves, donde se
    encerraba el gran misterio de la alquimia. Con esto se creyó
    que había hecho pacto con el diablo, y en el siglo XVI hasta
    escritores graves lo creyeron, y en el XVII corría la conseja
    de haber perdido su sombra, con lo cual engañó al demonio, y la
    de haber aprendido y enseñado las ciencias ocultas en la famosa
    cueva de San Ciprián de Salamanca, que dió asunto á _La Cueva
    de Salamanca_, de Cervantes y de Alarcón; _Lo que quería ver el
    Marqués de Villena_, de Rojas; _La Visita de los chistes_, de
    Quevedo; _La Redoma encantada_, de Hartzenbusch, y _La hierba
    de fuego_, de Bremón.

    _Los trabajos de Hércules_ los acabó en Valencia, escritos en
    catalán, "á preces é instancia del virtuoso caballero Mosen
    Pero Pardo", y la versión castellana la hizo "en la su villa
    de Torralva... á suplicación de Johan Ferrández de Valera,
    el mozo, su criado... alongando en algunos pasos et en otros
    acortando, segunt lo requería la obra... por el trocamiento de
    las lenguas". Quería fuese el libro un "espejo actual á los
    gloriosos caballeros en armada caballería... e non menos á la
    caballería moral dará lumbre é presentará buenas costumbres,
    por sus señales, desfaciendo la texedura de los vicios é
    dominando la ferocidat de los monstruosos actos, en tanto que
    la materia presente más es sátira que trágica". "Será este
    tractado en doze capítulos partido, é puesto en cada uno dellos
    un _trabajo_ de los del dicho Ercoles, por la manera que los
    ystoriales é poetas los han puesto; é después la _exposición
    alegórica_ é luego la _verdat_ de aquella ystoria, según
    realmente contesció, é dende seguirse ha la _aplicación moral_
    á los estados del mundo, é por enxemplo al uno de aquellos
    trabajos".

    _Eneida_, glosa: "Fasiendose leer la Comedia de Dante, reparó
    en que alababa mucho á Virgilio, confesando que de la _Eneyda_
    avia tomado la doctrina para ella, é fiso buscar la dicha
    _Eneyda_, si la fallaria en romance, porque él non era bien
    instruido en la lengua latina... é fué movido el dicho rey de
    Navarra (don Juan II) á enviar desir por su carta afincadamente
    á don Enrique, que trasladase la _Eneyda_". Tradujo á libro
    abierto, y maravilla no hierva en mayores yerros. Baena,
    Santillana y Mena dicen que don Enrique hizo versos; los que
    se le atribuyen, y Pellicer de Salas y Tovar incluyó en su
    _Biblioteca_, no son auténticos, acaso del mismo Pellicer.

    El _Arte de la Gaya Sciencia_, de Villena, trajo á Castilla
    la doctrina provenzal, que "se remonta al siglo XIII con la
    _Dreita maniera de trobar_, de Ramón Vidal de Besalú; adquiere,
    á mediados del XIV, proporciones de farragosa enciclopedia en
    los _Leys d'amors_, de Guillermo Molinier, y pedantesca sanción
    en el malhadado Consistorio de Tolosa; recibe aplicación á la
    lengua catalana en los diccionarios rítmicos de Jaime March
    y Luis de Aversó, que en tiempo de don Juan I trasplantan á
    Barcelona aquella institución, ya entonces anacrónica y funesta
    á los progresos de la legitima poesía". (M. Pelayo).

    _Los Trabajos de Hércules_ se copiaron bastante y se
    imprimieron en Zamora, 1483, por primera vez; reproducción
    fotolitográfica por José Sancho Rayón. Del _Arte cisoria_, como
    se tituló en la impresión de 1766 hay dos códices: uno falto
    de una hoja, en la Biblioteca de El Escorial, y otro completo
    y no menos antiguo en la de M. Pelayo. El de El Escorial
    sirvió para sus dos impresiones: la de 1766, publicada por la
    Real Biblioteca de San Lorenzo, y la muy esmerada é ilustrada
    preciosamente por Felipe Benicio Navarro, Barcelona, 1879. La
    _Fascinología_ se publicó en _Revista Contemporánea_, 1876, t.
    IV, págs. 405-422. La traducción de la _Eneida_ nos ha llegado
    entera; pero partida en tres diferentes códices, de Madrid,
    Sevilla y París. Perdióse el códice del _Arte de Trovar_, y así
    sólo tenemos los trozos que imprimió Mayáns en sus _Orígenes
    de la lengua española_, y M. Pelayo en la _Antología de poet.
    lír. cast._, t. V, págs. 3-17. Villena tradujo para Santillana
    en prosa la _Divina Comedia_, entre 1427 y 1428; era del Duque
    de Osuna y está entera en la Bibl. Nac. (I-i-110); hállase al
    margen del texto italiano (escrito en Florencia en 1354). Véase
    _Hom. Μ. Pelayo_, I, página 269. Santillana ha puesto señales y
    notas conforme leía y se le ocurrían. Consúltense: E. Cotarelo
    y Mori, _Don Enrique de Villena_, Madrid, 1896; M. Schiff,
    _La première traduction espagnole de la Divine Comédie_, en
    el _Homenaje á Μ. Pelayo_, Madrid, 1899, t. I, págs. 269-307;
    E. Dorer, _Heinrich von Villena, ein Spanischer Dichter und
    Zauberer_, en el _Archiv für das Studium der neueren Sprachen
    und Literatur_, 1887, t. XXVII, págs. 129-144.

    =290.= _Año 1416._ MAESTRE JUAN EL VIEJO DE TOLEDO, converso
    del judaísmo, escribió contra sus antiguos correligionarios la
    _Declaración del Salmo LXXII_, y el año de 1416, el _Memorial
    de los misterios de Christo_.

    En 1419 JUAN DE AVIÑÓN escribió _Sevillana Medicina_, uno de
    los más antiguos tratados de topografía médica; imprimiólo
    Monardes en Sevilla, 1545.

    El _Maestro_ ALONSO CHIRINO ó de Guadalajara, natural de
    Cuenca, físico del rey don Juan II y su alcalde y examinador
    de los físicos, escribió el tratado llamado _Menor daño de
    medicina_, que se imprimió en Sevilla, 1506; Toledo, 1513;
    Sevilla, 1519, 1538, 1547, juntamente con su _Testamento_,
    escrito en Medinaceli el año 1429. FRAY SANCHO PUERTA († 1429),
    dominico zaragozano, Maestro del Sacro Palacio en tiempo de
    Benedicto XIII, publicó _Mariale. Sermones. Sanctorale._
    MAESTRO DIEGO DE COBO, _Cirugía Rimada_. VASCO DE TARANTA,
    _Tractatus Epidemialis_, pasa por el primer libro de medicina
    impreso en España.

=291.= _Año 1420._ Á la época del de Villena pertenecen dos obras de
la antigua escuela didáctica y moral. _El libro de los gatos_, 69
cuentos, versión hecha por un autor desconocido, de las _Fabulae_ ó
_Narrationes_ del fraile inglés Odo de Cheriton († 1247), entre los
años 1400 y 1420, en estilo claro y corriente, aunque algún tanto
prolijo. La _Suma_ ó _El Libro de Exemplos por a. b. c._ fué compilado
por el DOCTOR CLEMENTE SÁNCHEZ DE VERCIAL (1370?-1426?), arcediano de
Valderas en León, y tiene 395 ejemplos, más 72 hallados en 1878 por
Morel-Fatio. Escribióse entre 1400 y 1421. También compuso el mismo
autor un _Sacramental en romance_, comenzado en 1421 y acabado en 1425;
se imprimió en Logroño, 1504; Toledo, 1527. Además, _Breve copilación
de las cosas necessarias á los sacerdotes_, Sevilla, 1477 y 1478.

    =292.= El _Libro de los gatos_ parece ser una mala lectura
    por _Libro de los cuentos_. _El libro de los Exemplos_ cree
    Morel-Fatio que es traducción de uno de los _Alphabeta
    exemplorum_, que corrieron en la Edad Media, y hay de la misma
    época en catalán un _Recull de exemplis e miracles, gestas e
    faules e altres ligendes, ordenades per a. b. c._, traducción
    del _Alphabetum narrationum_ de Etienne de Besançon. En el
    libro de Vercial, mejor que en el de los _Estados_, de don
    Juan Manuel, se recuerda la leyenda del Buddha, acomodada al
    griego por algún monje cristiano que conocía la refundición
    árabe, derivada del _Lalita-Vistara_ sánscrito. Tradújose
    esta historia griega al latín, lo más tarde, en el siglo XII;
    resumióla hacia 1250 Vicente de Beauvais en su _Speculum
    historiale_, libro común entonces, y se hizo popular en todo
    el mundo con el título de _Roman de Barlaam et Josaphat_, cuya
    bibliografía hemos puesto en el párrafo 121.

    =293.= _El libro de los Gatos_, ed. G. T. Northup, Chicago,
    1908 (Extracto de _Modern Philology_, t. V, núm. 4); ed. P. de
    Gayangos, Bibl. de Aut. Esp., t. LI. Consúltense: H. Knust,
    _Das Libro de los Gatos_, en _Jahrbuch für romanische und
    englische Literatur_ (1865), t. VI, páginas 1-42 y 119-141; L.
    Hervieux, _Les fabulistes latins dépuis le siècle d'Auguste
    jusqu'à la fin du moyen âge_, 1896, t. IV, págs. 106-109; G.
    C. Keidel, _Notes on Æsopie Literature in Spain and Portugal
    during the Middle Ages_, en _Zeitschrift für romanische
    Philologie_ (1901), t. XXV, págs. 720-730.

    =294.= Clemente Sánchez de Vercial. _Libro de los exemplos_
    [CCCXCV], ed. P. de Gayangos, Bibl. de Aut. Esp., t. LI;
    [suplemento], ed. A. Morel-Fatio, en _Romania_ (1878), t.
    VII, págs. 481-526. Consúltense: Th. de Puymaigre, _Les vieux
    auteurs castillans_, París, 1890, t. I, págs. 107-113; _The
    Exempla, or illustrated stories from the Sermones vulgares
    of Jacques de Vitry_, ed. T. F. Crane (Folk-Lore Society
    Publications, t. XXVI), London, 1890.

=295.= _Año 1422._ ALONSO DE SANTA MARÍA DE CARTAGENA (1396-1456)
nació en Burgos y fué hijo de Pablo de Santa María. En el acta de toma
de posesión de la canonjía que tuvo en Burgos (2 enero 1421) se le
llama Alonso García de Santa María. Fué cronista de Castilla, deán de
las iglesias de Santiago y Segovia, del Consejo Real de Juan II, no
muy afecto de don Álvaro de Luna y al cabo contrario; Embajador, con
otros tres, en el Concilio de Basilea, donde persuadió la primacía del
Rey de Castilla sobre el de Inglaterra; Obispo de Burgos desde 1435,
árbitro del Concilio para mediar con el Rey de Polonia y el Emperador
de Alemania, concertando las paces. Degenerando en 1438 el Concilio en
conciliábulo, retiróse con los españoles á Roma, y Eugenio IV dijo:
"Si el Obispo de Burgos viene á nuestra corte, con gran vergüenza nos
asentaremos en la silla de San Pedro". Allí se entregó á los estudios
del Renacimiento y tuvo polémicas con Leonardo Bruno de Arezo sobre las
_Éticas_ de Aristóteles. Vuelto en 1440 á España, convirtió su palacio
en "escuela pública de toda doctrina", como decían sus contemporáneos,
donde se formaron Alfonso de Palencia, Rodríguez de Almella y los
mejores latinos del tiempo de los Reyes Católicos. "Maestro de toda
dulce elocuencia, de toda verísima historia y de toda sotil poesía", le
llamaron. "Deliciae hispanorum, decus praelatorum, non minus eloquentia
quam doctrina praeclarus, inter omnes consilio et facundia praestans",
dijo de él Eneas Silvio, después Pío II. Recomenzó los interrumpidos
trabajos de la catedral de Burgos, en cuya capilla de la Visitación
está su sepulcro gótico, que él hizo labrar en vida. En 1422, siendo
deán de Santiago, acabó de traducir, á ruego de Juan Alfonso de Zamora,
secretario del Rey, la _Cayda de Principes_, de Boccaccio, cuyos
ocho primeros libros tradujo ó mandó traducir Pero López de Ayala.
Imprimióse en Sevilla, 1495; Toledo, 1511.

_Libro de Marcho Tulio Ciçeron, que se llama de la Retórica_ (Ms.
de El Escorial). _Tullio de officiis et de senectute, en romance_;
Sevilla, 1501. _Cinco libros de Séneca._ (_De la vida bienaventurada,
De las siete artes liberales, De amonestamiento y doctrinas, El primer
libro de providencia de Dios._) Sevilla, 1491; Toledo, 1510; Alcalá,
1530; Amberes, 1548, 1552; Madrid, 1627. Como trovador fué juez en
justas literarias, escribió _canciones y decires_; aunque se cree que
las que á su nombre traen los _Cancioneros_ son de su padre Pablo
de Santa María. En asuntos religiosos: _Oracional de Fernán Pérez_,
Burgos, 1487, escrito á ruegos de Pérez de Guzmán. _Apología sobre el
salmo Indica me Deus_ (Ms.). _Memorial de Virtudes_ (Ms. Escorial),
escrito en latín y traducido por otro al castellano. _Prefación de San
Juan Crisóstomo_. Además: _Anacephalaeosis_, _Genealogía de los Reyes
de España_, _Emperadores romanos_, _Reyes de Francia_, _Pontífices y
Obispos de Burgos_, Granada, MDXLV (Ms. en El Escorial). _Doctrinal
de los Caballeros_, Burgos, 1487; Sevilla, 1492. _Defensorium fidei._
_El libro de las doce cuestiones_, _Crónica de los reyes don Alfonso
"el Sabio"_, _don Sancho "el Bravo"_, _y don Fernando "el Emplazado"_
(Ms.). _Sobre la pertenencia de las conquistas de Canarias, Tánger,
Fes y Marruecos á Castilla_. _Libro de las mujeres ilustres_ (Ms.),
_Allegationes factae per R. P. D. Alf. Cart. in concilio bassilensi
sup. conq. Insularum Canariae contra Portugalenses_, Anno domini M.CCCC
tcessimo V. (Ms. Escorial).

    =296.= En la "Alegación en derecho", impresa en 1596, que trae
    Gallardo (Bibl., t. IV, col. 493) y que hemos citado al hablar
    de don Pablo de Santa María, dícese: "Don Alonso fué grandísimo
    cristiano y letrado, tanto que por su virtud y su valor
    singular y muchas letras, por renunciación del dicho Patriarca
    su padre, le pasó Su Santidad el obispado de Burgos. Y fué del
    Consejo del rey don Juan el II, y su Referendario, y Embajador
    á los Reyes de Portugal, Navarra y Polonia, y al emperador
    Alberto II, que estando á punto de romperse la batalla entre él
    y el Rey de Polonia, los concertó. Y en el Concilio basileense,
    todos los Prelados que allí concurrieron, de sólo él fiaron el
    sello. Y allí ganó la precedencia para la Corona de Castilla
    al Rey de Inglaterra. Y la conquista de las Canarias, Fez y
    Marruecos para la misma Corona al Rey de Portugal. Y luego pasó
    á hacer reverencia al Papa, el cual, sabiendo su venida, dijo
    en el Consistorio público de los Cardenales: "Por cierto que si
    el obispo don Alonso de Burgos viene á nuestra Corte, con gran
    vergüenza nos asentaremos en la Silla de San Pedro".

    =297.= Las obras de don Alfonso de Cartagena, que se hallan
    en la Biblioteca de El Escorial y pueden verse descritas en
    la _Biblioteca Rabínica_, de Rodríguez de Castro, son: _Dn.
    Alfonsi a Carthagena_. _Episcopi Burgensis rerum Hispanorum_,
    _Romanorum Imperatorum, summorum Pontificum_, _Regum Francorum
    anacephalaeosis_. Francfort, 1603. Tradujeron esta obra al
    castellano, con notas y adiciones, Fernán Pérez de Guzmán y
    Juan de Villafuerte, cuyos Ms. están en El Escorial. _Incipit
    tractatus qui dicitur Memoriale virtutum_, obra traducida
    al castellano, _Memorial de virtudes_, ambas en Ms. de El
    Escorial. _Allegationes factae per reverendum patrem dñm
    Alfonsum de Cartaiena Epm. burgensem in consillio bassilensi
    sup. conqsta Insularum Canarie contra Portugalensses Anno
    domini Μ. CCCC. tcessimo 5.º_. _Contenplaçion mesclada con
    oraçion conpuesta en latin e tornada en lenguaje castellano
    por el rreuerendo don alfonso, obispo de burgos, ssobre el
    pssalmo del profecta dauid que comiença jusgame dios_ (Ms.
    Escor.). _Tractado que se llama el oraçional de fernan peres
    porque contiene Respuesta a algunas questiones que fiso el
    noble cauallero fernan peres de gusman al muy Reuerendo e
    vyrtuoso sabio perlado don alfonso de cartajena, de gloriosa e
    loable memoria, obispo de burgos, tocantes a la fiel e deuota
    oracion_: tiene 58 capítulos, y en el prólogo dice que aunque
    su correspondencia con Pérez ha sido siempre en latín, escribe
    este Tratado en castellano para la más fácil inteligencia de
    todos. Tradujo los libros de Séneca con glosa y otros, cuyo Ms.
    de El Escorial dice: _De la vida bienaventurada. De la divina
    prouidencia. De la clemencia. De los Remedios de la fortuna.
    Prouerbios y dotrinas. Tratado de la guerra. Declamaciones.
    Cορilaçiοn de algunos dichos y sentençias de Séneca sacados de
    algunos tratados suyos. Dichos morales ó sentençias de Quinto
    Curcio. Libro que se llama el doctrinal de los Cavalleros.
    Consúltense: Flórez, Esp. Sagr._, t. XXVI; Hern. del Pulgar,
    _Claros varones de Castilla_; _Crónica de Juan II_; Gil
    González Dávila, _Teatro eclesiástico_, t. III, pág. 78.

    =298.= DON GONZALO DE SANTA MARÍA († 1448), hijo de Pablo de
    Santa María y hermano de Alonso de Cartagena, escribió en latín
    la _Historia de los Reyes de Aragón_ (Nic. Ant., t. II, _Bibl.
    vet._, pág. 161; Zurita, _Anales_, l. XII, c. 53).

    =299.= _Año 1425._ RABÍ JOSEF ALBO, de Soria, vecino de
    Zaragoza, asistió á la famosa disputa que en Tolosa hubo entre
    cristianos y judíos ante Benedicto XIII, en 1412 y 1413, y fué
    el único que no quedó convencido entre los rabinos en aquella
    disputa con Jerónimo de Santa Fe, cuando todos los demás
    abjuraron; se retiró á Soria, donde, en 1425, escribió _Sepher
    Iqarim_ ó _Artículos_, libro de los principios fundamentales,
    del que se conocen 10 ediciones; Soncino, 1487; Venecia, 1521,
    1544. Modificó hondamente el racionalismo de Maimónides y abrió
    nueva era á la teología judía.

    En 1426 escribió BERENGUER DE MONTRAVA, canónigo de Urgel, el
    _Lumen Constitutionum, Usaticorum et Consuetudinum Cataloniae_.

    =300.= Á principios del siglo XV floreció JAYME CALICIO ó
    CALLIS, que compuso _Commentaria in Usaticos Barcinonenses.
    Tractatus de praerogativa militari. Tractatus de moneta. Heres
    solidus. De iurisdictionibus. Extravagantorium Curiarum.
    Processus soni emissi_ (somatén). _Directorium pacis et
    treguae. Allegationes super facto luitionis inchoate contra
    Ecclesiam. Margarita Fisci. Viridarium Militiae._ Muchas de
    estas obras se hallan en la edición de 1556.


[Ilustración: DON ÍÑIGO LÓPEZ DE MENDOZA, primer Marqués de Santillana.
              (De un retablo del Hospital de Buitrago).]


=301.= _Año 1429._ Personificación de la cultura y erudición
durante el reinado de don Juan II es DON ÍÑIGO LÓPEZ DE MENDOZA
(1398-1458), primer MARQUÉS DE SANTILLANA que fué después. Nació
en Carrión de los Condes, aunque su prosapia paterna era la de los
Mendozas de Álava y su madre fué aquella fiera y arrogante rica hembra
montañesa, que se llamó doña Leonor de la Vega, á quien debió el
conservar su patrimonio contra usurpadores y litigantes y ensancharlo
por fuerza de armas, no menos que la educación, por haberle faltado
el padre á la edad de siete años, que lo fué don Diego Hurtado de
Mendoza, señor de Hita, Buitrago, Guadalajara y el Real de Manzanares,
prepotente y acaudalado Almirante de Castilla. Concertóle su madre el
matrimonio con doña Catalina de Figueroa, hija del Maestre de Santiago
don Lorenzo Suárez. En 1414 se le ve siguiendo á la corte en el viaje
del Infante de Antequera á Aragón. Fué de los que, conjurados con el
infante don Enrique, Maestre de Santiago, desacataron la majestad real
en Tordesillas y Ávila en 1420, obligando á Juan II á velarse con doña
María y á convocar Cortes; fué también de los que le cercaron en el
castillo de Montalbán, después de lo cual se retrajo á Guadalajara
y hubo de transigir en el pleito con la Condesa de Trastamara.
Mudando mañosamente de política, hallábase en 1429 en la hueste de
don Juan II y del Condestable contra el Rey de Navarra y el Infante
don Enrique, defendiendo la frontera por Agreda, y aunque destrozado
por el mayor número en los campos de Araviana, fuéle, por su valor,
como una victoria, valiéndole la merced de 500 vasallos en tierra
de Guadalajara, y después, cuando en 1434 dió don Juan sentencia de
confiscación de todos los bienes y estados que en Castilla poseían
los Infantes de Aragón, tocóle el señorío de los pueblos de Fuente el
Viejo, Armunia, Pioz, Meco, Retuerta y otros, hasta doce. Por entonces,
y en aquella campaña, compuso dos de sus primeras serranillas, como
en ellas se dice. Luego fué á la montaña, donde compuso otra de
ellas; al año siguiente partió para la expedición contra los moros de
Granada; pero aunque su mesnada asistió á la batalla de la Higuera,
hubo de quedarse él enfermo en Córdoba. Retrájose después á Hita en la
disensión que siguió á la victoria, hasta ver libres sus encarcelados
parientes. Muerta su madre en 1432 y tras nuevos pleitos con su media
hermana doña Aldonza, muerta ésta, logró verse señor del Real de
Manzanares en 1442. En 1436 casó á su primogénito con doña Brianda
de Luna, sobrina del Condestable, siendo padrino don Juan II, y tres
años antes á una su hija con el primogénito de la familia de la Cerda.
Rotas las treguas con los moros en 1436, tuvo á su cargo la defensa
de la frontera como Capitán mayor del reino de Jaén y ganó victorias,
villas y fortalezas, asistido de sus hijos Íñigo López y Pero Laso,
hasta obligar á los moros á pedir treguas, que en 1438 les fueron
concedidas á condición de entregar 550 cautivos cristianos y pagar en
parias 24.000 doblas de oro. De aquel tiempo es la serranilla quinta.
En 1441 dió don Juan II la sentencia de Tordesillas desterrando á don
Álvaro de Luna, siendo don Íñigo el que había de velar cerca del Rey
por el cumplimiento de su palabra, y al volver á llamar al Condestable
hubo de recogerse don Íñigo á su castillo de Buitrago. Concurrió por
el Rey á la batalla de Olmedo, en 1445, siendo galardonado por él con
el título de Marqués de Santillana y Conde del Real de Manzanares.
Partidario de doña Isabel de Portugal contra el Condestable, enconóse
más y más la enemiga cuando vió que encarcelaba á su primo y mejor
amigo el Conde de Alba, y entonces compuso el diálogo filosófico de
_Bias contra Fortuna_, acaso la mejor de sus poesías. Ayudó á la caída
de don Álvaro, y, ahorcado éste en Valladolid, puso en sus labios la
confesión de sus pecados, acerba ironía y sátira política de las más
crueles, el _Doctrinal de privados_. En 1454 murió don Juan II, á fines
del año siguiente la mujer del Marqués, doña Catalina de Figueroa, y
pocos meses antes su hijo don Pedro Laso de la Vega; luego, en 1456, su
poeta predilecto Juan de Mena, á quien la tradición dice que hizo la
sepultura en Torrelaguna, aunque ya en el siglo XVI nada se sabía de
su enterramiento. Asistió á las Cortes de Cuéllar, de don Enrique IV,
y á la tala de la Vega de Granada, después de lo cual fué en romería á
Guadalupe, cantando las loores de la Virgen y se retrajo á Guadalajara,
"aparejándose para bien morir", y tras grandes y pías donaciones
falleció allí mismo en 1458, siendo enterrado en el monasterio de San
Francisco, de aquella ciudad, cerca de la sepultura de su padre y de su
mujer, como él mismo lo había dejado ordenado.

    =302.= Apenas cerró los ojos su padre, por presto que su
    madre le hizo reconocer en el señorío de Hita y Buitrago, se
    apoderó de Guadalajara un hermano del Almirante, el señor de
    Rello, entabló litigio sobre doña Aldonza de Mendoza, hija del
    primer matrimonio de don Diego, y encendieron guerra civil en
    los valles de la montaña los Manriques, señores de Castañeda,
    aspirando á la posesión de Liébana, Pernia y Campóo de Suso; y
    su partidario Garci González Orejón invadió el solar de la Vega
    y atropelló á los habitantes de Potes, aunque fueron rechazados
    por los de doña Leonor, acaudillados por Pero Gutiérrez de
    la Lama. La misma señora logró que el Real de Manzanares
    quedase en secuestro hasta que el Obispo de Sigüenza, nombrado
    árbitro, decidiese. Aunque el señor de Rello conservó las casas
    mayores de Guadalajara, reconoció el derecho de su sobrino,
    obligándose á pagarle dos mil maravedís anuales á manera de
    alquiler. Por sentencia de los oidores Juan González de Acevedo
    y Juan Alfonso de Toro fué reconocida doña Leonor, en 1407,
    por señora de los valles de Carriedo, Villaescusa, Cayón,
    Camargo, Cabezón y el Alfoz de Laredo; en 1409 se le devolvió
    la casa y torre de la Vega y por fuerza de armas fueron echados
    de Liébana los usurpadores. Firmáronse las capitulaciones
    matrimoniales en Ocaña el 17 de agosto de 1408, aportando la
    novia 15.000 florines de oro del cuño de Aragón. Por la corta
    edad de los cónyuges los desposorios no se hicieron hasta
    1412, en Valladolid, cuando ya el Maestre de Santiago había
    fallecido. Hernando del Pulgar erró algo en estos hechos, pues
    para cuando doña Leonor murió, en 1432, ya había recobrado
    los estados, de modo que no fué don Íñigo el que los recobró
    huérfano, sino su madre. Por sentencia de 22 de julio de
    1423, el Real de Manzanares fué dividido entre doña Aldonza y
    don Íñigo, aunque á poco protestó éste contra tal decisión.
    Sobre la última enfermedad y muerte del Marqués, compuso su
    capellán, Pedro Díaz de Toledo, un _Diálogo_, publicado por
    Paz y Meliá en _Opúsculos literarios de los siglos XIV á XVI_
    (Socied. Biblióf. Españoles). Fué querido el Marqués en vida y
    respetado y glorificado después de su muerte. En vida le había
    ya honrado Juan de Mena, en su _Coronación_; después, Diego de
    Burgos, en el _Triunfo del Marqués_ (_Cancionero general_ de
    1511), y Gómez Manrique, en sus _Coplas á la muerte del Marqués
    de Santillana_. De aquí que como personaje simbólico, tras
    el doctor Pedro Díaz de Toledo, que puso en sus labios altas
    moralidades sobre la inmortalidad, Juan de Lucena le hiciese
    disertar sobre el sumo bien y la _Vita beata_. Sus _Proverbios_
    fueron glosados por el doctor Pedro Díaz de Toledo, por Luis de
    Aranda (Granada, 1575: _Avisos sentenciosos sobre el modo de
    conducirse en el trato civil de la gente_; 1781, en el t. V del
    _Caxon de Sastre_, de Nipho).

    Su retrato físico y moral fué trazado por Hernando del Pulgar
    en sus _Claros varones de Castilla_. Fué "hombre de mediana
    estatura, bien proporcionado en la compostura de sus miembros,
    é fermoso en las faciones de su rostro... Era hombre agudo
    é discreto é de tan gran corazón, que ni las grandes cosas
    le alteraban, ni en las pequeñas le placía entender. En la
    continencia de su persona é en el razonar de su fabla mostraba
    ser hombre generoso é magnánimo. Fablaba muy bien é nunca le
    oían decir palabra que non fuese de notar, quier para doctrina,
    quier para placer. Era cortés, é honrador de todos los que á
    él venían, especialmente de los hombres de sciencia... Fué muy
    templado en su comer é beber, y en esto tenía una singular
    continencia... Era caballero esforzado, é ante de la facienda,
    cuerdo é templado; é puesto en ella, ardit é osado, é ni
    su osadía era sin tiento, ni en su cordura se mostró jamás
    punto de cobardía... Gobernaba asimismo con grand prudencia
    las gentes de armas de su capitanía, é sabía ser con ellos
    señor é compañero. E ni era altivo con el señorío, ni raez en
    la compañía, porque dentro de sí tenía una humildad que le
    facía amigo de Dios, é fuera guardaba tal autoridad, que le
    facía estimado entre los hombres. Daba liberalmente todo lo
    que á él como á capitán mayor pertenescía de las presas que
    se tomaban, é allende de aquello, repartía de lo suyo en los
    tiempos necesarios. É guardando su continencia con graciosa
    liberalidad, las gentes de su capitanía le amaban, é temiendo
    de le enojar, no salían de su orden en las batallas... Los
    poetas decían por él que en la corte era grand Febo por su
    clara gobernación, é en campo Aníbal por su grand esfuerzo.
    Era muy celoso de las cosas que á varón pertenescía facer é
    reprensor de las flaquezas que veía en algunos hombres...
    Solía decir á los que procuraban los deleytes que mucho más
    deleytable debía ser el trabajo virtuoso que la vida sin
    virtud, quanto quier fuesse deleytable. Tenía una tal piedad,
    que cualquier atribulado ó perseguido que venía á él fallaba
    muy buena defensa é consolación en su casa, pospuesto cualquier
    inconveniente que por le defender se le pudiese seguir... Este
    claro varón, en las huestes que gobernó... con la autoridad
    de su persona é no con el miedo de su cuchillo, gobernó sus
    gentes, amado de todos, é no odioso á ninguno... Tenía gran
    fama é claro renombre en muchos reynos fuera de España; pero
    reputaba muy mucho más la estimación entre los sabios que la
    fama entre los muchos. É porque muchas veces vemos responder
    la condición de los hombres á su complexión é tener siniestras
    inclinaciones aquellos que no tienen buenas complexiones,
    podemos sin duda creer que este caballero fué en grand cargo á
    Dios por le aver compuesto la natura de tan igual complexión,
    que fué hábil para recebir todo uso de virtud, é refrenar sin
    grand pena cualquier tentación de pecado... Si verdad es que
    las virtudes dan alegría é los vicios traen tristeza, como sea
    verdad que este caballero lo más del tiempo estaba alegre, bien
    se puede judgar que mucho más fué acompañado de virtudes, que
    dan alegría, que señoreado de vicios, que ponen tristeza".

=303.= Pocas son las obrillas en prosa del Marqués. El _Prohemio ó
carta_, que envió al Condestable de Portugal con las obras suyas,
encierra su criterio estético y es como su _poética_. Es preceptivo é
histórico, de más elevados pensamientos que el _Arte de trovar_, de don
Enrique de Villena, que sólo se atuvo á la doctrina provenzal; pero su
clasicismo erudito le hace despreciar y calificar de _ínfima_ la poesía
popular, de _mediocre_ toda poesía en lengua vulgar y de _sublime_
solamente la escrita en griego y latín. Muchos años habían de pasar y
aun siglos hasta que cayera este ídolo y se persuadiese la gente de
que los romances son tan idiomas como el latín y el griego y de que
la más sustanciosa y digna de aprecio es la poesía popular, aquella
"de que la gente baja é de servil condición se alegra". En prosa
escribió el _Prólogo_ y las _Glosas_ á los _Proverbios_, la _Carta_
á su hijo, cuando estudiaba en Salamanca, y la _Lamentaçion fecha en
Propheçia de la segunda destruycion de España_, en estilo enfático. La
colección de _Refranes que dicen las viejas tras el fuego_ se le ha
siempre atribuido, pero quizá sin fundamento, y á la verdad no cuadra
este gusto por lo popular con las aficiones del Marqués. La prosa de
Santillana, aunque no tan mala como la de Villena en sus momentos de
mayor furor latinizante, se le parece no poco, á causa de la misma
tendencia. Partiendo del falso principio de que el romance no era más
que latín corrompido é indigno de ser escrito, tendían á allegarlo al
latín en voces, construcción é hipérbaton. ¿No era mejor, según eso, no
escribir más que en latín? ¡Quién nos diera un cilindro fonográfico del
habla popular de entonces! Á buen seguro que era tan realista, briosa,
concisa y elegante como ha sido siempre el habla de los españoles.

Los _Proverbios de gloriosa dotrina e fructuosa enseñança_ (1437),
son adagios bien rimados para la educación del príncipe don Enrique,
sacados de Salomón y otros autores, que cita en el prólogo. _Al itálico
modo_ compuso 42 sonetos, que por ser el primer ensayo que se hizo en
España merecen respeto y hasta admiración.

De las poesías de Santillana, las mejores son las _Serranillas_,
que hizo por la mayor parte en sus primeros años y son cabalmente
las más cercanas al arte popular. Aunque ya no tienen la naturalidad
primitiva de los _cantos de ledino_ y _canciones de amigo_, de
la lírica galaico-portuguesa, de las que son tardío remedo, son
"canciones más graciosas, como dice Puymaigre, que las de Teobaldo de
Champagne y pastorales más lindas que las de Giraldo Riquier". Son
idilios condensados, esbozados apenas con cuatro ligeras pinceladas
y no sin una puntita de sabrosa malicia, que les da cierta tonalidad
humorística, rara en aquellos tiempos. Bien que variado en cuanto
cabe, el cuadrito es siempre el mismo y se ve que al lugar común
del encuentro de un caballero y una pastora, que tomó el Marqués ya
inventado, no tenía grande inventiva para añadir otras escenas, así
como ni para detenerse en la descripción, cosas en que tanto sobresalió
Teócrito, y aun en España mismo el Arcipreste de Hita, cuyos "excesos
de feo realismo", en frase de M. Pelayo, son toques de pintor tan
excelso y de poeta tan bravío y maravilloso, que para mí, comparadas á
sus serranillas, son las del Marqués dibujos de principiante. Asunto,
metro y lenguaje, tómalos éste de la tradición popular, de donde los
habían tomado los poetas galaico-portugueses. De la misma fuente
proceden los _decires_ y los _cantares_, que de ellos se diferencian
por el estribillo y el tema inicial, aunque llevan ya el sello de la
cortesanía delicada que el Marqués supo comunicarles. Ya sobrecargó la
dosis del elemento culto en _El Sueño_, _El Triumphete de Amor_, _El
Infierno de los enamorados_, y así suenan algo más á hueco y cansan por
lo largos. Pero donde abruma es en sus _visiones_ y _sueños_, debido
al uso y al abuso de la mitología, de la historia, de la alegoría
dantesca y petrarquesca, envuelta en pedante retórica. _La defunssion
de don Enrique de Villena_ es una retahila de sabios y poetas, con los
cuales compara á don Enrique, su grande amigo, que le dirigió _Al Arte
de trovar_ y la traducción de la _Eneida_ y de la _Divina Comedia_.
Sigue siendo dantesco en la _Coronación de Μosen Jordi_ (1430), en
el _Planto de la Reyna doña Margarida_ y en la _Visión_ de las tres
virtudes _Firmeza, Lealtad y Castidad_. No deja de tener brío _El
Planto que fizo Pantasilea_, tomado de la _Crónica Troyana_, libro
muy leído por el Marqués. En la _Comedieta de Ρonza_ (1444), que nada
tiene de dramática y es un poema dialogado que lamenta la derrota de
los aragoneses por la armada genovesa en 1435, hay clara influencia del
Petrarca y dióle el título por el de la _Divina Comedia_ de Dante, á
causa de la profecía de la Fortuna, que al final consuela á las Reinas
con el brillante porvenir de sus maridos, Alfonso V de Aragón, don
Juan, rey de Navarra y el infante don Enrique, que cayeron prisioneros
en aquella triste jornada, según la doctrina de que la comedia comienza
por trabajos y acaba por alegrías. La erudición apesadumbra esta obra,
como las más del Marqués; encierra, sin embargo, algunos trozos briosos
y animados. Más dramática es la obra _Bias contra Fortuna_ (1448),
hecha para consolar á su primo el Conde de Alba cuando fué encarcelado
por don Álvaro de Luna, animándole con la doctrina filosófica de los
estoicos, de que el sabio dura constante en medio de los altibajos de
la vida, los cuales no le quitan el sosiego de su alma ni le amenguan
la verdadera libertad. Consta de 180 coplas de arte menor, armoniosas y
bien cortadas. _El Doctrinal de Privados_ (1454) es una invectiva en 53
estrofas contra don Álvaro de Luna, haciéndole confesar sus fechorías
con una inquina que en ninguna otra ocasión muestra Santillana, y
que no se da por vengada ni con la muerte del Condestable. Este odio
sincero le sacó de sus casillas y le hizo escribir una de las mejores
páginas por la fuerza y verdad, que no suelen abundar en los escritos
eruditos.

Santillana es un poeta que ni remotamente puede compararse con el
Arcipreste de Hita. No es original ni en los asuntos ni en la manera de
tratarlos, ni en el estilo, en el brío, en el color, en la delicadeza y
sentimiento, ni en el lenguaje. Tampoco era un sabio, ni sabía latín ni
menos griego, ni supo sobreponerse á las falsas interpretaciones que la
erudición de su tiempo daba al arte clásico, ni á la doctrina estética
reinante. Fué con todo un artista imitador de cuanto bueno hallaba
á mano, un erudito de los mejores de entonces, uno de los que mayor
empuje dieron al estudio de las letras y al Renacimiento italiano,
trayéndolo á España. Tentólo todo y todo lo hizo adelantar. Admirador
de Dante, Petrarca y Boccaccio, les imitó y hasta les copió no pocas
cosas, siendo de los más gloriosos precursores de Boscán. Fué un
aficionado de las Humanidades, sin llegar á ser humanista, que no los
podía haber en aquel siglo. Rodeado de una verdadera corte literaria,
encargó á otros versiones de libros de que poderse aprovechar y con que
aprovechar á los demás. Conocía la literatura francesa de los siglos
XIV y XV, la catalana y la italiana, de la antigua provenzal harto
poco y de segunda mano. Lo que no conoció ó menospreció fué la poesía
española de origen popular, porque no veía más que la erudita y culta.
Ni siquiera el nombre de _cantar de gesta_ suena en sus obras; aun del
_mester de clerezia_ sabía bien poco, pues ni nombra á Berceo. Sus
aficiones estaban en Italia, y así creyó que sus sonetos serían su más
alta gloria, pero se engañó. Santillana vive y vivirá por sus _decires_
y _serranillas_, no porque fuera el primero que las hizo, ni siquiera
el que mejor las hizo, sino porque en aquel siglo no hubo otro que las
hiciera mejor desde el Arcipreste, que le sobrepuja de cien codos,
hasta Juan del Enzina y Gil Vicente.

    =304.= Sobre _la Comedieta_, dice su autor en el _prohemio_:
    "É intituléla deste nombre por quanto los poetas fallaron
    tres maneras de nombre á aquellas cosas de que fablaron,
    es á saber: tragedia, satyra, comedia. Tragedia es aquella
    que contiene en sí caydas de grandes reyes é príncipes, asy
    como de Hércoles, Príamo é Agamenón é otros atales, cuyos
    nascimientos é vidas alegremente se comenzaron é grand tiempo
    se continuaron é después tristemente cayeron. É del fablar
    destos usó Séneca el mancebo, sobrino del otro Séneca, en las
    sus _Tragedias_, ó Johan Boccaccio en el libro _De casibus
    virorum illustrium_. Satyra es aquella manera de fablar que
    tovo un poeta que se llamó Satyro, el qual reprehendió muy
    mucho los vicios é loó las virtudes; é desta manera después
    dél usó Oracio é aun por esto dixo Dante: "L'altro è Oracio
    sátiro, che vene...". Comedia es dicha aquella cuyos comienzos
    son trabajosos é después el medio é fin de sus días alegre,
    gozoso é bienaventurado; é desta usó Terencio, Peno é Dante
    en el su libro, donde primero dice haber visto los dolores é
    penas infernales é después el Purgatorio é después alegre é
    bienaventuradamente el Paraíso".

    Los pecados capitales del estilo de Santillana son debidos
    á ser de los primeros que traían á España el renacimiento
    clásico, lo cual desarma á cualquier crítico, aunque á la vez
    retraiga á los lectores comunes: la comezón por rebutir sus
    escritos de nombres mitológicos y erudiciones lejanas, que,
    no diciendo nada á los lectores españoles, les deja fríos y
    ahitos de tan trasnochada erudición, y el hipérbaton y voces
    latinas con que retuerce y enturbia la lengua castellana
    creyendo ennoblecerla y engalanarla. Eran los primeros pinitos
    del clasicismo y nada tiene de extraño anduviese á trompicones;
    mayor culpa les cupo á los que le siguieron, no acabando de
    dejar esta material imitación y no acertando á beberle al
    clasicismo su verdadero espíritu, que cabalmente está en la
    sublime naturalidad y en el arraigo, cuanto al pensar, sentir y
    hablar, en las entrañas y alma del pueblo y de la raza.

    Herrera, en su _Comentario á Garcilaso_: "No en la edad de
    Boscán, como piensan algunos (se introdujo la versificación
    toscana); que más antigua es en nuestra lengua, porque el
    Marqués de Santillana, gran capitán español y fortísimo
    caballero, tentó primero con syngular osadía y se arrojó
    venturosamente en aquel mar no conocido y volvió á su nación
    con los despojos de las riquezas peregrinas. Testimonio desto
    son los sonetos suyos, dinos de veneración por la grandeza del
    que los hizo y por la luz que tuvieron en la sombra y confusión
    de aquel tiempo".

    Sobre sus trabajos dice el Marques: "Á ruego é instancia mía,
    primero que otro alguno, se han vulgarizado en este reyno
    algunos poemas, así como la _Eneyda_, de Virgilio; el libro
    mayor de las _Transformaciones_, de Ovidio; las _Tragedias_,
    de Lucio Aneo Séneca, é muchas otras cosas en que yo me he
    deleytado fasta este tiempo é me deleyto é son asy como un
    singular reposo á las vexaciones é trabaxos que el mundo
    continuamente trahe, mayormente en estos nuestros reynos". Su
    capellán, Pedro Díaz de Toledo, puso en romance el _Phedon_, de
    Platón, antes de 1450. Su hijo don Pedro González de Mendoza
    tradujo probablemente á Homero de la versión latina del milanés
    Pedro Cándido Decimbre, y bien pudiera ser el texto castellano
    de los cinco primeros libros de la _Ilíada_ vertidos del latino
    del dicho milanés, y dedicados á don Juan II, que Volmöller ha
    descubierto. Véase la carta del Marqués á su hijo donde á esto
    alude. Sobre la biblioteca del Marqués, cuyos restos paran en
    la Nacional, véase Amador de los Ríos. Todavía dura, aunque no
    en España, el códice magnífico del _Roman de la Rose_, que le
    perteneció. Además de Guillermo de Lorris y su continuador,
    hállanse citados en sus escritos _Michante_ (Michault), que
    escribió "un grand libro de baladas, canciones, rondeles, lays
    é virolays é assonó muchos dellos"; _Micer Otho de Grandson_
    (Alain Chartier), "muy claro poeta moderno é secretario deste
    rey Luis de Francia (Luis XI), que con grand elegancia compuso
    é cantó en metro el _Debate de las quatro damas_, la _Bella
    Dama Sanmersi_, el _Revelle matin_, la _Grand pastora_, el
    _Breviario de nobles_ é el _Hospital de amores_, por cierto
    cosas asaz fermosas e placientes de oir". Todos estos poetas
    franceses son de la escuela alegórica y pedantesca, cuyo
    principal monumento es el _Roman de la Rose_. "Los catalanes,
    valencianos é aun algunos del reyno de Aragón fueron é son
    grandes officiales desta arte". Conoció á Pedro March el viejo,
    al petrarquista Mosen Jordi de Sant-Jordi "el cual ciertamente
    compuso asaz fermosas cosas, las quales él mesmo asonava, ca
    fué músico excelente"; á Ausias March, "grand trovador é ome
    de assaz elevado espíritu". "De los provenzales parece haber
    conocido las poéticas más bien que los poetas, dice M. Pelayo,
    y aun éstos sólo de nombre y por citas de los italianos. Así,
    de Arnaldo Daniel, uno de los poquísimos que menciona (sin
    duda por haberle encontrado en la _Divina Comedia_), dice
    expresamente que no había visto obra alguna".

    Los _Proverbios de Enigo de mendoça con su glosa_ se
    imprimieron, próximamente, en 1490, Zaragoza (_Bibliogr.
    Zarag._ del siglo XV). También hizo traducir Santillana del
    italiano las _Tragedias_ de Séneca (Amador de los Ríos, edic.
    de Santillana, págs. 639 y 482).

    Sobre la biografía de Santillana: _Crónica de don Juan II_;
    Tomás Antonio Sánchez, _Colección de poesías castellanas
    anteriores al siglo XI_; Amador de los Ríos, _Vida del Marqués
    de Santillana_, en la edición de sus obras; Schiff y M. Pelayo,
    que se citarán luego.

    _Centiloquio_, impreso en 1496, 1558.

    =305.= Marqués de Santillana. _Cancionero._ Ed. R.
    Foulché-Delbosc, en _Cancionero castellano del siglo XV_.
    Nueva Bibl. de Aut. Esp., t. XIX; _Obras_, ed. J. Amador de
    los Ríos, Madrid, 1852; _Bias contra fortuna_ [facsímile
    de la ed. de Sevilla, 1502, por Archer M. Huntington], New
    York, 1902; _Refranes que dizen las viejas tras el fuego_,
    ed. U. Cronan, en _Revue Hispanique_ (1911), t. XXV, págs.
    134-176; _Testament du marquis de S._, ed. R. Foulché-Delbosc,
    en _Revue Hispanique_ (1911), t. XXV, págs. 114-133.
    Consúltense: M. Menéndez y Pelayo, _Antología de poetas
    líricos_, etc., t. V, págs. LXXXVIII-CXLIV; B. Sanvisenti,
    _I primi influssi di Dante, del Petrarca e del Boccaccio
    sulla Letteratura spanuola_, Milano, 1902, págs. 127-186; M.
    Schif, _La Bibliothèque du marquis de Santillane_, París,
    1905 (Bibliothèque de l'École des Hautes Études, fasc. 153);
    A. Vegue y Goldoni, _Los sonetos "al itálico modo" de don
    Íñigo López de Mendoza: estudio crítico y nueva edición de los
    mismos_, Madrid, 1911.

    En 1430 se acabó la "Biblia romanceada, por RABÍ MOSÉ ARRAGEL
    DE GUADALFAJARA, á petición de don Luis de Guzmán, maestre
    de Calatrava, con ayuda é información de los muy honorabiles
    famosos sabios é señores angeles divinos don Vasco de Guzmán,
    arcediano de Toledo, é el maestro frey Arias de Encinas,
    guardián del convento é estudio de San Francisco de Toledo, é
    el maestro fray Juan de Zamora, de la Orden de Predicadores",
    como puso por título el mismo Mosé Arragel á la famosa Biblia
    que guarda la Casa de Alba. Véase: _Homenaje á M. Pelayo_, II,
    pág. 5; Gallardo, t. IV, col. 1485.

=306.= _Año 1432._ FERNÁN PÉREZ DE GUZMÁN (1378?-1460?), señor de
Batres, sobrino del Canciller Ayala y tío del Marqués de Santillana,
fué hijo de Pedro Suárez de Guzmán y de doña Elvira de Ayala. Embajador
en Aragón en tiempo de Enrique III, prometíase una gran carrera
política. Salvó la vida á Pero Meléndez de Valdés, capitán de la
mesnada del señor de Hita, en la batalla de la Higuera; pero en vez de
serle recompensado, fué preso, y cayó en disfavor de Juan II. Declarado
enemigo de don Álvaro de Luna y sospechoso por su cercano parentesco
con el Arzobispo de Toledo don Gutierre Gómez, de los más fervorosos
partidarios de los Infantes de Aragón, no podía vivir en aquella corte,
donde sólo reinaban, según él, "cobdicia de alcanzar é ganar, engaños,
malicias, poca verdad, cautelas, falsos sacramentos é contratos é otras
muchas é diversas astucias é malas artes". Era, además, él mismo poco
amigo de someterse á nadie, algo áspero de genio, recto en la justicia
y aficionado á la lectura y al estudio. Por todo ello se retiró á los
cincuenta y seis años de su edad á su señorío de Batres, de donde
apenas volvió á salir, habiendo muerto, según se cree, á los ochenta y
dos años de su edad.

Fué su consejero y maestro en la voluntaria soledad el obispo de
Burgos don Alonso de Cartagena, con quien mantuvo larga correspondencia
ascética, filosófica y literaria. Fué en los años de su mocedad
aficionado á la poesía y alabado como poeta, aunque lo fué mediano,
imitando á su tío el Canciller en la gravedad y en las moralidades,
bien que no en el metro, pues empleó las formas cortas de su tiempo.
Tampoco sobresalió por la fuerza de su imaginación. Hállanse, con todo,
trozos y frases de peregrina fuerza sentenciosa en sus versos, que
fueron los más de materia moral ó religiosa y llegaron hasta 13.000,
de los cuales los mejores son las _Coplas de vicios e virtudes_, la
lamentación por la muerte de Alonso de Cartagena († 1456) y los _Loores
de los claros varones de España_, en 409 octavas de arte menor.

Pérez de Guzmán fué, ante todo, prosista. Su ingenio grave y
sentencioso, parecido al de su tío el Canciller, halló en el trato de
don Alonso de Cartagena, obispo de Burgos, lo que más le cuadraba.
Llamábale su _Séneca_, llamándose á sí propio _Lucilio_, y de hecho el
dechado que más al justo venía á su natural era Séneca el moralista, el
sentencioso, el grave, cuyas veces hacía á maravilla el famoso Obispo
de Burgos. De aquí le vino á Pérez de Guzmán la ocurrencia de hacer
traducir las _Cartas_ de Séneca á Lucilio, aunque no del latín, sino de
la versión toscana de Ricardo Pedro, ciudadano florentino. Patrocinó
la versión de Salustio, de quien fué aficionadísimo, que á "ruego et
afincamiento" suyo hizo su primo el arcediano de Toledo, Vasco de
Guzmán. También compiló la _Floresta de los Philosophos_, colección de
sentencias, la mayor parte sacadas de Séneca, inédita hasta 1904.

Pero la obra principal de Pérez de Guzmán es el _Mar de istorias_,
dividida en tres partes. La primera trata "de los emperadores é de
sus vidas é de los príncipes gentiles é católicos"; la segunda, "de
los sanctos é sabios é de sus vidas é de los libros que ficieron";
la tercera, de "las semblanzas y obras de los excelentes reyes de
España don Enrique III y don Juan el II y de los venerables prelados é
notables caballeros que en los tiempos destos nobles Reyes fueron". En
las dos primeras partes la materia está tomada de otras obras y sólo
es suyo el estilo, de lo mejor del siglo XV por lo vivo, caudaloso y
brillante, mayormente en las descripciones y retratos. La tercera parte
es obra enteramente suya. Algo se le pegó el estilo de Salustio; pero
sin leer á Tácito, tiene de Tácito.

Los vaivenes de la fortuna, los desengaños de la vida y el trato con
don Alonso de Cartagena habían robustecido en Pérez de Guzmán aquel
su natural, recto ya de suyo, honrado y severo, apasionado del bien
y de la verdad, y aun habíale tantico amargado el desdén con que se
veía menospreciado de los señores, él tan señor como el que más y como
ninguno pagado del orgullo patricio de su sangre. Al poner, pues, los
ojos en los poderosos de su tiempo para pintar sus semblanzas, los
miró como miró á los del suyo el historiador Tácito, con la misma
severidad de juicio, con la misma honradez y rectitud de ánimo, con
el mismo espíritu aristocrático, y como Tácito los halló, hallólos
Pérez de Guzmán. La misma bravía elocuencia brotó de sus pechos y pasó
á sus plumas, empapada en hieles; con la misma penetración ahondaron
en las almas y desmenuzaron sus fibras; con parecidos rasgos y recias
pinceladas retrataron los personajes. Aunque no le llega á Tácito ni
con mucho, es más de maravillar, cuanto no habiéndole leído, resultó
un escritor que no deja de tener con él algún parecido. Es más brioso
que Plutarco, menos crédulo y menos amigo de anecdotillas y no se le
puede comparar en la erudición estupenda de aquel historiador griego, y
sí solo en pintar retratos; pero en esto más se parece á Suetonio y en
el tono á Tácito cuando habla de los malos, con un pesimismo sufrido y
filosófico. La prosa castellana de Pérez de Guzmán es limpia y concisa,
grave y bien domeñada.

    =307.= En el testamento de Pero Suárez de Guzmán, en 9 de enero
    de 1381 (1419 de la era esp.), se habla de sus hijos menores
    Ferrando, María, Aldonza, y de su madre, Elvira Álvarez, ya
    difunta. De sólo esta fecha se saca que Fernán nació, lo más
    tarde, entre 1378 y 1380 (no sabemos si fué el mayor); y si
    su madre, según Amador de los Ríos (VI, págs. 212-214), murió
    al empezar el 1380, Fernán nacería, lo más tarde, entre 1377
    y 1379. Pedro de Guzmán, hijo de Fernán, tomó posesión de los
    bienes del señorío el 29 de enero de 1461, y declaró que un
    su apoderado lo había hecho antes en su nombre. Fernán murió,
    pues, probablemente el 1460, y á lo menos tenía ochenta años.

    Las _Coplas_ sobre la muerte de don Alonso de Cartagena se
    hallan al fin del _Tractado que se llama orõnal de fernand
    perez_, Murcia, 1487. Las poesías más antiguas se hallan en el
    _Cancionero de Baena_ y se remontan al reinado de Enrique III.
    "Fernán Pérez de Guzmán, mi tío, doto en toda buena doctrina,
    dice Santillana, ha compuesto muchas cosas metrificadas é
    entre las otras aquel epitafio de la sepoltura de mi Señor el
    Almirante don Diego Furtado, que comiença _Ombre que vienes
    aqui de presente_. Fizo muchos otros decires é cantigas de
    amores:" Fuera de los amorosos, _requestas_, etc., que trae
    el _Cancionero de Baena_, escribió "_Proverbios_ de grandes
    sentencias, é otra obra assaz útil é bien compuesta de las
    _Quatro Virtudes Cardinales_", como dijo Santillana. Los
    _Proverbios_ se publicaron por Ochoa en sus _Rimas inéditas
    del siglo XV_; pero están más correctos en el _Cancionero_
    que fué de Gallardo, y se componen de 102 coplas redondillas,
    con sentencias de Séneca y de la Biblia. _La Coronación de
    las Quatro Virtudes_, dedicada á Santillana, es obra algo
    mejor. Á Álvar García de Santa María dirigió _Diversas
    virtudes e loores divinos_ ó _Coplas de vicios y virtudes_,
    fondo principal de la compilación hecha desde fines del siglo
    XV, con uno ú otro título, sobre todo el de _Setecientas...
    exemplo de bien vivir_, añadiendo la _Confesión Rimada_, los
    himnos, etc., hasta completar 700 estrofas, para remedar las
    _Trescientas_, de Juan de Mena. Véanse estas impresiones:
    _Coplas_, Sevilla, 1492; _Las Setecientas... por las quales
    qualquier hombre puede tomar regla e doctrina y exemplo de bien
    bivir_, Sevilla, 1506 y 1509; _Las Sentencias_, Lisboa, 1512;
    _Las Setecientas_, Sevilla, 1516 y 1527; Lisboa, 1541 y 1564.
    Últimamente, por Foulché-Delbosc, en el _Cancionero castellano
    del siglo XV_, Nueva Bibl. de Aut. Esp., t. XIX, págs. 575-759.
    Los _Proverbios_ y los _Claros varones_ se imprimieron en las
    _Rimas_, inéditas, de Ochoa, París, 1844. Las poesías hállanse
    desparramadas en los Cancioneros del siglo XV, especialmente en
    los de Baena, Ixar, Gallardo, en tres de la Biblioteca Nacional
    de París, en el de Llavia (Zaragoza, 1490) y en el _General del
    Castillo_. Hay Cancioneros particulares de Fernán Pérez, como
    el de la biblioteca de los Duques de Gor, en Granada, escrito
    por Antón de Ferrera, criado del Conde de Alba (1452).

    =308.= _Las Epístolas de Séneca_ se publicaron en Zaragoza,
    1496; Toledo, 1502 y 1510; Alcalá, 1529; Amberes, 1551. Están
    trasladadas de la versión italiana del florentino Ricardo
    Petri, hecha de la francesa.

    El _Mar de istorias_ se publicó por primera vez en Valladolid,
    1512; Sevilla, 1527 y 1542; Valencia, 1531. La fuente principal
    de las dos primeras partes fué el _Mare Historiarum_, de
    Giovanni Colonna (nació el 1298). La tercera parte fué añadida
    por Galíndez á su edición de la _Crónica de don Juan II_,
    con el título de _Generaciones y Semblanzas_, con el cual ha
    corrido después como libro independiente. _Generac. y sembl._,
    Valladolid, 1512 (en el _Mar de istor._); Logroño, 1516 (en
    la _Crón. de Juan II_); Valencia, 1531 (en el _Mar de ist._);
    Sevilla, 1543 (en la _Crón._); Pamplona, 1590 (en la _Crón._) y
    1591 (ibid.); Madrid, 1678 (en el _Epítome de la Crón._); 1775
    (en el _Centón Epistolar_); Valencia, 1779 (en la _Crón._);
    Madrid, 1790 (en el _Cent._); 1877 (en las _Crónicas de los
    Reyes de Castilla_); Mâcon, 1907 (Foulché-Delbosc). _Prólogo_:
    "Yo tomé esta invención de Guido de Colupna, aquel que trasladó
    la Historia Troyana de Griego en Latín, el qual en la primera
    parte escribió los gestos y obras de los Griegos y Troyanos";
    pero Pérez de Guzmán, si se inspiró en esta obra, fué del todo
    original. Tampoco debió leer el _Liber illustrium personarum_
    ó _Historia canonica et civilis_, de Juan Gil de Zamora, en
    tiempos de Sancho IV, libro que se le parece: Pérez de Guzmán
    no debía de leer corrientemente el latín. R. Foulché-Delbosc ha
    publicado el _Mar de Historias_ en la _Revue Hispanique_ (1907).

    _Las Generaciones, semblanças y Obras_, edic. R.
    Foulché-Delbosc, Mâcon, 1907; ed. E. de Llaguno Amírola,
    Madrid, 1775; Bibl. Aut. Esp., t. LXVIII. Consúltense: R.
    Foulché-Delbosc, _Étude bibliographique sur Fernán Pérez de
    Guzmán_, en la _Revue Hispanique_, 1907, t. XVI, págs. 26-55;
    M. Pelayo, _Antología de poet. lír. cast._, t. V, páginas
    L-LXXVIII.

    En las _Semblanzas_: "No pequeña confusión para Castilla,
    que los grandes, prelados é caballeros, cuyos antecesores
    á magníficos é nobles reyes pusieron freno, empachando sus
    desordenadas voluntades con buena é justa osadía por utilidad
    é provecho del reino é por guarda de sus libertades, que á un
    hombre de tan baxa condición como éste así se sometiesen. Y aun
    por mayor reprehensión e increpación dellos digo que no sólo
    á este simple hombre, más á una liviana é pobre mujer, ansi
    como Leonor López, é á un pequeño é raez hombre, Hernán López
    de Saldaña, ansi se sometian é inclinaban, que otro tiempo á
    un señor de Lara ó de Vizcaya non lo hacían ansi los pasados.
    Por causa de brevedad no se expresan aquí muchas maneras é
    palabras desdeñosas é aun injuriosas, que los susodichos
    dijeron á muchos grandes é buenos: lo qual es cierta prueba é
    claro argumento de poca virtud é mucha cobdicia del presente
    tiempo; que con los intereses é ganancias que por intercesión
    de ellos avian, no pudiendo templar la cobdicia, consentían
    mandar é regir á tales que poco por linajes é menos por virtud
    lo merecían... Ca, en conclusión, á Castilla posee hoy é la
    enseñorea el interesse, lanzando della la virtud é humanidad".
    De don Juan II dice que ni antes ni después de la muerte del
    Condestable "hizo auto alguno de virtud y fortaleza en que
    mostrase ser hombre". De Enrique III dice que era "asaz de
    buena disposición..., blanco é rubio, é la nariz un poco alta;
    pero cuando llegó á los diez y siete años hobo muchas y grandes
    enfermedades, que le enflaquecieron el cuerpo é le dañaron la
    complesion, é por consiguiente se le dañó é afeó el semblante",
    "muy grave de ver é de muy áspera conversación, ansi que la
    mayor parte del tiempo estaba solo é malenconioso", de no mucha
    discreción, pero "á los rreyes menos seso y esfuerzo les basta
    para regir que á otros hombres, porque de muchos sabios pueden
    haber consejo".

    La _Floresta de philosophos_, publicada en la _Revue
    Hispanique_, 1904, según el único Ms. de la Nacional (P. 156,
    hoy 4.515), se atribuye á Fernán Pérez de Guzmán: tiene muchas
    sentencias de Séneca.

    =309.= En 1431 entregó á Eugenio IV ANDREAS DE ESCOBAR,
    benedictino, Obispo de Megara, su _Gubernaculum Conciliorum_.
    En 1437 compuso el _Tractatus copiosus contra quinquaginta
    Graecorum errores_.

    El cardenal y obispo de Cesárea JUAN DE SEGOVIA, uno de los
    que ilustraron el Concilio de Basilea (1431-1442), copiló las
    _Concordantias biblicas vocum indeclinabilium. De processione
    Spiritus sancti ex Filio. De summa auctoritate Episcoporum
    in universali Concilio. De actis Concilii_ de Basilea. _De
    immaculata Virginis Deiparae conceptione_, impreso en Bruselas,
    1664. _De mittendo gladio spiritus in Saracenos._ Con él
    ilustraron el Concilio Juan de Torquemada y Juan Polemar,
    además de Alonso de Cartagena, árbitro del Concilio.

    JUAN POLEMAR Ó PALOMAR, que asistió al Concilio de Basilea,
    archidiácono barcelonés, capellán de Eugenio IV y oidor del
    Sacro Palacio, escribió _Contra Basileense Concilium. Positio
    super possessione bonorum temporalium ab Ecclesia. Pro
    temporalitate et iurisdictione Ecclesiae_, etc.

    JUAN DE CASANOVA, natural de Barcelona, que entró en la Orden
    dominicana ya de edad madura, en 1403, y murió en Florencia, en
    1436, maestro del Sacro Colegio, Obispo de Cerdeña y de Elna,
    confesor de Pedro V de Aragón, cardenal desde 1430: _Contra
    schismaticos Basileenses. De potestate Papae supra Concilium._
    Obras dirigidas á Eugenio IV (1431-1447).

    En 1433 FRAY LOPE FERRÁNDEZ, agustino, escribió _Espejo del
    alma. De la Penitencia_ (Bibl. Escor.; Nic. Ant., _Bibl._, II,
    236).

=310.= _Año 1434._ _El Libro del Passo honroso defendido por el
excelente cavallero Suero de Quiñones_ fué redactado por el notario
PERO RODRÍGUEZ DE LENA, testigo del famoso torneo que sostuvo aquel
caballero con nueve otros contra cuantos aventureros se presentaron, el
año de 1434. Resumiólo en 1588 el franciscano Juan de Pineda.

    =311.= El espíritu aventurero, debido en parte á las leyendas
    caballerescas, pusieron de moda en España los torneos y
    justas, como las que se celebraron en la plaza de la Petite
    Brétagne y en la Cousture Sainte-Catherine, cerca de París, á
    las cuales asistió Pero Niño, en tiempo de don Juan II, como
    aventurero. Don Álvaro de Luna y Santillana tomaron parte
    en ellos. Aventureros como Suero de Quiñones tuvimos, entre
    otros, en España, á Juan de Merlo, Gonzalo de Guzmán, Juan de
    Torres, J. de Polanco, Mosén Pero Vázquez de Saavedra, Gutierre
    Quixada, Mosén Diego de Valera y Diego García de Paredes. El
    más famoso de los celebrados en España fué el llamado _Paso
    honroso_, de Suero de Quiñones, caballero que votó llevar
    al cuello todos los jueves una anilla de hierro en señal de
    servidumbre para con su dama y se presentó á defender con otros
    nueve el puente de San Marcos, de Orbigo, cerca de León, contra
    cuantos campeones extranjeros le disputasen el paso. Duró la
    justa desde el 10 de julio hasta el 9 de agosto de 1434 y
    describióla Lena, que se halló presente, con los pormenores de
    un proceso verbal. Quedaron heridos Suero de Quiñones y ocho
    de los suyos; murió uno de los contrarios, y otro, por haber
    bien librado, juró de no cortejar más á las monjas de allí
    adelante. Setecientos combates se tuvieron con un sinnúmero
    de peripecias, que se leen con gusto, sobre todo en Juan de
    Pineda. _Passo honroso defendido por el excelente cavallero
    Suero de Quiñones. Copilado de un libro de mano_, etc.;
    Salamanca, 1588 [facsímile por Archer M. Huntington, New-York,
    1902]; ed. Real Academia de la Historia, 1783 (compendio hecho
    por fray Juan de Pineda del libro de Pedro Rodríguez de Lena,
    libro que no se ha publicado íntegramente).

    =312.= En 1434 DIEGO DE LOBRAÑAN, criado de Alfonso González
    de León, contador del Rey, tradujo el _Valerio Maximo_. (Nic.
    Ant., _Bibl._, II, 237).

    En 1435 JUAN XIMÉNEZ CERDÁN, Justicia de Aragón de 1390 á
    1423, escribió una famosa carta sobre su oficio de Justicia de
    Aragón. Hacia 1437, el Justicia MARTÍN DÍAZ DE AUX ordenó las
    _Observancias_, de Salanova, Hospital y otros. (Nicol. Antonio,
    Bibl., II, págs. 237 y 242).

    =313.= En 1436 acabó de escribir RAIMUNDO SABUNDE el _Liber
    Creaturarum seu Naturae seu Liber de Ηomine, ...inchoatus et
    inceptus in alma universitate venerabilis studii Tholosani,
    anno Domini millesimo quadringentesimo tricesimo quarto et
    completus et terminatus in eadem universitate anno 1436 in
    mense Februarii, undecima die, quae fuit die sabbati_, como
    ya había notado Nicolás Antonio (Bibl. _vet._, II, pág. 215).
    Tal dice el códice de Tolosa. D. Reulet, _Un inconu célèbre,
    Recherches historiques et critiques sur Raymond de Sabonde_,
    París, 1875. El autor murió el mismo año 1436, como se dice
    en la nota final del códice tolosano, y en ella se le llama
    _Sibiude_. Desde el abad Trithemio (1498), Montaigne, todos lo
    tuvieron por barcelonés; Reulet le ha querido hacer provenzal,
    pero sin pruebas (M. Pelayo, _Cienc. esp._, t. II, pág. 283,
    3.ª ed.). Se imprimió en Deventer, 1484; París, 1509, aunque
    se supone hubo edición anterior. Púsolo en mejor latín Pedro
    Dorland: _Viola animae_, Milán, 1517, traducida al castellano
    por fray Antonio de Arés: _Diálogo de la naturaleza del
    hombre_, 1616. También lo tradujo Juan Amós Comenio al latín:
    _Ocultis fidei_, Amsterdam, 1661. Trithemio dice que escribió
    además _Quaestiones Controversae_. La bibliografía del _Liber
    Creaturarum_, en la _Revista de Instrucción pública_, 1857, por
    Suárez Bárcena. Sabido es que Montaigne lo tradujo al francés
    en el siglo XVI, haciendo gran caudal de nuestro filósofo,
    cuya obra dijo que estaba "basti d'un espaignol baragouiné en
    terminaisons latines"; pero "trop riche et trop beau pour un
    auteur duquel le non soit si peu cogneu". En los libros de
    actas de la Universidad de Tolosa se lee: "Raymundus Sabunde,
    in Universitate Tolosana medicinae professor, defunctus anno
    1436".

    =314.= _Año 1437._ JUAN DE TORQUEMADA (1388-1468), dominico
    á servicio del Papa (1431), fué enviado por Eugenio IV al
    Concilio de Basilea y al de Florencia (1439), donde fué de los
    redactores del decreto de unión de la Iglesia griega; como
    Cardenal (1439) asistió á la Asamblea de Bourges (1440), y fué
    Obispo de Palestrina (1455) y de Sabina (1464). Compuso 27
    obras impresas y 14 manuscritas. _Meditationes_, Roma, 1467,
    1473; Foligno, 1479; Albi, 1481. _Expositio brevis et utilis
    super toto Psalterio_, Roma, 1470; Ausburgo, 1472; Maguncia,
    1474. _Tractatus de aqua benedicta_, Roma, 1475. _Quaestiones
    spiritualis convivii delicias praeferentes super Evangeliis
    tam de tempore quam de Sanctis_, Roma, 1477. _Commentarii in
    decretum Gratiani partes V_, Lyon, 1519, 6 vols.; Venecia,
    1578; Roma, 1726. Obra acabada en Roma el 1451. _Summa de
    Ecclesia_, Salamanca, 1560. _Contra errores perfidi Mahometii_,
    Roma, 1606. _De corpore Christi adversus Bohemos_, otros
    libros contra los Hussitas. _Contemplationes. Apología de las
    Revelaciones de Santa Brígida. Quaestiones de praeceptis iuris
    naturalis. De Deo. Super decreto unionis Graecorum in Concilio
    Florentino edito_, Venecia, 1561. _Tractatus contra Concilium
    Basileense. Tractatus de decreto irritante, factus in Concilio
    Basileensi. Quod non liceat appellare a Concilio ad Papam. De
    veritate conceptionis b. Virginis, pro facienda relatione coram
    Patribus Concilii Basileae anno Domini_ MCDXXXVII. _Flores
    sententiarum D. Thomae_, etc., etc.

=315.= _Año 1438._ ALFONSO MARTÍNEZ DE TOLEDO (1498-1470?), ARCIPRESTE
DE TALAVERA, nació probablemente en Toledo, debió de estudiar en
Salamanca, tomando el grado de Bachiller en Decretos, pasó luego al
reino de Aragón, donde estuvo de 1420 á 1430, poco más ó menos, y
vuelto á Castilla logró el Arciprestazgo de Talavera. Escribió en
1438, siendo capellán de don Juan II, el _Corbacho ó Representación
del amor mundano_, ó como el autor quiso que su libro se llamase, el
_Arcipreste de Talavera_. En 1443 escribió la _Chronica intitulada
Atalaya de las Corónicas, que contiene los grandes hechos de los Godos
y Reyes de España sus subcesores, escrita por Alfonso Martínez de
Toledo, Arcipreste de Talavera y Capellán del Rey Don Juan el Segundo
de Castilla_, que comprende la historia de España desde Walia hasta don
Juan I, ambos inclusive. En 1444 acabó de escribir las _Vidas de San
Isidoro y San Ildefonso_, ilustrándolas con algunos escritos de ellos.
En 1448 era ya Racionero de la iglesia de Toledo y capellán de la
Capilla de los Reyes, de la misma iglesia, y allí debió de morir hacia
1470.

    =316.= Él mismo dice tenía cuarenta años al escribir, en 1438,
    el _Corbacho_. En nota ológrafa, que puso en un ejemplar
    de la _Crónica Troyana_, se lee: "Ego Alfonsus Martini,
    archipresbiter Talaverensis... porcionarius eclesiae Toletanae,
    eadem oriundus civitate". En la _Vida_ _de San Ildefonso_ dice:
    "O cibdadano del cielo emperial | Ildefonso de Toledo natural,
    | ruega á Ihu X[=ρο] eternal | por mi Alfon aunque non tal, |
    porque nascí pecador | donde tu fueste señor". De su estancia
    en Valencia véase edic. 1901, pág. 266; en Tortosa, pág. 71;
    en Barcelona, pág. 72. Ediciones del _Corbacho_, con varios
    títulos, sobre todo: _El Arcipreste de Talavera, que fabla de
    los vicios de las malas mugeres ᘔ complexiones de los hombres_,
    Sevilla, 1495 (desconocida, cítala Panzer); Sevilla, 1498;
    Toledo, 1499, 1500, 1518, 1529; Sevilla, 1547; Madrid, 1901 por
    la Socied. Biblióf. Españoles.

    El autor quiso que su libro "sin bautismo sea por nombre
    llamado _Arcipreste de Talavera_, dondequier que fuere levado".
    Pero cada editor mudó el título á su talante. Pérez Pastor tomó
    para su edición de 1901 del _Corbacho_ el códice _iij-h-10_
    de la Biblioteca de El Escorial, citado por Gallardo (t. III,
    666), que es del siglo XV, anotando las variantes de las
    ediciones incunables de Sevilla, 1498, y Toledo, 1500, con
    las que corrige y completa el códice, el cual parece escrito
    en 1466; pero el libro, según su epígrafe, fué compuesto
    _por Alfonso Martínez de Toledo, Arcipreste de Talauera, en
    hedat suya de quarenta annos, acabado a quinze de Março,
    anno del nascimiento del Nuestro Saluador Ihesu X.º de mil e
    quatroçientos e treynta e ocho annos_. Copia de un original de
    la _Chronica_, coetáneo del autor, y que sacó Pedro Rodríguez
    Campomanes, está en la Academia de la Historia, y merece
    publicarse. Un códice de las _Vidas_ hay en la Nacional (1178);
    otro en El Escorial (_b, iij, 1_); otro en la biblioteca de M.
    Pelayo. El cargo de Capellán en Toledo, etc., se halla en nota
    autógrafa que puso en su ejemplar de la _Crónica Troyana_, que
    para en la casa de Alba. Hay documento (Archivo de la capilla
    de los Reyes Nuevos) donde firma el primero como el más antiguo
    de los capellanes, año de 1466. Pérez Pastor (edic.): "El
    Léxico del _Arcipreste de Talavera_ es tan variado y original,
    que desde antiguo llamó la atención de los eruditos, ya porque
    algunas voces usadas en este libro no se encuentran en ningún
    autor de los que han escrito en castellano, ya también porque
    el autor tomó muchas palabras y frases del lenguaje popular y
    recogió no pocas del mismo arroyo". Es probable que á Martínez
    de Toledo deba atribuirse una de las versiones castellanas de
    los libros _De summo bono_, de San Isidoro, que se hallan en la
    Biblioteca Nacional.

=317.= Es el _Corbacho_ un "tratado contra las mujeres, que con
poco saber, mezclado con malicia, dicen é facen cosas non debidas",
"reprobación del loco amor", "compendio breve y muy provechoso para
información de los que no tienen experiencia de los males y daños que
causan las malas mujeres". Es, pues, una sátira de costumbres, como
la obra del de Hita y como la _Celestina_, pero en prosa, y sin ser
drama, sino tratado. _Corbacho_, por otro nombre, á imitación de _Il
Corbaccio_ ó _Laberinto d'Amore_ y el tratado _De claris mulieribus_,
obras ambas de Boccaccio, pero sin la exageración con que en la primera
se ensaña en ellas y las alaba en la segunda. Además, es sátira sin
alegorías, más desinteresada y general, más amena, regocijada y
chistosa. Eslabones de una misma cadena de las obras maestras de la
literatura castellana son el _Libro de Buen Amor_, el _Corbacho_, _La
Celestina_, el _Lazarillo_ y el _Quijote_, todos satíricos, de asunto
ético, de habla castiza y popular, todos imitadores, cada cual de su
predecesor.

    =318.= La critica mordiendo y el panegírico ensalzando á las
    mujeres, fué tema común de aquel tiempo desde que Boccaccio
    compuso sus dos obras. Así Juan Rodríguez del Padrón escribió
    el _Triumpho de las donas_ contra el _Corbacho_, de Boccaccio,
    y no menos Diego de Valera en su _Defensa de virtuosas
    mujeres_, y don Álvaro de Luna en el _Libro de las virtuosas
    e claras mujeres_; en cambio, Jaime Roig las satiriza en el
    _Libre de les dones_, y Francisco Eximenis en el _Libro de las
    Donas_.

=319.= El estilo y lenguaje del Arcipreste de Talavera no es peor ni
mejor que el de los demás escritores de su tiempo en gran parte de sus
libros; pero hay unos cuantos capítulos en el _Corbacho_ que sufren
el cotejo con los mejores trozos de _La Celestina_ y del _Quijote_.
No hay que asombrarse: Cervantes imitó _La Celestina_ y Rojas imitó
el _Corbacho_ en esos trozos. Cuando se abaja á recoger á puñados los
dichos cortados, elípticos, de rompe y rasga de las comadres del barrio
y de la plaza, entonces es cuando toda prosa anterior y aun posterior,
salvo los trozos semejantes de las dos grandes obras dichas, queda
enteramente oscurecida. Allí se ve la pujanza realista, el nervio,
el donaire, el gracejo del habla castellana en toda su desnudez
del uso vulgar, sin las veladuras que los eruditos suelen echarle,
sin la sosera con que la deslíen, y mucho más sin los retorcijones
hiperbáticos del clasicismo de los Villenas y Santillanas. Fué el de
Talavera, en prosa, en esos momentos, lo que el de Hita en verso,
porque entrambos bebieron en la misma fuente el habla vulgar sin
cortapisas ni artificios. Y nótese que esos trozos se oyen hoy en día
por ahí, sin quitar una hilacha; ¡cuántos siglos haría que el pueblo
se expresaba de la misma manera y los clérigos del mester erudito lo
despreciaban! Tan lozana y fresca es esa manera de decir del Arcipreste
como si hoy se escribiera, tomándola por medio del fonógrafo de
entre las tías que salen á solejar á la puerta de la calle, á juntar
delantales, como ellas dicen. Hay que hacer hincapié en esto, porque
el criterio moderno de apreciar lo popular y ponerlo muy por cima de
lo erudito queda tan resplandecientemente probado con la prosa de un
Arcipreste como con el verso del otro.

    =320.= M. Pelayo, _Oríg. novel._, t. I, pág. CX: "La literatura
    castellana del siglo XV nos ofrece un singular escritor,
    que, sin ser novelista, ni haber cultivado el apólogo más
    que ocasionalmente, influyó como pocos en el desarrollo de
    la literatura novelesca, transformando el tipo de la prosa,
    sacándola de la abstracción y aridez didáctica, de que sólo
    don Juan Manuel, aunque por diverso camino, había acertado
    á librarse, vigorizando los lugares comunes de moral con
    la observación concreta y pintoresca de las costumbres, y
    derramando un tesoro de dicción popular en el cauce de la
    lengua culta. La lengua desarticulada y familiar, la lengua
    elíptica, expresiva y donairosa, la lengua de la conversación,
    la de la plaza y el mercado, entró por primera vez en el arte
    con una bizarría, con un desgarro, con una libertad de giros
    y movimientos, que anuncian la proximidad del grande arte
    realista español. El instrumento estaba forjado: sólo faltaba
    que el autor de la _Celestina_ se apoderase de él, creando á
    un tiempo el diálogo del teatro y el de la novela. La obra del
    Arciprestede Talavera fué de las más geniales que pueden darse:
    no tiene más precursor en Castilla que el Arcipreste de Hita, á
    quien algunas veces cita, y en cuyo estudio parece empapado...
    Se parecen (los dos Arciprestes) en lo opulento y despilfarrado
    del vocabulario, en la riqueza de adagios y proverbios,
    de sentencias y _retraheres_, en la fuerza cómica y en la
    viveza plástica; en el vigoroso instinto con que sorprenden y
    aprisionan todo lo que hiere los ojos, todo lo que zumba en los
    oídos; el tumulto de la vida callejera y desbordada... Salvo
    algunos textos históricos, cuya excelencia es de otra índole,
    no hay prosa del siglo XV que ni remotamente pueda compararse
    con la sabrosa y castiza prosa del _Corbacho_. Castiza he
    dicho con toda intención, porque en sus buenos trozos no hay
    vestigio alguno de imitación literaria, sino impresión directa
    de la realidad castellana. Es el primer libro español en prosa
    picaresca: la _Celestina_ y el _Lazarillo de Tormes_ están en
    germen en él".

    =321.= Alfonso Martínez de Toledo. _Arcipreste de Talavera_, ed
    C. Pérez Pastor, Soc. de Biblióf. españoles, 1901. Consúltense:
    Arturo Farinelli, _Note sulla fortuna del Corbaccio nella
    Spagna Medievale_, Halle, 1905, _Miscelanea Mussafia_.

=322.= _Año 1438._ JUAN DE MENA (1411-1456), nació en Córdoba, fué
nieto del señor de Almenara Rui Fernández de Peñalosa é hijo de
Pedrarias, regidor ó jurado de aquella ciudad. Quedó huérfano muy
pronto y con mediana asistencia de los suyos, de modo que pasó mal
su mocedad y sólo comenzó los estudios cuando tenía veintitrés años,
los cuales hizo en Salamanca, Córdoba y Roma, no sabemos á la sombra
de quién. Vuelto á España, tuvo en la corte el cargo de Secretario de
cartas latinas, después el de Veinticuatro de Córdoba y el de Cronista
regio. Valióle la amistad de Santillana, que le honró en vida y en
muerte y fué el poeta más valido de don Juan II y de don Álvaro de
Luna, á quienes no fué, como otros, desleal. Fué dulce en sus palabras
y modales, pálido, enfermizo y gran trabajador. Corren dos variantes
acerca de su muerte. Valerio Romero dice que de un "rabioso dolor de
costado"; Fernández de Oviedo (_Quincuag._, pte. II, est. 13), que "una
mula le arrastró e cayó della de tal manera, que murió en la villa de
Torrelaguna", pero todos convienen en que en Torrelaguna murió y fué
sepultado.

Á pesar de haber sido el cronista de Juan II, no tuvo parte en la
_Crónica_ de aquel Rey y sólo tenemos de su pedantesca é infame prosa
el comentario á su poema de la _Coronación_ y el breve compendio de la
_Ilíada en romance_, tomado de las _Periochae_ de Ausonio y del seudo
Píndaro tebano, donde gana al mismo Villena en hinchazón y erudición
intempestiva. En los versos cortos no se diferencia de los demás poetas
cortesanos de su tiempo. Las coplas de _Lo claro escuro_ encierran
una tal mezcla de conceptismo sutil y de oscuridad enigmática, que se
adelantó más de un siglo á Góngora, su compatriota.

La _Coronación ó Calamicleos_ (1438), en 51 quintillas dobles, es ya
un poema alegórico en que se finge arrebatado al Parnaso y ve coronar
á Santillana; pero se detiene más hablando "de la miseria de los malos
y de la gloria de los buenos, por que un contrario puesto cabe otro,
más reluzga". Para más imitar á Dante piérdese el poeta en bravía
selva, yendo á parar al infierno, donde contempla "los tormentos de
los damnados". Tan oscuro hacen este poema la rimbombancia y las
descabelladas alusiones á la historia, á la fábula y á la astronomía,
que tuvo que añadir su correspondiente comentario "literal, alegórico
y anagógico" á una obra, que según dice, pertenece al género "cómico y
satírico", porque empieza por el infierno y acaba en el cielo, como la
_Divina Comedia_, esto es, porque empieza por males y acaba en bienes,
al modo de la _Comedieta de Ponza_. El comento regocija á veces por
lo cándido, pueril, pedante, y la prosa y los versos desregocijan por
el hipérbaton, los horribles latinismos y la erudición. Las _Coplas
contra los siete pecados mortales_, que en los códices llevan el título
de _Debate de la Razón contra la Voluntad_, son algo mejores, ó si se
quiere, menos malas que el poema de la _Coronación_. Es la última obra
que hizo Juan de Mena, y no está acabada; no tiene los latinismos y
extravagancias eruditas de sus demás obras, pero es seco, adusto y sin
rasgo poético alguno. Continuaron este sermón rimado Gómez Manrique,
Pero Guillén de Segovia y fray Jerónimo de Olivares, de la Orden de
Alcántara, añadiendo las disputas de la Gula, Envidia y Pereza y la
sentencia de la Prudencia.

La única gloria poética que suelen reconocer á Mena estriba en _El
Laberinto de Fortuna_ (1444), ó como los editores después le llamaron
_Las Trezientas_, por las estancias que unos dicen tuvo en los
manuscritos, aunque otros afirman no tener más que 297. Es tradición
añeja que don Juan II deseó fuese el número de estancias igual al de
los días del año, según dice Hernán Núñez (1475-1553) en el comentario
que publicó de este poema en 1499, y que así Mena compuso hasta 24
de las 65, tomándole la muerte antes de llegar á este número. Según
investigaciones de Foulché-Delbosc, semejante anécdota no tiene
fundamento y las 24 añadidas no son de Mena, cortesano por temperamento
y por oficio; con las otras tres, que dicen faltaban á las 300 en
los manuscritos, hacen parte de un poema fragmentario independiente,
escrito por un desconocido que juzga severamente la debilidad del Rey.
Es un poema alegórico el de Mena, tan frío y abstracto como todos los
que compusieron los imitadores de la _Divina Comedia_, cuya grandeza
está en la fuerza plástica descriptiva, siendo la alegoría un medio
secundario para darle unidad; mientras que sus imitadores, no sabiendo
ser poetas en la descripción particular, lo reducen todo al camino
alegórico, amontonando cosas y vocablos que aluden á recónditas y frías
erudiciones. Los personajes y escenas del Dante son vividas, tomadas
de la realidad ó creadas por el pueblo cristiano, no abstracciones
de vicios y virtudes ó mitologías traídas de allende, al pueblo
enteramente ajenas. El camino del bastardeamiento lo abrió Petrarca
en sus _Triunfos_, con la personificación del Amor, la Castidad, la
Fama, el Tiempo, etc. Juan de Mena no poseía la visión poética de
Dante ni el ingenio y gusto de Petrarca, y así se quedó con la huera
corteza de la alegoría y con las secas abstracciones, amontonando de su
cosecha indigestas erudiciones y plagando sus versos de voces latinas
y retorciendo el habla con el hipérbaton. Hay, cierto, grandeza en
algunos trozos y versos bien sonantes, pero nada más, en este poema
tan celebrado por los eruditos de su siglo y del siguiente, fárrago
indigesto, sin pizca de verdadera poesía, que todavía admiran algunos
literatos. Dicen que Mena fué aficionadísimo de Lucano y de hecho le
alude y le saquea, mayormente en sus erudiciones, y es tan ampuloso
como él; pero su pincel no era nada fino y sus tintas demasiado
aguadas, para que ni de lejos se le pueda comparar con su antiguo
compatriota. Mena supo como nadie rimar en el arte mayor: es su único
merecimiento. El _Laberinto_ tuvo necesidad de glosa y comentario como
los demás poemas, porque al fin y al cabo es un verdadero laberinto.
Hízolo cumplidamente el Comendador Hernán Núñez y luego el Brocense;
pero una obra poética que recién escrita necesita comentario, más tiene
de enigma que de poesía.

Juan de Mena es más poeta que Villena y Santillana y, por lo mismo, es
mayor duelo que, enredado en la poesía erudita y dantesca, no hiciera
más que frías alegorías repletas de vanas erudiciones, sin poner los
ojos en las almas y en el mundo que le rodeaba, donde la verdadera
poesía siguió oculta por no saberla él sacar, teniendo verdaderas
facultades para ello. El habla literaria, prosaica y poética, por la
comezón de latinizarla, salió tan manchada y tan retorcida de sus
manos, que fueron menester algunos años para que otros ingenios,
acudiendo al puro minero popular, la desencostrasen de tan bárbara
inmundicia. Si la erudición vale para algo en poesía, vióse en Mena
hasta dónde puede alcanzar. ¡Á ese emporcamiento del lenguaje le
llamaron algunos propósito de crear una lengua poética! Y no nos
vengan con que algunas de sus extravagantes voces latinas han llegado
á usarse después, porque los eruditos que las generalizaron hicieron
con ello tanto daño al idioma como Mena y eran de la misma escuela
erudito-pedantesca.

    =323.= No se sabe si son suyas las _Memorias de algunos
    linajes antiguos e nobles de Castilla que va escribiendo
    Juan de Mena... por mandado del muy ilustre señor don Álvaro
    de Luna_, que se halla en el códice K-161 de la Biblioteca
    Nacional; aunque sólo unas veinte hojas de más de ciento que
    hubo de tener. Seis códices se conocen de la _Ilíada_, de Mena,
    cinco en la Biblioteca Nacional, y uno en la de M. Pelayo; se
    imprimió en Valladolid, 1519. En el _Cancionero_, de Herberay
    des Essarts, del cual publicó la parte inédita Pascual Gayangos
    en el t. I del _Ensayo_, núm. 484, de Gallardo, hay una docena
    de poesías de Juan de Mena; las _Otras_ no son suyas; otras
    hay en el _Cancionero general_, en el de _Baena_, _Stúñiga_,
    _Gallardo_, etc., además de las que suelen hallarse con sus
    tres poemas mayores. Las _Coplas de ¡Ay, Panadera!_ (1445)
    es imposible que sean de Mena; si lo fueran, hubiera sido
    verdadero poeta una vez en su vida, poeta popular y satírico.
    Pero no es esa su vena, y así no me persuado sean suyas tampoco
    las coplas "Sobre un macho que compró de un Arcipreste", que,
    con no ser cosa del otro jueves, son populares y de un donaire
    que no es el suyo. ¿Las hizo acaso alguno sobre la leyenda de
    su muerte? Si son de Mena, con ser bien poca cosa, es lo único
    legible hoy en día que compuso.

    La continuación de Olivares á las _Coplas de los siete
    pecados mortales_ es la que ha solido imprimirse en las
    ediciones de Mena; las de los otros dos poetas están en sus
    propios _Cancioneros_, inédito el de Guillén de Segovia. En
    el _Cancionero_, de Gallardo, y en otro códice de M. Pelayo:
    "Fenesce este tractado fecho por Juan de Mena et presentado
    al rey don Juan II, nuestro señor, en Tordesillas, á veynte e
    dos días de febrero, año del Señor de mill e quatrocientos e
    quarenta e quatro años". Según M. Pelayo, tenía 300 estancias;
    pero las tres últimas parecen realmente añadidas después, así
    como las 24 que se siguen aparte en las impresiones.

    =324.= Escribieron la biografía de Mena el comendador
    Griego en la _Vida de Juan de Mena_, puesta al frente de las
    _Trescientas_ de la edición sevillana de 1499, y un discípulo
    de Hernán Núñez, Valerio Francisco Romero, en unas estancias
    de arte mayor, que con título de Epicedio (canto fúnebre)
    compuso á la muerte del mismo Comendador y andan al fin de sus
    _Refranes_, Salamanca, 1555. Juan de Lucena, _Vita beata_:
    "Muchas veces me juró por su fe (son palabras que pone en
    boca de Santillana) que de tanta delectación componiendo
    algunas vegadas detenido goza, que olvidados todos afferes,
    trascordando el yantar y aun la cena, se piensa estar en
    gloria". "Trahes magrescidas las carnes por las grandes
    vigilias tras el libro (le dice don Alonso de Cartagena): el
    rostro pálido, gastado del estudio, mas no roto y recosido
    de encuentros de lanza". _Crón. de don Alv. de Luna_, tít.
    95: "Era coronista del Rey e tenía cargo de escrebir la
    historia de los reynos de Castilla, fizo en estos días al
    nuestro Maestre...". No queda rastro del "suntuoso sepulcro",
    que dicen le levantó Santillana, y en el siglo XVI escribía
    Fernández de Oviedo: "Yo espero en Dios de ir pronto á España
    y le tengo ofrecida una piedra con epitafio", y en 1781, en su
    viaje por España, sólo halló Ponz una piedra en las gradas del
    presbiterio con la pedestre inscripción: "Patria feliz, dicha
    buena, | escondrijo de la muerte, | aquí le cupo por suerte |
    al poeta Juan de Mena". La gloria de Juan de Mena fué inmensa
    entre los escritores eruditos de aquellos tiempos. Unos añaden
    y alargan sus obras, otros las glosan y comentan, todos le
    respetan y le tienen, sobre todo, en cuenta tratándose de la
    versificación de arte mayor. Acaso en lo bien que lo manejó
    estribaba toda aquella nombradía, inexplicable para el que
    busca al poeta y no al versificador. En las artes de trovar es
    el dechado citado por todos. En la de Juan del Enzina apenas
    se alegan otros ejemplos que los de Mena. Nebrija, _Gram.
    castellana_, l. IV, c. VII: "Por el poeta entendemos Virgilio
    e Juan de Mena". Castillejo invoca su autoridad contra los
    petrarquistas. En la carta del Bachiller de Arcadia: "Hizo
    trescientas coplas, cada una más dura que cuesco de dátil: las
    cuales, si no fuera por la bondad del Comendador Griego, que
    trabajó noches y días en declarárnoslas, no hubiera hombre
    que las pudiera meter el diente ni llegar á ellas con un tiro
    de ballesta". Jerónimo de Arbolanches, Epístola á Melchor
    Enrico, en _Las Habidas_ (1566): "No sé yo hacer, como hizo
    Joan de Mena, | coplas que se han de leer á descansadas, | el
    cual, como tenía preñada vena, | trescientas dellas nos dejó
    preñadas...". Lo que de Mena pensaron H. Núñez y el Brocense
    puede verse en sus _Glosas_ sobre el mismo poeta. Véanse además
    Argote de Molina, _Discurso sobre la poesía castellana_, que va
    en su edición de _El Conde Lucanor_ (1575), Mariana, _Hist. de
    Esp._, l. XXI, c. XVI, y Cervantes, _Quijote_, II, 44.

    =325.= De _La Coronación_ hay una edición gótica, del siglo XV,
    con su glosa, sin lugar ni fecha, probablemente de Zaragoza,
    1499; Toledo, 1504; Sevilla, 1512, 1520 y 1534; Valladolid,
    1536. _Glosa sobre las trezientas del famoso poeta Juan de
    Mena, compuesto por Hernand Núñez de Toledo, Comendador de
    la Orden de Santiago_, Sevilla, 1490 y 1499. _Las CCC del
    famosissimo poeta Juan de Mena con su glosa y las cinquenta con
    su glosa_: _e otras obras_, Granada, 1505, y Salamanca, 1505.
    _Las Trezientas_ se publicaron además en Zaragoza, 1506 y 1509
    (con glosa anónima); Sevilla, 1512; Zaragoza, 1515; Sevilla,
    1517, 1520, 1528, 1534; Valladolid, 1540; Amberes, 1552;
    Alcalá, 1560 y 1566; Salamanca, 1582 (con notas del Brocense).
    _Obras_ de Juan de Mena, Sevilla, 1528 y 1534; Valladolid,
    1536 y 1540; Toledo, 1547; Amberes, 1552 y 1554; Alcalá, 1566;
    Amberes, 1582; Salamanca, 1582. _Las CCC de Juan de Mena_,
    Zaragoza, 1489 (_Bibliogr. Zaragozana del siglo XV_); Sevilla,
    1496, 1499 (dos, 28 agosto y 7 de octubre, la primera con
    glosa de Fernán Núñez; la segunda sin ella, así como sin ella
    salieron las otras dos de 1489 y 1496).

    =326.= El verso por excelencia de Juan de Mena es el _verso
    de arte mayor_, que lo trabajó más que ninguno de sus
    predecesores. Es de origen gallego, como dijo Santillana,
    y sirvió durante todo el siglo XV para la poesía erudita y
    elevada. Responde al decasílabo francés con cesura después de
    la quinta, y sin duda vino de Francia, no derechamente, sino
    mediando Galicia, como se ve por las _Cantigas_:

      "Por ende un miragre | aquesta reyna
    Sancta fes muy grande | á una mesquina".

    Y en el _Cancionero del Vaticano_ (núm. 462):

      "Baylemos nos ja todas, todas, ay, amigas,
    Sō aquestas avelaneyras floridas;
    Ε quem por velida como nós velidas,
            Se amigo amar,
    Sō aquestas avelaneyras floridas
            Verrá baylar".

    Parécese al endecasílabo anapéstico ó _de gaita gallega_,
    propio de la muñeira, esto es, al endecasílabo con acento en
    4.ª y 7.ª. Es tan evidente el parentesco entre el dodecasílabo
    y el endecasílabo anapéstico, como el que ambos metros tienen
    con el decasílabo de los himnos (verso de nueve sílabas de
    los franceses). La octava, con estos versos formada, parece
    fué obra de los castellanos en el siglo XIV y se halla por
    primera vez en el _Deytado sobre el cisma de Occidente_, del
    canciller Ayala. Duró hasta mediado el siglo XVI, en que le
    sustituyó el endecasílabo italiano. Han tratado del _arte
    mayor_ Morel-Fatio, _L'Arte mayor et l'Hendécasyllabe dans
    la poésie castillane du XV^e siècle et du commencement du
    XVI^e_, extracto de la _Romania_, t. XXIII, París, 1894; M.
    Pelayo, _Antol. de poet. lír. cast._, t. XIII, pág. 199, etc.;
    Milá y Fontanals, _Obras_, t. V, pág. 324, etc.; Cascales,
    _Tabl. poét._, Madrid, 1779, pág. 99; Alonso López Pinciano,
    _Philosoph. ant. Poetica_, Madrid, 1596, pág. 286; Juan del
    Enzina, _Arte de poes. cast._; Nebrija, _Gram. castellana_;
    sobre todo Foulché-Delbosc, _Revue Hisp._, 1902, pág. 75, etc.,
    traducido por Bonilla, _Juan de Mena y el Arte Mayor_, Madrid,
    1903.

    Juan de Mena, _Cancionero_, ed. R. Foulché-Delbosc, en
    _Cancionero Castellano del siglo XV_, 1, Nueva Bibl. de Aut.
    Esp., t. XIX, páginas 120-221; _El Laberinto de Fortuna_,
    ed. R. Foulché-Delbosc, Mâcon, 1904.--Consúltense: R.
    Foulché-Delbosc, _Étude sur le "Laberinto" de Juan de Mena_,
    en _Revue Hispanique_ (1902), t. IX, págs. 75-138 [con
    disertación sobre el _arte mayor_ y bibliografía de Mena]; A.
    Morel-Fatio, _L'arte mayor et l'hendécasyllabe dans la poésie
    castillane du XV^e siècle et du commencement du XVI^e siècle_,
    en _Romania_ (1894), t. XXIII, 209-231; John Schmitt, _Sul
    verso de Arte mayor_, en _Rendiconti della Reale Accademia dei
    Lincei_ (classe di scienze morali, storiche e filosofiche),
    5.ª serie, Roma, 1905, t. XIV, págs. 109-133; F. Hanssen, _El
    Arte Mayor de Juan de Mena_, en _Anales de la Universidad de
    Chile_ (1906), t. LXVIII, págs. 179-200; M. Menéndez y Pelayo,
    _Antología de poetas líricos_, etc., t. V, págs. CXLVIII-CCVI;
    B. Sanvisenti, _I primi influssi di Danti, del Petrarca e del
    Boccaccio sulla letteratura spagnuola_, Milano, 1902, págs.
    81-125; C. R. Post, _The sources of Juan de Mena_, en _The
    Romanic Review_ (1912), t. III, págs. 223-279.

=327.= _Año 1439._ JUAN RODRÍGUEZ DE LA CÁMARA ó DEL PADRÓN, por el
lugar en Galicia de su nacimiento, es el último de los trovadores de
la escuela gallega. Nació á fines del siglo XIV y murió á mediados del
XV, de familia antigua y linajuda, pero sin muchos haberes. Educado en
los libros de caballerías del ciclo bretón y en los de linajes, que
no eran menos fantásticos, entró al servicio del cardenal don Juan de
Cervantes, gallego de origen y Obispo de Segovia en 1442 y Arzobispo
de Sevilla en 1449, como trovador suyo, y parece le acompañó al
Concilio de Basilea, donde ya estaba aquel prelado en abril de 1434.
Entre los familiares del Cardenal se contaban _El Tostado_, Juan de
Segovia y Eneas Silvio, después Pío II, con quienes sin duda adquirió
su caudal clásico, no menos que en sus viajes por Italia en compañía
del mismo Cardenal. También parece estuvo en Tierra Santa, quizá como
consecuencia de amores desventurados en la corte de Castilla, después
de dejado el servicio del cardenal Cervantes, siendo acaso paje de don
Juan II, y haciendo de vergonzoso en palacio con una "grand señora", á
quien "prendió por señora y juró su servidumbre", y ella cada día le
mostraba más "ledo semblante"; pero perdióle la soltura de su lengua y
el confiarse á un amigo, pues sabido por ella el quebrantamiento del
secreto, se indignó de suerte que él se retrajo "al templo de la gran
soledat, en compañía de la triste amargura, sacerdotisa de aquélla", y
se desahogó haciendo tan duras penitencias como Beltenebrós en la Peña
Pobre y escribiendo _El siervo libre de Amor_. No hay en esta novela
romántico-caballeresca alusión alguna á fecha posterior á 1439, y para
cuando se compiló el _Cancionero_ de Baena, que fué antes del 1445,
ya había entrado fraile Juan Rodríguez, no se sabe si en Jerusalén.
Ignórase igualmente qué dama fuese aquélla, y hay quienes han escrito
novelas creyendo fuese uno doña Juana, mujer de Enrique IV y madre de
la _Beltraneja_, otro doña Isabel de Portugal, segunda mujer de don
Juan II, aunque los dos fantasean como novelistas. Ello es que Juan
Rodríguez, si no murió trágicamente, como también soñaron otros, sufrió
largo y penoso destierro, hasta que en el claustro de Herbón, que
contribuyó á edificar con sus bienes patrimoniales, halló tranquilidad
entre los franciscanos. Su vida fué, pues, una novela romántica y tal
es el fondo biográfico, sin duda, de su obra principal, _El siervo
libre de Amor_ (1439-1440), como de un nuevo Macías, de quien él se
dice amigo y fué su dechado de vida. Esta novela romántica en prosa y
en verso se divide alegóricamente en tres partes: "la primera parte
prosigue el tiempo que bien amó y fué amado, figurado por el verde
arrayán..., la segunda refiere el tiempo que bien amó y fué desamado,
figurado por el arbor de paraíso..., la tercera y final trata el
tiempo que no amó ni fué amado, figurado por la verde oliva...". Es
una obra en que hay que distinguir dos partes, la de su autobiografía
y la novela caballeresca y sentimental _Estoria de los dos amadores
Ardanlier e Liesa_, de pura invención. La primera está inspirada en
la _Fiammetta_, de Boccaccio; la segunda, en las ficciones del ciclo
Bretón, incluso el _Amadís de Gaula_, en los viajes aventureros de
españoles, como don Pero Niño "á la dolce Francia", de Mosén Diego de
Valera á Hungría, Polonia y Alemania, y en acontecimientos románticos
reales. No es obra caballeresca enteramente, pues juega más el amor que
el esfuerzo, ni hay elementos sobrenaturales de magia y encantamientos,
sino del género de la novela sentimental, como la _Cárcel de Amor_ y la
_Menina é Moça_ de Bernardim Ribeiro.

El _Triunfo de las donas_ en elogio de las mujeres, refutando á
Boccaccio, cuya sátira feroz contra ellas en _Il Corbaccio_ ó
_Laberinto d'Amore_ fué muy leído é imitado en el siglo XV, fué
dirigido por Juan Rodríguez á la reina doña María y trae 50 razones
sobre las excelencias de la mujer sobre el hombre, con muchas
autoridades "divinas, naturales y humanas", que en sus manos resultan
á veces chistosos disparates. _La cadira del honor ó Tratado de la
nobleza ó fidalguía_ es un panegírico, y en él alude á otra obra
sobre lo mismo, el _Oriflama_, cuyo manuscrito había dejado en Padua
ó Venecia. También se cree tradujo las _Heroidas_ de Ovidio, que se
conocen con el título de _Bursario_, que le dió su autor.

Fuera de las seis composiciones líricas insertas en _El siervo libre
de Amor_, consérvanse unas 14 en los _Cancioneros_, general, de Baena,
de Stúñiga, de Herberay des Essarts y los dos de la Biblioteca Real.
Todas son de amores, menos la mejor de ellas, la _Flama del divino
rayo_, himno de su conversión; de las otras recordemos _Los siete
gozos de Amor_, _Los diez mandamientos de Amor_, la canción _Ham, ham,
huyd que ravio_. Pero la prosa de Juan Rodríguez es mejor que sus
versos, y su vida romántica, más curiosa que sus versos y su prosa.
Con ser gallego, no se sabe escribiese más que en castellano, al cual
trajo el sentimentalismo apasionado y misterioso y el sentimiento de
la naturaleza, cosas propias de su raza y elementos verdaderamente
poéticos siempre y más extraños en aquella sociedad cortesana de poetas
cultos y eruditos. La erudición, que también le sobra á Juan Rodríguez,
la debe al clasicismo, que aprendió en Italia. Si fuesen suyos los tres
romances del British Museum, del _Conde Arnaldos_, _Rosa florida_ y la
_Infantina_, sería el primer poeta que puso su nombre á un romance y de
los mejores poetas de su siglo; pero el ritmo afeminado y lánguido de
Juan Rodríguez hace dudar sean suyos tales romances.

    =328.= El apellido _Cámara_ parece en el Tumbo de la iglesia
    Iriense, dado á conocer por el P. Fita y el canónigo Ferreiro
    (_Monumentos antiguos de la Iglesia Compostelana_, pág. 6,
    Madrid, 1883; _Recuerdos de un viaje á Santiago_, por el P.
    Fita y don Aureliano Fernández Guerra, Madrid, 1880, cap.
    VIII). Probablemente nació en La Rocha, lugar cerca de El
    Padrón, y donde pone las principales escenas de su novela
    _El siervo libre de Amor_. Tuvo gran reputación entre los
    genealogistas, quienes citan un nobiliario suyo, que no se
    conoce. Hay quien cree que viajó hasta por el extremo Oriente.
    Las palmas que crecen en el huerto de los franciscanos de
    Herbón dicen los gallegos que las trajo él de Tierra Santa.
    La pasión con la dama cree M. Pelayo fué ilícita y adúltera,
    como solían serlo los amores trovadorescos, y tal creía en
    el siglo XVI el que forjó sobre ellos una novela, suponiendo
    fuese la tal dama la reina doña Juana: hállase en un códice
    de la Biblioteca Nacional, y publicóla Pedro José Pidal en
    la _Revista de Madrid_ (noviembre de 1839), reproducida en
    las notas del _Cancionero de Baena_ y en las _Obras de Juan
    Rodríguez del Padrón_. Pero ni Juan Rodríguez era aragonés,
    como allí se dice, ni el tiempo concuerda, como ni el del que
    cree fuese doña Isabel de Portugal, cuyo matrimonio con don
    Juan II fué el 1447, cuando para el 1445 estaba compuesto el
    _Cancionero de Baena_, donde se lee: "Juan Rodrigues del Padrón
    quando sse fué meter frayre á Jerusalén..., en despedimiento de
    su señora" (núm. 470), de modo que fuera allí ó en otra parte
    donde se metió fraile, para entonces ya lo era. Hízose popular
    su vida y amor romántico. Garci Sánchez de Badajoz escribió,
    hablando del infierno simbólico: "Vi también á Juan Rodríguez
    | del Padrón decir penando: | "Amor, ¿por qué me persigues?
    | ¿no basta ser desterrado? | ¿aún el alcance me sigues? |
    Este estaba un poco atrás, | pero no mucho compás, | de Macias
    padeciendo, | su misma canción diciendo: | "_Vive, leda, si
    podrás_". Canción que trae Baena, la recuerda la novela anónima
    y la cita Valdés en el _Diálogo de la lengua_. Su trágica
    muerte se inventó igualmente para asemejarle á Macías, de quien
    se decía amigo y el único "merescedor de las frondas de Dafne".
    Sobre su profesión, Wadingo, _Scriptores Ordinis Minorum_,
    artículo _Fr. Juan de Herbón_: "Minorum subiit institutum in
    patria, ubi, concessis facultatibus coenobio construendo, vitam
    duxit religiosissimam. Floruit sub annum 1450". Del _Siervo
    libre de Amor_ sólo hay una copia muy incorrecta en el códice
    Q. 224 de la Bibl. Nac., de donde se sacaron las dos ediciones:
    la de Manuel de Murguía, en su _Diccionario de escritores
    gallegos_, Vigo, 1862, y la de Paz y Meliá, en las _Obras de
    J. Rodríguez_, 1884. Del _Triunfo de las donas_ se conocen
    dos códices: el de la biblioteca del Duque de Frías y el de
    la Nacional. De la _Cadira_ los hay en el Museo Británico,
    en la Academia de la Historia y entre los manuscritos de la
    casa de Osuna, hoy en la Nacional. El portugués Fernando de
    Lucena tradujo al francés el _Triunfo_ (1460), del cual hay dos
    manuscritos: uno en la Biblioteca de Bruselas; Brunet cita una
    edición de 1530.

    =329.= Juan Rodríguez de la Cámara, _Obras_, ed. A. Paz y
    Meliá. Soc. de Biblióf. Españoles, 1884, 2 vols.; _Lieder des
    Juan Rodríguez del Padrón_, ed. H. A. Rennert, en _Zeitschrift
    für romanische Philologie_ (1893), t. XVII, págs. 544-558.
    Consúltense: A. Mussafia, _Per la bibliografia dei Cancioneros
    spagnuoli_, en _Denkschriften der Kaiserlichen Akademie der
    Wissenschaften_ (Philosophisch-historische Classe), Wien,
    1902, t. XLVII, págs. 20-23; B. Sanvisenti, _I primi influssi
    di Dante, del Petrarca e del Boccaccio sulla Letteratura
    spagnuola_, Milano, 1902, págs. 328-333.

    =330.= En 1439 PEDRO FERNÁNDEZ DE VELASCO, conde de Haro,
    escribió el _Seguro de Tordesillas_, Milán, 1611; Madrid,
    1784. A. Paz y Meliá, _La Biblioteca del Conde de Haro_ (en la
    _Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos_).

    En 1439 GUILLERMO DE MONSERRAT, escribió _Commenti super
    Pragmaticam Sanctionem Caroli VII Galliae Regis anno 1439_. _De
    Potestate Generalis Concilii ac de Episcoporum elecione._ _De
    Reservationibus per Papam ex rationali causa factis. De Regia
    praerogativa in electivis dignitatibus._

    En 1439 TOMÁS MIERES compuso _Apparatus super Constitutionibus
    Curiarum Generalium Cataloniae_, impreso en Barcelona,
    1533, 1610. _De homagio et oppressionibus._ _Usantiae
    et consuetudines civitatis Gerundensis. Scholia et
    interpretationes in constitutiones Cataloniae._ _De Privilegio
    militari._

=331.= _Año 1440._ El bachiller ALFONSO DE LA TORRE, al parecer
natural de Burgos, agregado al colegio de San Bartolomé, de Salamanca,
en 1437, compuso la _Vision deletable de la philosophia e de las
otras sçiençias_, hacia el año 1440, en excelente prosa castellana,
con soltura y brío, aunque manteniéndose en el lenguaje erudito, sin
remedar el del pueblo como el autor del _Corbacho_. Es una enciclopedia
de las artes liberales en forma de alegoría, en la que hablan la razón,
la sabiduría, la naturaleza, al modo que en el tratado de Boecio.

    =332.= Compuso su obra á ruegos de Juan de Beamonte, prior de
    la Orden de San Juan de Jerusalén y preceptor del príncipe
    Carlos de Viana (1421-1461). Imprimióse una versión italiana
    en 1556, hecha por Domenico Delfino, el cual la dió por obra
    propia, hasta el punto de que en 1663, Amberes, el judío
    Francisco de Cáceres tradujo al castellano esta versión
    italiana, ignorando el original.

    Alfonso de la Torre, _Visión deletable de la filosofía y artes
    liberales, metafisica y filosofia moral_. Bibl. de Aut. Esp.,
    t. XXXVI. Consúltese: J. P. Wickersham Crawford, _The Seven
    Liberal Arts in the "Vision Delectable" of Alfonso de la
    Torre_, en _The Romanic Review_ (1913), t. IV, págs. 58-75.

    =333.= _Año 1441._ El CARDENAL JUAN DE CARVAJAL (1400?-1469),
    natural de Trujillo, parcial de don Álvaro de Luna, á cuya
    muerte pasó á Roma, donde fué gobernador, y embajador
    (1441-1448), legado en la Dieta de Maguncia, embajador en
    Hungría y Alemania (1455), legado en Venecia. Escribió,
    sobre todo desde 1441, _Defensio sedis apostolicae, Relatio
    compendiaria legationum suarum, Epistolarum volumen, Orationes
    sacrae et profanae_. Consúltese López, _De rebus gestis S. R.
    E. Card. Carvajal commentarius_, Roma, 1754.

    En 1442 FRAY GONZALO DE OCAÑA tradujo las _Omelias que fizo el
    bienaventurado Sant Gregorio papa sobre el libro del Sancto
    Profeta Ezequiel_ y los _Dialogos de Sant Gregorio_ (M. S.,
    véase Gallardo), _La Vida y Pasión de N. S. Jesucristo,
    historias de las festividades, etc._, Zaragoza, 1516. Fué prior
    del Monasterio de Santa María de la Sisla, de la Orden de San
    Jerónimo.

    Entre 1440 y 1450 ALFONSO DE SAN CRISTÓBAL, dominico, escribió
    la traducción y glosa moral y ascética de los libros de
    _Vegecio_ (Bibl. Escor.).

    =334.= _Año 1443._ ALFONSO DE MADRIGAL, llamado _El Tostado_
    (1400? † 1455), doctorado en Salamanca á los veinticinco
    de edad, obispo de Ávila, _El Abulense_, fué símbolo de
    los escritores más fecundos, habiendo escrito 24 tomos en
    folio, según la edición de Venecia, 1615. _Defensorium
    trium propositionum_ contra Juan de Torquemada (1443). _De
    Sanctissima Trinitate._ _De statu animarum post mortem._
    _Liber de quinque figuratis paradoxis._ _Cuestiones sobre
    la filosofía natural y moral_ (en castellano). _Breviloquio
    de amor y amicicia._ Comentó todos los libros históricos
    de la Sagrada Escritura. Véase Nicolás Antonio, Bibl., II,
    255. En castellano: _Commentario sobre Eusebio_ (sobre su
    _Crónica_), Salamanca, 1506, 5 vol. _Tratado de los Dioses de
    la gentilidad_, Salamanca, 1506; Burgos, 1545. _Confessional_,
    Sevilla, 1521; Logroño, 1529. _Artes y instrucción para todo
    fiel Christiano como ha de dezir Missa_, Zaragoza, 1503, etc.
    Publicóse la _Parte primera del Tostado sobre el Eusebio
    en español_, en Salamanca, 1506; la _Segunda_, en 1506; la
    _Tercera_, en 1507; la _Cuarta_ y _Quinta_, en 1507.

=335.= Al entrar triunfalmente en Nápoles Alfonso V de Aragón el año
1443, abre de par en par á los españoles las puertas de Italia y del
Renacimiento clásico. De guerreras y comerciales puramente, que habían
sido hasta entonces las comunicaciones entre ambas Penínsulas, se
convierten en literarias, familiares y amistosas. La corte de Alfonso
V fué centro de humanistas italianos; de aragoneses y catalanes,
que se hacen sus discípulos; de poetas cortesanos, de teólogos,
filósofos y sabios de todo género. Las composiciones poéticas de
aquella corte las recogió, no se sabe quién, en el _Cancionero de
Stúñiga_, así llamado por ser la primera con que comienza de LOPE DE
STÚÑIGA. Hasta ocho poesías suyas hay en el volumen, aunque faltan las
mejores, especialmente políticas, que se hallan en otros _Cancioneros_
manuscritos. De su padre hay dos en el de Baena (418, 576). JUAN DE
TAPIA celebró los amores del Rey con Lucrecia Aniano. PEDRO TORRELLAS
ó TORROELLA, mayordomo del Príncipe de Viana, cultivó en castellano el
género burlesco y mofador, siendo famosas sus _Coplas de las calidades
de las donas_, ó "de maldecir de mujeres", en las que las puso cual
digan dueñas; fueron refutadas por Suero de Ribera, Juan del Enzina
y otros. MOSÉN JUAN DE VILLALPANDO, caballero aragonés, fué el único
poeta del siglo XV que hizo sonetos después de Santillana, pero en
versos de arte mayor y rimas cruzadas. JUAN DE DUEÑAS, castellano de
azarosa y larga vida, compuso una fantasía alegórica de la NAO DE AMOR,
estando preso en la torre de San Vicente. Quejóse contra Juan II de la
poca justicia, que sólo compraba el que tenía "bien poblado su bolsón",
y de que los judaizantes esquilmaban al pueblo. Escribió un diálogo en
1438, _El pleyto que ovo Juan de Dueñas con su amiga_, á manera de paso
dramático. JUAN DE ANDÚJAR compuso en versos de arte mayor _Loores al
rey don Alfonso_, y fué poeta alegórico, admirador de Dante, de quien
imitó en la _Visión de Amor_ los cantos IV y V del _Infierno_. El mejor
de todos es CARVAJAL ó CARVAJALES, que suena algo á popular en la
naturalidad y ligereza, sobre todo glosando letrillas corrientes entre
el pueblo, en las graciosas serranillas, algo á lo Santillana y algo
á lo Hita por el desenfadado realismo. También probó á cantar hazañas
y lo hizo en son guerrero. JUAN DE VALLADOLID ó JUAN POETA, judío
converso, se ganaba la vida recitando sus versos y los ajenos, como
"ciego juglar, que canta viejas fazañas, | que con un solo cantar |
cala todas las Espannas", como dice motejándole Montoro, y vió el cielo
abierto cuando oyó cuán bien trataba Alfonso V á los poetas, y así se
fué allá y corrió además por Mantua y Milán, de 1458 á 1473 como bufón,
improvisador y astrólogo, sucediéndole peregrinas aventuras, de las
cuales la última fué caer, al volver á España, en manos de cosarios,
que le vendieron en Fez, donde estuvo cautivo, hasta que, rescatado,
tornó á la corte de Castilla á ser hazmerreir de los palaciegos poetas,
que hacían chacota de sus desgracias y de su antigua condición de
judío. Algunas de sus coplas están en el _Cancionero de obras de burlas
provocantes á risa_, con las que á él le endilgaron, desde Antón de
Montoro hasta el Conde de Paredes, padre de Jorge Manrique. Baste
mencionar algunos otros, como MOSÉN JUAN RIBELLES, catalán; PEDRO DE
SANTAFÉ, FERNANDO DE LA TORRE, burgalés; SUERO DE RIBERA, GONZALO DE
CUADROS, el CONDE DE CASTRO, MOSÉN JUAN DE MONCAYO, MOSÉN HUGO DE
URRÍES, traductor del _Valerio Maximo_; DON JUAN DE SESSÉ, DON PEDRO
MANUEL DE URREA, que merece capítulo aparte.

    =336.= B. Croce, _La Corte Spagnola di Alfonso d'Aragona a
    Napoli_, 1894: "Entonces fué revelado á los españoles el
    nuevo aspecto de la vida italiana y poco después empezaron á
    conocer los italianos la nueva vida española". "Semi-barbari
    et efferati homines" llamó Boccaccio á los castellanos, y
    Dante, en el _De vulgari eloquio_, confundía nuestro idioma con
    el provenzal. El gran político cardenal don Gil de Albornoz
    desbarató á los tiranos que devastaban á Italia y volvió á
    las manos del Papa el patrimonio de San Pedro; pero Alfonso
    V españolizó la Italia meridional y, convirtiendo su corte
    en escuela y tertulia de los mejores ingenios de Italia y
    Aragón, echó el puente por donde el renacimiento entrase de
    lleno en España, cabalmente en el punto y hora en que la
    cultura de las humanidades llegaba allí á su colmo. Acerca
    de esta comunicación de ideas entre ambos pueblos durante
    aquel reinado, consúltense: Amador de los Ríos, _Hist. de la
    lit. esp._, t. VI; Burckhardt, _La cultura italiana en el
    Renacimiento_; Gothein, _Desarrollo de la cultura en el Sur
    de Italia_, Breslau, 1886; B. Croce, obra citada (vol. XXIV
    de los _Atti della Accademia Pontaniana di Napoli_); José
    Jordán de Urríes, _Los poetas aragoneses en tiempo de Alfonso
    V_, Zaragoza, 1890; Antonio Rubió y Lluch, _El Renacimiento
    clásico en la literatura catalana_, Barcelona, 1889; M. Pelayo,
    _Antología_, t. V, página CCLXIII, el cual dice: "Entonces
    empieza el segundo Alfonso V, el Alfonso de los humanistas, que
    es complemento y desarrollo, no negación ni contradicción, del
    primero; el que con aquella misma furia de conquista, con aquel
    irresistible ímpetu bélico con que había expugnado la opulenta
    Marsella y la deleitable Parténope, se lanza encarnizadamente
    sobre los libros de los clásicos; y sirve por su propia mano la
    copa de generoso vino á los gramáticos; y los arma caballeros;
    y los corona de laurel; y los colma de dineros y de honores;
    y hace á Jorge de Trebisonda traducir la _Historia Natural_
    de Aristóteles; y á Poggio la _Ciropedia_, de Xenophonte;
    y convierte en breviario suyo los _Comentarios_, de Julio
    César; y declara deber el restablecimiento de su salud á la
    lectura de Quinto Curcio; y concede la paz á Cosme de Médicis á
    trueque de un códice de Tito Livio; y ni siquiera se cuida de
    espantar la mosca que se posa media hora en su nariz mientras
    oye arengar á Giannozzo Manetti. Es el Alfonso V que, preciado
    de orador, exhorta á los príncipes de Italia á la cruzada
    contra los turcos, ó dicta su memorial de agravios contra los
    florentinos en períodos de retórica clásica; el traductor en su
    lengua materna de las _Epístolas_, de Séneca, y el más antiguo
    coleccionista de medallas después del Petrarca".

    Los principales humanistas italianos de aquella corte fueron
    el Panormita, el Fazio, Lorenzo Valla y Eneas Silvio (después
    Pío II). De los españoles que se hicieron sus discípulos véase
    Pedro Miguel Carbonell, _De viris illustribus catalanis suae
    tempestatis_. Todos ellos, maestros y discípulos, escribían
    en latín. Otros eran los poetas cortesanos, que escribían en
    castellano y algunas veces en catalán.

    =337.= Los primeros humanistas españoles son los de la
    corte de Alfonso V de Aragón en Nápoles (1416-1458):
    Ferrando Valentí. Luciano Colomer, _De Grammatica libri IV_.
    _Jayme García_, que corrigió el texto de Terencio. Jayme
    Pau, _Apostillas al Derecho Romano_. Juan Ramón Ferrer,
    _De laudibus scientiarum_. Jerónimo Pau, _De fluminibus et
    montibus Hispaniae_. _De Viris illustribus Hispaniae_, etc.
    Los poetas cortesanos eran bilingües, catalanes los más,
    versificaban en castellano más que en su lengua propia. _El
    Cancionero de Stúñiga_ (1872) es el que más nos ha conservado
    sus versos, además del _general_, de Hernando del Castillo
    (1511); el de _Obras de burlas provocantes á risa_ (1519); el
    de _Herberay des Essarts_, y el de la Academia de la Historia
    ó de _Gallardo_, de quien antes fué. El códice M. 48 de la
    Biblioteca Nacional sirvió para la publicación del de Stúñiga;
    y hay otros dos en la Biblioteca Casanatense de Roma y en la
    Marciana de Venecia (Mussafia, _Ein Beitrag zur Bibliographie
    der "Cancioneros" aus der Marcusbibliotek in Venedig_, en
    _Sitzb. d. phil. hist._, CI, LIV, Band. I).

    Lope de Stúñiga, comendador de Guadalcanar, hijo del mariscal
    Íñigo Ortiz y biznieto de Carlos _el Temerario_, rey de
    Navarra, apadrinó á su primo Suero de Quiñones en el _Paso
    honroso_ y rompió lanzas con otros caballeros. Versificó
    fieramente contra don Álvaro de Luna, como en el _Decir
    sobre la cerca de Atienza_, hecho en 1446; hizo un monólogo
    el año anterior, estando preso, y coplas delicadas, como la
    _Gentil dama esquiva_, muy glosada después. La leyenda forjó
    que Torrellas había muerto á manos de mujeres en pago de sus
    invectivas. Cuéntase en el _Tractado de Grisel y Mirabella,
    compuesto por Juan de Flores á su amiga_, Sevilla, 1529: "Una
    dama llamada Brasayda, de las más prudentes del mundo en saber
    y en desenvoltura y en las otras cosas á graciosidad conformes,
    la cual por su gran merecer se habia visto en muchas batallas
    de amor y en casos dignos de memoria, y un caballero de los
    reynos de España, al qual llamaban Torrellas, un especial
    hombre en el conocimiento de las mujeres ó muy osado en los
    tratos de amor e mucho gracioso, como por sus obras bien se
    prueba", aboga por las mujeres ante el rey de Escocia; pero
    vence el que aboga por los hombres, para su mal, pues reina
    y damas asen de él, átanle de pies y manos y le atormentan
    despiadadamente: "É fué luego despojado de sus vestidos, é
    atapáronle la boca por que quexar no se pudiesse, é desnudo fué
    á un pilar bien atado, é allí cada una traía nueva invención
    para le dar tormentos; y tales ovo, que con tenazas ardientes,
    et otras con uñas y dientes rabiosamente le despedazaron.
    Estando assi medio muerto, por crecer más pena en su pena,
    no lo quisieron de una vez matar, porque las crudas é fieras
    llagas se le resfriassen é otras de nuevo viniessen; é después
    que fueron assi cansadas de atormentarle, de gran reparo la
    reina é sus damas se fueron allí cerca dél porque las viesse,
    é allí platicando las maldades dél, _é trayendo á la memoria
    sus maliciosas obras_... dezían mil maneras de tormento, cada
    qual como le agradaba... Ε assi vino á sofrir tanta pena de las
    palabras como de las obras, é después que fueron alzadas las
    mesas, fueron juntas á dar amarga cena á Torrellas... Ε después
    que no dexaron ninguna carne en los huesos, fueron quemados,
    de su ceniza guardando cada cual una buxeta por reliquias
    de su enemigo. Ε algunas ovo que por joyel en el cuello la
    traían, porque trayendo más á memoria su venganza, mayor placer
    oviessen". Otras tres composiciones de Torrellas pueden verse
    en los números 173, 175 y 856 de la edición de los Bibliófilos
    Españoles. Juan de Dueñas tuvo que acogerse á los Infantes de
    Aragón. En sus versos nos cuenta sus andanzas y peligro en que
    estuvo de renegar la fe por "una fermosa gentil judía".

    =338.= _Cancionero de Lope de Stúñiga._ Ed. Marqués de la
    Fuensanta del Valle y J. Sancho Rayón, _Colección de libros
    españoles raros ó curiosos_, t. IV. Consúltense: B. Croce,
    _La lingua spagnuola in Italia_, Roma, 1895; B. Croce, _Primi
    contatti fra Spagna é Italia_, Napoli, 1894; B. Croce,
    _Ricerche ispano-italiane_, Napoli, 1898; G. Mazzatinti, _La
    biblioteca dei re d'Aragona in Napoli_, Rocca S. Casciano,
    1897; A. Farinelli, en _Rassegna bibliografica_ (1899), t. VII;
    _Cancionero de obras de burlas provocantes á risa_. Ed. L. de
    Usoz y Río, Londres, 1841.

    =339.= PEDRO JUAN BELLUGA († 1468), nacido en Valencia,
    floreció en el reinado de Alfonso V de Aragón, "el Bártolo
    valenciano", como le llamaron algunos, estudió en Bolonia.
    _Speculum principum_, impreso en París, 1530. _Singularia
    iuris_.

    Cocinero de Alfonso V de Aragón fué RUPERTO ó ROBERTO DE NOLA,
    que escribió en lemosín y tradujo al castellano el _Arte de
    Cocina_, Toledo, 1577.

    Por este tiempo FRAY BERNARDO FONTOVA, cartujo valentino,
    confesor de doña María, la esposa de Alfonso V de Aragón,
    escribió _Tratado espiritual de las tres vías: purgativa,
    iluminativa y unitiva. Menosprecio de las cosas visibles.
    Escuela de la Divina Sabiduría._

=340.= El PRÍNCIPE DON CARLOS DE VIANA (1421-1461), hijo de don Juan
II, rey de Aragón y de Navarra, escribió estando preso en el castillo
de Monroy la _Crónica de los Reyes de Navarra_, que editó don José
Yanguas y Miranda, secretario de la Diputación provincial de Navarra,
en Pamplona, 1843. En el retiro de Nápoles tradujo las _Éticas de
Aristóteles_, de la latina de Leonardo de Arezzo, dedicadas al rey
don Alonso V, su tío, impresas en Zaragoza, 1509, por Georges Coci,
alemán, en un tomo en folio: _La philosofia moral del Aristotel: es a
saber Ethicas: Polithicas y Economicas_, Çaragoça. "Acábanse los diez
libros de la Ethica de Aristotil los quales fueron transladados por el
muy ilustre don Carlos principe de Viana primogenito de Navarra etc.
Y síguense los ocho libros de la politica del mismo Aristotil: los
quales agora nuevamente han sido trasladados de latin en romance de la
traslacion de Leonardo Aretino". Vid. G. Desdevises-du-Dézert: _Don
Carlos, prince de Viana_.

    =341.= Hacia 1444 floreció FRAY BARTOLOMÉ CATÁNEO († 1462),
    de Mallorca, franciscano, que escribió _Homiliae et sermones
    multiplices pro universis anni diebus_.

    En 1444 JUAN ALFONSO DE BENAVENTE, profesor de Derecho
    canónico en Salamanca, recitó la _Repetitio super cap.
    Sufficit De poenitentia_; en 1446 la Repetitio _De ieiunio._
    Otra en 1455; en 1456 copiló los _Canones Poenitentiales
    y Actus Confessoris_. Véase en la Bibl. Escorial y Nic.
    Antonio. Escribió _De poenitentiis_, Salamanca, 1502; Burgos,
    1516. _Oratio de Scientiarum laudibus._ _De memoria et
    pronuntiatione._ _In Aristotelis Ethicam et rhetoricam._ _De
    arte studendi legendique._ _In Evangelio._ Y otros muchos
    tratados, más de sesenta.

    El cardenal JUAN DE MELLA (1397-1467), nacido en Zamora,
    escribió: _Elucidarium_. _Contra gravamina illata clero per
    Ioannem Regem Portúgalliae._ Mss. en Roma.

=342.= _La Crónica particular del Cid_, de fecha desconocida, pero
de la misma época, no se publicó antes de 1512, por Juan López de
Velorado, abad de San Pedro de Cardeña. Se funda en la _Crónica
general_ de Alfonso X, pero está tomada derechamente de una refundición
de ella, titulada _Crónica de Castilla_. Tiene cantares prosaizados y
leyendas populares, que avaloran mucho su estima, y debían de correr
en romances, como corrieron en los posteriores que conocemos; su valor
histórico es nulo. Sus ediciones en el año 1512 de esta _historia_.

    =343.= Véase esta clasificación (Fitzmaurice-Kelly, _Hist. de
    la lit. españ._, 1913):

                             [Ilustración]


               Primera _Crónica general_ de Alfonso X.
                                 |
                +----------------+------------------+
                |                                   |
 Segunda _Crónica general_ de 1344   Refundición perdida (con elementos
    (refundición con adiciones).           de la _Crónica_ de 1344).
                                                    |
              +-----------------------+--------+------------+
              |                       |                     |
  _Crónica de veinte Reyes._  Tercera _Crónica         _Crónica de
                                  general_.             Castilla._
                                                            |
                                                        _Crónica
                                                    particular del Cid._


    _Crónica particular del Cid._ _Chronica del famoso cavallero
    Cid Ruydiez Campeador._ Nueva ed. por D. V. A. Huber,
    Stuttgart, 1853: facsímile de la ed. de 1512 por Archer M.
    Huntingnton, New York, 1903.

    =344.= DON LOPE DE BARRIENTOS (1382-1469), dominico, nacido
    en Medina del Campo, confesor de Juan II, Obispo de Segovia,
    Ávila y Cuenca, Canciller de Castilla: _Tratado del caso y
    fortuna._ _Tratado del dormir y despertar y del soñar y de las
    adivinanzas y agüeros y profecías._ _Tratado del adivinar y de
    sus especies y del arte mágica._ _Llave de la sabiduría_, etc.
    (Nicol. Antonio).

=345.= Hacia el 1445 compiló JUAN ALFONSO DE BAENA el _Cancionero de
Baena_, con poesías de unos 60 versificadores, de los que mantenían la
tradición gallega y de los novadores á la italiana, esto es, alegóricos
al modo de Dante, abarcando los reinados de Enrique II, Juan I, Enrique
III y la larga minoridad de Juan II, durante la regencia del Infante de
Antequera y de la reina doña Catalina. El compilador fué judío converso
y su intención, la de dar placer y solaz al mismo rey don Juan, á los
Prelados, damas y caballeros de su corte. Al pasar aquí el lirismo de
Galicia á Castilla, los poetas trasladaron más lo artificioso, que
cuadraba con su genio cortesano, que no lo popular, la serranilla, la
cantiga de amigo ó de ledino. El provenzalismo nunca se generalizó en
España, y sólo llegó á ella en el siglo xv por mediación de la escuela
gallega; ni conoció Santillana á Arnaldo Daniel ni el de Villena á
Ramón Vidal de Besalú, cuanto menos los demás poetas castellanos.

=346.= El más antiguo poeta del _Cancionero de Baena_ parece ser PERO
FERRÚS, exceptuando al canciller Ayala, su amigo; tenemos de él cinco
composiciones, en las que cita los héroes bíblicos, greco-romanos y
caballerescos, entre éstos á Amadís, con la advertencia de que ya
se leían tres de los cuatro libros que componían la obra, refundida
después por Garci Rodríguez de Montalvo. El más copioso (más de
un centenar de versos) y de más valer que Ferrús, es el burgalés
ALFONSO ÁLVAREZ DE VILLASANDINO ó de ILLESCAS, _gran decidor_, según
Santillana, y demasiadamente ponderado por su amigo Baena, que le
atribuye _gracia infusa_. Alquilaba su arte, de que vivía, á cuantos le
pedían coplas, y se enamoraba por su cuenta á cada paso, poéticamente
por lo menos, ya de reinas é infantas, ya de moras plebeyas, carnal
ó platónicamente. Procaz é insolente cuando denuesta, hasta frisar y
aun pasar de lo soez, no le embarazó para ser el poeta más buscado de
la corte y llegar á ser caballero de la Banda. Perdió al juego sus
dineros, y con los años, la sal de sus versos, y vióse anticuado, y
además, ya en 1424, "viejo, cano, calvyllo y lleno el rostro de arrugas
y el cuerpo de bizmas de socrocio". No pasa Villasandino de ser el más
fácil versificador del _Cancionero de Baena_.

Aunque algo menos, no deja de serlo GARCI FERRANDES DE JERENA y tan
descuadernado de vida como Villasandino. Perdiéronle las moriscas
juglarescas, enamorándose de una "pensando que avia mucho tesoro",
casóse con ella perdiendo el favor en la corte de Juan II y "falló
que su mujer non tenia nada". Metióse despechado á ermitaño fingido y
simulando peregrinar á Jerusalén, dió con su cuerpo en Málaga, donde
se circuncidó abrazando el mahometismo, hasta que trece años después,
el 1401, volvió del reino de Granada viejo, pobre y cargado de hijos,
habidos los más en la hermana de su mujer, y arrepentido, acabó en
Castilla entre los escarnios de los poetas, sus antiguos compañeros.
Sus poesías, peores que las de Villasandino, y es bastante decir.

El COMENDADOR FERNÁN SÁNCHEZ TALAVERA filosofa como escéptico y
fatalista, proponiendo la cuestión de predestinados y precitos, en
la que tomaron parte el canciller Ayala, un paje de Juan I, Ferrán
Manuel de Lando, un monje de Guadalupe, fray Alonso de Medina, un judío
converso y escribano del Rey, Garci Álvarez de Alarcón, un médico moro
de Guadalajara, Mahomat-el-Xartosse, un franciscano de León, fray Diego
de Valencia. Pero el _desir_ "que está muy bien fecho é bien ordenado é
sobre fermosa invencion", que dice Baena, de Sánchez Talavera es el que
compuso á la muerte del almirante Ruy Dias de Mendoza, parecido á las
coplas de Jorge Manrique, y no menos el que compuso sobre las "vanas
maneras del mundo".

FRAY MIGIR, capellán del Obispo de Segovia, es autor de un sermón
fúnebre que don Enrique III dirige á los mortales desde su tumba de
Toledo.

Atildado versificador era el ARCEDIANO DE TORO, que escribió tres
poesías en gallego y el testamento satírico. Gallego de escuela, lengua
y nacimiento, poeta insípido y sólo famoso por la leyenda trágica del
amor adúltero, fué MACÍAS, si hemos de dar crédito á Juan Rodríguez
del Padrón, que dice fué su mayor amigo este extraño personaje, acaso
de realidad más legendaria y simbólica que efectiva. Puede verse en la
_Antología_ de M. Pelayo (t. IV, pág. LVIII...). Fuera de Rodríguez del
Padrón y Fernán Pérez de Guzmán, de quienes ya se trató, los demás de
la escuela gallega, ó si se quiere provenzal, son poetillas de menor
cuantía ó Mecenas aristocráticos.

La escuela toscana de los imitadores de Dante y más adelante de
Petrarca y Boccaccio, preparó el Renacimiento en España. El más antiguo
y como fundador de la escuela sevillana fué el genovés, en Sevilla
avecindado, MICER FRANCISCO IMPERIAL, el mejor poeta del _Cancionero de
Baena_, primer imitador de Dante, predecesor de Boscán y manejador del
endecasílabo italiano; pero fué poeta que no sabía volar por sí, sino
con las plumas arrancadas á la _Divina Comedia_, pegadas peor ó mejor á
su propósito. Tal es el _Desyr de las Siete Virtudes_, su mejor y más
larga poesía, casi traducción á retazos del _Paraíso_ y _Purgatorio_.
Siguiéronle, si no en el endecasílabo, que no vuelve á sonar desde
Santillana, en la alegoría dantesca, por lo menos, un enjambre de
sevillanos, que luego trajeron la innovación á la corte castellana,
y que por lo menos sustituyeron á la degenerada y paliducha poesía
cortesana de la antigua escuela galaico-portuguesa, nuevo calor de
vida, tonos vivos y brillantes y hasta atrevimientos desusados y pompas
de juveniles arreos. El más señalado fué RUY PÁEZ DE RIBERA, "ome muy
sabio y entendido", aunque, acaso por lo mismo, reducido á pobreza,
con ser vástago de la ilustre familia de Perafán de Ribera, Adelantado
de Andalucía, cuyos descendientes fueron Marqueses de Tarifa y Duques
de Alcalá. De la pobreza soberbia y malsufrida sacó aquellos fuertes y
bien sentidos versos del _Proceso que ovieron en uno la Dolencia é la
Vejez é el Destierro é la Pobreza_, y otros de lástimas y dolencias.

DIEGO y GONZALO MARTÍNEZ DE MEDINA, hijos del tesorero mayor de
Andalucía, eran de los Medinas sevillanos, de los cuales Diego se
hizo al cabo fraile Jerónimo en Buenavista y escribió acaso la poesía
_contra el amor mundanal_; Gonzalo sobrepujó á su hermano y satirizó
y mordió fieramente á prelados y jueces, validos y encumbrados, "ome
muy sotil é intrincado en muchas cosas é buscador de muy sotiles
invenciones", y sobre todo, "muy ardiente é suelto de lengua".

Citemos solamente al dominico FRAY LOPE DEL MONTE, al franciscano
FRAY ALONSO DE LA MONJA, á los cordobeses GÓMEZ PÉREZ PATIÑO y
PEDRO GONZÁLEZ DE UCEDA, luliano el último y autor de una fantasía
humorística ó sueño fantástico y de una disputa entre los colores,
_Amore indice_.

El que llevó á Castilla la innovación dantesca fué FERNÁN MANUEL DE
LANDO, doncel que fué de Juan I y de valimiento en la corte durante la
menor edad de Juan II, "imitó más que ningún otro á Micer Francisco
Imperial, fiçο asymesmo algunas invectivas contra Alonso Álvarez",
dice Santillana, y contra "letrados e frayles faldudos", podía haber
añadido, que "fablaban sin orden como tartamudos". En la contienda
tomaron parte varios poetas y hasta Baena, que califica la poesía de
Lando de "borruna, desdonada, muy salobre y de madera flaca", llevando,
en cambio, muy buenos palos del guerrero Ferrán Manuel, y bien
merecidos, porque el pelo de la dehesa de su bajo nacimiento no pudo
desecharlo nunca en la corte, soltando chocarrerías groseras y torpezas
en las muchas contiendas que su vanidad literaria y su insolencia
promovieron con Lando, Villasandino, don Juan de Guzmán, Íñigo de
Estúñiga, Pero García de Herrera, Álvaro de Cañizares, Gonzalo de
Quadros, Soria, Vinuesa, Ruiz de Toro, García de Ría y con todo bicho
viviente. Era, aparte de esto, de sutil ingenio y gran versificador,
con lo cual, junto con sus rastreras artimañas, se hizo un justador de
cuidado en las lides cortesanas.

    =347.= En el _Cancionero de Baena_ hallamos los últimos ecos
    de la escuela galaico-portuguesa en Castilla y los primeros
    sones del arpa alegórica dantesca, que vaticinan la venida del
    Renacimiento italiano. Época de transición en los asuntos, en
    la manera, en el estilo, en el lenguaje y en la métrica. Nada
    hay, por consiguiente, de acabado y macizo en aquella cáfila
    de poetas que bulleron en la corte de casi cuatro reyes; pero
    se ve que una nueva aurora apunta, lo pulido se baraja con
    lo grosero, como las primeras luces batallan con las nieblas
    de la noche que se va. Abusan de la alegoría, como niños
    que no dejan de las manos los primeros días el juguete que
    acaban de regalarles; hacen, con todo, esfuerzos por elevar
    el pensamiento, por colorear y robustecer el estilo, por
    crear el lenguaje poético, por domeñar el nuevo metro. Si no
    lo consiguen del todo, no son menos loables sus esfuerzos.
    "Gracias á la influencia de Italia y también de la antigüedad
    latina, escribió Puymaigre (_La Cour Littéraire_, t. I, pág.
    97), pudo la poesía española del siglo XV producir páginas como
    entonces no se escribían en Francia, muy alejada todavía de los
    modelos italianos y latinos: sólo un siglo después las mismas
    relaciones produjeron entre nosotros efectos análogos, pero
    menos brillantes".

    Los metros del _Cancionero_ pueden reducirse al endecasílabo,
    con acentuación sáfica, y á veces cojitranco, no sé si debida
    la cojera al amanuense; y al dodecasílabo de cuatro cadencias
    con cesura intermedia, dispuesto en estancias de ocho versos
    y comúnmente llamado _metro de arte mayor ó verso de Juan de
    Mena_, aunque ya lo había usado el canciller Ayala. No se sabe
    ni cómo ni cuándo nació ó entró en Castilla este segundo metro
    ni la estrofa. Tal vez es indígena y nació del trímetro yámbico
    senario, como dijo Nebrija, que también los llamó _adónicos
    doblados_. Aparecen por primera vez los versos de doce sílabas
    en las _Cantigas_; pero no las estancias de ocho versos:

      "Por ende un miragre aquesta reyna
    sancta fes muy grand á una mesquina".

    (_Cant._ XXVI).

    Las coplas de arte mayor, aunque no combinadas como después, se
    entrevén por primera vez en Hita (_De la Pasión_, copla 1049).
    Digo se entrevén, suponiendo interna la rima, que por estar
    bien manifiesta, yo he dividido en los verdaderos _senarios_ ó
    _adónicos doblados_ de Nebrija:

                  "Myércoles á terçia
                El cuerpo de Xristo
                Judea l' apreçia:
                Es' ora fué visto
                Quan poco lo preçia
                Al tu Fijo quisto
    Judas el que l' vendió, su discípulo traydor".

    "La Poetrya é gaya sciencia, dice Baena en el prólogo, es una
    escriptura é composicion muy sotil é byen graciosa, é es dulce
    é muy agradable á todos los oponientes é rrespondientes della é
    componedores é oyentes, la qual sciencia es avida é rrecebida
    é alcanzada por gracia infusa del Señor Dios, que la da é la
    embya é influye en aquel ó aquellos que byen é sabia é sotyl
    é derechamente la saben fazer é ordenar é componer é limar é
    escandir é medir por sus pies é pausas é por sus consonantes
    é syllabas é acentos é por artes sotiles é de muy diversas
    singulares nombranzas, é aun assymismo es arte de tan elevado
    entendimiento é de tan sotil engeño, que la non puede aprender
    nin aver nin alcanzar nin saber byen nin como debe, salvo todo
    ome que sea de muy altas é sotiles invenciones é de muy elevada
    é pura discreción é de muy sano é derecho juycio é tal que haya
    visto é oydo é leydo muchos é diversos libros é escripturas
    é sepa de todos lenguajes é aun que aya cursado cortes de
    Reyes é con grandes señores é que aya visto é platicado muchos
    fechos del mundo é finalmente que sea noble fidalgo é cortés é
    mesurado é gentil é gracioso é polido é donoso é que tenga miel
    é azúcar é sal é ayre é donayre en su rrasonar é otrosy que sea
    amador é que siempre se prescie é se finja de ser enamorado,
    porque es opinion de muchos sabios que todo ome que sea
    enamorado, conviene á saber, que ame á quien deve é como deve é
    donde deve, afirman é disen que tal de todas buenas doctrinas
    es dotado". Aquí está el criterio de la poesía de aquel tiempo
    y de los poetas del _Cancionero_: poesía cortesana de amores
    cortesanos hecha sutil y cortesanamente por cortesanos polidos,
    algo leídos y mejor apuestos. El _Cancionero de Baena_ es de
    un valor que no tiene precio, no por las poesías, que pocas
    veces son otra cosa que versificaciones, sino porque nos pinta
    la sociedad literaria y cortesana de casi cuatro reinados,
    la historia interna en gran parte del siglo XV. Es un rico
    monumento histórico y filológico, más bien que poético.

    =348.= El original del _Libro de Trovas_, presentado por Baena
    á don Juan se conservaba todavía en la Cámara Real de la Reina
    Católica, según consta por el inventario de sus libros. La
    copia única que dura la examinó en El Escorial Rodríguez de
    Castro; sacada para los trabajos de una comisión literaria que
    entendía en continuar la colección de Tomás Antonio Sánchez,
    fué vendida por los herederos de José Antonio Conde, uno de los
    de la Junta, y adquirióla en subasta en Londres la Biblioteca
    Nacional de París en 1.140 francos; allí sigue clamando por su
    dueño. Ed. P. J. Pidal, Madrid, 1851, sacada de las copias de
    Eugenio de Ochoa sobre todo, con muchas faltas, y _Glosario_
    en que trabajó Pascual de Gayangos, é _Introducción_ de Pidal;
    F. Michel, Leipzig, 1860, 2 vols., sin consultar el manuscrito
    de París. Consúltense los estudios de Pidal en su edición;
    Leopoldo A. de Cueto, _Revue de Deux Mondes_, 15 mayo 1853;
    Milá y Fontanals, _Opúsculos literarios_, t. I; Fernando J.
    Wolf, _Studien_; José Amador de los Ríos, _Hist. de la Liter.
    Esp._, t. V; Puymaigre, _La Cour Littéraire de don Juan II_, t.
    I: M. Pelayo. _Antología de Poet. lír. castell._, t. IV, págs.
    38-45.

    =349.= Garci Fernández de Gerena. Consúltese: L. Dolfuss,
    _Études sur le moyen âge espagnol_, París, 1894, págs. 287-309.

    Francisco Imperial. Consúltense: P. Savj-López, _Un imitatore
    spagnuolo di Dante nel' 400_, en _Giornale Dantesco_ (1896),
    t. III, págs. 465-469; M. Chaves, _Micer Francisco Imperial:
    apuntes bio-bibliográficos_, Sevilla, 1899; R. Sanvisenti, _I
    primi influssi di Dante, del Petrarca e del Boccaccio sulla
    Letteratura spagnuola_, Milano, 1902.

    Macías. _Poesías_, ed. H. A. Rennert, en _Μacias_, _o
    Namorado_, _a Galician trobador_, Philadelphia, 1900;
    _Cancioneiro Gallego-Castelhano_, ed. H. R. Lang,
    New-York-London, 1902. Consúltese: M. Menéndez y Pelayo,
    _Antología de poetas líricos_, etc., t. IV, págs. LVII-LXII.

=350.= En 1445 se escribieron las _Coplas de ¡Ay panadera!_, que
algunos atribuyen á Juan de Mena y otros á Rodrigo de Cota. Ed. B. J.
Gallardo, _Biblioteca_, t. I, col. 613-617.

=351.= En 1446 compuso DON ÁLVARO DE LUNA el _Libro de las claras e
virtuosas mugeres_, impreso en 1891 por la Sociedad de Bibliófilos
Españoles con un prólogo de Menéndez y Pelayo. Pero para ello no se
tuvieron en cuenta los dos manuscritos de la Biblioteca Salmantina y
del Real Palacio, coetáneos del autor, sino sólo el de Villaumbrosa.
Teniéndolos en cuenta reimprimiólo don Manuel Castillo en 1909, con el
_proemio de Juan de Mena_, que trae el manuscrito del Palacio Real, y
con un vocabulario. Imita á Boccaccio: "E dize el dicho iohan vocaçio
que" (página 151). El estilo es noble; la construcción, corriente; bien
rodado el período, sin los tropiezos ni latinismos de otros escritores
de su tiempo.

=352.= _Año 1447._ GUTIERRE DÍAZ DE GÁMEZ ó DÍEZ DE GAMES (1379?-1450),
viejo abanderado y leal servidor de Pero Niño, escribió la historia
verdaderamente maravillosa y entretenida de su señor desde 1379 hasta
1446, con el título de _El Victorial_, libro sin acabar, comenzado
probablemente hacia 1431 y publicado en 1782, con bastantes lagunas,
por Llaguno y Amirola, con el título de _Crónica de don Pero Niño,
conde de Buelna_. El autor levanta de modo á su héroe, le hace tan
valiente, tan caballero, tan agradable y bienafortunado, que se deja
querer del lector como de cuantos le trataron. Escribe con alteza de
sentimientos, con erudición bien ajustada, en estilo tan llano y sin
embargo tan artístico, pintoresco y elocuente á veces, que se lee esta
obra de viajes con el afán de una novela moderna. Como su amo, era
hombre experimentado, leído y conocedor de la alta sociedad, no sólo de
España, sino de Francia é Inglaterra.

    =353.= Fué Pero Niño conde de Buelna desde 1431; tuvo á su
    soldada, como trovador de sus juveniles amoríos, á Álvarez de
    Villasandino (_Cancionero de Baena_, 10, 32, 33, 42), y compuso
    su propio epitafio, en el cual dice que "fué siempre vencedor e
    nunca vencido, por mar e por tierra".

    Gutierre Díez de Games. _Crónica de don Pedro Niño, Conde de
    Buelna_, ed. E. de Llaguno y Amirola, en _Crónicas españolas_,
    t. III, Madrid, 1782; ed. L. Lemcke, _Bruchstücke aus den noch
    ungedruckten Theilen des Victorial_, Barburg, 1865; trad.
    francesa de A. de Circourt y Th. de Puymaigre, París, 1867
    [contiene los pasajes suprimidos por E. Llaguno y Amirola].

    =354.= _Año 1449._ PEDRO DÍAZ DE TOLEDO, que floreció en
    tiempo de Juan II y vivía en 1499 ya muy viejo, oidor,
    referendario y consejero de Juan II, capellán del Marqués de
    Santillana, canónigo de Sevilla (1477), provisor de Toledo
    (1483), primer obispo de Málaga (1487). _Dialogo e Raçonamiento
    en la muerte del marqués de Santillana_, de filosofía y
    erudición bíblica y gentílica (Ms. de la bibl. del Duque de
    Osuna). _Comentario á los proverbios de Santillana y á los
    proverbios de Séneca_ (antes de 1450). _Introducción al libro
    de Platón llamado Fedón_ (Ms.). Tradujo algunas obras de
    Aristóteles. Véanse, acerca de Díaz de Toledo: A. Paz y Meliá:
    _Opúsculos literarios de los siglos XIV á XVI_ (Madrid, 1892);
    y A. Bonilla: _Ion, diálogo platónico, traducido del griego_
    (Madrid, 1901).

=355.= _Año 1450._ DON PEDRO (1429-1466), condestable de Portugal
y después Rey de Aragón (1464-1466), á quien Santillana dirigió su
célebre _Carta_, fué por causas políticas echado de Portugal (1449),
vivió en Castilla siete años (1449-1456), durante los cuales aprendió
el castellano. Escribió _Coplas del contempto del mundo_, una _Satyra
de felice e infelice vida_, imitación del _Siervo libre de Amor_, de
Rodríguez de la Cámara; una _Tragedia de la insigne Reyna doña Isabel_,
con recuerdos de Job, Boecio y Boccaccio, en diálogo, en prosa y verso.
Es el más antiguo portugués de la literatura castellana, salvo el
autor del _Poema de Alfonso XI_, si fué portugués también. Es tan mal
escritor en prosa como Mena y su discípulo en verso, con sus defectos y
algunas de sus virtudes. En todas sus obras no hace más que desahogar
la melancolía y desengaños de su propia vida. La prosa latinizante é
hiperbatónica es á veces de lo más detestable que puede caer en gusto
humano.

    =356.= El Condestable fué hijo del famoso infante don Pedro,
    segundo de los hijos del maestre de Avis, infatigable
    viajero, de quien nuestro vulgo dice que anduvo "las siete
    partidas del mundo", y cuyas aventuras corren en un libro,
    todavía reimpreso en 1873, _Historia del infante don Pedro
    de Portugal_, y hay ediciones de Burgos, 1564; Zaragoza,
    1570; Sevilla, 1595, etc.; murió víctima de la perfidia en la
    sorpresa de Alfarrobeira (1449). Ha tratado de él Oliveira
    Martins, _Os Filhos de don Joāo_, Lisboa, 1891. Por orden de
    éste su padre, grande amigo de don Álvaro de Luna, envió en
    su ayuda á su hijo el condestable de Portugal, aunque llegó
    tarde, cuando ya la contienda se había decidido por las armas
    en Olmedo. Allí le festejaron los vencedores y, sobre todo, el
    Marqués de Santillana. _La Satyra de felice e infelice vida_
    ha sido publicada por A. Paz y Meliá en el tomo de _Opúsculos
    literarios de los siglos XIV á XVI_, de los Bibliófilos
    Españoles, 1892. La _Tragedia_ la analizó Bellermann, _Die
    alten Liederbücher der Portugiesen_, Berlín, 1840, págs. 29-31.
    Editóla C. Michaëlis de Vasconcellos en el _Homenaje á M.
    Pelayo_, Madrid, 1899; t. I, págs. 637-732. Las _Coplas_, en el
    _Cancionero de Resende_; antes se atribuían, con el autor del
    _Cancionero_, al "infante dom Pedro, filho del rrey dom Joam da
    gloriosa memoria". M. Pelayo dice que son las mejores coplas de
    aquel _Cancionero_, y Oliveira Martins que son "el documento
    poético más notable de la literatura portuguesa de su tiempo".
    Pueden verse en la _Antología_, de M. Pelayo, así como cuanto
    se refiere á este autor en el t. VII, página cx, y t. II, pág.
    263.

=357.= El Condestable de Portugal es el mejor de los poetas del
_Cancionero de Resende_, donde están las poesías de los poetas
portugueses cortesanos del siglo XV, casi todos bilingües y discípulos
de Mena y Santillana. Hay allí algunas composiciones de trovadores
castellanos, como Juan Rodríguez de la Cámara y Juan de Mena, y otras
de portugueses en lengua castellana, como de don Juan de Meneses,
Mayordomo mayor de los reyes don Juan II y don Manuel; de Fernán de
Silveira, de Álvaro de Brito Pestana, de Duarte de Brito, de don
Juan Manuel, hijo natural del Obispo de Guarda, y nieto del rey don
Duarte; del Conde de Vinioso, de Antonio Méndez de Portalegre, de
Ferreira, de Fernán Brandam, de Jorge Resende, de Francisco Omen, de
Duarte de Resende, de Luis Enríquez, de García de Resende, autor del
_Cancionero_, y de otros muchos, hasta ciento cincuenta.

=358.= En la primera mitad del siglo XV se escribió la _Danza de la
Muerte_, que con la _Totentanz_ de Lübeck (1463) y la _Danse Macabre_
de los Santos Inocentes de París, proceden de un original francés que
todavía no se conoce. Tras un breve prólogo llama la Muerte á los
mortales de todos estados á sus espectrales festejos, forzándolos á
tomar parte en la danza. Las 33 víctimas, un papa, un emperador, un
cardenal, un rey, etc., alternando siempre los del estado eclesiástico
con los del seglar, le responden en octavas.

    =359.= Con razón dice M. Pelayo que esta obra es una concepción
    exótica entre nosotros. "No parece sino que la alegría y la luz
    de nuestro cielo y el espíritu realista de la misma devoción
    peninsular ahuyentaban de España como de Italia estas visiones
    macabras, estas fantásticas rondas de espectros, este humorismo
    de calaveras y cementerios, que en regiones más nebulosas, en
    Alemania y en el Norte de Francia, informa un ciclo entero de
    composiciones artísticas, y no sólo se escribe, se representa,
    se danza, sino que se pinta, esculpe y graba, y reaparece
    dondequiera: en las letras de los misales y de los libros de
    trovas, como en las vidrieras de las catedrales; y llega á
    obtener en aquella universal pesadilla del siglo XIV cierto
    género de siniestra realización histórica con las danzas de
    epilépticos y convulsiones de San Guy, que interrumpían con
    lúgubre y tremenda algazara el silencio de la noche y la
    medrosa paz de los cementerios. Nada de esto llegó á España
    sino muy tardíamente y por vía erudita" (_Antología de poet.
    líric. cast._, t. III, pág. CXXXIX). De sus dos elementos, el
    trágico y terrorífico, el elemento de la Muerte misma, bañado
    todavía por los últimos reflejos del paganismo septentrional,
    ni arraigó ni podía arraigar en España. Pero sí el de la
    igualdad de todos ante la Muerte, que cuadraba con nuestro
    espíritu democrático, dando lugar á la sátira social. Este
    segundo es el que sobresale en la refundición castellana
    presente y en otra de fines del siglo XV ó comienzos del XVI,
    aumentada y ensanchada.

    Hay quien la atribuye á esta época juzgando por la forma de los
    versos, que dicen revelan progreso respecto de los tanteos de
    Ruiz y de López de Ayala; yo creo que en Juan Ruiz hay tanta ó
    mayor perfección métrica y no menos en algunos trozos de López
    de Ayala. La importancia de esta obrilla está en ser un tanteo
    de drama, puesto que alternan la muerte con un predricador,
    dos donzellas, el padre santo, el emperador, el cardenal, el
    rrey, el patriarca, el duque, el arzobispo, etcétera, etc., con
    personas de todos estados y oficios, hasta el recabdador, el
    sacristán y el santero, convidándoles ella á entrar en la danza
    á todos, hasta treinta y tres, dándoles á entender que todos
    habrán de morir.

    Publicó la primera _Danza de la Muerte_ Ticknor en los
    apéndices al tomo III de su _History of Spanish Literature_,
    New-York, 1849; después, con mayor cuidado, Janer, en París,
    1856, y en el tomo de _Poetas anteriores al siglo XV_;
    últimamente, con todo esmero, R. Foulché-Delbosc, Barcelona,
    1907, y C. Appel, _Beiträge zur romanischen und englischen
    Philologie dem X deutschen Neuphilologentage überreicht von dem
    Verein akademisch gebildeter Lehrer der neueren Sprachen in
    Breslau_, Breslau, 1902, págs. 1-41. Consúltese: W. Seelmann,
    _Die Totentänze des Mittelalters_, Leipzig, 1893. La segunda
    la reprodujo Amador de los Ríos en los apéndices del tomo VII
    de su _Historia de la literatura española_, transcribiéndola
    del rarísimo ejemplar impreso por Juan Varela, de Salamanca, en
    1529, que se guarda en el archivo capitular de Sevilla. Pasó al
    drama en el siglo XVI en un auto sacramental del segoviano Juan
    de Pedraza; después en el auto de las _Cortes de la Muerte_,
    comenzado por el placentino Miguel de Carvajal y acabado por
    Luis Hurtado de Toledo y á él alude el _Quijote_ (II, 11);
    transformóse en el _Diálogo de Mercurio y Carón_, en manos de
    Juan de Valdés y en las tres _Barcas_, en las de Gil Vicente.

    =360.= Hacia el 1450, según Nicolás Antonio (_Bibl._, II, 247),
    el zaragozano PEDRO DE CAVALLERIA escribió _Zelus Christi
    contra Iudaeos, Saracenos et Infideles_, Venecia, 1592.

    Hacia 1450 JUAN DE SAHAGÚN, cazador del rey don Juan II,
    escribió _De las aves que cazan_. Comentólo Bertrán de la
    Cueva, duque de Alburquerque (Nic. Ant., _Bibl._, II, 274).

    JOSEPH-BEN-SEM-TOB, averroísta segoviano, nacido el 1420,
    escribió en hebreo _Gloria de Dios_ ó tratado del supremo bien
    y del objeto final de la ciencia. _Sabiduría excelsa._ _Tratado
    del intellecto hylico_ ó de la conjunción del entendimiento
    agente con el hombre. Comentario sobre el _De Anima_, de
    Aristóteles; otro sobre _Del Entendimiento_, de Alejandro de
    Afrodisia, y otro á la _Ética á Nicómaco_, de Aristóteles.
    Su hijo Sem-Tob-ben-Joseph fué comentador de Aristóteles y
    Maimónides: _Tratado sobre la causa final de la creación. Ídem
    sobre la materia prima y sus relaciones con la forma_, etc.

    =361.= FERNANDO DE CÓRDOBA (1425-1486?), doctor en teología,
    medicina y artes, gran polemista, de descomunal memoria,
    hablaba y escribía el latín, griego, arábigo y caldeo; venció
    á todos los contrincantes de Francia é Italia en Roma; sabía
    música, matemáticas y astronomía. Escribió _De Pontificii
    Pallii mysterio_. _Commentaria in Almagestum Ptolomaei._
    _Alberti Magni opus de Animalibus_, Roma, 1478. _Verum quo
    pervenerit aut qualem vitae habuerit finem nihil certi
    scribitur In Apocalypsim S. Ioannis Apostoli aliaque opuscula._
    _De Artificio omnis scibilis_ (Ms. Bibl. Nac.). Trató de
    conciliar Platón con Aristóteles. Gozó del aprecio de Sixto
    IV y Alejandro VI, además del de Juan II, rey de Castilla.
    Consúlt.: J. Renom, _Vida de Fernando de Córdoba y Bocanegra_,
    Madrid, 1717; A. Bonilla, _Fernando de Córdoba y los orígenes
    del renacimiento filosófico en España_ (Discurso de ingreso
    en la R. Acad. de la Historia y contestación de M. Pelayo),
    Madrid, 1911.

    =362.= Del siglo XV fué el _Libro de Cetreria que fiso_
    EVANGELISTA, _corriendo fortuna por el Golfo de León, por no
    estar ucioso_.

    FRAY DIEGO DE HERRERA, santanderino, jerónimo, _In libros
    metaphysicorum Aristotelis commentaria_. _In Boetii libros de
    consolatione_ (Nic. Ant., _Bibl._, II, 252).


     [Ilustración: DON ENRIQUE IV. (Códice de 1467, en Stuttgart).]




                     ÉPOCA DE LOS REYES CATÓLICOS

 EL ARTE POPULAR. EL RENACIMIENTO Y LOS HUMANISTAS (SEGUNDA MITAD DEL
                      SIGLO XV, 1454 HASTA 1516)


    =363.= _Resumen histórico_: Enrique IV _el Impotente_
    (1454-1474). Isabel de Castilla y Fernando de Aragón ó los
    Reyes Católicos (1474-1504). Juana _la Loca_ (1504-1507) y
    Felipe _el Hermoso_ († 1506). Regencia de Fernando de Aragón
    (1507-1516).

    _Literatura francesa_: Villon (1431-1483?). Jean Marot. _La
    Passion_ (de Gréban, 1450; de J. Michel, 1486). Farce de
    Pathelin (hacia 1470). Gringoire (_Jeu du Prince des Sots_,
    1512). _Les Cent Nouvelles nouvelles_ (1450-1460). La Sale
    (_Jehan de Saintré_, 1459). Commynes (1447-1511). Erasmo
    (1467-1536; _Adagios_, 1500).

    _Literatura italiana_: Pulci (_Morgante_, 1466-1483). Boiardo
    (_Orlando innamorato_, 1494). Lorenzo _el Magnífico_. Angelo
    Poliziano (_Orfeo_, 1471; _Stanze per la Giostra_, 1475).
    Savonarola, _Sermones_ (1452-1498). Masuccio, _Cuentos_
    (1460-1470). Sannazaro, la _Arcadia_ (1489-1504).

=364.= ÁLVAR GARCÍA DE SANTA MARÍA (1390-1460), judío converso,
hermano de Pablo de Santa María (1350-1432), regidor de Burgos y
del Consejo del rey don Juan el II, de quien se hizo mucho caudal
y confianza y fió el infante don Fernando, cuando fué á ser Rey de
Aragón, el Registro del Consejo de los Gobernadores que dejaba en
Castilla, fué el que primero bosquejó y tuvo más parte probablemente
en la _Crónica de don Juan II_, como dijo Lorenzo Galíndez de Carvajal
en la edición primera que hizo en 1517; algunos otros tuvieron parte
en ella, probablemente Pedro Carrillo de Albornoz, Diego de Valera y
Lope Barrientos. Es notable como historia oficial y escrita en buen
lenguaje, imitando á López de Ayala. No menos bien escrita está _La
Crónica de don Álvaro de Luna_, impresa por primera vez en Milán, 1546,
por Álvaro de Luna, biznieto del Condestable, antes atribuida al mismo
Álvar García, pero de autor desconocido. Es obra parcial en favor del
héroe, "del mejor caballero que en todas las Españas ovo en su tiempo".

    =365.= Galíndez de Carvajal (1472?-1560?) añade que tomaron
    parte en la _Crónica de Juan II_ Mena, Rodríguez de la
    Cámara, Pedro Carrillo de Albornoz, Diego de Valera y Lope de
    Barrientos, y que el último se había alzado con el crédito del
    trabajo, aunque todo el texto fué retocado por Fernán Pérez
    de Guzmán. Su dicho tiene probabilidad, con tal de descartar
    enteramente á Mena, Rodríguez de la Cámara y Pérez de Guzmán.

    La _Crónica de don Juan II_ no es de Fernán Pérez de Guzmán,
    como se ha creído por el dicho de Galíndez, su editor, pues en
    el prólogo de las _Generaciones_, en que el Señor de Batres,
    ya de edad bien adelantada (por los años 1455 ó 56), lejos
    de manifestar propósito de escribir la crónica de su tiempo,
    dice que "aunque quisiesse non sabria, et si sopiesse non
    estava ansy instruydo nin enformado de los fechos como era
    necessario á tal acto". Aunque dudaba la escribiese bien el
    cronista oficial, la _Crónica_ resultó fidedigna. Escribiéronla
    varios, sobre todo el más antiguo, Álvar García de Santa María,
    que historió los trece primeros años del reinado. Después de
    refundida varias veces la publicó Lorenzo Galíndez de Carvajal,
    Logroño, 1517; Sevilla, 1543; Pamplona, 1590 y 1591; _Epítome
    de la Crónica de don Juan II_, Madrid, 1675; _Crónica de don
    Juan II_, Valencia, 1779; Madrid, 1877 (Bibl. Aut. Esp.);
    _Colección de documentos inéditos para la Historia de España_,
    ts. XCIX y C.

    _Crónica de don Álvaro de Luna_, ed. J. M. Flores, en _Crónicas
    españolas_, Madrid, 1775, t. V.

=366.= ANTÓN DE MONTORO ó el ROPERO DE CÓRDOBA (1404-1480), así llamado
por el oficio de sastre que tuvo, nació en Montoro y se convirtió del
judaísmo á la religión católica, floreciendo en los reinados de Enrique
IV y de los Reyes Católicos como coplero de verdad, sobresaliendo en
la sátira y poesía burlesca, no sin sales y donaires y siempre con la
naturalidad y sinceridad que le ponen á cien codos por cima de Mena y
demás poetas eruditos. Es el primer poeta que se allega al pueblo y
bebe en su decir la fuerza satírica, aunque por lo mismo á veces algún
tanto grosera.

    =367.= En una composición dirigida á la Reina Católica en 1474,
    dice haber cumplido setenta años. No reniega, antes confiesa su
    origen judío; pero parece se convirtió de veras, pues tiene á
    veces unción religiosa. Sus émulos, como Guevara, Hernán Mexía
    y el comendador Román le burlaban, aconsejándole se dejase de
    las Musas y empuñase "la vara de su remendería"; pero otros,
    que conocieron su valor poético, le animaban á que dejase tan
    abatido oficio, que hacía despreciar sus versos, así Alfonso
    Velasco. Siguió él siendo sincero sastre y sincero poeta, y
    aunque dirigía versos á quienes le pudiesen socorrer y no
    llevaba á bien ver más favorecidos á otros peores poetas que
    él, fuera de la dura sátira que hizo contra Juan de Valladolid
    "porque pidió dinero al Cabildo de los Abades de Córdoba",
    no puede decirse que se rebajó ni que infamó su poesía. Fué
    grande admirador y amigo de Juan de Mena y de don Íñigo López
    de Mendoza; pero para el que no se pague de frías y afectadas
    erudiciones y aprecie más la personalidad de un poeta que
    escribe naturalmente y no sin chiste, buen humor y mordacidad
    cuando conviene, valía como poeta mucho más que todos ellos.
    Lope de Vega dice de sus "agudos epigramas" que "tienen tantos
    donaires y agudezas, que no les hace ventaja Marcial en las
    suyas" (_Introd. á la Justa Poét. de San Isidro_). El códice
    que encierra más poesías suyas es el de la Biblioteca de la
    catedral de Sevilla ó Colombina del siglo XV, del que se sacó
    una copia incorrecta que se halla en la Nacional (Dd-61, fol.
    123...); pero hay que ver además dos _Cancioneros_ de la
    Biblioteca Real y otro de la Nacional de París (586 del Catal.
    de Morel-Fatio), el _Cancionero de obras de Burlas_ y las
    diversas ediciones del _Cancionero general_.

    _Cancionero de Antón de Montoro_, edic. E. Cotarelo y Mori,
    Madrid, 1900. Consúltense: Pedro J. Pidal, _Introd. al Canc.
    Baena_, pág. XXXIII, etcétera; J. Amador de los Ríos, _Histor.
    de la liter. esp._, t. VI, págs. 150-160; M. Menéndez y Pelayo,
    _Antología de poetas líricos_, etc., t. XI, págs. XX-XXXVIII;
    R. Ramírez de Arellano, _Antón de Montoro y su testamento_, en
    _Revista de Archivos_, etc. (1900), t. IV, págs. 484-489; R.
    Ramírez de Arellano, _Ilustraciones á la biografía de Antón de
    Montoro_, en _Revista de Archivos_, etc. (1900), t. IV, págs.
    923-935.

=368.= _Año 1453._ JUAN ÁLVAREZ GATO (1430?-1496), madrileño,
emparentado con el linaje de Luján, fué hijo de Luis Álvarez Gato,
señor del mayorazgo de su apellido en Madrid y alcaide de sus reales
alcázares en tiempo de don Juan II, á quien había servido en la guerra
de Granada y en Olmedo. Fué el hijo armado caballero por el mismo Rey
(1453) y tuvo hacienda en Pozuelo de Aravaca, donde le visitó varias
veces el mismo don Juan II, que le trataba de amigo. Enrique IV se
valió de él para sosegar las diferencias entre Toledo y el Conde de
Fuensalida, fué mayordomo de la Reina Católica, murió después de 1495 y
fué sepultado en la iglesia del Salvador, capilla de Nuestra Señora de
la Antigua. Su mujer se llamó Aldonza de Luzón, de quien no tuvo hijos,
pasando el vínculo, por él fundado, á la familia de su hermano Fernán
Álvarez Gato, comendador de Villoria en la Orden de Santiago. Escribió
"coplas viciosas de amores, pecadoras y llenas de mocedades... habla en
cosas de razón y al cabo espirituales, provechosas y contemplativas".
En las eróticas hay fantasía viva y risueña y un decir algo picante,
entre las tonterías amorosas, poco sinceras, y las frías alegorías que
entonces se usaban. La versificación es fácil y graciosa, tanto que
Gómez Manrique dijo de él que "fablaba perlas y plata". Hizo lindas
glosas á cantarcillos sagrados y profanos, sobre todo, populares. En
sus últimos años "se despidió del mundo" y se dió á componer coplas
espirituales, que no son tan buenas como las amorosas de su mocedad.

Amigo de Álvarez Gato, y de parecida, aunque no tan fecunda vena, fué
el capitán HERNÁN ó FERRAND MEXÍA, veinticuatro de Jaén. Su mejor
composición fué la sátira contra las mujeres, imitación mejorada de la
que hizo Torrellas. Escribió, además, en prosa, el _Nobiliario Vero_
(Sevilla, 1492), libro de heráldica de los mejores y más antiguos que
tenemos.

    =369.= En la _Miscelánea_, del portugués García de Resende,
    se dice que Álvarez Gato, "hombre de criar e tratar caballos
    e mulas, vino á privar tanto que le dió el Rey renta y estado
    cerca de sí. No hizo jamás bien á su padre y yendo con el rey
    camino, topando á su padre que venia con dos jumentos cargados,
    el padre se quitó el bonete y el hijo non le miró. Súpolo
    el rey y mandóle echar de la corte, diciendo que quien non
    era para facer bien á su padre non se podía su señor fiar de
    él". Quien tan mal informado estaba del linaje y oficio del
    padre no puede ser creído en esta leyenda y en los villanos
    sentimientos, tan opuestos á los que muestran los versos
    del poeta. Cayó temporalmente en desgracia de don Beltrán
    de la Cueva, pero la causa la pone el mismo Álvarez Gato:
    "Al tiempo que fué herido Pedrarias por mandado del rey don
    Enrique, paresciole muy mal (al autor), porque era muy notorio
    que le fué gran servidor, y por esta causa hizo las coplas
    siguientes". En ésta y en otra sátira se despide de la corte
    por no ver el abatimiento real.

    Las poesías eróticas solamente pasaron al _Cancionero
    general_, y faltan, por haberse perdido, las cinco primeras
    hojas, en el códice de la Biblioteca de la Academia de la
    Historia. Amador de los Ríos, en las ilustraciones del tomo
    VI de su _Historia crítica_, puso íntegro el índice de sus
    82 poesías. Véanse algunas en Gallardo, t. I. _Cancionero de
    Juan Álvarez Gato_, edic. R. Foulché-Delbosc, en _Cancionero
    Castellano del siglo XV_, 1912, t. I, págs. 222-269 (Nueva
    Bibl. de Aut. Esp., t. XIX); _Cancioneros inéditos_, ed. E.
    Cotarelo y Mori, Madrid, 1901. Consúltense: señora C. Michaëlis
    de Vasconcellos, _Nuevas disquisiciones acerca de T. A. G._, en
    _Revista Lusitana_ (1902), t. VIII, págs. 241-244; M. Menéndez
    y Pelayo, _Antología de poetas líricos_, etc., t. VI, páginas
    XXXIV-LIV.

    Sobre Mexía véase la _Relación de los fechos del Magnifico
    Condestable Miguel Lucas de Iranzo_, en el _Memorial Histórico
    Español_, t. VIII, pág. 382. Ximena, en sus _Anales de Jaén_,
    pág. 115, le atribuye cierta obra sobre los pobladores de
    Baeza. Sus poesías se hallan en el manuscrito de su amigo
    Álvarez Gato y en el _Cancionero de Castillo_ (núms. 115-124,
    edic. Biblióf. Españ.). _Cancionero_, ed. R. Foulché-Delbosc,
    en _Cancionero Castellano del siglo XV_, I, Nueva Bibl. de Aut.
    Esp., t. XIX, págs. 269-287; _Der Spanische Cancionero des
    Brit. Mus._, ed. H. A. Rennert, Erlangen, 1895.

=370.= _Año 1455._ PERO TAFUR (1410?-1484?), descendiente de Pedro Ruiz
Tafur, que con Martín Muñoz y Ruiz de Argote sorprendió la Axarquía
de Córdoba, en donde estaba avecindado, nació en Sevilla y parece se
crió en casa del Maestre de Calatrava don Luis de Guzmán, bajo cuyas
banderas militó (1431-1432), cuando era frontero de Jaén. Con licencia
de don Juan II partió de España (1435) y viajó por Italia, Judea,
Chipre, Egipto, Rodas, Frigia, Grecia, Tartaria, Suiza, Alemania,
Flandes, Borgoña y Francia, y vuelto á Córdoba (1439), acabó de ordenar
y pulir la narración de sus viajes por los años que median entre la
muerte de don Juan II (1453) y la de Ladislao _el Póstumo_ de Hungría
(1457), ignorándose el de su propia muerte. Joven, rico é hidalgo, fué
regalado por el Papa, el Emperador de Alemania y por las personas de
cuenta en todas partes. Su obra _Andanças é viajes de Pero de Tafur
por diversas partes del mundo avidos_ (1435-1439), es amena en la
descripción, atinada en las observaciones, animada en las aventuras,
desembarazada y llena de buen humor en el estilo, llana y corriente en
el lenguaje.

    =371.= _Andanças é viajes de Pero Tafur._ Edic. de M. Jiménez
    de la Espada, Madrid, 1874, de la Colección de Libros españoles
    raros ó curiosos, t. VIII. Consúltese: R. Ramírez de Arellano,
    en el _Boletín de la Real Academia de la Historia_, 1902, t.
    XLI, págs. 273-293.

=372.= _Año 1456._ ALFONSO DE PALENCIA (1423-1492), sirvió al obispo
de Burgos, Alonso de Cartagena; después, varios años, en Italia, al
cardenal Bessarion (1403?-1472). Protegido primero por Enrique IV, se
pasó luego al bando opuesto, encarnizándose en sus antiguos amigos. No
conoció el griego; pero fué consumado latino y Enrique IV le nombró su
cronista y Secretario de cartas latinas en 1456, sucediendo en este
cargo á Juan de Mena.

Escribió en latín el año de 1456, aunque la nota final diga erradamente
1457, y tradujo luego al castellano _La guerra campal de los perros
contra los lobos_, alegoría satírica, probablemente, de las luchas
civiles de aquel tiempo. En 1459 el _Tratado de la perfección del
Triunfo militar_, también alegórico, aunque mezclando otras cosas.
En 1490 publicó el primer Diccionario latino-castellano, _Universal
vocabulario en latín e en romance collegido por el cronista Alfonso
de Palenzia_, Sevilla. En 1491 tradujo del latín á Plutarco, _Varones
ilustres de Plutarco_, y en 1492 á Josefo, _Josefo, de Bello Judaico_,
Sevilla, 1492, 1522; corregido por Erasmo. En latín escribió _Gesta
hispaniensia ex annalibus suorum dierum_, que abraza de 1440 á 1474 y
ha publicado Paz y Meliá, traduciéndolas al castellano juntamente con
un relato de la guerra de Granada, que abraza del 1480 al 1489, no
pudiendo acabarlo por haberle tomado la muerte en marzo de 1492. _Opus
Synonimorum_, acabado en 1472.

Como historiador, Alfonso de Palencia es parcial, hasta sacar sangre á
los del bando contrario con su acerada pluma. Corre otra historia de
aquel tiempo en castellano, escrita por uno de la misma bandería de
Alfonso de Palencia y pinta los acontecimientos de una tan parecida
manera, que se sospecha si la escribiría él mismo. Fué de ingenio
observador y perspicaz, escribió el castellano con brío y empuje;
pero todavía latiniza como los demás sus contemporáneos, aunque la
mordacidad sincera le haga sacar del romance más vivos chispazos que á
otros.

JUAN DE OLID es el autor probable de la _Relacion de fechos del
condestable Miguel Lucas de Iranzo_, que se ha atribuido también á
Diego Gómez y á Pedro de Escavias. Tiene buenas pinturas de costumbres.

    =373.= Alfonso de Palencia. _Dos tratados_, ed. A. M. Fabié,
    en _Libros de antaño_, t. V; _Crónica de Enrique IV_, trad.
    española de A. Paz y Meliá, Madrid, 1904-1912, 5 vols.
    publicados. Consúltense: W. L. Holland, _Zur Geschichte
    Castiliens, Bruchstücke aus der Chronik des Alonso de
    Palencia_, Tübingen, 1850; G. Cirot, _Les Décades d'Alfonso_
    _de Palencia, la Chronique castillane de Henri IV attribuée
    à Palencia_, en _Bulletin Hispanique_ (1909), t. XI, págs.
    425-437.

    _Crónica del Condestable Miguel Lucas de Iranzo._ Ed. P. de
    Gayangos, en _Memorial histórico español_, Madrid, 1855, t.
    VIII.


    [Ilustración: DON GÓMEZ MANRIQUE. (Monasterio de Fres-del Val).]


=374.= _Αño 1458._ GÓMEZ MANRIQUE (1412?-1490?), poeta, orador
político, caballero leal y esforzado y personaje de tanta cuenta en
la historia de su tiempo, que de sus hechos están llenas las crónicas
de Enrique IV y de los Reyes Católicos. Nació en Amusco, de tierra
de Campos, siendo quinto hijo del adelantado mayor del reino de León
don Pedro Manrique y de doña Leonor de Castilla, nieta de Enrique II
y camarera mayor de la reina doña María, que, viuda en 1446, vivió
en Calabazanos desde entonces, para cuyo convento compuso su hijo la
_Representación del nacimiento de Nuestro Señor_. De genio blando y
conciliador, fué elegido árbitro en muchos casos, aunque por su misma
docilidad siguió á su hermano mayor el conde de Paredes, don Rodrigo,
penúltimo maestre de Santiago, en las empresas guerreras, en que fué
vencedor veinticuatro veces. Púsose con todos los de su casa de parte
de los Infantes de Aragón y entre los adversarios de don Álvaro de
Luna: fué herido en Maqueda en 1441 entre los sitiadores y asistió al
asalto de Cuenca en 1449. Fundóle su madre, en el testamento otorgado
en 1440, un mayorazgo. Con todos los Manriques se puso del bando
opuesto á Enrique IV y tomó la voz del infante don Alonso y luego
de doña Isabel, asistiendo al juramento de los Toros de Guisando en
1468 y prestando el suyo, en sus manos, en Cervera, don Fernando,
escoltándole hasta Dueñas y recibiendo en sus manos el pleito homenaje
de los príncipes Fernando é Isabel en Valladolid, el 1469, siendo
fiadores el Arzobispo de Toledo y el Almirante. Fué elegido por don
Fernando para ir á desafiar en Toro, año de 1475, al Rey de Portugal y
nombrado Corregidor de Toledo y defensor del Alcázar, puertas y puente
contra el turbulento arzobispo Carrillo, en que se portó como bueno
y desbarató con su elocuencia y cuidado las tramas del Arzobispo,
que tuvo que rendirse á los Reyes. Defendió á los judíos y reedificó
el puente de Alcántara en 1484 y las Casas Consistoriales, muriendo
en aquel regimiento probablemente en 1490, fecha de su testamento,
en el que ordenó le sepultasen en el monasterio de Santa Clara de
Calabazanos. Preciábase más de las armas que de las letras, aunque
tuvo gran facilidad en versificar y afición á los estudios, con no
menor modestia que aprovechamiento. Consérvanse 108 composiciones
de discreteos amorosos, preguntas ó "requestas", al uso de la
antigua escuela galaico-portuguesa; de felicitaciones ó "estrenas"
y "aguilandos"; jocosas ó de burlas y son las más ligeras. Pero son
mejores las morales y graves, sentenciosas y políticas, como las de
Santillana y Mena, á veces alegóricas, como la conocida de _El Planto
de las Virtudes e Poesía, por el Magnífico señor don Íñigo López de
Mendoza_, que dedicó á la muerte del primero el año 1458. Su mejor obra
acaso sean los Consejos á Diego Arias de Ávila, favorito de Enrique IV,
cuya imitación en las famosas _Coplas_ de su sobrino Jorge Manrique
no puede desconocerse, tanto en los pensamientos cuanto en el metro.
Sus contemporáneos preferían las _Coplas del mal gobierno de Toledo ó
Exclamación e querella de la Gobernación_, glosadas por Pedro Díaz de
Toledo (_Cancionero de Góm. Manr._, t. II, pág. 230). Antes de 1478
dirigió á los Reyes Católicos un largo doctrinal de buen gobierno,
sencillo y elegante. La _Prosecución_ continúa las _Coplas de los siete
pecados mortales_, de Juan de Mena.

Pero la principal novedad de Gómez Manrique es la _Representación
del Nacimiento de Nuestro Señor_, compuesta para el monasterio de
Calabazanos, verdadero drama litúrgico, sencillo y candoroso, terminado
con un cantar de cuna ó "canción para callar al niño", compuesto
sobre el tono del popular "Callad, fijo mío, chiquito". Algo se le
parecen las _Lamentaciones fechas para Semana Santa_, diálogo entre la
Virgen, San Juan y la Magdalena. También fueron representaciones los
dos _Momos_, uno de los cuales, escrito el 1467 por mandamiento de la
infanta doña Isabel, fué de hecho representado por la misma Infanta y
sus damas. Gómez Manrique es, por consiguiente, predecesor de Juan del
Enzina como fundador del teatro español.

    =375.= Sobre la vida de Gómez Manrique véanse las _Crónicas_
    dichas y Salazar, _Casa de Lara_, t. II, págs. 531-542. Es
    curioso el inventario de sus bienes, descubierto y conservado
    por Gallardo, _Canc. de Góm. Manrique_, t. II, pág. 326,
    donde pueden verse los libros que tenía, ninguno impreso,
    con ser del año 1490, y ninguno de Dante ni Petrarca, aunque
    sí de Boccaccio, historiadores y moralistas. Su facilidad en
    versificar era tal, que "solía hacer en un día quince ó veinte
    trovas sin perder sueño ni dejar de hacer ninguna cosa de las
    que tenía en cargo"; aunque "esto no podré decir que aya fecho
    en el estudio de las sciencias ni arte de la poesía, porque yo
    éstas nunca aprendí nin tove maestro que me las mostrase, de lo
    qual las obras mías dan verdadero testimonio". Tan poca estima
    hacía de sus obras, que debemos su conservación á su amigo
    y deudo don Rodrigo Pimentel, conde de Benavente. El códice
    ornado é historiado y con la divisa de Gómez Manrique entre sus
    follajes, que era una cabeza de laúd ó viola con seis clavijas
    y esta letra: "No puede templar cordura lo que destempla
    ventura", que posee la biblioteca particular de Su Majestad,
    pudiera ser el que le envió su autor á petición suya. El de la
    Nacional (V-236) acaso es más antiguo, pero falto de folios.
    Con ellos y los _Cancioneros_ preparó su edición Paz y Meliá,
    Madrid, 1885, 2 vols. Consúltese: Menénd. Pelayo, _Antología de
    poetas líricos castellanos_, t. VI, páginas CIV-CLI.

    =376.= El año 1458 hacen memoria los carmelitas de FRAY
    BERNARDO DE MONTESA, de Calatayud, escritor de su Orden,
    que compuso: _In librum Divi Thomae Aquinatis "De quatuor
    virtutibus cardinalibus" Commentaria. In librum Ioannis
    Patriarchae Hierosolymitani "De institutione monachorum"
    elucidationes. In librum Philippi Ribboti. De peculiaribus
    gestis Carmelitarum"_ (Nic. Ant., Bibl., II, 272).

    FRAY ALONSO DE ESPINA, de los menores de la observancia, rector
    de la Universidad de Salamanca y ministro de la Inquisición,
    sabio judío converso, escribió en 1458 _Fortalitium Fidei_,
    contra los judíos, Nuremberg, 1494; Lyon, 1511, 1525; Cambray,
    1629. _Sermones de nomine Iesu XXIV._ _De fortuna_ (Ms.
    Escor.). Fué el que asistió á don Álvaro de Luna en el cadalso.

    ALFONSO DE OROPESA, monje jerónimo de Guadalupe, escribió
    _Lumen fidei ad revelationem gentium_. _Sermones_ dichos en los
    capítulos generales de 1459, 1462, 1465 y 1468.

=377.= _Año 1462._ DIEGO RODRÍGUEZ DE ALMELA (1426?-1492?), arcipreste
de Santibáñez, capellán de la reina Isabel y después canónigo de
Cartagena, compuso en 1462 y publicó en 1487 el _Tractado que se llama
copilación de las batallas campales que son contenidas en las historias
escolásticas ᘔ de España_, Murcia, y el _Tractado que se llama Valerio
de las Estorias escolásticas ᘔ de España_, Murcia, 1487: son dos obras
diferentes. _Compendio Historial_, presentado á los Reyes Católicos en
1491 (inédito, Bibl. Nac., P-I, y Bibl. M. Pelayo), obra que merece
imprimirse.

    =378.= Otras ediciones: _Valerio de las istorias escolasticas_,
    Medina, 1511. _Valerio de las historias escolasticas de la
    sagrada escriptura y de los hechos de españa con las batallas
    campales: copiladas por fernan perez de guzman_, Toledo, 1527.
    Como en ésta, atribúyese ya en todas las demás á Pérez de
    Guzmán y todas llevan el mismo título, Sevilla, 1527, 1536;
    Toledo, 1541; Sevilla, 1542, 1551; Madrid, 1568; Medina, 1574;
    Salamanca, 1587; Madrid, 1793.

    _Pról._ (Murcia, 1487, _Valerio de las Estorias_...): "Como yo
    estoviese de edad de catorce años en servicio del muy Rev. mi
    Señor don Alfonso de Cartagena, de gloriosa memoria, obispo de
    Burgos, & por su merced me mandase aprender Gramatica, algun
    tanto introducto en ella, como en su cámara hobiese muchos
    libros de diversas sciencias Teologales, & de Filosofia, Leys,
    & Canones; & asi mesmo muchas Estorias & Cronicas, asi de la
    Sacra Escriptura, como de Emperadores, Reyes & Principes,
    señaladamente de los de España, por no estar ocioso (que de
    la ociosidad no se sigue virtud alguna) segund flaqueza de mi
    engenio, & poquedad de mi saber; dime a leer en las Estorias de
    la Sacra Escriptura, principalmente en la Biblia, & en el libro
    de las Estorias Escolasticas, & en las Crónicas de los Reyes
    de España desde su poblacion fasta el tiempo presente... En su
    vida (del Obispo de Burgos) cognoscí ser su deseo que, como
    Valerio Maximo de los fechos Romanos & de otros libros fizo
    una Copilacion de nueve libros, poniendo por titulo todos los
    fechos, adaptante a cada título lo que era consiguiente a la
    materia, sacado de Tito-Livio, & de otros Poetas & Coronistas;
    que asi Su Merced entendia facer otra Copilacion de los fechos
    de la Sacra Escriptura & de los Reyes de España, de que cosa
    alguna Valerio non fabló: lo cual él ficiera en Latin, escripto
    en palabras scientificas, & de grand elocuencia, si viviera.
    Yo, porque mi sciencia es poca, propuse el su deseo escribir en
    nuestra Lengua Castellana... yo segund mi ingenio lo mejor que
    pude, de los dichos libros & algund tanto de otros tractados
    ordenados por el dicho mi señor Obispo, adaptando cada cosa a
    su título, principalmente los fechos de la Sacra Escriptura
    & despues los de España, fice esta copilacion asi mesmo en
    nueve libros, & cada libro dividido por títulos, & cada titulo
    por capítulos...". Y en la "Respuesta" á la "Carta & Coplas
    quel Señor Protonotario" le envió, pone: "De Burgos a 23 de
    marzo año 1462... Diego Rodriguez de Almella, vel de Murcia,
    Arcipreste de Val de Santivañes".

    Consúltese: G. Cirot, _Les histoires générales d'Espagne entre
    Alphonse X et Philippe II_ (1284-1556), Bordeaux, 1905, págs.
    16-18, 53-54.

=379.= _Año 1463._ JUAN DE LUCENA († 1506), eclesiástico que estuvo
en Roma al servicio de Pío II, acomodó y tradujo libremente al
castellano el _Diálogo de felicitate vitae_, escrito en 1445 por su
contemporáneo Bartolommeo Fazio († 1457), dándole por título _Libro
de vida beata_, escrito el año 1463 é impreso el 1483; Burgos, 1502.
Es un diálogo moral entre él, Santillana, Juan de Mena y Alfonso de
Cartagena, obispo de Burgos, acerca de la felicidad. El propósito de
remedar á los clásicos antiguos fué loable; la ejecución, desastrada
por lo latinizante del estilo y vocablos. Después escribió su _Epístola
exhortatoria á las letras_, elogiando á la Reina Católica.

    =380.= Como Fazio, erudito italiano, dirigió su libro á Alfonso
    VI de Aragón, hijo natural de su antiguo protector Alfonso V,
    dirigió el suyo Lucena á "su celsitud cesarea de Enrique IV de
    Castilla". Los críticos alaban "lo acabado de la forma, más
    bien que el fondo" (Fitzmaurice-Kelly), "la recherche d'une
    élégance et d'une noblesse toute classique est sensible dans
    ce dialogue" (E. Mérimée). Cicerón ponía en elegante latín sus
    diálogos, huyendo de todo helenismo; Lucena afecta latinismos,
    huyendo de la elegancia de su propio idioma, que la hubiera
    hallado, como el autor del _Corbacho_, si como él la hubiera
    buscado donde estaba, que es en el habla popular. Lucena no
    es más que un renacentista, ciego imitador, que cree que la
    elegancia del castellano consiste en latinizarlo.

    Juan de Lucena. _Libro de Vida beata_, ed. A. Paz y Meliá,
    en _Opúsculos literarios de los siglos XIV á XVI_, Soc. de
    Biblióf. Españoles, 1892, págs. 209-220.

=381.= Entre 1465 y 1473 salió el libelo político y personal intitulado
_Coplas del Provincial_, por consistir en la alegoría de un Provincial,
que llegado al convento pasa revista á los frailes y los halla á
todos que no hay por dónde cogerlos, esto es, á los cortesanos todos,
encubiertos debajo de nombres más ó menos transparentes. Groseras,
soeces, son las más de las 149 coplas; pero algo de bueno yace en
el fondo del cenagal, la sinceridad de la obra, la verdad, siquiera
peque de mordacidad y de mal gusto. No es poco asome entre tanta
poesía hechiza y huera del reinado anterior, una punta de naturalidad,
fundamento único de todo verdadero arte.

Tan natural, aunque de mucho mayor gusto, son las _Coplas de Mingo
Revulgo_, alegórico diálogo en dialecto rústico sayagués ó de
Salamanca, que satiriza veladamente la misma época, pero principalmente
al mismo Rey y á don Beltrán de la Cueva. Su oscuridad necesitó pronto
de comentario ó glosa, que la hicieron, entre otros, Hernando del
Pulgar, Juan Martínez de Barros, vecino de Madrid y natural del Real de
Manzanares, y otro autor anónimo (Bibl. Gallardo). Desconócese el autor
de estas _Coplas_, como el de las anteriores.

    =382.= En la copla 4.ª de las del _Provincial_ "fray Duque de
    Alburquerque" es Beltrán de la Cueva, y el título no lo hubo
    antes de 1465; en la 5.ª se supone vivo Miguel Lucas de Iranzo,
    "conde sin condado", que fué asesinado el 22 de marzo de 1473.
    Se han atribuido las _Coplas_ á Rodrigo de Cota, á Antón de
    Montoro, á Hernando del Pulgar, á Diego de Acuña, á quien se
    atribuye también la continuación de ellas. El manuscrito de
    la Academia de la Historia lo achaca á varios á la vez. Ello
    es que el _Provincial_ dió "en la mitad del fiel", como dijo
    Alonso de Palencia en sus _Décadas_ latinas, y de hecho los
    últimos nueve años del reinado de don Enrique IV no desdicen
    gran cosa de su retrato.

    Sobre las _Coplas de Mingo Revulgo_ léase lo que dice Hernando
    del Pulgar en su glosa: "La intención de esta obra fué fingir
    un Profeta ó adivino, en figura de pastor, llamado _Gil
    Arribato_, el cual preguntaba al pueblo (que está figurado por
    otro pastor, llamado _Mingo Revulgo_) que cómo estaba, porque
    le veía en mala disposición. Y esta pregunta se contiene en la
    primera y segunda copla. El pueblo (que se llama _Revulgo_)
    responde que padece infortunio, porque tiene un pastor,
    que, dejada la guarda del ganado, se va tras sus deleites y
    apetitos; y esto se contiene en las siete coplas siguientes,
    desde la tercera hasta la décima. En las cuatro coplas que
    se siguen muestra cómo están perdidas las cuatro virtudes
    cardinales, conviene á saber: Justicia, Fortaleza, Prudencia
    y Temperancia, figuradas por cuatro perras que guardan el
    ganado. En las dos coplas siguientes, desde la catorce hasta
    la diez y seis, muestra cómo perdidas ó enflaquecidas estas
    cuatro perras, entran los lobos al ganado y lo destruyen. En
    las otras dos siguientes, que son diez y siete y diez y ocho,
    concluye los males que generalmente padece todo el pueblo. Y de
    aquí adelante el pastor Arribato replica, y dice que la mala
    disposición del pueblo no proviene todo de la negligencia del
    pastor, mas procede de su mala condición. Dándole á entender
    que por sus pecados tiene pastor defectuoso, y que si reynase
    en el pueblo Fe, Esperanza y Caridad, que son las tres virtudes
    teologales, no padecería los males que tiene... Después...
    muestra algunas señales, por donde anuncia que han de venir
    turbaciones en el pueblo, las cuales... declara que serán
    guerra y hambre y mortandad... Le amenaza y amonesta que haga
    oración y confesión, y satisfacción, y que haga contrición,
    para excusar los males que le están aparejados... En la última
    y primera alaba la vida mediana, porque es más segura, y en
    treinta y dos coplas concluye todo el tratado".

    _Coplas del Provincial._ Ed. R. Foulché-Delbosc, en _Revue
    Hispanique_ (1898), t. V, págs. 255-266. Consúltese: R.
    Foulché-Delbosc, _Notes sur les Coplas del Provincial_, en
    _Revue Hispanique_ (1899), t. VI, páginas 417-446.

    _Coplas de Mingo Revulgo_, ed. Menéndez y Pelayo, _Antología de
    poetas líricos_, etc., t. III, págs. 5-20.

    La glosa de Juan Martínez fué compuesta el 1564; la de
    Hernando del Pulgar salió con la edición más antigua de las
    _Coplas_, y se conserva de ella un ejemplar en la Biblioteca
    Nacional de Lisboa. Mariana atribuyó las _Coplas de Mingo
    Revulgo_ al glosador Pulgar (_Hist. Esp._, 23, 17), y siguióle
    Sarmiento (_Memor. para la Hist. de la poesía_, número 872);
    pero no es bastante la razón que dan de haberlas él glosado.
    Consúltese: _Revue Hispanique_, t. V, págs. 255-266 y t. VI,
    págs. 417-446, donde se publican dos _Comentarios_ y una
    imitación del siglo XVI: Coplas del _Provincial segundo_,
    por don Diego de Acuña, hermano del poeta vallisoletano don
    Hernando de Acuña.

    =383.= _Año 1467._ MARTÍN GARCÍA, aragonés, tenía probablemente
    hecha su traducción del _Catón_ en 1467 y no fué á residir á
    Aragón hasta el 1480; su impresión en Zaragoza es probable
    y debió hacerse á fines del siglo XV ó comienzos del XVI.
    (_Bibliogr. zaragozana del siglo XV_, pág. 183).

=384.= _Año 1468._ DIEGO ENRÍQUEZ DEL CASTILLO, segoviano, capellán y
consejero de Enrique IV, escribió la _Historia del rey don Enrique el
quarto_, en estilo algo retórico, pero á veces con diestras pinceladas.

    =385.= Enríquez del Castillo cayó prisionero en Segovia poco
    después de la victoria de Enrique IV en Olmedo (1467) sobre
    el pretendiente Alfonso, y á pesar del salvoconducto, que se
    le dió, le detuvieron y tomaron sus papeles, entre ellos el
    relato de la batalla, que al pretendiente no contentó, por
    lo que le amenazó con la muerte. Entregaron los escritos á
    Alfonso de Palencia, cronista del opuesto partido, para que
    los corrigiese, el cual dice los llevó al Arzobispo de Toledo,
    Carrillo (1422-1482), uno de los que peor librados salían en
    la batalla. El autor confiesa que, privado de sus borradores,
    confió á la memoria los trece primeros años del reinado de
    Enrique IV, y aun más tarde él mismo modificó su _Historia_, de
    modo que las ambigüedades y la retórica encubren ó velan los
    verdaderos sentimientos del autor. Desconócese la fecha de la
    primera edición; la de 1787 es la segunda.

    Diego Enríquez del Castillo. _Crónica del rey don Enrique el
    Quarto_, ed. J. M. Flores, en _Crónicas españolas_, Madrid,
    1787, t. VI; Bibl. de Aut. Esp., t. LXX.

    =386.= _Año 1468._ RODRIGO ó RUY SÁNCHEZ DE ARÉVALO (1404-1470
    ó 1480) nació en Santa María de Nieva, fué catedrático de
    Derecho civil y canónico en Salamanca, después deán de León
    (1448) y de Sevilla (1455), embajador de Juan II y Enrique
    IV, que le envió á Roma (1456), donde estuvo hasta que murió,
    retenido por Calixto III, nombrado gobernador del castillo de
    Santángelo por Paulo II (1464) y obispo de Zamora, Calahorra
    y Palencia, y antes de Oviedo por Nicolás V. _Speculum vitae
    humanae_, Roma, 1468, de los primeros libros impresos,
    reimpreso después 12 veces en el siglo XV y otras hasta 1683
    (Francfort), traducido al francés dos veces, al alemán, al
    castellano (Zaragoza, 1481). _El excelente libro intitulado
    Speio de la vida humana._ _De origine ac differentiis
    principatus imperialis et regalis_, Roma, 1521. _Compendiosa
    Historia Hispanica_ (hasta 1463), Roma (sin fecha, después en
    1470) (Ms. de la Bibl. Nacional). _Compendio llamado Vergel de
    los príncipes_ (Ms., Gallardo), Madrid, 1900. _De mysterio S.
    Trinitatis._ _De pace et bello et de necessitate et utilitate
    bellorum_. _De Castellanis et custodibus arcium et castrorum
    et de ducibus exercitus bellorum et de eorum officio._ _De
    Monarchia Orbis._ _Clypeus sive defensio Monarchiae._ _De regno
    sive de principatu divisibili aut indivisibili._ _Suma de la
    Policia que fabla como deben ser fundadas et hedificadas las
    cibdades et villas._ _Fabla otrosy del buen regimiento et recta
    policia que deve hacer todo regno ó cibdad asy en tiempo de paz
    como de guerra._ _Defensorium Status ecclesiastici_ (Ms. de la
    Bibl. Nacional). _De Paupertate Christi et Apostolorum._ _Super
    commento Bullae depositionis Regis Bohemiae per Paulum II._
    _De Remediis afflictae Ecclesiae militantis._ _De Auctoritate
    Rom. Pontificis et Generalium Conciliorum. De Appellatione a
    sententia Rom. Pontificis non bene informati ad eumdem bene
    informatum_ (la combate). _De Remediis schismatis._ Muchos de
    éstos y otros Ms. están en la Biblioteca Vaticana. Consúltese
    Gallardo, t. IV, col. 444-445, 1421-1422, 1563; Nic. Ant.,
    _Bibl._, t. II, pág. 298.

    =387.= En 1470 _Flor de virtudes_, escrito por autor anónimo, y
    que comienza con una Teoría del Amor.

    JUAN MENESES DE SILVA ó BEATO AMADEO (1435-1482), franciscano
    portugués: _De Revelationibus et prophetiis_.

    Hacia 1470, según Nicolás Antonio (_Bibl._, II, 296), floreció
    LOPE SALINAS, franciscano en Burgos. _Espejo de superiores
    religiosos._ _Escuela de la perfección regular hasta subir al
    perfecto amor de Dios._ _Antídoto de los abusos y males que
    relaxan la vida monástica. Conferencias espirituales._

    MARTÍN ALFONSO DE CÓRDOBA, natural de esta ciudad, agustino,
    catedrático de teología en Salamanca, en Francia y en
    Valladolid, murió en Córdoba hacia 1476. Escribió: _In
    divi Pauli epistolas commentaria et quaestiones. Logica et
    philosophia._ _Apocalypsis explanatio._ _Hexaemeron._ _De
    prospera et adversa fortuna._ _Alabanzas á la virginidad.
    Vergel de nobles doncellas, publicado en 1542._

=388.= _Año 1473_. PEDRO GUILLÉN DE SEGOVIA (1413-1474?) nació en
Sevilla y vivió en Segovia en el tiempo de sus adversidades y además en
un pueblo de la Sierra, junto á Pedraza. Sus primeros años, en los del
reinado de don Juan II, fué dichoso, probablemente gracias á don Álvaro
de Luna, después de cuya muerte escribió con tendencia apologética el
_Dezir que fizo sobre la muerte de don Álvaro de Luna_. Defiéndele de
la "crueza, tiranía" y "usurpar la señoría del Rey", que le achacaron,
levantándose luego á consideraciones morales sobre la caducidad de las
cosas humanas. La caída del Condestable y luego la muerte de Santillana
y Mena, sus principales protectores, debieron de causar la pérdida de
sus bienes, de donde metido á copista de escrituras ajenas, en diez
años perdió también casi del todo la vista, y estando para matarse
le animó un fraile observante en confesión y dióle para el arzobispo
Carrillo una carta comendatoria y él le llevó además, el año 1473, 58
estancias á manera de memorial alegórico, con huellas del libro _De
consolatione philosophiae_, de Boecio. Bien acogido por el Arzobispo,
llegó á ser su contador y escribió su panegírico en el prohemio de la
_Gaya_. Su hijo Diego Guillén de Ávila, canónigo de Palencia, tradujo
á Frontino y dirigió á la Reina Católica un poema laudatorio. Sus
versos amatorios son pocos; los más, sagrados y morales, y algunos,
políticos. De los primeros, el _Dezir sobre el Amor_; de los últimos,
el _Dezir que fizo á Enrique IV_ y el _Dezir que fizo sobre la muerte
de don Álvaro de Luna_. Replicó á la _Querella de la Gobernación_ y
á los _Consejos_, de Gómez Manrique, de quien se muestra discípulo,
y continuó _Los siete pecados mortales_, de Mena. Su mejor obra de
este género es el _Discurso de los doce estados del mundo_, en 36
coplas, especie de sátira social al modo de las _Danzas de la muerte_ y
parecida á las _Setecientas_, de Fernán Pérez de Guzmán. Donde muestra
más fuerza en los afectos y facilidad en la versificación es en _Los
Siete Salmos penitenciales trovados_, única composición que pasó al
_Cancionero general_. Compuso el más antiguo Diccionario de rimas que
tenemos, á imitación de los provenzales y catalanes, sobre todo, del
_Libre de concordances, de rims e de concordans apellat Diccionari_, de
Jaime March, y del _Torcimany_, de Luis de Aversó. Tal es _La Gaya de
Segovia ó Silva copiosísima de consonantes para alivio de trovadores_.

    =389.= El mismo Guillén dice: "Un dia nebuloso, que manso
    llovia, | naciste en Sevilla... | el año de trece". "Ventura y
    fortuna mostrando el revés, | falleme en Segovia con sobra de
    enojos". "Si vuesa prudencia querrá saber quien | es este que
    yase de palmas en tierra, | mandad preguntar por Pero Guillen
    | allende Pedrasa bien cerca la sierra". "Mostrome fortuna su
    prospera cara, | seyendo en el tiempo de mi joventud | fermosa,
    riente, alegre, muy clara, | dándome bienes en gran multitud".
    "Buscando las cabsas Fortuna malvada | por donde mas dapnos
    causar me podria, | quitó al Marqués, llevó á Juan de Mena,
    | maestros fundados de quien aprendia". Sus desgracias en la
    "Suplicacion que ordenó" para el Arzobispo Carrillo y en sus
    coplas: "Veo mis hijos por casas ajenas, | mi honra y mi fama
    del todo perdida". La _Suplicacion_ alude al cerco de Torija
    de 1473, al que concurrió el Arzobispo Carrillo. Dos códices
    se conservan de sus poesías: el de la Biblioteca Real (VII-D-4
    antigua y 2-F-5 mod.), y el de la catedral de Sevilla, del
    que hay copia en la Nacional (Ms. 241). La _Gaya_ se halla
    en el manuscrito de la Biblioteca del Cabildo de Toledo, que
    hoy pertenece á la Nacional, donde hay además un incompleto
    extracto hecho por el P. Burriel.

    =390.= Las _Coplas_ de Guillén de Segovia en el _Cancionero
    general del Castillo_ (ed. Soc. Biblióf. españ., 1882);
    _Poesías_, ed. H. R. Lang, (en prensa). Consúltense: Fernando
    de la Vera, _Traducción en verso del Salmo L de David "Miserere
    mei Deus" y noticia de versiones poéticas que de dicho Salmo
    se han hecho en lengua castellana y de sus autores_, Madrid,
    1879, págs. 104-133; O. J. Tallgren, _La Gaya o Consonantes de
    P. G. de S._, etc., en _Mémoires de la Société néo-philologique
    de Helsingfors_ (1906), t. IV, págs. 1-49; H. R. Lang, _A
    propos of "Caçafaton" in the Rhyme Dictionary of P. G. de
    S._, en _Revue Hispanique_ (1906), t. XVI, págs. 12-25; Η. R.
    Lang, _The so-called "Cancionero" of P. G. de S._, en _Revue
    Hispanique_, 1906, t. XIX, págs. 51-81.

=391.= El año 1474 es célebre por el advenimiento de los Reyes
Católicos y la introducción de la imprenta en España, habiéndose
publicado con aquella fecha en las prensas de Lamberto Palmart, de
Valencia, el primer libro intitulado _Obres o trobes en lahors de la
verge María_. Estas trobas fueron escritas por 44 poetas, catalanes los
más, pero en lengua valenciana, menos Francisco de Castalvi, Francisco
Barceló, Pedro de Civillar y "hum Castellá sens nom", que lo hicieron
en castellano. Siguieron el _Certamen poetich_, el _Comprehensorium_,
el _Salustio_. Desde 1476 tuvieron imprentas Barcelona, Zaragoza y
Sevilla, desde 1480 Salamanca, desde 1482 Zamora, desde 1483 Toledo y
Valladolid, desde 1485 Burgos, desde 1487 Murcia. Desde 1485 había en
Lisboa tipografía hebraica.

Con harta razón escribió el Cura de los Palacios que en tiempo de los
Reyes Católicos "fué en España la mayor empinación, triunfo é honra é
prosperidad que nunca España tuvo".


                  [Ilustración: LOS REYES CATÓLICOS.
                   (Capilla de los Reyes, Granada).]


Aunáronse por manera maravillosa el varonil espíritu de justicia para
poner á raya á los desaforados magnates en doña Isabel y su señoril
afición y amparo de las artes y todo linaje de cultura, con el genio
político y la bizarría militar de don Fernando. El abatimiento del
poder real y los desmanes de los señores pedían los extremos de rigor,
que algunos hoy condenan, pero que fueron los únicos que podían poner
coto, como lo pusieron, á las desapoderadas ambiciones de los grandes,
y eran necesarios para afianzar el poder real, asegurar las vidas y
haciendas y abrir la nueva era de paz y de justicia en todas las clases
y órdenes de la sociedad.

La política y el valor militar hicieron la unidad nacional, uniendo
para siempre Aragón á Castilla, venciendo á Portugal, desarraigando la
morisma, recobrando el Rosellón, incorporando á Navarra, reconquistando
á Nápoles, abatiendo el poder francés en Italia y en el Pirineo,
abriendo camino en Orán para el señorío de África, descubriendo nuevos
mundos, preparando la anexión á la monarquía de nuevas provincias
en Europa é imponiendo la hegemonía española en todo el mundo. La
estimación que á las artes y buenas letras se otorgaba en la corte
atrajo á los de fuera y despertó los ingenios españoles, echando
las zanjas, no menos que del señorío político, del engrandecimiento
artístico y literario de nuestro siglo de oro.

No son gérmenes tan sólo los que el reinado de los Reyes Católicos
apuntan. Aunque los Boscanes y Garcilasos en poesía y los Guevaras
y Valdés en prosa esperasen para venir los tiempos del Emperador,
_La Celestina_ y el _Romancero_, la _Cárcel de Amor_ y el _Diálogo_
de Cota, las obras de Jorge Manrique y Juan del Enzina, de Diego de
Valera, Hernando del Pulgar, de Torres Naharro, Gil Vicente y Alonso de
Herrera, son de esta gloriosa época de los Reyes Católicos. Jamás la
sencilla naturalidad, la desafectada elegancia, el fresco realismo, la
señoril gravedad se manifestaron con tan juvenil frescura y pujanza tan
varonil como en la literatura de aquella época. Nebrija, Hernán Núñez y
Sobrarias asientan los cimientos de las humanidades. Los dos Montalvos
abren nueva era á la jurisprudencia el uno, á la novela caballeresca
el otro. Íñigo de Mendoza y Juan de Padilla fundan la poesía
mística, y un sinnúmero de anónimos anuncian la mística prosaica.
Juan del Enzina y Lucas Fernández, los López y Calderones de aquella
época, según ha dicho un crítico, si no tan grandes en extensión y
amplitud, en cantidad y variedad, son, en cambio, más sencillos y
delicados, más castizos y nacionales en asuntos, estilo y lenguaje,
más populares y menos eruditos, más naturales y menos afectados, más
del terruño y personales y menos metafísicos y exagerados. La égloga
y el villancico, la comedia pastoril y de costumbres entraron en sus
obras por un cauce tan natural y tan nacional como la gran comedia
y la levantada tragedia en la jamás igualada Celestina. Y es que
en la época de los Reyes Católicos la persuasión del propio valer
en la gente española, despertada al estruendo de tantos triunfos y
maravillosos acontecimientos, la hizo volver sobre sí, y sacudiendo
de sí los escritores las puerilidades en que hasta entonces se habían
entretenido, sobando los sosos y ficticios decires de la muerta y
erudita escuela galaico-portuguesa, las no menos extranjerizas trovas
de la simbólica imitación dantesca y petrarquesca, á lo Juan de Mena
y sus discípulos, sacaron del fondo popular y verdaderamente nacional
los tesoros enterrados y hollados soberbiamente siglos había por
los antiguos eruditos, y aliándose los eruditos con los populares,
haciéndose todos unos, comenzaron á cantar y á escribir en romance
puro y castizo, desenterraron la épica nacional del _Romancero_,
ennoblecieron las villanescas y cantarcillos populares, pintaron los
rufianes y celestinas, las hembras del partido y los pastores, tal
cual eran en España, haciéndoles hablar el popular lenguaje; en una
palabra, dejándose de extrañas erudiciones y de imitaciones falseadas,
nuestros escritores sacaron del pueblo el arte verdaderamente nacional,
que yacía menospreciado y desconocido. Eso y nada más que eso es el
_Romancero_, la _Celestina_, las _Églogas_ y farsas de Juan del Enzina
y Lucas Fernández, la mística de Íñigo de Mendoza y Juan de Padilla, el
lenguaje de Pulgar, Valera y Herrera.

El Renacimiento italiano coloreó después esas cristalinas y nacionales
aguas, dándoles ciertos elegantes tornasoles, que volvieron á
encandilar á nuestros eruditos, y desviados de la vereda natural y
segura, que es la popular, tornaron á despepitarse por todo lo extraño,
desbocándose sin freno en la afectación y en el artificio hasta
despeñarse en el gongorismo y conceptismo en el siglo XVII. Por eso
para mí, si la literatura del siglo XVI es oro, la del último cuarto
del siglo XV son puros diamantes, y el oro de los Valdés, Leones,
Teresas, Quevedos, Góngoras y Lopes es el que supieron sacar del minero
castizo y popular, y la mayor grandeza de Cervantes débese á que supo
hermanar cual ninguno el metal español con el clásico greco-romano,
tomando de éste lo exquisito de su elegancia y de aquél lo acendrado de
su realismo.

    =392.= "Dos grandes hechos que aceleraron su progreso durante
    este reinado, dice M. Pelayo (_Antol._, t. VI, pág. CLXXIX),
    y abrieron las puertas de una nueva era. Estos hechos son la
    influencia triunfante de los humanistas y la introducción de
    la imprenta en nuestro suelo". Tiene razón, si de la cultura
    en general se trata y de la erudición; pero M. Pelayo, como
    erudito y humanista, no suele tener ojos más que para cuanto
    á esa cultura y erudición clásica atañe, y no ahonda en el
    elemento popular, raíz única del verdadero arte literario, que
    es el nacional. Las grandes obras literarias del reinado de los
    Reyes Católicos deben muy poco al clasicismo y á la erudición
    exótica. Ya las hemos citado. Toda su fuerza y valer les
    viene del elemento popular y castizo que sus autores supieron
    apropiarse. Baste un ejemplo. Lo tomado de la erudición
    clásica en la _Celestina_ es lo único que la mancilla, el
    hablar humanístico y el extemporáneo aludir á erudiciones
    greco-romanas; lo que la hace inmortal es el realismo español,
    los caracteres castizamente dibujados y el habla popular.
    Nada se diga de las escenas sayagüesas de Lucas Fernández y
    Juan del Enzina, de los cantarcillos populares, del vulgar
    lenguaje, ni del _Romancero_, popular hasta los tuétanos. Una
    literatura que tan personales y nacionales obras produce no
    puede llamarse literatura en germen, como la llama el mismo M.
    Pelayo por apreciar más la literatura erudita del siglo XVI;
    es una literatura en plena madurez y rebosando savia y vida.
    Claro está que asuntos, estilo y lenguaje huelen á no acabados,
    cuando con los del siglo XVI se comparan; pero lo mismo acaece
    con los del siglo XVI, comparados con los del XVII, y siempre
    sucede que toda época anterior ofrece un lenguaje y una manera
    de pensar y sentir que parecen imperfectas cuando con las de
    la época siguiente se cotejan. Por eso los literatos de la
    edad de plata en Roma apreciaban más su manera más rebuscada
    que la de la edad de oro del tiempo de Augusto. No es ese el
    verdadero y seguro criterio para juzgar del valor estético
    de las obras de arte, porque con él tenía razón Scalígero en
    preferir Virgilio á Homero y Estacio á uno y otro. El criterio
    moderno, más democrático y justo, da la preferencia á la mayor
    personalidad y á la mayor naturalidad y fuerza de la expresión,
    que nacen del mayor arraigo en el pueblo y espíritu nacional.
    Por esta nota es grande la literatura del tiempo de los Reyes
    Católicos, como es grande su política é historia, mayor en
    el fondo que la de sus sucesores, que recogieron el fruto y
    extendieron incomparablemente más la fama y gloria del nombre
    español. El mismo M. Pelayo no deja, sin embargo, de notar
    que "advertiremos al propio tiempo síntomas de novedad y de
    transformación, si no en los metros, en el espíritu; maridaje
    frecuente de lo vulgar con lo erudito, desarrollo visible de
    los elementos musicales del lenguaje y un lento infiltrarse de
    la canción popular en la lírica cortesana, que hasta entonces
    la había desdeñado". Compárense los diversos géneros literarios
    de esta época con los del siglo XVI y se verá claramente
    la diferencia. La épica es aquí el _Romancero_, que es la
    verdadera épica nacional. La épica del siglo XVI puede decirse
    que es la novela caballeresca, acomodada al espíritu aventurero
    y caballeresco de aquel siglo de empresas quijotescas. La
    lírica del tiempo de los Reyes Católicos es igualmente la
    popular de villancicos y cantares, que se hallan sobre todo
    en nuestros dramáticos egloguistas y en el _Cancionero_ de
    Barbieri; en cambio la lírica del siglo XVI es la traída de
    Italia por Boscán y Garcilaso, la égloga latina, la canción y
    el soneto, lírica extraña, en los pensamientos y en el verso
    endecasílabo italiano, que hace nos parezca fría toda la lírica
    clásica del siglo XVI, porque realmente lo es, menos cuando se
    acerca á la manera castiza, como en Baltasar del Alcázar, á
    veces en Cetina y otros. La dramática del tiempo de los Reyes
    Católicos son las escenas pastoriles ó populares de Enzina,
    Vicente, Rojas, mezclándose ya en éste la dramática clásica. En
    el siglo XVI hay varias corrientes: la de las églogas dichas,
    la imitación de la _Celestina_ y la de escenas populares, que
    también sigue mezclándose con el italianismo, hallando su
    perfección esta tercera corriente en Lope de Rueda y Cervantes
    en cuanto se atienen al entremés, á los pasos, escenas de
    costumbres y de caracteres, que es lo verdaderamente nacional.
    La dramática del siglo XVI no es, pues, más que continuación de
    la de fines del siglo XV. Son, por consiguiente, más nacionales
    y recias, más naturales y frescas las manifestaciones del arte
    épico, lírico y dramático del tiempo de los Reyes Católicos;
    en el siglo XVI sobrepuja el clasicismo latino é italiano, hay
    mayor elemento extraño, convencional, afectado; es más para los
    eruditos que para el común de los españoles. En el siglo XVII
    estos defectos se extreman mucho más y se urbaniza el arte,
    dejando el campo y encerrándose en las ciudades. Á la novela
    caballeresca sustituyen los grandes poemas épicos, imitaciones
    y calcos del poema clásico; la lírica italo-latina cae en el
    conceptismo y el gongorismo; tras el teatro del paso y entremés
    viene la comedia española, en que á los elementos castizos
    en Lope y en Tirso sobrepujan los afectados, convencionales,
    metafísicos, de enredos y pundonores ciudadanos de estos dos
    mismos grandes autores, de Calderón y de los demás. Solamente
    la prosa tarda más en perfeccionarse, puede decirse que llega
    á entera sazón en el siglo XVI, no habiendo tenido tiempo para
    aclararse y posarse en la época de los Reyes Católicos; en el
    siglo XVII se empobrece, se poetiza bárbaramente, se esquina
    y oscurece á fuerza de sutilezas, metáforas y concisiones,
    que van contra la naturalidad. En suma, durante el reinado de
    los Reyes Católicos señorea en el arte literario lo popular y
    castizo; en el siglo XVI lo italo-latino ó renacentista; en el
    XVII, los consiguientes frutos del renacimiento extremado, que
    son la afectación en el pensar ó conceptismo y en el decir ó
    gongorismo. El romance, el villancico, la égloga dramática son
    arte campestre, al aire y al sol; el poema clásico, el soneto,
    la comedia de capa y espada son arte urbano, casero, académico:
    el primero es arte nacional y para todos; el segundo, arte para
    ciudadanos cultos.

    =393.= Después de apuntar con algunos tenues destellos en la
    primera mitad del siglo XV, amanece de lleno el renacimiento
    para España en la época de los Reyes Católicos y continúa
    alumbrándola hasta los primeros comienzos del siglo XVII: es
    la edad de oro de nuestra literatura. Cinco épocas pueden
    distinguirse durante este influjo renacentista. La primera
    es la que acabamos de recorrer; la de los Reyes Católicos es
    la segunda, que podemos llamar de los _humanistas_. En ella
    florecen casi todos los más insignes que tuvo España; durante
    ella, toda persona que desea instruirse estudia las lenguas y
    literaturas de la antigüedad; en ella se traducen al castellano
    los principales libros griegos, latinos é italianos; cuantos
    desean pasar por cultos remedan en romance el período y el
    hipérbaton latino, con mejor ó peor fortuna, al modo de los
    personajes cultos de la _Celestina_. Hierve el nuevo mosto con
    pujanza, mezcladas sin clarificarse las ideas y las maneras
    de decir. El castellano literario se enturbia y alborota como
    en fuerte mareta: pocos autores salen airosos en el estilo
    terso y acabado, á no ser cuando se asen al habla popular, que
    contrasta, sesga y tranquila, los embates de la erudición.
    Pero el renacimiento no hace en España los efectos que en
    Italia, no sólo porque la ola resurte acá, ya rota acullá
    por vez primera, sino porque halla al espíritu español en un
    momento muy otro del que halló al espíritu italiano en el siglo
    XIV. Allí el renacimiento conmovió hasta los cimientos de la
    sociedad aniñada y encogida de la Edad Media; el paganismo se
    temió barriese la civilización cristiana del suelo italiano.
    Zozobraron hasta las creencias en la inmortalidad del alma,
    en Cristo Redentor y aun en Dios, padre de sus criaturas; un
    frío deísmo desvarió las cabezas de no pocos renacentistas, ya
    que el politeísmo no tenía fuerza para alzar la voz en demanda
    de sus antiguos fueros. Á las creencias cristianas tomaron
    el lugar las supersticiones, la astrología judiciaria, los
    talismanes. El goce pagano del vivir desenfrenó las pasiones,
    que ensangrentaron á Italia con no interrumpidas tragedias. El
    espíritu español hallábase, por el contrario, en el máximum del
    esfuerzo con que, sacudida la modorra de los últimos reinados,
    mejor dicho, encauzadas aquellas energías tan baldíamente
    derrochadas en luchas palaciegas y de señores de estados entre
    sí y con los reyes, empleáronse en las empresas más aventureras
    que jamás los españoles mismos soñaron: en echar de todo en
    todo de la patria á los moros, en vencer á Francia y conquistar
    á Italia, en descubrir un mundo nuevo. Colón, arrodillado al
    desembarcar en desconocidas playas; Cortés, aherrojando con
    cadenas de oro á Moctezuma; Pizarro empinándose y señalando con
    el dedo en la pared de la prisión del Inca la raya hasta donde
    había de llenarla de oro en polvo; los soldados de Valdivia
    dejando sus miembros helados en los desfiladeros de los Andes;
    la reina Isabel entrando sobre su hacanea por las puertas de
    Granada, ondeando en el alcázar y minaretes la morada bandera
    de Castilla; Gonzalo de Córdoba echando á puntapiés tras los
    Alpes la última rezaga de franceses; las prensas, en todas
    las ciudades de España, sudando tinta regeneradora, es un
    cuadro que pocas veces ha tenido su parejo con pinceladas
    de tamaña valentía. España se empinaba de repente. El
    empuje del espíritu español en tales circunstancias hubo de
    rebatir y contrastar el elemento afeminado y anticristiano
    del renacimiento, abrazando tan sólo el ansia de conocer la
    antigüedad clásica y enamorándose de su arte, sin dejarse
    mellar por la idea pagana. Dejaremos para sus propios lugares
    las otras tres épocas renacentistas: la del Emperador, la de
    los Felipes II y III y la de Felipe IV: otras no menos notables
    circunstancias hicieron que jamás entrara en España con el
    renacimiento clásico el espíritu pagano, que tan hondo caló en
    Italia y aun en el resto de Europa. España era harto española
    en tiempo de los Reyes Católicos para que del renacimiento
    admitiese idea alguna pagana, desmoralizadora ó destructora de
    la religión católica; sólo admitió el arte, la amplitud del
    humanismo, que dentro del cristianismo encajaba al propio; las
    doctrinas democráticas, que ya aquí vivían como en tierra bien
    sazonada; la unidad política, las tendencias imperialistas y
    absolutistas, buenas al principio, dañosas después; el respeto
    al individuo, más evangélico todavía que pagano; la mayor
    suavidad de costumbres, la finura en el trato, la rebusca del
    galano decir.

    La cultura clásica entra de lleno en España con los humanistas
    italianos que vienen á ella, y los humanistas españoles que
    van á educarse á Italia. Fernando _el Católico_ fué instruido
    clásicamente por Vidal de Noya; la reina Isabel aprendió el
    latín con doña Beatriz Galindo, protegió los estudios é hizo
    que el príncipe don Juan saliese "buen latino", como escribió
    Oviedo, y no menos sabían latín las infantas. "Non vedes
    quantos comienzan aprehender, mirando su realeza?", dice
    Lucena; "jugaba el rey, eran todos tahúres: estudia la Reina,
    somos agora estudiantes". El almirante don Fadrique Enríquez
    trajo á España, en 1484, á Lucio Marineo Sículo; el Conde de
    Tendilla, embajador en Roma, trajo, en 1487, á Pedro Mártir
    de Angleria, que comentó en Salamanca las sátiras de Juvenal,
    entrándole á la cátedra en hombros sus discípulos. Antonio
    Geraldino enseñaba á la infanta Isabel, y su hermano Alejandro
    á las demás infantas.

    Con los trabajos mucho más serios de nuestros humanistas y
    con los estudios de la Universidad de Alcalá, en el primer
    tercio del siglo XVI, la cultura greco-latina se derramó por
    toda España, y no sólo la enseñaban los profesores oficiales,
    sino otros muchos particulares, como en Segovia, Juan Oteo,
    maestro de Andrés Laguna; en Soria, el bachiller Pedro de Rúa;
    en Valladolid y en Olmedo, Cristóbal de Villalón; en Toledo,
    Alfonso Cedillo, maestro de Alejo Venegas; en Calahorra, el
    Bachiller de la Pradilla; en Santo Domingo de la Calzada, Pedro
    Lastra; en Sevilla, Diego de Lora y Cristóbal de Escobar; en
    Granada, Pedro Mata; en Écija, Andrés _el Griego_. Aun de
    las señoras mencionan Lucio Marineo y el _Gynecaeum Hispanae
    Minervae_, de Nicolás Antonio, á doña Juana Contreras, Isabel
    de Vergara, Antonia de Nebrija, la Condesa de Monteagudo, doña
    María Pacheco, doña Mencía de Mendoza, marquesa de Zenete, doña
    Lucía de Medrano, que tuvo cátedra pública de clásicos latinos
    en la Universidad de Salamanca, y la famosa señora conocida
    por _La Latina_, doña Beatriz Galindo (1475?-1534), maestra en
    latín de la reina Isabel. El renacimiento no secó de repente
    las demás fuentes que alimentaban la cultura española. La
    filosofía la traían antes los nuestros de París, y siguieron
    trayéndola hasta que hubo aquí más grandes filósofos, como hubo
    más grandes teólogos que en París. La jurisprudencia siguió
    trayéndose del Colegio de San Clemente, de Bolonia, hasta que
    nuestros jurisperitos sobrepujaron á los venidos de Bolonia.
    No hay más que notar el lugar de impresión de las obras que
    citaremos para echar de ver los autores amamantados en aquellos
    centros de estudios.

    =394.= Hay quien entiende por arte clásico aquellas obras
    pensadas con estudio, meditadas con espacio, como cosa grave
    y seria en la vida; aquel planear dando su justo lugar á
    los miembros; aquel pensar con sensatez y escribir con
    corrección; pesar las palabras, medir su cadencia, aquilatar
    su propiedad, engarzar sonoramente las frases, colorir de
    metáforas apropiadas el estilo, limar y retocar cien veces la
    expresión, refrenar la imaginación y contener la vivacidad y
    rauda del sentimiento, en una palabra, tener en la mano á la
    continua la regla y el compás de manera que, dominando siempre
    la inteligencia al corazón y á la fantasía, en todo se vea la
    mesura, la continencia del pensador y del escritor. Esto será
    talento equilibrado, ingenio discreto, ordenado y sano artista,
    si se quiere, y que, sin duda lo trajo el Renacimiento; pero no
    es ese el artista clásico verdadero. Otros entienden por arte
    clásico la pura imitación de griegos, latinos é italianos y
    aun franceses, la mucha lección de los antiguos, la erudición
    mitológica é histórica que revista hasta los pensamientos
    modernos. Mucho de esto hubo en la época del Renacimiento en
    Italia y en España; pero tampoco es más que arte de reflejo
    y de pueril remedo, que tenía que parar, como paró, en el
    culteranismo. El arte clásico ni rebaja el alto ingenio,
    reduciéndolo á discreto talento, ni menos á discípulo de una
    clase de retórica ó á erudito anticuario.

    Arte clásico es el puramente griego, al cual se le acercaron,
    sin emparejar con él más que rarísimas veces, algunos romanos
    y algunos renacentistas. Arte clásico en España ha de hacerse
    con asuntos españoles, como con asuntos griegos se hizo
    arte clásico en Grecia; como aquél hundía sus raíces en las
    creencias populares de la Hélada, ha de arraigar aquí en las
    populares creencias españolas. Ha de ser sincero y natural,
    porque la naturalidad y verdad son el sano y verdadero
    fundamento del arte, huyendo de todo embuste de convenciones,
    erudiciones extrañas, efectismos hechizos y postizos y fines
    interesados que lo bastardeen y avillanen, y, sobre todo, de la
    afectación, que rebusca caminos extraordinarios y exquisitos
    para pasmar por lo inesperado y fuera de uso. Pero la nota
    distintiva del arte clásico, helénico, digamos, dentro de
    las dichas condiciones, que lo son de toda arte verdadera,
    es un cierto idealismo, no simbólico ni lejano, sino natural
    é inmediatamente nacido de la realidad, contemplada por el
    hombre pensador, que no es frío fotógrafo de la naturaleza.
    Suelen oponer al arte idealista el arte naturalista ó realista,
    y de hecho pueden notarse una y otra tendencia, exagerada
    en muchas obras de arte; pero no ha de creerse que el arte
    helénico ó clásico verdadero sea contrario al arte que remede
    y tome cuanto pueda del natural y de la realidad, antes es su
    fundamento, bien que harto desconocido por los seudoclasicismos
    que fuera de Grecia han señoreado las literaturas posteriores.
    El idealismo que distingue al arte clásico es como el alma
    que el ingenio del artista sopló dentro de lo natural y real
    vivificándolo, humanando, por decirlo así, lo material;
    mejor digamos divinizándolo y endiosándolo, porque aquel
    ideal clásico consistía en levantar, no sólo la naturaleza
    física, sino las acciones humanas mismas hacia la naturaleza
    sobrehumana, que concebían ser la vida de sus dioses, hacia
    aquella soberana serenidad y plácido reposo, que ideaban orear
    las cimas del Olimpo, morada de los inmortales, bañándoles de
    alegre beatitud sin mezcla de las perturbaciones y rastreros
    apetitos, que empañan, cuando no enlodan, á los tristes que
    vivimos en casas de lodo y piedra. La sana y robusta concepción
    de la vida, con la alegría del vivir, que hoy dicen, sólo
    creían competir de lleno á los bienaventurados, que así
    llamaban á los moradores del Olimpo, y esa vida plácida y
    serena, esa belleza inmarcesible y sin mancilla, que Platón
    llamó _la idea de la belleza_, era la que fantaseaban los
    artistas griegos como ideal del arte y la que supieron infundir
    en sus obras, alzando de esta manera de la tierra la naturaleza
    insensible hasta humanarla primero por el antropomorfismo de su
    mitología y endiosarla después á ella y á la misma humanidad
    y acciones humanas y como emparentándolas con los dioses. Tal
    es la serenidad y grandeza más que humana que destella de las
    estatuas griegas, de la epopeya, de la tragedia, que no parece
    sino que sosiega el ánimo del que contempla aquellas obras de
    arte, y le concierta y le asienta los afectos desasentados y
    desconcertados, bañándole todo en una sana placidez, reflejo
    de la que respiran en el Olimpo los inmortales. Clásicos entre
    los modernos son fray Luis de León y Cervantes, Hugo Fóscolo
    y Leopardi, Andrés Chénier y Goethe, en las _Elegías Romanas_
    y en _Ifigenia_. El mismo Eurípides decayó algún tanto de
    la soberana alteza clásica, según le reprochaban los mismos
    críticos griegos, por expresar demasiado humanamente las
    pasiones, desdiciendo de la antigua é ideal serenidad. De aquí
    aquella armonía en el plan, en los pensamientos, en el estilo,
    tan contraria á las disonancias del que llamaron romanticismo
    en el siglo XIX; de aquí aquella paz del alma que mostraban
    los artistas clásicos, tan lejana á la agitación y tumulto de
    los nervios, que hoy tanto se pretende; de aquí aquel "buscar
    el reflejo de los universales, como dice M. Pelayo, y el
    sello y la impresión de las leyes eternas é inmutables", en
    una palabra: _la idea_, en el sentido platónico, mientras que
    muchos hoy anhelan por lo particular, lo mudable, el accidente,
    la aberración; de aquí el seguir el desarrollo lógico y no
    sustituirle con el interés de la curiosidad, el golpe mecánico
    y brutal del efecto y "creer, como añade el mismo autor, que
    el arte acaba en el conflicto y en el problema moral, cuando
    precisamente allí empieza, sin que esa lucha deba ser otra
    cosa que el prólogo necesario para que triunfe la perenne
    _sophrosyne_ y reduzca, domeñe y purifique los inferiores
    afectos de terror y compasión, levantando el alma de las
    miserias de la vida con la majestad solemne de un cántico
    sagrado ó de una iniciación religiosa". (_Estud. de crít.
    liter._, Mart. de la Rosa).

    =395.= Comparadas las literaturas griega, latina y castellana
    en los asuntos predilectos, la griega se distingue
    principalmente por el asunto religioso de su mitología, ya
    desenvolviendo las leyendas de sus dioses, ya las de sus
    héroes, hijos de ellos. La _Ilíada_, la _Odisea_, la tragedia,
    el epinicio, la lírica coral, no salen de este círculo. La
    oratoria y la historia tienen naturalmente sus materias
    propias, así como la filosofía. La literatura latina, en cuanto
    se acerca á la griega y es su imitación en la poesía de su
    mejor época, revolotea en torno de la misma mitología; pero
    en lo que tiene más de romana atiénese á la política, ya en
    la oratoria, ya en la jurisprudencia, ya en la historia, tres
    ramas que nacen del tronco puramente romano, del "Tu regere
    imperio populos, romane, memento". El asunto más favorecido de
    la literatura castellana es sin duda la moral práctica. Desde
    Séneca á Gracián, pasando por los dos Arciprestes, por Rojas,
    Mateo Alemán, Cervantes y Quevedo, desde la mística, digamos
    mejor ascética, hasta la picaresca, desde la novela hasta el
    teatro, domina la nota ética en todos los tonos.

    Cuanto á la cualidad estética principal, la literatura griega
    se distingue por el ideal ya declarado, por la mesura, el
    límite, el _ne quid nimis_; la latina, por el color oratorio y
    retórico; la castellana, por la fuerza del realismo. De aquí
    que la elegancia y la sutileza lleven la prima en Grecia, la
    redondez y grandeza en Roma, el empuje de tonos y colores en
    España. Y es que los dioses y los héroes habían de cantarse
    con serenidad olímpica; la _urbs_, con la ampulosidad de su
    dominio, y las costumbres ó moral práctica, con el brío y
    color de la realidad de la vida. Por eso sobresale Grecia
    en la epopeya y en la tragedia; Roma, en la oratoria y la
    jurisprudencia; España, en la ascética, en la picaresca y en
    la comedia. La epopeya y la tragedia bastardearon al salir de
    Grecia, convirtiéndose en ejercicios eruditos; la oratoria,
    al pasar á España, llegaba ya convertida en retórica, por la
    pérdida de las libertades republicanas, y retórica siguió
    siendo en España. Lo nacional aquí fué la picaresca, la
    ascética y la comedia, géneros verdaderamente nuevos, hasta
    la última, que en sus procedimientos, hallados por Lope de
    Vega, y aun antes por los primitivos dramaturgos, nada debe á
    los del teatro griego y son enteramente contrarios. La novela
    española se espacía en manos de Cervantes sobre la italiana
    del Boccaccio como el águila sobre los pájaros de la arboleda.
    La novela cervantina no es, con todo, más que la condensación
    de los demás géneros literarios que pintan y critican las
    costumbres.

    =396.= El renacimiento español no está, como el renacimiento
    italiano, en la pura imitación de lo greco-romano, y más de
    lo romano que de lo griego; ni menos, como el renacimiento
    francés, en el falseamiento de lo griego por el espíritu
    cortesano y el apocado tinte de elegancia de salón, que le dió
    el seudoclasicismo; ni como la filología moderna alemana, en el
    amazacotado almacenaje de una ciencia greco-romana al menudeo,
    verísima, pero que amontona eruditamente todos los cascotes que
    quedaron entre sus ruinas, habiendo volado el espíritu estético
    que las alentaba. El alma nacional española era entonces
    demasiado grande para entretenerse en juguetear imitando
    hasta el fondo pagano; era sobrado aventurera y rodeadora de
    mundos antes desconocidos para acorralarse en frivolidades
    cortesanas; era harto bullidora y briosa para encerrarse en
    museos y bibliotecas, clasificando hechos, apurando citas y
    cerniendo erudiciones. El alma española borboteaba entonces
    bríos y energías por todo el mundo, estaba henchida de
    hechos y realidades tan hazañosas que casi tocaban á las más
    desaforadas aspiraciones que fantaseada, estaba empapada en los
    sentimientos más hondos del cristianismo, hasta el estoicismo
    en lo moral, la intransigencia en el dogma, el misticismo en
    el pensamiento. Tenía que ser el renacimiento español, por
    consiguiente, de empuje, personal y característico, realista
    y exagerado de tintas y sentimientos, espiritual y cristiano
    hasta el arrobo. Mal cuadraba la serena objetividad, la belleza
    superficial de la pura forma, nota distintiva del arte clásico,
    á una alma ensimada en la lucha interior cristiana de vicios y
    virtudes y arrobada en la contemplación de la nada del hombre y
    del universo, de la inmensidad y eternidad de Dios y de la vida
    futura.

    Por la fuerza de la personalidad ó conocimiento del propio
    valer nacional el renacimiento clásico espoleó en España
    el renacimiento del arte popular ó, mejor digamos, lo hizo
    salir del pueblo y lo llevó al arte erudito, á la literatura
    escrita. Por el vivaz realismo no pudo aquí prosperar lo
    simbólico, ni el remedo é imitación, ni idealismo de ninguna
    especie, sino que se coloreó más y más, y más y más rechinante
    y sincero fué el arte. Por el espíritu cristiano y místico no
    pudo encarnar en nuestra arte el espíritu mundano y material
    del puro alegre vivir de la gentilidad, sino que la hizo
    romántica, mística y espiritual. Por la bandera que levantó
    contra la Reforma protestante, á causa de tener que reprimir
    el Emperador las revueltas de sus súbditos alemanes, no entró
    en España el descreimiento y el paganismo; antes el arte se
    hizo cada vez más católico y espiritualista. Por todo lo cual
    alguien ha negado hubiese en España renacimiento. ¿Cómo iba
    á revivir el espíritu pagano y material en el pensar y en el
    ceñirse á la forma exterior en una nación cuya divisa era el
    cristianismo, esto es, lo más espiritual y místico, lo más
    contrario al paganismo? Si eso nada más es el renacimiento, no
    hubo renacimiento en España. Pero hubo aquí cierto afortunado
    consorcio del hondo pensar cristiano, eterno y espiritual, con
    la delicadeza y blandura de las elegancias en la expresión y
    forma que trajo el renacimiento. ¿Quién no lo ve en la poesía
    de León y en la prosa de Cervantes? ¡Cuán en estrecho nudo
    no se enlazan y funden lo espiritual y místico del pensar
    en la oda á la Ascensión, por ejemplo, con la horaciana
    elegancia, digo más, con la serenidad helénica de la expresión!
    ¡Cuán maravillosamente no se casan en el _Quijote_ la áurea
    amplitud y exquisito humanismo de la expresión clásica y el
    pensar hondamente cristiano y castizamente popular de todos
    los personajes de la novela! Y no solamente en la exterior
    forma de decir está el espíritu clásico, sino en el humanismo
    del tratar y concebir las cosas, con tal de no descantar un
    punto del dogma y de la moral cristiana. Las elevaciones
    platónicas se armonizan en el pensar cristiano nacional con
    las precisiones aristotélicas y escolásticas por manera más
    levantada que en Cicerón, por ejemplo, merced á la inmensa
    capacidad que dentro de la doctrina cristiana, más dilatada
    que el universo, puesto que retrae en su tanto la infinidad
    del Criador de todo, halla toda manera de pensar que esté
    limpia de error y toda manifestación estética de cualquier
    pueblo y siglo que sea. Nuestros autores entraron á saco
    en Grecia y Roma y se apropiaron cuantas preseas hallaron
    de valor, y mucho antes que otros pueblos trajeron al arte
    nacional cuanto hallaron en el inmenso mar de la literatura
    hebraica y en sus comentadores, los Santos Padres. Tanto de
    hebraico como de clásico tiene Fray Luis de León, y nuestros
    místicos y ascéticos sobrepujan á los Padres de la Iglesia más
    elocuentes en fundir armoniosamente el pintoresco y popular
    realismo español con los elementos de doctrina y forma, sacados
    tanto de los gentiles como de los judíos. En esto consiste la
    grandeza de nuestra llamada mística, la obra más española y
    característica de la literatura castellana, hoy poco conocida
    á fondo por ser tan extraña al pensar moderno, material y
    anticristiano. El empuje renacentista, sin embargo, arrolló
    no pocas veces el arte nacional, como sucedió con las frías
    novelas pastoriles clásicas, que estuvieron un tiempo de moda
    á fines del siglo XVI, quedando arrumbada la poesía pastoril
    de nuestros primeros dramaturgos Enzina y Vicente, y acabó
    con todo el arte nacional en el siglo XVII, pues hijuelas
    del clasicismo fueron el gongorismo y el conceptismo, como
    naturales frutos de un arte ajeno, de la imitación y de la
    afectación consiguiente, y así su más propio nombre fué el de
    _culta latiniparla_, que le dió Quevedo. Y ésta es la razón,
    por muchos no vislumbrada, de haber sobrevenido este mal gusto
    y decadencia á todas las literaturas de Europa y al mismo
    tiempo, como que era consecuencia del arte clásico, postizo y
    de imitación, que señoreó en todas partes y tenía que nacer
    cuando el brío personal de las nacionalidades, tan robustas
    antes, venía ya á menos. Durante el siglo XVI nuestra nación
    sintióse tan fuerte, que sacó del clasicismo el provecho que
    podía de él sacarse; pero en descaeciendo el espíritu nacional,
    á principios del siglo XVII, no bastaron los mayores ingenios,
    Góngora, Tirso, Quevedo, Gracián, para contrarrestar los
    naturales efectos de un arte extraño y fueron arrollados por
    él, antes bien, sin querer, fueron ellos los que le rindieron
    parias y vasallaje más que nadie, fueron ellos mismos autores
    de la culta latiniparla, del mal gusto, de la decadencia
    literaria. "El renacimiento español no tiene la frialdad ni la
    objetividad materialista ni esa semicondición de _pastiche_,
    que hace antipáticos y secundarios al renacimiento francés
    y al italiano. En la arquitectura plateresca, al revés, hay
    calor y sentimiento, cierto misticismo sereno, discreto y
    amable y una gran sinceridad. El renacimiento italiano y
    francés, principalmente el primero, interrumpieron la evolución
    lógica del arte; los hombres de aquella época, como se sabe,
    pretendieron resucitar el arte griego y el romano, sin pensar
    en que catorce siglos de cristianismo habían ya ahondado su
    espíritu en el corazón de la humanidad. Así, los dioses de
    los artistas del renacimiento no evocan jamás los dioses
    griegos y romanos, y sus santos, pintados sin fe, simulan
    zurdamente la santidad. Nada de esto sucedió en España. La
    arquitectura plateresca, que continúa en cierto modo el arte
    medieval, es cristiana, castiza y realista, y se diría que ha
    surgido espontáneamente, como una expresión natural del estado
    de las almas". Así Manuel Gálvez (_El Solar de la raza_).
    Todavía se echa esto mejor de ver en la pintura. Mientras la
    italiana paganiza sus santos, desnudándolos de aquel celestial
    misticismo de Fra Angélico para engrosarles muslos y espaldas
    á lo Miguel Ángel y materializarlos enteramente, la pintura
    española llega al más alto grado de expresión cristiana y
    mística, y ni los pintores españoles que van á Italia traen
    de allí el paganismo, sino ciertos toques de humanismo y
    delicadeza, de grandeza olímpica y serenidad clásica, que saben
    maravillosamente casar con el realismo español y el misticismo
    cristiano, ni los pintores italianos que vienen á España
    tienen valor para persistir en su paganismo, cuanto menos
    poder para imponerlo á los españoles, antes se españolizan en
    el grado que admiramos en las obras del Greco. Lo que pasó
    en arquitectura y en pintura puede servirnos de ejemplo para
    entender lo que en literatura pasó. Nuestros autores de los
    siglos XV, XVI y XVII tomaron del clasicismo lo que nuestros
    pintores, quedando hondamente cristianos y realísticamente
    españoles. Ahora bien, esto no es decir que no hubo
    renacimiento en España, como algunos por ahí propalan, sino
    que lo supieron los españoles aprovechar mejor que nadie, no
    desnacionalizando ni despersonalizando el arte, como italianos
    y franceses, no paganizándolo ni descristianizándolo, sino
    reforzando y retocando el arte realista y cristiano con los
    elegantes matices del humanismo clásico. Que si por clasicismo
    y humanismo, si por renacimiento entienden el olvidar las
    cualidades nacionales y el espíritu cristiano, para echarse en
    brazos del paganismo y del culto á la materia, cierto no hubo
    semejante renacimiento en España y ni fuera bueno lo hubiera,
    porque para arquitectura, escultura, pintura y literatura de
    mera imitación clásica, de feo maridaje entre Cristo y Belial,
    entre el espíritu cristiano y el de la pura carne, hartos
    monumentos nos dejaron los italianos y franceses, quedando, por
    supuesto, siempre muy por bajo de los dechados que imitaban,
    como tiene por ley que acontecer en toda imitación; pero no
    hubiéramos tenido el arte realista y místico, que en escultura,
    pintura y literatura admiran cada vez más los entendidos y que
    sobrepuja en valer estético á todo el clasicismo imitativo
    del renacimiento, como tiene que sobrepujar lo personal á lo
    prestado, lo vivido á lo copiado, lo natural á lo postizo, lo
    popular y nacional á lo erudito y extraño.

    =397.= Como acaso no faltará quien halle contradicción entre
    el realismo, que caracteriza la literatura y el arte español, y
    el misticismo cristiano, que es su verdadero espíritu, aunque
    el que tal contradicción halle da muestras de no conocer
    el arte español, conviene aclarar entrambos conceptos, de
    suyo clarísimos. El espíritu del arte español es cristiano y
    por consiguiente más ideal todavía que el que animó al arte
    helénico, cuanto nuestra religión es más sobrehumana y rebasa
    las lindes mismas del humano entendimiento. Todo el ideal
    platónico y olímpico de Grecia es nada si se compara con el
    soberano ideal de nuestro Dios infinito, y de su Iglesia y de
    la doctrina del Evangelio, que Jesús trajo al mundo, y con la
    inmortalidad de las almas. Pero el modo de expresión, en que
    el arte consiste, puede ser más ó menos realista y concreto.
    El Apolo de Belvedere, por ejemplo, es un hombre perfectísimo,
    cual los griegos alcanzaban á concebirlo y cual su ideal de la
    humanidad sana, olímpica y serena supo tallarlo. La escultura
    del San Francisco, de Alonso Cano, en la catedral de Toledo,
    lleva consigo un ideal todavía superior, el ideal del santo
    cristiano, que está muy por cima del ideal del dios olímpico
    pagano. Ved, con todo, qué expresión de hombre real y de vida
    tiene la estatua de San Francisco. El Apolo no vive, ni tiene
    pupilas siquiera, es el hombre idealizado; el San Francisco
    es el ángel humanado, es el ideal cristiano tan realistamente
    expresado, que es hombre vivo. Los griegos dejaban sin pupilas
    sus estatuas cabalmente porque por ellas sale la vida del alma,
    y ellos pretendían expresar hombres endiosados tan serenos
    y sin la lucha de las pasiones humanas como concebían á sus
    dioses en el Olimpo. Los cristianos pintaron esa lucha en los
    ojos de sus esculturas porque pretendieron expresar hombres
    vivientes en este mundo, sin por eso dejar de poner en ellos
    el espíritu del ideal misticismo que les animaba. Esto de los
    ojos es un símbolo, pues en todo lo demás, gestos y posturas,
    los griegos expresaban la misma serenidad olímpica, y los
    cristianos, las luchas del alma y de la vida. Y esa serenidad
    es el sello de la arquitectura griega, así como esa vida y
    espíritu es el sello de la arquitectura cristiana. La expresión
    de la realidad viviente es del arte cristiano, pero, sobre
    todo, del arte español, el cual, con todo eso, expresa el más
    elevado ideal cristiano, el misticismo, pero de otra manera
    más encubierta, como latiendo debajo de aquella forma viva y
    realista en la cual se encarna. Más común es todavía exagerar
    la adustez y la tristeza del arte español, pero no es menos
    falso. Adusto y triste es lo cristiano para el mundano, para
    la carne, para el que sólo busca carnales deleites. Tales son
    hoy día los que hallan adusto y triste el arte español. Los
    libros de San Juan de la Cruz están rebosando alegría, pero
    alegría espiritual, con tratar del renunciamiento á todos los
    placeres mundanos. El arte español se hizo para españoles,
    para cristianos; los modernos, mundanos y paganos, no saben
    entenderlo, porque no saben leer el alfabeto cristiano, que
    no es arte, sino expresión, y se lee una obra de arte como
    se lee un libro. Para los extranjeros modernos y para los
    extranjeros anticatólicos antiguos el arte español está en
    algarabía y así lo hallan triste y adusto, como tan opuesto
    al concepto que tienen formado de la vida. Pero ¿hay nada más
    apacible que las _Moradas_, que fray Luis de León, que la
    _Subida al monte Carmelo_? ¿Hay cosa más luminosa y alegre que
    la _Noche escura_? ¿Hay catedral más graciosa que la de León,
    más elegante que la de Burgos, más esbelta que la de Sevilla,
    más triunfal que la de Toledo? ¿Dónde está en estas catedrales
    españolas la adustez, la tristeza? Claro está que tristes y
    adustas las hallará la bailarina parisiense que se viniese á
    verlas; pero yo os aseguro que no menos tristes hallaría sus
    bailes parisienses si pudiera irlos á ver un San Juan de la
    Cruz. Ahora, comprendido el contraste que hay entre el espíritu
    cristiano de la España antigua y de su arte y el de los pueblos
    europeos de aquella misma época, que se habían pasado al campo
    de los herejes y de los de hoy todavía más anticristianos que
    aquéllos, incapaces de comprender la alegría del triunfo del
    cristiano sobre el mundo, del desasimiento de todo sobre los
    placeres de la carne, fácil cosa será de ver por qué llamaron
    y llaman adusto y triste al arte español los que no tuvieron ó
    no tienen el añejo y cristiano espíritu de aquellos españoles.
    Y lo que más es, con esto mismo se comprenderá el porqué de la
    negra leyenda forjada antiguamente entre los herejes de los
    Países Bajos, de Inglaterra y Alemania, sobre España, sobre su
    crueldad y sobre la adustez de su arte, y, en una palabra, se
    comprenderá la razón de la inquina de la civilización moderna
    contra la España que fué y aun la España que es, en cuanto
    la creen heredera de aquélla en el espíritu cristiano. Éste
    es el punto capital en materia de crítica cuando se trata de
    cosas españolas. Gracias que las luchas religiosas no llegan
    á algunas almas serenas de pensadores modernos, los cuales
    van cayendo en la cuenta y admirando cada vez más el arte
    personalísimo español. Pío Baroja, novelista nada reaccionario,
    ha escrito: "Salamanca parece demostrar en sus calles que el
    pueblo español, además del brío y de la violencia en la vida
    y en el arte, guardaba un fondo de gracia suave, hoy quizá
    perdida". Las fachadas de San Esteban y de la Universidad dan
    un terrible mentís, efectivamente, á los que tienen por adusto
    y sin gracia el arte español y ponen bien de manifiesto el
    feliz desposorio del arte místico y realista nacional con el
    arte del renacimiento, y Salamanca, respirando hondo misticismo
    español y elegante alegría clásica, vale más que cualquiera
    de las grandes ciudades europeas, si la espiritualidad que
    allí todavía se huele y se palpa vale algo más que el burgués
    materialismo que á ellas fríamente las embellece.

=398.= _Año 1474._ RODRIGO DE COTA DE MAGUAQUE, llamado _el tío_ y
_el viejo_, para distinguirle de otro más joven, fué toledano y judío
converso, que azuzó al populacho contra los de su nación, lo cual
afiló la pluma de su antiguo correligionario Antón de Montoro para
endilgarle las coplas de _Gentilhombre de quien so_. Murió antes de
1495, ignorándose la fecha de su nacimiento. Lo que le inmortalizó fué
el _Diálogo entre el amor y un viejo_, en 70 estrofas de nueve versos
cada una, obra que pudo y hemos visto representar en Madrid, y de hecho
es un pequeño drama filosófico, que va derecho al desenlace, de acción
sencilla, estilo natural, lenguaje castizo, lucha de pasiones.

Tuvo imitadores y aun añadidores. Así en un códice de la Biblioteca
Nacional de Nápoles, hallado por Alonso Miola. Así Juan del Enzina en
_El Triunfo del Amor_, en la _Égloga de Cristino y Febea_.

    =399.= Su origen judío se saca de unos versos suyos, dados
    á luz por Foulché-Delbosc en la _Revue Hispanique_, 1894,
    marzo, y cuyo manuscrito está en la Nacional (K-97), y
    parece fueron escritos después de 1472. En el _Cancionero_
    de 1511 se describe así el argumento del _Diálogo_: "Obra
    de Rodrigo de Cota, á manera de diálogo entre el amor y un
    viejo, que, escarmentado de él, muy retraído, se figura en una
    huerta seca y destruída, do la casa del Placer derribada se
    muestra, cerrada la puerta, en una pobrecilla choza metido,
    al cual súbitamente paresce el Amor con sus ministros; y
    aquél humildemente procediendo y el Viejo en áspera manera
    replicando, van discurriendo por su fabla, fasta que el Viejo
    del Amor fué vencido", y luego burlado del Amor y despreciado
    como una espuerta de huesos, con el consiguiente contraste
    dramático.

    Además de incluirlo todas las ediciones del _Cancionero
    general_, se imprimió con las _Coplas_ de Jorge Manrique, con
    las de Mingo Revulgo y las _Cartas de refranes_, de Garay,
    por ejemplo, en las ediciones de Alcalá, 1564; Madrid, 1632.
    También en el libro de _Refranes_, de Oudin, París, 1609; Lyon,
    1614; Bruselas, 1634, etc. Reimprimióse, con _La Celestina_,
    por Amarita, en 1822; en los _Orígenes_, de Moratín; en la
    _Floresta_, de Bölh de Faber; en el _Romancero_, de Durán.

    =400.= Rodrigo de Cota de Maguaque. _Diálogo entre el
    Amor y un Viejo_, Biblioteca Oropesa, t. IV, reimp. en
    _Cancionero general de Hernando del Castillo_, ed. Soc. de
    Biblióf. Españoles, 1882, t. I, págs. 297-308; _Εpithalame
    burlesque_, ed. R. Foulché-Delbosc, en _Revue Hispanique_
    (1894), t. I, págs. 69-72. Consúltense: A. Miola, _Un testo
    dramatico spagnuolo del XV secolo_, etc., en _In memoria
    di Napoleone Caix e Ugo Angelo Canello_. _Miscellanea di
    filologia e linguistica_ (Firenze, 1886), págs. 175-189; M.
    Menéndez y Pelayo, _Antología de poetas líricos_, t. VI, págs.
    CCCLXXVI-CCCLXXXIV; A. Bonilla, _Anal. de la lit. esp._, 1904,
    pág. 164.

    En 1475 JUAN MARBRES, catalán, canónigo de Tortosa, escribió
    _Quaestiones in octo libros Physicorum_, Padua.

=401.= _Año 1476._ JORGE MANRIQUE (1440?-1479), señor de Belmontejo,
hijo cuarto del conde de Paredes, don Rodrigo, y de su primera mujer
doña Mencía de Figueroa, sobrino de Gómez Manrique, nació probablemente
en Paredes de Nava, cabeza del señorío de su padre, en la provincia de
Palencia. Partidario, como todos los suyos, del infante don Alonso,
derrotó cerca de Ajofrín á don Juan de Valenzuela, recobrando para
don Álvaro de Estúñiga, su primo, el Priorato de San Juan, de que le
había querido desposeer don Enrique IV. Asistió en 1474 á la elección
de Maestre de Santiago, que en Uclés hicieron en favor de su padre,
logrando él mismo uno de los trecenazgos de la Orden. Defendió en
1475 el campo de Calatrava por la Reina Católica contra el Marqués
de Villena, sostuvo con su padre el asedio de Uclés contra el mismo
y el Arzobispo de Toledo, quedando el castillo por el Maestre. Con
Pedro Ruiz de Alarcón tuvo como capitán una compañía de hombres de
armas en 1478 en la campaña contra el mismo Marqués de Villena; pero,
según cuenta Hernando del Pulgar, "se metió con tanta osadía entre los
enemigos, que por no ser visto de los suyos para que fuera socorrido,
le firieron de muchos golpes y murió peleando cerca de las puertas del
castillo de Garci-Muñoz, donde acaeció aquella pelea". Fué sepultado en
la iglesia vieja del convento de Uclés, donde vió su sepultura Garibay.

Sus poesías erótico-cortesanas son como las comunes de sus coetáneos,
aunque se distinguen por cierta sencillez agradable. Las que le han
hecho célebre son las por antonomasia llamadas _Coplas de Jorge
Manrique por la muerte de su padre_ (1476), una de las poesías más
delicadamente sentidas y más conocidas de todo el mundo entre cuantas
se han hecho en España. De las 43 coplas, 17 tratan del elogio fúnebre
del Maestre, con entonación de verdadero himno triunfal, no con
lloriqueos ni sentimentalismos más ó menos afeminados, como preparación
que son para elevarse en alas del mismo soplo filosófico y cristiano,
que bullía en el pecho de los escritores bíblicos y en nuestra España
en el pecho del Arcipreste de Hita, á las soberanas alturas desde donde
se abarcan los estragos de la muerte y la deleznable caducidad de las
cosas humanas. Semejante alteza de pensamientos, expresada con desusado
brío, con verdad rajante, con colores de fuego, ha inmortalizado estas
_Coplas_, que sobrepujan al género común elegíaco, entretenido en los
sentimientos personales del poeta, pues ensanchando la consideración y
generalizando el dolor á toda la humanidad, toma un tinte de eternidad
que frisa en lo que llamamos sublime.

El asunto es tan común, que no hay para qué devanarse los sesos
buscando las fuentes de donde lo sacó; lo original de Jorge Manrique
está en haber sabido tratarlo con la verdad con que sintió la muerte
de un tan esclarecido varón y padre suyo, de suerte que dejándose de
las erudiciones trasnochadas y frías con que otros lo habían antes de
él tratado, vistió con la gracia serena y melancólica gravedad de su
propio genio los hechos desgraciados que él mismo había contemplado
durante su vida. De aquí el color, el realismo, la verdad en suma,
que lleva hasta el fondo del alma los levantados pensamientos y el
dolor universal en que su personal dolor se transforma, que sosegada y
melancólicamente va cayendo en ella con impresión inenarrable. El metro
es acomodadísimo con aquellas caídas de pie quebrado en que parecen á
vueltas derrumbarse las grandezas humanas.

    =402.= Sobre la vida de Jorge Manrique véase Luis de Salazar,
    _Historia de la Casa de Lara_, 1. X, c. XV. Alonso de Fuentes,
    en su _Libro de los cuarenta cantos_ (1550), dedicó un romance
    á la muerte de Jorge Manrique, que concuerda con la narración
    de Pulgar y prueba que Mariana confundió el encuentro en
    que murió el poeta con otro anterior en que fué desbaratado
    por Pedro de Baeza en el Cañabete. Las poesías de Jorge
    Manrique son unas cincuenta, que se hallan en el _Cancionero_,
    de Hernando del Castillo (1511), dos reproducidas en el
    _Cancionero de obras de burlas provocantes á risa_ (1519) y
    otras en los _Cancioneros_ de Toledo (1527), y Sevilla (1535).
    Juan Valera, traduciendo de Schack en el metro de Jorge
    Manrique la elegía que el poeta rondeño Abul-Beka hizo en
    tiempo de San Fernando y de don Jaime _el Conquistador_ para
    llorar la pérdida de Córdoba y Sevilla, Valencia y Murcia,
    afirmó que "Jorge Manrique hubo de conocer los versos del
    poeta arábigo". Pero prescíndase del metro, que ilusiona más
    de lo que parece, y leída la elegía arábiga en árabe ó en
    otras traducciones prosaicas, como la francesa de Grangeret
    de la Grange del 1828, la castellana de León Carbonero y Sol,
    la alemana de Schack, ya no es tan ceñida la semejanza. El
    empleo de la interrogación es cosa que tan naturalmente ocurre
    al cantar la poquedad y fin de las glorias mundanas, que no
    puede considerarse sino como casual en ambas composiciones.
    Los pensamientos, las sentencias, las imágenes de las _Coplas_
    se hallan en cuantos libros se leían en el siglo XV, de la
    Escritura, de los Santos Padres, de los moralistas y poetas
    castellanos, como puede verse en Menéndez y Pelayo. Ticknor,
    _Hist. de la lit. esp._: "Son versos que llegan hasta nuestro
    corazón, que le afectan y le conmueven, á la manera que hiere
    nuestros oídos el compasado son de una gran campana, tañida
    por mano gentil y con golpes mesurados, produciendo cada vez
    sonidos más tristes y lúgubres, hasta que por fin sus últimos
    ecos llegan á nosotros como si fueran el apagado lamento de
    algún perdido objeto de nuestro amor y cariño". Longfellow, en
    su excelente traducción de las _Coplas_: "Es un modelo en su
    línea, así por lo solemne y bello de la concepción como por
    el noble reposo, dignidad y majestad del estilo, que guarda
    perfecta armonía con el fondo". Lope de Vega dijo que merecían
    estar escritas con letras de oro. Mariana las califica de
    "trovas muy elegantes, en que hay virtudes poéticas y ricos
    esmaltes de ingenio y sentencias graves á manera de endecha".

    La más antigua edición parece ser la del _Cancionero_ llamado
    de fray Íñigo de Mendoza, probablemente de Zamora, hacia el
    1480; después se imprimió en las _Coplas de Vita Christi_,
    Zaragoza, 1492; en el _Cancionero_ de Llavia, Zaragoza (siglo
    XV). Añadiéronse al _Cancionero general_ desde el 1535, por
    lo menos. Hiciéronse siete glosas en verso y una en prosa.
    La del licenciado Alfonso de Cervantes, corregidor que fué
    de Burguillos, Lisboa, 1501, y última edición, Cuenca, 1552.
    La de Luis de Aranda, vecino de Úbeda, Valladolid, hacia el
    1552. La del capitán Francisco de Guzmán, León de Francia (sin
    fecha); Amberes, 1558, 1598; Madrid, 1799. La del cartujo don
    Rodrigo de Valdepeñas, prior del Paular, Alcalá, 1564, 1570,
    1588; Sevilla, 1577; Huesca, 1584; Madrid, 1614, 1632. La
    del Protonotario Luis Pérez, natural de Portillo, cerca de
    Valladolid, Valladolid, 1564. Cerdá y Rico reimprimió estas
    cuatro glosas en 1779. Además las dos de Jorge de Montemayor,
    una con sus _Obras_, Amberes, 1554, y en pliego suelto,
    Valencia, 1576; otra en pliego de la Biblioteca Nacional de
    Lisboa; y la de Gregorio Silvestre, la mejor de todas, en sus
    Obras, Granada, 1582, etc. Fray Pedro de Padilla, _Jardín
    Espiritual_ (1585), y Camões, _Carta terceira_, las imitaron.
    Tradújose al latín en dísticos (Gallardo); en inglés, _Revista
    de Edimburgo_, 1824 y Longfellow, Boston, 1833; en francés
    algunas estrofas por Maury, _L'Espagne Poétique_, 1826, y
    Puymaigre (1873). Luis Venegas de Henestrosa les puso música,
    _Libro de cifra nueva para tecla, harpa y vihuela_, Alcalá,
    1577.

    Jorge Manrique. _Coplas por la muerte de su padre_, ed. R.
    Foulché-Delbosc, Madrid, 1912; ed. Biblioteca Oropesa, t.
    II. Consúltese: Μ. Menéndez y Pelayo, _Antología de poetas
    líricos_, etc., t. VI, páginas CIV-CLI.

    =403.= Los _Fueros de Aragón_ fueron impresos entre 1476 y
    1481. Véase _Bibliografía zaragozana del siglo XV, por un
    bibliófilo aragonés_ (don Juan M. Sánchez).

    En 1476 acabó JUAN DE SOCARRATS _In feudorum consuetudines
    Cataloniae Principatus Commentaria_, impresos en 1551.

=404.= _Año 1477._ MOSÉN UGO DE URRÍES tradujo el _Valerio Máximo,
transferido del latín en lengua francesa por maestre Simón de Hedin
maestro de santa theologia_, Zaragoza, 1495. En esta edición se dice
que la traducción fué hecha el 1467; pero ya notó Latassa que no se
hizo hasta el 1477. Efectivamente, en 1466 fué Urríes enviado de
Embajador de Alfonso V de Aragón á Inglaterra y en 1477 lo fué, no
sólo de Inglaterra y Borgoña, sino también de Flandes, y hallándose
tres años después desempeñando esta triple embajada en Brujas hizo la
traducción, por haberle prestado el duque Carlos de Borgoña un ejemplar
de la versión que Simón de Hedin y Nicolás de Gomiesa hicieron en
francés del original latino. (_Bibliograf. zaragozana del siglo XV._)
Además Sevilla, 1514; Alcalá, 1529.

    =405.= _Año 1477._ ALONSO DÍAZ DE MONTALVO murió muy viejo
    después de 1492, ejerció cargos con don Juan II y Enrique IV y
    fué consejero y oidor de los Reyes Católicos, por cuyo encargo
    coleccionó las leyes y ordenanzas conocidas con el título de
    _Ordenamiento Real_. Suyas son las glosas del _Fuero Real_ y
    de las _Partidas_. En 1477 publicó el _Repertorio alfabético
    del Derecho_. En 1484, las _Ordenanças reales de Castilla_ ú
    _Ordenamiento Real ó de Montalvo_, Huete; Zamora, 1485; Burgos,
    1488; Zaragoza, 1490: se duda si tuvo fuerza de ley. Los Reyes
    Católicos formaron un cuaderno de decisiones, que se publicó en
    las Cortes de Toro de 1505, al jurarse á doña Juana, su hija:
    son las _Leyes de Toro. Libro de Leyes_, Zamora, 1484, 1485;
    Venecia, 1501. _Las Siete Partidas glosadas_, 1491. _Fuero
    Real Glossado_, 1500, al cual acompañan los curiosos opúsculos
    _De Consilio Regis_, _De los que no obedecen al mandamiento
    del Rey_, _De Doctrina addiscendi_, _Del procedimiento contra
    el reo ausente_, _De la excelencia del matrimonio_, _De la
    potestad del Papa y del Rey ó Emperador_, _De la unidad de los
    fieles_, _De la conversación con mujeres_, etc. Consúltese:
    _Elogio del Dr. Alf. D. de Montalvo_, por Fermín Caballero,
    Madrid, 1870; del mismo, _Conquenses_, Madrid, 1873.

    =406.= _Año 1479._ EL MAESTRO PEDRO DE OSMA, catedrático
    de Prima en Salamanca, en la segunda mitad del siglo XV.
    Trabajos de corrección del texto de la _Vulgata_. Escribió
    _De confessione_ (libro herético), que refutaron Ximénez de
    Préxamo, Juan López, Pedro Díaz de la Costana, etcétera. _Super
    libros Metaphysicorum_, después traducido al castellano. _De
    comparatione Deitatis propietatis et personae disputatio seu
    repetitio_. _Commentaria in simbolum quicumque vult salvus
    esse_. _In ethicos Aristotelis libros Commentaria_, Salamanca,
    1496. El arzobispo Alonso Carrillo juntó en Alcalá á los
    mejores teólogos de su diócesis y, después de oídos, condenó
    como heréticas las proposiciones de Osma (1479), y Sixto IV
    confirmó la sentencia.

    _Don Francisco de Toledo_, obispo de Coria, escribió, en
    tiempos de Sixto IV (1471-1484), _Theologico-iuridicum contra
    eos qui ad dividenda et conferenda privatis factionibus regna
    impotenter aguntur, commentarium_. _Conciones_.

=407.= _Año 1480._ FRAY ÍÑIGO DE MENDOZA, franciscano, cuya libertad
evangélica, vena satírica y privanza cortesana le granjearon envidias
y detracciones por parte de algunos trovadores menos atendidos ni
atendibles, fué el poeta más leído de su tiempo, y con razón, pues
á la facilidad y suavidad en el versificar juntó un tono satírico
sincero, una unción devota, sencilla, y, lo que más es, supo hermanar
la cortesana elegancia de los antiguos trovadores eruditos con el arte
popular, que en los anteriores poetas andaba todavía como en manos del
vulgacho y con fray Íñigo sube á los estrados. Fué de los primeros, en
efecto, que contribuyeron á enlazar en estrecho nudo las dos tendencias
artísticas, la clásica ó erudita y la popular, á injerir en la fría
vena de los trovadores cortesanos aquella sangre popular por ellos
menospreciada, cuyas pocas muestras conservadas del _Mio Cid_, del
_Arcipreste de Hita_, etc., son la única verdadera y eterna poesía que
admiramos entre el fárrago erudito, seco y leñoso de la poesía medieval
castellana. Él fué quien levantó el romance, cuyo origen se desconoce,
por desconocerse toda la poesía popular anterior, menospreciada por
su homónimo el Marqués como propia de la gente "de baxa e servil
condicion", quien lo sacó de la oscuridad y lo llevó á los palacios.
Esta savia popular en el fondo y en la forma hizo se leyesen tanto
sus versos, porque los llenó de verdadera poesía. El desposorio de la
musa erudita con el arte popular, inconsciente y por lo mismo natural
y humano, quedaba consumado: desde entonces, hubo en España poesía
verdadera.

Las obras de fray Íñigo son, ante todo, el poema de _Vita_ Christi,
después el _Sermón trovado sobre las armas del rey don Fernando_, el
_Dictado en vituperio de las malas mujeres y alabanza de las buenas_,
las _Coplas en loor de los Reyes Católicos_, la _Cena que Nuestro Señor
fizo á sus discípulos_, el _Dechado de la reina doña Isabel_, la _Justa
razón contra la sensualidad_, los _Gozos de Nuestra Señora_, la _Pasión
del Redentor_, las _Coplas al Espíritu Santo_, y la _Lamentación á la
quinta angustia, quando Nuestra Señora tenía á Nuestro Señor en sus
brazos_. La más celebrada fué el _Vita Christi_, que llega solamente
á la degollación de los inocentes, con ser bien larga, á causa de las
digresiones morales y satíricas con que está salpicada la narración.
Está en quintillas dobles por la mayor parte, y contiene además himnos,
romances y villancicos, y una escena dramática del ángel con los
pastores de Belén, precedente de las de Juan del Enzina hasta en el
lenguaje casi sayagüés y ciertamente pastoril y popular, como que se
inspiró en las _Coplas de Mingo Revulgo_, y lo confiesa el autor al
hablar de la Circuncisión.

    =408.= El apellido Mendoza lleva á suponerle emparentado con
    el Marqués de Santillana, por lo menos mediante adopción en el
    bautismo ó deudo espiritual, tomando el nombre de su padrino,
    como solía acontecer. Un Vázquez de Palencia "endereza" ciertas
    coplas "á su amiga, porque le envió á pedir la obra de _Vita
    Christi_", le llama "frayle revolvedor" y afortunado en amores;
    otro galán, no menos descontento del "lindo frayle de palacio"
    le achaca cosas todavía peores: "No con risueño mirar | viendo
    gracia en la mujer, | desealla festejar, | y dalle bien á
    mostrar | que cartas le yran á ver... | no las monjas requerir
    | muchas veces á menudo". La reina Isabel no hubiera admitido
    en su corte fraile tan relajado ni en los versos de fray Íñigo
    se halla más que entereza de carácter, unción religiosa,
    cristiana libertad y piedad sincera.

    Las primeras ediciones de las obras de fray Íñigo no llevan
    fecha y son de los libros más raros. Así la gótica del ejemplar
    de El Escorial, probablemente hecho en Zaragoza, en 1482: _Vita
    xpī fecho por coplas... a peticiō de la muy virtuosa señora
    doña juana de Cartagena; el Sermon trobado que fizo fray yñigo
    de mēdoza al muy alto y muy poderoso principe rey y señor el
    rey dō fernãdo rey de Castilla y de aragon sobre el yugo y
    coyundas que su alteza trahe por devisa; el Dezir_ (de Jorge
    Manrique) _por la muerte de su padre, Regimiento de Principes_
    (de Gómez Manrique). Sus obras fueron el fondo principal
    de varios _Cancioneros_, los más antiguamente impresos en
    España. Hay uno que parece ser de Antón de Centenera, impresor
    de Zamora: _Vita Christi_, etc., con las _Coplas_ de Jorge
    Manrique y las de Juan de Mena. El mismo impresor publicó en
    1482 el _Vita Christi_ y el _Sermon trobado_. Otros cancioneros
    de fray Íñigo, con las _Coplas_ de Jorge Manrique y de Mena,
    son los de Juan Vázquez, Toledo, 1486, y de Paulo Horus de
    Constancia, alemán, Zaragoza, 1492 y 1495. Las _Coplas de
    Vita Christi_, Sevilla, 1506, en el Registro de la biblioteca
    de don Fernando Colón. Los _Cancioneros generales_ tienen
    pocas poesías de fray Íñigo. En El Escorial hay un cancionero
    manuscrito de sus principales obras (III, K. 7). Un libro en
    prosa trae Gallardo: _Comiença un tratado breve y muy bueno de
    las cerimonias de la misma cō sus contēplaciones compuesto por
    fray Íñigo de mēdoça_, 1499.

    Íñigo de Mendoza. _Cancionero_, ed. R. Foulché-Delbosc, en
    _Cancionero Castellano del siglo XV_, I, Nueva Bibl. de Aut.
    Esp., XIX, páginas 1-120.

    =409.= En 1480 se tradujo la _Chronica quae dicitur fasciculus
    temporum_ (hecha por Wernero Rolewink en Colonia), Sevilla.

    En 1480 NICOLÁS BONETO, del orden de los Menores, escribió
    _Postillas in Genesim_. _Commentarium in IV Libros
    Sententiarum_, Barcelona, 1493. _De Conceptione B. Mariae._
    _Formalitates e doctrina Scoti._

    En 1480 MAURO ANTONIO SORBÉS publicó _Noticia práctica
    agrimensoria_.

    =410.= En 1481 y 1490 se publicó el _Cancionero de Ramón de
    Llabia_, Zaragoza (_Bibliogr. zarag. del siglo XV_).

    En 1481 TERESA DE CARTAGENA, monja, escribió _Arboleda de los
    enfermos_. _Admiración de las obras de Dios._ (Ambas obras en
    El Escorial).

    En 1481 ALFONSO NÚÑEZ DE TOLEDO escribió _Vencimiento del
    mundo_ (Bibl. Escor.).

    En 1481 LUIS FENOLLET escribió _La Historia de Alexandre scrita
    de Quinto Curcio Ruffo_, Barcelona.

    DON JUAN DE MOLES MARGARIT, cardenal, obispo de Gerona, llamado
    EL GERUNDENSE (1404-1484), escribió en los cuatro últimos
    años de su vida _Paralipomenon Hispaniae libri X_, obra de
    mucha erudición sobre antigüedades españolas, que publicó
    el hijo de Nebrija con otras de don Rodrigo Toledano, la
    _Anacephalaeosis_, de Alfonso de Cartagena, etc., en Granada,
    1545. _Corona Regum_ ó _De Regis officio atque optimo imperio_
    (Ms. de El Escorial). Vid. P. Fidel Fita: _El Gerundense y la
    España primitiva_ (Discurso; Madrid, 1879).

=411.= _Año 1482._ MOSÉN DIEGO DE VALERA (1412-1487), probablemente
hijo ó nieto de Juan Fernández de Valera, regidor de Cuenca y criado
de la casa de don Enrique de Villena, que le dedicó algunas de sus
obras, como la _Consolatoria_; no poseía más que "un arnés y un pobre
caballo". Desde la edad de quince años se crió en palacio entre los
donceles de don Juan II y del príncipe don Enrique, asistió (1431)
á la campaña de la Vega de Granada y á la batalla de la Higuera, al
sitio de Huelma (1435), al pie de cuyos muros fué armado caballero
por el frontero de Jaén, Fernán Álvarez, señor de Valdecorneja; salió
de España (1437), asistiendo al sitio de Montreal con Carlos VII, de
Francia, y queriéndole asalariar Alberto en la guerra civil que en
Bohemia traía con los husitas ó tabaritas ó calixtinos, respondióle
que "no era allí venido á ganar sueldo, más á le servir en aquella
guerra como cada uno de los continos de su casa". Señalóse en ella con
otros españoles y sobre ellos en la cortesía caballeresca y patriótica,
como cuando, cenando con el rey Alberto, osó decir el conde Roberto de
Sailly, sobrino del Emperador, que el Rey de Castilla no podía usar
armas reales por haberlas perdido don Juan I en Aljubarrota, como lo
probaba la bandera que guardaban los portugueses en el monasterio de
Batalha, pues de hinojos y pedida licencia al Rey, dijo que había dos
géneros de armas, "de linaje e de dignidad", y que éstas sólo con
la dignidad real podían perderse, ofreciendo sustentarlo en campo
abierto, y el Rey dióle la razón añadiendo que no sólo merecía nombre
de caballero sino de doctor, y desde allí le regaló y honró, y al
volverse á Castilla le dió la Orden del Dragón de Hungría, la del
Tusón ó Tusinique de Bohemia y la del Águila Blanca de Austria, con
más 200 ducados de acostamiento para el viaje y una carta para el
Rey de Castilla, el cual le dió de su parte el collar de la Orden de
la Escama, el yelmo del torneo, cien doblas de oro y el dictado de
Mosén. Ofrecióse á romper una lanza en el paso honroso del árbol de
Carlomagno, defendido por Pedro de Beaufremont, señor de Charny, junto
á Dijón, y rompióla con Tibaldo, señor de Rougemont, y con Jacques de
Chalaux, señor de Amavila, saliendo de entrambos vencedor con gran
honra y prez, regalándole el Duque 12 tazas y dos jervillas de plata
del peso de 50 marcos. Fué enviado con misiones diplomáticas al rey
de Francia, Carlos VII. Famosa es la carta que exhortando á la paz
escribió desde Segovia en 1441 al Rey, estando al servicio del príncipe
don Enrique, llena de gravedad y cortesía, libertad y modestia, como
todas las que después escribió, de las cuales la más celebrada es la
de 1448. Asistió como Procurador por Cuenca á las Cortes de Valladolid
(1448), donde llevó con entereza la contraria á la propuesta del
Rey, y concesión de los demás, contra los enemigos de don Álvaro de
Luna, y luego escribió al Rey á Tordesillas con mayor fuego y hasta
descomedimiento, de lo cual sacó dejar enojado al Rey y tomarle á su
servicio el conde de Plasencia, don Pedro Destúñiga, vengándose de don
Álvaro, de quien estaba quejoso, ayudando á la conjura que le despeñó
de su valimiento y le llevó al cadalso, y aun dicen que redactando la
carta del Rey á las ciudades y señoríos del desgraciado Condestable.
De la corte de Enrique IV, no obstante su cargo de maestresala, vivió
alejado, como se ve por la carta que siendo Corregidor de Palencia
escribió en 1462 al Rey, denunciando "los fechos tocantes á la guerra y
gobernación de sus reinos", y con esto abandonó del todo su servicio,
arrimándose á los Estúñigas y luego á la casa de Niebla, cuando don
Pedro de Estúñiga casó con doña Teresa de Guzmán, hija del Duque de
Medinasidonia, viviendo deste entonces en Andalucía, en Sevilla y en el
Puerto de Santa María, donde fecha casi todas sus últimas cartas á los
Reyes Católicos, aconsejándoles con una libertad que maravillosamente
casaba con la modestia y cortesía. La última es del año 1486, y ya nada
volvemos á saber de él. Sus 27 _Epístolas enviadas en diversos tiempos
é á diversas personas_, encierran discretísimos consejos, sana doctrina
y honda política y cortesana; el estilo y lenguaje, de lo mejor que se
escribió en prosa en el siglo XV. Nada hay en ellas de los latinismos
y extravagancias de Villena, Santillana y Lucena; es de la escuela
de Fernán Pérez de Guzmán y de Hernando del Pulgar. _El Memorial de
diversas hazañas ó Crónica de Enrique IV_, está tomado de las _Décadas_
latinas de Alonso de Palencia. Publicóse el _Memorial_ por Cayetano
Rosell y por vez primera en el tomo III de _Crónicas de los Reyes de
Castilla_. (Bibl. Rivadeneyra). Pero su mejor obra histórica es la
_Corónica de España_ ó _Corónica Abreviada_ ó _Valeriana_, dirigida á
la Reina Católica é impresa en Sevilla el año 1482; Tolosa de Francia,
1489; Zaragoza, 1493; Salamanca, 1495, 1499, 1500. Al final de la
_Corónica Abreviada_ dice "que la acabó en el Puerto de Santa María la
víspera de San Juan de 1482, á los sesenta y nueve años de su edad".
Merece reimprimirse, pues fué obra de donde en el siglo XVI tomaron
muchas cosas los entendidos. Fué la primera _Crónica general_ que se
imprimió, sacada de la segunda _Crónica general_, ó sea la de 1344,
pues la primera de Alfonso X era tan desconocida entonces como hasta
poco ha, y además añadida con otras patrañas de otros libros, que todas
las aceptó sin crítica alguna. Cuanto al reinado de don Juan II, todo
es de su cosecha, pues la Reina no le dejó leer la _Crónica_ que ya
tenía en su cámara. Escribió además la _Genealogía de los reyes de
Francia_, tomada de la _Crónica Martiniana_; un breve tratado sobre
los _Orígenes de Roma y Troya_, otro _Tratado de los linajes nobles de
España_, y algún otro opúsculo de asunto genealógico, inéditos hasta
hoy.

Imprimióse el célebre _Tratado de las armas ó de los rieptos é
desafíos_, dos veces por lo menos, sin año ni lugar señalado, y es un
elegante doctrinario de las leyes caballerescas de Europa. También
se imprimieron el de las _Preeminencias y cargos de los Oficiales de
armas_ y el _Ceremonial de Príncipes_. Se le atribuye la traducción del
_Árbol de las batallas_, libro francés de Honorato Bonet.

Entre los doctrinales de moral ó política, son de notar el de la
_Providencia contra Fortuna_, muchas veces impreso al final de
los _Proverbios_ de Santillana, Sevilla, 1494; el _Breviloquio de
Virtudes_, el _Doctrinal de Príncipes_, inédito; la _Exhortación á
la paz_, la _Defensa de virtuosas mujeres_ y el _Espejo de verdadera
nobleza_. Hay coplas suyas en los Cancioneros, pero son malas.

Es, en suma, Diego de Valera, el mejor prosista que hubo hasta él, el
lenguaje llano y natural, sin la menor afectación, fluido y ameno,
brioso y apasionado á veces, siempre noble y sincero.

    =412.= Diego de Valera. _Epístolas... con otros cinco tratados
    del mismo autor_, ed. J. A. de Balenchana, Soc. de Biblióf.
    Españoles, 1878; _Memorial de diversas hazañas_, Bibl. de Aut.
    Esp., t. LXX. Consúltense: M. Menéndez y Pelayo, _Antología de
    poetas líricos_, etc., t. V, páginas CCXXVI-CCLVI; G. Cirot,
    _Les histoires générales d'Espagne entre Alphonse X et Philippe
    II_ (1284-1556), Bordeaux, 1905, págs. 40-44, y _Bulletin
    Hispanique_ (1900), t. XI, pág. 447.

    =413.= En 1482 el DOCTOR PERO DÍAZ DE TOLEDO publicó los
    _Proverbios de Séneca con la glosa_, Zamora; Zaragoza, 1491;
    Sevilla, 1495, 1500; Toledo, 1500; Sevilla, 1512, 1528,
    1535; Amberes, 1552; Medina, 1552, 1555. Sábese que no son
    proverbios de Séneca, sino que están tomados de la _Formula
    vitae honestae_ de San Martín de Braga, como ya lo advirtieron
    el Petrarca y Floranes, y provienen de los del mismo Publilio
    Siro, del tiempo de César y Augusto. También: _Proverbios del
    Marqués de Santillana, glossados por el doctor Pedro Díaz de
    Toledo_, Amberes, 1552, juntamente con los anteriores de Séneca.

    En 1482 el andaluz BARTOLOMÉ RAMOS DE PAREJA publicó _De
    Música_, obra que renovó la música con su teoría del
    _temperamento_.

    En 1483 y 1489 se publicó _El confesonario_, juntamente con
    el _Arte de bien morir_, Zaragoza. Acaso es el mismo libro
    siguiente: _Tractado del confessor_, Zaragoza, 1490 y 1492: es
    traducción del libro de San Antonino de Florencia (_Bibliogr.
    zarag. del siglo XV_). No sé si es la misma obra que, anónima
    y de 1490, lleva por título _Un tratado breve de confesión,
    copilado por un Reverendo maestro en sancta theologia_,
    Valladolid, 1492. Después salió _La summa de confession llamada
    defecerunt de fray Anthonino arçobispo de florençia del orden
    de los predicadores_. _En romançe_, Zaragoza, 1496, 1497 y
    1498?, 1520 (_Bibl. zarag. siglo XV_); Sevilla, 1492, 1503.
    _Arte para bien confesar_, Zaragoza, 1510, por un fraile
    jerónimo; Burgos, 1526; Alcalá, 1532; Burgos, 1558; Zaragoza,
    1564. Hay quien dice que el autor fué el doctor don Pedro
    Fernández. (Véase lo que se dice en el número siguiente 414).

    =414.= _Año 1483._ RODRIGO FERNÁNDEZ DE SANTAELLA ó MAESE
    RODRIGO (1444-1509) nació en Carmona, alcanzó en Bolonia los
    títulos de maestro en Artes y en Teología y vivió en Roma
    durante los pontificados de Sixto IV é Inocencio III; vuelto
    á España, fué protonotario apostólico y canónigo de Sevilla,
    donde fomentó los estudios de Derecho canónico, tanto, que
    llamaron _Colegio de Maese Rodrigo_ al de Santa María de Jesús,
    donde se hacían; fué además confesor de los Reyes Católicos,
    y falleció en 1509, á los sesenta y cuatro años de edad, de
    modo que nació en 1444 ó 1445. Véase Joaquín Hazañas, _Maese
    Rodrigo_, 1444-1509; Sevilla, 1909. En 1483 y 1489 se publicó
    el _Arte de bien morir_, juntamente con _El confesonario_,
    Zaragoza (_Bibliogr. zarag. del siglo XV_). En la librería de
    Fernando Colón había un _Arte de bien morir_ ("Costó en Sevilla
    14 maravedís") y debe ser el de Santaella. _Vocabularium
    ecclesiasticum_, Sevilla, 1499, 1515; Zaragoza, 1523; Alcalá,
    1527; Sevilla, 1529; Alcalá, 1529; Zaragoza, 1530, 1538, 1540,
    1546, 1549; Sevilla, 1550; Toledo, 1559; Salamanca, 1561;
    Alcalá, 1572. _Manual de doctrina necesaria al visitador y á
    los clérigos_, Sevilla, 1502. _Libro de Marco Polo veneciano y
    de las cosas que vido en las partes orientales, traducido de
    latín_, Sevilla, 1502; Salamanca, 1518; Logroño, 1529. _Tratado
    de la inmortalidad del alma_, Sevilla, 1503. _Sermones de San
    Bernardo traducidos_, Logroño, 1511 y 1529. _Del modo de bien
    vivir en la religión cristiana_, Salamanca, 1515. _Cosmographia
    introductoria en el libro de Marco Paulo Véneto_, Sevilla,
    1518; Logroño, 1529. Ms.: _De ignotis arborum atque animalium
    apud Indos speciebus et de moribus Indorum. Dialogus contra
    Impugnatorem coelibatus et castitatis. Lectiones sanctorum per
    totius anni circulum_, Sevilla, 1503.

    =415.= _Año 1484._ LUCIO MARINEO SÍCULO ó de Sicilia
    (1460-después de 1533), fué discípulo de Pomponio Leto,
    vino á España en 1484, traído por el almirante don Fadrique
    Enríquez; fué profesor de Elocuencia y Poesía latina en
    Salamanca (1484-1496), acompañó á Nápoles al Rey Católico
    (1507) como capellán. Dejó curiosa correspondencia en 17
    libros y compuso _De rebus Hispaniae memorabilibus_, Alcalá,
    1530 (texto castellano); Alcalá, 1530 y 1533 (textos latinos);
    Alcalá, 1539 (cast.); Francfort (lat.); Madrid, 1587 (cast.).
    Epistolarum libri XVII, Valladolid, 1514. _Grammatica brevis ac
    per utilis_, Alcalá, 1532. Consúltense: G. Noto: _L. Marineo
    umanista siciliano_, Catania, 1901; G. Noto, _Moti umanistici
    nella Spagna al tempo del Marineo_, Caltanissetta, 1911; P.
    Verrua, _Precettori italiani in Ispagna durante il regno di
    Ferdinando il Catolico_, Adria, 1907.

    Desde 1484 hasta la expulsión de los judíos, en 1492, fué
    ministro de Hacienda de Fernando _el Católico_ en España el
    doctor de la segunda escuela rabínica española ISAAC ABARBANEL
    ó ABRAVANEL (Isaac Barbanella), padre del famoso León Hebreo.
    Nació en Lisboa en 1437, después de haber ejercido el mismo
    cargo con Alfonso V de Portugal, acusado de tener inteligencias
    secretas con España, tuvo que venir á Toledo. Murió en Venecia,
    1508. Escribió mucho comentando la Biblia, de historia y
    en defensa de los judíos, que le llamaron _el sabio_ y _el
    príncipe_. Sus obras trae su amigo Isaac Aboab, otro judío algo
    cabalista, de los expulsados de España, y se reimprimieron en
    su lengua original y en latín. Las principales: _Rosh Amanah_
    ó Principio y fundamento de la Fe, 1506, obra de teología
    racional, fundada en Maimónides. _Miphehalot Elohim_ ó Las
    obras de Dios, 1592, sobre la creación, la eternidad del
    mundo, contra Aristóteles. _Respuestas_ sobre la _Guía_, de
    Maimónides, 1574, etc.

    En 1484 JAIME PÉREZ DE VALENCIA, agustino, publicó _Psalmorum
    expositio_, Valencia. _Canticorum_, 1486 (Véase Nic. Antonio).

=416.= _Año 1485._ HERNANDO DEL PULGAR (1436?-1493?), cronista y
secretario de los Reyes Católicos, que no ha de confundirse con
Hernando Pérez del Pulgar (1415-1531?), fué el mejor prosista de
aquel reinado. En 1485 y 1486, Burgos, se publicaron sus _32 Letras_
á personas ilustres, modelos de estilo epistolar, más natural y noble
que el de las cartas de Guevara y menos rebuscado que el de Eugenio
de Salazar, llevando la palma, por consiguiente, á todos cuantos
cartas imprimieron. El año 1486, Toledo, publicó el _Libro de los
claros varones de Castilla_, parecido á la obra de Pérez de Guzmán;
pero de estilo más ceñido, brioso, elegante y rítmico y lenguaje más
castizo y perfeccionado. Escribió además la _Chronica de los muy altos
y esclarecidos reyes catholicos don Fernando y doña Isabel_, cuyo
manuscrito dejó á Nebrija para que la tradujese al latín, como lo hizo,
publicándose en 1545-1550. El original castellano publicólo en 1565 el
nieto de Nebrija, atribuyéndolo, por equivocación, á su abuelo. También
glosó las _Coplas de Mingo Revulgo_, Sevilla, 1506.

    =417.= Las dos obras, _Letras_ y _Claros varones_, se
    imprimieron después juntas en Zaragoza, 1493; Sevilla, 1500.
    En la biblioteca de don Fernando de Colón se hallaba el _Libro
    de los Claros varones d'España_, "Costó 29 mrs. en Medina del
    Campo, por julio de 1518". Además, el mismo en Alcalá, 1528;
    Zamora, 1543; Valladolid, 1545. _Los Claros Varones de España.
    Y las 32 cartas_, Amberes, 1632. Cuyo editor, Juan Meursio,
    puso al frente: "Á los aficionados á la lengua española: Veo
    hacer tal estimación á todos deste libro por la dulzura del
    estilo, por la libertad o (diciéndolo como ello es) por la
    verdad con que está escrito, por las muchas noticias de que se
    compone, así de personas singulares como de sucesos y casos
    peregrinos... Fué Hernando de Pulgar uno de aquellos grandes
    varones que florecieron cuando se premiaban las letras y las
    armas igualmente: edad de oro y siglo dichoso, como nos lo
    dicen las historias. Gozó el cuerpo místico de la Monarquía
    Española en aquella sazón, para ser en todo perfeto y cabal,
    de dos Pulgares, ilustres y dignos de toda veneración: el uno
    por su valor, esfuerzo y valentía: el otro (que es el nuestro)
    natural del Reino de Toledo, por sus estudios, escritos y
    vigilias... me animaré á imprimir su Historia, trabajo tan
    superior, que se contentó Antonio de Lebrija con pasarle á la
    Lengua Latina, con ser el sujeto que todos sabemos". Lucio
    Marineo Sículo, _De laudibus Hispaniae_, l. VII: "Ferdinandi
    Pulgarii eloquentia atque moralis philosophia magna fuit ac
    laudabilis: siquidem sermone hispano plura edidit eleganti
    facundia et uberrima dicendi copia; in eo enim opere, quod
    _De Viribus illustribus_ inscripsit, plurimum et ingenii et
    doctrinae et scribendi artis ostendit. Permulta quoque memoratu
    digna composuit, in quibus magnam quidem laudem promeruit". A.
    Morales, _Discurso sobre la lengua cast._: "El estilo familiar
    de Hernando del Pulgar en sus _Cartas_, ¿quién no le alaba
    y goza en él mucho del donaire que en las epístolas de los
    Latinos se siente? Él mismo, en la _Historia_, tiene harto
    primor, y en imitar en ella á los Latinos y tomarles siempre
    prestado algo á su propósito le sucedió dichosamente". Eug.
    Ochoa (edic. de las _Cartas_): "Las Letras de Fernando del
    Pulgar puede decirse que enseñan á conocer los hombres más
    que la mayor parte de nuestras historias juntas. Brillan en
    ellas una grandeza sin pompa y una cultura sin afectación:
    desaparece el arte en fuerza de su noble sencillez. No hay
    voces superfluas ni reflexiones inútiles: la locución es rápida
    y donosa; mas siempre valiente, así para decir lo bueno como lo
    malo. Pulgar pinta siempre de un rasgo: nunca retoca lo que una
    vez sale de su pluma. Es uno de los escritores castellanos más
    castizos, discretos y elegantes".

    Hernando del Pulgar. _Claros varones de Castilla_, ed. de
    Llaguno Amírola, Madrid, 1775; _Crónica de los señores Reyes
    Católicos_, Bibl. de Aut. Esp., t. LXX; _Letras_, Bibl. de Aut.
    Esp., t. XIII; A. Bonilla, _Anales de la Literatura española_,
    Madrid, 1904.

    =418.= _Año 1485._ MICER GONZALO GARCÍA DE SANTA MARÍA,
    zaragozano, murió después de 1510 y nació antes de la mitad
    del siglo XV, "no sólo famoso doctor en Derecho civil y de
    muchas letras, porque entre los estudios y abogacías de gran
    importancia se ocupó mucho tiempo en escribir la sucesión
    y conquistas de los príncipes de la Casa Real de Aragón"
    (Zurita). Fué además jurado de Zaragoza en 1502, lugarteniente
    del Justicia y abogado del arzobispo Alonso de Aragón. Con
    permiso de su mujer se hizo cartujo en 1510. _Colección, Orden
    y Corrección de las Constituciones Provinciales y Sinodales
    del Arzobispado de Zaragoza desde 1328 á 1495_; Zaragoza,
    1542, reimpresión, añadidas las Constituciones hasta este año.
    _Historia de los reyes de Aragón_, traducción del latín de la
    de Gualberto Fabricio. _Árbol de la sucesión de los reyes de
    Aragón. La Supleción general de los modernos á la Cosmografía
    y Crónica de la parte de Asia antigua de Fr. Grifon_, versión
    del italiano hecha en 1485. _Tratado de las diez cuerdas de la
    Vanidad del Mundo_, Zaragoza, 1494, traducción del latín, de
    San Agustín. _Fori Aragonum abbreviati et observantiae, die
    15 Martii 1494_. Publicó _Dialogus pro Ecclesia Dei contra
    Sinagogam_, de autor desconocido. _Vidas de los Santos Padres
    Religiosos..., trasladadas por San Jerónimo y agora de nuevo
    reconocidas é historiadas_ (hacia 1400, _Bibliogr. zarag. del
    siglo XV_), ó sea _Vitae patrum en romance_, Zaragoza, 1511
    (Morel-Fatio, _Bulletin Hispanique_, t. X, pág. 43). _Los
    Evangelios e epistolas siquier liciones de los Domingos e
    fiestas solemnes de todo el anyo e de los Santos e Apostoles:
    evangelistas: martires: confessores: virgines: e finados: e
    la glosa o apostilla sobre ellos. La qual obra fué acabada de
    trasladar por micer Gonçalo Garcia de sancta maria jurista
    ciudadano de çaragoça_, Zaragoza, 1485. _El Caton en latin e
    en romançe_, Zaragoza, 1493 y 1494. _El libro de las quatro
    cosas postrimeras: conviene saber de la muerte: de las penas
    del infierno: e del juhizio: e de la gloria celestial. El qual
    libro llaman muchos Cordial_, Zaragoza, 1491. _De quatuor
    novissimis_, Zaragoza, 1496. _Cordial de las quatro cosas
    postrimeras_, Zaragoza, 1499; Alcalá, 1526. El autor fué
    Dionisio Cartujano, y el trasladador, el doctor Micer Gonzalo
    García de Santa María.

    En 1485 GONZALO GARCÍA DE VILLADIEGO, burgalés, Doctoral de
    Toledo (1476), nombrado Obispo de Oviedo, publicó _De legato
    Sedis Apostolicae_, Roma. _Contra haereticam pravitatem_ y _De
    irregularitate_, Salamanca, 1496. El segundo se publicó además
    en Salamanca, 1519. _De origine, dignitate et potestate S. R.
    E. Cardinalium eiusque vicecancelarii_, Roma; ibid., 1672 en el
    t. XIV del _Tractatus Doctorum_.

    En 1485 FRAY ANDRÉS GUTIÉRREZ DE CEREZO († 1503), benedictino
    y abad de Oña (1495), que hizo aquella claustra, publicó
    _Grammatica_, Burgos; ibid., 1496; Logroño, 1506; Burgos, 1545.
    _Paucissimi sudores in laudem Virginis Mariae_, Venecia, 1491.
    _Vida de S. Victores_ (lat. y cast.).

=419.= _Año 1486._ EL MAESTRO ELIO ANTONIO DE NEBRIJA (1442?-1522) ó
LEBRIJA, nació el 1442 ó el 1444 en Nebrija ó Lebrija, pasó en 1456 á
Salamanca, donde cursó Matemáticas con el maestro Apolonio, Física con
Pascual de Aranda y Ética con Pedro de Osuna. Fué á los diez y nueve
años de su edad á Italia, donde estuvo doce estudiando Humanidades,
lenguas hebrea y griega sobre todo, en el Colegio español de Bolonia.
Vuelto á España, fué preceptor del sobrino del arzobispo Fonseca, en
Sevilla, y en 1473 se presentó en Salamanca, emprendiendo la reforma
de la enseñanza, desempeñando su cátedra hasta 1488, que se entregó
á escribir bajo la protección de don Juan de Zúñiga, maestre de
Alcántara, bien que, muerto éste en 1505, volvió á la cátedra. En 1508
fué nombrado cronista y catedrático de la Universidad de Alcalá. Volvió
á Salamanca en 1509, donde explicó hasta 1513, en que, habiéndosele
negado injustamente la cátedra primaria de Humanidades, se fué á
Sevilla á desempeñar la de San Miguel; pero llamóle presto Cisneros
á Alcalá, colmándole de distinciones y ocupándole en la Políglota,
trabajo en que murió en 1522.


                 [Ilustración: NEBRIJA EN SU ESCUELA.
       (_Elegancias romanzadas_, imprenta de su hijo, Granada).]


    =420.= Prefac. al _Vocabulario_: "Fué aquella mi doctrina tan
    noble, que aun por testimonio de los envidiosos y confesión de
    mis enemigos, todo aquesto se me otorga, que yo fui el primero
    que abri tienda de la lengua latina y osé poner pendon para
    nuevos preceptos... y que ya casi de todo punto desarraigué de
    toda España los Doctrinales, los Peros Elias y otros nombres
    aun mas duros, como los Gualteros, los Ebrardos, Pastranas
    y otros no sé qué apostizos y contrahechos gramáticos, no
    merecedores de ser nombrados. Y que si cerca de los hombres
    de nuestra nación alguna cosa se habla de latin, todo aquello
    se ha de referir á mí. Es, por cierto, tan grande el galardon
    deste mi trabajo, que en este género de letras otro mayor no
    se puede pensar". "El más grande de los humanistas españoles",
    como le llamó Fitzmaurice-Kelly. Su padre, Juan Martínez
    de Cala é Ηinojosa; su madre, Catalina de Xarava y Ojo,
    descendientes en cuarto grado de los caballeros Juan Martínez
    de Cala y Lorenzo de Xarava, que conquistaron á Sevilla y
    Lebrija. Sobre su biografía, véanse _Introductiones latinae_,
    en la segunda edición de Paz y Meliá, en _Revista de Archivos_,
    1898; Pedro Lemus y Rubio, _Revue Hisp._, t. XXII, pág. 459
    (Ms. de la parroquia de Santa María de Lebrija y núm. 8.470
    de la Bibl. Nac. son sus fuentes). Él se cita _Nebrissensis_,
    y en sus obras se lee _Lebrixa_. De su nacimiento, en el
    prólogo de su _Interpretacion de las palabras castellanas
    en la lengua latina_: "Mas aunque se me allega ia el año de
    cincuenta & uno de mi edad: porque nací un año antes que en
    tiempo del rei don Juan el segundo fué la prospera batalla de
    Olmedo", ó sea en 1444. Él añade que fué á Italia de diez y
    nueve años, donde dice estuvo diez, y en Sevilla tres con el
    Sr. Fonseca; como éste murió en 1473, en esta fecha, según
    la cuenta anterior, tendría treinta y dos años, los cuales
    quitados de 1473, dan 1441, como de su nacimiento, y no el de
    1444. Hay, pues, contradicción en sus palabras ó la batalla de
    Olmedo no fué el año que se cree. En el Ms. de la Bibl. Nac. se
    lee: "1441. En este año nació el Mtro. Antonio de Lebrixa..."
    En la misma _Interpretación_...: "y dexando agora los años
    de mi niñez passados en mi tierra debaxo de bachilleres &
    maestros de grammatica & logica: dexando aquellos cinco años
    que en Salamanca oi en las mathematicas a Apolonio: en la
    filosofia natural a Pascual de aranda, en la moral a Pedro de
    osma, maestros cada uno en su arte mui señalado: luego que me
    parecio que segun mi edad sabia alguna cosa sospeche lo que
    era & lo que el apostol S. pablo liberalmente confesso de si
    mesmo: que aquellos varones aunque no en el saber: en dezir
    sabian poco. Assi que en edad de diez & nueve años io fue a
    italia: no por la causa que otros van: o para ganar rentas de
    iglesia: o para traer formulas del derecho civil & canonico: o
    para trocar mercarias: mas para que por la lei de la tornada
    despues de luengo tiempo restituiesse en la possession de su
    tierra perdida los autores del latin: que estauan ia muchos
    siglos avia desterrados de españa. Mas despues que alli gaste
    diez años en los deprender: pensando ia en la tornada: fue
    combinado por letras del mui reuerendo & assi sabio varon D.
    Alonso de fonseca arçobispo de seuilla: el qual la primera
    vez que me vio: & mando que fuesse suio: despues de muchas
    cosas humanamente prometidas: allende de que me dio ciento
    & cincuenta florines de renta: me mando dar por mui copiosa
    racion cada dia. Mas porque gran parte del tiempo S. gastaua
    en los oficios divinos: mucha esso mesmo en los negocios del
    reino, & tan bien alguna en su dolencia: porque por espessos
    entreualos de tiempo era fatigado de estranguria: todos
    aquellos tres años que goze de su familiaridad ninguna otra
    cosa hize sino reconocer toda mi gente: & por exercicio a
    percibirme para enseñar la lengua latina: co si diuinara que
    con todos barbaros se me aparejava alguna grande contencion:
    Asi que despues que fallecio i aunque triste & lloroso comence
    a ser libre: nunca dexe de pensar alguna manera por donde
    pudiesse desbaratar la barbarie por todas las partes de
    españa tan ancha & luengamente derramada. I... Assi io para
    desarraigar la barbarie de los ombres de nra nacion: no comence
    por otra parte sino por el estudio de salamanca: el qual como
    una fortaleza tomada por combate: no dudava io que todos los
    otros pueblos de españa vernian luego a se me rendir. Donde
    teniendo io dos cathedras publicamente salariadas: lo qual
    antes de mi aun ninguno alcanço quanto provecho hize doze años
    leiendo: otros lo juzgaran mejor & mas sin passion a lo menos
    sentirlo an los venideros. En el qual tiempo arrebatamente
    publique o mas verdaderamente se me caieron de las manos:
    dos obras de grammatica. Las quales como fuessen por un
    maravilloso consentimiento de toda españa recebidas: conoci
    que para el edificio que tenia pensado harto grandes & firmes
    cimientos auia echado: & que non faltava ia otra cosa sino los
    materiales por donde tan grande obra creciesse. Lo qual por
    una providencia divina assi se hizo. Que como ia no estuviesse
    en mi mano dexar la vida començada: porque despues de casado e
    avidos hijos avia perdido la renta de la iglesia ni pudiesse ia
    bivir de otra parte sino de aquel escolastico salario: vra mui
    magnifica. S. lo remedio todo con las muchas & mui onorificas
    mercedes dandome ocio & sossiego de mi vida. I porque toda la
    cuenta destos siete años despues que comence a ser vro. vos sea
    manifiesta hezimos cuatro obras diversas en una mesma obra. La
    primera en que todas las palabras latinas & griegas mezcladas
    en el latin breve & apretadamente bolvimos en castellano, la
    cual obra dedique a. V. M. S. assi como unas primicias deste mi
    trabajo. La segunda que agora esso mesmo intitulo de vro. mui
    claro nombre: en el cual por el contrario con igual brevedad
    boluimos en latin las palabras castellanas. La tercera, en que
    ponemos todas las partes de la grammatica con la declaracion
    de cada palabra, obra repartida en tres mui grandes volumenes.
    La quarta esso mesmo repartida en otros tantos volumenes en
    la qual interpretamos las palabras del romance & las barbaras
    hechas ia castellanas, añadiendo una breve declaracion en cada
    una. Añadimos tanbien la quinta obra en que apretamos debaxo
    de reglas & preceptos la lengua castellana que andava suelta
    de las leies del arte. La qual dedicamos a la mas esclarecida
    de todas las hembras & assi de los varones la reina nuestra
    señora. No quiero agora contar entre mis obras el arte de
    la grammatica que me mando su alteza contraponiendo renglon
    por renglon el romance al latin: porque aquel fue trabajo de
    pocos dias: & porque mas use alli de oficio de interprete que
    de autor. I si añadiere a estas obras los commentos de la
    grammatica sera acabado... Mas aunque se me allega ia el año
    de cincuenta & uno de mi edad: porque naci un año antes...".
    Así en la primera edición de su Diccionario español-latino;
    mas por otra obra suya (_Epithalamium in nuρtiis clarissimorum
    lusitaniae principum Alphonsi ac helisabetha iunioris_),
    impresa en Salamanca en 1491, se saca que estuvo en Sevilla en
    la boda del príncipe don Alfonso de Portugal con doña Isabel
    de Castilla en 1490. Otras obras por él no mencionadas son
    las Introducciones á los libros de _Cosmografía_, Venecia,
    1486; las _Repeticiones I_ y _II_, primeras manifestaciones
    de la Filología en España, de las cuales en la segunda,
    dedicada á don Juan de Zúñiga, trata _De corruptis hispanorum
    ignorantia quarundam litterarum vocibus_, expuesta en 1486;
    y la _Brevissima commendatio_, prosodia latina, impresa por
    primera vez en Salamanca, 1493. Después de 1495 publicó la
    3.ª ed. de las _Introductiones_, y en los comentarios á su
    dedicatoria de dicha obra á la Reina dice estar escribiendo
    las _Antigüedades de España_ y su propósito de interpretar
    la Biblia. En 1498 se hallaba en Sevilla buscando casa donde
    dar sus lecciones. En 1502 le encargó Cisneros la revisión de
    los textos griegos y latinos de la Biblia, y en ella trabajó
    hasta 1504, aunque sin dejar de reimprimir en 1503 la _Repetitio
    De vi ac potestate litterarum_ y las _Sátiras de A. Persio_,
    por mandado de don Juan de Zúñiga, designado ya Arzobispo de
    Sevilla. Antes escribió sus _Ecphrases in Virgilii_, como
    lo da á entender en la dedicatoria al comento de Persio. En
    1504 escribió á su discípulo Escobar desde Medina del Campo,
    en donde se hallaba la corte, y á principios de mayo de 1505
    vuelve á la Universidad de Salamanca. En la _Apologia earum
    rerum_, etc., dedicada á Cisneros, se halla la causa de haber
    dejado el cargo en la publicación de la Biblia y se defiende
    de algunas calumnias de que fué víctima por haber propuesto la
    corrección de algunos textos. La _Apologia_ debió de escribirse
    de 1504 á 1506, pues ya en 1495 deseaba darse á interpretar
    la Biblia, y en la dedicatoria de la _Apologia_ dice: "Omnes
    vigiliae meae, Pater Amplissime, quas ab hinc decennio sacris
    litteris impendi". En 1506 expone su _Repetitio tertia: De
    peregrinarum dictionum accentu_. En 1506 publicó el _Lexicon
    iuris civilis_, en cuya dedicatoria á don Juan de Fonseca vemos
    tenía acabadas las _Antigüedades de España_. En 1507 debió de
    imprimir la _Repetitio V_, que leyó en Salamanca, y en agosto
    estaba en Logroño (carta á Sobrarias). En 1508 publicó allí
    mismo otra edición de las _Introductiones_, aumentando la del
    1495, y que se reimprimió después en 1510 y 1514. Habiendo
    visitado la Universidad de Salamanca el entonces obispo
    de Málaga don Diego Ramírez por orden del Rey, una de las
    providencias que tomó fué la de que se interpretasen los poetas
    cristianos juntamente con los gentiles, y entonces publicó
    Nebrija las obras de Prudencio, dedicadas á dicho señor Obispo.
    Se le expidió la cédula nombrándole cronista en Valladolid á 21
    de marzo de 1509, teniendo Nebrija sesenta y ocho años. En 1510
    leyó en Salamanca la _Repetitio VI, De mensuris_, y publicó
    los comentarios al Carmen Paschale, de Sedulio, impresos antes
    (1508?) en Zaragoza; en 1511 se le concedió licencia para
    imprimir los comentarios á Terencio y los Libri minores, que
    publicó dirigidos á don Juan de Fonseca, y en 15 de junio
    recitó en la Universidad la _Repetitio VII, De ponderibus_. En
    1512 se hallaba en Burgos, según se saca de la publicación de
    los opúsculos históricos impresos en casa de Federico Alemán, y
    en la misma imprenta acabó la segunda edición del Diccionario
    latino, aumentado, y en Salamanca recitó la _Repetitio VIII, De
    numeris_. También en 1512 se reimprimieron las _Introductiones_
    y en Logroño los comentarios á Prudencio. Según la dedicatoria
    de la 2.ª ed. del Diccionario latino tenía inédito el
    _Vocabulario de las Sagradas Escrituras_ é inédito lo dejó. De
    julio á noviembre de 1513 debió de estar en Sevilla; en marzo,
    en Salamanca, donde leyó su _Relectio nona de accentu latino_,
    que se imprimió en Sevilla el mismo año. En el mismo de 1513
    fué nombrado catedrático de Retórica en Alcalá. Publicó en
    1515 la _Artis Rhetoricae compendiosa coaptatio ex Aristotele,
    Cicerone et Quintiliano_; en 1516 la _Tertia Quinquagena_ con
    la _Apologia_, los _Segmenta ex epistolis Petri, Pauli_, etc.,
    las _Elegancias romanzadas_ y el tomito que contenía _Passio
    domini hexametris versibus composita. Eiusdem passionis threnos
    per Philippum Beroaldum. Vitae et martyrum coronae per anni
    circulum. Vitae quorundam per divum Hieronymum scriptae._ En
    1517 se acabaron de imprimir las _Reglas de Ortografía_, que
    dedicó á don Lorenzo Galíndez de Carvajal. Muñoz (_Elogio_,
    pág. 21) dice que vió Andrés Resende, discípulo de Lebrixa,
    una _Gramática griega_ suya. Murió en Alcalá, "repentina
    paralysi" (Paulo Jovio, _Elogia viror._, Basilea, 1561, pág.
    149), "repentinamente de apoplexia" (J. Huarte, _Examen de
    Ingenios_, Alcalá, 1640, f. 136). En el Ms. 8.470: "enterrose
    en la iglesia de S. illefonso encorporada en el colegio mayor
    y hizosele muy suntuoso enterramiento, como á la verdad él lo
    merescia. Tiene su capilla á la mano derecha como entramos
    hacia el coro junto". "Nota puesta por un curioso en un libro
    impreso y copiada por don Juan de Iriarte". Y con diferente
    letra, en un papel que se halla entre los mismos apuntes: "Mro.
    Antonio Moya clerigo dixo a 23 de octubre de 1522 que el Mro.
    Lebrixa murio nueve dias despues de S. Juan de Junio de dho.
    ano de 22 que lo sabe porque dos dias despues de fallescido
    hicieron sus honores en la iglesia del Colegio de Alcalá, e
    pedrico a sus honras el Dor. Ciruelo". Puede verse además en el
    _Registro de escrituras_ (Arch. Hist. Nac., 3, f. 112). Casó en
    Salamanca con Isabel de Solís y tuvo de ella seis hijos varones
    y una hembra, el mayor Marcelo, que fué á Flandes y luego se
    retiró á las Brozas, donde compuso las _Triacas_.

    =421.= Principales obras de Nebrija. _Introductiones in
    latinam grammaticam, seu de Sermone Latino cum commentariis_,
    1481, refundida en 1486, 1496; Sevilla, 1501; Logroño, 1503;
    Lyon, 1508; Logroño, 1510; Venecia, 1512; Logroño, 1513;
    Barcelona, 1523; Alcalá, 1523, 1530; Sevilla, 1532; Zaragoza,
    1533; Alcalá, 1533; Lyon, 1541; Tolosa, 1545; Zaragoza, 1547,
    1549, etc. _Epithalamium_, Salamanca, 1491. _Dictionarium
    Latino-Hispanicum et Hispanico-Latinum_, 1492; Sevilla, 1506;
    Zaragoza, 1514; Sevilla, 1516; París, 1519; Alcalá, 1520, 1532;
    Valencia, 1533; Granada, 1536; Amberes, 1545; Granada, 1552,
    1554, etc.; París, 1532 (texto latino-francés). _Gramática
    sobre la lengua castellana_, Salamanca, 1492; Alcalá, 1517.
    _Aurea expositio hymnorum una cum textu_, Zaragoza, 1502, 1508;
    Logroño, 1508; Zaragoza, 1510; Logroño, 1510; Zaragoza, 1515,
    1516, 1520; Alcalá, 1526, 1528; Zaragoza, 1528; Logroño, 1529;
    Granada, 1541, 1549; Zaragoza, 1560, etc. _Aulii Persii Flaccii
    satyrae cum interpretatione_, Sevilla, 1503; Toledo, 1512;
    Alcalá, 1514, 1517, 1521, 1526; París, 1527; Alcalá, 1529;
    Granada, 1585. _De vi ac potestate litterarum_, Salamanca,
    1503, 1509. _Lexicon iuris civilis_, Salamanca, 1506, 1511;
    Amberes, 1523; Lovaina, 1535; Lyon, 1537; París, 1537; Lyon,
    1572; París, 1594, etc. _Paschale Sedulii cum commento_,
    Zaragoza, 1508; Salamanca, 1510; Lyon, 1512; Zaragoza, 1515;
    Alcalá, 1524, 1531; Granada, 1553. _Apologia earum rerum
    quae illi obiiciuntur_, Salamanca, 1510; Granada, 1535.
    _Aurelii Prudentii Clementis opera cum commento_, Logroño,
    1512; Amberes, 1540. _Ad artem litterariam introductiones_,
    Venecia, 1512. _Opuscula quaedam_, Burgos, 1512. _De accentu
    latino aut latinitate donatum_, Sevilla, 1513; Valencia, 1518.
    _Artis rhetoricae compendiosa coaptatio_, Alcalá, 1515, 1529;
    Granada, 1583. _Scholia in epistolas Pauli, Petri, Iacobi
    et Ioannis_, Alcalá, 1516, 1525; Granada, 1545. _Elegancias
    romanzadas_, Antequera, 1516, 1576. _Quinquagenae_, Alcalá,
    1516; París, 1520; Granada, 1535; Basilea, 1543; Amberes, 1600.
    _Reglas de la ortografía castellana_, Alcalá, 1517. _Lexicon
    artis medicamentariae_, Alcalá, 1518. _Lexicon sive parvum
    vocabularium_, Barcelona, 1523. _Publii Terentii afri poetae
    comici lepidissimae comodiae_, Zaragoza, 1524. _Scholia in
    opuscula quae vulgo sancturale nuncupatur_, Alcalá, 1524, 1527.
    _Homiliae in evangelio_, Alcalá, 1526; Granada, 1541, 1549;
    Basilea, 1569. _Orationes ex divino_ 1529. _Libri minores de
    novo correcti_, Alcalá, 1525, 1528, 1529; Granada, 1549, 1569.
    _De mensuris, de ponderibus et de numeris_, Alcalá, 1525, 1529.
    _Libri minoris de novo correcti_, Alcalá, 1525, 1528, 1529;
    Granada, 1545. _De digitorum supputatione_, Granada, 1535.
    _Rerum a Ferdinando et Elisabeth decades duae necnon de Bello
    Navarrensi_, Granada, 1545, 1550; Francfort, 1573, 1579. (En
    la _divinatio ad Ferdinandum_, dícese al fin: "Ex municipio
    Complutensi ad idus Aprilis. Anno salutis Christianae. M. D.
    IX"). _Ecphrases in Virgilium admodum familiares_, Granada,
    1546. _De litteris graecis_, Zaragoza, 1563. _Sapientum
    dicta vafre et acutissime nunc denuo recognita et emendata_,
    Antequera, 1578. _Onomasticum propriorum nominum_, Barcelona,
    1585. Otras obras, en Nicolás Antonio, Mayans, etc., no llevan
    indicaciones tipográficas. La _Crónica de los Reyes Católicos_,
    Valladolid, 1566, atribuyósele por haber hallado el manuscrito
    su nieto Antonio de Nebrija entre los otros papeles de su
    abuelo; pero restituyóse á su autor, Fernando del Pulgar, en la
    edición de Zaragoza, 1567, según se hizo constar en el prólogo
    de la _Crónica_. La _Tabla de la diversidad de los dias y horas
    y partes de hora en las cibdades, villas y lugares de España y
    otras de Europa, que les responden por sus paralelos, compuesto
    por Antonio de Nebrija_, "diómela el mismo autor en Alcalá de
    Henares, anno 1517", dice Fernando Colón en su _Registro_.

    =422.= ANTONIO DE LEBRIXA, _Gramática castellana_ [reprod.
    fototípica de la ed. príncipe de 1492], ed. E. Walberg, Halle
    a. 1, 1900. Consúltense: A. Paz y Meliá, _Códices más notables
    de la Biblioteca Nacional_, en _Revista de Archivos_, etc.
    (1898), t. II, págs. 8-12; R. Chabás, _Documentos_, en _Revista
    de Archivos_, etc. (1903), t. VIII, págs. 493-496; (1903), t.
    IX, págs. 56-66; P. Lemus y Rubio, _El maestro Elio Antonio
    de Lebrixa_, I, en _Revue Hispanique_ (1910), t. XXII, págs.
    459-508; H. Suaña, _Elogio del Cardenal Jiménez de Cisneros,
    seguido de un estudio crítico-biográfico del Maestro Elio
    Antonio de Nebrija_, etc., Madrid, 1879; I. Bywater, _The
    Erasmian pronunciation of Greek and its precursors_, etc.,
    Oxford-London, 1908.

    =423.= ARIAS BARBOSA († 1530?), portugués, discípulo de Angelo
    Policiano y maestro de Hernán Núñez, el Comendador Griego,
    que le eclipsó, tuvo la gloria de ser el más antiguo de los
    helenistas españoles y el que por primera vez enseñó griego en
    la Universidad de Salamanca, ayudando á Nebrija en su empeño
    de renovar los estudios. _In Aratoris presbyteri Poema. De
    Prosodia Relectio._

    =424.= _Año 1487._ PEDRO MÁRTIR DE ANGLERIA ó Anghiera
    (1459-1526) vino á España en 1487, traído por el Conde de
    Tendilla, embajador en Roma; comenzó comentando á Juvenal en
    Salamanca; anduvo en la corte de los Reyes Católicos y de sus
    sucesores desde 1488 á 1526; asistió á la guerra de Granada
    y fué canónigo y prior en aquella ciudad, primer abad de la
    Jamaica sin residir en ella, embajador al Sultán del Cairo,
    miembro del Consejo de Indias; enseñó las artes liberales á la
    juventud cortesana española y se carteó con Papas, Cardenales,
    Príncipes, magnates y letrados, y escribió _Opus Epistolarum_,
    Alcalá, 1530, donde iba redactando al día cuanto veía y le
    impresionaba. Sobre América escribió _De Orbe novo Decades_,
    Alcalá, 1516, 1530, recogiendo todo lo raro y agradable de
    conocerse. Su latinidad no era muy excelente; pero todavía
    pudo escribir, aunque algo exageradamente, que "suxerunt mea
    litteraria ubera principes Castellae fere omnes".

    =425.= _Año 1488._ JUAN LÓPEZ DE SEGOVIA (1440-1496),
    catedrático de Salamanca, deán de Segovia, sufrió muchas
    persecuciones (hay quien dice haber sido judío converso)
    hasta encerrarlo en el castillo de Santángelo (1487), donde
    fué conocido y apreciado. Escribió en 1488 _De matrimonio
    et Legitimatione_, que le hizo famoso; fué nombrado vicario
    general del Arzobispado de Siena. _De Libertate Ecclesiastica.
    De Confoederatione Principum_ (1495), _De Bello et
    Bellatoribus_ (1496). _De haeresi_, que insertó Montalvo en las
    _Partidas_ (tít. 26, part. 6).

    PABLO DE HEREDIA, judío converso aragonés, escribió _Corona
    Regia_, sobre la Concepción de la Virgen, dedicada á Inocencio
    VIII; un tratado apologético contra los judíos, _De mysteriis
    fidei_, y tradujo al latín una carta de Rabí Neumias á su hijo
    R. Haccana, llamada _Epistola secretorum_.

    En 1488, próximamente, publicó BERNAT DE GRANOLLACHS _De la muy
    noble arte: e sciencia de Astrologia_, Zaragoza (Bibl. Escor.).
    _Lunario_, Zaragoza, 1495 (?).

    En 1488 PEDRO DAGUI ó DE GUI, mallorquino y capellán de los
    Reyes Católicos, publicó varias obras lulianas.

    En 1488 publicóse en catalán la _Historia del Conde
    Partenoples_, Tarragona.

    En 1488 PEDRO GARCÍA, de Játiba, maestro en París de
    Teología, impugnó las conclusiones de Pico de la Mirandola
    _Determinationes magistrales contra conclusiones apologales
    Ioannis Pici Mirandulani Concordiae Comitis_, al papa Inocencio
    VIII, que le había enviado el _Apologeticum librum_, de Juan
    Pico.

    =426.= En 1489 se publicó la _Historia de la linda Melosina_,
    Tolosa, (traducida del francés del libro de Juan de Arras,
    impreso en Ginebra, 1474); Valencia, 1512; Sevilla, 1526.

    En 1489 se publicaron, traducidas, las fábulas de Aviano: _El
    libro de ysopete ystoriado_, Zaragoza (Bibl. Escor.).

    En 1489 se editó el Pentateuco hebraico en Portugal, con los
    comentarios de Rabí Moseh-bar-Najman.

    Hacia el 1489 floreció el judío averroísta aragonés ABRAHAM
    BIBAGO-BEN-SEM-ΤΟB, hijo de Sem-Tob-Bibago; escribió
    _Disertaciones filosófico-religiosas_, Salónica, 1522.
    _Filosofía de la religión de los judíos_, Constantinopla, 1621.
    Comentario á los _Analíticos Posteriores_, de Aristóteles.

=427.= _Año 1490._ HERNÁN NÚÑEZ DE TOLEDO (1475?-1553) nació en
Valladolid (1475?), su padre estaba empleado en la tesorería real
(Marineo), estudió en Valladolid y á los quince años de edad fué
admitido en la Orden de Santiago (Nic. Antonio); en 1490 logró una
beca del Colegio de San Clemente, de Bolonia; volvió á España y fué
preceptor (1498) en casa de los Mendozas en Granada. Antes había
terminado la _Glosa del Laberinto de Mena_, que se publicó en 1490,
dedicada al Conde de Tendilla. En Granada estudió las lenguas clásicas
y orientales (Herrera). En 1505 publicó en Granada la segunda edición
de la _Glosa_, y en 1509, en Sevilla, la traducción de la _Historia
de Bohemia_, escrita en latín por Eneas Silvio, dirigidas ambas al
mismo patrón. Llamóle Cisneros como censor de su imprenta de Alcalá
(Herrera) y trabajó en la Políglota, siendo pronto nombrado catedrático
de retórica en la Universidad recientemente fundada. Desde entonces se
firmó Hernán Núñez y _Comendador griego_, en latín _Fredenandus Nunius
Pincianus_.

Publicó en Alcalá textos griegos con versiones yuxtalineales,
admirables para aquel tiempo (Ch. Graux). Cuando las Comunidades, se
puso del bando de los Comuneros; pero no fué comprendido en la lista de
proscripción después de Villalar (Alcocer): mas no estando bien en la
Universidad, partióse á Salamanca, donde al irse Nebrija fué nombrado
catedrático de griego en 1523 (Villalobos). Llegado á los cincuenta, se
entregó solamente al estudio. En 1527 añadió la retórica á la enseñanza
del griego y explicó á Plinio. Sus ediciones críticas de Séneca, Plinio
y Mela le hicieron famoso en toda Europa. En 1548 se jubiló (Dormer,
Unamuno), y en 1549 entregó al impresor Canova sus _Refranes_, pero no
salieron hasta 1555. Enseñó, parece, hebreo en la Universidad, después
de jubilado; desde 1552 no salió de casa por sus achaques (León de
Castro) y murió el 1553.

    =428.= En su _Glosa de las trezientas_ se lee _por hernand
    nuñez de toledo comendador de la orden de santiago_, en la
    primera edición de 1499, y _Hernand núñez de Toledo Cauallero
    de la orden de Santiago_, en la segunda de 1505, ambas
    publicadas por él en Sevilla y Granada. Que el autor de la
    _Glosa_ fuese realmente Hernán Núñez de Guzmán, Comendador
    griego, vallisoletano, puede verse en Hernando Alonso de
    Herrera, en el lugar que después citaremos. Véase _Revue
    Hispan._, 1904, pág. 164.

    Las notas de Núñez á Séneca y la edición fueron obra de mucho
    trabajo y crítica sagaz, "germanae criticae exemplar" (Lipsio),
    "vir diligentissimus et accuratissimus" (Otto Rossbach,
    _Symbolae ad Senecae filii libros recensendos et emendandos_);
    aprovechó los códices españoles de Salamanca.

    Gaspar Scioppio, el _can de los gramáticos_, que no perdona
    á nadie, tiene á Núñez como "príncipe de la filosofía
    peripatética, á nadie inferior en la más recóndita noticia de
    las letras griegas y latinas".

    En la _Disputatio adversus Aristotelem aristotelicosque
    sequaces_, de Hernando Alonso de Herrera, Salamanca, 1517, se
    pinta bien á H. Núñez: "Sexto anto. hernand nuñez de valladolit
    y georgio valla de plazencia... Hernand nuñez que por otro
    nombre se dize el comendador, ombre nascido para letras y
    saber, con tanta ansia y quasi rauia dende su ternez asio de
    la sciencia que escalentado de amor como el platon, dos vezes
    peregrino a las italias, no para cargar de beneficios como
    hazen los mas, o para empringarse en rentas, mas la primer vez
    como abeja acuciosa para cojer el primor del latin en su misma
    floresta do nasce para traerlo de tan lexos pastos aca, la
    segunda para sacar de cuajo y raiz los cinco lenguajes griegos
    y su antiguo conoscimiento de cosas fue a darse un verde de lo
    griego y no a darse a los vicios y no contento con estos gastos
    y trabajos por parecerse, a quanto yo creo, a juan pico de la
    mirandola nueva luz de los letrados no holgo con su prestez de
    ingenio hasta que se vio docto en lo hebreo, caldeo y aravigo.
    el que quisiere saber quanto supo y quanto auie leido en lo
    divino y humano en su moçedad hasta que le apunto el boço de la
    primera barua que borbollones hondos de saber echa de si, lea
    la glosa que compuso en romançe en que declaro las trezientas
    de juan de mena, poeta cordoues, como hizo landino sobre dante
    y petrarcha. bien puedo yo dar muy cierto testimonio de lo
    que agora dire como testigo de vista, quando ambos a dos el
    y yo estauamos en granada, estaua el enamorado del ayunar y
    desuelarse del beatissimo padre sant jeronimo porque quasi
    nunca se le quitaua su libro de las manos y queriendo el
    trasladar en si las costumbres santissimas de todas las noches
    del año quan luengo es se le passauan sin cena en tal manera se
    yua consumiendo que desgouernandose el estomago de sangostido
    aunque el es ombre de robusta complexon por poco se quedara a
    buenas noches ya leuaua los terminos de homero y didimo. Sus
    grandes virtudes deste letrado conosciendolas el reuerendissimo
    cardenal porque este es el primer ombre que en españa sabe
    tantas lenguas, de todos muy quisto por su merescer, le dio
    cargo de la emprenta de alcala, como hizo ptholomeo philadelpho
    a eratostenes. quando yo embie esta obrezilla a mi hermano que
    biue en alcala con desseo que alli se imprimiesse, oue plazer
    que viniesse a sus manos y el de su officio por ver si era
    bueno o malo començolo de leer, y desque entendio la materia de
    la quistion dio una bozezilla diziendo...".

    =429.= Obras de H. Núñez: _Las CCC del famosissimo poeta Juan
    de Mena_, Zaragoza, 1490, 1506 (véase Mena). _Glosa de las
    trezientas_, Sevilla, 1499; Granada, 1505; Zaragoza, 1506,
    1509; Sevilla, 1512; Zaragoza, 1515; Sevilla, 1517, 1520, 1528,
    1534; Valladolid, 1536, 1540; Toledo, 1548; Amberes, 1552 (dos
    edic.); Alcalá, 1566. Colaboró en la Biblia políglota de Alcalá
    en 1514. _Basilei Magni oratio hortatoria ad pueros quo pacto
    ex Graecis iuventur libris_, Compluti, 1519, 1543. _Moschus
    graece et latine_, Compluti, 1519. _L. Annaei Senecae opera_,
    Basilea, 1529; Venecia, 1536; Lyon, 1555; Basilea, 1557,
    1573; París, 1587, 1598, 1607, 1619, 1627. _Castigationes in
    Pomponium Mellam_, 1542. _Observationes Fredenandi Pintiani...
    in loca obscura et depravata Hist. natur. C. Plinii, cum
    retractationibus quorundam locorum Geographiae Pomponii Melae_,
    Salmantica, 1544; Amberes, 1547; Francfort, 1569; Génova,
    1593; Heidelberg, 1593; Génova, 1615, 1616, 1631; Leyde, 1669;
    Leipzig, 1788-1791; París, 1829-1833. _Pomponii Melae de situ
    orbis_, Antverpiae, 1582; París, 1588; Leyde, 1722, 1748,
    1782; Leipzig, 1807. Hizo la versión latina del texto de los
    _Setenta_, inserta en la Políglota Complutense. Publicó los
    6.000 refranes dos años después de morir el autor, esto es,
    el 1555, un su compañero de Salamanca, que debió de ser León
    de Castro; después salieron en Madrid, 1619, con el título
    de _Refranes de la lengua castellana, que coligió y glosó el
    Comendador Hernán Núñez_. En 1578 publicó Francisco Roniero
    _Epicidio en la Muerte del Maestro Hernán Núñez_, Salamanca,
    1578, tras la obra: _Refranes ó proverbios en romance, que
    nuevamente coligió y glosó el Comendador Hernán Núñez,
    Profesor eminentísimo de Retórica y Griego en Salamanca_.
    Salieron, pues, además de la edición princeps de Salamanca,
    1555; ibid., 1578; Valladolid, 1602, 1611; Madrid, 1618, 1619;
    Lérida, 1621; Madrid, 1804. Consúltense: R. Foulché-Delbosc,
    _Le Commandeur Grec a-t-il commenté le Laberinto_, en _Revue
    Hispanique_ (1903), t. X, págs. 105-116; P. Groussac, _Le
    commentateur du "Laberinto"_, en _Revue Hispanique_ (1904),
    t. XI, págs. 164-224; J. Ortega Rubio, _Fernando Núñez de
    Guzmán_ (_El Pinciano_), _estudio biobibliográfico, en Revista
    Contemporánea_ (1902), t. CXXIV, págs. 513-525.

    =430.= En 1490 se publicó en catalán el _Libro del valeros e
    strenu caualler Tirant lo blanch_, cuyas tres primeras partes
    fueron escritas por JOHANNOT MARTORELL, y la cuarta por JOHAN
    DE GALBA. Martorell dice que comenzó á escribirlo en 1460,
    Barcelona, 1497. "Es uno de los mejores libros de caballerías
    que se han escrito en el mundo, para mí el primero de todos
    después del _Amadís_". Así M. Pelayo, cuyo estudio sobre él
    véase en _Oríg. novel._, t. I, pág. CCLI. Sobre el juicio
    de Cervantes en el _Quijote_, véase Cejador, _Leng. Cerv._,
    II, voz _estilo_, donde se declara este tan oscuro pasaje.
    Tradújose al castellano, Valladolid, 1511, única edición.
    Vid. Juan Givanel, _Estudio sobre la novela T. lo B._ (en el
    _Archivo de las Investigaciones Históricas_).

    En 1490 se publicó la _Istoria del noble Vespasiano, emperador
    de Roma; como ensalço la fe de Jesu Cristo porque lo sano
    de la lepra que el tenia e del destruymiento de Jherusalem
    et de la muerte de Pilatos_, Toledo; Lisboa, 1496; Sevilla,
    1499, edición reimpresa por A. Bonilla, en sus _Libros de
    Caballerías_, y por Foulché-Delbosc, _Revue Hisp._, 1909.

    El CARDENAL PEDRO GONZÁLEZ DE MENDOZA, arzobispo de Toledo,
    en 1490 escribió _Constitutiones et Statuta Collegii Sanctae
    Crucis_, erigido por él en Valladolid, y, según Salazar de
    Mendoza, tradujo á Salustio, y en latín y castellano, la
    _Odisea_, de Homero, y compuso la Genealogía de la casa de Haro.

    En 1490 el R. M. FRAY JUAN LÓPEZ, dominico, publicó _El libro
    de los evangelios del aviento fasta la dñica in passione_,
    escrito en Zamora. _Defensorium Fidei Christi contra garrulos
    praeceptores. Tratamiento de la penitencia según la Iglesia
    Romana._

    En 1490 el R. P. PRESENTADO FRAY VICENTE DE MAZUELO publicó,
    "trasladado de francés", _El Pelegrino de la vida humana_,
    Tolosa; el "componedor que fue un muy notable rreligioso &
    letrado muy profundo llamado fray Guillelmo de guilleuila de
    la abadia de chalis çerca de la çibdad de Sant lis". Es el
    _Pélerinage de la vie humaine_, de Guillermo de Guileville.

    En 1490, próximamente, se imprimió la _Ethica de Aristoteles_,
    del BACHILLER DE LA TORRE, Zaragoza; Sevilla, 1493. (Véase
    Gallardo).

    En 1490, próximamente, se imprimió, por primera vez en
    castellano, el _Contemptus mundi_, Zaragoza (Bibl. Escor.).
    _Libro primero de Juan gerson chanceller de Paris: de remedar
    á xro_, Sevilla, 1493. _Contemptus mundi_ (en castellano),
    Toledo, 1512.

    Á fines del siglo XV, en tiempos de Inocencio VIII (†
    1492), ALFONSO DE SOTO escribió _Glossa Perpetua ad Regulas
    Cancellariae Innocentii VIII Papae. Tractatus de futuro
    Concilio. Tractatus Iubilaei. Tractatus Camerariatus._

=431.= _Año 1491._ DIEGO (FERNÁNDEZ) DE SAN PEDRO, tal vez judío,
estuvo al servicio de don Pedro Girón, maestre de Calatrava, en nombre
del cual desempeñó la alcaidía de Peñafiel, donde escribió en los
comienzos del reinado de los Reyes Católicos una obrita poco apreciada
hasta poco ha, pero que es una de las más lindas joyas de la prosa
castellana de todos tiempos, la _Cárcel de Amor_, dirigida al Alcaide
de los Donceles, don Diego Hernández, é impresa el año 1492. _El
Tractado de amores de Arnalte y Lucenda_ se había publicado el año
anterior de 1491 y había sido dirigido "á las damas de la reyna nuestra
señora". Son novelas psicológicas, sentimentales y medio caballerescas.
Saben, en parte, á la _Vita Nuova_, de Dante; á la _Fiammeta_, de
Boccaccio; al _Siervo libre de amor_, de Rodríguez del Padrón; pero con
un elemento caballeresco y melancólico, que les da un tono nuevo y es
propio de nuestro escritor.

Era Diego de San Pedro no mediano poeta, cuyas coplas pueden leerse
en el _Cancionero general_, y ciertamente gran versificador, de
oído muy delicado. Bien se echa de ver en su prosa, muy semejante á
la cervantina en lo armoniosa y dulce, aunque más repulida y hasta
rebuscada. Construye el período, breve ó largo, con singular maestría,
contraponiendo sus miembros como un sofista del siglo de Protágoras
y Gorgias, y rematándolo con caída de pendiente suave y sonorosa. Es
un novelista sentimental y simbólico, dantesco, que hoy pasaría por
un cumplido parnasiano, en la forma y sonsonete, aunque más natural,
afectuoso y tierno. De una redacción antigua del _Amadís_ dicen que
procede la _Cárcel de Amor_. Por lo menos, sabe que trasciende á novela
caballeresca, bien que sin los maravillosos é inverisímiles casos de
este linaje de escritos. Esta exquisitez de forma se advierte en no
pocos escritos del siglo XVI y á menudo en el mismo Cervantes, que sin
duda leyó é imitó á Diego de San Pedro, no menos que Rojas, bien que
éste con menor felicidad, pues nunca su prosa erudita le llega, por más
que parezca pretenderlo.

Escribió además versos, que hay en los _Cancioneros_, y el bufonesco
y soso _Sermón de amor_, en prosa, Alcalá, 1511 y 1540, y en las
ediciones de la _Cárcel de Amor_, de Medina, 1547 y Venecia, 1553.
Convertido de sus pasatiempos y devaneos, compuso el _Desprecio de
la Fortuna_ (Zaragoza, 1509), en verso, obra grave y filosófica (n.º
263 del _Canc. gral._); la _Pasión de Nuestro Redentor y Salvador
Jesucristo_, en quintillas fáciles y devotas (Bibl. Rivad., _Cancionero
y Romancero Sagrados_, número 969); _Las siete angustias de Nuestra
Señora_ (Medina, 1534).

    =432.= "_La Cárcel de Amor_ es el _Werther's Leiden_ de
    aquellos tiempos", dijo justísimamente Luis Usoz en su prólogo
    al _Cancionero de Burlas_. Hasta en el empleo de la forma
    epistolar en que está escrita la mayor parte de la _Cárcel
    de Amor_ se parece á la novela de Goethe, y mucho más en las
    tintas lúgubres del cuadro, en lo frenético y desgraciado de
    la pasión del héroe y en el suicidio con que acaba. Nicolás
    Núñez, de quien hay coplas en el _Cancionero general_,
    añadióle un remate consolatorio con canciones y villancicos,
    que se imprimió en casi todas las ediciones. Pero, si pueden
    advertirse defectos en la trama de la novela, el estilo y
    lenguaje, elegante siempre y sonoro, sentencioso y expresivo,
    y no pocas veces elocuente y fogoso, es merecedor de toda
    alabanza.

    Hasta 25 veces se imprimió en el siglo XVI la _Cárcel de
    Amor_, á pesar de haberla prohibido la Inquisición por algunas
    expresiones exageradas y disparates teológicos, como que las
    mujeres "no menos nos dotan de las virtudes teologales que
    de las cardinales", y que todo el que está puesto en algún
    pensamiento enamorado cree en Dios con más firmeza, "porque
    pudo hacer aquella que de tanta excelencia y fermosura les
    parece", por donde viene á ser tan devoto católico, "que ningun
    Apostol le hace ventaja". Influyó mucho dentro y fuera de
    España y fué traducida al italiano (1513), al francés (1526)
    y del francés al inglés (1540) por Lord Berners. Véase Juan
    M. Sánchez, _Bibliogr. Aragonesa_ (pág. 78). Publicóse por
    primera vez la _Cárcel de Amor_ en Sevilla, 1492; Burgos, 1496;
    Logroño, 1508; Sevilla, 1509; Zaragoza, 1516; Burgos, 1522;
    Zaragoza, 1523; Sevilla, 1525; Burgos, 1527; Venecia, 1531;
    Medina, 1544, 1545, 1547 (con su _Sermón de amores_ y sus
    versos); París, 1548; Venecia, 1553; Amberes, 1556, 1560, 1576,
    1598 (con la _Cuestión de amor_); París, 1567, 1581, 1595,
    1616; Lyon, 1583 (en español y en francés, traducción de Gil
    Corrozet). De la traducción italiana se citan las ediciones de
    Venecia, 1513, 1514, 1515, 1521, 1525, 1530, 1533, 1537, 1546,
    1553: hízola Lelio Manfredi y por ella se hizo otra versión
    francesa, anterior á la de Gil Corrozet, París, 1526, 1527;
    Lyon, 1528, 1537; París, 1533, 1552, 1567, 1581. Bernardo de
    Vallmanya la tradujo al catalán, Barcelona, 1493.

    El _Tractado de amores de Arnalte y Lucenda_ se imprimió
    en Burgos, 1491, y por segunda vez en Burgos, 1522, de
    cuya edición hay ejemplares en el British Museum y en la
    Bibliothèque Nationale de París, y ha sido impresa por
    Foulché-Delbosc, juntamente con su biografía, en la _Revue
    Hispanique_, t. XXV, con tirada aparte. El mismo autor ha
    reimpreso la edición de Sevilla de 1492 de la _Cárcel de Amor_,
    1904, en la _Bibliotheca Hispanica_, t. XV. Además M. Pelayo,
    en la _Nueva Bibl. de Aut. Esp._, t. VIII; además, Sevilla,
    1525; Burgos, 1527. Traducciones francesas: París, 1539;
    Tolosa, 1546; París, 1546, etc.; inglesas: Londres, 1575 (de la
    de Burgos, 1491), 1591, 1597, 1598.

    Diego de San Pedro, _Cárcel de Amor_ [reimpr. de la ed. de
    1492], ed. R. Foulché-Delbosc. _Bibliotheca Hispanica_, t. XV;
    _Nueva Bibl. de Aut. Esp._, t. VIII; _Arnalte y Lucenda_, ed.
    R. Foulché-Delbosc, en _Revue Hispanique_, t. XXV.

    En 1491 se publicó _Flor de Virtudes_, obra de Cherubino da
    Spoleto, según se cree comúnmente, traducida no se sabe por
    quién, Zaragoza (_Bibliogr. Zarag. del siglo XV_). Otra edición
    sin pie de imprenta, de Zaragoza, probablemente de 1499;
    Toledo, 1502; Sevilla, 1534.

    En 1491 se editó el _Targum de Onkelos_, en Portugal. De
    la misma época son los comentarios literal y cabalístico de
    RABÍ ABRAHAM SABAH al _Pentateuco_ (_Ramillete de Mirra_), al
    _Cantar de los Cantares_, etc.

    DIEGO DEZA (1444-1523), dominico, catedrático de Teología
    en Salamanca, obispo de Zamora, Salamanca, Palencia y Jaén;
    arzobispo de Sevilla y Toledo, amigo y defensor de Colón en la
    junta de Salamanca, preceptor del príncipe don Juan, inquisidor
    general (1499-1506). _Defensiones ab impugnationibus magistri
    Nicolai de Lira..._, Sevilla, 1491; Medina, 1517. _Statuta
    seu instructiones... a variis sacri tribunalis ministris
    observandae_, Sevilla, 1500. _Statuta alia a ministris sacri
    tribunalis celebranda, Medina_, 1504. _Synodus ab ipso
    Hispali celebrata_, Sevilla, 1512, _Novarum deffensionum
    doctrinae Angelici doctoris beati Thomae de Aquino super
    quatuor sententiarum quaestiones_, Medina, 1517. Inéditas:
    _La exposición del Padrenuestro_, _Monatessaron_ y _Super
    orationem dominicam_. Contra Llorente le defendió M. Pelayo,
    _Heterodoxos_, ts. II y III. Véase J. Echard, _Scriptores
    Ordinis Praedicatorum_, 1719-1721. A. Cotarelo: _Fray Diego
    Deza_, Madrid, 1904.

=433.= _Año 1492._ JUAN DEL ENZINA (1469-1529) nació en el lugar
llamado La Encina, cerca de Salamanca, donde estudió con Antonio
de Lebrixa las Humanidades. La mayor parte de las obras de su
_Cancionero_, las bucólicas y las ocho de la primera edición, "fueron
hechas desde los catorce años hasta los veinte y cinco" (Dedicatoria
á los Reyes Católicos). Entró muy joven como músico al servicio
del duque de Alba don Fadrique Álvarez de Toledo, en 1492, fecha
de su imitación de las églogas de Virgilio. En 1496 publicóse el
_Cancionero_, cuyas ocho piezas dramáticas fueron representadas por
aquel entonces dentro de casa de su señor, tomando parte el poeta, y
con la música y letra de los villancicos que componía para solazarle
y se hallan en el _Cancionero musical_ de la biblioteca de Palacio,
descifrado é ilustrado por Barbieri. En la edición de 1509 llegaron
los dramas á 12. Pretendió en balde en 1498 la plaza de Chantre de la
catedral de Salamanca, y en 1502 se hallaba en Roma, de donde volvió á
Salamanca con un beneficio en aquella ciudad, concedido por Alejandro
VI y habiendo compuesto en Roma la _Égloga de Plácida y Victoriano_ y
representado allí otras de sus obras. En 1509 se le dió posesión de
un arcedianazgo y de una canonjía en Málaga, donde, por seguir sin
ordenarse, sus émulos lograron excluirle algún tiempo del Cabildo y
reducirle á la mitad su prebenda, aunque era tan estimado que llevó la
representación del Cabildo en el Concilio Provincial de Sevilla de 1512
y logró permiso para ir á Roma, donde estuvo en aquel año y en el de
1514 hasta la primavera de 1516, siempre apoyado allí y en España por
el Papa León X, que le nombró Prior de León en 1519. Tenía cincuenta
años y mudado de mundano y frívolo en otro hombre, para prepararse al
sacerdocio, peregrinó á los Santos Lugares, saliendo de Roma en la
primavera de aquel año, embarcándose para Venecia en Ancona, y de allí
para Jafa, diciendo su primera misa en el Monte Sión. Vuelto á Roma
en 1521 publicó su viaje con título de la _Trivagia_, de ningún valor
literario, la última obra que dió á luz.

    =434.= Nació en 1469, ya que tenía cincuenta años cumplidos
    al ir á Jerusalén el 1519, según él dice en la _Trivagia_:
    "Los años cincuenta de mi edad cumplidos... | terciado ya el
    año de los diez y nueve, | después de los mil y quinientos
    encima". Gil González Dávila, _Histor. de las antigu. de la
    ciud. de Salamanca_, 1602, pág. 576, dice que murió en 1534,
    añadiendo que fué enterrado en la catedral y que se le erigió
    un monumento. Sobre su patria, Encina, Gallardo se fundó en un
    villancico suyo: "¿Es quiza vecina | de allá, de tu tierra?
    | --Yo soy del Encina, | y ella es de la sierra". El mismo
    poeta distingue su nacimiento de su crianza: "Aunque sós
    destos casares, | de aquesta silvestre Encina, | tu sabras dar
    melecina | á mis cuitas y pesares, | pues allá con escolares
    | ha sido siempre tu crio" (en Salamanca). Por el _Pleito del
    Manto_ pudiera acaso sacarse que fué su padre Pedro Torrellas
    el versificador enemigo de las mujeres. La doctrina métrica
    de su _Arte de la poesía castellana_ es la de la _Gramática
    Castellana_ de Nebrija, el cual publicó el _Arte latino_ en
    1481, época en que Enzina debía estudiar en Salamanca. De su
    vida estudiantil da muestras en el _Auto del Repelón_; del
    gusto humanístico, en las _Bucólicas_. Debió recomendarle al
    de Alba su hermano don Gutierre, cancelario de la Universidad
    de Salamanca, cuando allí estudiaba Enzina. Que entró como
    familiar en el castillo de Alba de Tormes en 1492 se saca de
    una égloga de Navidad, aquel año representada, en la que se
    muestra "muy alegre é ufano, porque sus señorias le habían ya
    recebido por suyo". Otra fué representada delante del príncipe
    don Juan, á quien dedicó las _Bucólicas_, y al morir, en 1497,
    compuso la _Tragedia trovada_, poema en coplas de arte mayor.
    Su pretensión á la chantría se ve en la égloga _de las grandes
    lluvias_, y acaso por eso quiso buscar fortuna en Italia, donde
    en tiempo de León X fué acaso _cantor_ de la capilla pontificia
    y allí compuso, según dice Valdés, la _Égloga de Plácida y
    Victoriano_, que Juan de Valdés prefería á todas sus demás
    obras, quién sabe si por lo que imitó de la _Vigilia de la
    enamorada muerte_, de Garci Sánchez de Badajoz, principal razón
    que tuvo probablemente el Santo Oficio para poner la _Égloga_
    en su _Índice_, aunque había sido representada en 1513 en Roma
    en casa del Cardenal de Arborea, "donde se habia recitado en
    español una comedia de Juan de la Enzina", asistiendo á ella
    "più puttane spagnuole che uomini italiani", como se lee en
    curioso documento italiano. Qué personajes asistieran á tal
    orgía se ve por los que asistieron al banquete que, escribe
    Stazio Gadio al Marqués de Mantua, había dado el Cardenal, su
    primo, siendo comensales el Cardenal de Aragón, el cardenal
    Sauli, el cardenal Cornaro, el marquesito Federico Gonzaga,
    algunos obispos, caballeros y "la cortesana Albina". (A. Graf,
    _Attraverso il Cinquecento_, Torino, 1888, págs. 264-265,
    refiriéndose á la carta publicada por Luzio en su Memoria
    sobre _Federico Gonzaga ostaggio alla corte di Giulio II_,
    en el _Arc. della R. Società Romana di storia patria_). La
    _Égloga_ debió, pues, escribirse para esta fiesta, en los
    primeros días de agosto de 1513. El Cardenal de Aragón le
    alcanzaría el beneficio ó _ración_ de la catedral de Salamanca,
    que el Papa Alejandro VI le concedió el 15 de septiembre de
    1502, según documento del archivo de la Iglesia de Salamanca,
    comunicado en 1867 á Manuel Cañete. En la bula se le llama
    "Clérigo salmantino, Bachiller, familiar de S. S. y residente
    en la curia romana". Rafael Mitjana nos ha dado noticias de
    su vida en Málaga, que pueden verse extractadas en M. Pelayo,
    _Antología de poetas lír. cast._, t. VII, págs. XI-XII. En
    1514 sacó bulas del papa León X "sobre la diligencia de su
    ausencia, para que estando fuera de su iglesia, en corte de
    Roma, por suya propria cabsa ó ajena, no pudiese ser privado,
    molestado ny perturbado, no obstante la institucion, ereccion ó
    estatutos de la dicha iglesia" (de Málaga). Al volver á España
    en mayo de 1516 recibió una carta en que el Obispo de Málaga
    don Diego Ramírez de Villaescusa, presidente que había sido
    de la Chancillería de Valladolid y á la sazón capellán mayor
    de la reina doña Juana, le intimaba bajo penas comparecer en
    Valladolid para tratar ciertos negocios, que no conocemos,
    pero que no le pararon daño alguno, gracias á la protección
    del Papa, á quien debió por aquellos días el nombramiento de
    "Sub-Colector de Espolios de la Cámara Apostólica", cargo
    lucrativo y holgado, que le permitió continuar faltando á
    la residencia todo aquel año y el siguiente y librarse,
    finalmente, de ella, mediante permuta que hizo con don Juan de
    Zea, del Arcedianazgo mayor de Málaga, por un beneficio simple
    de la iglesia de Morón. Así se notificó al Cabildo en 1519 con
    carta real y bula de León X. Pero sin tomar acaso posesión del
    nuevo beneficio, fué de nuevo agraciado por el Papa con el
    Priorato mayor de León, del cual se posesionó por procurador,
    siguiendo él en Roma, según el acta capitular de 14 de marzo
    de 1519, descubierta por Juan López Castrillón y publicada en
    el _Cancionero_ de Barbieri, pág. 29. Sus intentos al ir á
    Tierra Santa y su edad se leen al principio de la _Trivagia_,
    y en este itinerario poético, que publicó á su vuelta á Roma
    el 1521, pueden seguirse sus jornadas. Navegó en compañía de
    don Fadrique Enríquez, marqués de Ribera y adelantado mayor de
    Andalucía, que, vuelto á Sevilla, edificó la _Casa de Pilatos_.
    La _Trivagia_ es la última de sus composiciones conocida, obra
    tan devota como trivial, en 213 coplas de arte mayor, publicada
    en Roma en 1521, luego en Lisboa, 1580; Sevilla, 1606; Lisboa,
    1608; Madrid, 1733 y 1786, debiendo la mayor popularidad de
    todas sus obras á ser libro de viajes y devoto. En 1526, según
    las actas capitulares de la catedral de León se hallaba en
    aquella ciudad, y allí vivió hasta el 1529, honrándole el
    obispo don Pedro Manuel y el Cabildo y acrecentándole su haber
    con generosas dádivas. En 1529 estaba ausente de León Juan del
    Enzina, como se ve por otra acta, y aquel mismo año murió, no
    se sabe dónde, sucediéndole en 1530 García de Gibraleón en el
    priorato.

=435.= Como músico sobresale Enzina en la subordinación de la
preciosa música de sus villancicos á la letra y poesía, de la cual es
acompañanta, que la engalana y no la oscurece. Como poeta, por ser
músico, brilla sobre todo en los villancicos y composiciones ligeras,
hechas para cantarse, y en todos los demás versos es más musical
que pintoresco. _El Arte de la poesía Castellana_, que encabeza el
_Cancionero_, pertenece á la tradicional escuela provenzal y añade las
doctrinas humanistas del _Arte en romance_ de su maestro Antonio de
Nebrija. El _trovador_ se engrandece tomando nombre de _poeta_ y los
modelos se hallan en la Italia antigua y moderna; olvidándose de la
poesía juglaresa castellana y de la lírica provenzal cortesana, madre
de la italiana, mientras explica las galas de la técnica provenzal. Las
_Bucólicas_, la primera traducción libre de las _Églogas_ virgilianas
en coplas de arte menor, octosílabos de pie quebrado generalmente,
están llenas de gracia, brío y desenvoltura, y en el rústico decir
sayagués ó salmantino, á menudo llegando á ser tan parodias de las
de Virgilio como lo fueron las de éste de los _Idilios_ de Teócrito
por el mismo procedimiento del simbolismo. En el _Cancionero_ "las
poesías sagradas, como dice M. Pelayo, valen menos que las profanas y
las composiciones largas menos que las cortas, y los versos de arte
mayor mucho menos que los villancicos y las glosas". Tiene el fino oído
musical y el sentimiento de la naturaleza y de la vida rústica, en lo
que se asemeja á Virgilio; con su frescura de imaginación da lindas
pinceladas, su sencillez le allega al pueblo, el habla rústica añade un
realismo y un tan sabroso dejo de candor, que suplen á la falta, en lo
devoto sobre todo, de hondo sentimiento poético.

Del género alegórico dantesco y petrarquesco son, entre otras obras,
el _Triunfo del Amor_, el _Triunfo de la Fama_, compuesto en 1492
para celebrar la rendición de Granada, y en que imita á Juan de Mena;
la _Tragedia trovada á la dolorosa muerte del príncipe don Juan_, en
1497; pero lo artificioso de tamaño idealismo, que tan embaucados
trajo á los literatos del siglo xv, no tenía arraigo en el natural
realista y popular de Enzina. Tan sobado era entre cortesanos el
asunto del _Testamento de Amores_, de la _Confesión de Amores_ y de
la _Justa de Amores_, y harto mejor se hallaba con las coplas ligeras
de ocasión y de sociedad, donde ponía su punta de picante sátira, de
burla regocijada y de inofensiva chispa, entre las que siguieron siendo
famosos los llamados _Disparates trovados_, de Juan del Enzina, la
_Almoneda_, el _Juicio sacado de lo más cierto de toda la astrología_,
imitado por todos los _Juicios del año_ posteriores, llenos de
perogrulladas. Pero donde Enzina está como en su propia hacienda es en
la que lo ha sido siempre del pueblo español, en los cantares, que,
aun leídos sin la melodía con que los acompañaba él y los acompaña el
pueblo, son lo más galano, sentido y castizo que produjo siempre la
musa popular española. De hecho no pocos deben ser populares y más
viejos que Enzina, el que de ellos se enamoró, los recogió y supo
remedar otros propios por el estilo. Algunos son dialogados, los más
pastoriles, de un candor de niño, bien que sazonados con la misma salsa
maliciosa, que nunca suele faltar en los cantares del pueblo español.
Juan del Enzina es el maestro de la bucólica puramente española, sin
rastro de la égloga romana, ya bastardeada de la primitiva siciliana.
El verso es corto; el estilo y lenguaje, sin afeites eruditos. Pocas
veces llegaron á pareársele aun el mismo Lope, Góngora y Quevedo, sobre
todo en la frescura y naturalidad.

Acerca de sus piezas dramáticas, no parece se representó ninguna en
público ni menos por cómicos asalariados, sino en casa de los Duques de
Alba las dos más antiguas, en 1492, apenas entrado él á su servicio,
y son las _representaciones_ de la _Pasión_ y de la _Resurrección_,
diálogos sencillos, que en la forma y asunto semejaban todavía á los
misterios y dramas litúrgicos, representados hasta entonces solamente
en los templos; pero ya con algunos elementos profanos y realistas,
parecen luego las tres _églogas_ de Navidad, de género pastoril, como
indica este nombre, tomado de Virgilio juntamente con el sentimiento
de la vida rústica, que felizmente supo casar con las costumbres y
habla de los villanos de su tierra. Este lenguaje, que en poco difería
del habla de Sayago, por lo que se le llamó dialecto sayagüés, era
el que se hablaba sustancialmente en la provincia de Salamanca, bien
que Enzina y los que le siguieron supieron armonizarlo con el común
castellano, forjando de esta manera la _lengua pastoril_, que decía
Rodrigo de Reinosa, á veces algo rebultados los barbarismos, como en el
_Auto del Repelón_, que M. Pelayo enlaza con los _juegos de escarnio_
de la Edad Media, y es, ciertamente, el primero en fecha de nuestros
entremeses. El martes de Carnestolendas de 1494 se representaron otras
dos, y en 1494 y 1495, las dos _en requesta de unos amores_. En 1497
se representó delante del príncipe don Juan la que Gallardo llamó _El
triunfo del Amor_. La segunda manera del arte dramático de Enzina
comienza á su vuelta de Italia con la _Égloga de Fileno y Zambarda_, y
la _Farsa de Plácida y Victoriano_, representada en Roma, y la _Égloga
de Cristino y Febea_. Hay en ellas mayor complicación, más fuerza en la
pintura de personajes y más nervio en la expresión. Las pocas comedias
italianas que se habían hecho hasta entonces debieron de influir poco
en este adelanto; en cambio, tomó mucho, y aprendió más, de la _Cárcel
de Amor_ y de _La Celestina_, que salieron por aquel tiempo.

Las obras musicales de Encina se hallan en el _Cancionero musical_ de
Barbieri, que las halló en número de 68, con otras, hasta 460, en un
manuscrito de los siglos XV y XVI en la biblioteca del Palacio Real.
Allí están la mayor parte de los villancicos con que acaban sus piezas
dramáticas. "Cuando todos los compositores de Europa, dice Barbieri,
procuraban en sus obras hacer gala de los primores del contrapunto,
con desprecio casi absoluto del sentido de la letra, hallamos en el
_Cancionero_ muchas composiciones en las cuales la música se subordina
de una manera muy notable á la poesía. En esto Juan del Enzina se
muestra á gran altura, siendo sus obras dignas de particular estudio;
alguna de ellas se adelanta de tal modo á su siglo, que parece escrita
en el presente". Cuanto al juicio de Enzina como poeta lírico y
dramático, estamos hoy bien lejos de asentir al de Hernando de Herrera,
que en las _Anotaciones á Garcilaso_ se dejó decir, llevado de su
criterio erudito y humanista, estas palabras: "Tocó esta fábula (de
Tántalo) aquel poeta Juan de l'Enzina, con la rudeza y poco ornamento
que se permitía en su tiempo". "Juan de l'Enzina siguió este mismo
lugar en su égloga V; pero tan bárbara y rústicamente, que ecedió á
toda la ignorancia de su tiempo". Tamaños juicios se dieron siempre de
los autores primitivos en las épocas eruditas, y lo que para semejantes
jueces librescos era _rudeza_ y _poco ornamento_, es _naturalidad_ y
_sencillez_ para los que saben juzgar de las cosas; lo que ellos llaman
_bárbaro_ y _rústico_ es lo recio y popular, lo no bastardeado con
artificios melindrosos y convencionalismos urbanos.

    =436.= De la edición primera de 1496 hay ejemplar en la
    Academia Española; en la Nacional los hay de 1505 y 1516; en
    la Biblioteca Imperial de Viena vió Wolf otro de 1509 y otro
    tuvo Gayangos; de 1507 dice que vió otro en la biblioteca de
    la Reina Asenjo Barbieri; de la de 1501 en la del Gran Ducado
    de Wolffenbuttel. _Plácida y Victoriano_ se imprimió en Roma,
    1514, como dijo Moratín, y tuvo ejemplar sin lugar ni fecha en
    su colección Pedro Salvá: no se halla en los _Cancioneros_.
    Ríos atribuye á Enzina la _Tragedia á la muerte de don Fernando
    é Isabel_ y dice se halla en algunas ediciones; pero la última
    fué del 1516, año en que murió el Rey á 13 de enero, de modo
    que no pudo incluirse en ediciones anteriores y no se halla
    en la de Coci de 1516. Las de 1496, 1501 y 1505 tienen las
    mismas ocho representaciones; la de 1507, dos más; la _Égloga
    trovada_ y la _Representación... ante... el príncipe don Juan_,
    que Colón llama _Representatio amoris_ en su Registro; la de
    1509 además la de _Fileno_, _Zambarda_, etc., y el _Aucto del
    Repelón_; la de 1516 es como la de 1507. La tragedia _Á la
    dolorosa muerte del Principe Don Juan_ se halla encuadernada
    al fin del _Cancionero_ de 1496 de la Academia Española.
    "Tabla de las obras que en este _Cancionero_ se contienen
    (edición de 1496), hechas por Juan del Enzina desde que hubo
    catorce años, hasta los veinte y cinco años.--Primeramente:
    Un prohemio (en prosa) á los Reyes nuestros señores, foja 1.
    Otro prohemio al Principe nuestro señor, f. 2. El arte de
    trovar, f. 3. Un prohemio al duque y duquesa de Alba, f. 6.
    La Bucolica de Virgilio, con dos prólogos al principal, y uno
    á los Reyes nuestros señores, y otro al Principe, f. 31. El
    triunfo de fama, f. 49. Unos disparates, f. 57. El triunfo
    de amor, con un prologo al principe, á don Garcia de Toledo,
    hijo primogenito del duque de Alba, f. 61. Un abecé de amores
    á una dama, f. 70. Testamento de amores, f. 75. Confision de
    amores, á su amiga, f. 79. Porqué de amores, f. 82. Glosas de
    motes, f. 84. Canciones, f. 85. Romances (son cuatro), f. 87.
    Canciones con sus desechas, f. 88. Villancicos de devocion,
    f. 88. Villancicos de amores... (son 28), f. 87. Villancicos
    pastoriles... (son 16), f. 96. Representaciones (son ocho), f.
    103". Las ocho son: I. "Representacion en la noche de navidad,
    adonde se introducen dos pastores, y el uno entró primero en
    la sala á donde el Duque y Duquesa de Alba estaban, y llegó á
    presentar en nómbre de Juan del Encina una obra de la mesma
    fiesta enderezada á la Duquesa, mostrándose muy dichoso porque
    le habian ya recebido por suyo; y el otro entró despues y
    comenzóse á razonar con él en nómbre de los detratóres y
    maldicientes". II. "Otra en la mesma noche donde se introducen
    cuatro pastores, en nombre de los cuatro evangelistas, que
    hablan de la natividad de nuestro Salvador". III. "Otra á
    la pasión de nuestro Redentor, á donde se introducen dos
    hermitaños y una muger llamada Verónica, que hablan de su
    preciosa pasión y muerte; y un ángel que les vino á consolar
    con esperanza de la resurección". IV. "Otra de la resurección
    de Cristo á donde se introducen Josef de Alarimatia, y la
    Magdalena; y los dos discípulos que iban al Castillo de Emaús,
    que hablan de la resurección, y un ángel que les acrecentó el
    alegria". V. "Otra en la noche postrera de carnal, á donde se
    introducen cuatro pastores mostrando gran pesar y tristura,
    por que se sonaba que el Duque de Alba su señor se habia de
    partir á la guerra de Francia". VI. "Otra en la mesma noche y
    por los mesmos pastores comiendo y beviendo y festejando mucho
    aquella fiesta". VII. "Otra en recuesta de unos amores, á
    donde se introducen un escudero, y un pastor, y una pastorica
    recuestando del uno y del otro sobre cual la ternia por amiga".
    VIII. "Otra á donde se introducen los mismos de arriba y otra
    pastora que era esposa de aquel pastor; y todos juntamente
    deseando de ser pastores, se tornaron del palacio".

    =437.= _Cancionero de las obras de Juan del Enzina_, Salamanca,
    1496; Sevilla, 1501; Burgos, 1505, 1508; Salamanca, 1507 y
    1509; Zaragoza, 1512 y 1516. Todas ediciones rarísimas; la más
    completa, la de Salamanca de 1509. _Teatro completo_, ed. F.
    Asenjo Barbieri, Madrid, 1893; _Arte de poesía castellana_,
    reimpreso por M. Menéndez y Pelayo, _Antología de poetas
    líricos_, etc., t. V, págs. 30-47; _Cancionero musical de
    los siglos XV y XVI_ [contiene 68 poesías de Enzina], ed. F.
    Asenjo Barbieri, Madrid, 1904; _Cancionero de Uppsala_, ed.
    R. Mitjana, Uppsala, 1909. Consúltense: M. Menéndez y Pelayo,
    _Antología de poetas líricos_, etc., t. VII, págs. I-C; E.
    Cotarelo y Mori, _Estudios de historia literaria_, Madrid,
    1901, págs. 103-181; R. Mitjana, _Sobre Juan del Enzina, músico
    y poeta: nuevos datos para su biografía_, Málaga, 1895; E.
    Díaz Jiménez y Molleda, _Juan del Enzina en León_, Madrid,
    1909, donde se hallan los documentos que prueban la fecha de
    su muerte; J. P. Wickersham Crawford, The Source of Juan del
    Encina's _Égloga de Fileno y Zambarda_ (_Revue Hispanique_,
    XXX).

=438.= Juan del Enzina es el principal representante de los dramaturgos
eruditos que supieron llevar á la literatura erudita la lírica ó
cantares de la literatura antiquísima del pueblo y la dramática, que
desde los más antiguos tiempos cultivaba el pueblo, ya en misterios
religiosos, representados en templos y procesiones, con el natural
acompañamiento del elemento humano de personajes, tipos, costumbres,
etc., ya en juegos de escarnio, chacotas y momos, ó escenas puestas
en acción para burlarse unos de otros y tomar un rato de broma. Así
nacieron la verdadera lírica y la verdadera dramática, como la épica
verdadera, para la literatura erudita, en esta época en que los autores
supieron apreciar lo popular en todos los géneros literarios.

    =439.= Tan antiguos como los refranes, los cantares y los
    romances, son los pasos dramáticos populares en España. Sin
    distinguir entre literatura popular y literatura erudita, la
    mayor parte de los historiadores de nuestra literatura han
    decretado que Enzina fué el más antiguo dramaturgo español,
    el padre de nuestra dramática. Convienen además en que él fué
    quien secularizó el drama, hasta entonces puramente religioso,
    aunque generalmente los hispanistas extranjeros no quieren que
    el teatro español deba nada al teatro eclesiástico. Ninguna de
    estas tres opiniones es cierta. Literatura dramática erudita,
    que se escribiera y fuera para solaz de la gente culta, no la
    hubo acaso hasta esta época de los Reyes Católicos, porque
    realmente el teatro siempre ha de ser más ó menos popular por
    razón de los espectadores, y habiéndose menospreciado hasta
    esta época todo lo popular, no pudo haber dramática erudita
    escrita, como por lo mismo nadie había hecho caso de la épica
    popular ó romances, ni de los cantares populares, verdadera
    lírica del pueblo. En este reinado, de golpe y porrazo, brotan
    dramaturgos y obras dramáticas por todas partes: es que los
    eruditos llevan á la literatura culta el drama popular.
    Así Gómez Manrique, Cota, sobre todo Juan del Enzina, que
    en este sentido puede decirse ser padre de la dramática
    española, esto es, de la erudita. ¿Que hubo dramática popular
    en todo tiempo? J. J. de Iztueta, en _Guipuzcoaco dantza
    gogoangarrien condaira_, San Sebastián, 1824, nos describe
    las danzas vascongadas, hasta 36, que son verdaderas obras
    dramático-líricas primitivas, en su naturaleza. "Las danzas,
    dice, no son otra cosa que la representación de un canto por
    medio de los pies y de varios gestos, ó, mejor dicho, la
    exacta expresión de lo que significa cada nota del canto,
    de suerte que en su representación se unan cuerpos y voces
    para interpretar la melodía y las palabras". Los antiguos
    celebraron los bailes españoles diciendo que eran pantomímicos
    y acompañados de canto (Plin., l. 1, _cp._ 15; Juven., _sat._
    II, ν. 162, etc.; Marcial, l. 3. _epigr._ 63; Lamprid.,
    _Heliog._, c. 32). El teatro romano en España continuó entre
    los visigodos, como se ve por el Concilio de Ilíberis (cánones
    43 y 60), por San Isidoro (_Orígenes_, l. 18, c. 41 y 59) y por
    lo que cuentan Mariana de Sisebuto (_Hist. Esp._, l. 6, c. 3) y
    Padilla (_Histor. ecles. de Esp._, segunda parte, Málaga, 1605,
    pág. 188). El Concilio toledano del 633 prohibió la fiesta de
    los locos. En las obras de San Valerio († 695) se habla del
    teatro (_Esp. Sagr._, t. XVI, pág. 397), no menos que en el
    _Fuero Juzgo_ (ed. 1815, l. 1, _de instr. legalibus_, I tít.).
    La danza prima de Asturias es antiquísima, derivada de las
    danzas ibéricas, así como la de la rueda en Segovia. En toda
    España se conservan danzas corales, en rueda, de espadas, etc.,
    que son representativas y hermanas de las vascongadas. Bufones
    y remedadores populares, que remedaban dramáticamente, suenan
    desde los más antiguos escritos y su antigüedad se ve por las
    _Partidas_. Reyes y magnates los llamaban á sus palacios y
    los tenían asalariados, como entre los romanos, y ya en la
    época del Renacimiento. Fuera de esto, las mismas _Partidas_
    nos hablan de verdaderas representaciones, como en la part,
    1, l. 34, t. VI: "Los clérigos... no deben ser facedores de
    juegos de escarnios porque los vengan á ver gentes cómo se
    facen. Ε si otros homes los ficieron, non deben los clérigos
    hi venir, porque facen hi muchas villanias e desaposturas.
    Ni deben otrosi estas cosas facer en las iglesias: antes
    decimos que los deben echar de ellas deshonradamente a los
    que lo ficieren: ca la eglesia de Dios es fecha para orar e
    non para facer escarnios en ella... Pero representaciones
    hay que pueden los clérigos facer, asi como de la nacencia
    de N. S. Jesu Christo, en que muestra como el ángel vino a
    los pastores e como les dijo como era Jesu Christo nacido. Ε
    otrosi de su aparicion como los tres Reyes magos le vinieron á
    adorar. Ε de su resurrección, que muestra que fué crucificado e
    resucitado al tercero dia: tales cosas como estas, que mueven
    al ome a facer bien e a haber devocion en la fe, puédenlas
    facer, e ademas, porque los omes hayan remembranza que segun
    aquellas, fueron las otras hechas de verdad...". Había,
    pues, á mediados del siglo XIII representaciones religiosas
    y profanas, hechas por clérigos y legos, dentro y fuera de
    los templos y el arte dramático era un modo de vivir para
    algunos. La representación de _misterios_ fué antiquísima y
    nació de la misma liturgia, que era dramática, pues antífonas
    y responsos aluden al nombre del cómico ó _hypocrites_ en
    griego; el hacer nacimientos, el lavar los pies en Jueves
    Santo, las procesiones, etcétera, son representaciones tan
    claras como las que de la Pasión y otras siguen haciéndose
    en muchos pueblos de España. Hasta se lee la Pasión en el
    oficio de Viernes Santo entre varios clérigos, haciendo uno
    de Evangelista, otro de Jesús, otro de Pilato y los judíos.
    Los juegos de escarnios eran representaciones burlescas,
    profanas, de la vida común, origen de las farsas y entremeses
    posteriores, como las representaciones religiosas lo fueron
    de los autos. Urbano IV instituyó en tiempo de Alfonso X el
    _Corpus Christi_, y aquella fiesta por toda España se festejaba
    con representaciones. Pruebas de representaciones en España
    las tenemos desde las _Partidas_, desde el _Fuero Juzgo_,
    desde los primeros Concilios españoles, que todos condenan los
    abusos que se cometían, ya en juegos de escarnios ó dramática
    puramente seglar, ya en la eclesiástica, por haberse siempre
    introducido en ella mucho de humano, esto es, personajes y
    acciones que nada ó poco tenían que ver con los misterios que
    representaban. Quedan en toda España huellas harto viejas de
    una y otra dramática, eclesiástica y seglar, populares ambas.
    Al caer el Imperio romano sabido es que los histriones paganos,
    comúnmente los sacerdotes del paganismo, servían de representar
    misterios cristianos y pasos cómicos, con que el paganismo se
    ponía en solfa y en chacota. Los cristianos ponían en acción
    los pasajes bíblicos, como todavía se hace por esos pueblos,
    en la prisión del huerto, en la cena dada á los pobres, en el
    descendimiento, en el ahorcar á Judas, en el bajar el ángel el
    día de Pascua á quitar á María el velo negro con que se cubre.
    Pasos cómicos, de escarnio y sátira, se hacen en vendimias y
    agostos en los montes y lugares apartados, por ejemplo, en
    Sierra Morena. En Aragón celébrase la fiesta de San Jorge
    corriendo los caballeros. Pocas veces llegó nada de esto á la
    literatura erudita, pero llegó algunas. Conocemos el _Auto de
    los Reyes Magos_ al amanecer de ella. Á fines del siglo XV,
    Domingo Mascó compuso _L'hom enamorat y la fembra satisfeta_,
    tragedia perdida; en el siglo XIV se compuso la _Representació
    de la Asumpció de madona Santa Maria_, de la cual se deriva
    el _Misterio de Elche_, que todavía se representa allí los
    días 14 y 15 de agosto. En las comarcas vascongadas son bien
    conocidas las _Pastorales_, que se representaban en vascuence.
    Las crónicas hablan de los _momos_, que debían de ser danzas
    y mascaradas ó pasos dramáticos populares, como se hacen
    todavía entre aldeanos y son los que en Grecia originaron
    la comedia. Y adviértase que como también allí el poner en
    acción los misterios paganos de Baco en el ditirambo dió
    nacimiento á la tragedia, y los comos de vendimiadores se lo
    dieron á la comedia, así en España, los momos seglares y las
    representaciones de los misterios cristianos, dieron origen al
    teatro español. Quiere decir que lo que antes hizo por largo
    tiempo el pueblo en Grecia y en España, llegó un día que lo
    imitaron los eruditos, llevando así lo popular á la literatura.
    Desde fines del siglo XIII ó principios del XIV, como se ve por
    un códice de la catedral de Gerona del año 1360, donde se dice
    haberse introducido la fiesta del _Corpus_ en aquella ciudad
    en tiempo de Berenguer Palaciolo († 1313), los beneficiados de
    la catedral representaron, durante la procesión del _Corpus_
    en varias plazas, el _Sacrificio de Isaac_ y _El sueño y venta
    de José_, de donde salió la _Tragedia Josefina_, de Carvajal,
    como de los nacimientos que siempre se hicieron por Navidad,
    con cartones, hierbas y monigotes, ofreciendo dones al Niño,
    cantándole villancicos, se vino, ya de muy antiguo, á hacerse
    representaciones pastoriles, esto es, á poner en acción el
    hecho de ir como pastores al portalico los de la casa que lo
    habían levantado, cantando, vistiéndose luego la zamarra y
    diciéndose las cosas que los pastores decirse suelen en casos
    tales. Gómez Manrique no hizo más que repetir el _Auto de los
    Reyes Magos_, que vimos al nacer la literatura castellana, y
    otro tanto hicieron J. Enzina, L. Fernández, Gil Vicente y
    todos los poetas españoles en esta época, y en adelante hasta
    los autos de Calderón. Todo esto nos lo dirá no menos, antes
    mejor, Cañete, al tratar de la _Tragedia Josefina_: XXXVII:
    "La representación de figuras y costumbres populares en el
    drama español es más antigua que Enzina, y por ende que Lope
    de Rueda: viene de los autos y farsas con que durante la Edad
    Media celebrábamos en el templo la Natividad del Señor, la
    fiesta de los santos patronos de ciudades y villas, en suma,
    todas ó las más augustas solemnidades eclesiásticas. ¿Á qué
    otro fin, sino á corregir los abusos y el excesivo empleo de
    este elemento popular en las representaciones sacras de nuestra
    nación, se dirigen reiteradas prescripciones de Concilios
    y reyes, por lo menos desde el siglo XIII hasta fines del
    XVI? Refiriéndose á lo que entiendo por elemento popular en
    el primitivo teatro español, recuerda Gallardo (_Critic._,
    4, pág. 18) que nuestro sabio rey don Alfonso X se vió ya
    "precisado á llamarle con leyes á lo divino, para corregir
    su espíritu nato de _profanidad_". En la misma liturgia de
    Gerona se habla de otras representaciones durante el año,
    como la de _Las tres Marías_ por Pascua, la del suplicio de
    San Esteban la víspera de Navidad y una farsa burlesca por
    Inocentes, cuya huella son los chascos y pegas que se dan
    aquel día. De _máscaras_ y _representaciones_, en Sevilla, el
    año 1327, nos habla Ortiz de Zúñiga (_Anal. Sev._), y se sabe
    igualmente de Aragón y Cataluña por los siglos XIII y XIV. La
    _Danza general de la muerte_ se representaba en el siglo XIV
    en España como fuera de ella. En 1435 hubo "danzas é _momos_"
    en la corte de Juan II (_Crón._, id., año 435), y "_momos_,
    toros y torneos" en 1440. La primera obra dramatizada y que
    parece se hizo para representarse de nuestros autores eruditos,
    es la _Comedieta de Ponza_, de Santillana, fuera del _Auto de
    los Reyes Magos_, copiado de los franceses, que vimos á fines
    del siglo XII. En el _Corbacho_, del Arcipreste de Talavera,
    se habla de la representación de _La Pasión_ en la iglesia
    del Carmen. El Concilio de Aranda (1473) condena los abusos
    en las representaciones que se hacían en las iglesias por las
    fiestas de Navidad, San Esteban, los Inocentes y San Juan.
    Otro tanto hizo el Concilio de Gerona (1475). En el _Tirante
    el Blanco_ (l. 3, año 1490) se habla de los entremeses que se
    representaban por Navidad.

    Menéndez y Pelayo tiene á Enzina por el más antiguo y primer
    iniciador dramaturgo español, ya que las _Representaciones del
    Nacimiento y de la Pasión_, del _Cancionero_ de Gómez Manrique,
    anteriores en fecha, no pueden compararse á la obra de "un teatro
    tan copioso, tan vario y, relativamente, tan desarrollado, como
    el de Enzina". Gómez Manrique, y seguramente otros trovadores
    del siglo XV, pudieron ser ocasionalmente poetas dramáticos;
    pero sólo Juan del Enzina lo fué de un modo intencional, con
    vocación, con perseverancia y con una marcha ascendente desde sus
    primeras obras hasta las últimas, siempre en demanda de formas
    nuevas y más complicadas. No se equivocó, pues, la voz popular
    cuando llamó á Enzina "padre de la comedia española". Ticknor
    (_History of Span. Liter._, Boston, 1864, I, pág. 248) tiene sus
    églogas "como el fundamento y principio del teatro español";
    Wolf entiende que fué "el verdadero padre del drama español, en
    el sentido estricto de la palabra" (_Studien zur Geschichte der
    spanischen und portugiesischen Nationalliteratur_, Berlín, 1859,
    pág. 274). Véase Ag. Rojas, _Viaje entret._, 1603, pág. 120. Por
    lo menos, dicen muchos, él secularizó el drama de una manera
    definitiva y le dió mayores ensanches. Creo hemos ya deslindado
    las cosas y refutado estas doctrinas exclusivas, que sólo se
    fundan en la lectura de libros literarios, dejando á un lado y no
    acordándose de la literatura popular ni de los hechos históricos
    y aun presentes para el que quiera verlos en los pueblos de
    España. Ni las tragedias de Séneca, traducidas en tiempo de
    Juan II, tienen nada que ver aquí, como quería Amador de los
    Ríos, ni nuestro teatro del tiempo de los Reyes Católicos debe
    nada al clasicismo, que, cuando tercia, como en _La Celestina_,
    y luego en Lope, lo desvía de su cauce nacional, echándolo á
    perder. El teatro español hasta Cervantes es natural por ser
    nacional, nacido en tiempo de los Reyes Católicos de los autos y
    momos populares y, sobre todo, de los autos del Nacimiento, del
    _Corpus_ y demás festividades religiosas. La misma danza en que
    acabaron después autos, farsas y sainetes son remedo de las que
    en procesiones y aun dentro de la iglesia se hacían y todavía se
    hacen.

    Cañete, _Trag. Josefina_, XLVII: "Los elementos primordiales
    del genuino drama español, que se encuentran reunidos desde
    el principio en el teatro religioso, pasan al profano (á
    quien nada toca en este punto inventar ni crear), y son, como
    si dijéramos, basa y fundamento del carácter peculiarísimo
    que tanto lo diferencia en su espíritu, en su estructura y
    en muchos de sus accidentes, lo mismo del griego que del
    romano. Quien se atreva á ponerlo en duda, lea la _Tragedia
    Josefina_, de Micael de Carvajal, compárela con la comedia
    del propio asunto, atribuida nada menos que á Calderón, y lo
    verá fácilmente comprobado. Y á fe que en este caso no está la
    ventaja por el poeta del siglo XVII". No hubo secularización
    del teatro hecha de un golpe. El elemento popular, humano, de
    tipos y costumbres, siempre se mezcló en el drama religioso con
    el elemento cristiano.

    Schack, _Lit. y art. dram. en Esp._, I, pág. 258: "El
    principal obstáculo que hasta entonces (los Rey. Catól.) se
    opuso al desarrollo del teatro fué el insondable abismo que
    separaba á la poesía popular de la erudita. Una vez allanado,
    los poetas más instruidos no creyeron degradarse acudiendo á
    los elementos populares y agradando al mismo tiempo al pueblo
    y á las clases más ilustradas; y así, pues, recorrieron la
    única senda que podía llevar el drama á su perfección, libre
    del exclusivismo que lo embargara hasta entonces". "En el año
    de 1492, dice el _Catálogo Real de España_, de Rodrigo Méndez
    Silva (Madrid, 1656), comenzaron en Castilla las compañías á
    representar públicamente comedias por Juan del Encina, poeta
    de gran donaire, graciosidad y entretenimiento". Otro tanto
    viene á decir Agustín de Rojas, _Viaje entret._: "Y donde mas
    ha subido | de quilates la comedia | ha sido donde mas tarde
    | se ha alcanzado el uso de ella, | que es nuestra madre
    España, | porque en la dichosa era | de aquellos gloriosos
    reyes | dignos de memoria eterna, | don Fernando é Isabel |
    que ya con los santos reynan, | ...se le dio á nuestra comedia
    (principio) | Juan de la Encina el primero...". Del año 1515 es
    el _Compendio de Retórica_, de Nebrija, donde habla del teatro:
    "De prueba sirven hasta los actores escenicos, que añaden
    tanta gracia a las mejores obras poéticas, que nos deleitan
    mucho mas recitadas que leidas; y aun con cosas vulgarísimas
    nos agradan y fuerzan á atenderlas, de suerte que se oiga
    con frecuencia en los teatros lo que nunca puede figurar en
    una biblioteca". Huberto Thomas de Lüttich en sus _Anales de
    vita et rebus gestis Friderici II_, Francof., 1624, habla
    de dramas en Barcelona y Perpiñán el año 1501: "Erigiose un
    cielo artificial, en el cual se veia tambien el infierno, muy
    horrible y pavoroso. Representaronse allí muchas historias, que
    duraron cerca de cuatro horas...".

    =440.= _Misterio de Elche. Auto lírico religioso, música del
    siglo X, en dos actos, representados todos los años en la
    iglesia parroquial de Santa María de Elche los días 14 y 15
    de agosto_ [con letra de F. Pedrell y notas de A. Herrera],
    Madrid, 1906. Consúltense: F. Pedrell, _La Festa d'Elche ou
    le drame lyrique liturgique espagnol_, París, 1906; M. Milá y
    Fontanals, _Obras completas_, Barcelona, 1895, t. VI, páginas
    221 y 324-347.

=441.= LUCAS FERNÁNDEZ fué natural de Salamanca, hijo acaso de Antonio
Fernández, camarero del Rey Católico, Regidor de aquella ciudad y luego
sentenciado á muerte por haber tomado parte en las Comunidades. Esta y
otras sospechas de Cañete es lo único que sabemos de este dramaturgo,
fuera de que vivió en la misma época que Juan del Enzina y que se
diferencia de él, como dice el mismo escritor, como Calderón de Lope,
pues "recuerda más la varonil energía y profundo espíritu católico";
pero "en ambos se ve mayor inclinación á estudiar al hombre en el
hombre mismo, que á soñarlo é idealizarlo á su modo, como lo hicieron
casi siempre los dramáticos del siglo XVII". De hecho, entrambos son
muchísimo más naturales y realistas y más allegados al pueblo en el
lenguaje y estilo. Tengo para mí que el teatro primitivo de estos
autores, continuado después por Lope de Rueda, acaba en Cervantes;
desde allí se desvía por el camino de la afectación, de la metafísica,
de la bambolla, del enredo rebuscado, de las sutilezas amatorias, de
las exageraciones del honor, como se desvía del habla popular en la
palabrería huera, falseada y gongorina. La estructura de las piezas
de Lucas Fernández es tan sencilla como natural: la pintura del amor,
puntual y honda. No hay enredo de sucesos, peripecias teatrales, lances
inesperados, contrastes preparados, nada de rebuscado. Pero entretener
con las pasiones comunes y escenas de la vida cotidiana, expuestas en
toda su desnudez, sin aparatos ni tramoyas, es harto más admirable y
muestra de que las églogas y farsas son vivos retratos sacados de la
naturaleza. Domina en ellas lo cómico, jocoso y alegre, el donaire;
el diálogo es acabado; la versificación, suelta y española, de ocho
sílabas, á menudo con pie quebrado; el habla, la propia de la gente
baja que sale á las tablas y de un color y naturalidad maravillosa. El
_Auto de la Pasión_ raya en tragedia, ó si se quiere en sentidísima
elegía dramática; las demás son farsas, églogas ó comedias, tres
profanas y dos medio profanas y medio religiosas.

    =442.= Gallardo fué quien dió á conocer á Lucas Fernández por
    el ejemplar de las _Farsas y Églogas al modo y estilo pastoril
    y castellano Fechas por Lucas fernandez Salmantino_, Salamanca,
    1514, ejemplar que paró en la colección del Duque de Osuna y
    reimprimió Cañete, Madrid, 1867. Consúltese: A. Morel-Fatio,
    _Notes sur la langue des Farsas y églogas de L. F._, en
    _Romania_ (1881), t. X, págs. 239-244.

=443.= _Año 1492._ GONZALO AYORA, cronista de la Reina Católica,
nació en Córdoba en los últimos años del reinado de Enrique IV.
Pasa por reformador de la Infantería española, en la que introdujo
la instrucción táctica de la Infantería suiza y alemana, recibiendo
en recompensa el nombramiento de capitán de la guardia de los Reyes
Católicos. En 1509 asistió á la expedición de Orán y Mazalquivir como
coronel de Infantería, el primero que llevó en España este título.
Inclinóse, muerta la Reina, al partido de Felipe _el Hermoso_, luego
al de las Comunidades, siendo uno de los que alcanzaron perdón después
de Villalar. Escribió: _Relación de la conquista de Orán. Historia de
la reina Isabel. Relación de todo lo sucedido en las Comunidades de
Castilla. Epílogo de algunas cosas dignas de memoria pertenecientes a
la illustre e muy magnifica e muy leal ciudad de Avila_, Salamanca,
1519; Madrid, 1851. _De Natura hominis_ ó _De dignoscendis hominibus_,
traducción de la obra castellana de Pedro de Montes, é impresa en 1492.
Del mismo autor tradujo al latín _De Conceptione Immaculata_, Milán,
1492. El mismo año y en el mismo lugar salió traducida al latín la
_Relación de la Conquista de Orán. Muchas historias dignas de estar
sabidas, que estaban ocultas_, Salamanca, 1519. _Cartas_ desde el
Rosellón al Rey Católico, publicadas en 1794. Excelente escritor de
estilo natural.

    =444.= _Año 1492._ CRISTÓBAL COLÓN (1451?-1506) inmortalizó
    la fecha de 1492 con el descubrimiento del Nuevo Mundo. Según
    novísimas investigaciones, parece fué natural de Galicia.
    Son notables sus cartas, elocuentes, bien que descuidadas en
    la forma. _Raccolta di Documenti e Studi publicati della R.
    Comissione Colombiana_, Roma, 1892-1896, 6 vols.; _Autógrafos
    de C. Colón y papeles de América_, ed. Duquesa de Alba, Madrid,
    1892. Consúltense: H. Harrisse, _C. Colomb., son origine, sa
    vie, sa famille_, etc., París, 1885, 2 vols.; Η. Harrisse,
    _C. Colomb devant l'histoire_, París, 1892; J. B. Thacher,
    _Christopher Columbus: his life, his work, his remains_, etc.,
    New York, 1903-1904, 3 vols.; H. Vignaud, _La lettre et la
    carte de Toscanelli sur la route des Indes par l'Ouest_, etc.,
    París, 1901; H. Vignaud, _A Critical study of the various dates
    assigned to the birth of Christopher Columbus_, London, 1903;
    H. Vignaud, _Études critiques sur la vie de Colomb avant ses
    découvertes_, París, 1905-1912, 2 vols.; Celso Gracián de la
    Riega, _Colón_, Madrid, 1913.

    =445.= En 1492 DOMINGO MARCOS DURÁN publicó _Ars cantus
    plani, composita brevissimo compendio, Lux Bella nuncupata_,
    Sevilla. Está en castellano; otra reimpresión en Sevilla,
    1518. _Comiença una Glosa del bachiller Domingo Marcos Duran,
    fijo legitimo de Juan Marcos é de Isabel Fernandes, cuya
    naturaleza es la villa de Alconetar, sobre el arte de canto
    llano, compuesta por el mesmo, llamada Lux Bella_, Salamanca,
    1498; Sevilla, 1518. _Sumula de canto de órgano: contrapunto y
    composición vocal y instrumental: práctica y speculativa_, de
    fines del siglo XV ó primeros del XVI.

    En 1492 DON BERNARDINO DE CARVAJAL († 1523), de Cáceres,
    cardenal, publicó _De eligendo Summo Pontifice Romano. Oratio
    ad Sixtum IV et Cardinalium Collegium_, 1584. Otras varias
    oraciones y sermones, en Nic. Antonio.

    En 1492 FERRAND MEXÍA, veynte quatro de Jahen, publicó el
    _Libro intitulado Nobiliario_, Sevilla. (Dudosa la ed. de 1485;
    núm. 368).

    En 1492 se publicó _El transito de Sant Jhéronimo en romançe_,
    Zaragoza (_Bibliogr. zarag. del siglo XV_).

    En 1492 se publicó el _Floreto de San Francisco_ (Bibl. Nac.).

=446.= _Año 1493._ Entre los que siguieron la escuela dantesca
sobresale en este tiempo el sevillano JUAN DE PADILLA (1468-1522?),
monje de la Cartuja de Santa María de las Cuevas, llamado _El
Cartujano_, nombre que usó en sus escritos. En el _Retablo_ se
arrepiente de los versos profanos de su mocedad, y de hecho en 1493
publicó en Sevilla un poema de 150 coplas en arte mayor, con el título
de _Laberinto del Marqués de Cádiz_, que se ha perdido. Consérvanse el
_Retablo de la vida de Cristo_ (1516) y _Los doce triunfos de los doce
Apóstoles_ (1521): el primero muy popular y reimpreso, el segundo muy
olvidado, pero que "ninguna nación en 1521 puede presentar tan buen
discípulo de Dante como es _el Cartujano_" (Luis Usoz, _Canc. Baena_,
pról.). Ambos en estancias de arte mayor. El _Retablo_ es poema más
piadoso que literario, puramente narrativo, sin simbolismo y sin las
mitologías y erudiciones de Mena, como lo dice el mismo autor. Las
"cuatro tablas corresponden á los cuatro Evangelios"; á los cuales se
atiene. El estilo es llano, castizo y expresivo á veces. _Los doce
triunfos_, por el contrario, enteramente dantesco, es alegórico,
describiendo "los hechos maravillosos de los doce Apóstoles, los quales
son divididos por los doce signos del Zodiaco... por el sol se entiende
Cristo... Santiago sobre el signo de Leon... e describe en diversos
lugares discurriendo por la obra mucho de Cosmografía". Hay además un
viaje al infierno y al purgatorio, en que San Pablo guía al poeta,
donde está lo mejor de la obra, siguiendo á Dante hasta traducirle
á veces. Pedantesco en la cosmografía y astrología, escabroso y
desigual en el estilo y lenguaje, tomó lo bueno que tiene, esto es,
la plasticidad y realismo de las descripciones, de su dechado. Mezcla
estúpidos latinismos, como Mena, á idiotismos populares, que dan brío
á ciertas pinturas. La escuela alegórica iba ya de capa caída y el
arte erudito ya no embaucaba á los que iban saboreando el popular y
verdadero, que estaba naciendo.

Imitador de Padilla fué el franciscano que escribió el poema dantesco
_Libro de la celestial Jerarquía y infernal Laberinto, metrificado en
verso heroico grave_, de escaso mérito.

    =447.= Al fin del _Retablo de la vida de Cristo_ pone su nombre
    en acrósticos: "_Don_ religioso la regla me puso, | _Ju_rado
    con voto canónico puro; | _An_te su vista me halló seguro |
    _De_ la tormenta del mundo confuso. | _Pa_rece por ende mi
    nombre recluso, | _Di_gno lector, si lo vas inquiriendo; |
    _Lla_ma, si quieres, mi nombre diciendo: | _Monje Cartujo_ la
    obra compuso". El _Retablo_ se publicó en Sevilla, 1516, 1518;
    Alcalá, 1529; Toledo, 1565; Sevilla, 1530; Toledo, 1565 y 1570;
    Alcalá, 1577; Valladolid, 1582; Toledo, 1585, 1593; Alcalá,
    1593, 1605. _Los doce triunfos_, en Sevilla, 1518; ibid., 1521;
    la citada por La Serna Santander de 1529; Londres, 1841, por el
    canónigo Miguel del Riego, emigrado allá, hermano del famoso
    don Rafael.

    =448.= Juan de Padilla, _Los doze Triunfos de los doze
    Apóstoles y Retablo de la Vida de Cristo_, ed. R.
    Foulché-Delbosc, _Cancionero castellano del siglo XV_, Nueva
    Bibl. de Aut. Esp., t. XIX; ed. M. del Riego, en _Colección de
    obras poéticas españolas_, Londres, 1842, t. I. Consúltese:
    M. Menéndez y Pelayo, _Antología de poetas líricos_, etc., t.
    VI, págs. CCXXXIX-CCLXIII; B. Sanvisenti, _I primi Influssi
    di Dante, del Petrarca e del Boccaccio sulla Letteratura
    Spagnuola_, Milano, 1902, págs. 224-239.

    =449.= En 1493 se publicó el _Exemplario contra los engaños y
    peligros del mundo_, de Juan de Capua (siglo XIII), traducido
    en castellano, Zaragoza; Burgos, 1498; Zaragoza, 1509, 1515,
    1531; Sevilla, 1534, 1537, 1541; Zaragoza, 1547. Es la
    traducción del famoso libro _Calila e Dimna_ ó fábulas de
    Bildpay, hecha de la versión hebraica en la segunda mitad del
    siglo XIII por Juan de Capua, puesta en latín, con el título
    de _Directorium vitae humanae_. En la edición de 1498, por lo
    mismo, se lee: "el cual originariamente inventado en la India y
    de aquella lengua fué transferido en la de los persas, y donde
    lo pusieron en las suyas los árabes y postreramente lo recibió
    la hebraica. É por ende ha sido nuestro proposito en nuestros
    dias facerlo latino". De esta latina proceden las traducciones
    de Europa, menos la nuestra antigua castellana. En esta de
    Zaragoza tuvieron presente los impresores, que eran alemanes,
    la traducción alemana del 1445 ó 1496, _Das Buch der Weisheit_
    (edic. Stuttgart, 1860). (Véanse nuestros núms. 187-189).

    En 1493, Por industria de Pablo Hurus, se tradujo é imprimió
    _El Salustio Cathilinario e Jugurtha en Romançe_, Zaragoza;
    Valladolid. 1500 y 1519; Logroño, 1529; Medina, 1548; Amberes,
    1554. (_Bibliogr. zarag. del siglo XV_). Su autor, FRANCISCO
    VIDAL DE NOYA, maestro del Rey Católico.

    En 1493 el DOCTOR ALONSO ORTIZ, canónigo de Toledo, publicó
    _Los tratados del Dr. Alonso Ortiz. Tratado de la herida del
    rey. Tratado consolatorio á la princesa de Portugal. Ítem, una
    oración á los reyes en latín y en romance. Ítem dos cartas
    mensajeras á los reyes. Una que envió la ciodad: la otra el
    cabildo de la iglesia de Toledo. Tratado contra la carta del
    Protonotario Lucena_, Sevilla.

    En 1493 ANDRÉS DE LI, de Zaragoza, publicó _Suma de Paciencia_,
    Zaragoza; ibid., 1505. _Repertorio de los tiempos_, Zaragoza,
    1495. _Repertorio de los tiempos_, Burgos, 1531; Zaragoza,
    1534. _Tesoro de la pasión de Nuestro Señor, hecho por Andrés
    Deli_ (sic), _de Zaragoza_, Sevilla, 1517. _Thesoro de la
    passion sacratissima de nuestro redemptor_, por Andrés de Li,
    Zaragoza, 1494 (_Bibliogr. zarag. del siglo XV_).

    =450.= En 1494 FRAY VICENTE DE BURGOS, franciscano, tradujo
    del franciscano inglés fray Bartolomé de Inglaterra, Anglico
    ó Glaunvilla, _El libro de proprietatibus rerum_, Tholosa;
    Toledo, 1529.

    En 1494 JULIÁN GUTIÉRREZ DE TOLEDO, médico de los Reyes
    Católicos, _De potu in lapidis praeservatione. Cura de la
    piedra y dolor de la hijada y cólico renal_, 1498; fué el
    primero que dió importancia á los baños minerales artificiales.

    En 1494 se publicó la versión del tratado _De regimine
    Principum_ (_Regimiento de los Príncipes_), de Gil de Roma,
    Sevilla.

    En 1494 GONZALO GARCÍA publicó _Breve muy provechosa doctrina
    de lo que debe saber todo christiano_, Zaragoza.

    En 1494 publicóse el _Johan bocacio de las mujeres illustres en
    romance_, Çaragoça; reimprimióse en Sevilla, 1528.

    En 1494 se publicó, traducido del latín, el _Compendio de la
    salud humana_, Zaragoza. (_Bibliogr. zarag. del siglo XV_).
    Pamplona, 1495 (Gallardo).

    En 1494 DON RODRIGO BASURTO publicó _De fabricatione unius
    tabulae generalis ad omnes partes terrae, et usu eius ad
    facilem Astrolabii compositionem. Utile ac necessarium
    additamentum Roderici a Basurto ad Kalendarium Joannis Montis
    de Regis Germani, de conficiendis horologiis aut instrumentis
    in eo contentis._

=451.= En 1495, probablemente, se publicó el _Breue tractado... de
Grimalte y Gradissa_, de JUAN DE FLORES, que es una continuación de
la _Fiammetta_ de Boccaccio, y hacia la misma época, el _Tractado...
donde se contiene el triste fin de los amores de Grisel y Mirabella_,
imitación del _Filocolo_; tradújose en cuatro idiomas y dejó huellas
en el _Orlando furioso_ del Ariosto, en el _Women pleas'd_ de Fletcher
(1619 ó 1620), en _La Ley executada_ de Lope (1633) y en _Le Prince
déguisé_ de Georges de Scudéry (1636).

    =452.= Después de esta edición, sin lugar ni fecha, las hay de
    _Grisel y Mirabella_, de Sevilla, 1524; Toledo, 1526; Sevilla,
    1529, 1533. Tradújola al italiano Lelio, Aletiphilo en 1521
    con el título de _Historia de Aurelio e Isabella_, edición
    que se imprimió seis veces y sirvió de texto á la francesa de
    Gil Corrozet, 1530, y desde 1556 hubo ediciones bilingües en
    castellano y francés, Amberes, 1556; Bruselas, 1596; luego en
    castellano, italiano, francés é inglés, Bruselas, 1608.

    =453.= _Año 1495._ MARTÍN MARTÍNEZ DE AMPIÉS, natural de Sos,
    fué de la escuela dantesca, y publicó, antes que el Cartujano
    sus obras, el _Triunfo de María en coplas castellanas_,
    Zaragoza, 1495, en octavas de arte mayor con glosas á estilo
    de las de Juan de Mena. Más conocido fué como traductor del
    _Viaje de la Tierra Santa_, de Bernardo de Breidembach, deán
    de Maguncia, impreso en Zaragoza, 1498; viaje que M. Pelayo
    dice que "corría traducido al castellano desde 1483" (_Oríg.
    novel._, t. I, pág. CDX). También es suyo el _Libro del
    antichristo_, Zaragoza, 1495; Burgos, 1497. Tradujo del lemosín
    antiguo (Latassa, _Bibl. ant._, t. II, pág. 343) el _Libro
    de la Menescalia composto por el noble mossen Manuel Díez_,
    mayordomo de Alfonso V de Aragón, dándole por título: _Libro
    de albeyteria compuesto e hecho por el noble don Manuel diaz
    criado mayordomo del muy poderoso rey don Alonso de Aragon_,
    Zaragoza, 1495, 1499; Valladolid, 1500; Zaragoza, 1506; Toledo,
    1507, 1511; Barcelona, 1515, 1522; Burgos, 1530; Zaragoza,
    1545; Toledo, 1571.

    En 1495 el BACHILLER JUAN ALFONSO DE LOGROÑO, canónigo
    de Sevilla, publicó: _Comiença la primera parte de las
    contemplaciones sobre el rosario de nuestra Soberana Señora
    Virgen y Madre de Dios Sancta María: Ordenadas por don Gaspar
    Gozrio de Novaria, monje de Cartuxa: Ε tornadas en vulgar
    castellano_, Sevilla; ibid., 1497.

    En 1495 se publicó el _Manual de la Sancta Fe católica_,
    Sevilla.

    En 1495 JUAN DE MIRAVET imprimió _De Grammatica_; nominalista
    acérrimo y de los gramáticos bárbaros, que dijo Nebrija.

    En 1495 GUILLERMO DESPUIG (_De Podio_) publicó _Ars Musicorum_.

    En 1495 se publicó _Espejo de Medicina y Cirugía, conveniente á
    la salud_, anónimo.

    En 1495 se publicó _Caída de principes_, de Juan Boccaccio,
    Sevilla.

    En 1495 tradújose por un anónimo el libro _Lilii Medicinae
    Bernardi Gordoni_, más otros cuatro tratados, Sevilla, 1495, y
    _La cirugia de maestre lanfranco mediolanense_, Sevilla, 1495.

=454.= En 1496 se publicó en Sevilla el famoso libro de caballerías
llamado _Amadís_, y en 1508, en Zaragoza, _Los quatro libros del
virtuoso cauallero Amadis de Gaula_. Los tres primeros se dice allí
que estaban "corregidos y emendados" por el regidor de Medina del
Campo GARCI RODRÍGEZ DE MONTALVO, autor del libro cuarto añadido. Los
tres primeros están corregidos de un _Amadís_ muy antiguo, de origen
probablemente galaico-portugués, y el asunto caballeresco, con su ideal
y lo maravilloso en personajes y aventuras, todo vino, por Galicia y
Portugal, de Francia, probablemente durante el siglo XIII, época en que
debió de hacerse el arreglo del primitivo _Amadís_ castellano. Es "el
mejor de todos los libros que de este género se han compuesto", como
dijo Cervantes. Son delicadísimos los amores de Amadís y Oriana.

El estilo es rodado y suave, naturalmente elegante, y muy castizo el
lenguaje. La novela caballeresca entró, pues, en España el siglo XIII;
pero sólo tenemos como la más antigua, mezclada con moralidades y llena
del realismo castellano, la _Historia del Cavallero Cifar_; después
_Tirante el Blanco_, en catalán (1490), traducido al castellano en
1511; _El Baladro del sabio Merlín_ (1498), la _Historia de los nobles
caualleros Oliueros de Castilla y Artús dalgarbe_ (1499), _Tristán de
Leonís_ (1501), las dos últimas traducidas del francés. La mayor parte
de los libros de caballerías, que tanto se leyeron en España y con los
cuales acabó _Don Quijote_, son exageraciones del _Amadís_ y andan en
torno de él, como los poemas cíclicos en torno de la _Ilíada_.

    =455.= De un _Amadís_ se habla ya en la traducción castellana
    del tratado _De regimine principum_, de Egido Colonna, hecha
    hacia el 1350 por Johan García de Castrogeriz. López de Ayala,
    nacido en 1332, cuenta haber leído el _Amadís_ (_Rimado_,
    162). Pero Ferrús añade que constaba de tres libros en su
    tiempo. En Portugal se hablaba de él á mediados del siglo XV,
    atribuyéndose á un tal Vasco de Lobeira, armado caballero en
    1385, de manera que no pudo ser autor del _Amadís_ aludido por
    el traductor de Egidio Colonna en 1350. Miguel Leitão Ferreira,
    hijo del poeta portugués Antonio Ferreira (1528-1569), dijo en
    1598 que el _Amadís_ de Lobeira se hallaba en su manuscrito
    original en el archivo de los Duques de Aveiro; si así fué,
    desapareció de allí antes de 1726. El traductor francés del
    _Amadís_, Nicolás d'Herberay (1540-1544), escribió que la obra
    primitiva era francesa y que de ella había "trouvé encore
    quelque reste d'un vieil livre escrit à la main en langage
    Picard", suponiendo que ésta fué la obra que los españoles
    habían traducido libremente al castellano. Últimamente, los
    eruditos se vuelven en parte otra vez hacia Portugal, ya por el
    pasaje del _Amadís_ (I, c. 40), donde se dice que don Alfonso
    de Portugal (no se sabe si el infante fallecido en 1312 ó el
    que fué rey en 1325) mandólo poner "de otra guisa", ya por
    el número 230 del _Canzoniere Portoghese Colocci-Brancuti_,
    que es una poesía de João de Lobeira (el cual floreció hacia
    1258-1285), y parece ser el modelo del villancico cantado por
    Leonoreta y sus damas en el _Amadís_ (II, c. II). Algunos
    críticos reponen á esto último que pudo hacer João de Lobeira
    en el siglo XIII una reproducción portuguesa, sin ser el
    primer autor del _Amadís_, ó que el villancico en el texto
    castellano pudo interpolarse más tarde, pues siempre queda en
    pie el que en España fué popular el _Amadís_ desde mediado
    el siglo XIV, y en Portugal sólo sabemos que se hable de
    él un siglo después, á mediados del siglo XV. Á la verdad,
    yo creo que aquí, y hasta ahora, los portugueses llevan la
    mejor parte, pues sus argumentos son hechos positivos y los
    de los españoles son puramente de posibilidad y negativos,
    de si _podría_ ser posterior la redacción portuguesa y de si
    la castellana _podría_ haberse interpolado. Tengo para mí,
    además, que la novela vino á España por Galicia ó Portugal.
    Trátase, efectivamente, de una época, del siglo XIII, en que
    Portugal y Galicia eran intermediarias de la literatura que
    llegaba á España de Francia y demás tierras del Norte, y
    trátase de un asunto que no es originariamente castellano.
    Que las leyendas caballerescas todas vinieran por Galicia y
    Portugal y que cuadraran mucho más á aquellas gentes que á
    la gente castellana es cosa que se cae de su peso. El ideal
    caballeresco se injertó en Castilla; no es propio de ella. El
    caballero español, y lo eran cuantos españoles podían acudir
    con caballo al llamado de su rey, tenía otro espíritu, el que
    hallamos en las gestas y romances y en las crónicas, como ya
    vimos. Sólo el refinamiento, que fué introduciendo en la corte
    castellana cabalmente la corte portuguesa y sus trovadores
    galaico-portugueses desde los tiempos de Alfonso VI, Alfonso
    VII, Alfonso X, y llegó á colmo en el reinado de don Juan II,
    pudo modificar el espíritu caballeresco castellano, adamándolo
    tan blandenguemente, hasta originar la orden de los caballeros
    de la Banda, cuyo ideal no es de abolengo castellano, el cual
    jamás tuvo á la dama por su dios, como lo tuvo el espíritu de
    la lírica provenzal y el de los libros de caballería, y había
    ya entrado de lleno en España en tiempo del Arcipreste de Hita,
    á mediados casi del siglo XIV. Tampoco era propio de España el
    salir á defender menesterosas y desfacer entuertos, como lo
    era en las tierras donde señoreó el feudalismo. El asunto del
    _Amadís_ procede de los libros novelescos de la Tabla Redonda.
    El que lo redactó en castellano pudo tomarlo derechamente de
    algún texto de novela artúrica francés ó portugués; yo creo más
    bien que portugués. Todos éstos son problemas por resolver. El
    héroe, _Amadís_, no es natural de España, sino _de Gaula_, que,
    sin duda, es el país de _Gales_, de donde el rey Artús y la
    Tabla Redonda. Y ya lo hice notar en mi comento á la copla 1278
    del libro de Hita:

      "Estavan tres fijosdalgo á otra noble _tabla_,
    Mucho estavan llegados, uno á otro non fabla,
    Non se alcançarian con las vigas de _Gaula_,
    Non cabríe entre ellos un cabello de Paula".

    Alude á los maderos largos, como los que se traían y se traen
    del Norte, de Gales, y ocurriósele al Arcipreste lo de _Gaula_,
    por la voz _tabla_, lo que indica que tenía la imaginación en
    la _Tabla Redonda_ y en el _Amadís de Gaula_, y por eso mete
    á Paula, por una dama cualquiera. El Arcipreste compuso su
    libro el año 1343, como vimos, de modo que ya para entonces
    era conocidísimo en España el _Amadís_, no menos que el
    _Tristán_, del que habla en la copla 1703. Pero ya en la corte
    de Alfonso X estaban de moda los "cantares de Cornualla", y
    en el _Amadís_ se ve la inspiración y aun la imitación de
    las novelas del ciclo bretón, sobre todo del _Tristán_ y de
    _Lanzarote_. _Bristoya_ es Bristol, _Vindilisora_ es Windsor,
    aunque se dude de que _Bangil_ sea Bangor y _Gravisanda_,
    Gavesend. El asunto son los amores de _Amadís_, hijo natural
    de Perión y de Elisena, con Oriana, hija de Lisuarte, rey de
    Bretaña. Estos amoríos no son de cepa castellana, ni mucho
    menos los encantamientos, apariciones, hadas, enanos, gigantes,
    endriagos y batallas estupendas. La escena de hablarse por
    la ventana viene del Lancelot francés. Sólo es castellano el
    respeto á los reyes, las moralidades y cierto realismo de
    ejecución, que templa el idealismo y maravillosismo, elementos
    nada castellanos, y que son el alma de la novela caballeresca.
    La delicadeza de los amores de Amadís y Oriana es lo mejor del
    libro.

    =456.= Μ. Pelayo, _Oríg. novel._, t. I, pág. CCXXIII: "Es la
    primera novela moderna, el primer ejemplo de narración larga
    en prosa, concebida y ejecutada como tal, puesto que las del
    ciclo bretón son poemas traducidos en prosa, amplificados y
    degenerados..., es patente la unidad orgánica..., es obra de
    arte personal y aun de raro y maduro artificio..., fué escrito
    de primera intención para la lectura..., esta prosa no es
    poética..., sino muy retórica y pulida..., con él empieza un
    nuevo género de caballerías. El ideal de la _Tabla Redonda_
    aparece allí refinado, purificado y ennoblecido. Sin el vértigo
    amoroso de Tristán, sin la adúltera pasión de Lanzarote, sin
    el equívoco misticismo de los héroes del Santo Graal, Amadís
    es el tipo del perfecto caballero, el espejo del valor y de la
    cortesía, el dechado de vasallos leales y de finos y constantes
    amadores, el escudo y amparo de los débiles y menesterosos,
    el brazo armado puesto al servicio del orden moral y de la
    justicia. Sus ligeras flaquezas le declaran humano, pero
    no empañan el resplandor de sus admirables virtudes. Es
    piadoso sin mojigatería, enamorado sin melindre, aunque un
    poco llorón; valiente sin crueldad ni jactancia, comedido y
    discreto siempre, fiel é inquebrantable en la amistad y en el
    amor. Á las cualidades de los personajes heroicos de gesta,
    junta una ternura de corazón, una delicadeza de sentir, una
    condición afable y humana, que es rasgo enteramente moderno.
    Por eso su libro adquirió un valor didáctico y social tan
    grande: fué el doctrinal del cumplido caballero, la epopeya
    de la fidelidad amorosa, el código del honor, que disciplinó
    muchas generaciones..., fué para todo el siglo XVI el manual
    del buen tono, el oráculo de la elegante conversación, el
    repertorio de las buenas maneras y de los discursos galantes...
    Por carecer la obra de toda base histórica, apenas entraban
    en ella los grandes intereses humanos, las grandes y serias
    realidades de la vida, ó sólo aparecían como envueltos en la
    penumbra de un sueño...; sus empresas llevan el sello de lo
    quimérico..., forma de decadencia..., la falsa idealización de
    la mujer, convertida en ídolo deleznable de un culto sacrílego
    é imposible, la extravagante esclavitud amorosa, cierta
    afeminación". Como á "único en su arte" le salvó Cervantes de
    las llamas. Sobre la boga del _Amadís_ en Italia, Francia,
    etc., véase M. Pelayo (ibid., CCXXXIX). Hasta doce _Libros_ de
    Amadises fueron componiéndose y traduciéndose y multiplicándose
    todos en todas las naciones de Europa, donde, durante el siglo
    XVI, estuvo de moda este linaje de novela, acabando con todos
    ellos el _Quijote_.

    =457.= Bibliografía del _Amadís_: Sevilla, 1496; Zaragoza,
    1508; Salamanca, 1510; Sevilla, 1510, 1511; Salamanca, 1519;
    Zaragoza, 1521; Toledo, 1524; Sevilla, 1526, 1531; Venecia,
    1533; Sevilla, 1535, 1539; Medina, 1545; Sevilla, 1547;
    Salamanca, 1547; Lovaina, 1551; Sevilla, 1552; Burgos, 1563;
    Sevilla, 1565; Salamanca, 1574, 1575; Sevilla, 1575; Salamanca,
    1575, 1576; Alcalá, 1580; Sevilla, 1586; Burgos, 1587; Madrid,
    1838; Barcelona, 1847; Madrid, 1857. (_Revue Hisp._, t.
    XXI, página 155). En la edición de Roma de 1519 se llama el
    corrector de los tres primeros libros y autor del cuarto Garci
    Ordóñez de Montalvo; en _Las Sergas de Esplandian_, Roma, 1525,
    García Gutiérrez de Montalvo: es el primer problema á dilucidar.

    =458.= _Amadís de Gaula._ Ed. F. de Gayangos, Bibl. de Aut.
    Esp., t. XL. Consúltense: G. S. Williams, _The "Almadís"
    Question_, en _Revue Hispanique_ (1909), t. XXI, págs. 1-167
    [con excelente bibliografía]; L. Braunfels, _Kritischer
    Versuch über den Roman Amadis von Gallien_, Leipzig, 1876;
    G. Baist, _Grundriss der romanischen Philologie_, t. II, 2
    Abteilung, págs. 440-442; Th. Braga, _Historia das novellas
    portuguezas de cavalleria_ (_Formação do Amadis de Gaula_),
    Porto, 1873; Th. Braga, _Curso de Historia da Litteratura
    portugueza_, Lisboa, 1885, págs. 103-107; Th. Braga, _Questões
    de litteratura e arte portuguezas_, Lisboa [1881], págs.
    98-122; señora C. Michaëlis de Vasconcellos, _Cancioneiro
    de Ajuda_, Halle, 1904, t. II, págs. 511-525; señora C.
    Michaëlis de Vasconcellos, _Etwas Neues zur Amadis-Frage_, en
    _Zeitschrift für romanische Philologie_ (1880), t. IV, págs.
    347-351; señora C. Michaëlis de Vasconcellos, _Grundriss der
    romanischen Philologie_, t. II, 2 Abteilung, págs. 216-226;
    R. Foulché-Delbosc, _La plus ancienne mention d'Amadis_, en
    _Revue Hispanique_ (1906), t. XV, págs. 607-610; M. Menéndez y
    Pelayo, _Orígenes de la novela_, Nueva Bibl. de Aut. Esp., t.
    I, páginas CXCIX-CCXLVIII; E. Baret, _De l'Amadis de Gaule et
    de son influence sur les mœurs et la littérature au XVI^e et au
    XVII^e siècle_, 2.ª ed., París, 1873; E. Bourciez, _Les mœurs
    polies et la littérature de cour sous Henri II_, París, 1886,
    págs. 60-100; L. de Monge, _Études morales et littéraires_,
    Bruxelles-París, 1889, t. II, págs. 255-275; M. Pfeiffer,
    _Amadisstudien_, Mainz, 1905; H. Vaganay, _Amadis en français_
    (Livres I-XII). _Essai de bibliographie et d'iconographie_,
    Firenze, 1906 (Extracto de _La Bibliofilia_, 1903-1905); H.
    Vaganay, _Les romans de chevalerie italiens d'inspiration
    espagnole_, en _La Bibliofilia_ (Firenze, 1911), t. XII,
    páginas 112-125, 205-211, 280-300, 390-399; (1912), t. ΧΙII,
    págs. 124-133, 200-215, 278-292, 394-411; (1913), t. XIV, págs.
    87-94 y 157-168 (se continuará); H. Thomas, _The Romance of
    Amadis of Gaul_, London, 1912.

    =459.= En 1510 imprimió también Montalvo _Las Sergas del
    virtuoso cauallero Esplandian_, quinto libro de _Amadís_;
    Sevilla. _Sergas ó sargas_ eran tapices en que se representaban
    escenas históricas, y de aquí tomó Montalvo la palabra, como
    quien dice _Cuadros ó lienzos de los hechos de Esplandian_.
    Se imprimieron: Sevilla, 1510, 1521, 1526; Burgos, 1526;
    Sevilla, 1542; Zaragoza, 1585; Burgos, 1587; Zaragoza,
    1587; Alcalá, 1588. _Las Sergas del muy esforzado caballero
    Esplandian_, etc., Bibl. de Aut. Esp., t. XL. Consúltese: R.
    Foulché-Delbosc, _Sergas_, en _Revue Hispanique_ (1910), t.
    XXIII, págs. 591-593.

    =460.= La novela caballeresca fué planta exótica en
    España, porque su idealismo era contrario al realismo castizo,
    manifiesto en toda nuestra literatura. "Nació, dice M. Pelayo,
    de las entrañas de la Edad Media, y no fué más que una
    prolongación ó degeneración de la poesía épica, que tuvo su
    foco principal en la Francia del Norte, y de ella irradió, no
    sólo al Centro y al Mediodía de Europa, sino á sus confines
    septentrionales: á Alemania, á Inglaterra y á Escandinavia,
    lo mismo que á España y á Italia. Pero esta poesía, aunque
    francesa por la lengua, era germánica unas veces y otras
    céltica por sus orígenes, y más que la poesía particular de una
    nación cuya unidad no estaba hecha, fué la poesía general del
    Occidente cristiano durante los siglos XII y XIII...; tuvo por
    primer instrumento la forma métrica, asonantada al principio y
    rimada después; pero en los tiempos de su decadencia, desde la
    segunda mitad del siglo XIII y mucho más en el XIV y en el XV,
    cuando el instinto creador había huído de los juglares, cuando
    la amplificación verbosa y la mala retórica habían suplantado á
    la poesía, cuando las narraciones no se componían ya para ser
    cantadas, sino para ser leídas, cuando se había agrandado en
    demasía el público sin mejorarse la calidad de él, y á la vez
    que la aristocracia militar, avezada ya á los refinamientos
    cortesanos y á los artificios del lirismo trovadoresco y de las
    escuelas alegóricas, volvía desdeñosamente la espalda á las
    gestas nacionales, comenzaba la burguesía á apoderarse de los
    antiguos relatos, imprimiéndoles un sello vulgar y pedestre;
    la Musa de la epopeya se vió forzada á descender de su trono,
    calzó el humilde zueco de la prosa y entonces nacieron los
    libros de caballerías propiamente dichos. No hay ninguno
    entre los más antiguos, ni del ciclo carolingio, ni del ciclo
    bretón, ni de los secundarios, ni de las novelas aisladas,
    ni de las que toman asuntos de la antigüedad ó desarrollan
    temas orientales y bizantinos, que no sea transformación de
    algún poema existente ó perdido, pero cuya existencia consta
    de una manera irrecusable". En cambio, la epopeya castellana,
    por carecer de lo maravilloso y fantástico, por ser sincera
    pintura de la realidad de la vida, siguió viviendo entre el
    pueblo hasta que los eruditos recogieron sus romances, y por
    ser tan verídica é histórica aprovecháronse de ellos mucho
    antes, desde el siglo XIII, los mismos eruditos, al componer
    sus _Crónicas_. Así el idealismo de la epopeya caballeresca
    europea la hizo degenerar en novela prosaica, mientras que
    el realismo de la epopeya heroica castellana alimentó las
    _Crónicas_, venció al _mester de clerezia_ y triunfó hasta
    entre los eruditos, llegando á escribirse sus romances á
    fines del siglo XV y originando los romances eruditos de los
    siglos XVI y XVII, y sigue siendo hasta hoy expresión de la
    poesía épica, tanto erudita como popular. Sólo un ciclo de los
    caballerescos fué aceptado por la musa popular castellana,
    el carolingio, porque en él vió el pueblo una rama de la
    propia epopeya nacional. Roncesvalles y Bernardo del Carpio
    son tan españoles como el Cid y don Rodrigo. "El grado de
    elaboración que en ellos (los romances de este ciclo) alcanza
    la materia épica, la gran distancia á que se encuentran de
    sus originales ultrapirenaicos, hasta el punto de ser difícil
    reconocerlos, hace evidente que descansan en una poesía
    anterior, en verdaderos _Cantares de Gesta_, compuestos
    libremente en España sobre temas traídos por los juglares
    franceses ó provenzales". Así M. Pelayo, el cual cree que la
    creación popular de Bernardo del Carpio fué como una protesta
    contra el seudo Turpin, escrito en Galicia por un francés y
    aceptado por los amigos de los cluniacenses, mientras que "las
    fabulosas conquistas de Carlomagno en España encontraron muchos
    incrédulos y el sentimiento nacional herido, no sólo protestó
    por boca del monje de Silos y del arzobispo don Rodrigo, sino
    que, invadiendo los campos de la épica nacional, españolizó la
    leyenda en términos tales, que más que imitación ó continuación
    fué protesta viva contra todo invasor extraño. Un personaje
    enteramente fabuloso, pero en cuya fisonomía pueden encontrarse
    rasgos de otros personajes históricos, apareció, primero como
    sobrino de Carlomagno y asociado á sus triunfos, después como
    sobrino del rey Casto y como único vencedor de Roncesvalles. La
    creación de Bernardo del Carpio se levanta en algún modo sobre
    el carácter local de la epopeya castellana, y la engrandece en
    el sentido de la patria española, haciendo combatir mezclados,
    bajo la enseña de Bernardo, á castellanos, navarros y leoneses,
    á infieles y cristianos juntamente". La _Crónica general_,
    de Alfonso X, recogió, ya prosificado, un cantar del ciclo
    carolingio, la leyenda de _Maynete y Galiana_, que se duda sea
    francesa ó española, pero que, de todas suertes, en España tomó
    forma tal, que difiere de la del resto de Europa, poética y
    sin extravagancias maravillosas, y M. Pelayo la cree española
    (_Oríg. novel._, t. I. página CXXXIII). La mayor parte de los
    libros de caballerías extranjeros se tradujeron en el siglo
    XV, pero hay algunos anteriores. Las más antiguas ficciones
    de este género están en la _Gran Conquista de Ultramar_,
    sobre las Cruzadas; después vienen las que Amador de los
    Ríos halló en un códice de El Escorial: el _Noble Cuento del
    emperador Carlos Maynes_, la _Estoria del rey Guillermo de
    Inglaterra_, el _Cuento muy fermoso del emperador Ottas et de
    la infanta Florencia su fija et del buen caballero Esmere_,
    el _Fermoso cuento de una sancta emperatriz que ovo en Roma
    et de su castidat_ y la _Estoria del cavallero Plácidas, que
    fué después cristiano e ovo nombre Eustacio_. La primera y
    última han sido publicadas é ilustradas por Herman Knust, _Dos
    obras didácticas_, Socied. Biblióf. Españ., Madrid, 1898.
    La _Estoria del rey Guillermo_ no está traducida del poema
    francés de Cristián (siglo XII), sino de otro texto. Otra
    versión del siglo XVI ha reimpreso Knust, en el tomo acabado
    de citar, tomado de la edición de Toledo, 1526: _Chronica
    del rey don Guillermo, rey de Inglaterra e duque de Angeos:
    e de la reina doña Berta su muger_. Es libro de caballerías
    á lo divino, agiográfico, así como la _Estoria del caballero
    Plácidas_, traducción de la leyenda de San Eustaquio mencionada
    por San Juan Damasceno, inserta en el _Menologio Griego_, del
    emperador Basilio X, y divulgada en Occidente por el _Speculum
    Historiale_, de Vicente de Beauvais, etc. Mussafia ha editado
    el _Fermoso cuento de una sancta emperatriz_, Viena, 1867
    (_Sitzungsberichte der Κ. K. Akad. der Wissenschaften_, v. 53)
    y probado que proviene del poema francés de Gautier de Coincy
    (1177-1236) sobre la emperatriz Crescencia. El de _von Ottas_
    salió de _Florence de Rome_, y publicólo Amador de los Ríos,
    _Hist. crít._, t. V, pág. 391. Del ciclo bretón hay huellas en
    el siglo XIII en España; pero cuando se desenvolvió fué en el
    XIV. La leyenda del rey Artur, vencedor de los sajones, es muy
    antigua en Bretaña y se menciona en un libro del siglo X, en
    la _Historia Britonum_, de Nennio. Los normandos, conquistada
    Inglaterra, fraternizaron con los bretones contra los sajones,
    y Jofre de Monmouth, obispo de S. Asaph († 1154), fué el
    primer creador de una historia fabulosa, pero muy poética,
    que se suponía traducida de antiguos libros gaélicos y que
    fué formándose y escribiéndose en libros latinos. Invención
    suya parece la del sabio Merlín y sus profecías. Luego vino la
    _Tabla Redonda_ con los _lays de Bretaña_, lírica con antigua
    música céltica (G. Paris, _La littérat. franç. au moyen âge_,
    2.ª ed., París, 1890, pág. 91). En el siglo XII aparece la
    leyenda de _Tristán_, de origen gaélico, y en último término
    mitológico y por lo mismo antiquísima: uno de los autores que
    la trató fué Thomas, anglo-normando (1155-1170), después del
    perdido poema de Christián de Troyes (hacia 1150), que compuso
    además el _Lancelot_ (Lanzarote) hacia 1170, el _Perceval_ ó
    _Cuento del Graal_ en 1175. Pasó esta literatura á Italia en
    el siglo XIII; pero tardó en penetrar en España por ser tan
    contraria en su idealismo á la épica castellana, hasta que
    Galicia y Portugal, países de espíritu céltico, la acogieron y
    la comunicaron con su propia lírica, acaso en el siglo XIII y
    cierto en el siglo XIV y, sobre todo, á principios del siglo
    XV á los castellanos. Alusiones hay en Castilla á este ciclo
    hasta en los _Anales Toledanos primeros_, que llegan al año
    1217. Don Juan Manuel habla de un falcón llamado Lanzarote y
    otro _Galván_ (_Libro de la Caza_, 1325); el de Hita recuerda
    á _Tristán_ (1343) y á _Amadís_, como hemos visto; pero donde
    se menudean las alusiones es en el _Cancionero de Baena_,
    entre los poetas del reinado de Juan II y en algunos raros
    romances. Del primer tercio del siglo XIV es un fragmento
    de un Tristán castellano, contenido en un códice vaticano,
    publicado por Monaci y otro hallado por Bonilla en las guardas
    de un manuscrito de la Biblioteca Nacional. Imprimiéronse
    el _Tristán_ y el _Baladro_ á fines del siglo XV, pero los
    _Amadises_ los pusieron en olvido. Anterior y la primera
    novela de caballerías en Castilla fué _El Caballero Cifar_, de
    fines del siglo XIII; pero el _Amadís_ es realmente el primer
    libro enteramente de caballerías y el mejor de todos. Tras
    los doce _Amadís_ que se compusieron en España, se tradujeron
    á todas las lenguas de Europa y se imitaron en otros libros
    y dramas, vinieron los _Palmerines_. De las causas de esta
    moda y triunfo de los libros de caballerías en España en el
    siglo XVI, después de no haberse apenas hecho desde fines del
    XIII, más que seis ó siete libros originales, véase M. Pelayo
    (_Oríg. nov._, t. I, pág. CCXCI). "Los caballeros portugueses
    de la corte del Maestre de Avis, que en torno de la Reina
    inglesa gustaban de imitar las bizarrías de la _Tabla Redonda_,
    trasladaron á la Península, de un modo artificial y brusco
    sin duda, pero con todo el irresistible poderío de la moda,
    el ideal de la vida caballeresca, galante y fastuosa de las
    cortes francesas y anglonormandas..., inoculando la ridícula
    esclavitud amorosa y el espíritu fanfarrón y pendenciero...,
    en España se compusieron en mayor número que en ninguna parte,
    por ser entonces portentosa la actividad del genio nacional...,
    pasaron al francés y al italiano y muchos también al inglés, al
    alemán y al holandés, y fueron imitados de mil maneras hasta
    por ingenios de primer orden, y todavía hacían rechinar las
    prensas cuando en España nadie se acordaba de ellos, á pesar
    del espíritu aventurero y quijotesco que tan gratuitamente se
    nos atribuye..., no fué un fenómeno español, sino europeo.
    Eran los últimos destellos del sol de la Edad Media próximo á
    ponerse...; la novela... debe ser obra de arte puro, pero en
    muchos casos no es más que obra de puro pasatiempo... como la
    misma y aun mayor penuria de novelas originales se padecía en
    toda Europa, ellos fueron los que dominaron enteramente esta
    provincia de las letras por más de cien años. La novela-arte es
    para muy pocos; la novela-entretenimiento está al alcance de
    todo el mundo, y es un goce lícito y humano, aunque de orden
    muy inferior".

=461.= En 1496 se publicó en Salamanca la traducción de la novelita
latina _Historia de duobus amantibus_ (1444), de Eneas Silvio
Piccolomini (1405-1464), después Ρíο II: _Historia de dos amantes
Eurialo e Lucrecia Senesa_. El único ejemplar conocido se conservaba
en la Biblioteca Colombina. Perdido éste, Foulché-Delbosc ha reimpreso
(Barcelona, 1907) la edición de Sevilla de 1512, de la que hay dos
ejemplares conocidos, uno en la Biblioteca Nacional de Madrid, otro
en el Museo Británico. Es de no poco momento para el conocimiento de
los orígenes de la novela española, por lo que influyó en la _Cárcel
de Amor_ y en algunas otras obras castellanas. El estilo es bastante
suelto ya, teniendo, sobre todo, en cuenta el hipérbaton y el rodeo con
que el traductor procuró doblegar el habla castellana para acercarla
á la latina, empeño en que tantos otros naufragaron. El lenguaje es
castizo, sin los feos latinismos de otros autores del siglo XV. Otras
ediciones: Sevilla, 1524, 1530, 1533.

    =462.= Eneas Silvio Piccolomini, _Historia de dos amantes_
    [trad. del latín], ed. R. Foulché-Delbosc, Barcelona, 1907;
    ed. Menéndez y Pelayo, en el tomo IV de sus _Orígenes de la
    Novela_, Madrid, 1913.

    =463.= La primera impresión del _Decamerón_, de Boccaccio,
    en castellano es la de Sevilla, 1496 (_Revue Hisp._, t. XII,
    pág. 43); volvió á imprimirse en Toledo, 1524; Valladolid,
    1539; Medina, 1543; Valladolid, 1550; fué prohibida en 1559.
    Influyó primero en el _Patrañuelo_ (1566?), que le tomó tres
    cuentos, y sabido es lo que en él se inspiraron Cervantes y
    Tirso, en las _Novelas Ejemplares_ (1613) el uno, y el otro
    en los _Cigarrales de Toledo_ (1624), aunque mucho más había
    influido acaso en la literatura del siglo XV, juntamente con
    Dante y Petrarca. _Boccaccio español_ llamó Tirso á Cervantes,
    no porque le tomara nada ni le imitara, sino por haber remedado
    el tono del estilo. Véase A. Farinelli, _Note sul Boccaccio
    in Ispagna nell'Età Media_, Braunschweig, 1906, y su estudio
    sobre el _Corbaccio_ en la España medieval, en la _Miscellanea
    Mussafia_.

    =464.= En 1496 ABRAHAM ZACUTO, hebreo, de Salamanca, publicó
    _Tabulae tabularum coelestium motuum Astronomici Zacuti, necnon
    stellarum fixarum longitudinem ac latitudinem ad motus unitatem
    mira diligentia reductae ac in principio canones, obra más
    conocida por Almanach Perpetuum_. Era astrónomo de don Manuel,
    rey de Portugal, y su libro fué impreso en la tipografía
    judaica de Leiria. La edición de Venecia de 1502 lleva las
    correcciones de Alfonso de Córdoba. Las efemérides de Zacuto
    están calculadas por el meridiano de Salamanca. De otras obras,
    en N. Antonio.

    MOSÉN JUAN ESCRIVÁ publicó _De imaginibus astrologicis_, 1496.

    En 1496 JERÓNIMO TORRELLA, médico valentino, publicó _Opus
    praeclarum de imaginibus astrologicis. De Motu Coelorum.
    Opusculum pro Astrologia adversus Comitem de Concordia
    Mirandulanum. De fluxu et refluxu maris_.

    En 1496 se publicaron _Las epístolas de Séneca. Con una Summa
    siquier introduction de Philosophia moral: en romançe_,
    Zaragoza. _La Introduction_ es de _Leonardo Arietino._
    (_Bibliogr. zarag. del siglo XV_).

    =465.= HERNANDO DE TALAVERA († 1507), confesor de los Reyes
    Católicos y arzobispo de Granada, compuso cierta _obra docta y
    devota sobre la salutacion angélica_, como dice fray Juan de
    Pineda en su _Agricultura cristiana_, pte. 2, diál. 31, donde
    la inserta, y en la _Vida de San Juan Baptista_ (Barcelona,
    1596). Su más antiguo biógrafo, José Saguntino, historiador
    de la Orden de San Jerónimo (_Breve suma de la santa vida del
    reverendísimo y bienaventurado don fray Hernando de Talavera_,
    en el mismo códice de la Academia de la Historia, donde están
    los versos de Álvarez Gato), dice que "en lugar de responsos
    hazia cantar algunas coplas devotísimas correspondientes á las
    liciones. De esta manera atraia el santo varon á la gente á
    los maytines como á la misa. Otras veces facia hazer algunas
    devotas representaciones, tan devotas, que eran más duros que
    piedras los que no echavan lágrimas de devocion". "Acaso tengan
    que ver, dice M. Pelayo, estas coplas y representaciones con
    el libro rarísimo que mienta Salvá": _Cancionero Espiritual...
    Hecho por un religioso de la orden del bienaventurado Sant
    Hieronimo_, Valladolid, 1549. En él hay una disputa alegórica
    en quintillas dobles, villancicos y un paso ó égloga del
    Nacimiento. Pudiera ser del obispo ó de algún imitador suyo.

    _Tratados compuestos por Hernando de Talavera, arzobispo de
    Granada_ ("Costó 114 mrs. en Medina del Campo, por julio de
    1518", dice Fernando Colón). _Provechosa doctrina de lo que
    debe saber todo fiel Christiano. Confesional. Del restituir y
    satisfacer. De cómo hemos de comulgar. Contra el murmurar. De
    las Ceremonias de la Misa_, Salamanca, 1673. _Contra la demasía
    en el vestir y en el comer. Impugnacion Catholica en defensa de
    nuestra Fe. Ceremonial de todos los oficios divinos. Una forma
    de visitar Iglesias y Conventos de Monjas. Instruccion para
    las Monjas de un Monasterio de Avila. Officia quatuor._ Además
    revisó y mejoró el _Vita Christi_ castellano, del franciscano
    Francisco Jiménez, como si lo escribiese de nuevo, Sevilla,
    1496.

    =466.= En 1497 FERNANDO DEL CASTILLO publicó _Ars pulsandi
    mussicalia instrumenta. Sequitur Ars de pulsatione lambuli et
    aliorum similium instrumentorum, inventa a Fulan mauro Regni
    Granatae._

    En 1497 GASPAR TORRELLA, valentino, hermano de Jerónimo y
    obispo de Cerdeña y médico de Alejandro VI, publicó _Tractatus
    cum consiliis contra pudendagram seu morbum gallicum. Dialogus
    pro regimine sanitatis_, 1506. _Consilium de aegritudine
    pestifera et contagiosa. Iudicium Generale de portentis,
    prodigiis et ostentis ac solis et lunae defectibus et de
    cometis_, Roma, 1507.

    En 1497 FRAY ANTONIO GINEBREDA, dominico barcelonés, publicó
    el _Boecio de consolacion e vergel de consolacion_ (vide núm.
    275), Sevilla; ibid., 1499, 1511.

    En 1497, como dice el mismo autor, escribió ALONSO DE ABILA,
    según se cree hijo del cronista Hernando de Palençia, el
    _Compendio universal de las Historias Romanas y de otros
    Autores que aqui van contenidos, en el cual se tratan los
    hechos notables de los Príncipes Romanos, así Pontífices como
    Emperadores y otros ilustres varones. Hay también un compendio
    de las Crónicas de Castilla._ (Ms. en Gallardo).

    En 1497 se imprimió _La Fiameta de Juan Vocacio_, de traductor
    anónimo, Salamanca; Sevilla, 1523; Lisboa, 1541. El códice está
    en El Escorial. Prohibióla el Santo Oficio. Fué muy leída en el
    siglo XV é influyó en la novela erótico-sentimental, _Cárcel de
    Amor_, _La Celestina_, etc.

    En 1497 se publicó el _Clypeum defensionis fidei_, del
    papa (1492-1503) ALEJANDRO VI, antes DON RODRIGO DE BORJA,
    valenciano. Strasburgo. _De Cardinalium excellencia et officio
    Vicecancellarii. Glossa in Regulas Cancellariae. Epistolae,
    Constitutiones ecclesiasticae._

    En 1497 se publicó en Sevilla la _Forma de los novicios, el
    qual compuso el seráfico Sant Buenaventura_, Sevilla.

=467.= _Año 1498._ El DOCTOR FRANCISCO LÓPEZ DE VILLALOBOS (1474-1549)
nació en tierra de Benavente, provincia de Zamora, probablemente en
Villalobos, fué hijo de judíos y judío _confeso_, como él dice. Estudió
en Salamanca, á costa, probablemente, del marqués de Astorga don Pedro
Álvarez Osorio, su protector. La prueba de su aprovechamiento está en
el _Sumario de Medicina_, escrito é impreso en 1498, cuando apenas
tenía veinticuatro años, y en esta obra iban las famosas _Coplas sobre
las pestíferas bubas_. Aquel año ejercía ya la medicina en Zamora y era
casado. En 1507 parece era ya familiar del Duque de Alba é intimaba con
los Grandes del Reino; en 1508 era médico del Duque, y en 1509, del Rey
Católico. En 1514 acabó de escribir las _Congresiones_, impresas el
mismo año en Salamanca; el siguiente de 1515 se imprimió _Amphitrion_
de Plauto. Asistió al Rey en su muerte el año 1516 en Madrigalejo y
siguió á la corte en Madrid el 1517 con los gobernadores Cisneros y
Adriano, y cuando llegó Carlos I, el 1517, siguióle á Valladolid y
Zaragoza (1518) como médico de la reina viuda doña Germana, y aquel
mismo año, por haber sanado á "Mosiur de Xeures", el privado del
Monarca, entró á ser médico de Cámara de Su Majestad, y desde 1522, que
volvió el Emperador de Alemania, hasta el 1525, ejerció su cargo en la
corte; pero con motivo de la privanza como médico del italiano Narciso,
no conviniéndose en la enfermedad que tuvo el Emperador en 1524, tomó
la resolución de retirarse de la corte, como lo hizo el 1525, á Zafra,
en casa del Marqués de Priego, en Extremadura; empero en 1526 volvió
á la corte, en Madrid, desde donde aquel mismo año escribió á Hernán
Núñez una carta en contestación á la que él le había enviado criticando
sus Comentarios á los dos primeros libros de Plinio, impresos en 1524.
Ambas epístolas fueron destempladas y amargas en demasía, la del
Comendador griego, por sus quisquillas de filólogo; la de Villalobos,
por su carácter franco. Abandonó la corte el año 1542 é hizo asiento
en Valderas, y el 1544 publicó los _Problemas_, la más famosa de sus
obras. La última de sus célebres _Cartas_, en las que se hallan casi
todos los sucesos de su vida y de la corte, es del año 1549, en que
murió.

Villalobos fué el hombre más _chocarrero y de burlas_ que había por
su tiempo en Castilla. El gracejo brota de sus labios como de propio
manantial, y es el donairoso y socarrón gracejo castellano de pura
cepa y en el más castizo lenguaje. Fuera de esta nota sobresaliente de
su desenfadado ingenio, algunas veces, cuando en veras habla, como en
las glosas de la _Canción_, es elocuentísimo. Es de los más salados
cuentistas de nuestra literatura y uno de los modelos más admirables
del género epistolar, por la naturalidad, el gracejo, la viveza de
su pincel, el desenfado con que jamás se muerde la lengua diciendo
cuanto le ocurre con brío y color, claridad y donaire. Son sus cartas
la historia interna de la corte del Emperador. Buen versificador, es
verdadero poeta en el género epigramático y satírico á lo Marcial. El
estilo de Villalobos tiene del de Juan de Valdés y del de Antonio de
Guevara, ambos contemporáneos suyos. Á la soltura elegante del primero
allega el donaire y desenfado del segundo, y sin engañar con embustes á
los lectores ni molerles con la rítmica cantilena de las cadencias del
segundo, desencapota el cejo de la continua seriedad del primero.

    =468.= _Sumario de Medicina en romance trovado y Tratado de las
    pestíferas las bubas_, en un solo volumen, Salamanca, 1498.
    _Congresiones vel duodecim principiorum liber nuper editus_,
    Salamanca, 1514. El _Amphitrion de Plauto_ se imprimió suelto
    primeramente, Zaragoza, 1515; Alcalá, 1517; después con los
    _Problemas_, en 1543. _Glossa literalis in primum et secundum
    naturalibus historie libros_ (de Plinio), Alcalá, 1524. _Libro
    intitulado los Problemas, de Villalobos, que tractan de cuerpos
    naturales y morales. Y dos diálogos de medicina y el Tratado de
    las tres grandes. Y una Canción y la comedia de Amphytrion_,
    Zamora, 1543; Zaragoza, 1544; Sevilla, 1550, 1570 y 1574.

    =469.= Francisco López de Villalobos, _Libro intitulado los
    Problemas...; Tratado de las tres grandes...; Canción...;
    Anfitrión_. Bibl. de Aut. Esp., t. XXXVI; _Algunas obras_, ed.
    A. M. Fabié, Soc. de Biblióf. Españoles, 1886; _Diálogo_, en
    Paz y Meliá, _Sales españolas_, segunda serie, Madrid, 1902.
    Consúltense: Jorge Gaskoin, _The medical works of Fr. Lóp. de
    Villalobos_, London, 1870; _Algunas obras del Dr. Francisco
    López de Villalobos_, Biblióf. Españ., Madrid, 1886.

    =470.= En 1498 se publicó la _Historia de Enrique fi de Oliva,
    rey de Iherusalem, emperador de Constantinopla_, Sevilla;
    ibid., 1533, 1545; reeditada por los Biblióf. Españ., 1871. Por
    cierto que Enrique, caballero andante, conquista á Jerusalén
    y á Damasco; hace grandes fazañas, salva á Constantinopla,
    cercada por los turcos, y se casa con la infanta _Merjelina_,
    heredera del Imperio bizantino. El original de este libro fué
    francés y se perdió; pero como muy anterior es la canción de
    gesta de _Doon de la Roche_, del siglo XII (Gautier, _Les
    Epopées françaises_, II, 260). Y aquí tenemos la _Merjelina_
    á que alude el Arcipreste de Hita (c. 211), con la cual yo no
    había dado al comentarlo, aunque hay la dificultad de que
    su padre, Manuel II Paleólogo, reinó de 1391 á 1399. ¿Se
    injertaría esta historia en la antigua leyenda carolingia?
    Á principios del siglo XV la cita Álvarez de Villasandino
    (_Baena_, pág. 3).

    En 1498 FRAY DIEGO LÓPEZ DE TOLEDO, comendador de Castilnovo,
    de la Orden de Alcántara, publicó _Los Comentarios de Cayo
    Julio César, traducidos de latín_, Toledo; ibid., 1549; Madrid,
    1621.

    En 1498 se publicó _El Baladro del sabio Merlín con sus
    profecías_, Burgos; otro distinto adicionado y con la _Demanda
    del Santo Grial_ salió en Toledo, 1515; Sevilla, 1535. Créese
    haberse compuesto _El Baladro_ con arreglo á la traducción
    italiana de Zorzi, del libro de Roberto de Borron. Otro _Merlín
    y demanda del Sancto Grial_, Sevilla, 1500.

    _El Baladro del sabio Merlín._ Ed. A. Bonilla y San Martín.
    Nueva Bibl. de Aut. Esp., t. VI. Consúltese: G. Paris y J.
    Ulrich, _Merlin, roman en prose du XIII^e siècle, avec la mise
    en prose du poème de Robert de Borron_ (Société des anciens
    textes français), París, 1886.

    En 1498 se publicó _Del enseñamiento del coraçon_. Salamanca.

    En 1498 publicó J. GUTIÉRREZ DE TOLEDO la _Cura de la piedra_,
    Toledo.

    En 1498 se publicó la _Peregrina_, Sevilla (vide núm. 273).

    En 1498 LORENZO VICTORIANO Y MOLÓN publicó _Cálculos
    arithmeticos aplicados á la ciencia agrimensoria_.


     [Ilustración: _Comedia de Calisto y Melibea._ (Burgos, 1499).]


    En 1498 (Sevilla) se imprimió la _Crónica popular del
    Cid_. (_Suma de las cosas maravillosas._) Reimpresión de
    R. Foulché-Delbosc, en la _Revue Hispanique_ (1909; t. XX,
    págs. 316-420). Hay ediciones de Sevilla, 1509; Toledo,
    1526 (reproducida, en facsímile, por A. M. Huntington en
    New-York, 1903); Sevilla, 1533; ídem, 1541; Salamanca, 1546;
    Burgos, 1568; Sevilla, 1587; Bruselas, 1588; Alcalá, 1604;
    Madrid, 1616; Cuenca, 1616; Salamanca, 1627; Valladolid,
    1627, y Sevilla, sin fecha (siglo XVIII). Esta _Suma_ es una
    abreviación que no debe confundirse con la _Crónica particular
    del Cid_, publicada en 1512 y reproducida por Huber en 1853
    y por Huntington en 1903, de la cual hemos hablado ya (núm.
    342). Véase á J. Puyol y Alonso: _La Crónica popular del Cid_,
    Madrid, 1911.

=471.= En 1499 se imprimió en Burgos la _Comedia de Calisto y Melibea_,
en 16 autos, "con los argumentos nuevamente añadidos", lo cual parece
indicar que hubo otra edición anterior; en 1501 reeditóla en Sevilla
Alonso de Proaza, añadida una _Carta_ á manera de prólogo, que parece
ser del editor, como de hecho son suyas seis octavas también añadidas
al fin; en 1502 el mismo Proaza volvióla á imprimir en Sevilla con
nuevo título, _Tragicomedia de Calisto y Melibea_, tres nuevas octavas,
un _Prólogo_ nuevo y varios _actos_ interpolados, de manera que en vez
de 16 vino á tener 21 actos. Otro acto se añadió más tarde, llamado
del _Traso_, por explayarse más en la pintura de este personaje,
introducido en la edición de 1502. El autor de la primitiva _Comedia_
parece ser el bachiller FERNANDO DE ROJAS, de la Puebla de Montalván,
judío converso que fué abogado en Talavera y debió de componerla
después de 1492. Aunque muchos le atribuyen también _la Carta_, el
_Prólogo_ y los actos añadidos hasta 21 en la edición de 1502, el
diferente carácter dado á los personajes, el haber estropeado el efecto
trágico cortando el drama en el momento principal con cuatro actos
episódicos, que nada tienen que ver con la acción, y el diverso estilo,
persuaden ser otro el añadidor y de muy inferior mérito respecto del
autor de los 16 autos primitivos. Probablemente fué el editor Proaza
el que añadió todo aquello en su edición de Sevilla de 1502, donde se
halla por primera vez.

"Los amantes desapoderadamente apasionados, que nos pintan los
novelistas, son como los aparecidos de que se atemorizan las viejas:
todo el mundo habla de ellos y nadie los ha visto". Bonita frase de
La Rochefoucauld; pero tan falsa como bonita. No pasa mes sin que
leamos en los periódicos tragedias amorosas, amantes que se matan á sí
mismos ó que matan á sus amantes. Al día siguiente sólo se acuerdan de
ellas los jueces y abogados que entienden en los tribunales. "Parece
cosa de novela", solemos decir al leerlas; "parece cosa de realidad",
deberíamos decir al leer tales amores y sus tristes fenecimientos en
una buena novela. Porque los Tribunales de justicia henchidos están
de sus causas judiciales y los manicomios más llenos todavía de sus
tristes víctimas. ¿Y hay casa, hay por ventura pecho donde el amor
no esté desenvolviendo su eterna tragedia? ¿No trae enlazados en
sus doradas redes y distraídos á los mozos, revueltos y alterados á
los hombres, desasosegados á los mismos viejos? ¿Quién se librará
de sus dulces asechanzas? Como se cobija en la ligera cabeza de la
mozuela, así, y sin otros miramientos, se cuela en la grave sesera del
senador, del magistrado, del filósofo. Él mancilla y empaña las almas
virginales, encizaña las familias, trueca las condiciones, quebranta
las amistades, desvela á los más tranquilos, convierte en homicidas á
los mismos amantes, alborota los espíritus, levanta guerras, asuela
ciudades, revuelve el mundo. ¿Acaso hay nada en él que no se haga por
el amor? No es una niñería, un lujo, un pasatiempo de desocupado;
la vida de la humanidad cuelga de él. Demás estarían las ciudades,
sobrarían los ejércitos, holgarían las tierras, si hombres no hubiese;
pero si hay hombres es porque hay amor. Para tan grave cargo como
le encomendó la naturaleza, hubo de dotarle de poderes no pensados:
el amor es fuerte, furioso, loco. Que la vida de los hombres cuesta
mucho y es menester el colmo de la locura para escotarla. Sin esa
"titillatio, concomitante idea causae externae", como paradisíacamente
definió Espinosa el amor, el mundo se acababa, y es harto grave cosa el
mundo. Por muchas que sean las víctimas del amor, por aciagos que sean
los acaecimientos que ocasiona, por muertes, desolaciones, ruinas, que
amontone sobre la haz de la tierra, más necesita, más se merece, más se
le debe, más demanda, con nada de eso se paga: á cambio de desastres,
guerras, tragedias sin cuento, da lo que con nada de eso es comparable,
la vida de los hombres sobre la tierra. Y no es ello de tan menguado
precio que no haya permitido Dios, según la doctrina católica, hasta
que el pecado entrase en el mundo y le señorease, y con él la muerte,
y tras la muerte y el pecado, que la misma Divinidad encarnase y fuese
blanco de estos dos tiranos del mundo. Si amar es luchar, sufrir y
morir, no menos, antes mucho más es vivir, de donde nace que vivir es
morir, sufrir y luchar. El demonio del amor es el demonio de la muerte,
pero eslo por ser el demonio de la vida.

Ésta es la no sé si llamarla tragedia ó comedia del mundo y del
vivir de los hombres. Sabíalo, por lo menos, muy bien sabido el que
compuso la _Tragicomedia de Calisto y Melibea_, cuando cifró toda
esta filosofía del amor, de la vida y del mundo en el último auto,
donde exclama el viejo Pleberio, que de viejos es exprimir todo el
sustancioso jugo de la vida: "¡O vida de congoxas llena, de miserias
acompañada! ¡O mundo, mundo! Muchos de ti dixeron, muchos en tus
qualidades metieron la mano. Á diversas cosas por oydas te compararon;
yo por triste esperiencia lo contaré, como á quien las ventas y compras
de tu engañosa feria no prósperamente sucedieron... ¡O amor, amor! que
no pensé que tenías fuerça ni poder de matar á tus subjetos!... ¿Quien
te dió tanto poder? ¿Quien te puso nombre que no te conviene? Si amor
fuesses, amarias á tus sirvientes; si los amases, no les darias pena;
si alegres viviesen, no se matarian, como agora mi amada hija... Alegra
tu sonido, entristece tu trato. ¡Bienaventurados los que no conociste ó
de los que no te curaste!". He aquí la conclusión de la _Tragicomedia_,
y he aquí la raíz de la filosofía schopenhaueriana, del pesimismo de
la vida y del amor. El cual en _La Celestina_ es lo que el _Ananke_
ó fatalidad en la tragedia griega, lo que levanta el drama, ó, mejor
diré, lo hunde en la sima del espanto y terror con que atrae á los
lectores ó espectadores, les hiela el corazón y juntamente les encadena
halagüeñamente el gusto, les enhechiza y ciega y, quieras que no, les
arrastra y despeña consigo en sus honduras lóbregas é inapeables. Y
venturoso de aquel que por este poder del arte trágico, hundido y
ensimado en las lobregueces de sí mismo, llegue á comprender lo que es
el amor, el mundo y la vida en sus más soterradas y filosóficas raíces,
amargas, sí, pero por lo mismo empapadas en el sustancioso jugo de la
más alta sabiduría.

Esto cuanto al intento y espíritu de la obra; los medios de ejecución
atañen al literato. Pero de ellos, que pueden reducirse á los
caracteres, la invención y composición de la fábula y, finalmente, al
estilo y lenguaje, se ha dicho tanto y con tanto acierto, que duelo da
el escoger.

      "Libro a mi entender rivi-
    si encubriera más lo huma-",

dijo Cervantes cuan breve y galanamente pudiera decirse. No volveré á
lo de _encubrir lo humano_, que el propio Cervantes se sabía muy bien
no fuera hacedero sin deshacer lo _divino_ que el libro encierra: que
fuera hacer una sortija de oro sin oro. "¿Quales personas os parecen
que están mejor exprimidas?", pregunta Martio en el _Diálogo de las
lenguas_. Y responde su autor, Juan de Valdés: "La Celestina está, á
mi ver, perfetísima en todo quanto pertenece á una fina alcahueta".
Tan es así, que el pueblo español, con certera crítica, hizo de
_Celestina_ un nombre apelativo, no á modo de sustantivo, como de otros
famosos personajes, por manera que decimos: _Fulano es un Quijote,
es un Sancho Panza, es un Tenorio_; sino que celestina llamamos á
toda trotaconventos, tercerona ó alcahueta, sin más cortapisas y como
adjetivo corriente. Y que no tiene semejante. Porque no es la alcahueta
común, sino la de diabólico poder y satánica grandeza. "Porque
Celestina--dice Menéndez y Pelayo--es el genio del mal encarnado en una
criatura baja y plebeya, pero inteligentísima y astuta, que muestra
en una intriga vulgar tan redomada y sutil filatería, tanto caudal de
experiencia moderna, tan perversa y ejecutiva y dominante voluntad,
que parece nacida para corromper el mundo y arrastrarle encadenado y
sumiso por la senda lúbrica y tortuosa del placer". "Á las duras peñas
promoverá e provocará á luxuria, si quiere", dice Sempronio. Hay en
Celestina un positivo satanismo, es una hechicera y no una embaucadora.
Es el sublime de mala voluntad, que su creador supo pintar como mujer
odiosa, sin que llegase á ser nunca repugnante; es un abismo de
perversidad, pero algo humano queda en el fondo, y en esto lleva gran
ventaja al Yago de Shakespeare, no menos que en otras cosas.

Elicia y Areusa son figuras perfectamente dibujadas, discípulas
de Celestina, no prostitutas de mancebía ó mozas del partido, sino
"mujeres enamoradas", como las llamaban, que viven en sus casas, sin
el sentimentalismo de las de Terencio ni el ansia y sed de ganancia de
las de Plauto, más verisímiles que las primeras y menos abyectas que
las segundas. Los criados de Calisto son todavía menos romanos y más
españoles; no esclavos, sino consejeros y confidentes, que le ayudan y
acompañan, aunque avariciosos y cobardes. Calisto y Melibea han sido
siempre comparados con Romeo y Julieta en lo infantiles, apasionados
y candorosos. "Mucho de Romeo y Julieta se halla en esta obra--dice
Gervinus (_Histor. de la poes. alem._)--, y el espíritu según el cual
está concebida y expresada la pasión es el mismo". Y Menéndez y Pelayo,
á quien seguimos: "Nunca antes de la época romántica fueron adivinadas
de un modo tan hondo las crisis de la pasión impetuosa y aguda, los
súbitos encendimientos y desmayos, la lucha del pudor con el deseo,
la misteriosa llama que prende en el pecho de la incauta virgen, el
lánguido abandono de las caricias matadoras, la brava arrogancia con
que el alma enamorada se pone sola en medio del tumulto de la vida y
reduce á su amor el universo y sucumbe gozosa, herida por las flechas
del omnipotente Eros. Toda la psicología del más universal de los
sentimientos humanos puede extraerse de la tragicomedia. Por mucho que
apreciemos el idealismo cortesano y caballeresco de D. Pedro Alarcón,
¡qué fríos y qué artificiosos y amanerados parecen los galanes y damas
de sus comedias al lado del sencillo Calisto y de la ingenua Melibea,
que tienen el vicio de la pedantería escolar, pero que nunca falsifican
el sentimiento!".

Cuanto al arte de la composición dramática, la traza es sencillísima,
clara y elegante, y más de maravillar por la época en que se compuso,
antes de nacer el teatro moderno, puesto que es la primera madre de él
_La Celestina_. Calisto, de noble linaje, entra, siguiendo á un halcón,
en la huerta donde halla á Melibea. Enamorado de ella y desdeñado,
acude á Celestina, que con sus arterías y hechizos prende el mismo
fuego en el pecho de la virginal doncella, y con sus mañas y mujeres
se atrae la voluntad de los criados de Calisto. Pero la codicia la
hace á ella no querer partir con ellos el collar que le había regalado
el galán tan bien servido, y á ellos que maten á la vieja, quedando
medio descalabrados al saltar por la ventana, huyendo de la justicia, y
ahorcados por ésta en la plaza. Sólo al través de la puerta se habían
hablado los amantes, y, según lo concertado, va de noche Calisto á la
huerta de Melibea; pero después de lograr tan apetecida dicha, al salir
y saltar de la tapia, cae muerto el amante. Ella, al saberlo, como
heroína del amor, hace que su padre la oiga al pie de la torre, en cuya
azotea ella sola le cuenta su desgracia y luego se deja caer muerta
á sus pies. El triste anciano endecha tan horrible desventura y las
miserias del mundo, de la vida y del amor.

"El genio gusta de la sencillez, el ingenio gusta de las
complicaciones--dice Lessing en su _Dramaturgia_...--El genio no puede
interesarse más que por aventuras, que tienen su fundamento unas en
otras, que se encadenan como causas y efectos". Hasta la muerte de
Celestina todo era comedia, la comedia del amor y de la vida; desde
aquel punto se convierte la acción en tragedia. Mueren ambos criados.
Torna lo agradable con la escena de la huerta. Pero cuanto más
agradable, más triste y terrible siéntese la desgracia inesperada de
Calisto y la trágica muerte de Melibea. Este cambio _repentino_ es de
efecto maravilloso. El despeño de la acción así preparado y ejecutado
es lo más admirable de la obra.

Del estilo y lenguaje de _La Celestina_, la mayor alabanza que le
cabe es haber casado en ella su autor el período y sintaxis, que
venía fraguándose por influjo humanista del Renacimiento y en que
sobresalieron el Arcipreste de Talavera, Hernando de Pulgar, Fernán
Pérez de Guzmán, Diego de San Pedro y mosén Diego de Valera, con la
frase y modismos, refranes y voces del uso popular, que nadie hasta
él había empleado. El autor de _La Celestina_ llevó el habla popular
á la prosa, como el Arcipreste de Hita la llevó al verso. De aquí las
dos corrientes de estilo y lenguaje, que cualquiera echa de ver en _La
Celestina_. El habla ampulosa del Renacimiento erudito la pone en los
personajes aristocráticos, y á veces en los mismos criados, que remedan
á su señor; el habla popular campea en la gente baja, sobre todo en
Celestina; á veces, y siempre más ó menos, se mezclan y hacen un todo
rimbombante, prosopopeico y abultado para nosotros, pero muy propio de
la época aquella. "El Renacimiento--dice Menéndez y Pelayo--no fué un
período de sobriedad académica, sino una fermentación tumultuosa, una
fiesta pródiga y despilfarrada de la inteligencia y de los sentidos.
Ninguno de los grandes escritores de aquella edad es sobrio ni podía
serlo". Estamos todavía lejos de aquel maravilloso prosista de los
tiempos de Carlos V, Juan de Valdés, cuyo principio estilístico será
eternamente el único verdadero: "Que digais lo que querais con las
menos palabras que pudiéredes, de tal manera que, esplicando bien el
conceto de vuestro ánimo y dando á entender lo que quereis dezir, de
las palabras, que pusiéredes en una clausula ó razon, no se pueda
quitar ninguna sin ofender ó á la sentencia della ó al encarecimiento
ó á la elegancia". "¿Qué os parece del estilo?", le pregunta Torres,
hablando de _La Celestina_. "En el estilo, á la verdad, va bien
acomodado á las personas que hablan. Es verdad que pecan en dos cosas,
las cuales fácilmente se podrían remediar...: la una es el amontonar
de vocablos algunas veces tan fuera de propósito, como _magnificat á
maytines_; la otra es en que pone algunos vocablos tan latinos, que no
se entienden en el castellano y en partes adonde podría poner propios
castellanos, que los hay. Corregidas estas dos cosas en _Celestina_,
soy de opinión que ningún libro hay escrito en castellano adonde la
lengua esté más natural, más propia ni más elegante". Tiene razón.
Las voces latinas son pocas en comparación con las que usaron Juan de
Mena, Juan de Lucena, para no hablar de otros renacentistas que habían
perdido los pulsos, casi tanto como algunos mozos escritores de hoy,
que creen escribir elegante castellano y dar á entender que saben latín
y hasta griego empedrando su estilo de voces bárbaras, pues bárbaras
para el castellano son las griegas y latinas. Pero Valdés no podía ver
estas barbaridades y hace bien en tachar las pocas de _La Celestina_.
Es, sin embargo, el primer libro donde se ve el habla popular y no mal
casada con la erudita, y, aunque con alguna afectación, hermosamente
arreada á la latina cuanto á la construcción del período prosaico. Por
eso era el libro _más natural y elegante_ escrito hasta entonces, y
en él y en las _Epístolas_ de Guevara y el _Lazarillo_. que vinieron
más tarde, fué donde españoles y extranjeros aprendían nuestro idioma.
El Renacimiento español puede decirse que nace con _La Celestina_, y
con ella nace nuestro teatro, pero tan maduro y acabado, tan humano y
recio, tan reflexivo y artístico, y á la vez tan natural, que ningún
otro drama de los posteriores se le puede comparar.

Es _La Celestina_ para leída, más bien que para representada,
cabalmente por carecer de convencionalismos teatrales y no estar atada
á otros fueros que á los de la libertad y de la vida, que la vida y
la libertad no pueden encorralarse entre bastidores. Pero el alma es
dramática, dramáticos los personajes, los lances, el desenvolvimiento
interno y el lenguaje dialogado, tan diferente del lenguaje de
Cervantes, como el drama lo es de la novela. No es _novela dramática_,
porque toda novela es narración; ni _poema dramático_, porque no menos
es narración todo poema; es puro drama, y no representable por tan
puro drama como es y pura vida. El naturalismo ó realismo, ó como
quiera llamarse al mirar derechamente á la naturaleza, á los hombres,
y quintesenciar una y otros por el arte, es tan fuerte aquí como en la
obra del Arcipreste de Hita; aunque ya lo postizo del remedo humanista
altere los personajes señoriles de Calisto y Melibea con la folla, que
hasta en la vida real afectaban en el habla las personas cultas.

    =472.= El año 1499 imprimióse en Burgos, en _16 autos_,
    la _Comedia de Calisto y Melibea_, que ha reimpreso
    Foulché-Delbosc en 1902 del único ejemplar que, hasta poco
    ha, tampoco conocía nadie. Su presente dueño, el benemérito
    hispanista Huntington, acaba de reproducirla con el esmero que
    suele. Describió minuciosamente este preciosísimo ejemplar el
    sabio hispanófilo, director de la _Revue Hispanique_, en el
    tomo IX (año 1902, págs. 185-190), añadiendo unas advertencias
    críticas de subido valor, las cuales, con otras del tomo VII,
    ha de leer antes que nada el que quiera enterarse de _La
    Celestina_, porque edición y notas vuelcan de todo punto el
    problema ó el montón de problemas que acerca de tan famoso
    drama se han despertado y todavía no han tenido cumplida
    solución. Hay que leer después el magnífico trabajo sobre _La
    Celestina_ escrito por Menéndez y Pelayo, en el tomo III de
    los _Orígenes de la Novela_ (1910), y el muy discreto y más
    ceñido del agudo y erudito Adolfo Bonilla, en sus _Anales de la
    Literatura española_ (1904). Por ahora, la edición de Burgos
    de 1499 ha de tenerse por primera ó _princeps_, aunque hubo de
    haber otra anterior, ya que en ella se lee: _Con los argumentos
    nuevamente añadidos_.

    En su primer estado, la obra no tenía otro título que el que
    sirvió de _incipit_ á la edición de Sevilla de 1501 y se ha
    conservado en las posteriores: "Síguese la comedia de Calisto
    y Melibea, compuesta en reprehension de los locos enamorados,
    que, vencidos en su desordenado apetito, á sus amigas llaman e
    dizen ser su dios. Assi mesmo fecha en aviso de los engaños de
    las alcahuetas e malos e lisongeros sirvientes". Acaso al fin
    iba un _explicit_ con la fecha y lugar de la impresión. No se
    conoce ejemplar alguno de esta edición, y aun hay quien supone
    no la hubo.

    Vengamos al segundo estado de la obra, que es el que presenta
    el ejemplar llamado _Heber_, por el nombre de quien antes lo
    poseyó, y es el reproducido por Foulché-Delbosc y Huntington,
    esto es, la edición de Burgos de 1499. Su título dice: "Comedia
    de Calisto y Melibea. Con sus argumentos nuevamente añadidos;
    la qual contiene demas de su agradable y dulce estilo muchas
    sentencias filosofales e avisos muy necessarios para mancebos,
    mostrandoles los engaños que estan encerrados en sirvientes y
    alcahuetas". En este segundo estado, la obra lleva, además del
    dicho título, el _incipit_ que reproduce el título del primer
    estado, el "argumento" general y un "argumento" delante de cada
    uno de los 16 autos.

    En su tercer estado la obra lleva el mismo título que en el
    segundo; pero, además, una _Carta_ de _El autor á un su amigo_,
    unos versos acrósticos, el _incipit_, el _argumento_ general
    y _argumento_ de cada auto, y al fin lleva seis _octavas_ del
    editor Alonso de Proaza. Tenemos un ejemplar completo de una
    edición que ofrece este tercer estado, hecha en Sevilla en
    1501, naturalmente por dicho Alonso de Proaza, y reeditada por
    Foulché-Delbosc en 1900, el cual cree que se hizo esta edición
    de 1501 sobre la de Burgos del año 1499. Acerca de Proaza véase
    la _Biblioteca de Gallardo_, I, núm. 457, y el trabajo citado
    de Menéndez y Pelayo.

    Hasta aquí la obra se llamó _Comedia_ y tuvo 16 autos; pero
    otro cuarto estado nos ofrece la edición de 1502, de Sevilla,
    con el nuevo título de _Tragicomedia de Calisto y Melibea_, y
    que, además de todo lo del tercer estado, contiene hasta 21
    actos, un _Prólogo_ nuevo y tres nuevas octavas añadidas á las
    del final ("Concluye el autor").

    El quinto estado de la obra lleva el título y todo lo del
    anterior y 22 actos: el añadido es el de _Traso_, que no trae
    la edición de Valencia de 1514. Cito esta última edición por
    ser hoy la mejor, tal como se halla reproducida por Eugenio
    Krapf, Vigo, 1900: "_La Celestina_, por Fernando de Rojas,
    conforme á la edición de Valencia de 1514, reproducción de la
    de Salamanca de 1500. Con una Introducción del doctor don M.
    Menéndez y Pelayo".

    =473.= ¿Á quién se deben todas esas sucesivas añadiduras,
    que hemos visto hallarse en los diversos estados de la obra?
    ¿Son del autor del primitivo estado ó son de otros editores y
    correctores? Lo primero que se ve añadido en el segundo estado
    son los argumentos que, por consiguiente, no son del autor. En
    la _Carta á un su amigo_, en el tercer estado, en que aparece
    por primera vez, no se nombra á _Mena_ ni á _Cota_, que sólo
    son nombrados en las ediciones de 21 autos, en las cuales la
    carta está retocada. En la de Sevilla de 1501 dícese nada más:
    "Vi que no tenia su firma del auctor, y era la causa que estava
    por acabar; pero quienquiera que fuesse...". Tampoco se hallan
    estos nombres en los acrósticos de la edición de Sevilla de
    1501, y sí en las de 21 autos. Dícese en aquélla:

      "Si fin diera en esta su propia escriptura
    carta: un gran hombre y de mucho valer".

    En vez de:

    "Cota é Mena con su gran saber".

    Dícese en la _Carta_ que él (el que se da por autor de ella y
    de los acrósticos y _Prólogo_) halló en Salamanca el primer
    auto y que él continuó y acabó la comedia, añadiéndole otros
    15, que compuso en quince días de vacaciones. Bonilla, con
    otros pocos, cree esto al pie de la letra y supone que la
    primitiva _Comedia_ tuvo dos autores: uno del primer auto,
    otro de los 15 restantes. Por el contrario, Lorenzo Palmireno,
    Moratín, Blanco White, Gallardo, Germond de Lavigne, Wolf,
    Ticknor, Menéndez y Pelayo, Carolina Michaëlis de Vasconcellos,
    opinan que esto que allí se dice es un artificio del único
    autor, el cual lo es de los 16 autos. Foulché-Delbosc es de
    parecer que la _Carta_ no es del autor de la _Comedia_, sino de
    algún editor que ha inventado ese artificio, no menos que lo de
    haber compuesto en quince días los 15 autos restantes. Para mí,
    único es el autor de los 16 autos de la primitiva _Comedia_,
    y la razón está en la unidad del plan, tan maravillosamente
    entablado en el primer auto, y en la unidad de caracteres, de
    estilo y lenguaje, que en los 16 son iguales. Ni vale lo que
    dice Bonilla que, no habiendo razón en contra, debemos dar
    crédito á lo que el autor dice en la _Carta_. Porque la _Carta_
    no parece ser del autor de la _Comedia_, por lo menos está
    _amañada_, como dice Menéndez y Pelayo. De hecho la _Carta_
    y los demás preliminares están llenos de contradicciones,
    muestran particular afición á Juan de Mena, tomándole versos y
    palabras, lo cual no se halla en la _Comedia_ primitiva, y no
    están escritos con la gallardía que ella, ni mucho menos con
    el ingenio que en toda ella campea. Diríase que el autor, que
    supo escribir obra tan portentosa como la primitiva _Celestina_
    y los 15 autos en quince días (!), no se supo dar maña para
    escribir una _Carta_ ni un _Prólogo_, que está tomado del
    Petrarca é infantilmente acomodado á su propósito, por no
    decir de una manera despropositada y fuera de sazón. No puede,
    pues, darse crédito á cuanto en estos preliminares se dice, ni
    puede contrarrestar ese dicho al hecho manifiesto de la unidad
    de plan, caracteres, estilo é ingenio, que se manifiesta en
    los 16 autos. Dice el autor de la _Carta_ que "quiso celar y
    encobrir su nombre", y con todo eso lo pone luego en los versos
    acrósticos: "El bachiller Fernando de Rojas acabó la comedia de
    Calysto y Melybea y fvé nascido en la puebla de Montalbán". Y
    en la penúltima octava de Proaza, "corrector de la impresión",
    se declara el enigma de los acrósticos:

      "Por ende juntemos de cada renglon
    de sus onze coplas la letra primera,
    las quales descubren por sabia manera
    su nombre, su tierra, su clara nacion".

    Así en la primera edición en que aparece por primera vez
    la _Carta_. ¿Pudo el autor caer en tamaña contradicción,
    escribiendo la _Carta_ y consintiendo se declarase lo que
    en ella decía no querer declarar? _Carta_ y versos parecen,
    pues, ser de Proaza; por lo menos no son, para mí, del autor
    de la _Comedia_. _Carta_, versos acrósticos y octavas finales
    aparecen por primera vez en la misma edición de Sevilla de
    1501. Las octavas finales son de Alonso de Proaza, que se da
    por corrector de la edición. El mismo corrector añadió en la
    edición del año siguiente de 1502 otras tres octavas. Á él,
    pues, han de achacarse los cambios que en la misma edición de
    1502 hizo en la _Carta_ y en los acrósticos, introduciendo á
    Cota y Mena. Y así como fué autor de los versos finales y los
    aumentó, así debió de serlo de la _Carta_ y de los acrósticos,
    mudando en una y otros lo que le pareció, como en cosa propia.
    Tanto en la _Carta_, como en los acrósticos, como en los versos
    finales hay sentencias y palabras de Juan de Mena, al cual se
    muestra muy aficionado Alonso de Proaza, mientras que no hay
    apenas recuerdo de tal poeta en los 16 autos de la primitiva
    _Celestina_.

    La edición de Sevilla de 1502 fué preparada por el mismo
    Proaza, y en ella fué donde añadió octavas finales y retocó
    _Carta_ y acrósticos. Ahora bien: en esta edición es donde
    por primera vez se ve mudado el título de _Comedia_ en el de
    _Tragicomedia_ y se añaden autos enteros, hasta llegar á 21 los
    primeros 16 y se ingieren trozos en los mismos 16 primitivos,
    y además aparece un _Prólogo_, que alude á ese alargamiento de
    la primitiva _Comedia_. ¿Quién no ve que el que todo esto hizo
    fué el mismo Proaza? ¿Envióle el autor de la _Comedia_ todas
    esas añadiduras ó son de Proaza mismo? Realmente el que hizo el
    _Prólogo_ fué el que alargó la obra, pues en él se da razón del
    alargarla. El _Prólogo_ es una mala acomodación del que puso
    el Petrarca al libro segundo de su obra _De remediis utriusque
    fortunae_. La gran verdad filosófica, raíz de las mudanzas de la
    fortuna, de que el Petrarca trata en su obra, proviene de que
    "lucha es la vida del hombre sobre la tierra", como dijo Job, y
    que lucha es el vivir y el ser de toda la naturaleza. Por eso
    el Petrarca desenvuelve en su Prólogo maravillosamente esta
    raíz de la fortuna. El _Prólogo_ añadido á _La Celestina_ trae
    todo esto como grave parto de los montes bramadores para parir
    el ridículo ratón, de que no es extraño haya habido diversidad
    de opiniones acerca de _La Celestina_. ¿Es esto propio del
    excelso ingenio que escribió la _Comedia_? Por su cargo y
    aficiones literarias conocía Proaza el Tratado de Petrarca,
    y, hallando citas de él en la _Comedia_, endilgó el _Prólogo_
    con otro del poeta italiano para disimular la superchería;
    pero el plagio es tan fiero, la acomodación tan desmañada, el
    estilo tan otro del de la _Comedia_, que mentira parece se le
    desmintiera á Menéndez y Pelayo, á quien siguen otros críticos
    españoles. Pero el sello de Proaza se halla indeleble en medio
    del _Prólogo_. Al llegar en él á cierta especie, acuérdase de
    que la toca Juan de Mena, y dejando allí á Petrarca, nos planta
    la cita que halló en la _Glosa_ que hizo Hernán Núñez á su
    poeta predilecto. ¿De quién son los actos añadidos juntamente
    con el _Prólogo_, en el cual alude á ellos y por ellos se
    escribió? Todos los críticos españoles, siguiendo á Menéndez y
    Pelayo, opinan que son del mismo autor que compuso la primitiva
    _Comedia_. Lo dicho creo que basta para sospechar que fuesen
    del mismo Proaza. Y, efectivamente, el estudio de los actos
    añadidos y su cotejo con los 16 primitivos lo confirman de tal
    manera, que redondamente digo no ser lo añadido del primitivo
    autor y ser probablemente de Alonso de Proaza.

    "La forma en 16 actos es indiscutiblemente de mérito superior
    á la forma en 21. No se necesita mucho sentido crítico para
    comprenderlo. Pero este argumento no puede servir para probar
    que el autor de las adiciones no es el autor de la obra,
    _sino todo lo más que las adiciones echaron á perder el texto
    primitivo_". Así discurre, y muy bien, el señor Bonilla
    (_Anal._, pág. 19); pero el caso es juzgar _en qué medida_ lo
    echaron á perder. Porque bien añade que Tamayo y otros fueron
    menos felices al retocar sus obras de cuando por primera vez
    las escribieron. Pero ¿es éste el caso? Es cuestión de pura
    estética y, además, de estilo y de erudición. Hasta dónde
    llegó á echarse á perder la _Comedia_ con las adiciones lo
    verá el lector, y básteme decir que no podrá el Sr. Bonilla
    traer ejemplo semejante al que hallamos en el auto 14, donde
    el despeño del drama y conversión súbita de una comedia en
    tragedia, que el autor puso por portentoso golpe de ingenio
    artístico y fué preparando con tanta destreza hasta aquel
    punto, desaparece en la segunda redacción con alargar la obra
    por varios actos inútiles, episódicos, que nada tienen que ver
    con la acción principal y sólo sirven para destruir el efecto
    más trágico del drama, quebrándolo en el punto más culminante.
    Eso no es añadir ni corregir; es destruir, es partir por el eje
    toda la obra; es borrar y rechazar el mayor golpe de ingenio
    el mismo autor que lo creó y lo fué paso á paso preparando por
    todo el drama. Hay escritores que no saben divertirse nunca
    del propósito, y el buen dramaturgo ha de ser de esta laya.
    El autor de _La Celestina_ lo es como el que más, hasta el
    punto de que Menéndez y Pelayo dice no darse en la primitiva
    redacción ni un solo trozo episódico, ni largo ni corto, sino
    que todo va siempre derecho al intento. Vienen las adiciones,
    y en cinco actos añadidos comprende lo episódico... pues los
    cinco actos enteros. Todos forman un episodio desatado de la
    acción, y no sólo desatado, sino que, por encajarse en medio
    de ella y en el mismo trance del nudo, destruye todo su efecto
    y la unidad de la obra. Alárgase por todo un mortal mes lo que
    había de soltarse en unas horas. ¿Qué cambio fué ese del autor
    en su manera de proceder? Si tal hubo, el autor enloqueció,
    perdió todo su ingenio y es verdaderamente digno de lástima,
    tan grande creador primero como desatinado corrector después.
    Al autor le gustaba la erudición humanística, pero era la
    corriente y tomada de Petrarca. El corrector no se contenta con
    seguir esta moda del Renacimiento, sino que busca erudiciones
    exquisitas y raras y las amontona donde peor pegan y enfrían el
    movimiento de la acción, que, sin duda, no sintió en lo hondo
    de su alma como lo había sentido el autor. Los pensamientos
    del autor siempre son propios de un pensador elevado, de un
    ingenio sutil, de un muy maduro juicio, y entallan tan al justo
    á la acción como el vestido más lindamente cortado; los del
    corrector se despegan de ella y no pocas veces son livianos
    y aun frisan en verdaderas patochadas. Á la delicadeza y
    propiedad de caracteres y sentimientos del autor sobrepone
    el corrector pinceladas groseras y exageradas de pintor de
    brocha gorda, que avillanan los sentimientos y malean los
    caracteres de la primitiva _Comedia_. Trae puntualmente el
    autor los refranes y con comedida parsimonia; el corrector
    los ensarta juntos por medias docenas, sin ton ni son, y casi
    nunca los cita con puntualidad. Tan á menudo trae el autor
    hondas y galanas sentencias de Petrarca como citas de Mena
    trae el corrector. En el estilo, alguna vez le imita; pero las
    más veces es muy otro. Y gracias que ya no tiene que terciar
    Celestina, porque no hubiera podido hacerla decir el corrector
    ni una sola cláusula á derechas.

    =474.= Acerca de las fuentes de la obra ha tratado largamente
    Menéndez y Pelayo en el tomo III de los _Orígenes de la
    Novela_; pero creo sinceramente que su inmensa erudición
    bibliográfica le hace ver relaciones, que de hecho no hay,
    entre muchas obras y _La Celestina_. Las fuentes ciertas de la
    primitiva _Comedia_ son el _Libro de Buen Amor_, de HITA, de
    quien tomó toda la traza y el principal personaje, esto es,
    la vieja Celestina, cambiando la viuda doña Endrina, más á
    propósito para los amoríos clericales, en doncella, que á su
    intento venía mejor; ensanchando la acción con la secundaria
    de los criados y mujeres de la vida, y convirtiéndola al fin
    en tragedia, con la imitación de la novela griega de Hero y
    Leandro. De HITA toma el autor otras varias cosas, y, sobre
    todo, tiene siempre los ojos en él para beberle el espíritu
    realista y popular y la manera sentenciosa. La segunda fuente
    es el _Corbacho_, que imita en varios pasajes de estilo
    enteramente vulgar y castizo. La tercera es el PETRARCA, sobre
    todo en su libro _De los Remedios contra próspera y adversa
    fortuna_, que se tradujo y se leyó mucho en todo el siglo
    XV, y tornólo á traducir galanamente Francisco de Madrid,
    arcediano de Alcor, y fué impreso el año de 1510 en Valladolid.
    El eruditísimo y benemérito hispanista italiano A. FARINELLI
    ha tratado _Sulla fortuna del Petrarca in Ispagna_ en el
    _Giornale storico della letteratura ital._ (t. XLIV, pág. 297),
    recordando cómo el _Prólogo_ de _La Celestina_ comenzaba con
    la misma sentencia que el del segundo libro del _De Remediis_,
    y notando tres lugares de la _Comedia_ que á esta obra parecen
    aludir, bien que sin citar los pasajes de la del Petrarca. Yo
    he hallado otras muchas referencias, que se verán en las notas
    con la traducción de Francisco de Madrid, edición de Sevilla
    de 1524; Juan Varela, de Salamanca; la cual he estudiado
    minuciosamente, así como el texto original _De Remediis
    utriusque fortunae_ en la edición de Basilea, 1554 (_Francisci
    Petrarchae Florentini, Philosophi, Oratoris et Poetae
    clarissimi... Opera quae extant omnia_). El corrector conoció
    esta devoción del autor con las obras del Petrarca, y pudiera
    haberle imitado en no pocas de sus añadiduras; pero sólo le
    tomó lo que toca á las riquezas, en el auto IV, y alguna otra
    cosa que en mi edición puntualizo, y le plagió desmañadamente
    en el _Prólogo_. En cambio sacó cuanto pudo, erudición y frases
    enteras, de Juan de Mena, de quien el autor apenas para nada
    se acuerda. Hay que señalar en la primitiva _Comedia_ una
    referencia al _Diálogo entre el Amor y un viejo_, de Rodrigo de
    Cota; otra á la _Cárcel de Amor_; otra al _Tostado_.

    =475.= ¿Quién fué autor de la primitiva y verdadera _Comedia
    de Calisto y Melibea_? En Mena ni en Cota no hay que pensar.
    ¿Lo fué Francisco de Rojas? Si no hubiera más que el
    testimonio de Proaza y los acrósticos, sería para puesto en
    duda, porque un embuste ó broma de más entre tantas otras
    bien poco montaría. Las pruebas, si lo son, las ha aportado
    el eruditísimo Serrano y Sanz, uno de los trabajadores más
    sesudos, modestos, poco sonados y que más debieran serlo de
    nuestros eruditos. El meritísimo catedrático de la Universidad
    de Zaragoza halló y estudió dos procesos de la Inquisición
    de Toledo, que probaban vivía en 1518 y en 1525 un bachiller
    Fernando de Rojas, que parece ser el mismo puesto en los
    acrósticos (_Rev. Arch._, 1902). El primer proceso es de 1517
    y 1518, contra uno que vivía en Talavera, y donde se presenta
    como testigo el dicho bachiller; el otro, de 1525 y 1526,
    contra Álvaro de Montalván, "vezino de la puebla de Montalván",
    acusado de judaísmo y de edad de setenta años. El 7 de junio de
    1525 declara el acusado tener cuatro hijos, entre ellos "Leonor
    Alvares, muger del bachiller Rojas, que conpuso a Melibea,
    veçino de Talavera", y añade: "aora XXXV años", y "que nombrava
    por su letrado al bachiller Fernando de Rojas, su yerno, veçino
    de Talavera, que es converso". El Inquisidor "le dixo que no
    ay lugar, e que nombre persona syn sospecha; e asy nombro al
    liçençiado del Bonillo, e por procurador a Antonio Lopez". Si
    el padre de Rojas era judío, lo probable es que lo fuera su
    madre, y tal lo cree hoy el mismo Serrano y Sanz, aunque en su
    estudio opinó lo contrario. El año 1525 tenía la mujer de Rojas
    treinta y cinco años, y su marido cree Serrano y Sanz tendría
    unos cincuenta, de modo que hubo de escribir la _Comedia_ á los
    veinticuatro años. Unos treinta y cinco años antes del 1521
    dice el documento que la escribió, esto es, el año 1490, aunque
    veremos que probablemente fué después de 1492. Foulché-Delbosc
    concluye: "Tant qu'un témoignage indiscutable ne l'attestera
    pas, nous nous refuserons à reconnaître Rojas comme l'auteur de
    la _Comedia_. Si les vers acrostiches en 1501, et son beau-père
    en 1525, lui attribuent cette paternité, c'est probablement que
    lui-même s'en targuait: nous venons d'exposer les raisons pour
    lesquelles cette prétention nous semble inadmisible. Loin de
    voir un _insigne_ literato en Fernando de Rojas, nous estimons
    qu'il se donna comme l'auteur d'un chef-d'œuvre qu'un autre
    avait écrit". (_Rev. Hisp._, 1902, pág. 185). En mi opinión, el
    autor de la _Comedia_, en su primer estado, si no con certeza,
    es muy probablemente el Fernando de Rojas que aparece en los
    acrósticos y en los citados documentos. No hay pruebas hasta
    ahora para no admitir el testimonio de estos últimos, y aunque
    sin ellos los acrósticos no merecieran crédito, los documentos
    se lo prestan á los acrósticos y los acrósticos corroboran el
    dicho de los documentos.

    Por declaración del mismo Rojas y por testimonio de su suegro
    sabemos que era abogado. Naturalizóse en Talavera, pues ya
    parece como vecino de aquella ciudad en 1517, y á ella se
    refiere cuanto de él se sabe hasta el 1538. Ejerció aquel año
    en Talavera, desde el 15 de febrero al 21 de marzo, el cargo
    de Alcalde mayor, sustituyéndole el Dr. Núñez de Durango,
    según noticias comunicadas al Sr. Serrano por don Luis Jiménez
    de la Llave y tomadas del Archivo municipal. El autor del
    _León Prodigioso_ (1636), el licenciado Cosme Gómez Tejada de
    los Reyes, dice en la _Historia de Talavera_, que escribió
    y se conserva manuscrita en la Biblioteca Nacional (Ms.
    2039): "Fernando de Rojas, autor de _La Celestina_, fábula de
    Calisto y Melibea, nació en la Puebla de Montalbán, como él
    lo dize al principio de su libro en unos versos de arte mayor
    acrósticos; pero hizo asiento en Talavera: aquí vivió y murió,
    y está enterrado en la iglesia del convento de monjas de la
    Madre de Dios. Fué abogado docto, y aun hizo algunos años en
    Talavera oficio de Alcalde mayor. Naturalizóse en esta villa
    y dejó hijos en ella. Bien muestra la agudeza de su ingenio
    en aquella breve obra llena de donaires y graves sentencias,
    espejo en que se pueden mejor mirar los ciegos amantes, que
    en los christalinos adonde tantas horas gastan riçando sus
    femeniles guedejas... y lo que admira es que, siendo el primer
    auto de otro autor (entiéndese que Juan de Mena ó Rodrigo de
    Cota) no sólo parece que formó todos los actos un ingenio, sino
    que es individuo (indivisible)". Como se ve, á carga cerrada
    admite este historiador cuanto en el Prólogo y acrósticos se
    dice; pero las noticias acerca de Rojas no dejan de tener su
    peso y gravedad, cual la del historiador que nos las comunica.
    El testamento de su cuñada Constanza Núñez, descubierto por
    Pérez Pastor en el Archivo de Protocolos de Madrid, nos ha
    permitido conocer el nombre de la hija de Rojas, que se llamó
    Catalina Rojas, casada con su primo Luis Hurtado, hijo de Pedro
    de Montalbán. En el archivo de la parroquia del Salvador, de
    Talavera, hállanse las partidas de bautismo de 1544, 1550
    y 1552, referentes á varios hijos de Álvaro de Rojas y de
    Francisco de Rojas, casado el último con Catalina Álvarez,
    patronímico que llevaba también la mujer de Rojas. De su
    familia fueron, pues, Álvaro y Francisco, si ya no eran sus
    propios hijos. En las _Relaciones geográficas_ que los pueblos
    de Castilla dieron á Felipe II desde 1574 en adelante, y se
    hallan en El Escorial, respondiendo á la pregunta de que se
    especificasen "las personas señaladas en letras, armas y en
    otras cosas que haya en el dicho pueblo, ó que hayan nacido ó
    salido de él", el bachiller Ramírez Orejón, clérigo, que fué,
    en compañía de Juan Martínez, ponente, como hoy diríamos, de
    esta Relación, contesta que "de la dicha villa (de la Puebla
    de Montalbán) fué natural el bachiller Rojas, que compuso á
    _Celestina_".

    =476.= La alusión _Ganada es Granada_, etc., al principio
    del tercer auto, indica para Foulché-Delbosc que la _Comedia_
    se escribió antes del 1492, en que Granada se ganó, y después
    de 1482, en que comenzó la guerra y aun poco después, acaso el
    1483 ó 1484, cuando no parecían todavía esperanzas de rendirse
    la ciudad. Confírmase, según él mismo, con lo del _turco es
    vencido_, que lo refiere al sitio de Rodas en 1480; lo de la
    _puente es llevada_, que supone es el hundimiento de uno de los
    arcos del de Alcántara, en Toledo, reparado en 1484; lo del
    _eclipse_ de sol, que pudiera ser el del 17 de mayo de 1482; lo
    de _aquel es ya obispo_, que cree aludir á don Pedro González
    de Mendoza, que comenzó á serlo de Toledo el 1482. Realmente
    á estos hechos parece aludirse, por lo menos á algunos; pero
    si todos eran pasados, ¿por qué sólo la toma de Granada no lo
    era? Por eso Bonilla saca de aquí que se escribía esto después
    de 1492, y Menéndez y Pelayo dice que nada prueban, ya que
    unos son pasados y otros por venir. El _te maravillarías_ dice
    tiempo por venir, y esto sin duda alguna, pues nunca esta forma
    sirve para lo pasado absoluto, como que es el _tiempo potencial
    incompleto_, y todo potencial pertenece á lo futuro (CEJADOR,
    _Lengua de Cervantes_, I, 110). Pero lo que pende en el texto
    de _Assi como_, ¿pende igualmente del _te maravillarías_, ó,
    por el contrario es una adversativa con sentido de _Así como
    te maravillaste, pero no duró mucho tu maravilla_ cuando se
    heló el río, se ganó Granada, etc.? Yo creo más probable esto
    segundo; si no, hubiera puesto todos estos hechos seguidamente
    tras _la tierra tembló_. La siguiente observación de Bonilla
    (_Anal. liter. españ._) tiene la fuerza que se conceda á la
    opinión sobre el autor de la _Comedia_. "Leonor Álvarez, mujer
    del bachiller Rojas, tenía treinta y cinco años en el de 1525,
    dice Bonilla. Suponiendo que se hubiese casado siendo de doble
    edad que su mujer, y que el matrimonio se hubiese verificado en
    1506, cuando Leonor Álvarez contaba diez y seis años, tendremos
    que Rojas era entonces de unos treinta y dos, habiendo nacido,
    por consiguiente, hacia 1474. ¿Cómo había de escribir _La
    Celestina_ antes de 1492, es decir, antes de haber cumplido
    los diez y nueve años? Todavía nos parece que Rojas debió ser
    de más edad que de treinta y dos años en 1506. _La Celestina_
    supone tal experiencia de la vida, una madurez de juicio tan
    extremada, que no se pueden imaginar en un joven de veinte á
    veinticinco años, como da á entender el Sr. Serrano y Sanz. Es
    racionalmente imposible que Rojas escribiese _La Celestina_ á
    los veinte años. Por eso creemos que hacia 1500, en que Leonor
    Álvarez había cumplido los diez, Rojas tendría ya cumplidos
    los treinta". Estoy en un todo conforme con Bonilla en que
    á los veinte años no puede escribir nadie _La Celestina_,
    aunque sea un ingenio extraordinario, al cual se lo concede
    Menéndez y Pelayo. Hay cosas que no vienen del ingenio, sino
    de la experiencia, y no porque á los veinte años no conociese
    Rojas hechos como los que narra, sino que una cosa es conocer
    y otra sufrir y pasar por cosas semejantes, para que del pozo
    de la experimentación salgan los sentimientos, que sólo con la
    edad salen, cuales son los de _La Celestina_. Ó Rojas el del
    proceso no es el autor de la _Comedia_, ó tuvo que escribirla
    después de 1492. Tal es mi opinión, sacada de lo dicho, pues
    no puedo creer que la escribiese antes de tener diez y nueve
    años. Componer _La Celestina_ en quince días de vacaciones un
    estudiante es cosa que se dice en el _Prólogo_ y que alguno
    creerá; á mí no me lo persuadirán frailes descalzos, y que ese
    estudiante tuviera menos de diez y nueve años, ni descalzos ni
    por calzar. Eso no lo puede creer hombre que haya pasado de los
    cuarenta y cinco, que sabe lo que es la vida. Bonilla mide lo
    escrito por líneas, para deducir que hay actos que se pudieron
    escribir en tres ó cuatro horas. ¡Á máquina y á pluma, quién lo
    duda! Pero será _copiando_, no inventando. "Harto más difícil
    es componer en veinticuatro horas una de las buenas comedias de
    Lope". Pero ¿cree Bonilla que Lope alude á sus buenas comedias
    y que alguna de ésas buenas la hizo en veinticuatro horas?
    Serían las rellenas de paja, y aun las veinticuatro horas acaso
    sean andaluzas.

    =477.= Ediciones de _La Celestina_: Burgos, 1499; Sevilla,
    1501, 1502; Toledo, 1502; Zaragoza, 1507; Valencia, 1514,
    1518; Sevilla, 1523, 1525; Barcelona, 1525; Toledo, 1526,
    primera edición, donde se añade el _Auto de Traso e sus
    compañeros_; Sevilla, 1528; Valencia, 1529; Medina, 1530 (?);
    Burgos, 1531; Venecia, 1531; Barcelona, 1531; Venecia, 1534;
    Sevilla, 1534; Barcelona, 1535; Sevilla, 1536; Salamanca,
    1536; Venecia, 1536; Burgos, 1536; Toledo, 1538; Génova, 1538;
    Amberes, 1539; Sevilla, 1539; Lisboa, 1540; Zaragoza, 1545
    (dos edic.); Amberes, 1545; Sevilla, 1550; Venecia, 1553;
    Zaragoza, 1555; Venecia, 1556; Salamanca, 1558; Cuenca, 1561;
    Barcelona, 1561; Sevilla, 1562; Alcalá, 1563; Barcelona, 1566;
    Amberes, 1568; Alcalá, 1569; Salamanca, 1569; Sevilla, 1569;
    Salamanca, 1570..., etc.; Madrid, 1822, por León Amarita;
    1835, ídem; Barcelona, 1842, por Tomás Gorchs; Vigo, 1899, por
    Eugenio Krapf y M. Pelayo; Madrid, 1913, por J. Cejador, con
    comentario. Traducciones principales: En ital.: Venecia, 1505;
    Roma, 1506; Milán, 1514, 1515; Venecia, 1515, 1519; Milán,
    1519; Venecia, 1525, 1531, 1535, 1536, 1541, 1543. En lat.:
    Francfort, _Pornoboscodidascalus Latinus_, Gaspar Barthius,
    1624. En franc.: París, 1527; Lyon, 1529; París, 1542, 1578
    (dos edic.); Rouen, 1598, 1599, etc. En ingl.: Londres, 1591,
    1598, 1631, 1894. En alem.: Augsburgo, 1520, 1533, 1534; Viena,
    1829; Leipsique, 1843. En holand.: Amberes, 1550, 1574, 1580,
    1616.

    =478.= _Comedia de Calisto y Melibea_. Ed. R. Foulché-Delbosc,
    _Bibliotheca Hispanica_ (1900), t. I; ed. R. Foulché-Delbosc,
    _Bibliotheca Hispanica_ (1902), t. XII; (_Celestina_), ed.
    con introducción de M. Menéndez y Pelayo, Vigo, 1899-1900, 2
    vols.; facsímile de la primera ed. conocida, por _The Hispanic
    Society_, New-York, 1909; ed. con notas, J. Cejador, en la
    colección de _Clásicos Castellanos_, Madrid, 1913. Consúltense:
    R. Foulché-Delbosc, _Observations sur la Célestine_ (I y II),
    en _Revue Hispanique_ (1900 y 1902), t. VII, págs. 28-80 y
    510, y t. IX, págs. 171-199; R. Foulché-Delbosc, recensión de
    la ed. de Vigo, en _Revue Hispanique_ (1900), t. VII, págs.
    539-546; K. Haebler, _Bemerkungen zur Celestina_, en _Revue
    Hispanique_ (1902), t. IX, págs. 139-170; H. Warner Allen,
    _Celestina_ [reimpr. de la trad. inglesa de J. Mabbe], London,
    s. f. [con buena introducción]; A. Bonilla y San Martín,
    _Antecedentes del tipo celestinesco en la literatura latina_,
    en _Revue Hispanique_ (1906), t. XV, págs. 372-386; R. Jorge,
    _La Celestina_, en _Amato Lusitano_, Madrid, 1908; M. Menéndez
    y Pelayo, _Orígenes de la novela_, t. III, páginas I-CLIX; M.
    Serrano y Sanz, _Noticias biográficas de Fernando de Rojas_, en
    _Revista de Archivos_, etc. (1902), t. VI, págs. 245-299.

=479.= _Año 1499._ Hermano en religión de fray Íñigo y hasta en la
sencillez y piadosa devoción y no menos en el apego al arte popular,
fué FRAY AMBROSIO MONTESINO, aunque principalmente hizo en la prosa lo
que fray Íñigo en el verso. Así la Orden franciscana puede gloriarse
de estos dos hijos, á quienes la literatura castellana debe más de
lo que comúnmente se piensa. Nació en Huete, fué Obispo de Cerdeña y
muy favorecido de la Reina Católica, á cuya petición tradujo el _Vita
Christi_ del cartujano de Strasburgo Landulfo de Sajonia, llamado
comúnmente _El Cartujano_, historia de la vida de Cristo según los
Evangelios, comentariada con doctrinas de los Padres de la Iglesia y
propias consideraciones. La traducción es dechado de prosa castellana y
fué el libro devoto del beato Juan de Ávila, de Santa Teresa, de todo
el siglo XVI, y muy aprovechado de los predicadores. Por orden del Rey
Católico retocó una antigua versión de los _Evangelios, Epístolas.
Lecciones y prophecias, que la sancta Iglesia canta_, "monumento del
lenguaje castizo español" al decir de Mayáns (_Orador Christiano_).
Recogida por la Inquisición, como todas las versiones de la Escritura,
volvió á imprimirse en 1586, pero modernizándole el lenguaje fray
Román de Vallecillo, Medina. Inéditas quedaron las _Meditaciones de
San Agustín_, que también tradujo; además compiló un _Breviario de la
Inmaculada Concepción_, para las religiosas de su Orden.

Su _Cancionero_ es de versos devotos para los Reyes Católicos y
principales personajes de la corte, á cuyas instancias los compuso,
sencillos y llanos y más de predicador que de poeta, como de la escuela
franciscana del siglo XIII, y particularmente del Beato Jacopone de
Todi, cuyos _Cantos espirituales_ tenía bien leídos y á quien se
parece en el enérgico realismo de pinturas satíricas y en los diálogos
de Navidad, compuestos para conventos de monjas, como los de Gómez
Manrique. Tomó mucho del pueblo, ya en versos, ya en músicas, pues
casi todas las poesías breves se hicieron para ser cantadas "al son"
de otras profanas que corrían en boca de todo el mundo, algunas de las
cuales se hallan en el _Cancionero Musical_ de Barbieri. Hay, además,
en el de Montesino, ocho romances impresos en líneas largas como
versos de 16 sílabas, que fué su primitiva forma; todos, menos uno,
espirituales, pero rezumando todavía el espíritu de la poesía heroica,
con su brío y concisión. El romance acaba de llegar todavía calentito
á los libros desde el horno popular, donde sabe Dios cuándo se había
cocido. Fué fray Ambrosio Montesino el poeta más valido de la Reina
Católica y por su encargo escribió los últimos versos que ella pudo
leer; fué de los primeros que supieron aprovecharse de la vena popular,
infundiéndola en la poesía y en la prosa religiosa y mística, que ya
no había de perder desde entonces este sabor en España, sirviendo de
contrapeso al clasicismo erudito, maravillosamente casadas entrambas
tendencias en nuestros grandes místicos del siglo XVI.

    =480.= "Obispo de Cerdeña", se lee en la edición de Toledo,
    1527, de su _Cancionero_. El _Vita Christi cartuxano romançada_
    fué magníficamente impreso á costa de Cisneros, inaugurando
    con él la tipografía de Alcalá, en cuatro volúmenes en folio;
    al fin del primero se lee: "en la muy noble villa de Alcalá
    d'henares | a xxvij días del mes de Hebrero del año de nra.
    reparacion de mill y quinientos y tres". Los tomos II y III
    llevan la misma fecha; el IV, en algunos ejemplares, lleva la
    de 1502, de modo que debió de haber dos ediciones. (Catalina
    García, _Ensayo de una Tipografía Complutense_, Madrid, 1889).
    De las notas finales de estos tomos se saca que fray Ambrosio
    dióse á esta traducción en Huete, "cibdad de su nacimiento é
    naturaleza, XXIX dias del mes de noviembre año de la natividad
    del señor de mil y quatrocientos y noventa y nueve años", y
    que acabó la primera parte aquel mismo año en la villa de
    Cifuentes. En 1446 había sido traducida esta obra en portugués
    por fray Bernardo de Alcobaza, cisterciense, y en 1495, Lisboa,
    se imprimió en cuatro tomos en folio, probablemente, la misma,
    según cree M. Pelayo. No se confunda el _Vita Christi_ del
    Cartujano con otras obras del mismo título y asunto, como
    la del catalán fray Francisco Eximenis, obispo de Elna, la
    cual hizo traducir al castellano con adiciones fray Hernando
    de Talavera, y pasa por el primer libro impreso en Granada:
    _Primer volumen de Vita Xpī de fray Francisco Ximenes,
    corregido y añadido por el arzobispo de Granada, y hizole
    1496._ Otra _Vita Christi_, rarísima, es de la abadesa de la
    Trinidad, sor Isabel de Villena (en el siglo doña Leonor Manuel
    de Villena, hija natural del famoso marqués don Enrique),
    Valencia, 1497. Los diversos volúmenes del _Cartujano_, de
    Montesino, fueron varias veces reimpresos, casi siempre
    en Sevilla, 1520, 1531, 1537, 1543, 1544, 1551..., 1627.
    _Evangelios, Epístolas, Lecciones y Prophecias, que la sancta
    Iglesia canta en la Missa por todo el año. Va al principio
    una espiritual consideracion en los passos de la Missa, y
    significaciones de los Mysterios della. Con los siete Psalmos y
    la Missa de N. S.ª,_ Toledo, 1512, 1532, 1535; Sevilla, 1540;
    Amberes, 1544; Zaragoza, 1555; Medina, 1586. En la _epístola
    prohemial_ se dice: "La cual obra vuestra Alteza mandó á mí su
    más leal y antiguo predicador y siervo _reformar_, _restaurar_
    y _reduzir_ á la verdadera interpretacion é integridad della
    segun el romance de Castilla, porque estaba muy corrompida,
    confusa e disforme: así por la impropiedad y torpedad de los
    vocablos que tenía, como por la confusion y escuridad de las
    sentencias". Las _Meditaciones de San Agustín_ se guardan en la
    Biblioteca de la Historia (colección Salazar). Del _Cancionero
    de diversas obras de nuevo trobadas_ hay seis ediciones por lo
    menos, Toledo, 1508, 1520, 1527, 1537; Sevilla, 1537; Toledo,
    1547. _Breviario de la Inmaculada Concepcion de la Virgen_,
    Toledo, 1508. Una noticia bibliográfica del _Cancionero_ (ed.
    1527) y de otros dos rarísimos libros se halla en el _Bulletin
    du Bibliophile_, de Techener, París, 1844, págs. 1157-1161, por
    A. Jubinal, notando las reminiscencias de canciones populares
    que tiene. Los _Cantos espirituales_, del Beato Jacopone debió
    de conocerlos en su original, pues no fueron trasladados al
    castellano hasta 1586.

    Ambrosio Montesino. _Cancionero de diversas obras de nuevo
    trovadas_, etc., Bibl. de Aut. Esp., t. XXXV.

=481.= _Año 1499._ GARCI SÁNCHEZ DE BADAJOZ (1460?-1526?), nació
en Écija, oriundo acaso de Badajoz, tal vez de la familia del
dramaturgo Diego Sánchez de Badajoz, de principios del siglo XVI, cuya
_Recopilación en metro_ ha exhumado Barrantes. Dicen que perdió el
juicio (hacia 1525) por la pasión amorosa con que amó á una su prima,
habiendo antes sido muy gentil y discreto cortesano, celebrado por su
lindo humor y agudos dichos. Las _Liciones de Job apropiadas á las
pasiones de amor_ escandalizaron á los moralistas y fueron expurgadas
por la Inquisición del _Cancionero general_, aunque esto de mezclar
lo sagrado con lo profano fué abuso de no pocos poetas cortesanos de
los siglos XV y XVI, y no sólo es sacrílego, pero feo y antiestético,
como lo hemos visto hacer modernamente en algunos teatros ó teatrillos
madrileños, sino que los antiguos lo hacían con la mejor fe del mundo
buscando la originalidad, y los modernos buscando la originalidad
y acoceada la fe y aun todos los respetos á los que la conservan y
volviendo al revés la historia y manchando los personajes más puros
de la Escritura. Alegoría dantesca es el _Infierno de Amor_, hecha de
retazos de canciones enamoradas, debidas á otros trovadores que allí
cantan sus cuitas. En el _Sueño_ y en el romance _Caminando por mis
males_ hay cierto sentimentalismo melancólico y vago, poco común en la
poesía lírica castellana. Donaire y soltura tienen sus _reqüestas_,
_canciones_, _villancicos_, _dezires_. Herrera, en sus _Anotaciones á
Garcilaso_, celebra las _Lamentaciones de amores_, hechas en el metro
de las _Coplas_ de Jorge Manrique. Juan de Valdés, en el _Diálogo de la
lengua_, alaba su estilo y Lope de Vega, en el prólogo del _Isidro_,
dice: "¿Qué cosa se iguala á una redondilla de Garci Sánchez ó de don
Diego de Mendoza?". Según fray Jerónimo Román (_Repúblicas del mundo_,
Medina, 1575, pte. 2. f. 236), su "ingenio en vihuela no lo pudo haber
mejor en tiempo de los Reyes Católicos, y así, dándose mucho á amar y
querer y á la música, perdió el juicio".

    =482.= En un cuento de Juan Alonso Aragonés y en _El Diablo
    Cojuelo_ se dice que era ecijano. En el segundo: "De aquí fué
    Garci Sánchez de Badajoz, aquel insigne poeta castellano".
    En _La Celestial Jerarquía é Infernal Labirinto_: "Las cosas
    de la Sagrada Escriptura profanaba trayéndolas á su vano
    amor ó más verdaderamente furioso desatino, como paresce en
    las Liciones suyas de Job por él trovadas... Pues por estos
    desatinos está loco en cadenas, al cual nuestro Señor con
    misericordia le privó de aquello que con su franca largueza
    le había comunicado". De sus agudezas se leen dos en las
    de Juan Aragonés, que acompañan al _Sobremesa y alivio de
    caminantes_, de Juan de Timoneda en algunas ediciones, y otro
    en el _Libro de chistes_, de Luis de Pinedo (_Liber facetiarum
    et similitudinum Ludovici de Pinedo et aliorum_, Ms. de la
    Nacional, publicado por Paz y Meliá en _Sales Españolas_,
    Madrid, 1890, pág. 295). En el mismo Timoneda (parte 1.ª,
    cuento 55) se atribuye á "un caballero muy enamorado y grande
    poeta", y además se cuenta otro chiste (parte 1.ª, cuento
    83), y otro en _Quien ama no haga fieros_, de Lope de Vega.
    Los versos de Garci Sánchez se hallan parte en el _Cancionero
    general_, en el _Cancionero de Romances_ y en pliegos sueltos.
    Consúltense: E. Cotarelo y Mori, _Estudios de historia
    literaria_, Madrid, 1901, págs. 33-52; señora C. Michaëlis de
    Vasconcellos, _Revista crítica_, etc. (abril, 1897), págs.
    114-133; M. Menéndez y Pelayo, _Antología de poetas líricos_,
    etc., t. VI, págs. CCCVI-CCCXXI.

=483.= _Año 1499._ DIEGO GUILLÉN DE ÁVILA, donde sin duda nació,
fué hijo del trovador Pero Guillén de Segovia, se crió en el palacio
arzobispal de Toledo, estuvo en Roma con un sobrino del arzobispo
D. Alonso Carrillo y protegido por el cardenal Ursino, fué nombrado
canónigo de Palencia, aunque no residió allí mucho tiempo. Tradujo
á Frontino y los libros de Hermes Trismegisto y compuso en verso el
_Panegírico de la Reina Católica_ (1499), y el _Panegírico de don
Alonso Carrillo_, en coplas de arte mayor y con la alegoría dantesca,
la erudición, y aun latinismos de Juan de Mena.

_Los cuatro libros de Sexto Julio Frontino, Consul Romano. De los
ejemplos, consejos y avisos de la guerra_, Salamanca, 1516. La
traducción de Hermes, hecha en 1487 sobre la versión latina de Marsilio
Ficino, fué enviada á Juan de Segura el mismo año y hay un ejemplar en
la Biblioteca de El Escorial. _Panegirico compuesto por Diego Guillén
de Ávila en alabança de la más catholica Princesa y más gloriosa
reyna de todas las reynas, la reyna doña Isabel, nuestra señora que
santa gloria aya, é á su alteza dirigida. Ε otra obra compuesta por
el mismo Diego Guillén en loor del reverendissimo señor don Alonso
Carrillo, arzobispo de Toledo, que aya santa gloria_, Salamanca, 1507;
Valladolid, 1509. Atribúyesele también una _Égloga interlocutoria,
graciosa y por gentil estilo nuevamente trobada por Diego de Ávila,
dirigida al Gran Capitán_, Alcalá, 1511. No se conoce el autor de
esta obrita, de la escuela de Enzina, reimpresa en el _Criticón_, de
Gallardo.

    =484.= En 1499 PEDRO PINTOR, valentino, médico y familiar de
    Alejandro VI, publicó _Aggregator Sententiarum Doctorum omnium
    de praeservatione et curatione pestilentiae_, Roma; tiene dos
    capítulos importantes "de morbo foedo".

    En 1499 se publicó el _Tractado de la vida y estado de la
    perfección_, anónimo, Salamanca.

    En 1499 GUILLERMO DE PERALTA publicó _Doctrina de religiosos_,
    Pamplona.

    En 1499 FRAY GAUBERTO FABRICIO DE VAGAD, monje bernardo,
    publicó la _Crónica de Aragón_, Zaragoza. Consúltense: Nicol.
    Antonio, _Bibl. His. vet._, t. II, l. X, c. XV, núm. 849;
    Méndez, pág. 146, núm. 25; Latassa, _Bibl. ant._, t. II, pág.
    348; De La Serna, Santander, t. III, página 411; Hain, núm.
    15.758; _Bibliogr. zarag. del siglo XV_, pág. 155.

    En 1499 FRAY ALONSO DE FUENTIDUEÑA, franciscano, publicó
    _Título Virginal de N. Señora_, Pamplona.

    En 1499 se tradujo del francés, en que la había compuesto
    FELIPE CAMUS, é impreso el año de 1492 en Ginebra (_Revue
    Hisp._), la _Historia de los nobles caualleros Oliueros de
    Castilla y Artus dalgarbe_, Burgos; reproducida por Huntington
    en 1902; Valladolid, 1504; Valencia, 1505; Sevilla, 1507, 1509,
    1510, 1544; Burgos, 1554; Alcalá, 1604; Madrid, 1735. _La
    Historia de los nobles cavalleros Oliveros de Castilla y Artus
    dalgarbe_, Burgos, 1499 [facsímile por Archer M. Huntington,
    New York, 1902]; ed. A. Bonilla y San Martín, Nueva Bibl.
    de Aut. Esp., t. XI. Consúltese: R. Foulché-Delbosc, _Revue
    Hispanique_ (1902), t. IX, Págs. 587-595.

    =485.= JUAN FERNÁNDEZ DE CONSTANTINA, vecino de Bélmez, copiló
    el hoy rarísimo _Cancionero llamado Guirlanda Esmaltada de
    galanes y eloquentes dezires de diversos autores_, que tuvo
    á la vista Hernando del Castillo para el suyo, impreso en
    1511. Prepara edición de aquel _Cancionero_ la Sociedad de
    Bibliófilos Madrileños.

    JOAN ESCRIVÁ, poeta valenciano y embajador de los Reyes
    Católicos cerca la Santa Sede desde 1497, versificó desde
    1490 en valenciano, y con delicadeza y aun sentimiento en
    castellano. Suya es la célebre poesía _Ven, muerte, tan
    escondida_, que citó Cervantes (_Quijote_, II, 38) y Calderón
    (_El mayor monstruo los zelos_, 3, 11) y glosó Lope de
    Vega. Diálogo en prosa y verso, que huele á drama, es el de
    _Una quexa que da de su amiga ante el dios de Amor_. En el
    _Cancionero general_ hay 28 composiciones suyas.

    En los últimos años del siglo XV imprimió el bachiller ALONSO
    SPAÑON la _Introducción muy util é breve de canto llano_.
    De anónimo es el _Arte de canto llano_, de la misma época.
    De fines del siglo XV fué el jurisconsulto zaragozano PEDRO
    DE LA CABALLERÍA, de los que recopilaron las costumbres de
    Aragón, complemento de sus fueros; tuvo cargos reales y asistió
    á las bodas de los Reyes Católicos. _Zelus Christi contra
    judaeos, Sarracenos et Infidelis_, Venecia, 1592 (véase núm.
    360). Anónimo: _Libro de los pensamientos variables_. Á fines
    del siglo XV FRAY GONZALO DE FRÍAS, jerónimo del Parral:
    _Philosophia, Ethica, Politica et Oeconomica. Sermones_, 2
    vols. _Super cantica Salomonis. Epistolae. Historia fundationis
    monasterii S. Hieronymi Granatensis._

    FRAY GUILLERMO GORRIS, franciscano, aragonés, antes de 1500
    escribió _Scotus Pauperum_.

=486.= Conviene acabar el siglo XV hablando del _Romancero_. En el
siglo XV comienzan á citar los eruditos y á recoger los romances
anónimos populares y aun á refundirlos, después de tantos siglos
en que los habían tenido por cosa vil de la plebe, indigna de
escribirse. "Ínfimos son aquéllos", decía á mediados del mismo siglo
XV Santillana, "que sin ningún orden, regla ni cuento façen estos
romances e cantares, de que las gentes de baxa é servil condicion se
alegran". Argote de Molina nos dice (discurso, _Conde Lucanor_, edic.
1575, fols. 92-93) que en el _Cancionero_ del infante D. Juan Manuel
(fallecido en 1347), que poseyó y pensó publicar, había romances. Hemos
hallado versos del pie de romance en el _Mio Cid_ y en los primeros
monumentos castellanos y hemos visto que este metro, el verdaderamente
nacional, fué antiquísimo en España, nacido con el mismo idioma,
llamado también romance, como derivado por el pueblo del trocaico
tetrámetro latino. Los romances _viejos_ son los que se trasmitieron
por tradición oral y fueron después recogidos y publicados en pliegos
sueltos desde la primera mitad del siglo XVI y en los _Cancioneros_,
enteramente populares y anónimos, en tono sencillo, pero enérgico y
hasta dramático. Después, en el siglo XVI, los eruditos compusieron
otros, sacándolos de las _Crónicas_ é imitando á los viejos, aunque más
prolijos y secos que realmente poéticos: son los que suelen llamarse
_eruditos_ ó _antiguos_. Finalmente, los grandes poetas, sobre todo
de comienzos del siglo XVII, hicieron los _artísticos_, como Góngora
y Quevedo, sin imitar los viejos, aunque tomándoles algunos giros,
puliendo el metro y adornándolos con todas las galas poéticas de forma
que supieron, pero que ya no cantaban tanto la patria, como los alardes
de su propio ingenio. Lo que antiguamente era pueblo español se había
desmembrado en personas y vulgo, y así el vulgo, como contrapuesto
al resto de la sociedad, ya no pudo cantar romances populares, sino
_vulgares_, mientras los artistas entonaban los suyos, ni vulgares ni
populares, sino individuales.

Los _viejos_ los clasifica M. Pelayo según su asunto: I. Históricos:
1. Sobre el rey don Rodrigo y la pérdida de España. 2. Sobre Bernardo
del Carpio. 3. Sobre Fernán González y sus sucesores. 4. Sobre los
Infantes de Lara. 5. Sobre el Cid. 6. Sobre episodios históricos
españoles. 7. Sobre el rey don Pedro. 8. Fronterizos.--II. Del ciclo
carolingio.--III. Del ciclo bretón--IV. Novelescos.--V. Líricos
puramente.

Los _romances moriscos_ se compusieron por nuestros poetas á fines
del siglo XVI y comienzos del XVII y aluden á la guerra de Granada,
todos inventados, pero remedando no sin gracia y color los viejos
fronterizos. Los de _germanía_ son los de rufianes y ladrones de
la misma época, como las jácaras. Hiciéronse también literarios,
religiosos, morales, filosóficos. Los _vulgares_ y posteriores á la
época clásica se hicieron y hacen acerca de todo linaje de asuntos.
Los románticos eruditos del siglo XIX los hicieron de leyendas
preciosísimos, como el Duque de Rivas, Zorrilla, etc.

Toda la vida española se halla en el _Romancero_. Nacido del pueblo
y despreciado por muchos siglos, vino á ser desde el XV la poesía,
no sólo popular, como antes, sino también erudita, la más nacional
y propia de nuestro idioma y del espíritu español. El _Romancero_
es acaso el monumento más grandioso de la literatura castellana, y
el hecho de haberlo sacado el arte de entre las gentes del pueblo,
es quizá el más trascendental de su historia. Este acontecimiento,
que enlaza y aúna lo popular con lo erudito en esta época de pujante
nacionalidad, debiera haber sucedido en el siglo XII; perdiéndose así
varios siglos de épica verdaderamente nacional por haber preferido
los poetas eruditos de entonces el espíritu eclesiástico-francés al
espíritu popular español.

    =487.= La épica popular castellana, ó mejor digamos española,
    pues brotó en toda la Península, sube á flor de la literatura
    erudita ó escrita en el siglo XV. Parece brotar como por
    ensalmo, repentinamente, esto es, les da á los eruditos por
    sacarla del pueblo y llevarla á sus escritos, tan elegante en
    su ligero ropaje, tan acabada en sus sencillos contornos, tan
    concisa en pinceladas, tan musical en dejos, que bien se echa
    de ver llevaba muchos años de vida lozana, aunque menospreciada
    por los pendolistas. No era, con todo, ese menosprecio para
    estar enteramente encubierta, y así es sobremanera extraño que
    entre los eruditos corra por cosa asentada que su nacimiento
    no ha de ponerse más que en el mismo siglo XV ó poco antes. La
    épica de que hablo es el famoso _Romancero_. Desde que en el
    siglo XV se pusieron romances por escrito no han acabado de
    ponerse hasta el día de hoy, componiéndolos lo mismo la gente
    de letras que el pueblo sin ellas. Un tomo entero ha publicado
    Menéndez y Pelayo de romances recogidos en estos últimos
    tiempos en todas las provincias de España y entre los judíos
    españoles de Oriente; otros tomos se van publicando nuevos aún
    de romances americanos. Y eso que todos ellos son de asuntos
    antiguos, algunos antiquísimos, dejando como cosa sabida los
    que se cantan por ahí flamantes y recién sacados del horno
    sobre asuntos de nuestros mismos días. Así como se escriben y
    cantan romances hace cinco siglos, así se cantaron entre el
    pueblo muchos siglos antes, sin que se escribieran. No parece
    sino que para algunos autores no hay literatura mientras no se
    escribe, como mientras no se escribe, paréceles á los mismos
    que no hay lenguaje. Por no haberse escrito el castellano hasta
    el siglo XII se dan á entender que en el siglo XII ó poco antes
    nació el castellano. Pero el castellano vivió muchos siglos sin
    escribirse, y sin escribirse vivió otros tantos el romancero.
    Vimos, efectivamente, que la primera manifestación de la
    literatura escrita en castellano en el siglo XII fué la épica,
    que por imitar á los franceses pusieron en verso alejandrino y
    en otros metros franceses nuestros eruditos de entonces, que
    eran los clérigos; pero que esa épica la sacaron del pueblo,
    que no hicieron más que mudarle el metro y escribirla y luego
    desvirtuarla y echarla á perder por abandonar otra vez la musa
    popular y darse á asuntos latino-eclesiásticos. Vimos cómo
    aquella épica popular debía de cantarse en pie de romance,
    puesto que luchan los escritores por despegarse de este metro
    español y atenerse á los metros extraños y se les escapan no
    pocos versos de pie de romance: quiere decir que la épica
    popular en el siglo XII y aun mucho antes era el romancero, el
    mismo romancero que pasó á la literatura escrita en el siglo
    XV. Dígase, en hora buena, que no se hallan romances escritos
    hasta el siglo XV; pero añádase que en el metro del romance
    cantaban los juglares la epopeya castellana desde antes del
    siglo XII, y esto en trozos como los que hallamos en _Mio
    Cid_ y en las _Crónicas_, lo cual es lo mismo que decir que
    desde antes del siglo XII lo que cantaban los juglares eran
    verdaderos romances, que el romancero vivía en España desde que
    hubo juglares. ¿Desde cuándo? Desde que el pueblo, autor del
    pie de romance, cantaba en mal latín y verdadero castellano
    versos trocaicos tetrámetros acataléticos con rima, como los
    que San Agustín hizo entre los siglos IV y V en latín, el
    más allegado al romance popular de África. Porque después
    de muerto del todo el latín, no iba el pueblo á sacar ese
    metro de los tratadistas latinos de métrica. Y que fué obra
    popular y no erudita es tan manifiesto, que jamás los eruditos
    compusieron versos trocaicos de ese metro hasta que los tomaron
    del pueblo, y eso á desgana, como el autor de _Mio Cid_, que
    le salen sin querer, antes pretendiendo hacer sólo versos
    franceses de ritmo yámbico, que era el ritmo eclesiástico. Hay
    que hacer hincapié en este punto. El ritmo eclesiástico y por
    consiguiente erudito, fué el yámbico, y ese mismo fué el ritmo
    nacional francés, por ser el cortado conforme á aquel idioma;
    el ritmo trocaico fué el nacional y puramente popular español,
    desconocido ó menospreciado por los clérigos españoles, pero
    que venció y se lo llevó todo de calle á fines del siglo XV,
    sepultando para siempre los metros eruditos de origen extraño,
    como suele quedar vencedor y dueño del campo, tarde ó temprano,
    todo lo que es popular, porque, por serlo, es lo nacional, lo
    natural y nacido en el pueblo y nación.

    No hay duda que entre los romances del siglo XV los
    más populares, nacionales y acabados son los _romances
    fronterizos_, los que cantaban las hazañas guerreras
    nacionales. Ahora bien, ¿qué es eso, sino la misma épica
    castellana cantada por los juglares de los siglos XI y XII en
    sus cantares de gesta y que aparece de repente en los primeros
    escritos, en el _Cantar de Mio Cid_? Bien se ve, pues, que el
    romancero es continuación de los cantares de gesta: no retazos
    de las gestas antiguas, sino las mismas gestas del siglo XV,
    de manera que las gestas de los siglos XI y XII eran tan
    romances como los del siglo XV. Del caos métrico del _Mio Cid_
    no nació el romance, como quiso Menéndez y Pelayo; aquel caos
    es fruto de la lucha entre el romance popular de entonces y el
    alejandrino erudito, además de la torpeza de los copistas, que
    acabaron de hacer verdadero caos la métrica de aquel cantar.
    Los eruditos que en el siglo XVI hacían "sus romances nuevos
    sacados de crónicas", á imitación de los viejos, fueron muchas
    veces no más que refundidores de su prosa en los romances
    primitivos que les habían servido de originales, como dice
    Wolf (Introd. _Primav. y flor de romances_). Tan claro es y
    tan averiguado, aun por los autores del siglo XVI, que los
    romances se habían cantado antes del siglo XII y que estaban
    prosificados por decirlo así en las _Crónicas_, que comienzan á
    escribirse en aquel siglo.

    =488.= Según una teoría de M. Pidal, los _cantares de gesta_,
    compuestos originariamente para la aristocracia, pasaron,
    en la época de su decadencia, de los castillos á la plaza
    pública. El recitado de esos largos poemas gustó de manera al
    pueblo, que reteniendo éste algunos trozos sueltos, recitados
    ante él por los juglares, creó espontánea y colectivamente
    los romances. Este cambio comenzaría en el siglo XIV y los
    más antiguos romances no serían más que retazos más ó menos
    modificados de las últimas canciones de gesta. Á la par, los
    juglares fueron haciéndolos en la misma guerra con los moros,
    y esos son los romances fronterizos. Esta manera de discurrir
    es contraria á lo que la historia de la literatura nos enseña
    que ha sucedido en todas partes. Los géneros literarios, la
    literatura, cualquiera que sea, nunca bajó de la aristocracia
    al pueblo, antes siempre subió del pueblo á las clases elevadas
    y eruditas. Tal sucedió en Grecia, en España, en todas partes.
    Literatura nacida en las altas capas sociales jamás penetró
    en el pueblo: ejemplo vivo tenemos en la literatura romana,
    que, por haber llegado de Grecia á las personas cultas, jamás
    llegó á ser popular. En cambio, el pueblo romano conservó
    siempre su literatura propia, y, muerta la helénico-erudita,
    subió á lo alto, á los eruditos y sociedad culta en todas
    las naciones románicas. Los gustos del pueblo y los de la
    aristocracia son opuestos. Además, el arte que nace entre
    eruditos, á causa de ser obra individual, por grande que sea
    el ingenio que la labre, es infecunda; la fecundidad es propia
    de lo inconsciente, del pueblo, lo mismo en los idiomas que
    en la literatura, que, al fin y al cabo, es una hijuela del
    idioma, la gran creación artística popular, social, en la cual
    no tiene el menor poder el individuo como tal. Ya he tratado
    este punto, y cuanto á las gestas y á los romances, harto queda
    probado que son una misma épica popular, sacadas aquéllas del
    pueblo en los siglos XII y XIII, y éstos en el XV. Cuanto á los
    fronterizos, ha probado Foulché-Delbosc que los escogidos por
    M. Pidal no son, como él necesitaba lo fueran, contemporáneos
    de los acontecimientos que cantan, pues dichos acontecimientos
    son imaginarios. Ni siquiera se inspiraron algunos romances en
    las gestas de la decadencia, sino en otros tan populares como
    ellos y más antiguos, de los cuales son, en cambio, eco las
    mismas gestas. La épica ni la lírica popular no deben nada á la
    literatura erudita, antes la épica y la lírica de los eruditos
    nacieron de la épica y lírica popular. Es imposible que una
    gesta se transforme en un romance por medio de la transmisión
    oral; tan imposible como que el metro yámbico alejandrino se
    transforme en el trocaico del pie de romance.

    Vuelvo, pues, á la doctrina de Durán y Wolf: "los primitivos
    ensayos de la poesía castellana vulgar debieron ser los
    romances"; "es un axioma, ahora generalmente reconocido en la
    historia literaria, que en el desarrollo espontáneo y natural
    de toda literatura verdaderamente nacional--y la española es
    nacional, y muy nacional--siempre precede la poesía á la prosa,
    la poesía popular á la artística, y en la poesía popular, la
    épica ó lírico-épica á la lírica pura" (Wolf, _Primavera y flor
    de romances_, introd.).

    =489.= Siendo populares y anónimos los romances, no es fácil
    saber la época en que se hicieron. Los tres más de antiguo
    conocidos son de Rodríguez de la Cámara, de hacia el año 1440;
    pero aquel poeta no hizo más que refundirlos. Otros dos se
    atribuyen á Carvajal en el _Cancionero de Stúñiga_, y una de
    las composiciones del mismo Carvajal (_Retrayda esta la reyna_)
    fué escrito el 1442. El _Cancionero espiritual_, de fray
    Ambrosio Montesino (1508), trae un romance sobre la muerte de
    Alfonso de Portugal, yerno de los Reyes Católicos (1491), y así
    debió componerse entre 1491 y 1508. Los más antiguos romances
    se hallan en el _Cancionero_, de Fernández de Constantina
    (véase nuestro núm. 485), en el _Cancionero general_, de
    Hernando del Castillo (1511), y en pliegos sueltos, impresos
    en la primera mitad del siglo XVI. Las primeras colecciones
    son dos ediciones de Amberes: una sin fecha, otra de 1550,
    del _Cancionero de romances_, publicado por Martín Nucio,
    y la _Silva de romances_, de Esteban de Nágera, impresa en
    Zaragoza en 1550. Este mismo año Alonso de Fuentes publicó en
    Sevilla _Quarenta cantos de diversas y peregrinas historias_,
    y un _Romancero_, de Lorenzo de Sepúlveda, vió la luz en
    Amberes el 1551 (otra edición, 1556): los romances de estas
    dos colecciones son imitaciones de los _romances viejos_,
    hechas por eruditos, como el amigo de Sepúlveda, el "Caballero
    Cesáreo", que se cree ser Pero Mexía, de la corte de Carlos V.
    El _Cancionero_ de 1555 es el mismo de Amberes sin fecha, pero
    "corregido y aumentado". En 1572-1573 se publicó la _Rosa de
    Romances_, de Timoneda; en 1583, el _Cancionero de Padilla_,
    Madrid.

    El _Romancero general_ (1600-1605 y 1604-1614) no contiene más
    que romances de poetas eruditos del siglo XVI. _Primavera y
    flor de los mejores romances_, por Pedro Arias Pérez, Madrid,
    1621.

    Por este tiempo se componen romanceros particulares, esto es,
    sobre asuntos ó personas particulares: _Romancero de los doce
    Pares de Francia_, por López de Tortajada, 1608; _Romancero de
    Germania_, por Hidalgo, 1609; _Romancero del Cid_, por Escobar,
    1612; _Romancero de los Infantes de Lara_, por Metge, 1626.

    En el siglo XIX se imprimen las colecciones, sacadas de los
    antiguos _Cancioneros_ y _Romanceros_: _Silva_, de Jacobo
    Grimm, Viena, 1815; _Sammlung_, de Depping, Leipzig, 1817;
    _Romancero general_, de Agustín Durán, Madrid, 1849-1851, ts. X
    y XVI de la Bibl. de Aut. Esp.; _Primavera y flor de romances_,
    de F. Wolf y C. Hofmann, Berlín, 1856; _Antología de poetas
    líricos_, ts. VIII, IX, Χ, XI y XII, Madrid, 1899-1906, de
    Menéndez y Pelayo.

    =490.= Conocido es el juicio que de los romances escribió Hegel
    en su _Estética_: "Los romances son un collar de perlas; cada
    cuadro particular es acabado y completo en sí mismo, y, al
    propio tiempo, estos cantos forman un conjunto armónico. Están
    concebidos en el sentido y en el espíritu de la caballería,
    pero interpretada conforme al genio nacional de los españoles.
    El fondo es rico y lleno de interés. Los motivos poéticos se
    fundan en el amor, en el matrimonio, en la familia, en el
    honor, en la gloria del rey y, sobre todo, en la lucha de los
    cristianos contra los sarracenos. Pero el conjunto es tan
    épico, tan plástico, que la realidad histórica se presenta
    á nuestros ojos en su significación más elevada y pura, lo
    cual no excluye una gran riqueza en la pintura de las más
    brillantes proezas. Todo esto forma una tan bella y graciosa
    corona poética, que nosotros los modernos podemos oponerla
    audazmente á lo más bello que produjo la clásica antigüedad".
    (_Esthétique_, traduction française par Ch. Bénard, 2.ª
    edición. 1875. Tomo II, pág. 397).

    El _Romancero_ es un monumento histórico maravillosamente rico
    de la vida interna, de las costumbres, del alma española, con
    todas las mudanzas que en ella han ido poniendo los tiempos y
    con lo sustancial é inmutable de sus cualidades de raza, de
    sus vicios como de sus virtudes. Ninguna literatura nos ofrece
    obra tan trascendental, por los siglos que abraza y la variedad
    que muestra en todo linaje de sentimientos, acontecimientos,
    tonos y colores, y por lo que ha influido en las demás obras
    literarias de España y de fuera de España. Las _Crónicas_, las
    Historias de Ocampo y Mariana llenas están de sus ecos. La
    novela y el teatro se han alimentado de él desde que nacieron
    en toda Europa y sobre todo en España. Á su importancia
    responde el sinfín de trabajos que sobre él se han hecho en
    todas las naciones de Europa. ¡Qué hubiera sido, si en vez de
    menospreciar los romances populares primitivos, los hubieran
    recogido é imitado los literatos antes del siglo XV!

    =491.= _Romances._ _Primavera y Flor de romances_, ed. F.
    J. Wolf y C. Hofmann, Berlín, 1856; reimpr. con adiciones
    por M. Menéndez y Pelayo, _Antología de poetas líricos_,
    etc., ts. VII á X; _Romancero general ó Colección de romances
    castellanos anteriores al siglo XVIII_, ed. A. Durán, Bibl.
    de Aut. Esp., ts. X y XVI; _Romancero general_ [facsímile de
    la ed. de 1600, por Archer M. Huntington], New-York, 1904; N.
    Alonso Cortés: _Romances populares de Castilla_, Valladolid,
    1906; _Romancero judeo-español_, ed. R. Gil, Madrid, 1911.
    Consúltense: M. Menéndez y Pelayo, _Tratado de los romances
    viejos_, en _Antología de poetas líricos_, etc., ts. XI y
    XII; M. Milá y Fontanals, _De la poesía heroico-popular
    castellana_, Barcelona, 1874; R. Menéndez Pidal, _Catálogo
    del romancero judío-español_, en _Cultura española_ (1906),
    págs. 1045-1077; R. Menéndez Pidal, _El Romancero español_,
    The Hispanic Society, New-York, 1910; R. Menéndez Pidal,
    _L'Epopée castillane à travers la littérature espagnole_,
    París, 1910; F. Wolf, _Ueber die Romanzen-poesie der
    Spanier_, en _Studien_, págs. 303-354; señora C. Michaëlis de
    Vasconcellos, _Romanzenstudien_, en _Zeitschrift für romanische
    Philologie_ (1902), t. XVI, págs. 40-89; E. Teza, _Dai romanze
    di Castiglia_, Venecia, 1895; V. A. Huber, _De primitiva
    cantilenarum popularium epicarum_ (vulgo romances) _apud
    hispanos forma_, Berlín, 1844; R. Foulché-Delbosc, _Essai sur
    les origines du Romancero, Prélude_, París, 1912; R. Menéndez
    Pidal, _Revista de libros_, 1914, marzo.

    =492.= _Año 1500._ JUAN SOBRARIAS SEGUNDO nació en Alcañiz,
    no se sabe cuándo, hacia el 1460; pasó á Italia, donde se
    perfeccionó en las Humanidades y Medicina en el Colegio de
    Bolonia; se dió á conocer como poeta lírico latino y se graduó
    en Letras y Medicina. Volvió á Alcañiz y Zaragoza el 1502. En
    1504 el Rey Católico le armó caballero. Explicó Humanidades en
    Zaragoza desde 1508; en 1515 estaba en Alcañiz enseñándolas;
    allí murió en 1528. Escribió en latín _Libellus carminum_,
    1506. _Paschale Sedulii cum commento_ (1500). _Michaelis Verini
    disticha_ (1503). _Panegyricum carmen Ferdinandi Regis_ (1511).
    _Oratio de laudibus Alcagnitii_ (1506). _Publii Maronis opera_
    (1513). _De divi Adriani VI ad pontificatum divina electione_
    (1522), todas ediciones primeras de Zaragoza.

    En 1500 GÓMEZ GARCÍA, presbítero toledano, publicó el _Carro
    de dos vidas... vida actiua e vida contemplatiua_, Sevilla.
    _Lamedor espiritual y algunos discursos devotos_, Sevilla, 1516.

    Hacia 1500 FRAY GONZALO DE ARREDONDO Y ALVARADO, benedictino de
    Arlanza, cronista regio, escribió _Historia del Conde Fernán
    González_ (Ms.). _Castillo inexpugnable de la Fe_, Burgos,
    1528, 1564.

    En 1500 EVIA publicó _Exercitatorio de la vida espiritual_,
    Monserrat.

    En 1500 JUAN DE LA COSA, de Santoña, compañero de Colón,
    publicó _Carta de marear de las Indias_ (véase Humboldt,
    _Examen Crítico de la Historia de la Geografía del Nuevo
    Continente_). _Tractatus Arithmeticae Practicae qui dicitur
    Algorismus_, 1505. _Spherae Mundi Commentarium_, 1508. _Cursus
    quatuor mathematicarum artium liberalium_, 1516. Vid. Enrique
    de Leguina: _Juan de la Cosa_ (Madrid).

    En 1500 JERÓNIMO PARDO, nominalista de los bárbaros de París,
    publicó _Medulla Dialectices_, París.

    HERNANDO DE BAEZA, á quien trató en Alcaudete el Rey Chico
    de Granada en 1483, estuvo en aquella ciudad llamado por él,
    cuando se alzó el pueblo en favor de Boabdil, sirviéndole
    de intérprete y mediador con los Reyes Católicos; escribió
    bastante después, allí mismo avecindado, ya entrado el siglo
    XVI, muriendo antes de acabarla, una _Relación_ de los últimos
    tiempos del reino de Granada, que se conserva en dos Ms.: uno
    en El Escorial, con la _Crónica de los Reyes Cat._, de Pulgar,
    y otro en la bibl. del Duque de Osuna. Fué publicada por los
    Bibliófilos Españoles, Madrid, 1868, con otra relación de la
    batalla de Lucena y prisión del Rey Chico, cuyas dos copias ms.
    están en la Academia de la Historia.

    =493.= _Año 1501._ El R. M. PEDRO SÁNCHEZ CIRUELO (1470-1550),
    oriundo de Molina de Aragón, nacido en Daroca el 1470, estudió
    en Salamanca y París, donde estuvo diez años, volviendo
    á España el 1509. Obtuvo, en 1510, beca en el colegio de
    San Ildefonso, de la Universidad de Alcalá, habiendo sido
    elegido por el rector, desempeñando la cátedra de Prima de
    Santo Tomás, y acaso la de Matemáticas. Fué canónigo de
    Alcalá, magistral de Segovia y Salamanca. Recusado por su
    corta-talla para maestro del príncipe don Felipe por los
    cortesanos, iba propuesto en 1534 en primer lugar. Insigne
    en Teología, Filosofía, Matemáticas y erudición, murió en
    1550. _Arte de bien confesar y de bien oyr confessiones_,
    Zaragoza, 1501; Alcalá, 1524; Toledo, 1525; Zaragoza, 1541;
    Alcalá, 1543; Medina, 1544; Sevilla, 1544; Zaragoza, 1546;
    Medina, 1546 y 1548. _Hexameron teologal sobre el regimiento
    medicinal contra la pestilencia_, Alcalá, 1519. _Reprobación
    de las supersticiones y hechicerías_, Salamanca, 1538,
    1539, 1540, 1541; Alcalá, Medina y Sevilla, 1547; Medina,
    1551; Salamanca, 1556. _Contemplaciones muy devotas sobre
    la pasión de N. S. Jesucristo, juntamente con un tratado de
    teología mística_, Alcalá, 1547. _Astrología cristiana_,
    Salamanca. _Compendio de todos los libros de Aristóteles de
    re naturali_, Ms. Otras muchas obras en latín. _Arithmetica
    Thomae Bravardini... correcta a Petro Sanchez Ciruelo_, 1502.
    _Tractatus Arithmeticae Practicae qui dicitur Algorismus,
    1505. Spherae Mundi Commentarium_, 1508. _Cursus quatuor
    mathematicarum artium liberalium_, 1516. _Prima Pars Logicae ad
    veriores Aristotelis sensus duobus opusculis explicata_, 1519.
    Paráfrasis de las _Categorías_. Comentario á los _Analíticos
    posteriores_, 1529. _In Summulas Petri Hispani_, 1537. _De Arte
    Memorativa. Paradoxae quaestiones_, 1538 (cosas de física).

=494.= _Año 1501._ ALFONSO DE PROAZA, presbítero, bachiller en artes,
catedrático de Retórica en Valencia desde 1504, secretario del obispo
de Tarragona, Ramón de Moncada, uno de los más fuertes defensores
de la doctrina luliana, de quien editó muchas obras, entre ellas la
disputa que tuvo con Homar Sarraceno, añadiendo unas actas del examen
de la doctrina de Raimundo Lulio, y haciendo el catálogo de todas sus
obras. La última de éstas, editada y dirigida, como otras, por Proaza,
al cardenal Cisneros, es del año 1519. Hasta 1517 enseñó en Valencia
Retórica, pues aquel año entró á enseñarla Alonso Ordóñez, sustituto
suyo los años anteriores, por ser muy graves sus ocupaciones. Este
Ordóñez, familiar de Julio II en 1506, fué el primer traductor italiano
de _La Celestina_, Roma, 1506, hecha en 1505, conforme á la edición
española de 1502 de 21 actos. Todo se explica por su amistad con
Proaza, editor de _La Celestina_ de las ediciones de Sevilla de 1501 y
1502, y autor probabilísimo de los actos añadidos, como hemos visto, y
de la Carta, Prólogo y Acrósticos.

    =495.= Otras obras de Proaza: _Oratio luculenta de laudibus
    Valentiae_, Valencia, 1505, con algunas poesías latinas y
    el _Romance heroico del mesmo Alonso de Proaza en lengua
    castellana sacado de la ya dicha latina oracion_, y que después
    se imprimió en el _Cancionero general_. Al fin del volumen hay
    unas estancias de arte mayor, parecidísimas á las que puso en
    _La Celestina_ y con reminiscencias de Mena. En el privilegio
    dice que era "de nacion Andaluz", de modo que el tenerle
    Nicolás Antonio y otros por asturiano, debe interpretarse de
    modo que fuese oriundo de Asturias. Ahora se explica por qué
    editó _La Celestina_ en Sevilla, de donde probablemente fué
    natural y donde estaba en 1501 por lo menos, y en Valencia en
    1504, cuando le nombraron catedrático de Retórica. _Disputatio
    de R. Lulli et Homerii Saraceni_..., Valencia, 1510, con dos
    tratados lulianos. En 1510 se imprimieron las _Sergas de
    Esplandian_, de Montalvo, y al fin unas coplas de Proaza,
    seis octavas de arte mayor, análogas á las de _La Celestina_
    y se titula Proaza "corrector de la impresión", acaso de otra
    edición anterior á la de 1510, año en que residía en Valencia.
    En el _Cancionero general_, Valencia, 1511, hay seis poesías
    de Proaza (núms. 25, 35, 477, 778, 791 y 793 en la reimpresión
    de Biblióf. Esp.). En 1512 publicó el _Liber correlativorum
    innatorum_, de Lulio, Valencia. Por carta de Cisneros á los
    Jurados de Mallorca en 1513, se ve era hombre de su confianza
    Alfonso de Proaza y que con él se carteaba. En la 2.ª edic. del
    _Canc. gral._, Valencia, 1514, se añade otra poesía de Proaza
    (núm. 25, Apéndice, edic. Bibl. Esp.). En 1515 Proaza publicó
    _Ars inventiva veritatis_, _Tabula generalis_, _Commentum in
    easdem ipsius Raymundy_..., _Prima impressio_..., Valencia:
    tres libros lulianos y el catálogo por materias. En 1519, según
    Nic. Ant., editó el _Liber de ascensu et descensu intellectus_
    y la _Logica Nova_, de Lulio, que Custurer pone en 1512, y
    acaso sean dos ediciones diferentes. Finalmente, en el Registro
    de Colón hay una farsa: _Alfonsi de Proaza_, _Farsa en coplas
    S_. Esta _S_ probablemente indica que la tal farsa la imprimió
    en Sevilla, y esto antes de ir á Valencia. Con ser dramático
    Proaza y escritor de una farsa en Sevilla, queda confirmado
    ser el mismo que se atrevió á añadir en Sevilla los cuatro
    actos á _La Celestina_. La farsa empezaba: "O qué valles tan
    lucidos. O qué chapados pradales". Así comienza también otra
    farsa atribuida á Alonso de Salaya, que se conserva. "¿Serán
    ambas obrillas una misma, atribuida á dos autores?". Así se
    preguntaba M. Pelayo, á quien hemos seguido en estos apuntes
    (_Oríg. novela_, t. III, pág. VI), y que añade, hablando de
    Proaza: "Sin nota de temeridad puede sospecharse que no fué
    ajeno á la edición valenciana de _La Celestina_", salida en las
    prensas de Juan Jofre (utilizadas por él mismo para alguna de
    sus tareas), y que no sólo consintió, sino que probablemente
    sugirió la idea de reproducir el colofόn de Salamanca, donde
    se "descriue el tiempo y lugar en que la obra _primeramente se
    imprimió acabada_. Todo esto me parece natural y sin visos de
    superchería". No sabe de tal edición de Salamanca de 1500 á
    la cual alude aquí M. Pelayo (véase la nota de mi edición de
    _La Celestina_, II, pág. 234). Proaza, sin duda, fué el que
    hizo esta edición de Valencia de 1514, reproducción de la que
    hizo en Sevilla, 1502. Al hablar de las comedias _Serafina_
    y _Thebayda_ y aun de la _Hipólita_, las tres impresas en
    Valencia, 1521 (véase este año), veremos que hay razones para
    sospechar si fueron escritas por Proaza.

    =496.= En 1501 se publicó el _Libro del esforçado cauallero don
    Tristan de leonis_, Valladolid; _La crónica de don Tristán de
    Leonis en español, traducida en español y en francés por Felipe
    Camus_, Sevilla. 1520; _Libro del_..., Sevilla, 1528, 1533.
    _Coronica nuevamente emendada y añadido del buen cauallero don
    Tristan de Leonis y del rey don Tristan de Leonis el joven su
    hijo_, Sevilla, 1534 (añadida la 2.ª pte.). Bonilla, _Tristán
    de Leonis_, pág. XLII: "Es seguro que á mediados del siglo XIV
    existía un _Tristán_ castellano en prosa. Seguro es también
    que durante dicho siglo se redactó un _Tristán_ en prosa
    catalana. Y es probable que existiese igualmente, hacia la
    misma época, un _Tristán_ gallego-portugués. Pero la leyenda
    era conocida mucho antes: en Castilla y Portugal, en el siglo
    XIII; en Cataluña, en la segunda mitad del siglo XII... La
    novela en prosa castellana procede directamente de los textos
    franceses... posterior á 1230... Si el que conservamos es,
    con ligeras variantes, como parece probable, el mismo leído
    en el siglo XIV, hemos de reconocer que no puede ser anterior
    á la época de Alfonso _el Sabio_ (1252-1284), puesto que se
    mencionan en él las _doblas de oro_, moneda mandada acuñar
    por este rey..., entre los años 1258 y 1343 deberá colocarse
    la redacción castellana del _Tristán_ que hoy poseemos...
    Parece probable que el primitivo _Tristán_ francés en prosa
    se fundaba, en gran parte, en el poema (_Tristán?_, escrito
    por los años de 1160), de Chrétien de Troies... el _Tristán_
    castellano... no coincide con ninguno de los textos conocidos
    del francés". Edic. (reproducción de la de 1528) A. Bonilla y
    San Martín (en el tomo I de _Libros de Caballerías_, Madrid,
    1907); ed. (reprod. de la de 1501) y estudio preliminar de
    A. Bonilla y San Martín, Soc. de Biblióf. Madrileños, t. VI;
    _Tristán de Leonís_ (fragmento del Vaticano); ed. A. Bonilla y
    San Martín, Madrid, 1912-1913. Consúltese: G. T. Northup, _The
    Italian origin of the Spanish prose Tristram versions_, en _The
    Romanic Review_ (1912), t. III, págs. 194-222. Sobre Felipe
    Camus y las versiones de sus libros, véase A. Bonilla, en su
    edición del _Tristán_ (Sociedad de Bibliófilos Madrileños, t.
    VI, página 387).

    En 1501 se publicó _Reprobación del Alcoran, fecha por fray
    jeronimo Ricoldo_, traducción de un jerónimo, Sevilla; Toledo,
    1502.

=497.= _Año 1502._ GIL VICENTE, el más grande poeta de Portugal,
fuera del épico Camões, y uno de los mayores poetas de la Península,
fué contemporáneo de Juan del Enzina, á quien cede como músico, pero
sobrepuja como dramático en la inventiva, en la pintura de costumbres,
en lo cómico y satírico y aun en el delicado sentir de la naturaleza y
de la vida campestre. Como él, supo sacar ricos veneros de poesía de
la tradición castiza del pueblo. Erasmista, sin pasar los linderos de
la ortodoxia, remedó gallardamente á Erasmo y á Luciano en lo picante
y mordaz de su sátira. Su levantada fantasía le lleva á concepciones
alegóricas de lo cómico, verdaderamente aristofanescas. Su amor á
la sencilla naturaleza le emparenta con Virgilio. Menos técnico y
regular que Torres Naharro, tiene más alma, es más poeta. Se levanta
por la región ideal y soñadora sobre todos los poetas de su tiempo.
Poeta bilingüe, escribió siete en portugués de las 42 piezas de su
repertorio, las 35 restantes en castellano ó mezclando entrambas
lenguas. Es deficiente, por lo mismo, en la métrica castellana y abunda
en portuguesismos.

"La primera cosa que en Portugal se representó", según nos dice él
mismo, y su primera obra, fué el monólogo en castellano el _Vaquero_,
recitado en la cámara de la recién parida doña María, hija de los
Reyes Católicos (1502). Á ruegos de doña Leonor, la reina vieja,
hizo por Navidad un _Auto pastoril castellano_, y para el día de
Reyes, un _Auto de los Reyes Magos_, imitando á Enzina en las tres
piezas. Pero apartóse ya de él en el _Auto de la sibila Casandra_,
representado delante de doña Leonor en el monasterio de Enxobregas,
obra en que se mezcla la mitología con la ley antigua, lo historial
con lo alegórico, lo sagrado con lo profano, una especie de auto
simbólico calderoniano, menos teológico pero más delicado y fresco en
los cantares acompañados de música. En el _Auto de la Fe_ entreveró
el portugués con el castellano. El _Auto de los cuatro tiempos_ es un
preciosísimo diálogo lírico, descriptivo de la naturaleza, del todo
secularizado ya y rebosante de savia popular. Teológico y en portugués
es el auto _Breve Sumario de la historia de Dios_, representado en
1527 delante de los Reyes; satírico el _Auto da Feira_, del mismo año,
valiente invectiva contra los abusos clericales; alegórico el _Auto da
alma_, de 1508; alegórico y real, cómico y devoto el _Auto de Mofina
Mendes_, y alegórico el _Auto de la Cananea_ (1534). Pero la mejor,
según todos, de las obras de Gil Vicente, en la elevación filosófica,
es la trilogía de las tres _Barcas_, del _Infierno_, del _Purgatorio_
y de la _Gloria_, las dos primeras en portugués y la tercera en
castellano, representadas la primera en la cámara Real; la segunda, en
el hospital de Todos los Santos, de Lisboa; la tercera, en Almeirin.
Es una sátira general lucianesca, harto más regocijada y cómica que
las antiguas _danzas de la muerte_, al modo del _Diálogo de Mercurio
y Carón_, de Juan de Valdés (1528), y del _Crótalon_, de Cristóbal de
Villalón. Comedias novelescas son la bilingüe _Comedia Rubena_ (1521),
con hechiceras y comadres, en la que se aprovechó de _La Celestina_;
la _Comedia del Viudo_, que trata el asunto romántico del príncipe
disfrazado por amor; las tragicomedias caballerescas _D. Duardos_ y
_Amadís de Gaula; La Comedia sobre la divisa de la ciudad de Coimbra_
(1527), que se funda en una leyenda local. En portugués compuso las
comedias de costumbres y hasta de carácter, á la manera de los pasos de
Lope de Rueda. Tragicomedias alegóricas de gran aparato para festejos
palaciegos son la _Exhortaςãο da guerra_, la _Fragoa d'amor_ (1525), el
_Templo de Apolo_ (1527), el auto de las _Cortes de Júpiter_ (1519).
Son bucólicas la _Tragicomedia pastoril de Serra da Estrella_ (1527) y
los dos _Triunfos del Invierno y del Verano_.

Gil Vicente abarcó todos los géneros dramáticos, sacándolos de su
propia inventiva. No imitó á nadie. Leyó la _Cárcel de Amor_, _La
Celestina_, las obras de Enzina, y de aquí tomó algunos ligeros
pensamientos; pero ni el teatro latino ni el italiano influyeron en él
para nada. Jamás imita á Plauto ni á Terencio ni menos á Aristófanes,
como no imitó á sus sucesores Naharro, Lope ni Calderón, y con todo
eso le han llamado el Plauto portugués, por la sal y viveza plautina
en asuntos enteramente diferentes, y es un nuevo Aristófanes en la
alegoría satírica y un Calderón en la alegoría sagrada, y un Virgilio,
un Lope y un Enzina en el pintar y sentir los virginales hechizos de la
candorosa naturaleza; antes Lope se acordará de Gil Vicente al escribir
_El Viaje del Alma_, Calderón al componer _El lirio y la azucena_, y
sin duda Lope de Rueda al hacer de sus pasos y quién sabe si Valdés al
tramar de su famoso diálogo. Faltóle para ser perfecto dramático el
sentido técnico suficiente para encuadrar la acción y la precisión para
redondear los personajes; con todo, hizo adelantar al teatro español
con su variada inventiva, su fuerza cómico-satírica, sus concepciones
simbólico-filosóficas y fué en el teatro más lírico que dramático.

Lisboa, Barcellos y Guimaraens se disputan la patria de Gil Vicente.
Ni se sabe la fecha de su nacimiento, aunque se conjetura fuese el
año 1469 ó 1470. En la _Floresta de España_, compuesta en 1536, dice
que tenía sesenta y seis años. En el _Cancionero_ de Resende se le
llama _Maestre Gil_, lo cual indica que fué graduado en Universidad,
probablemente en Leyes. Fué músico y poeta, autor y actor de sus obras
en los palacios de los señores. De su mujer, Blanca Becerra, tuvo dos
hijos, Luis y Paula Vicente, que cuidaron de la edición póstuma de las
obras de su padre, hecha en 1562. Su última composición dramática es
de 1536 y no debió de vivir mucho más. Dejó preparada la colección de
sus obras y escrita la dedicatoria al rey don Juan III, que le había
mandado imprimirla. La segunda edición es de 1587, mutilada por el
Santo Oficio.

    =498.= Gil Vicente, _Obras_, ed. J. V. Barreto Feio y J.
    Gomes Monteiro, Hamburgo, 1843, 3 vols., reimpr. Lisboa,
    1843; _Obras_, Lisboa, 1852, 3 vols.; _Obras_, ed. Mendes
    dos Remedios, Coimbra, 1907-1912, 2 vols.; _Auto da festa:
    obra desconhecida_, ed. Conde de Sabugosa, Lisboa, 1906.
    Consúltense: Th. Braga, _Historia da litteratura portuguesa_
    [_Gil Vicente e as origens do theatro nacional_], Porto,
    1898; señora C. Michaëlis de Vasconcellos, _Grundriss der
    romanischen Philologie_, t. II, 2 Abt., págs. 280-287; M.
    Menéndez y Pelayo, _Antología de poetas líricos_, t. VII, págs.
    CLXIII-CCXX; J. da Annunciada, _Gil Vicente_, en _Revista
    Lusitana_ (1900-1901), t. VI, págs. 59-63 [Extracto de la
    inédita _Historia da litteratura poetica portuguesa_, de J.
    da Annunciada († 1847)]; W. E. A. Axon, _Gil Vicente and
    Lafontaine: a Portuguese parallel of "La laitière et le pot au
    lait"_, en _Transactions of the Royal Society of Literature_
    (1902), t. XXXIII, págs. 215-227; A. L. Stiefel, _Zu Gil
    Vicente_, en _Archiv für das Studium der Neueren Sprachen und
    Literaturen_ (1907), t. LXIX, págs. 195-196; J. Mariscal de
    Gante, _Los autos sacramentales_, etc., Madrid, 1911, págs.
    48-50.

    =499.= En 1502 PERO NÚÑEZ DELGADO († 1535), clérigo sevillano
    y profesor, después de Nebrija, de letras humanas, publicó la
    _Chronica Troyana. En que se contiene la total y lamentable
    destruycion de la nombrada Troya_, traducción de la de Guido
    de la Columna, Sevilla (acaso hay otra anterior, _Registro_
    de Colón); Sevilla 1509; Toledo, 1512; Medina, 1587. _Aurea
    Hymnorum totius anni expositio_, Sevilla, 1527. _Expositio
    Threnorum_, Sevilla, 1530. _Epigrammata_, Sevilla, 1537;
    editado por Cristóbal Núñez, capellán de la capilla de los
    Reyes, con propias _annotationes_, y juntamente con su
    obrita de frases de Juvenal, vueltas en romance, _Flosculum
    Iuvenalicum_.

    En 1502 JUAN ALMENAR, médico, publicó _De lue Venerea sive de
    morbo gallico_; Venecia, 1535; Basilea, 1536; Lyon, 1539.

    En 1502 se publicó el _Libro de suertes, en que se echan los
    dados para ver la fortuna_, Milán; Valencia, 1528.

    En 1502 JUAN DE CELAYA ó SALAYA, nominalista valenciano de los
    bárbaros de París, publicó nueve ó más obras de dialéctica y
    sobre Aristóteles, que pueden verse en Nic. Antonio.

    En 1502 se publicó _Vocabulario catalán y alemán_, Perpiñán,
    anónimo.

=500.= _Año 1503._ El DOCTOR JUAN LÓPEZ (DE VIVERO) PALACIOS RUBIOS
(1450?-1525?), nacido en la provincia de Salamanca, graduado en 1484,
enseñó Derecho Canónico, fué hecho juez real en la Chancillería de
Valladolid en 1490, después consejero de Indias. En 1503 publicó
_De donationibus inter vivorum et uxorem_, Valladolid, libro que
adicionaron después don Juan Bernal Díaz de Lugo y Juan de Barahona,
Francfort, 1573. Además de otras obras en latín, se hizo célebre por su
célebre _Tractado del esfuerço bellico heroyco_, Salamanca, 1524, obra
escrita con elegancia y brío.

    =501.= Otras obras: _Libellus de beneficiis in curia
    vacantibus_, acabada en Valladolid, 1504, publicada en Sevilla,
    1514; Salamanca, 1517. _De iusticia et jure obtentionis ac
    retentionis regni Navarre Liber_, acabado en Valladolid,
    1504, impreso en Salamanca, 1514, 1517. _De insulis maris
    Oceani. Allegatio in materia haeresis_, Roma, 1581. _De Regis
    institutione_, hecho en 1523. _De Primogenitura_ (Ms.). _Del
    Gobierno domestico. Tratado esforzando a los Indios a la Fee
    Catolica_, que dice en su _Historia Índica_ Antonio de Herrera
    que promulgó á los indios el almirante Cristóbal Colón.

    Juan López de Viveros Palacios Rubios. _Tractado del esfuerzo
    belico heroico_, ed. F. Madrid, 1793. Consúltese: V. de la
    Fuente, en _Revista general de Legislación y Jurisprudencia_
    (1869), t. XXXIV, páginas 79-96 y 160-176.

    =502.= En 1503 JOHAN FERNÁNDEZ DE LA GAMA publicó el
    _Establecimiento de la Orden de Santiago de la Spada_, Sevilla.

    En 1503 CRISTÓBAL DE SANTISTEBAN, vallisoletano, publicó
    _Tratado de la sucesión de Gerusalem, Nápoles, Sicilia_...,
    Zaragoza. _Mar de Historias._

    En 1503 LUIS DE LAS CASAS publicó _De la santa concepcion de
    nuestra abogada la virgen maria_, Sevilla.

    MARTÍN ALFONSO DE CÓRDOBA escribió comentarios y cuestiones
    sobre las Epístolas de San Pablo. _Tabulae Astronomicae
    Helisabeth Reginae, in principio quarum sunt canones tabularum
    eiusdem_, 1503.

    =503.= En 1504 DIEGO DEL PUERTO, capellán del Colegio nuevo de
    San Bartolomé, de Salamanca, beneficiado de Laredo, publicó en
    latín y castellano _Ars cantus plani Portus musicae vocata_,
    Salamanticae.

    En 1504 JUAN NÚÑEZ DE TOLEDO publicó Tratado _endereçado a la
    reyna n. s.ª sobre la guerra de francia_..., Alcalá.

    En 1504 FRAY ÁNGEL STANYOL, dominico barcelonés, imprimió
    _Opera logicalia, secundum viam D. Thomae_, Barcelona.

    En 1504 se publicaron _Meditaciones de S. Anselmo_, Toledo.

    En 1504 se publicó el _Libro de motetes de canto d'organo_, 4
    vols. (Fern. Colón), Venecia.

    En 1504 se publicaron las _Obras de San Juan Clímaco,
    traducidas en castellano por el cardenal don Francisco Ximénez
    de Cisneros_, Toledo; Barcelona, 1598. El traductor no debió de
    ser el Cardenal.

    En 1505 PEDRO DE ALCALÁ, de la Orden de San Jerónimo, publicó
    el _Arte para ligeramente saber la lengua araviga_, que fué la
    primera gramática arábiga que se imprimió en el mundo, y el
    _Vocabulista aravigo en letra castellana_, ambas obras el mismo
    año, en Granada.

    En 1505 JUAN LOPIS, valenciano, publicó _Aureum formalitatum
    speculum Scoti ac Frci. Mayronis doctrinam illustrans_, Nápoles.

    En 1505 se publicó _Scala cœli de sant Hyeronymo_, Sevilla.

    En 1505 JAIME DE MARQUILLES publicó _Μanna Jacobi de Marquilles
    super Usaticis Barcinonae_.

    =504.= _Año 1506._ JUDA ABARBANEL ó ABRABANEL ó
    LEÓN-BEN-JEHUDAH ó LEÓN HEBREO (1460?-1520), hijo de Isaac
    Abarbanel, nació en Lisboa y siguió á su padre á Toledo.
    Cuando la expulsión de los judíos (1492), su padre le envió
    á Lisboa, teniendo apenas dos años de edad. Estuvo después
    en Génova, en Bolonia, Ferrara, Florencia y Roma, siempre
    estudiando Filosofía y ejerciendo la Medicina. Pasó á
    Nápoles, distinguiéndole el Gran Capitán, y al partirse éste
    se fué á Venecia al lado de su padre. Su más famosa obra
    son los _Dialoghi di Amore_[25], acabados poco después de
    1505 y publicados en 1535, mezcla de misticismo español y
    neoplatónico, cuyo argumento son los amores de Filón y Sofía,
    desenvolviendo los principios de la escuela neoplatónica de
    Aben-Gabirol y de la aristotélica de Maimónides y estableciendo
    que el amor es el principio de la vida del universo.
    Probablemente los escribió primero en castellano. Tuvo muchas
    traducciones: la de Afia (Venecia, 1568); la de micer Carlos
    Montesa (Zaragoza, 1582); la del Inca Garcilaso de la Vega
    (Madrid, 1590), que fué puesta en el Índice Expurgatorio.
    Influyó no poco en _Gli Asolani_, de Bembo; en _Il Cortegiano_,
    de Castiglione, entre los poetas franceses de la Pléyada,
    merced á la traducción francesa de Pontus de Thyard, en un
    soneto de Joachim du Bellay (_Si nostre vie est moins qu'une
    journée_); en otro de Ronsard (_Comme on souloit, si plus on
    ne me blasme_); en Montaigne (_Essais_, III, 5); en Camões
    (1524?-1580); en Herrera, en fray Luis de León, en Malon de
    Chaide, en fray Cristóbal de Fonseca († 1614), en Cervantes
    (_Galatea_, l. 4); en Nieremberg (_Hermos. de Dios_); en
    Bernardino de Rebolledo (_Discurso de la hermosura y el amor_,
    1652), y comúnmente en toda literatura castellana.

    =505.= JUDAS ABARBANEL. _Diálogos de amor_; ed. A. Bonilla y
    San Martín, en el t. IV de los _Orígenes de la Novela_, de
    Menéndez y Pelayo; Madrid, 1913. Consúltense: M. Menéndez
    y Pelayo, _Historia de las ideas estéticas en España_, t.
    II (vol. I), págs. 103-109; B. Zimmels, _Leo Hebraeus, ein
    jüdischer Philosoph der Renaissance: sein Leben, seine Werke
    und seine Lehren_, Breslau, 1886; E. Solmi, _Benedetto Spinoza
    e Leone Ebreo_, Módena, 1903; F. Flamini, _Du rôle de Pontus
    de Tyard dans le "Pétrarquisme" français_, en _Revue de la
    Renaissance_ (1901), t. I, págs. 43-55.

    =506.= En 1506, probablemente el M. GASPAR LAX († 1560), de
    Sariñena, catedrático de Filosofía de la Sorbona y de Zaragoza,
    publicó _Parvae divisiones terminorum_, París. _Tractatus
    exponibilium propositionum_, París, 1507. _De Syllogismis_,
    París, 1509. _Insolubilia_, París, 1511. _De obligatione_,
    París, 1512. _De oppositione propositionum_, París, 1512.
    _De impositionibus_, París, 1512. _Arithmetica speculativa_,
    París, 1515. _De propositionibus arithmeticis_, París,
    1515. _Calculationes generales_, Zaragoza, 1517. _Tractatus
    summularum_, ibid., 1521. _Tractatus parvorum logicalium_,
    ibid., 1521. _De Conversione simplicis et per accidens_,
    ibid., 1521. _Quaestiones physicales_, ibid., 1527. _De arte
    inveniendi medium_, ibid., 1528. _Summa propositionum_,
    ibid., 1529. _Praedicabilia_, ibid., 1529. _Quaestiones in
    libris Peryarmenias Aristotelis_, ibid., 1530. _Tractatus
    consequentiarum_, ibid., 1532. También hizo elegantes versos
    latinos.

    En 1506 se publicó la _Historia del abad don Juan, señor de
    Montemayor, por su santo abad don Juan_, Burgos; Valladolid,
    1562; Córdoba, 1693; Dresden, 1893 (_Gessellschaft für roman.
    Literatur_, Band, 2).

    En 1506 AGUSTÍN PÉREZ DE OLIVANO publicó _In Posteriora
    Aristotelis_, París.

    En 1506 BERNARDO BASIN, canónigo zaragozano, publicó _De
    Artibus magicis et magorum maleficiis_, París.

    En 1506 FRAY FRANCISCO DE LEDESMA, franciscano, publicó
    _Monumenta ordinis Minorum_, Salamanca; ibid., 1557.

    En 1506 FRAY BARTOLOMÉ DE MOLINA, de la Orden de los menores,
    publicó el _Arte de canto llano Lux videntis dicha_, Valladolid.

    En 1506 DON JUAN DE MONTESDOCA († 1532), sevillano, profesor
    de Bolonia (1499), Roma (1514), Padua (1521), etc., publicó
    _Lectura fray Pauli Scriptoris_, Carpi. _Lectura Exc. sacrae
    theol. mag. Gratiani Brixiensis_, ibid., 1506. _Aristotelis
    Parva naturalia_, Venecia, 1523. Véase Nic. Antonio.

    En 1506 DIEGO ÁLVAREZ CHANCA, médico, uno de los compañeros
    de Colón, publicó _Para curar el dolor de costado_, Sevilla.
    _Commentum novum in Parabolis Divi Arnaldi de Villanova_,
    Sevilla, 1514.

    En 1506 FRAY JAIME JANUARIUS, cisterciense aragonés, publicó
    _Ars metaphysicalis naturalis ordinis cuiuslibet rei
    intelligibilis arboris naturae; ad intelligendos omnes libros,
    artesque Illuminati doctoris Raimundi Lulli..._, Valencia.

    Recordemos al catalán BENEDETTO GARETH, conocido entre los
    _Accademici Pontaniani_ con el nombre italiano de CHARITEO,
    el cual escribió en italiano _Rime_, en 1506, donde se cree
    hallar el primer germen del mal gusto ó _secentismo_. _Le Rime
    di Benedetto Gareth detto Il Chariteo_, ed. E. Percopo, Napoli,
    1892, 2 vols.

    =507.= En 1507 LUIS NÚÑEZ CORONEL, nominalista segoviano
    de los bárbaros de París, publicó _Tractatus de formatione
    syllogismorum_, París. _Physicae perscrutationes_, París, 1530.
    Fué después buen humanista, erasmista y amigo de Vives.

    En 1507 FRAY JUAN BAUTISTA DE VINONES, franciscano y de
    Sevilla, publicó _Espejo de conciencia para todos estados_,
    Logroño; Segovia, 1525; Sevilla, 1531, 1543, 1548; Medina, 1552.

    En 1507 JOAN RUIZ DE CORRELLA publicó _Historia de Josef, hijo
    del gran patriarca Jacob_, Valladolid.

=508.= En 1508 fundó CISNEROS (1436-1517) la Universidad de Alcalá,
centro de las Humanidades españolas. Excluyóse de sus aulas el estudio
del Derecho Civil, redújose el Canónico, y la Teología se enseñó con la
interpretación escrituraria, para lo cual era necesario el estudio del
hebreo, del griego y de la crítica. "Academia Complutensis non aliunde
celebritatem nominis auspicata est quam a complectendo linguas ac
bonas litteras" (Erasmo, Ep. 755). Allí brillaron á la vez el cretense
Demetrio Ducas, maestro de lengua griega, los hebraizantes conversos
Alfonso de Zamora, Pablo Coronel y Alfonso de Alcalá; los dos hermanos
Vergaras, traductor el uno de Aristóteles y el otro de Heliodoro y
autor de la más antigua Gramática griega hecha en España; el toledano
Lorenzo Balbo de Lillo, que editó á Valerio Flaco y Quinto Curcio; el
reformador filosófico Hernán Alfonso de Herrera, el primero que se
atrevió contra el peripato en su _Disputacion de ocho levadas contra
Aristotil y sus secuaces_, adelantándose á Pedro Ramus y á Vives; Diego
López de Stúñiga, acérrimo contradictor de Erasmo; Mateo Pascual,
fundador del Colegio Trilingüe; Pedro Ciruelo, que hermanó el estudio
de las Matemáticas con el de Teología. De las 42 Cátedras fundadas
por Cisneros, seis eran de Gramática latina, cuatro de otras lenguas
antiguas, cuatro de Retórica y ocho de artes ó sea de Filosofía.

    =509.= En 1508 se publicó el _Cancionero_ de JUAN DE LUZÓN,
    Zaragoza. Fué criado de la señora doña Juana de Aragón,
    duquesa de Frías y condesa de Ηaro. Poeta devoto con bastantes
    catalanismos. _Suma de las virtudes ó epilogación de la moral
    filosofia sobre las virtudes cardinales, contra los vicios y
    pecados mortales; fecha y glosada por Joan de Luzón_, Zaragoza,
    1506. Esta _Suma_ comprende la mayor parte del _Cancionero_
    del año 1508 y es un poema didáctico en coplas de arte mayor,
    dividido en cinco partes; cada copla lleva su comentario en
    prosa. Después hay coplas de arte menor, en que se trovan las
    contemplaciones de San Bernardo sobre la Pasión, paráfrasis de
    los salmos _Miserere_ y _De profundis_, _conforme á la glosa
    que sobre ellos hizo el Obispo de Valencia_; el cántico _¡Oh,
    gloriosa domina!_, y _Gozos_ de San Juan Bautista, etc., hasta
    397 coplas de arte mayor y 225 de arte menor. _Contemplaciones
    sobre la Pasión de N. S. hechas por San Bernardo_, etc.,
    Burgos, 1508.

    En 1508 GONZALO MARTÍNEZ DE BIZCARGUI publicó _Arte de canto
    llano e contrapunto e canto de organo con proporciones e
    modos_, Zaragoza; Burgos, 1511; Zaragoza, 1512 y 1517; Burgos,
    1528; Zaragoza, 1531, 1538, 1541, 1549 y 1550. Véase Juan de
    Espinosa en 1515, á quien respondió en la ed. de Zaragoza de
    1531.

    En 1508 FRAY LUIS DE TOVAR, dominico palentino, publicó _Divina
    revelatio Erithereae Sibyllae_, Sena.

    En 1508 FRAY FRANCISCO DE ÁVILA, de la observancia de los
    menores de San Francisco, publicó _La vida y la muerte_,
    Salamanca. En verso, véanse ejemplos en Gallardo.

    En 1508 y 1509 se publicó la _Historia de los tres reyes
    Magos_, Logroño.

    En 1508 se publicó el _Libro del caballero don Comgano_ (sic,
    por Tungano), _y de las cosas que en el Infierno y Purgatorio
    y el Paraiso vido, trasladado de lengua italiana_, Sevilla;
    Toledo, 1526.

    =510.= En 1509 se publicó _La vida de Roberto el Diablo_,
    en español (Fern. Colón), Burgos; traducción de _La Vie du
    terrible Robert le diable_, publicada en 1496, y que proviene
    de un poema del siglo XII, publicado por E. Löseth, _Robert
    le Diable, Roman d'aventures_, París, 1903. Otras ediciones:
    Alcalá, 1530; Sevilla, MDXXXII; Burgos, 1547; Alcalá, 1607;
    Jaén, 1628. Algunos atribuyen erróneamente la traducción á
    Camus.

    En 1509 el BACHILLER GARCÍA MORENO, clérigo, publicó _La
    cronica del noble cauallero el conde Fernán Gonçalez: Con la
    muerte de los siete infantes de Lara_, Sevilla; Toledo, 1511;
    Burgos, 1516; Toledo, 1526; Burgos, 1537; Sevilla, 1542, 1545;
    Burgos, 1546; Salamanca, 1547; Alcalá, 1562; Toledo, 1566;
    Bruselas, 1588; Alcalá, 1605; Madrid, 1777.

    En 1509 _La Historia de Canamor y del infante Turian, su hijo_,
    Burgos; Sevilla, 1528; Alcalá, 1536; Sevilla, 1546, 1550, 1558;
    Alcalá, 1562; Sevilla, 1567.

    En 1509, según el _Catálogo_ de Heber (VI, núm. 3.016), se
    publicaron unos _Refranes famosissimos y provechosos glosados_,
    Burgos. Dimas Capellán publicó _Refranes glosados_, Toledo,
    1510. _Refranes famosisimos y provechosos glosados_, Burgos,
    1515, 1524, 1541; Valencia, 1602, por el bach. Esteban Gómez;
    1624.

    En 1509 ANTONIO CORONEL, segoviano, hermano de Luis Núñez
    Coronel, publicó _Quaestiones Logicae secundum viam Realium
    et Nominalium_, París. _Tractatus Exponibilium_, ibid., 1511.
    _Rosarium Logices_, ibid., 1517. _Tractatus Syllogismorum_,
    ibid., 1517. _In Posteriora Aristotelis_, ibid., 1529.

    En 1509 FRAY JUAN DE CIUDAD RODRIGO, mercedario, publicó
    _Coplas varias_, Zaragoza.

    En 1509 publicóse, anónima, _La Filosofía Moral de Aristóteles,
    Ética, Económica y Política_, Zaragoza.

    En 1509 ÁLVARO TOMÁS, de Lisboa, publicó _De Tríplici Motu. De
    proportionibus_, París.

    En 1509 FRAY JERÓNIMO DE ALCOZER, dominico, publicó _Subida de
    Monte Sión_, Valencia.

    =511.= _Año 1510._ FRANCISCO FERNÁNDEZ DE MADRID, arcediano
    de Alcor, hijo de don Pedro González de Madrid y hermano de
    Alonso Fernández de Madrid, también arcediano de Alcor después
    de él, publicó en 1510 _De los Remedios contra próspera y
    adversa fortuna_, Valladolid; Sevilla, 1513, 1516; Zaragoza,
    1518, 1523; Sevilla, 1524, 1534. Véase Willard Fiske, _Petrarch
    books_. Es traducción libre, elegante y elocuentísima de la
    obra del Petrarca _De Remediis utriusque fortunae_.

    FRAY PEDRO DE LA VEGA, natural de las montañas de Burgos, entró
    en la Orden de San Jerónimo en Guadalupe, pasó á Valladolid, y
    en 1510 estaba en Zaragoza, donde escribió y fué prior de Santa
    Engracia desde 1522, tres años después de Villaviciosa, y en
    1528 otra vez de Santa Engracia hasta 1537, en que fué elegido
    General de la Orden. Murió en 1541. "Fué de lo bueno de aquel
    tiempo...; podía tanto en él la aficion á las letras, que todo
    su cuidado era entresacar algun tiempo para volver los ojos á
    los libros donde tenia su corazon y asi hizo grandes trabajos,
    y verdaderamente tenia excelente gusto". (P. Sigüenza). _Misal
    jeronimiano_, Zaragoza, 1510, en latín. _Décadas de Tito
    Livio_, Zaragoza (hacia 1519, Juan M. Sánchez, _Bibliografía
    Aragonesa_, Madrid, 1913, pág. 68); ibid., 1520. _Historia de
    San Jerónimo y vida de Santa Paula_, Zaragoza, 1514 y 1528;
    Alcalá, 1539 (en latín); Zaragoza, 1546. _Flos Sanctorum._ _La
    vida de Cristo y de la Virgen_, Zaragoza, 1520, 1521, 1541,
    1546, 1548; Sevilla, 1568 y 1572; Medina, 1578; Sevilla, 1580.
    _Declaración del Decálogo_, Zaragoza, 1529 y 1540. Otras obras
    en latín: _Dei Genitricis Virginis Mariae vita_, Zaragoza,
    1534. _Definitiones et acta capitulorum generalium_ (Sigüenza).
    Véase Sigüenza y fray León Benito Marton, _Historia del
    subterráneo santuario, hoy real monasterio de Santa Engracia de
    Zaragoza_, centuria 16.ª, cap. VII.

    JUAN DE NARVÁEZ, cordobés, maestro en Valencia, aficionado
    á los versos de Juan de Mena, compuso _Las Valencianas
    Lamentaciones_ y _De la Partida del Anima_, poemas de filosofía
    moral en octavillas de versos cortos, con naturalidad y
    soltura. El manuscrito se guarda en la Biblioteca del Cabildo
    de Sevilla ó Colombina, y se ha impreso con prólogo de Luis
    Montoto, Sevilla, 1889. Debieron componerse _Las Valencianas_
    entre 1510 y 1515.

    En 1510 se publicó la _Doctrina cordis del seráfico doctor sant
    Buenaventura_, Toledo.

    En 1510 se publicó la _Suma de todas las Crónicas del mundo.
    Llamado en latín Suplementum Cronicarum... traduzido de lengua
    Latina y Toscana en esta Castellana_: por NARCIS VIÑOLES,
    Valencia, 2 vols.

    Detrás del _Arte para bien confesar_ de 1510 y en ediciones
    aparte, se halla el _Flosculus sacramentorum_, del DOCTOR DON
    PEDRO FERNÁNDEZ DE VILLEGAS, natural de Burgos (1453-1536),
    abad de Cervatos y arcediano de la catedral de Burgos, donde
    yace sepultado en la nave lateral del Evangelio. Este autor
    publicó en 1515 _La traducción del Dante de lengua toscana
    en verso castellano_, Burgos. Al fin de la obra se halla:
    _Aversión del mundo y conversión á Dios; Querella de la fe_,
    comenzada por Diego de Burgos; _Sátira decena de Juvenal_.
    (Véase Juan M. Sánchez, _Bibliogr. Aragonesa_, Madrid, 1913,
    pág. 70). Esta traducción de Juvenal es de su hermano JERÓNIMO
    FERNÁNDEZ DE VILLEGAS, prior de Casarrubias.

    En 1510 PÁEZ DE RIBERA publicó _El sexto libro del muy
    esforçado e grande rey amadis de gaula: en que se recuentan
    los grandes e hazañosos fechos del muy valiente e esforçado
    cauallero florisando principe de Cantaria su sobrino, fijo del
    rey don florestan_, Salamanca; ibid., 1512; Sevilla, 1526.

    De 1510 ó 1511 debe de ser la obra de MARTÍN DE HERRERA
    _Istorias de la divina vitoria... de... Oran_, donde hay
    además una _Égloga de unos Pastores... con dos villancetes...
    y un romance de labradoraes... y otro villancete en latin de
    cortesanos... Item, otra cancion_... (Compró esta obra Fern.
    Colón en Toledo, año 1511).

=512.= _Año 1511._ Las poesías de los poetas menores de la época
de los Reyes Católicos las recogió HERNANDO DEL CASTILLO en su
_Cancionero_, publicado por primera vez en Valencia, 1511, aunque hay
en él algunas pocas de otros poetas anteriores. Sin contar con los
anónimos, llegan estos poetas hasta el número de 138. Entre los muchos
aristócratas que cultivaron la poesía merece citarse el vizconde de
Altamira DON RODRIGO OSORIO DE MOSCOSO, por su diálogo elegante entre
el _sentimiento y el conocimiento_ y algunas coplas de amores. DON LUIS
DE VIVERO tiene otro diálogo con la tristeza y la _Guerra de amor_.
DON DIEGO LÓPEZ DE HARO, otro diálogo filosófico _entre la Razón y
el Pensamiento_, y manuscrito se conserva el diálogo casi dramático
llamado _Aviso para cuerdos_, de unos mil versos (Bibl. Acad. Hist.).
De un CARTAGENA, que no puede, por la edad, ser ni don Alonso ni su
hermano don Pedro, hay "polidos versos" y "palacianas y gentiles obras"
de amoríos sutiles y diálogos sueltamente versificados. UN GUEVARA, que
pudiera ser padre ó tío del Obispo de Mondoñedo, "es uno de los más
discretos poetas del _Cancionero_", dice M. Pelayo. COSTANA compuso
los _Conjuros de amor_ y una visión alegórica. DON ANTONIO DE VELASCO
fué alabado por Valdés, TAPIA tiene más de 60 composiciones conocidas
sobre galanteos y glosas de romances. Á esto último y á contrahacer
romances viejos se dieron muchos, como FRANCISCO DE LEÓN, LOPE DE
SOSA, PINAR, QUIRÓS, SORIA, CUNILLAS, NICOLÁS NÚÑEZ, DIEGO DE SAN
PEDRO, etc. Romances artísticos y originales hicieron estos mismos y D.
JUAN MANUEL, el COMENDADOR DE ÁVILA, JUAN DE LEYVA, Alonso de Proaza,
DURANGO, PEDRO DE ACUÑA, así como Juan del Enzina, Garci Sánchez de
Badajoz. "Tengo por buenos, dijo Valdés, muchos de los romances que
están en el _Cancionero general_, porque en ellos me contenta aquel
su hilo de dezir, que va continuado y llano, tanto que pienso que
los llaman romances porque son muy cortos en su romance". Era la
vena popular que corría ya hasta de los poetas eruditos. Diálogos
bastante dramáticos los hay, como de DON LUIS PORTOCARRERO y otros. EL
COMENDADOR ROMÁN hizo una elegía y _Trovas de la pasión_. El plan del
_Cancionero del Castillo_ está tomado del _Cancionero llamado Guirlanda
Esmaltada de galones y eloquentes dezires de diversos autores, copilado
y recolegido por Juan Fernández de Constantina, vecino de Bélmez_,
copilación que entró entera en la de del Castillo. Sigue el orden de
materias y encierra 964 composiciones.

    =513.= Ediciones del _Cancionero general_: Valencia, 1511;
    "emendada y corregida por el mismo autor, con adicion de
    muchas y muy escogidas obras", Valencia, 1514; copias de
    esta edición fueron las de Toledo. 1517, 1520; añadidas las
    composiciones del _Cancionero de obras de burlas provocantes á
    risa_ (Valencia, 1519) salió la de Toledo, 1527; más añadidas
    y expurgadas las de Sevilla, 1535, 1540; aún más añadida la
    de Amberes, 1557, y la peor y última antigua, quitadas las
    composiciones burlescas, la de Amberes, 1573. Cítase otra de
    Zaragoza, 1552, cuya _Segunda parte_, de 1554, se conoce y ha
    reimpreso Morel-Fatio: _Cancionero general de obras nuevas
    nunca hasta aora impressas assi por el arte española como
    por la toscana_, Zaragoza, 1554 (Bibliot. de Wolfembüttel).
    _Cancionero general_ de 1554. Ed. A. Morel-Fatio, en _L'Espagne
    au XVI^e et au XVIII^e siècle_, Heilbronn, 1878, págs. 489-602.
    La Sociedad de Bibliófilos ha reimpreso el _Cancionero general_
    en 1882, incluyendo en él la primera edición de 1511, y en
    apéndice todo lo añadido en las de 1527, 1540 y 1557. Facsímile
    de la ed. de 1520, por Archer M. Huntington, New-York, 1904.

    =514.= En 1511 se publicó _Tirante el Blanco de Roca Salada_,
    Valladolid, de autor anónimo, traducción de la novela catalana
    _Libre del valeros e strenu caualler Tirant lo blanch_ (1490).
    De este libro dijo el cura en _Don Quijote_ que era "un tesoro
    de contento y una mina de pasatiempos"; pero que, por lo mismo
    que tenía ingenio su autor y lo malgastó en fantasías tan
    contrarias á la realidad, "merecia el que lo compuso, pues no
    hizo tantas necedades de industria, que le echaran á galeras
    por todos los dias de su vida". (Véase interpretado este
    pasaje, el más oscuro del _Quijote_, en Cejador, _Lengua de
    Cervantes_, II, voz _Estilo_).

    En 1511 se publicó _Palmerín de Oliva_, Salamanca, imitación
    del _Amadís_, con algunos trozos de buen estilo y no
    despreciable invención. En la primera edición se lee: _Oliuia_;
    pero prevaleció _Oliva_. "¿Es obra de una mujer?, se pregunta
    Fitzmaurice-Kelly (_Hist. lit. esp._, 1913, pág. 214). Esta
    mujer, ¿era española ó portuguesa? ¿Era hija de un carpintero?
    ¿Había nacido en Augustobriga? Y Augustobriga ¿es Burgos ó
    Ciudad Rodrigo? ¿Es su nombre Augustobriga, como pretende
    Francisco Delicado, corrector de una edición veneciana
    (1534) del _Primaleón_, continuación de _Palmerín de Oliva?_
    Por último, esa mujer, ¿fué también autora del _Primaleón_
    (1512), ó ambas obras se deben á Francisco Vázquez, de Ciudad
    Rodrigo, siendo este Vázquez hijo de la hija del carpintero?",
    _Historia de Palmerín de Oliva, traducida de Griego en español
    por_ FRANCISCO VÁZQUEZ, Salamanca, 1516, 1525; Sevilla, 1525;
    Venecia, 1526, 1534; Sevilla, 1540, 1547; Toledo, 1555;
    Medina, 1562; Toledo, 1580. Consúltense: H. Vaganay, _Les
    romans de chevalerie italiens d'inspiration espagnole_, en _La
    Bibliofilia_ (Firenze, 1908), t. IX, págs. 121-131.

    En 1511 FRAY ANTONIO DE LA PEÑA, dominico, confesor de los
    Reyes Católicos y obispo de Canarias, publicó, á instancias
    de Cisneros, la _Obra de las Epístolas y oraciones de la
    bienaventurada Virgen santa Catherina de Sena, trasladada de
    latín en romance_, Alcalá; ibid., 1512. _La Vida_ de la misma
    Santa bienaventurada y de otras Santas Vírgenes de la Orden de
    Santo Domingo, Alcalá, 1511; Salamanca, 1588. _Vida de soror
    Juana de Orbieto y de soror Margarita del Castillo_, Medina,
    1569.

    En 1511 se publicaron _Las epístolas de Rabí Samuel de Israel,
    de la ciudad del Rey de Marrocos, enviadas á Rabí Isaac, Doctor
    y Maestro de la Sinagoga_, Valladolid.

    En 1511 FRAY BALTASAR SORIO, dominico valenciano, publicó
    _Contra septem blasphemias_, Valencia. _Apologeticum pro
    unica Maria Magdalena_, Zaragoza, 1521. _Super psalmum XLIV
    homeliae decem_, Barcelona, 1522. _Mariale_, Tortosa, 1538.
    _Sanctorale_, ibid., 1538.

    En 1511 se publicó _Leyenda seu flos sanctorum in lingua
    hispanica_, Toledo.

    En 1511 ANTONIO DE BURGOS (1450-1525), nacido en Salamanca,
    gran profesor de Cánones en Bolonia, publicó _Super utili et
    quotidiano titulo de Emptione et Venditione in Decretalibus_,
    Pavía. Comentó otros muchos títulos de las Decretales.

    En 1511 publicó JUAN GÓMEZ la _Vision deletable de la casa de
    la Fortuna, compuesta por Eneas Silvio en latin e traducido en
    español_, Valencia.

    El BACHILLER DE LA PRADILLA, catedrático de Santo Domingo de
    la Calzada, publicó coplas, que pueden verse en el Registro de
    Fern. Colón, compradas en 1511. _Égloga real sobre la venida á
    España del Rey D. Carlos. Presentola en... Valladolid, 1517._
    (Bibl. Nac.).

=515.= _Año 1512._ BARTOLOMÉ DE TORRES NAHARRO († 1531) nació en la
Torre de Miguel Sexmero, cerca de Badajoz, fué soldado, corrió tierras,
cautivado lleváronle á África piratas argelinos y, rescatado, partióse
para Roma, donde sirvió al Cardenal de Santa Cruz, ordenándose de
clérigo y escribiendo comedias, que fueron allí representadas, como
la _Tinellaria_, que lo fué delante de León X y de "su patrono" el
cardenal Julio de Médicis, el futuro Clemente VII. Fuése de Roma á
Nápoles, donde en 1517 imprimió juntas, y con otras composiciones
líricas, las _Comedias_ que antes salieron sueltas, titulando el libro
la _Propaladia_, dirigida al Marqués de Pescara. Créese que volvió á
España, pero no si aquí se representaron comedias suyas. Murió poco
después de 1530. Fácil poeta lírico, «aunque á veces algo descuidado,
se distinguió por la vena satírica y mordacidad con que pinta la
sociedad romana de su tiempo. Su mayor gloria estaba, sin embargo, en
la comedia, que hizo adelantar, ensanchando las farsas de Juan del
Enzina, introduciendo todo linaje de personas, mayormente plebeyas,
enredando más la trama, dividiendo la acción en las que por vez primera
llamó _jornadas_, hasta cinco, "porque más parescen descansaderas que
otra cosa", figurando escenas de la vida real y esbozando algunos
caracteres. Fué el fundador de la comedia de intriga y tuvo sus
imitadores, así como Juan del Enzina los suyos, hasta mediado el siglo
XVI, en que triunfó la imitación de la comedia italiana. El orden en
que compuso sus comedias fué primero la _Soldadesca_ y la _Tinelaria_,
que pertenecen á la primera época. Vienen después la _Jacinta_, la
_Serafina_ y la _Himenea_, la más delicada, regular, caballeresca y
sentida de todas. Finalmente, después, en la tercera época, compuso
la _Calamita_ y la _Aquilina_, heroica, de ruido y de teatro. Las dos
últimas son las más acabadas cuanto á la intriga y lenguaje. Aunque
debió de conocer á Juan del Enzina en Roma y alguna de sus farsas y
las primeras comedias italianas, aprovechándose de unas y de otras en
el desarrollo de las suyas y estudió el teatro latino, siendo buen
humanista, los argumentos de sus comedias son enteramente suyos, no
tomados de nadie. Copió con gran realismo y valentía el natural de
los personajes y modo de tratarse, hasta hacerles hablar en su propio
idioma, en italiano, francés, catalán y castellano: "si mis versos
tienen pies, | variis linguis tiren coces" (_Tinel._). Esta exageración
en el realismo llenó de impurezas el lenguaje de sus comedias, pues,
aun cuando los personajes hablan en castellano, emplean no pocos
italianismos y modos de decir de la jerigonza medio italiana y medio
española, que usaban los españoles en Roma, y conocemos también por la
_Lozana andaluza_, aunque á veces es propio y castizo, y siempre vivo,
pintoresco y sincero. El estilo, abundante, natural, brioso, lleno
de gracejo y vida; la versificación, fácil, á veces menos limada; el
diálogo, mordaz, á la manera de la comedia italiana. En suma, había
nacido para el teatro y fué uno de sus primeros fundadores, haciendo
comedias de bastante intriga, rebosantes de vida y de color. Fué
el primer maestro en la comedia novelesca representable, ya que la
_Celestina_ no era para puesta en público. Sus defectos nacieron del
mismo empeño por llevar á las tablas la vida real, tal como era, por su
exagerado realismo, la mezcla de idiomas, lo plebeyo en demasía y aun
grosero de personajes, acciones y dichos, y fuera de esto la falta de
experiencia de quien comienza lo que otros todavía no han hecho, en el
enredar mal la fábula, atiborrar la escena de personajes y no saberse
ceñir del todo á la acción.

    =516.= En la edición princeps de la _Propaladia_, 1517, se
    hallan las Letras de León X, donde se dice ser su autor
    "clericus Pacensis diocesis"; y una carta de "Mesinierus I.
    Barberius Aurelianensis", Messinier Barbier de Orléans, al
    tipógrafo parisién Badio Ascensio, ó Josse Bade de Asc ó Ascen,
    territorio de Bruselas, en la que le da por "patria Pacensis,
    de oppido de la Torre, gente Naharro", esto es, Torre de
    Miguel Sexmero, aldea de Badajoz, hoy villa en el partido de
    Olivenza. Debió de estudiar en Salamanca y aumentar su mucha
    cultura en Roma. Inspiróse, sin duda, en las obras de Juan del
    Enzina (1498) y en la comedia italiana: al primero se debe el
    _Diálogo del Nacimiento_ (1512), acaso su primer ensayo. Corrió
    tierras, cayó preso de los piratas agarenos tras un naufragio
    y le llevaron á África. Debió de ser también soldado, acaso
    en la guerra de Granada, según pinta al vivo la soldadesca ó
    vida militar. Rescatado, volvió á Roma, donde se hizo clérigo
    y frecuentó las casas de cardenales y príncipes italianos.
    Protegióle, como extremeño también, el fastuoso y turbulento
    cardenal de Santa Cruz y obispo de Túsculo don Bernardino
    Carvajal, alma del conciliábulo de Pisa contra Julio II, á
    la sombra de Luis XII de Francia. En la _Comedia Soldadesca_
    parece aludir á su bajo oficio: "hablar con un compañero |
    qu'es platico y andaluz, | que está con un camarero | del
    Cardenal Santa Cruz". La _Comedia Tinelaria_ salió suelta en
    Roma después de 1513, en que se reconcilió Carvajal con León X,
    y antes de 1517, en que se publicó la _Propaladia_. Dedicóla
    al Cardenal, recitada "delante de Su Santidad y de Monseñor de
    Médicis, su patrono", y entonces, á ruegos del Cardenal, que
    quedó muy complacido, decidió imprimir algunas de sus obras.
    "Acuerdome, dice en ella, que, despues de recitada esta Comedia
    Tinelaria..., V. S. Rev. quiso verla y después de vista me
    mandó que en todo caso le diesse la copia della. Tras desto
    me demandó la causa porque no dexava estampar lo que screvia.
    Si lo primero V. S. R. de otras cosas mias oviera hecho,
    lo segundo no estoviera por hazer. Tanto es que no aviendo
    tales personas que mis obras cobdiciassen, convenia que yo
    de publicallas dubdasse: porque a muchos padres muchas vezes
    por el amor paternal les parescen sus hijos mas hermosos de
    lo que son. Lo que agora con la palabra de D. V. S. (que en
    esto le digo más que alguno piensa), osaré hazer y aunque no a
    todas, a algunas de mis comedias licentiaré: etiam que temeré
    poco los dientes caninos de algunos mordaces que se me atreven
    ladrandome por detras; y tanto se me puede allegar alguno que
    quiza le señalaré la herradura en la frente. Con todo, me rio
    que a estos yo no les veo pedazo de halda sano: espero que a
    todo responderá por mi V. S. R. que feliciter et bene valeat".
    (Carta en el _Estudio_ de la edición de M. Pelayo, XI). Antes
    de esta comedia, en 1513, escribió el _Psalmo en la gloriosa
    victoria que los españoles ovieron contra venecianos_, impresa
    en pliego suelto (Bibl. Publ. de Oporto) y no inserta en la
    _Propaladia_, y alude á la batalla de la Motta, en 1513, ganada
    por Cardona, cuando pasaban de retirada los Alpes los franceses
    tras el desastre de Novara. Con este salmo hállase otra poesía
    licenciosa. _Concilio de los Galanes y Cortesanos de Roma
    invocado por Cupido_, hecha hacia 1515. En 1514 asistió á la
    embajada que de parte del rey de Portugal don Manuel llevaron
    al Papa Juan de Faria, Diego Pacheco y Tristán de Acuña para
    ofrecerle los primeros presentes de la India (J. Valera.
    _Morsamor_, pág. 34). En aquella fiesta se representó la
    _Comedia Trofea_, de Naharro, "diálogo insípido, dilatado con
    episodios impertinentes, inconsecuencias y chocarrerías", según
    L. Moratín. En 1515 murió el Duque de Naxera don Pedro Manrique
    de Lara, gran señor, fuerte guerrero, moralista sentencioso:
    á su muerte dedicó Naharro una elegía, imitando la de Jorge
    Manrique. El mismo año murieron el Gran Capitán y Fernando
    _el Católico_: "Tal Rey y tal Capitan | nunca en el cielo
    han entrado," decía en un romance Naharro (el primero de la
    _Propal._). Publicóse, también suelta, la _Soldadesca_, escrita
    en 1514 (_Reg. Colón_), los cuatro romances que conocemos
    suyos (Bibl. Nac.) y sus _Lamentaciones de Amor_ (pliego
    suelto). Naharro fué gran lírico, apegado á los versos cortos
    castellanos, en los que le aventajó su discípulo Cristóbal
    de Castillejo. También escribía en italiano y tenemos tres
    sonetos suyos. Los versos devotos son lánguidos y prosaicos:
    _Contemplacion al crucifijo_, _Exclamación de N. S.ª contra los
    Judíos_, _Al hierro de la lanza_, _A la Verónica_. Los amorosos
    son mejores, sin pasar de medianos, aunque suenen dulcemente
    las _Lamentaciones, Capítulos y Epístolas_, por el ritmo
    ligero, viveza de afectos. Su campo fué el de la sátira, la
    mejor la contra Roma, en que pinta las costumbres de entonces
    con ligereza y valentía y con espíritu erasmista, aunque tiene
    otras todavía más sangrientas. Partióse repentinamente de Roma
    para Nápoles, donde halló en don Fernando Dávalos, marqués
    de Pescara, nuevo Mecenas, á quien dirigió la _Propaladia_,
    allí impresa, 1517, por primera vez (Bibl. Nac.), en la cual
    copiló las obras, que ya andaban impresas separadamente:
    "las mas destas obrillas andaban ya fuera de mi obediencia y
    voluntad". "Intitulelas Propalladia a prothon quod est primum,
    et Pallade, id est, primae res Palladis, a diferencia de las
    que secundariamente y con mas maduro studio podrian succeder".
    Aunque ya era hombre maduro, "incessu graviori, verbis parcus,
    et non nisi praemeditata et quae statera ponderata habentur,
    verba emittit" (Mesiniero). Después, no se sabe cuándo, compuso
    la _Aquilana_ y la _Calamita_, de acción más compleja y
    novelesca. Valdés (_Diál. len._): "El estilo que tiene Torres
    Naharro en su _Propaladia_, aunque peca algo en las comedias,
    no guardando bien el decoro de las personas, me satisface
    mucho, porque es mui llano y sin afetazion ninguna, mayormente
    en las comedias de _Calamita_ i _Aquilana_; porque en las
    otras tiene de todo, y aun en éstas, hai algunas cosas que se
    podrian dezir mejor, mas casta, mas clara, i mas llanamente...
    mucho ha ilustrado la lengua castellana... asi como escribia
    bien aquellas cosas bajas, plebeyas, que pasaban entre gentes
    con quien él mas ordinariamente trataba; asi se pierde cuando
    quiere escribir lo que pasa entre gente noble y principal: lo
    qual se ve largamente en la comedia Aquilana: pero esto no
    haze al caso, pues aqui no hablamos sino de lo que perteneze a
    la lengua". Diego Ramírez Pagán, en su _Floresta_, le dedicó
    una _Lamentación_ fúnebre muy elogiosa, y siendo anciano, en
    1562, fecha de la publicación de la _Floresta_, pudo conocer á
    Naharro; pero hizo la _Lamentación_ con ocasión de la recogida
    que el Santo Oficio hizo de la _Propaladia_ en 1559. Duró esta
    suspensión hasta 1573. Otras ediciones de la _Propaladia_,
    Sevilla, 1520, 1526, 1533; Toledo, 1535; Sevilla, 1545; la
    de Amberes, sin fecha. En 1573 levantó la Inquisición el
    entredicho á la _Propaladia_, al _Lazarillo_ y á las obras
    de Cristóbal de Castillejo, encargando su corrección á Juan
    López de Velasco, que hizo lo posible por no tocar los textos.
    Imprimióse, pues, "castigada", en Madrid, 1573.

    =517.= El concepto que Naharro tenía de la comedia era
    fundamentalmente clásico, como se ve por el _prohemio_ de la
    _Propaladia_ (1517), donde por primera vez se escribió en
    España, y aun en Italia, de preceptiva dramática. "Comedia
    no es otra cosa sino un artificio ingenioso de notables y
    finalmente alegres acontecimientos, por personas disputado".
    Admitió cinco _jornadas_, voz que triunfó á fines del siglo
    XVI, renovándola Virués en Valencia, y Juan de la Cueva en
    Sevilla, aunque á Naharro le habían seguido en esto Jaime de
    Huete y Agustín Ortiz en las comedias _Tesorina_, _Vidriana_ y
    _Radiana_. Prevalecieron los tres actos con Lope. "El número
    de las personas, dice Naharro, que se han de introducir, es
    mi voto que no deban ser tan pocas que parezca la fiesta
    sorda, ni tantas que engendren confusion... el honesto numero
    me parece que sea de seis hasta doce personas". Nada dice de
    las tres unidades, invención posterior de los comentadores
    italianos de Aristóteles, especialmente de Castelvetro (sobre
    ellas J. E. Spingarn, _A History of Literary Criticism in
    the Renaissance_, New-York, 1899). Men. Pelayo, Estud.
    Propalad., LXXXVIII: "Hay un sentido tan enérgico de la vida,
    una consistencia tan grande en las figuras dramáticas, una
    verdad en la expresión y á veces una combinación tan diestra
    de peripecias y efectos escénicos... Bart. Torres Naharro,
    inferior á otros contemporáneos suyos en dotes poéticas,
    había nacido hombre de teatro, y en esta parte les aventaja á
    todos...; fué un paso de gigante el que dió en el camino de
    la buena comedia...; amplió el cuadro de la primitiva farsa;
    hizo entrar en ella no sólo pastores y ermitaños, sino gente de
    toda casta y condición...; complicó ingeniosamente la trama...;
    atendió por primera vez al estudio de las costumbres, y, si no
    llegó á la comedia de carácter, fué por lo menos el fundador
    de la comedia de intriga...: hay en la _Propaladia_ visibles
    huellas del estudio del teatro latino é italiano...; es
    clásico por lo claro y armónico de la composición, por el buen
    gusto que rara vez falla, aun en los pasajes más difíciles,
    por cierta pureza estética que sobrenada en la descripción
    de lo más abyecto y trivial, por cierta grave, consoladora
    y optimista filosofía..., por un buen humor reflexivo y
    sereno..., en esto principalmente fué humanista". Según su
    división de las comedias, son _a noticia_, esto es, de cosas
    sucedidas, la _Soldadesca_ y la _Tinelaria; a fantasia_, es
    decir, verisímiles, pero forjadas por pura imaginación, la
    _Serafina_ é _Himenea_. Alegórica es la _Trofeo_, donde Apolo
    y la Fama celebran las hazañas de los portugueses en la India.
    Caballerescas ó de capa y espada son la _Serafina_, _Himenea_
    y _Aquilana_, y de costumbres, la _Soldadesca_, _Tinelaria_
    y _Jacinta_. Todas llevan un _introito_ ó prólogo pidiendo
    indulgencia y atención y declarando el argumento.

    =518.= Bartolomé Torres Naharro, _La Propaladia_, ed. M. Cañete
    y M. Menéndez y Pelayo [2.º vol., con excelente estudio por
    este último crítico], en los _Libros de Antaño_, ts. IX y X
    [véase la recensión de A. L. Stiefel, en _Literaturblatt für
    germanische und romanische Philologie_ (1903), t. XXIV, col.
    119-126]; A. L. Stiefel, _Zur Bibliographie des Torres Naharro,
    en Archiv für das Studium der neueren Sprachen und Literaturen_
    (1907), t. CXIX, págs. 195-196.

=519.= El BACHILLER DIEGO SÁNCHEZ DE BADAJOZ, natural de aquella
ciudad ó de Talavera la Real, debió de conocer los últimos años del
reinado de los Reyes Católicos y sirvió al obispo de Badajoz, D. Pedro
Ruiz de la Mota, que el año de 1516 sustituyó á don Alonso Manrique,
el que tan guerrero se mostró en las Cortes de Valladolid de 1518 y
cuyo palacio derribaron los comuneros. No siguió al Obispo en sus
andanzas por la corte, sino que se apegó al terruño. Parece vivía aún
en 1545, pero ya había muerto para el año 1552. Es probable que fuese
rival, esto es, emulador, y conocedor, por tanto, de las obras de
Torres Naharro, como dice su sobrino. De todos modos, parece debieron
representarse sus farsas en los comienzos del siglo XVI, ni es de
creer las hiciera en su edad madura, según solía acontecer con este
linaje de obras. Terrible erasmista, se burla de clérigos y frailes
con todo desparpajo. Sus obras fueron impresas, después de muerto,
por su sobrino: _Recopilación en metro del Bachiller Diego Sánchez de
Badajoz, en la qual por gracioso cortesano y pastoril estilo se cuentan
y declaran muchas figuras y autoridades de la sagrada escriptura..._
Sevilla, 1554. En 1530 se había impreso aparte una de las farsas, la
del _Matrimonio_. _Farsas_ y _sermones_ llama el privilegio de la
edición á las 28 piezas dramáticas de Sánchez, el cual tuvo intento
á que fuesen morales, y trama, en algunas sobre todo, el plan muy
de pensado, á la manera que Calderón sus autos sacramentales, bien
que con muchísima mayor sencillez por lo común, y mezclando de tal
manera lo sagrado con lo profano, presentando escenas de gente baja y
de personajes, á quienes hace risibles, con tan fiero realismo, que
lo sagrado suele quedar en lo hondo y en el intento, no viéndose en
escena más que lo profano. Hizo, pues, en España, algo de lo que Torres
Naharro hizo en Italia, sacando el teatro más á la plaza todavía que
los anteriores autores, prescindiendo más y más de lo eclesiástico, por
lo menos en la forma, y de lo pastoril. Es la comedia de costumbres en
embrión, esbozados algunos tipos bajos.

Diego Sánchez fué improvisador y repentista, de lo que se resienten sus
poesías líricas, donde falta sensibilidad y fuerza, sobra palabrería y
los consonantes vienen forzados. Menos de estos defectos se notan en
las farsas, aunque todavía los tienen. En cambio, ello le hace traer
palabras enteramente vulgares y aun acaso bastantes compuestas por
él; su léxico es riquísimo y notable por lo rústico y brioso. Las dos
poesías místicas, que él llama romances, valen más que todas las otras
líricas, por lo hondo del sentimiento.

    =520.= Algunas veces suele él llamarse Diego Sánchez _de
    Talavera_. Que era muerto en 1552 se saca de la dedicatoria
    al Conde de Feria y del privilegio real, de donde también se
    deduce que llegó á bastante edad. Según Barrantes, _farsa_
    viene de _farcire_, y eran preces rimadas que se cantaban
    antiguamente después de los maitines del Jueves Santo: "son las
    más características, las más típicas que existen en nuestro
    teatro". Reimprimió la _Recopilación_ el mismo Barrantes, en
    2 vols., Madrid, 1882-1884, _Libr. de antaño._ Vid. también:
    _Obras dramáticas del siglo XVI_ (reproducción en facsímile,
    con estudio de A. Bonilla; Madrid, 1914).

    En la _Farsa del Molinero_ exclama un pastor: "Landre del
    año 7", aludiendo á la peste de Levante del año siete del
    siglo XVI, que reverdeció en 1508 con langosta y en 1510,
    1524 y 1531, y según la _farsa familiar_, la langosta había
    reinado tres años juntamente con hielo, lagarto y pulgón.
    Si tenemos, pues, en cuenta que el autor aparece como rival
    de Torres Naharro y que las tragedias de éste se conocieron
    en Extremadura antes de publicarse _La Propaladia_ (1517),
    no es dudoso que Sánchez alcanzara los últimos años de
    Isabel _la Católica_. La _Farsa del Molinero_ se imprimió
    en 1530. Gallardo halló un ejemplar de la _Farsa de David_,
    anterior á la _Recopilación_. Obsérvase además que en el
    encabezamiento de muchas farsas de la _Recopilación_ parece
    haberse copiado portadas antiguas, como si ya corriesen de
    molde sueltas. La del _Molinero_ parece la más vieja, y quizá
    el asunto lo tomó de otra francesa más popular y de autor más
    conocido por Sánchez: Andrés de la Vigne, cómico del siglo
    XV, después poeta y secretario de la reina Ana de Bretaña.
    En 1496 se representaron en Seuvre, aldea de Borgoña, su
    _Farce du Meunyer, de qui le diable emporte l'ame en enfer_,
    y su _Moralidad del ciego y el cojo_, que parece haber sido
    imitada por Sánchez en la _Farsa militar_. En 1501, don
    Alonso Manrique, siendo obispo de Badajoz, prohibió ciertas
    representaciones escandalosas que en la catedral se hacían y
    que se parecen á las de Sánchez hasta en estar principalmente
    consagradas á la Navidad. La _Farsa de Abraham_ parece aludir
    al eclipse de 24 de diciembre de 1543, pues sólo aquel año
    lo hubo después del de 1481, en que no pudo escribirse la
    farsa: _este año se crisó el sol las once partes_ (en el
    encabezamiento de la farsa), y de once dígitos sólo hubo el
    de 1543. En la _Farsa militar_ se dice "que es ya el Lutero
    vencido", "que es preso el duque Saxon", "Que hacen gran
    alegria | Italia, Roma y Hungría", "Que el Emperador vencio".
    Ahora bien, la batalla de Muhlberg, á que aquí se alude, y
    prisión del Elector de Sajonia y el Landgrave de Hesse, fué
    en 1547. Pero de todas estas frases se dice: "Estas coplas
    infrascritas se pueden decir en lugar de las que dice el Sordo
    arriba", esto es, en lugar de las de Navidad en que antes se
    representó. De modo que, coincidiendo el suceso histórico dicho
    al representarse otra vez, se hizo esta parrafada ó _morcilla_,
    para que el auditorio premiase con aplausos la patriótica
    oportunidad del poeta. Representóse, pues, el 1547 y años atrás.

=521.= VASCO DÍAZ TANCO DE FREGENAL, extremeño, de Fregenal de la
Sierra, fué clérigo muy corrido, leído y escribido; estuvo cautivo
entre infieles con Torres Naharro, y de vuelta vivió bastante tiempo
en Orense. Cuando los comuneros huyó á Portugal, y ya para entonces
(de 1490 á 1510, según Cañete) había escrito y sin duda representado
en Extremadura autos cuadragesimales, farsas, comedias, tragedias
y coloquios, que dice haber hecho para las fiestas eclesiásticas,
Cuaresma y Semana Santa, pues añade que fueron obras de su mocedad
y les contrapone 48 obras de su vejez, escribiendo el prefacio
del _Jardín del Alma Christiana_, Valladolid, 1552. Recuérdese la
prohibición el año 1501, del Obispo de Badajoz, sobre representaciones
mundanas, y las farsas de Diego Sánchez de Badajoz. Conócese además la
_Palinodia de la nefanda y fiera nacion de los Turcos_, Orense, 1547,
obra escrita vuelto ya del cautiverio, y es "recantatio ó retractatio",
como él dice, de la Historia de los turcos, de Paulo Jovio, añadidas
muchas cosas de su cosecha. Esta obra está citada como de la vejez en
el _Jardín_. _Los veinte triunfos_ se imprimieron sin lugar ni fecha y
deben de ser posteriores á 1527, pues en ellos se habla del nacimiento
de Felipe II. Tanco Díaz es un escritor desenfadado, valiente y
sincero. Es lástima se hayan perdido sus obras teatrales, que serían
por el estilo de las de Diego Sánchez, pero de más arranque y fuerza.

    =522.= En 1512 ALONSO HERNÁNDEZ, presbítero sevillano,
    protonotario apostólico, publicó la _Corónica del noble
    caballero Guarino Mesquino_, traducción, Sevilla; ibid., 1527,
    1548. _Historia Parthenopea_, Roma, 1516; es la historia del
    Gran Capitán Gonzalo de Córdoba, obra póstuma, que editó su
    paisano Luis de Gibraleón, clérigo residente en Nápoles. Es un
    poema medio histórico, medio alegórico, en estancias de arte
    mayor, imitando á Mena, y con muchos italianismos y ningún
    estro poético, tan sólo importante por su valor histórico como
    de testigo fidedigno. Benedetto Croce, en el _Archivo Storico
    per le Provincia Napoletane_, año 19, fasc. III, trata _Di
    un poema spagnuolo sincrono, intorno alle imprese del Gran
    Capitano nel Regno di Napoli_; hizo tirada aparte.

    HERNANDO DE RIBERA, vecino de Baza, escribió la guerra de
    Granada en metro, con puntualidad retórica, pero sin arte
    poética alguna, según cuenta el doctor Galíndez de Carvajal
    (_Anales breves del reinado de los Reyes Católicos_, en
    _Documentos Inéditos para la Hist. de Esp._, t. XVIII, pág.
    227). Tan crónica rimada fué la _Obra hecha por_ HERNÁN VÁZQUEZ
    DE TAPIA, describiendo las fiestas á la llegada á Santander
    de la princesa doña Margarita de Flandes, hija del emperador
    Maximiliano, etc., Sevilla, 1497.

    De ALONSO FERNÁNDEZ es el _Vita Christi_, en romance, según San
    Buenaventura, Valladolid, 1512. _Doce libros de la Esperanza.
    Doce libros de la Justicia. Ocho libros de educatione
    Principis. Siete triunfos de las siete Virtudes._ (Nic.
    Antonio).

    =523.= En 1512 se publicó _La historia de los dos enamorados
    Flores y blanca flor_, Alcalá (Brunet); 1530 (Gayangos y acaso
    M. Pelayo, _Oríg. nov._, t. I, pág. DXXIV); otra sin fecha
    (Gallardo, t. I, núm. 737); Alcalá, 1604; Sevilla, 1691.

    Á principios del siglo XVI floreció ALONSO DE SALAYA, de quien
    conocemos una _Farsa_.

    En 1512 FRAY CARLOS FERNÁNDEZ, benedictino, publicó _Epístola
    Paraenetica_. París, _Speculum Monasticae disciplinae_, ibid.,
    1515. _Confabulationes monasticae_, ibid., 1516.

    En 1512 JUAN ANGUR, de Trasmiera, publicó _Conquista de las
    Islas de Persia y Arabia_, Salamanca.

    En 1512 FRAY CIPRIANO BENET, dominico aragonés y doctor teólogo
    parisiense, publicó los cuatro tratados _De Prima Orbis Sede_,
    _De Concilio_, _De Ecclesiastica Potestate_, _De Pontificis
    Max. auctoritate_, Roma. _Dialogo de Excellentia et utilitate
    Theologiae. De Caroli Hispaniarum Regis praeeminentia, de
    clementia_, etc., Roma, 1518. De otras obras latinas, vide Nic.
    Antonio.

    En 1512 ANTONIO DE OBREGÓN Y CERECEDA, canónigo de León,
    tradujo los _Triunfos_, de Petrarca, Logroño; Sevilla, 1526,
    1532; Salamanca, 1532; Valladolid, 1541; Medina, 1555. Nicolás
    Antonio parece equivocar esta traducción con la de Hernando de
    Hozes, Medina, 1554. _Discursos sobre la Filosofía moral de
    Aristóteles_, Valladolid, 1603.

    En 1512 el MAESTRE MARTÍN FERNÁNDEZ DE FIGUEROA publicó la
    _Conquista de las Indias, de Portugal, de Arabia y Persia_,
    Salamanca.

    En 1512 se imprimió la _Crónica general de España_, ordenada
    por Alfonso X, á costa del abad Juan de Velorado y monjes de
    San Pedro de Cardeña. Burgos; Medina, 1552; Bruselas, 1588;
    Burgos, 1593; Marburgo, 1844.

=524.= _Año 1513._ GABRIEL ALONSO DE HERRERA (1470 ó 1480-1540?) nació
en Talavera de la Reina y fué hijo del acaudalado labrador Lope Alonso
de Herrera y de Juana González, y hermano menor de Hernando Alonso de
Herrera, á quien puso Cisneros por primer maestro de Retórica en la
Universidad de Alcalá, el de "las ocho levadas contra Aristótil", y
de otro á quien el mismo Cardenal nombró organista de San Ildefonso,
y fué acaso el bachiller Diego Hernández de Herrera, de quien habla
en el capítulo del _Romero_, finalmente de Juan Alonso de Herrera,
capitán que acompañó á Orán al cardenal Cisneros. Siendo mozuelo estuvo
en Granada estudiando la carrera eclesiástica, acaso por ser pariente
del obispo don Fernando de Talavera, ó á lo menos por lo que éste á
sus paisanos apreciaba, con algunos de los cuales pudo ya ir en 1492,
cuando la toma de aquella ciudad, teniendo de quince á veinte años.
Probablemente de los veintiuno á los treinta y seis, esto es, por los
años 1500 á 1512, debió de hacer sus viajes por la Galia Narbonense,
Alemania é Italia. Sin duda fueron sus hermanos los que le dieron á
conocer á Cisneros, ó el mismo Obispo de Granada, con quien estuvo el
Cardenal en aquella ciudad, no sólo en 1492, sino después en 1499.
Ello es que por los libros de descargo de Cisneros se ve haber sido
nuestro Herrera su capellán, y así le llama señor en las tres ediciones
de su obra. En 1515 era beneficiado en la parroquia de San Miguel, de
Talavera, adonde le puso el Cardenal, el cual falleció el 1517. En el
libro tercero, capítulo 35 de la edición de 1539, da á entender que
vivía con bastante estrechez. No se sabe cuándo murió, pero parece
llegó á hacer la edición de 1539, "con privilegio imperial nuevamente
concedido", en la que hay adiciones suyas, así como en la anterior de
1528. Publicóla por primera vez en Alcalá, 1513, con el título de _Obra
de agricultura, copilada de diversos auctores por Gabriel Alonso de
Herrera de mandado del muy ilustre y reverendísimo Señor el Cardenal de
España Arzobispo de Toledo_.

Herrera, en la materia de su obra, aunque recoge lo mejor de griegos y
latinos, es original en corregirlos y en añadir muchas cosas, guiándose
por la experiencia de lo que ha visto. Como escritor, es de los mejores
en castellano, por lo castizo, propio y elegante. La riqueza del habla
de Talavera y la galanura en el decir de aquella región se muestran en
Herrera, no menos que en Rojas y Mariana.

    =525.= Ediciones, además de la de Alcalá, 1513, _Libro
    de agricultura, que es de labranza y crianza y de muchas
    otras particularidades de las cosas del campo_, Toledo,
    1520. _Obra de agricultura... agora nuevamente corregida y
    emendada_, Alcalá, 1524; Toledo, 1524; Zaragoza, 1524; _Libro
    de agricultura... Nuevamente corregido y añadido en muchas
    cosas necesarias y pertenecientes al presente libro por el
    mismo auctor_, Logroño, 1528; Alcalá, 1539. Después de su
    fallecimiento: _Libro de agricultura_..., Toledo, 1546, 1551;
    Valladolid, 1563; Medina, 1569, 1584; Madrid, 1598 (en dos
    imprentas el mismo año); Pamplona, 1605; Venecia, 1633; Madrid,
    1643, 1645, 1646, 1677, 1768, 1777, 1790. "Corregida según el
    texto original de la primera edición..., por la R. Sociedad
    Económ. Matritense", Madrid, 1818-1819, 4 vols., con muchos
    apéndices y biografía. Ed. de A. de Burgos, Madrid, 1858, 2
    vols. Trad. ital., Venecia, 1568, 1577.

=526.= La _Cuestión de Amor_ es obra de principios del siglo XVI, en
prosa y verso, impresa por primera vez, según parece, en Valencia,
1513: _Question de amor de dos enamorados: el uno era muerta su amiga:
el otro sirve sin esperanza de galardon. Disputan qual de los dos
sufre mayor pena. Entretexense en esta controversia muchas cartas y
enamoradas razones. Introdúcense mas una caza, un juego de cañas,
una egloga, ciertas justas e muchos caballeros et damas con diversos
et muy ricos atavios: con letras et invenciones. Concluye con la
salida del señor Visorrey de Nápoles: donde los dos enamorados al
presente se hallavan: para socorrer al sancto padre: donde se cuenta
el numero de aquel lucido exercito: et la contraria fortuna de Ravena.
La mayor parte de la obra es historia verdadera: compuso esta obra
un gentilhombre que se halló presente á todo ello._ Es una historia
novelesca ó novela histórica, con clave, disfrazados los nombres de la
vida cortesana de Nápoles en la época del Renacimiento. Se desconoce el
autor. Escribióse entre 1508 y 1512. B. Croce ha descubierto la clave
y estudiado la obra. Juan de Valdés dijo en el _Diálogo de la lengua_
que le parecía "muy bien la invención y muy galanos los primores que
hay en él y lo que toca á la question no está mal tratado por la una
parte y por la otra. El estilo en quanto toca á la prosa, no es malo,
pudiera bien ser mejor; en quanto toca al metro, no me contenta.--Y de
la _Cárcel de Amor_, ¿qué me dezís? El estilo desse me parece mejor".

    =527.= Su primera edición es de Valencia, 1513; otra sin fecha
    hay en la Biblioteca imperial de Viena; además, Salamanca,
    1519, 1539; Valencia, 1533; Medina, 1545; Venecia, 1553;
    Amberes, 1556, 1576, 1598; Salamanca, 1580. Hay traducción
    francesa con el título de _Le débat entre deux gentils hommes
    espagnols_, París, 1549. Ed. M. Menéndez y Pelayo, en la Nuev.
    Bibl. de Aut. Esp., t. VIII. Consúltese: Benedetto Croce, _Di
    un antico romanzo spagnuolo relativo alla storia di Napoli,
    La Question de Amor_, en el _Archivo Storico per le Provincie
    Napoletane_, con tirada aparte, Napoli, 1894, t. XIX, págs.
    140-159.

=528.= En 1513 se publicó el _Cancionero_ de DON PEDRO MANUEL DE URREA
(1468?-1535?), Logroño. Era hijo segundo del conde de Aranda don Lope
y nació hacia el 1486, habiéndose casado el 1505, á los diez y nueve
de su edad. Muerto muy pronto su padre, dejóle el señorío de Trasmoz,
de medianas rentas. Se educó más para caballero que para literato;
pero se aficionó al Petrarca y demás poetas italianos, á quienes
imitó, siendo él, naturalmente, poeta y músico, como su padre, que
había sido trovador y lo era su hermano á la manera que suelen serlo
los señores, por afición y á ratos. Fué poeta tan sincero como todos
los de la tierra aragonesa. Cantó amores juveniles; cantó después á
su mujer, doña María de Sessé, y á su madre; cantó los pleitos de su
hermano mayor, sus aburrimientos en la aldea; imitó á Enzina en sus
_disparates_, _canciones_, _villancicos_ y aun _romances_, y versificó
el primer auto de _La Celestina: Égloga de la tragicomedia de Calisto
y Melibea, de prosa trobada en metro_. Pero era tanta la modestia
del poeta, que contra su voluntad hubo de publicar el _Cancionero de
Urrea_ su madre la Condesa de Aranda. En 1514 y 1523 se publicó la
_Peregrinación de Jerusalén, Roma y Santiago_, Burgos, que sin duda
hizo su autor don Pedro Manuel de Urrea. Murió antes de 1536, pues este
año otorgó testamento su viuda doña María de Sessé.

    =529.= Se imprimió La _Penitencia de Amor_, de Pedro Manuel de
    Urrea, en prosa, en Burgos, 1514. Es original, pero inspirada
    en _La Celestina_ y en la _Cárcel de Amor_, mezclando así el
    realismo con el simbolismo. Reimprimióse la _Penitencia de
    Amor_ en la _Bibl. Hispan._, t. X. Tradújola al francés, Lyon,
    1537, René Bertaut: _La pénitence d'amour_; un solo ejemplar
    hay en la Bibliot. Nac. de París (Reservé, p. Υ^2 257)·

    =530.= Pedro Manuel de Urrea, _Penitencia de Amor_, ed. R.
    Foulché-Delbosc, _Bibliotheca Hispanica_, t. X; _Cancionero_,
    Biblioteca de Escritores Aragoneses, Zaragoza, 1875, t. II.
    Consúltense: R. Foulché-Delbosc, _La Penitencia de Amor, de P.
    M. de U._, en _Revue Hispanique_ (1902), t. IX, págs. 200-215;
    M. Menéndez y Pelayo _Antología de poetas líricos_, etc., t.
    VII, págs. CCLIV-CCLXXX; M. Menéndez y Pelayo, _Orígenes de la
    novela_, Nueva Bibl. de Aut. Esp., t. XIV, páginas CLX-CLXVII.

=531.= _Año 1513._ ANDRÉS BERNÁLDEZ († 1513), cura de los Palacios,
nació en la villa de Fuentes, de la encomienda mayor de León, á
mediados del siglo XV; obtuvo el curato de los Palacios, cerca de
Sevilla, en 1488, desempeñando el ministerio parroquial hasta 1513,
en que falleció. En este tiempo se carteó y tuvo amistad con los
personajes más de cuenta y singularmente con don Rodrigo Ponce de
León, marqués de Cádiz. Nombróle su capellán el arzobispo de Sevilla,
Diego Deza; pero no quiso aprovecharse de ello para medrar, quedándose
en su parroquia. Albergó en su casa á Colón, vuelto de América. Su
_Historia de los reyes católicos don Fernando y doña Isabel_ es un
relato fidedigno de los sucesos de su tiempo, como testigo de vista
de los sujetos, de inestimable valor, y escrito en estilo llano, con
naturalidad y lenguaje castizo. No hay obra donde mejor se vea y se
sienta subir y crecer desde sus fundamentos la grandeza de España en
aquella época, con la guerra de Granada, el descubrimiento de América
y las guerras de Italia. Abraza desde don Enrique IV hasta el año de
1513, en que el autor murió.

    =532.= Rodrigo Caro halló en los libros de bautismos de la
    villa de los Palacios escrito _Andrés Bernáldez_ ó _Bernal_,
    al pie de las partidas. Cap. 131: "El cual (collar) yo vi e
    tuve en mis manos e por huespedes en mi casa al dicho señor
    Obispo e el Almirante (Colón) e al dicho señor don Diego". En
    la nota que Rodrigo Caro puso en el manuscrito de la historia
    de Bernáldez se lee: "Escribe esta historia como testigo
    de vista de los sujetos y conocimiento de muchas personas
    principales, como el gran don Rodrigo Ponce de León, marqués
    de Zahara, duque de Cádiz y don Cristóbal Colón, ambos fueron
    sus huéspedes, e escribe su habito y facciones y asi de otros
    señores. Tuvo ajustadas relaciones de todo lo que escribió de
    fuera del Reyno: muestrase entendido en la geografia y leccion
    de la antigua historia. Su lenguaje es el que corria entonces
    sin ninguna cultura, antes repite algunas cosas sobradamente,
    pero jamás falta á la verdad, que es el alma de la historia, y
    asi esta ha sido estimada de todos, porque en ella, demas de
    la sustancia de las cosas, refiere algunas muy particulares
    y que otros de aquel tiempo no escrivieron... El Licenciado
    Rodrigo Caro". Y después: "Este libro hice trasladar de uno que
    tenia el licenciado Rodrigo Caro escrito de su mano, que por su
    muerte fué á poder de don Juan de Santelizes, del Consejo Real
    de Castilla, e por muerte del susodicho de mano en mano á la de
    don Francisco Flores en quien oy para. Es la verdadera historia
    que escribió el cura de los Palacios, porque ademas de la fee
    que hace el estar escrita de mano de un hombre tan grande y
    firmado el prólogo de su nombre, yo he mostrado este traslado
    al doctor Ciruela, racionero de la santa Iglesia de Sevilla,
    que no tiene primero en todo género de buenas letras, y me ha
    dicho ser esta la verdadera historia y tener él otro traslado
    del mismo original donde yo saqué este". Imprimióse por primera
    vez en Granada, 1856, 2 vols., con introducción de Miguel
    Lafuente y Alcántara; después F. Gabriel y Ruiz de Apodaca,
    Soc. de Biblióf. Andal., 1870, 2 vols., Bibl. de Aut. Esp., t.
    LXX.

    =533.= En 1513 RODRIGO DE REINOSA publicó el _Cancionero
    de nuestra Señora_, Barcelona; Sevilla, 1612. _Comienza un
    Razonamiento por coplas, en que se contrahace la Germania y
    fieros de los Rufianes y las mujeres del partido. Comienzan
    unas Coplas á los negros y negras. Aquí comienzan unas
    Coplas de las Comadres. Coplas contra las rameras. Gracioso
    razonamiento, en que se introducen dos Rufianes._ Véase
    Gallardo, Biblioteca; "Es una pintura al fresco, viva y
    colorada, de las costumbres de aquel tiempo. Pocas poesías se
    leerán impresas en España más libres y licenciosas que estas
    coplas. Son además graciosísimas". Son notables por el habla
    de germanía, de que están plagadas. Véase además en Usoz,
    _Cancionero de Burlas_, págs. 237-241, y el _Romancero general_
    de Durán (285, 1252, 1845). También imitó á Enzina en lo
    pastoril y en la lírica popular religiosa. Es autor que pide
    particular estudio y edición.

    =534.= _Año 1513._ DIEGO LÓPEZ DE CORTEGANA, arcediano de
    Sevilla, publicó en 1513 _Lucio Apuleyo del asno de oro_,
    Sevilla; Zamora, 1536, 1539; Medina, 1543; Amberes, 1551;
    Alcalá, 1584; Madrid, 1601; Valladolid, 1601; Madrid, 1890.
    _Tractado de la miseria de los cortesanos_ (de Pío II)...
    _Tractado llamado el sueño de la fortuna_ (de Pío II)...
    _Querella de la Paz_ (de Erasmo), Sevilla, 1520; Alcalá, 1529.
    _Missale secundum usum almae Ecclesiae Hispalensis_, Hispali,
    1520. En 1516 editó la _Crónica del Santo Rey don Fernando
    tercero_, Sevilla; ibid., 1526; Salamanca, 1540; Medina, 1547;
    Sevilla, 1551; Valladolid, 1555; Medina, 1566, 1568; Sevilla,
    1576, 1614, 1639; pero no hizo más que "emendar, o hablando
    mas cierto, renovar en la pronunciación de algunos vocablos
    antiguos, por que mejor los modernos los entiendan". Autor de
    notable lenguaje.

    =535.= En 1513 el BACHILLER JUAN AGÜERO DE TRASMIERA publicó
    _Flores Romanas provadas de famosos y doctos varones compuestas
    para salud y reparo de los cuerpos humanos: e gentilezas e
    burlas de hombres de palaçio e de criança; trasladadas de
    lengua Italiana_, Valencia y 1545.

    En 1513 PEDRO SEGUÍ, presbítero de Tortosa, publicó _Notulae
    sen Clasificatorium_ (de gramática), Barcelona.

    En 1513 LUIS CORREA publicó _Conquista del reyno de Navarra_,
    Toledo.

    En 1513 se publicó el _Libro del esforçado cauallero conde
    Partinuples, que fué emperador de Constantinopla_, Alcalá;
    ibid., 1515; Toledo, 1526; Burgos, 1547; Sevilla, 1548, 1558;
    Tarragona, 1588; Valladolid, 1623; Sevilla, 1643, 1693; Madrid,
    1756. Es traducción del _Partenopeus de Blois_, novela francesa
    del siglo XII, y el asunto es la fábula de Psiquis.

    En 1513 salió la _Crónica de los nobles caballeros Tablante de
    Ricamonte y Jofre_, Toledo; ibid., 1524, 1526; Toledo, 1526;
    Sevilla, 1599; refundida por NUÑO DE GARAY, Alcalá, 1519, 1604;
    Sevilla, 1629: es del ciclo bretón, tomado de una redacción
    francesa.

=536.= _Año 1514._ JUAN LUIS VIVES (1492-1540), hijo de Luis Vives,
originario del Rosellón, y de Blanca March; nació en Valencia, donde
hizo sus primeros estudios de Gramática (1509), pasando á estudiar
Filosofía á París, aunque pronto (1511) hubo de salir de aquella
ciudad, probablemente por haberse roto la paz entre Luis XII y Fernando
el Católico, yéndose á vivir á Brujas, segunda ciudad de Flandes.
Compuso su primera obra, _Christi Jesu triumphus_, en 1514, y luego,
en 1519, _Veritas fucata_, diatriba contra la poesía pagana, dirigida,
con un prefacio, al libro _De Senectute_, intitulado _Senis Anima_, á
Jean de Crommaas. Monsieur de Chièvres le nombró, en 1517, preceptor
de su sobrino Guillermo de Croy, que, á los diez y nueve años, fué
titulado Cardenal y Arzobispo de Toledo. Vivía de ordinario en Lovaina,
entregado á los estudios de Humanidades, Filosofía y Teología, ganoso
de segundar los propósitos de Nebrija, desterrando la barbarie de
las aulas é introduciendo en los estudios la elegancia latina.
Publicó por entonces (1517-1518) las _Meditationes in Septem Psalmos
quos vacant poenitentiae_, la _Fabula de homine_, la _Praelectio in
Georgica Vergilii_, el Γενεθλιαχόν _Jesu Christi, De tempore quo, id
est de pace in qua natus est Christus, Clypei Christi descriptio_ y
_De initiis, sectis et laudibus philosophiae_. En 1519 fué nombrado
catedrático de la Universidad de Lovaina, donde explicó la historia
de Plinio, y en una casa privada las _Geórgicas_. En Lovaina fué
donde conoció á Erasmo, ya de sesenta años, haciéndose su amigo y
discípulo. Entonces escribió _In pseudo-dialecticos_ (1519) y _Pompeius
fugiens_, y en 1520 la _Praefatio_ y _Vigilia in Somnium Scipionis_,
las _Declamationes quinque syllanae_, las _Aedes legum_, que publicó
en 1521, y la _In leges Ciceronis praelectio_, como prefacio de un
curso sobre _De Legibus_, que explicó en Lovaina. En 1521, mientras
Erasmo publicaba las _Obras de S. Agustín_, le encargó el comento de
la _Ciudad de Dios_; pero habiendo fallecido el joven Cardenal de Croy
en Worms, y hallándose sin recursos ni protector, se empeñó tanto en
el trabajo, que cayó enfermo, enviando, con todo, en 1522 á Erasmo el
final de sus _Comentarii in XXII libros de civitate Dei S. Augustini_,
compuestos en diez y ocho meses, y se publicaron en Basilea el mismo
año, reimprimiéndose en 1542, dos años después de su muerte. También
escribió la _Praelectio in Convivia Philelphi_, la _Praelectio in
4^m Rhetoricorum ad Herennium_, las _Additiones ad Suetonium_ y el
diálogo _Inquisitio sapientis_. Muerto Lebrija en 1522, el claustro de
Alcalá le ofreció la cátedra que dejaba vacante; pero no la aceptó.
Dirigió al cardenal Adriano _De Europae statu ac tumultibus_ el mismo
año. En 1523 compuso _Veritas fucata, sive de licentia poetica_ y
_De institutione feminae christianae_. El mismo año 1523 enseñaba
Humanidades en Oxford; pero iba y venía á Flandes, y en 1524 se casó
en Brujas con Margarita Valdaura. Del año 1523 son la _Epistola prima
de ratione studii puerilis_, _De consultatione_, la traducción latina
de dos discursos de Isócrates; del 1524 los _Satellitium animi_ y
la _Introductio ad Sapientiam_; del 1525 la _Epistola de Francisco
Galliae rege a Caesare capto_, dirigida al Rey de Inglaterra, y _De
pace inter Caesarem et Franciscum Galliae regem, deque optimo regni
statu_ y _Paries palmatus_. En 1526 compuso _De subventione pauperum_,
que le mereció una copa de oro de los magistrados de Brujas, á quienes
dirigió el tratado. En 1526 _De Europae dissidiis et bello Turcico,
De condicione vitae christianorum sub Turca_. En 1527 _Philalethae
Hyperborei in anticatoptrum suum Paraskeue_, probando á Enrique VIII la
legitimidad de la dispensa pontifical que le dió el Papa para casarse
con Catalina de Aragón, obra de la cual el Rey se enojó, por lo que
le encarceló y le desterró de su corte. Compuso _De officio mariti_,
y en 1529, _Sacrum diurnum de sudore Domini nostri J. C._, _Concio de
sudore nostro et Christi_, _De passione Christi_, _De concordia et
discordia in humano genere libri quatuor_, _De pacificatione_. En 1531,
_De disciplinis libri XX_. En 1535, _De Communione rerum ad Germanos
inferiores_, _Ad animi exercitationem in Deum commentatiunculae_. En
1536 explicó en París el _Poeticon Astronomicon_, de Higino, cuya
edición publicó: _Libri IV Hygini historiographi et philosophi_, y
además _De conscribendis epistolis_. De 1537 á 1539, _In Bucolica
Vergilii interpretatio_, _Censura de Aristotelis operibus_. En 1538,
_De anima et vita_ y _Exercitatio linguae latinae_ ó _Dialogi_, una
de las más célebres de sus obras. Póstuma es _De veritate fidei
christianae, libri V_, Basilea, 1543, 1544. Murió, en 1540, en Brujas,
habiendo compuesto, en suma, sesenta y tres obras.

Luis Vives es el más grande de los humanistas españoles y de los
principales de la época del Renacimiento en toda Europa. Hizo adelantar
las innovaciones de Lebrija más allá de la gramática, llevando la
crítica al arte de la elocuencia y biendecir y á la filosofía,
armonizando y ensanchando las doctrinas artísticas y filosóficas
paganas con las cristianas y abriendo nuevos senderos á la crítica y á
la pedagogía. El espíritu de su pensar y juzgar, enteramente español
en lo independiente, cristiano en lo dogmático y helénico en lo
humanístico, sin formar particular escuela, se derramó por toda España
y vivificó más ó menos todos los escritos de nuestros pensadores.

    =537.= M. PELAYO, _Cienc. esp._, t. I, pág. 12: "Luis Vives,
    el más prodigioso de los artífices del Renacimiento, pensador
    crítico de _primera fuerza_ (como hoy suele decirse), renovador
    del _método_ antes que Bacon y Descartes, iniciador del
    _psicologismo_ escocés, conciliador casi siempre, prudente y
    mesurado aun en la obra de reconstrucción que había emprendido;
    dechado de claridad, elegancia y rigor lógico; filósofo en
    quien predominaron siempre el juicio y el sentido práctico,
    nunca reñidos en él con la alteza del pensamiento, que, para
    todos accesible, jamás se abate, sin embargo, con aparente
    y menguada facilidad al vulgar criterio". _Cienc. esp._, t.
    II, pág. 15: "Luis Vives es un filósofo _ecléctico_... cuanto
    admite la verdad, venga de donde viniere; _ecléctico_ en cuanto
    no sobrepone á la propia razón y al propio criterio la razón
    de los maestros y el criterio de una escuela determinada;
    _ecléctico_ en cuanto no acata la autoridad sino _en las
    cosas que son de fe_; _ecléctico_ en cuanto profesa el gran
    principio _In necessariis unitas, in dubiis libertas_;
    _ecléctico_ porque no desdeña ninguno de los elementos y
    tendencias del pensamiento humano, sino que los comprende
    y armoniza todos, como están comprendidos y armonizados en
    la conciencia; _ecléctico_ en cuanto no declara guerra á
    Platón en nombre de Aristóteles, como los escolásticos, ni á
    Aristóteles en nombre de Platón, como la escuela de Florencia.
    Pero no _ecléctico_ á la manera de los franceses, pretendiendo
    conciliar la verdad y el error en una síntesis; que esto
    sólo fuera lo peligroso y censurable... _Combinó el oro que
    extrajo de la escolástica decadente con lo más acendrado de
    otros sistemas_... Utilizó Vives doctrinas platónicas; utilizó
    todo el saber de Aristóteles, que no se conoció íntegro y
    puro hasta los días del Renacimiento; aprovechóse de toda
    aquella ciencia antigua, cuya noticia sólo había llegado á
    Santo Tomás, de segunda mano, en incorrectas traducciones,
    cuando no en resúmenes y extractos. La ciencia de la Edad
    Media es muy respetable, pero su erudición valía poquísimo.
    _Cristianizó la filosofía reinante_... de origen griego... Así
    como el Angélico Doctor apartó las espinas del averroísmo, el
    gran filósofo de Valencia salvó su sistema de otros nuevos
    escollos, huyendo cuidadosamente del neoplatonismo teosófico
    de Marsilio Ficino, que era por entonces el mayor peligro, y
    de las extravagancias gentílicas de aquellos gramáticos que
    se habían dado á resucitar en crudo la doctrina del _alma del
    mundo, la unidad eleática ó el atomismo de Leucipo. De Vives
    procede la filosofía moderna, así en lo bueno como en lo
    malo_; pero lo _malo_ procede _ocasionalmente_, como proceden
    del dogma las herejías... Si Vives no hubiese formulado las
    leyes del procedimiento experimental, recomendando su uso
    en los casos en que debe aplicarse, no hubiera venido Bacon
    proclamando como _único_, ó poco menos, este procedimiento,
    extendiéndole á todo, anulando la ciencia pura y encerrándose
    en el _empirismo_; ni hubiera venido, como legítima
    consecuencia, el brutal _materialismo_ del siglo pasado, ni el
    _positivismo_ que ahora nos aqueja. Esto es evidente. Pero como
    el procedimiento experimental no deja de ser legítimo, aunque
    de él se abuse, maldita la responsabilidad que le corresponde
    á Vives por los yerros de sus discípulos. Que _Vives es la más
    elevada personificación de la España científica_ me parece
    indudable. Si ese calificativo está reservado para el filósofo
    más _original_ y de más hondo influjo en el pensamiento
    europeo, ¿quién podrá disputárselo al polígrafo de Valencia?
    No en modo alguno los _tomistas_; no Suárez, á pesar de su
    maravillosa _Metafísica_, de la cual dijo Vico que _encerraba
    cuanto hay que saber en materia de filosofía_; no el mismo
    Ramón Lull; entendimiento sintético de primer orden, pero no
    iluminado por aquella ciencia antigua que dió alas á Vives; no
    Moisés-ben-Maymon; no Avicebrón, padre de todo el panteísmo
    moderno; no León Hebreo, de quien desciende toda la estética
    platónica del siglo XVI; no Séneca, el gran moralista, ni otra
    ninguna de las grandes figuras de nuestra historia científica.
    La filosofía española, _dogmática_ y _creyente_ al par que
    _crítica_ y _armónica_, sólo alcanza su cabal desarrollo en
    Vives y Fox Morcillo. Pero Vives, por la universalidad de la
    doctrina, ha eclipsado el nombre de su discípulo. Vives fué
    el más prodigioso de los _artífices del Renacimiento_, y como
    la obra del Renacimiento era grande y necesaria y santa, y
    no debe confundirse con las excentricidades de Pomponio Leto
    ó de cualquier otro pedante, cábele gloria, no pequeña, por
    ello. _Artífices del Renacimiento_ y no _tomistas_ habían
    sido los que trabajaron en la Políglota Complutense. Mientras
    dos judíos conversos, tres humanistas y un griego fugitivo de
    Constantinopla levantaban aquel monumento, los escolásticos
    disputaban sobre _suposiciones_ y _restricciones_. _Artífices
    del Renacimiento_ fueron los que cuidaron de las primeras
    ediciones de los Santos Padres, y nadie trabajó en esto tanto
    como Erasmo. Cuando el _semiescolástico_ Pomponazzi, que en
    pleno Renacimiento ignoraba el griego y escribía perversamente
    el latín, dudó de la inmortalidad del alma, no se levantó para
    responderle ningún tomista (que yo sepa), sino un _artífice
    del Renacimiento_, un _humanista_, un _peripatético clásico_
    muy de segundo orden, Agustín Nipho. Cuando arreciaba la gran
    tormenta de la Reforma, nacida en los claustros _nominalistas_
    de Alemania, no en las escuelas de Letras humanas de Italia,
    encontró, cual valladar firmísimo, los libros _De veritate
    fidei christianae_, de Vives, y los _De libero arbitrio_,
    de Sepúlveda, hombres uno y otro del _Renacimiento_. Al
    cabo, y como reacción contra el protestantismo, despertó con
    nueva pujanza la _escolástica_; pero despertó influida, _muy
    influida_, por el Renacimiento. ¿Se concibe, antes del siglo
    XVI, un libro como el de Melchor Cano? ¿Se parecen Victoria ni
    Soto á los escolásticos del siglo XIV ni á los del XIII? ¡Oh,
    qué gran bien hizo el Renacimiento desterrando _la barbarie de
    la escuela!_ Los nuevos escolásticos no fueron ya bárbaros,
    por lo menos con aquella barbarie pertinaz y repugnante de
    los anteriores; no se entretuvieron en _sofisterías_, á lo
    menos deliberadamente y con insistencia; fueron grandes
    filósofos, grandes teólogos, dignos discípulos de Santo Tomás.
    Y todo, gracias á los artífices del Renacimiento. Hora es
    de hacerles justicia, ya que por medio siglo ha sido moda
    repetir contra ellos las declamaciones de aquel fanático,
    elocuente y desdichado demagogo _tomista_ fray Jerónimo
    Savonarola. De todos esos humanistas, muy pocos, y ninguno
    de primera talla, si se exceptúa á Melanchton, cayeron en el
    protestantismo, al paso que éste alistó falanges enteras entre
    la gente universitaria, que los otros llamaban _bárbara_. No
    fueron _tomistas_, por lo general, aunque alguno hubo, y de
    primera nota. Todo su saber teológico no salvó á Carranza de
    _luteranizar_, aunque de buena fe, en la cuestión de la fe y
    las obras...". M. Pelayo, _Ideas estét._, t. III, pág. 214
    (2.ª ed.): "Llevó á éste (campo de la retórica), como á todos
    los demás campos de la ciencia humana, su espíritu crítico
    é innovador, y ampliando, como dice Forner, las angostas
    márgenes en que los estilos de la antigüedad habían estrechado
    el uso de la elocuencia, la dilató á cuantos razonamientos
    puede emplear el ejercicio de la racionalidad. Esta
    importantísima revolución, que consiste en haber extendido el
    dominio de la Retórica, de la gran Retórica, es decir, de la
    teoría artística de la palabra, á todos los géneros en prosa, y
    no tan sólo á la oratoria política ó forense, como era uso de
    los antiguos; y el otro principio vivista, no menos luminoso y
    fecundo, de haber colocado esta teoría de la palabra después
    de la teoría del razonamiento, considerando la Retórica como
    una derivación y consecuencia de los estudios filosóficos, con
    lo cual puede decirse que se colocó Vives á dos pasos de la
    moderna preceptiva, dan á los tres libros _De arte dicendi_ un
    lugar aparte y muy glorioso en el cuadro de nuestra preceptiva
    clásica". (Véase allí mismo el análisis que hace de su doctrina
    estética).

    Resumiendo el estudio que de Vives hizo G. Desdevises Du
    Dezert sobre la obra de Bonilla (_Revue Hisp._, t. VII, pág.
    411), dice así: "Humanista hábil, ha dejado un buen libro
    de ejercicios latinos. Filósofo, tiene dudas, veleidades y
    adivinaciones..., algunos pasos más y hubiera dado en las
    verdades que afamaron á Bacón, Descartes, Locke y Kant; pero
    quedóse en las lindes de la ciencia, más allá de los sabios
    de la Edad Media y detrás de los grandes sabios modernos; no
    tiene sistema propio ni formó escuela; no hay vivismo. Pero su
    afán por la verdad y el bien le dieron la fórmula de algunos
    pensamientos, que expresó como nuevos y briosos, los cuales
    le ponen entre los sabios más sobresalientes de su tiempo.
    El concepto amplio de la historia y el menosprecio de los
    poderosos muestran en él lo espacioso de sus conocimientos
    científicos y lo libre de su ingenio. Nadie señaló con tanta
    nobleza y tan felizmente el valor moral del educador y el fin
    moral de la educación. Sus ideas sobre el matrimonio, no sólo
    rebasan su siglo, sino que sobrepujan á las de su religión,
    pues mientras ésta dice ser "unum corpus et duae animae", los
    esposos, Vives proclama ser "duo corpora et una anima". Su
    teoría sobre la asistencia y el socorro público parece moderna
    y merece toda alabanza. Como moralista es verdaderamente Vives
    original y merece no caer en el olvido de la historia".

    Bonilla: "Si hay una filosofía renaciente, mejor dicho,
    si hay un carácter general que distinga á los filósofos
    del Renacimiento, ese carácter y esa filosofía son el
    criticismo. El Renacimiento es un período crítico. Sus
    filósofos representan, con variedad de matices, esa tendencia.
    Vives sintetiza mejor que ninguno semejante dirección. Es
    pensador profundo, de sano y clarísimo juicio, de vigoroso
    entendimiento. Sabe apreciar atinadamente los errores y
    desviaciones de las escuelas: marca el camino que han de seguir
    las ciencias para recuperar su antiguo esplendor, pero no es
    creador de sistemas ni fundador de escuelas. Se ha dicho--y
    nunca lo será bastante--que Vives es en filosofía un pensador
    ecléctico. No ataca á Platón en nombre de Aristóteles, como
    Jorge de Trebisonda y Teodoro Gaza; ni se declara adversario
    de Aristóteles invocando las doctrinas de Platón, como
    Gemisto Plethon; no es exclusivista, ni creyente de comunión
    filosófica determinada, sino discípulo de la verdad, _veritatis
    sectatores_, decía, _ubicumque eam esse putabitis, ab illa
    state_. De aquí el carácter sincrético de su enseñanza. Su
    metafísica es en el fondo enteramente aristotélica; más aún
    su lógica; algún tanto su psicología; su estética, en lo
    fundamental, platónica; su teología, con cierta simplificación,
    escolástica; hasta de su pedagogía, que es donde mayor
    originalidad revela, ha dicho Lange "que no ha formado escuela
    alguna, ni hallado partidarios fervientes".

    Su obra capital _De Disciplinis libri XX_, Antuerpiae, 1531,
    contiene Τ. I, _De Corruptis Artibus_: 1. _De corruptis Artibus
    in universum._ 2. _De corrupta Grammatica._ 3. _De corrupta
    Dialectica._ 4. _De corrupta Rhetorica._ 5. _De corrupta
    Philosophia Naturae._ 6. _De corrupta Philosophia morum._ 7.
    _De corrupto Jure Civili._ Τ. II, _De Tradendis Disciplinis
    seu de institutione christiana._ Τ. III, _De Artibus libri
    VIII: De Prima Philosophia. De censura veri. De instrumento
    probabilitatis. De Disputatione._ Nótense las ed.: _Introductio
    ad sapientiam. Satellitium sive Symbola. Epistolae duae de
    ratione studii puerilis_, Medina, 1551. _Linguae Latinae
    Exercitatio_, Medina, 1586. _Yntroducción: para ser sabio,
    buelta en castellano por Francisco Cervantes de Salazar_,
    Sevilla, 1544; Alcalá, 1546. Id. por Diego de Astudillo:
    _Introducción á la sabiduría_, Amberes, 1551; Sevilla, 1604;
    Valencia, 1765. _Dialogistica Linguae Latinae exercitatio.
    Annotationes praeterea in singula colloquia doctissimi viri
    Petri Mota_, Alcalá, 1562;... _cum indice latino hispanico
    vocum difficiliorum ab Ioanne Ramirez compilato_. Alcalá, 1596;
    Madrid, 1597, en _Aliqua ex classicis autoribus_, de Miguel
    Navarro. _Instruccion de la muger christiana_, traducción de
    Juan Justiniano, Valencia, 1528; Alcalá, 1529; Sevilla, 1535;
    Zaragoza, 1539, 1545, 1555; Valladolid, 1584; Madrid, 1792,
    1793, 1893.

    =538.= JUAN LUIS VIVES, _Opera_, ed. Episcopio, Basilea,
    1555; _Opera_, ed. Mayáns, Valencia, 1782... Consúltense: M.
    A. J. Namèche, _Mémoire sur la vie et les écrits de J. L.
    Vives_, en las Memorias de la Acad. de Cienc. y Bell. Letr. de
    Bruselas, t. XV, 1840-1841; Emile Van den Busche, _Jean Louis
    Vives_, Bruges, 1871; A. Bonilla y San Martin, _Luis Vives y
    la filosofía del Renacimiento_, Madrid, 1903; _The Dialogues_
    [trad. inglesa], ed. F. Watson, London, 1908; F. Watson, _Vives
    and the Renaisssance Education of Women_, London, 1912; F.
    Watson. _Vives: on education_ [trad. inglesa de _De tradendis
    disciplinis_, con introducción], Cambridge, 1913.

    =539.= En 1514 se imprimió el texto griego de la _Políglota de
    Alcalá_. Fué el primer texto del Nuevo Testamento impreso en el
    mundo, dos años antes que el de Erasmo. Salió á luz el 1522 con
    el resto de la obra.

    En 1514 el LICENCIADO ALONSO ÁLVAREZ DE TOLEDO tradujo _Los
    morales de San Gregorio papa_, Sevilla: ibid. 1527; Salamanca,
    1534; Sevilla, 1534, 1549.

    JUAN MARTÍNEZ SILICEO (latinizado el apellido Guijeño) (†
    1557), natural de Villagarcía, en Extremadura, preceptor de
    Felipe II, después su confesor y Arzobispo de Toledo desde
    1545; Cardenal, célebre por su piedad y doctrina, publicó en
    1514 _Arihmetica theorica et practica_, París; ibid., 1526;
    Valencia, 1544. _De Divino nomine Jesú per nomen Tetragrammaton
    significato_, Toledo, 1550; traducido por un su familiar:
    _Del divino nombre de Jesús por... D. Juan Martines Guijeño_,
    Toledo, 1551. _In Canticum Magnificat, In Orationem Dominicam
    et Salutationem Angelicam explicationes duae_, Toledo, 1550; en
    romance, vertido por un su familiar, Toledo, 1551. _Pro Statu
    Toletanae Ecclesiae._

    En 1514 se publicó _El septimo libro de Amadís de Gaula que
    trata de los grandes fechos en armas de Lisuarte de Grecia,
    fijo de Esplandian y assi mesmo de los de Perion de Gaula_,
    Sevilla; ibid., 1525; Toledo, 1534, 1539; Sevilla, 1543, 1548,
    1550; Zaragoza, 1587; Lisboa, 1588.

    En 1514 Fr. HUGO DE BALMA publicó _Sol de contemplativos_,
    Sevilla.

    En 1514 FORTÚN GARCÍA DE ERCILLA ó ARTEAGA, guipuzcoano, padre
    del autor de la _Araucana_, publicó _De Ultimo Fine utriusque
    Iuris Canonici et Civilis, de primo principio et subsequentibus
    praeceptis, de derivatione et differentiis utriusque_, Bolonia.
    _Ad titulum de Iustitia et Iure_, Bolonia, 1517. _De Pactis_,
    Bolonia, 1514. _De Liberis et Posthumis. De Expensis et
    Melioratinibus, Sumptibus bonae et malae fidei Possessorum,
    Usufructuariorum_, etc., Colonia, 1599. _Consilium pro Militia
    S. Iacobi. Sobre el desafio del Rey de Francia y del Emperador_
    (Ms., Nic. Antonio).

    En 1514 de FERNANDO DE ROA, catedrático de Teología en
    Salamanca después del famoso Deza, son: _Commentarii in
    Politicorum Aristotelis libros_, _Repetitiones de iustitia et
    iniustitia_, _De Domino et Servo_, _De Foelicitate_, Salamanca,
    obras publicadas por el M. Martin de Frías.

    En 1514 JERÓNIMO AMIGUET, médico tortosano, publicó _Isagogica
    via sive introductoria ad artem Grammaticam_, Barcelona.

    En 1514 SANCHO CARRANZA DE MIRANDA, navarro y magistral de
    Sevilla, hermano de fray Bartolomé, publicó _De alterationis
    modo et quidditate adv. Paradoxon Augustini Niphi_, Roma.
    _Progymnasmata Logicalia_, París, 1517. _In quasdam Erasmi
    Roter. Annotationes_, Roma, 1522. _Oratio ad Leonem X pro
    universali Hispaniarum Ecclesia_, Alcalá, 1523.

    En 1514 se publicó la _Historia de Santa María Madalena_,
    Burgos.

    En 1514 JUAN DE ESPINOSA, arcipreste de Santa Olalla, racionero
    de la Santa Iglesia de Toledo, publicó _Retractaciones de
    los errores y falsedades que escribió Gonzalo Martines de
    Bizcarguien_ (sic). Toledo; ibid., 1515, 1520.

    =540.= _Año 1515._ ALFONSO DE ZAMORA, así llamado de su
    ciudad natal, fué de padres judíos, y regentó sus escuelas
    antes de la general expulsión; convertido al cristianismo, le
    empleó Cisneros en los trabajos de la Políglota, en la parte
    hebraica, con Pablo Coronel. Sus obras se publicaron el año
    1515, en uno de los tomos de la Biblia políglota complutense:
    _Vocabularium Hebraicum atque Chaldaicum veteris Testamenti.
    Interpretationes Hebraicorum, Chaldaeorum Graecorumque nominum
    veteris ac novi Testamenti. Catalogus eorum, quae in utroque
    Testamento aliter scripta sunt vitio scriptorum, quam in
    Hebraeo et Graeco. Introductiones Artis Grammaticae Hebraicae._
    Después, muerto ya Cisneros, publicó _Artis Grammaticae
    Hebraicae Introductiones_, Alcalá, 1526, juntamente con las
    siguientes obras: _Vocabularium breve omnium fere primitivorum
    Hebraicorum. Brevis Tractatus de Orthographia Hebraica,
    de Punctis. Epistola, quam misit ex Regno Hispaniae ad
    Hebraeos, qui sunt in Urbe Romana ad reprehendendum eos in sua
    pertinatia._ En 1525 publicóse el _Tratado de loor de virtudes
    en metro castellano, compuesto por Alfonso de Zamora_, Alcalá;
    otra edición del año anterior, en el _Registro_ de Colón, y en
    Valencia, 1526. Gonzalo Fernández de Oviedo, _Quincuagenas_:
    "Un librico anda por ese mundo impreso de sentencias y
    doctrinas de la Sagrada Escritura, breve y que cuesta pocos
    dineros y de mucho provecho y utilidad catholica, el qual está
    en versos castellanos y le compuso el docto maestro Alonso de
    Zamora, regente de la Universidad de Alcalá de Henares".

    En 1515 y 1540, según Barcia, se imprimió en Valencia la
    traducción del libro de sir John de Mandeville, obra de fines
    del siglo XIV; después, en 1521: _Libro d' las marauillas del
    mundo_. Fué el libro inglés de viajes mejor escrito y más leído.

    =541.= En 1515 DON PEDRO JIMÉNEZ DE PREJANO publicó el _Lucero
    de la Vida xrtiana_, Sevilla.

    En 1515 el L. ALONSO RODRÍGUEZ DE TUDELA publicó el _Compendio
    de los boticarios, segun el muy excelente maestro en artes y
    doctor en medicina Saladino, medico del excelentísimo príncipe
    de Tarento_, Valladolid. _Servidor de Albucasis, trasladado_,
    Toledo, 1516; Valladolid, 1517.

    En 1515 FRAY PEDRO BENEJAM, jerónimo barcelonés, publicó _De
    divini officii celebratione_, Zaragoza. Dejó escritas otras
    obras: _De laude et amore religionis. De praeparatione facienda
    ante Missae celebrationem. De scrupulis faciendis et evitandis
    circa Sacramentum. De laude et veneratione Sacramenti. De
    nominibus et effectibus ipsius Sacramenti. De gratia. Speculum
    sapientiae presbyteri._ (Sigüenza).

    En 1515 JUAN ANDRÉS DE JÁTIBA, mahometano converso, publicó
    _Confusion de la secta mahometana y del Alcoran_, Valencia;
    Sevilla, 1537; Granada, 1560; en ital. en Sevilla, 1540, y en
    francés. Se le atribuye un _Tratado de Aritmética práctica_,
    impreso en 1515. Nicolás Antonio atribuye una _Arithmetica_,
    Sevilla, 1537, á Juan Andreas, zaragozano.

    En 1515 se publicaron _Las meditaciones & Soliloquios & Manual
    del bienav. S. Agustín_, Valladolid; Toledo, 1538, 1565.

    En 1515 FERNANDO DE MORALES publicó _Salterio e rosario de
    Nuestra Señora con la toma de Oran e guerra de Italia y navarra
    en coplas_. Toledo.

=542.= En 1516 se publicó el _Cancionero de Resende_ (1470-1540),
ó _Cancionero general... por Garcia de Ressende_, Lisboa. Contiene
composiciones de 150 poetas portugueses, de ellos 41 que escriben en
castellano. "Nunca se vió tan estéril abundancia de versificadores y
tanta penuria de poesía", dice M. Pelayo. Juan de Mena, el Marqués de
Santillana y los poetas de la Corte de don Juan II fueron los maestros
y modelos de aquellos poetastros, que todavía quedaron a cien leguas de
ellos.

    =543.= "Aunque todas las poesías del _Cancionero_, dice Juan
    Valera, son de _sociedad_: burlas, sátiras, _cousas de folgar_,
    declaraciones de amor, _louvores_ ó encomios de la hermosura
    de las damas, invenciones y letras de justadores, quejas y
    encarecimientos enamorados, y preguntas y respuestas para
    manifestar prontitud y agudeza de ingenio, improvisando en
    una reunión elegante: todavía son de grandísimo interés por
    ser obra de aquellos mismos varones que pasaban más allá de
    Trapobana, que iban dilatando el imperio de la fe por el África
    y por el Asia, que domeñaban remotísimos pueblos y regiones
    y el poder del Samorí, y que visitaban islas y continentes
    misteriosos, apenas explorados antes por ningún europeo; el
    imperto de Aberim, la corte del preste Juan, los alcázares
    de la Aurora, la cuna donde nace el día, los países de la
    canela, del clavo y del incienso; la isla de los Amores y las
    costas de Pancaya, donde se crían los preciosos aromas. Estas
    grandes novedades traían á la corte elegante del rey don Manuel
    cierta luz y cierto perfume del extremo Oriente. En suma, el
    _Cancionero_ es un monumento de los ocios magnánimos, de los
    galanteos y de la vida de una nobleza heroica y aventurera, en
    quien tan precioso ornato era el arte de poetría, cuanto el
    montar á caballo en toda silla y saber revolver con gracia, y
    alancear un toro, y correr cañas, y tirar la barra: en quien
    resplandecía la sutileza del ingenio, lo quintaesenciado
    y metafórico de los sentimientos amorosos y la blandura
    de corazón, lo mismo que la destreza en las armas y las
    extraordinarias fuerzas corporales: porque era natural y propio
    en individuos de ella, como Aires Telles de Menezes, derribar
    en la lucha á los más duros y fornidos ganapanes ó morir de
    amor por alguna Princesa. El _Cancionero_ encierra en sí el
    espíritu, la índole y la condición de estos nobles portugueses,
    los cuales, en obras grandes y en pensamientos atrevidos, se
    adelantaban entonces á los demás hombres, salvo á sus vecinos
    los castellanos". Sólo se reimprimió en 1846-1852, Stuttgart,
    por E. H. von Kausler (Bibl. des litt. Vereins in Stuttgart,
    ts. XV, XVII y XXVI); facsímile de la primera edición, por
    Archer M. Huntington. New-York, 1904. Consúltese: M. Pelayo,
    _Antología de poet. lír. cast._, t. VII, pág. CV; Juan Valera,
    _Revista de España_, t. I, 1868.

    =544.= En 1516 se publicó el _Libro segundo de Palmerín: que
    trata de los altos hechos de armas de Primaleón y Polendos, sus
    hijos_; Salamanca, 1516; Sevilla, 1524; Toledo, 1528; Venecia,
    1534; Medina, 1563; Lisboa, 1566; Bilbao, 1585; Lisboa, 1598.
    Se supone hubo otra edición anterior. Consúltese H. Vaganay en
    _La Bibliofilia_ (Firenze, 1909), t. X, págs. 121-134 y 161-167.

    En 1516 el BACHILLER HERNANDO BERNAL, de Medellín, publicó la
    _Historia de Floriseo_, Valencia. _Don Reymundo de Grecia_,
    1524.

    En 1516 MIGUEL DEL MOLINO, aragonés, publicó en latín el
    _Formulario de actos extraiudiciales_, que publicó en romance
    el año 1523, Zaragoza. _Resolutiones iuris civilis_, Zaragoza,
    1516.

    En 1516 MARTÍN DE IBARRA, vascongado, publicó _Caroleidos libri
    IV_, en verso heroico, Barcelona. _Grammaticae Rudimento_,
    Perpiñán, 1524. _In Michaelis Verini Disticha comentarium_,
    Lyon, 1530, 1539.


                                NOTAS:

[25] Discútese, sin embargo, si el autor de los _Dialoghi_ fué
Abarbanel ó Messer Leo de Mantua. Véase á L. Stein, en el _Archiv f.
Geschichte d. Philosophie_, III, 108.




                       AUTORES Y OBRAS ANÓNIMAS


ABARBANEL (Isaac), 415.

ABARBANEL (Juda), 504.

ABDEL-AZIZ, 107.

ABDERRAHMAN-BEN-ISHAG, 102.

ABEN-ALJHATIB, 223.

ABEN-ΒAGEH, 115.

ADEN-EL-BEITHAR, 222.

ABEN-ESSAMEJ, 106.

ABEN-ESSOFAR, 106.

ABEN-GOLGOL, 102.

ABEN-GUEFITH, 107.

ABEN-QUICH, 222.

ABEN-SABIN, 219.

ABRAHAM-BEN-DAVID, 112.

ABU-ISAAC-AL-BITRODJI, 115.

ABU-JAFAR, 116.

ABU-MERUAN, 116.

ABU-SALT, 115.

ABU-ZACARIA, 115.

ABU-ZAID, 106.

ABUL-CASSEN, 101.

ABUL-CASSIS, 102.

ABUL-GUALID-MERUAN, 105.

ABUL-HASSAN-EZRA, 114.

ACUÑA (Pedro de), 512.

AGÜERO DE TRASMIERA (Bach. Juan), 535.

AGUSTÍN (_Las meditaciones & Soliloquios & Manual de S._), 541.

AJUDA (_Cancioneiro da_), 204.

ALBELDENSE (_Cronicon_), 98.

ALBO (Rabí Josef), 299.

ALCALÁ (Pedro de), 503.

ALCALÁ (Universidad de), 508.

ALCORAN (_Reprobación del_), 496.

ALCOZER (Fr. Jerónimo de), 510.

ALDEPHONSI (_Cronica_), 129.

ALEJANDRO VI, 466.

ALFONSO X, 193.

ALFONSO XI, 247.

ALFONSO (Pero), 122.

ALFONSO DE CÓRDOBA (Martín), 387, 502.

ALFONSO ONCENO (_Poema de_), 249.

ALIXANDRE (_Libro de_), 171.

ALIXANDRE (_Recontamiento del rey_), 131.

ALJAMIADOS, 230.

ALMENAR (Juan), 499.

ALMERÍA (_Conquista de_), 147.

ALTABEN, 114.

ÁLVAREZ DE ALBORNOZ (D. Gil), 257.

ÁLVAREZ CHANCA (Diego), 506.

ÁLVAREZ GATO (Juan), 368.

ÁLVAREZ DE TOLEDO (Ldo. Alonso), 539.

ÁLVAREZ DE VILLASANDINO (Alfonso), 346.

ÁLVAREZ CORDOBÉS, 96.

ÁLVARO PELAGIO, 236.

AMADEO (Beato), 387.

AMANTES (_Historia de dos_), 461.

AMIGUET (Jerónimo), 539.

ANALES _de Aragón y Navarra_, 176.

ANALES _complutenses_, 127.

ANALES _compostelanos_, 127.

ANALES _de los Reyes Godos de Asturias, León_, 176.

ANALES _toledanos_, 176.

ANDRÉS (Dr. Antonio), 231.

ANDÚJAR (Juan de), 335.

ANGLERIA (Pedro Mártir de), 424

ANGLÉS (Fr. Guillermo), 257.

ANGUR (Juan), 523.

ANSELMO (_Meditaciones de San_), 503·

ANTICH BAGES (Juan), 231.

ANTONIO DE PADUA (San), 217.

APINGIUS, 75.

APOLLONIO (_Libro de_), 159.

ARCAYONA (_Doncella_), 131.

ARIAS DE BALBOA (D. Vicente). 281.

ARIB-BEN-SAID, 101.

ARISTÓTELES (_La Filosofía moral de_), 510.

ARISTOTIL A ALEXANDRE (_Castigos de_), 184.

ARNALDO DE VILANOVA, 216.

ARRAGEL DE GUADALFAJARA (Rabí Mosé), 305.

ARREDONDO Y ALVARADO (Fr. Gonzalo), 492.

ARTE _de canto llano_, 485.

AUDALLÁ (Maestre), 275.

AVEMPACE, 104, 115.

AVERROES, 113.

AVICEBRÓN, 104.

ÁVILA (Alonso de), 466.

ÁVILA (Fr. Francisco de), 509.

AVIÑÓN (Juan de), 290.

AYORA (Gonzalo), 443·

AZARQUEL, 106.

BACHO (Fr. Francisco de), 257.

BACHYA-BEN-JOSEPH, 104.

BAENA (_Cancionero de Juan Alfonso de_), 345.

BAEZA (Hernando de) 492.

BALADRO _del sabio Merlín_ (_El_), 470.

ΒALBO, 31.

BALMA (Fr. Hugo de), 539.

BALLESTER (Fr. Juan), 257.

BAQUIARIO, 62.

BARBOSA (Arias), 423.

BARCELLOS (_Libro de las Cantigas do Conde de_), 204.

BARLAAM Y JOSAPHAT, 121.

BARRIENTOS (D. Lope de), 344.

BARTOLOMÉ (Fr.), 180.

BASIN (Bernardo), 506.

BASURTO (D. Rodrigo), 450.

BEATO (S.), 89.

BEHETRIAS (_Libro de las_), 257.

BELLUGA (Pedro Juan), 339.

BEN-EZRA, 112.

BEN-FARAK, 107.

BEN-QUASSUN, 116.

BEN-THOFAIL, 113.

BENAVENTE (Fr. Jacobo), 275.

BENAVENTE  (Juan  Alfonso de), 341.

BENEJAM (Fr. Pedro), 541.

BENET (Fr. Cipriano), 523.

BENJAMÍN DE TUDELA, 117.

BERCEO, 164.

BERNAL (Bach. Hernando), 544.

BERNÁLDEZ (Andrés), 531.

BERNARDO _del Carpio_ (_Gesta de_), 147·

BERNARDO COMPOSTELANO, 220.

BESALÚ (Ramón Vidal de), 221.

BIBAGO-BEN-SEM-TOB (Abraham), 426.

BICLARENSE (Juan), 74.

BOCADOS _de Oro_, 184.

BONETO (Fr. Nicolás), 409.

BONIUM, 184.

BRAULIO (S.), 80.

BUENAVENTURA (_Doctrina cordis del seráfico doctor S._), 511.

BURGENSE (_Cronicon_), 127.

BURGOS (Antonio de), 514,

BURGOS (Fr. Vicente de), 450.

CABALLERÍA (Pedro de la), 360, 485.

CAÍDA _de príncipes_, de Boccaccio, 453.

CALICIO Ó CALLIS (Jaime), 304.

CALIXTINO (_Códice_), 147.

CAMPOS (Diego de), 217.

CANAMOR (_La Historia de_), 510.

CANCIONERO _general_, 512.

CANELLAS (D. Vital de), 220.

CARBONELL (Fr. Poncio), 217.

CARMELL (Fr. Miguel), 231.

CARRANZA DE MIRANDA (Sancho), 539.

CARTAGENA, 512.

CARTAGENA (Teresa de), 410.

CARVAJAL  (D. Bernardino de), 445.

CARVAJAL (Juan de), 333.

CARVAJALES, 335.

CASANOVA (Juan de), 309.

CASAS (Luis de las), 502.

CASTIGOS _y documentos_, 258.

CASTILLA (_Crónica de_), 342.

CASTILLO (Fernando del), 466.

CASTILLO (Hernando, y su _Cancionero_), 512.

CASTRO (Conde de), 335.

CATÁNEO (Fr. Bartolomé), 341.

CELAYA (Juan de), 499.

CERCO _de Zamora_ (_Cantar del_), 147.

CESARAUGUSTANO (Juan), 80.

CID (_Cantar de Mio_), 142.

CID (_Cronica particular del_), 342.

CID (_Cronica popular del_), 470.

CIFAR (_Hist. del cavallero_), 213.

CIRUGÍA _de maestre Lanfranco_ (_La_), 453.

CISNEROS, 508.

CIUDAD RODRIGO (Fr. Juan de), 510.

CLARAVÓ (Fr. Juan de), 236.

CLAUDIO, 91.

CLÍMACO (_Obras de S. Juan_), 503.

COBO (M. Diego de), 290.

COIMBRICENSE (_Cronicon_), 127.

COLOCCI-BRANCUTI (_Cancionero de_), 204.

COLÓN (Cristóbal), 444.

COLUMELA, 39.

COMENDADOR DE ÁVILA, 512.

COMENDADOR ROMÁN, 512.

COMPENDIO _de la salud humana_, 450.

COMPOSTELANA (_Historia_), 125.

COMPOSTELANO (Bernardo), 220.

COMPOSTELANO (_Cronicon_), 127.

COMPOSTELANO (Pedro), 130, 231.

CONANCIO, 80.

CONFESIONARIO (_El_), 413.

CONTEMPTUS _mundi_, 430.

COPLAS _de ¡Ay panadera!_, 350.

COPLAS _de Mingo Revulgo_, 381.

COPLAS _del Provincial_, 381.

CÓRDOBA (Fernando de), 361.

CORNELIUS HISPANUS, 35.

CORONEL (Antonio), 510.

CORRAL (Pedro de), 282.

CORREA (Luis), 535.

COSA (Juan de la), 492.

COSTANA, 512.

COTA (Rodrigo de), 398.

CRÓNICA _general de España_, de Velorado, 523.

CRÓNICA _general de 1344_, 245.

CRÓNICAS (_Clasificación de las_), 343.

CUADROS (Gonzalo de), 335.

CUESTIÓN _de Amor_, 526.

CUNILLAS, 512.

ÇADIQUE (D. Jacob), 281.

ÇARFATY (Mosé), 284.

CHIJA, 106.

CHIRINO (M. Alonso), 290.

CHRISTIÁ (Fr. Pablo), 217.

DAGUI (Pedro), 425.

DÁMASO (S.), 63.

DANZA _de la Muerte_, 358.

DECAMERON, 463.

DENUESTOS _del agua y del vino_, 162.

DESPABORDE (Guillermo), 257.

DESPUIG (Guillermo), 453.

DEXTRO, 63.

DEZA (Diego), 432.

DIÁCONO (Juan), 123.

DÍAZ DE AUX (Martín), 312.

DÍAZ DE GÁMEZ (Gutierre), 352.

DÍAZ DE MONTALVO (Alonso), 405.

DÍAZ TANCO DE FREGENAL (Vasco), 521. De sus diálogos en verso
  para representarse, _Terno Dialogal autual_, _Terno farssario
  autual_ y _Terno comediario_, impresos en Zaragoza, 1530, sólo
  se conoce el _Terno comediario_, (British Museum y Bibl. Nacional).

DÍAZ DE TOLEDO (Pero ó Pedro), 354 y 413.

DIEZ _Mandamientos_, 176.

DINIZ (_Cancioneiro de D._), 204.

DIOS (Juan de), 220.

DISPUTA _del Alma y el Cuerpo_, 152.

DOCE _sabios_ (_Libro de los_), 184.

DONCELLA _Arcayona_, 131.

DRACONCIO, 72.

DUEÑAS (Juan de), 335.

DUNAS-BEN-LABRAT, 100.

DURÁN (Domingo Marcos), 445.

DURANGO, 512.

ELENA _y María_ (_La Disputa de_), 163.

ELPIDIUS, 75.

EMPERATRIZ (_Fermoso cuento de una sancta_), 460.

ENGANNOS _e los asayamientos_ (_Libro de los_), 190.

ENRIQUE _fi de Oliva_ (_Historia de_), 470.

ENRÍQUEZ DEL CASTILLO (Diego), 384.

ENSEÑAMIENTO _del coraçon_ (_El_), 470.

ENZINA (Juan del), 433.

EPITOMA IMPERATORUM, 131, nota.

ESCOBAR (Andreas de), 309.

ESCRIVÁ (Juan), 485.

ESCRIVÁ (Mosén Juan), 464.

ESPAÑOL (Josef el), 103.

ESPECULO, 210.

ESPEJO _de Medicina y Cirugía_, 453.

ESPERAINDEO, 92.

ESPINA (Fr. Alonso de), 376.

ESPINOSA (Juan de), 539.

ESTATORIO (Víctor), 35.

ESTEBAN (Fernando), 287.

ETERIO (S.), 89.

EUGENIO (S.), 80.

EULOGIO (S.), 95.

EUTROPIUS, 75.

EVANGELISTA, 362.

EVIA, 492.
  (Fr. Francisco de Evia, franciscano, parece ser el autor del
 _Exemplario contra los engaños_ (núm. 449), del _Exemplario de la
  sancta fee catholica_, Toledo, 1548; del _Exemplo de la paciencia
  de Job_, León, 1550,   y del _Espejo del Anima_, Valladolid, 1550).

EXEMPLARIO _contra los engaños y peligros del mundo_, 449. (Véase EVIA).

EXIMENIZ (Fr. Francisco), 273.

EYMERICH (Fr. Nicolás), 257.

FABRICIO DE VAGAD (Fr. Gauberto), 484.

FASCICULUS _temporum_ (_Chronica quae dicitur_), 408.

FÉLIX, 80.

FENOLLET (Luis), 410.

FERNÁNDEZ (Alonso), 422.

FERNÁNDEZ (Fr. Carlos), 523.

FERNÁNDEZ (Lucas), 441.

FERNÁNDEZ DE CONSTANTINA (Juan), 485.

FERNÁNDEZ DE FIGUEROA (M. Martín), 523.

FERNÁNDEZ DE LA GAMA (Juan), 502.

FERNÁNDEZ DE HEREDIA (Juan), 262.

FERNÁNDEZ DE MADRID (Francisco), 511.

FERNÁNDEZ DE SAN PEDRO (Diego), 437.

FERNÁNDEZ DE SANTAELLA (Rodrigo), 414.

FERNÁNDEZ DE VELASCO (Pedro), 330.

FERNÁNDEZ DE VILLEGAS (Jerónimo), 511.

FERNÁNDEZ DE VILLEGAS (Dr. Pedro), 511.

FERNANDO (_Cantar del Rey_), 147.

FERRANDES DE JERENA (Garci), 346.

FERRÁNDEZ (Fr. Lope), 309.

FERRER (S. Vicente), 274.

FERRÚS (Pedro), 346, 412.

FIAMETA (La), 466.

FIGUEROLA (Juan), 273.

FLACO (Valerio), 47.

FLOR _de virtudes_, 387, 432.

FLORES (Juan de), 451.

FLORES _y blanca flor_, 523.

FLORES _de Filosofía_, 184.

FLORETO _de S. Francisco_, 445.

FLORO, 55.

FLOS _sanctorum_, 514.

FONTOVA (Fr. Bernardo), 339.

FORMA _de los novicios_, 466.

FORUM _Iudicum_, 82.

FRAGA (Fr. Miguel de), 217.

FRÍAS (Fr. Gonzalo de), 485.

FUENTIDUEÑA (Fr. Alonso de), 484.

FUERO _de Avilés_, 131.

FUERO _Juzgo_, 182.

FUERO _viejo de Castilla_, 182.

FUEROS _de Aragón_, 403.

FULGENCIO (S.), 78.

GALLION, 35.

GARAY (Nuño de), 535.

GARCÍA (Gonzalo), 450.

GARCÍA (Juan), 220.

GARCÍA (Martín), 383.

GARCÍA (Pedro), 425.

GARCÍA DE CASTROJERIZ (Juan), 255.

GARCÍA DE EUGUI (Fray), 273.

GARCÍA DE ERCILLA (Fortún), 539.

GARCÍA MORENO (Bach.), 510.

GARCÍA DE SANTA MARÍA (Álvar), 364.

GARCÍA DE SANTA MARÍA (Micer Gonzalo), 418.

GARCÍA DE VILLADIEGO (Gonzalo), 418.

GARETH (Benedetto), 506.

GATOS (_Libro de los_), 291.

GAVER, 257.

GEBER-BEN-AFLA, 115.

GILABERT (Fr. Jofre), 287.

GINEBREDA (Fr. Antonio), 466.

GÓMEZ (Juan), 514.

GÓMEZ DE ALBORNOZ (D. Pedro), 262.

GÓMEZ BARROSO (M. Pedro), 220.

GÓMEZ GARCÍA, 492.

GÓMEZ PÉREZ PATIÑO, 346.

GONÇALEZ (_Poema de Fernán_), 205.

GONZÁLEZ DE BUSTAMANTE (don Gonzalo), 273.

GONZÁLEZ DE CLAVIJO (Ruy), 285.

GONZÁLEZ DE MENDOZA (Card. Pedro), 430.

GONZÁLEZ DE UCEDA (Pedro), 346.

GORDONIO (Bernardo), 231.

GORRIS (Fr. Guillermo), 485.

GRAN _conquista de Ultramar_, 210.

GRANOLLACHS (Bernat de), 425.

GRIAL (_Demanda del Santo_), 470.

GRIMALDO, 110.

GUEVARA, 512.

GUI (Pedro de), 425.

GUILLÉN DE ÁVILA (Diego), 483.

GUILLÉN DE SEGOVIA (Pedro), 388.

GUILLERMO DE INGLATERRA (_Estoria del rey_), 460.

GUNDISALVO (Domingo), 120.

GUTIÉRREZ DE CEREZO (Fr. Andrés), 418.

GUTIÉRREZ DE TOLEDO (Julián), 450, 470.

HEREDIA (Pablo de), 425.

HERNÁNDEZ (Alonso), 522.

HERRERA (Fr. Diego de), 362.

HERRERA (Gabriel  Alonso de), 524.

HERRERA (Martín de), 511.

HIAYA-BEN-ISAAC, 102.

HIGINO (C. Julio), 33.

HINOJOSA (D. Gonzalo de), 231.

HISPALENSE (Juan), 120.

HISPANO (Juan), 130.

HISPANO (Pedro), 180, 218.

HISPANO (Vicente), 220.

HOSPITAL (Jaime), 231.

IBARRA (Martín de), 544.

IDACIO, 72.

ILDEFONSO (S.), 80.

ILDEFONSO (_Vida de S._), 226.

IMPERIAL (Micer Francisco), 346.

IRIENSE (_Cronicon_), 127.

ISAAQUE (_Libro de_), 223.

ISIDORO (S.), 78.

ISOPETE ISTORIADO (_El libro de_), 426
  (_Fábulas de Esopo_, Burgos, 1496).

JAIME (D.), 220.

JANUARIUS (Fr. Jaime), 506.

JÁTIBA (Juan Andrés de), 541.

JERÓNIMO (_Scala coeli de S._), 503.

JHERONIMO (_El transito de Sant_), 445.

JIMÉNEZ CERDÁN (Juan), 312.

JIMÉNEZ DE PREJANO (D. Pedro), 541.

JIMÉNEZ DE RADA (Rodrigo), 178.

JUAN  (_Historia del abad don_), 506.

JUAN II (_Crónica de don_), 365.

JUAN MANUEL (Don), 232.

JUDA-BEN-DAVID, 100.

JUDA-LEVÍ, 112.

JULIÁN (S.), 80.

JULIANO (Presbítero), 110.

JULIANUS (Antonius), 55.

JUSTINIANUS, 75.

JUSTUS, 75.

JUVENCO, 59.

KALILA _et Digna_, 187.

KIMJI, 112.

LANAJA (Pedro), 231.

LANDO (Fernán Manuel de), 346.

LAPIDARIO, 187.

LARA (_Gesta de los Infantes de_), 147.

LARRAGA (Martín de), 231.

LATRON, 35.

LATRONIANUS, 62.

LAX (Μ. Gaspar), 506.

LEANDRO (S.), 76.

LEBRIJA (M. Elio Antonio de), 419.

LEDESMA (Fr. Francisco de), 506.

LEÓN (Francisco de), 512.

LEÓN HEBREO, 504.

LEYVA (Juan de), 512.

LI (Andrés de), 449.

LIBRO _de la celestial Jerarquía y infernal Laberinto_, 446.

LIBRO _de las marauillas del mundo_, 540.

LIBRO _de los pensamientos variables_, 485.

LICINIANUS, 75.

LILII _Medicinae_, 453.

LISUARTE _de Grecia_ (_Libro_...), 539.

LOAYSA (José de), 209.

LOBRAÑAN (Diego de), 312.

LOGROÑO (Bach. Juan Alfonso de), 453.

LÓPEZ (M. Fr. Juan), 430.

LÓPEZ DE AYALA (Pero), 263.
  (_La Coronica del rey D. Pedro_ se imprimió en Sevilla, 1495;
  Toledo, 1526 (con la de Enrique II y Juan I); Sevilla, 1542, 1549;
  Pamplona, 1591).

LÓPEZ DE CORTEGANA (Diego), 534.

LÓPEZ DE HARO (D. Diego), 512.

LÓPEZ DE MENDOZA (D. Íñigo), Marqués de Santillana, 301.

LÓPEZ DE SEGOVIA (Juan), 425.

LÓPEZ DE TOLEDO (Fr. Diego), 470.

LÓPEZ DE VILLALOBOS (Dr. Francisco), 467.

LÓPEZ DE VIVERO PALACIOS RUBIOS (Dr. Juan), 500.

LOPIS (Juan), 503.

LUCANO, 45.

LUCAS DE TÚY (Don), 181.

LUCENA (Juan de), 379.

LUCIDARIO, 210.

LULL (Raimundo), 215.

LUNA (D. Álvaro de), 351.

LUNA (Pedro de), 273.

LUSITANO (_Cronicon_), 127.

LUZÓN (Juan de), 509.

LLABIA  (_Cancionero  de Ramón de_), 410.

MACÍAS, 346.

MADALENA (_Historia de S. María_), 539.

MADRIGAL (Alfonso de), 334.

MAGOS (_Historia de los tres Reyes_), 509.

MAHOMA (_La Alabanza de_), 131.

MAIMÓNIDES, 112.

MAINETE (_Gesta de_), 147.

MALLORCA (Rodrigo de), 257.

MANRIQUE (Gómez), 374.

MANRIQUE (Jorge), 401.

MANUAL _de la Sancta Fe Católica_, 453.

MANUEL (D. Juan), 512.

MARBRES (Juan), 400.

MARCIAL, 51.

MARINEO SÍCULO (Lucio), 415.

MARQUILLES (Jaime de), 503.

MARTÍ (Fr. Ramón), 221.

MARTÍN (S.), 74.

MARTÍN DE LEÓN (D.), 180.

MARTÍN DE LEÓN (S.), 130.

MARTÍNEZ (Μ. Ferrando), 220.

MARTÍNEZ DE AMPIÉS (Martín), 453.

MARTÍNEZ DE BIZCARGUI (Gonzalo), 509.

MARTÍNEZ DE MEDINA (Diego y Gonzalo), 346.

MARTÍNEZ SILICEO (Juan), 539.

MARTÍNEZ DE TOLEDO (Alfonso), Arcipr. de Talavera, 315.

MÁXIMO, 80.

MAYNES (_Noble Cuento del emperador Carlos_), 460.

MAZUELO (Fr. Vicente de), 430.

MELA (Pomponio), 39.

MELOSINA (_Historia de la linda_), 425.

MELLA (Juan de), 341.

MENA (Juan de), 322.

MENAHEM-BEN-SARUK, 100.

MENCIA DE CISNEROS (_Cancioneiro de Dom_), 204.

MENDOZA (Fr. Íñigo de), 407.

MENESES DE SILVA (Juan), 387.

ΜEROBAUDES, 72.

MEXÍA (Ferrand), 445.

MEXÍA (Hernán), 368.

MIERES (Tomás), 330.

MIGIR (Fray), 346.

MIRAVET (Juan de), 453.

MISTERIO _de Elche_, 440.

MODERATO DE GADES, 39.

MOHADJAR, 114.

MOHAMED-ETTEMIMY, 107.

MOISÉS-BEN-EZRA, 114.

MOISÉS-BEN-HANOCH, 100.

MOISÉS-BEN-SHEM-TOB, 231.

MOLES MARGARIT (D. Juan), 410.

MOLINA (Fr. Bartolomé de), 506.

MOLINO (Miguel del), 544.

MONCAYO (Mosén Juan de), 335.

MONJA (Fr. Alonso de la), 346.

ΜONSERRAT (Guillermo de), 330.

MONTE (Fr. Lope del), 346.

MONTESA (Fr. Bernardo), 376.

MONTESDOCA (D. Juan de), 506.

MONTESINO (Fr. Ambrosio), 478.

MONTORO (Antón de), 366.

MONTRAVA (Berenguer de), 299.

MORALES (Fernando de), 541.

MOTETES _de canto d'organo_ (_Libro de_), 503.

MUJERES _illustres de Boccaccio_ (_De las_), 450.

NARVÁEZ (Juan de), 511.

NEBRIDIUS, 75.

NOBLEZA _ó Lealtat_ (_Libro de la_), 184.

NOLA (Roberto de), 339.

ΝOYA (Vidal de), 449.

NÚÑEZ (Nicolás), 512.

NÚÑEZ CORONEL (Luis), 507.

NÚÑEZ DELGADO (Pero), 499.

NÚÑEZ DE TOLEDO (Alfonso), 410.

NÚÑEZ DE TOLEDO (Hernán), 427.

NÚÑEZ DE TOLEDO (Juan), 503.

OBREGÓN (Antonio de), 523.

OCAÑA (Fr. Gonzalo de), 333.

OLID (Juan de), 372.

OLIUEROS _de Castilla y Artus dalgarbe_
   (_Historia de los nobles caualleros_), 484.

OLIVA (Monje), 110.

OLIVER (Fr. Bernardo), 257.

OLLER (Fr. Bernardo), 257.

OROPESA (Alfonso de), 376.

OROSIO, 70.

ORTIZ (Dr. Alonso), 449.

OSIO, 57.

OSMA (M. Pedro de), 406.

OSORIO DE MOSCOSO (D. Rodrigo), 512.

OTTAS (_Cuento muy fermoso del emperador_), 460.

PACENSIS, 88.

PACIANO (S.), 63.

PADILLA (Fr. Juan de), 446.

PÁEZ DE RIBERA (Ruy), 346.

PALENCIA (Alfonso de), 372.

PALMERÍN _de Oliva_, 514.

PARDO (Jerónimo), 492.

PARIS _e Viana_ (_Historia de los amores de_), 131.

PARTENOPLES (_Historia del Conde_; en catalán), 425.

PARTINUPLES (_Libro del esforçado cauallero conde_), 535.

PASCUAL (S. Pedro), 217.

PATOS (Juan Pedro de), 231.

PEDRO (D.), Condestable de Portugal, 355.

PEDRO (Diego de San), 512.

PEDRO IV, 273.

PELAYO, 124.

PENTATEUCO _hebraico_, 426.

PEÑA (Fr. Antonio de la), 514.

PEÑAFORT (S. Raimundo de), 220.

PERALTA (Guillermo de), 484.

PÉRDIDA _de España_ (_Gesta de la_), 147.

PEREGRINA, 273 y 470.

PÉREZ DE GUZMÁN (Fernán), 306.

PÉREZ DE OLIVANO (Agustín), 506.

PÉREZ DE SALANOVA (D. Ximen), 231.

PÉREZ DE VALENCIA (Jaime), 415.

PERPIÑANO DE RIU (Fr. Pedro), 231.

PERTUSA (Martín de), 231.

PINAR, 512.

PINTOR (Pedro), 484.

PLÁCIDAS (_Estoria del cavallero_), 460.

POLEMAR (Juan), 309.

POLÍGLOTA _de Alcalá_, 539.

PORIDAD _de las Poridades_, 184.

PORTOCARRERO (D. Luis), 512.

POTAMIO (S.), 61.

PRADILLA (_Bachiller de la_), 514.

PRIMALEÓN _y Polendos_ (_Libro_...), 544.

PRISCILIANO, 61.

PROAZA (Alfonso de), 494.

PROVERBIOS (_Libro de los buenos_), 184.

PROVERBIOS _en rimo de... Salomón_, 207.

PRUDENCIO, 65.

PRUDENCIO GALINDO, 94.

PUENTE (Fr. Ramón de la), 217.

PUERTA (Fr. Sancho), 290.

PUERTO (Diego del), 503.

PULGAR (Hernando del), 416.
  (_La Chronica de los Reyes Catolicos_ se imprimió en Granada,
  1545, 1550; Valladolid, 1565; Zaragoza, 1567).

QUINTILIANO, 53.

QUIRÓS, 512.

RABI-JONAS-BEN-GANAJ, 104.

RAIMUNDO DE PEÑAFORT (S.), 220.

RAMÍREZ (D. Alfonso), 180.

RAMOS DE PAREJA (Bartolomé), 413.

RASIS (_Crónica del moro_), 246.

RAZÓN _de Amor_, 162.

RECEMUNDO, 101.

REFRANES _glosados_, 510.

REGIMINE _Principum_ (_De_), 450.

REINOSA (Rodrigo), 533.

RENALLO GRAMÁTICO, 123.

RESENDE (_Cancionero  de_), 357, 542.

REVELACIÓN _de un ermitaño_, 272.

REYES (_Crónica de Veinte_), 245.

REYES _dorient_ (_Libro dels_), 159.

REYES _Magos_ (_Auto de los_), 149.

RIBELLES (Mosén Juan), 335.

RIBERA (Hernando), 522.

RIBERA (Páez de), 511.

RIBERA (Suero de), 335.

RIBOT (Fr. Felipe), 273.

RIMADA (_Crónica_), 252.

RÍO (Juan del), 231.

ROA (Fernando de), 539.

ROBERTO _el Diablo_ (_La vida de_), 510.

RODERICI _Campidocti_ (_Gesta_), 128.

RODRIGO (_Cantar de_), 252.

RODRÍGUEZ DE ALMELLA (Diego), 377.

RODRÍGUEZ DE LA CÁMARA (Juan), 327.

RODRÍGUEZ DE LENA (Pero), 310.

RODRÍGUEZ DE MONTALVO (Garci), 454.

RODRÍGUEZ DE TUDELA (Ldo. Alonso), 541.

RODULFO, 123.

ROJAS (Fernando de), 471.

ROLDÁN (Maestre), 220.

ROMANCERO, 486.

ROMANO, 98.

ROSELL (Fr. Nicolás), 257.

ROSIGNOL (Fr. Arnaldo de), 231.

RUBIO (Fr. Guillermo), 231.

RUIZ (M. Jácome), 220.

RUIZ (Juan), Arc. de Hita, 237.

RUIZ DE CORRELLA (Juan), 407.

SABAH (Rabí Abraham), 432.

SABUNDE (Raimundo), 313.

SAHAGÚN (Juan de), 360.

SAID-BEN-ABD-RABIHI, 102.

SAKTAR, 105.

SALAYA (Alonso de), 523.

SALAYA (Juan de), 499.

SALINAS (Lope), 387.

SALOMÓN (_Proverbios en rimo del sabio_), 207.

SAMPIRO, 103.

SAMSON, 97.

SAMUEL _de Israel_ (_Las epístolas de Rabí_), 514.

SAMUEL NAGUID, 105.

SAN CRISTÓBAL (Alfonso de), 333.

SÁNCHEZ DE ARÉVALO (Rodrigo), 386.

SÁNCHEZ DE BADAJOZ (Garci), 481.

SÁNCHEZ DE BADAJOZ (Bach. Diego), 519.

SÁNCHEZ CIRUELO  (M. Pedro), 493.

SÁNCHEZ TALAVERA (Fernán), 346.

SÁNCHEZ DE TOVAR Ó DE VALLADOLID (Fernando), 255.
  (_La Crónica de Alonso XI_ salió en Valladolid, 1551, 1563;
  Medina, 1563;
  Toledo, 1595).

SÁNCHEZ DE VERCIAL (Dr. Clemente), 291.

SANCHO II (_Gesta de don_), 147.

SANTA MARÍA (Alonso de), 295.

SANTA MARÍA (D. Gonzalo de), 298.

SANTAMARÍA (D. Pablo de), 279.

SANTA _María Egipciaqua_ (_Vida de_), 159.

SANTAFÉ (Pedro de), 335.

SANTISTEBAN (Cristóbal de), 502.

SAVASORDA, 115.

SEBASTIÁN, 98.

SEGOVIA (Juan de), 309.

SEGUÍ (Pedro), 535.

SEGUNDO (_Capítulo de las cosas que escribió por
   rrespuestas el filósofo_), 192.

SEM TOB, 259.

SEM-TOB (_Joseph-ben-_), 360.

SEM-TOB-FALAGUERA, 219.

SENDEBAR, 190.

SÉNECA (_Las Epístolas de_), 464.

SÉNECA el filósofo, 41.

SÉNECA el retórico, 37.

SESSÉ (Juan de), 335.

SEVERO (Aquilio), 63.

SEVERUS, 75.

SEVILLA (Juan de), 93.

SEXTILIUS ENA, 31.

SILENSE (El), 126.

SILIO ITÁLICO, 49.

SILOS (_Códice de S. Domingo de_), 131.

SOBRARIAS (Juan), 492.

SOCARRATS (Juan), 403.

SORBÉS (Mauro Antonio), 409.

SORIA, 512.

SORIO (Fr. Baltasar), 514.

SOSA (Lope de), 512.

SOTO (Alfonso de), 430.

SPAÑON (Alonso), 485.

STANYOL (Fr. Ángel), 503.

STÚÑIGA (_Cancionero de_), 335.

SUERTES (_Libro de_), 499.

TABLANTE _de Ricamonte_ (_Crónica de..._), 535.

TAFUR (Pero), 370.

TAJON, 80.

TALAVERA (Hernando de), 465.

TAPIA, 512.

TAPIA (Juan de), 335.

TARANTA (Vasco de), 290.

TARGUM _de Onkelos_, 432.

TEODOR (_Historia de la doncella_), 192.

TEODULFO, 90.

TERRENA (Fr. Guido de), 236.

TESORO (_Libro del_), 207.

TIBERIANO, 63.

TIRANT _lo blanch_ (_Libro del valeros e strenu caualler_), 430.

TIRANTE _el Blanco_, 514.

TOLEDO (_Anónimo de_), 131.

TOLEDO (_Crónica de_), 131.

TOLEDO (D. Francisco de), 406.

TOLEDO (Juan el Viejo de), 290.

TOMÁS (Álvaro), 510.

TORIBIO (S.), 72.

TORO (Arcediano de), 346.

TORQUEMADA (Juan de), 314.

TORRE (Alfonso de la), 331.

TORRE (Bachiller de la), 430.

TORRE (Fernando de la), 335.

TORRELLA (Gaspar), 466.

TORRELLA (Jerónimo), 464.

TORRELLAS (Pedro), 335.

TORRES NAHARRO (Bartolomé de), 515.

TOVAR (Fr. Luis de), 509.

TRACTADO _de la vida y estado de la perfeccion_, 484.

TRISTAN _de leonis_ (_Libro del esforçado cauallero don_), 496.

ΤROYANA (_Crónica_), 255.

TUNGANO (_Libro del caballero don_), 509.

TURPIN (_Crónica latina del seudo_), 147.

TURRANIUS GRACILIS, 31.

ULIGIA (Fr. Gombaldo de), 273.

URREA (D. Pedro Manuel de), 528.

URRÍES (Mosén Ugo de), 404.

VALERA (Mosén Diego de), 411.

VALERIO (S.), 98.

VALLADOLID (Alfonso de), 217 y 236.

VALLADOLID (Juan de), 335.

VARGAS (Fr. Alonso de), 257.

VATICANA (_Cancioneiro da_), 204.

VÁZQUEZ DE TAPIA (Hernán), 522.

VEGA (Fr. Pedro de la), 511.

VELASCO (D. Antonio de), 512.

VERAGUE (Pedro de), 261.

VERGEL _de consolación_, 275 y 466.

VESPASIANO (_Istoria del noble_), 430.

VIANA (Príncipe Carlos de), 340.

VICENTE (Gil), 497.

VICTORIANO Y MOLÓN (Lorenzo), 470.

VILLALPANDO (Mosén Juan de), 335.

VILLENA (D. Enrique de), 288.

VINCENCIO, 107.

VINONES (Fr. Juan Bautista de), 507.

VIÑOLES (Narcis), 511.

VIVERO (D. Luis de), 512.

VIVES (Juan Luis), 536.

VOCABULARIO _catalán y alemán_, 499.

YUÇUF (_Historia de_), 228.

ZACUTO (Abraham), 464.

ZADIK-BEN-ZADIK, 112.

ZAMORA (Alfonso de), 540.

ZAMORA (Juan Gil de), 209.




                                ERRATAS

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      73           7           venementi             vehementi

      119         22             =101=                 =110=

      129          4           _Beitrâge_            _Beiträge_

      129         38         _antiquissime_        _antiquissimi_

      144         36           métr. poét.          _metr. poet._

      160         14            romanos               romeros

      163          2            Vikins                Vikings

      214         39           _Saviesa_           _Saviesa_, según la
                                                     opinión corriente,
                                                     aunque propiamente
                                                     no fué D. Jaime su
                                                     autor.

      222         36             libre                 libro

      274         35            (1300)                 (1390)

      294         15         Terencio, Peno         Terencio Peno

      303         20             1498                   1398

      312         29              Jun                   Juan

      314         37            Herberg              Herbera y

      380          5             Osuna                  Osma

      400         34          _Zamburda_             _Zambardo_

      420         22             1913                   1915

      422         31            _bulas_                _buhas_

      423         38        _pestíferas las_        _pestíferas_

      463          6             1913                   1915




                  OBRAS DE D. JULIO CEJADOR Y FRAUCA


    GRAMÁTICA GRIEGA, _según el sistema histórico comparado_.
    Pesetas 15--Herederos de Juan Gili: Cortes, 581, Barcelona.

    LA LENGUA DE CERVANTES.--_Gramática y Diccionario de la
    lengua castellana en el "Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la
    Mancha"._--Tomo I: _Gramática_. En España, pesetas 10.--Tomo
    II: _Diccionario y Comentarios_. Pesetas 25.--Jubera Hermanos,
    Campomanes, 10, Madrid.

    CABOS SUELTOS, _Literatura y lingüística_. Pesetas 5.--Perlado,
    Páez y C.ª, Sucesores de Hernando, Arenal 11, Madrid.

    NUEVO MÉTODO TEÓRICO-PRÁCTICO PARA APRENDER LA LENGUA
    LATINA.--Primer curso: Tomo I, _Libro de clase_; tomo II,
    _Libro de casa_. Pesetas 12.--Segundo curso: Tomo I, _Libro de
    clase_; tomo II, _Libro de casa_. Pesetas 12.--Perlado, Páez y
    C.ª, Sucesores de Hernando, Arenal, 11, Madrid.

    EL LENGUAJE.--Serie de estudios, de los que van ya publicados
    los tomos siguientes:

    Tomo I: INTRODUCCIÓN Á LA CIENCIA DEL LENGUAJE.--Segunda
    edición, enteramente refundida y aumentada. Pesetas 6.

    Tomo II: LOS GÉRMENES DEL LENGUAJE.--_Estudio físico,
    fisiológico y psicológico de las voces del lenguaje, como base
    para la investigación de sus orígenes._--En España, pesetas
    10.--Jubera Hermanos, Campomanes, 10, Madrid.

    Tomo III: EMBRIOGENIA DEL LENGUAJE.--_Su estructura y formación
    primitivas, sacadas del estudio comparativo de los elementos
    demostrativos de las lenguas._--En España, pesetas 12.--Jubera
    Hermanos, Campomanes, 10, Madrid.

    Tomo IV: TESORO DE LA LENGUA CASTELLANA, ORIGEN Y VIDA DEL
    LENGUAJE. Pesetas 12.--Tomo A, Ε, I, O, U. Perlado, Páez y C.ª,
    Arenal, 11, Madrid.

    Tomo V: TESORO DE LA LENGUA CASTELLANA, ETC., ETC. Tomo R.

    Tomo VI: TESORO DE LA LENGUA CASTELLANA, ETC., ETC. Tomo N, Ñ.

    Tomo VII: TESORO DE LA LENGUA CASTELLANA, ETC., ETC. Tomo L.

    Tomo VIII: TESORO DE LA LENGUA CASTELLANA.--Silbantes. Primera
    parte.

    Tomo IX: TESORO DE LA LENGUA CASTELLANA.--Silbantes. Segunda
    parte.

    Tomo X: TESORO DE LA LENGUA CASTELLANA.--Silbantes. Tercera
    parte.

    Tomo XI: TESORO DE LA LENGUA CASTELLANA.--Silbantes. Cuarta
    parte.

    Tomo XII: TESORO DE LA LENGUA CASTELLANA.--Labiales. (Β. P.).
    Primera parte.

    Tomo XIII: TESORO DE LA LENGUA CASTELLANA.--Labiales. (Β. P.).
    Segunda parte (en prensa).

    ORO Y OROPEL, novela. Pesetas 3.--Perlado, Páez y C.ª, Arenal,
    11, Madrid.

    PASAVOLANTES, colección de artículos. Pesetas 3.--Jubera
    Hermanos, Campomanes, 10, Madrid.

    MIRANDO Á LOYOLA, novela. Pesetas 3,50.--"Renacimiento", San
    Marcos, 42, Madrid.

    ARCIPRESTE DE HITA, edición, prólogo y comentario: dos tomos.
    Pesetas 6.-- Paseo de Recoletos, 25, "La Lectura".

    ROJAS, "LA CELESTINA", edición, prólogo y comentario: dos
    tomos. Pesetas 6.--Paseo de Recoletos, 25, "La Lectura".

    EL LAZARILLO DE TORMES, edición, prólogo y comentario: un tomo.
    Pesetas 3.--Paseo de Recoletos, 25, "La Lectura".

    MATEO ALEMÁN, _Guzmán de Alfarache_, edición y prólogo: dos
    tomos. "Renacimiento".

    LORENZO GRACIÁN, _El Criticón_, edición y prólogo: dos tomos.
    "Renacimiento".

    ¡DE LA TIERRA...!, colección de artículos. Pesetas 3.--Jubera
    Hermanos, Campomanes, 10, Madrid.

    TRAZAS DEL AMOR, novela.--J. Ratés, plaza de San Javier, 6,
    Madrid.

    EPÍTOME DE LITERATURA LATINA. Pesetas 3.--Victoriano Suárez,
    Preciados, 48, Madrid.

    En prensa: HISTORIA DE LA LENGUA Y LITERATURA CASTELLANA, t. II.

    DIÁLOGOS SOBRE EL NACIMIENTO DEL CASTELLANO.





*** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK HISTORIA DE LA LENGUA Y LITERATURA CASTELLANA - TOMO I ***


    

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